Entre 1913 y 1914, Konrad Theodor Preuss, un etnólogo alemán que se encontraba en San Agustín, se llevó para el viejo mundo más de 35 piezas arqueológicas de la cultura agustiniana y nariñense. Las piezas que fueron usurpadas sobrevivieron a las dos guerras mundiales y hoy se encuentran en los sótanos del Museo de Etnología de Berlín, lugar hasta donde las llevó el etnólogo en enero de 1915.
Las esculturas están talladas en roca y hacen parte del acervo arqueológico de la cultura agustiniana, una de las comunidades precolombinas más importantes del sur de Colombia. Como el saqueo de Preuss, hay un sinnúmero de piezas llevadas a Europa y EE.UU. durante la primera mitad del siglo XX.
Preuss, quien estuvo en el país entre 1913 y 1919, se valió de una treta de engaños a los campesinos de la región para realizar una gran cantidad de excavaciones en San Agustín, en Huila, y en Nariño. Luego de haber extraído las piezas, las esculturas fueron sacadas del lugar a lomo de mula y luego en una tropa de barcos de vapor a través del río Magdalena hasta Bocas de Ceniza, en Atlántico, y de allí, embarcadas nuevamente por los saqueadores en varios navíos con destino a Europa.
Aunque para 1913 en Colombia ya existían leyes que protegían el patrimonio, Preuss eludió a las autoridades locales y sacó las piezas de manera ilegal haciéndolas pasar por minerales. En 1928, después de sus excavaciones, el excavador admitió en su libro Arte monumental prehistórico, que tuvo «dificultades sin cuento» para sacar varias «cargas» de esculturas, moldes de estatuas e infinidad de objetos de cerámica y utensilios de piedra empleados por los escultores. La sola mención de «varios quintales» indica que el cargamento de piezas precolombinas pudo llegar a una tonelada.
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Luego de un siglo del saqueo, aún es difícil precisar el número de piezas arqueológicas que salieron del país para reposar finalmente en el museo. Dicha confusión surge precisamente con las declaraciones de Preuss, puesto que en una carta que data del 31 de enero de 1914, dijo que una de las figuras pequeñas había sido empacada para Berlín. No obstante, el 18 de febrero de ese año aseguró que una recua de mulas había llevado a Neiva un primer cargamento con antiguedades indígenas de San Agustín. A renglón seguido, Preuss señaló que catorce estatuas pequeñas fueron llevados a la capital del Huila por «peones de fuerza hercúlea».
La primera duda legal sobre el volumen del cargamento que salió de Colombia surgió en septiembre de 1915 cuando José María Burbano, corregidor de San Agustín, denunció ante el director del Museo Nacional de entonces, Ernesto Restrepo Tirado, que Preuss se llevó varias figuras de las Haciendas Laboyos e Isnos. De la primera sacó varias estatuas pequeñas y del segundo lugar, junto con otras de menor tamaño, tomó dos esculturas que podrían pesar al menos ocho arrobas cada una.
No obstante, David Dellenback, un estadounidense que reside hace 30 años en San Agustín y líder de la campaña para repatriar estos bienes culturales, afirma que son 21 piezas. Este número fue confirmado por Hermann Parzinger, presidente de la Fundación de Herencia Prusiana, entidad que administra el Museo Etnológico de Berlín, en una carta enviada a Dellenback. En efecto, en la página web del museo aparecen, a todo color, las 21 obras agustinianas y otros 237 elementos de la región como vasijas, adornos, piedras, lajas, trozos de esculturas y fragmentos de utensilios.
Preuss llegó en septiembre de 1913 a Barranquilla a bordo de un barco y de allí siguió, Magdalena arriba, hasta las poblaciones de Honda, La Dorada, Beltrán y Girardot de donde se desvió hasta la ciudad de Bogotá para obtener «informes indispensables» que en sus escritos no especificó si eran oficiales, por ejemplo, para pedir permiso al Gobierno o reportarse ante su embajada.
En 1974 la Dirección de Divulgación Cultural de la Universidad Nacional de Colombia publicó la tercera y última edición conocida en la que se incluyeron notas del crítico de arte Eugenio Barney Cabrera y el antropólogo Pablo Gamboa. De esta publicación se deduce que no hay duda de que las 21 estatuas de San Agustín y las 14 del Macizo Colombiano fueron sacadas irregularmente del país por Preuss quien siempre asumió, según se deduce de sus escritos, que las esculturas eran suyas ya fuera porque las halló, no tenían dueño o las compró. Así lo señaló en su libro: "mis colecciones", "mis queridos gigantes", "mis modestos yesos y originales" y de forma descarada "mi primer cargamento".
Finalmente, en lo que podría considerarse una confesión, Preuss escribió: «Terminada la guerra mundial, logré al fin, después de casi seis años en Colombia, volver a Alemania a fines de 1919; pero la posibilidad de transportar mis colecciones excavadas en los años 1913/14, era aún muy remota».
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Aunque durante las últimas décadas las gestiones diplomáticas se han convertido en la oportunidad para que los funcionarios aboguen por la repatriación de las piezas, los las respuestas han sido pírricas. El 14 de septiembre del año 2017, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca falló a favor de que el Gobierno colombiano realice todas las acciones posibles que conduzcan a la repatriación de las piezas. Para esto, se firmó un pacto de cumplimiento entre los ministerios de Relaciones Exteriores y Cultura, el ICANH y la Gobernación del Huila. “La sustracción clandestina de estas piezas arqueológicas prolongó en el tiempo la violación de los derechos colectivos”, señala la sentencia.
Aunque el acuerdo le daba dos meses al Ministerio de Cultura y al Instituto de Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) para encontrar y evaluar el estado de las esculturas en el Museo Etnológico de Berlín, y 4 meses al Ministerio de Relaciones Exteriores para tender los puentes diplomáticos necesarios para repatriar las piezas, esto nunca sucedió. Pese a que el Museo Etnológico de Berlín reconoce la importancia de que las esculturas regresen a su geografía originaria y han mostrado toda la voluntad para devolver las esculturas a la población de San Agustín, el Gobierno Colombiano no ha conseguido aún el retorno de estos tesoros arqueológicos.