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Gabriel García Márquez en la HJCK
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El 17 de abril de 2014, a las 2:45 de la tarde, el reloj se detuvo. Un corazón dejó de latir. Ese corazón, envuelto por la neblina de la memoria y los nombres de muertos y fantasmas vivos, se contuvo para sí mismo y se apretó, se hizo ovillo. No había nada más que decir: Gabriel García Márquez había muerto. Hace 10 años, periódicos, colegios y gobiernos se despidieron de un hombre enorme que guardaba por dentro un niño siempre a la vera de las historias de su abuelo y sus tías cocineras. En 1954, en los micrófonos de la HJCK, García Márquez contó que tenía una pesadilla recurrente, donde una mujer se sentaba frente a él y le respondía la pregunta que se hacía todos los días:
- ¿Cuándo voy a morir?
La mujer, con inusitada desidia, le contestaba:
- Cuando te empiece el cansancio del brazo.
El brazo, su mano, que no era otra cosa que su corazón, se cansó: como todos. Esa montaña que fue García Márquez decidió despedirse acompañado de Aureliano y Úrsula. Hablándoles por corredores silentes y con respiración tibia, densa. Por eso hoy no conmemoramos su muerte sino que celebramos su transformación. En este lugar, en la HJCK, que fue el sitio de sus primeras veces , escucharemos su voz, leeremos textos inéditos sobre hombres solos y rumores nuevos, lo visitaremos allá donde está para recordarle que aquí donde estamos aún lo invocamos.
- Su voz y su obra
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"La ciudad de los hombres solos", texto inédito de García Márquez de 1957