A comienzos del siglo XXI, una palabra comenzó a resonar con fuerza en los discursos sobre justicia social y equidad: "woke". Lo que alguna vez fue una expresión nacida en los márgenes de la resistencia afroamericana contra la injusticia racial, terminó convirtiéndose en un campo de batalla semántico. Para la derecha global, "woke" dejó de ser sinónimo de conciencia social para transformarse en un espectro que amenaza los valores occidentales. El discurso del presidente argentino Javier Milei en el Foro de Davos en enero de este año es un testimonio del grado de demonización que ha alcanzado el término.
Orígenes de "woke": de la resistencia racial a la politización global
El término "woke" tiene sus raíces en la comunidad afroamericana de Estados Unidos. Surgió como una advertencia dentro del argot negro para mantenerse alerta ante la violencia racial. En los años treinta del siglo pasado, el escritor A. Philip Randolph usó el término en un artículo de su revista The Black Worker, y en 1962 el escritor William Melvin Kelley lo popularizó en un artículo titulado "If You’re Woke You Dig It" ("Si eres consciente, lo entiendes"), en el New York Times.
En el siglo XXI, "woke" resurgió como emblema del movimiento Black Lives Matter, impulsado tras la absolución de George Zimmerman en el asesinato del adolescente negro Trayvon Martin en 2013. "Stay woke" (mantente despierto) se convirtió en un llamado a la conciencia sobre el racismo estructural, pero pronto su significado se amplió a otras luchas sociales: feminismo, derechos LGBTQ+ , justicia climática y derechos de los migrantes .
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Sin embargo, con la amplificación del término en redes sociales y medios de comunicación, también comenzaron a surgir sus detractores. Grupos conservadores en Estados Unidos y Europa lo transformaron en un símbolo de lo que consideraban una "dictadura de lo políticamente correcto". Así nació el "antiwokismo".
Milei y el discurso del "virus mental woke"
El 17 de enero de 2025, el presidente argentino Javier Milei pronunció un incendiario discurso en el Foro Económico Mundial de Davos. En su intervención, denunció que "la ideología woke" era "un cáncer que hay que extirpar" y "la gran epidemia de nuestra época". Según Milei, el wokismo "ha colonizado las instituciones más importantes del mundo", desde universidades hasta medios de comunicación, imponiendo "un régimen de pensamiento único".
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Su discurso no es aislado. Forma parte de una narrativa global adoptada por líderes de derecha que, desde Donald Trump hasta Giorgia Meloni, han utilizado el término "woke" como un enemigo difuso pero omnipresente. En su versión de los hechos, el wokismo es el responsable de la crisis de valores de Occidente, de la expansión del Estado y del declive de la civilización.
Pero, ¿por qué la derecha teme tanto a "woke"? Existen varias razones por las cuales los gobiernos de derecha han construido el "wokismo" como un adversario ideológico de proporciones casi apocalípticas:
- El fin de la hegemonía cultural conservadora: Durante siglos, la política y la economía han estado dominadas por narrativas que favorecen el statu quo . La expansión de los movimientos sociales progresistas representa una amenaza a este dominio. Las discusiones sobre racismo estructural, patriarcado y justicia climática implican revisar estructuras de poder que han beneficiado a las élites económicas y políticas.
- La batalla por el lenguaje y la cultura: La política no solo se juega en el terreno de las leyes, sino también en la cultura y el lenguaje. La insistencia en usar términos como "personas menstruantes" en lugar de "mujeres" o el cuestionamiento del mérito individual frente a las desigualdades sistémicas han sido aprovechados por la derecha para caricaturizar al progresismo como un movimiento de censura y represión del disenso.
- El antídoto perfecto contra el progresismo: Desde una perspectiva electoral, el "antiwokismo" permite a la derecha movilizar a sectores de la población que se sienten amenazados por los cambios culturales. Explotar el miedo al wokismo es una estrategia eficaz para canalizar el malestar de grupos que perciben una pérdida de privilegios.
- El comodín para desviar la atención de problemas reales: En muchos casos, los ataques contra el wokismo funcionan como una distracción frente a crisis económicas, desigualdades estructurales o corrupción política. La narrativa de un enemigo interno que "destruye los valores de Occidente" desvía la discusión de problemas tangibles y permite a ciertos gobiernos evadir responsabilidades.
¿Es "Woke" una amenaza real?
Si se observa el fenómeno sin los lentes de la polarización ideológica, "woke" no es más que una evolución de luchas históricas por la igualdad. Es la continuación del movimiento de derechos civiles, el feminismo de segunda ola y la defensa de los derechos LGBTQ+. Lo que hoy se conoce como wokismo, en el siglo XIX era el abolicionismo, en el siglo XX el sufragismo y la desegregación racial.
¿Significa esto que todos los movimientos progresistas están exentos de críticas? No. En su afán por corregir desigualdades, algunos sectores han caído en excesos, como la cancelación de voces disidentes o la simplificación de debates complejos. Pero esto no justifica la demonización de una lucha legítima.
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El uso de "woke" como espantajo político por parte de la derecha global es un fenómeno que responde a intereses estratégicos. No es casual que líderes como Javier Milei, Donald Trump y otros representantes del conservadurismo contemporáneo recurran al término para consolidar sus bases y atacar a sus adversarios . "Woke" ha pasado de ser un llamado a la conciencia social a convertirse en una palabra cargada de controversia y distorsión.
El verdadero debate no debería centrarse en si el wokismo es "un cáncer" o "una epidemia" –como afirmó Milei– sino en cómo las sociedades pueden equilibrar la búsqueda de la justicia social con la protección de la pluralidad de ideas. El temor a "woke" es, en última instancia, el temor a la transformación de una sociedad que ya no acepta el privilegio como destino.
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