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“Lo que no está impreso no existe”: una aproximación a la obra de José Ruiz Díaz

A propósito de su última intervención "Imprimir país: mapa actualizado del territorio" donde cubrió con 4.000 carteles el vestíbulo central de la Biblioteca Nacional, conversamos con el artista sobre los orígenes de su obra en medio de conceptos como la memoria, el archivo, la centralidad, la noción política del arte y la actualidad.

Imprimir País - José Ruiz.
Para el montaje de la obra se necesitaron cerca de 4000 carteles que tienen distintas frases extraídas del primer informe de la Comisión Corográfica en 1863.
Biblioteca Nacional.

Hace frío. "Qué sorpresa en Bogotá". La Biblioteca Nacional aguarda. Al entrar, hay un golpe visual que rápidamente se convierte en incógnita para el espectador desprevenido producto de un vestíbulo central lleno de carteles por doquier. De sur a norte, de este a oeste, la mirada consumida por un territorio escrito en tinta azul difícil de leer. Es miércoles, al medio día. “La exposición es el montaje”, ha dicho José para algunos medios. Lleva cerca de un mes ininterrumpido trabajando en esta intervención que ha llamado Imprimir país: mapa actualizado del territorio inspirado en los dos tomos de Jeografía física i política de los Estados Unidos de Colombia de 1863, publicados por la Comisión Corográfica con el fin de tener el primer mapa gubernamental del territorio nacional. Sin embargo, Tomas Cipriano de Mosquera, que lo había encargado como presidente de la nación lo desechó por impreciso y prohibió su circulación.

Me saluda de lejos con las manos manchadas de tinta. Sorprende su juventud. ¿Cuándo se conoce un territorio completamente? Me pregunto. José Ruiz me dirá más tarde sentados en medio de las escaleras de la Biblioteca Nacional mientras contemplamos su obra, que “el mapa no es el territorio” dice aludiendo a Borges. El escritor argentino ya había utilizado la ironía sobre esa distancia abismal entre el territorio y el ejercicio cartográfico en su cuento Del Rigor en la Ciencia.

En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él.
Fragmento de "Del rigor en la ciencia", de Jorge Luis Borges.

La obra de Ruiz juega con eso. Un mapa es un retrato y sus carteles una forma de capturarlo. Es una cartografía dispuesta para todos a partir de factores clave: una suerte de memoria y la circulación de los carteles. Lo que no está impreso no existe se repite en varias publicaciones de la Biblioteca para anunciar la intervención. Y el territorio existe, porque podemos llevarlo bajo el brazo, habitarlo y compartirlo en medio de una cartografía hecha cartel con frases que se parecen demasiado a la poesía.

La memoria, la actualidad y el centro


Cuando se anuncia la obra una frase en la cual te cita que dice que “lo que no está impreso no existe”. Quiero que me explique un poco, ¿Cuál es el origen de esto?

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Yo creo que es mi máxima: Lo que no está impreso, no existe y surge realmente mi práctica, revisando archivos de arte, de cine, de gráfica popular latinoamericana y colombiana y es que sí, lo que está impreso no existe porque para construir relatos siempre tenemos que volver a los archivos y esos archivos afortunadamente, están en repositorios como el de la Biblioteca Nacional, los archivos institucionales, los archivos privados y todos están sustentados siempre en material impreso y todos esos materiales que son impresos nos permiten construir historias, si esos materiales impresos no existieran, no podríamos construir nuevas historias, entonces en ese sentido lo que está lo que no está impreso no existe.

Ahí hay un juego particular con la memoria, ¿no?

Con la memoria y con la idea de guardar información, por ejemplo, en el caso que quieras revisar algo del siglo XX, ¿a dónde vas? Vas a un periódico que está impreso. Y realmente también es una pregunta a futuro. Las cosas que se están produciendo hoy muchas no están quedando impresas, sino que se manejan de forma digital o virtual. Virtual es lo que no existe, entonces cómo habrá una memoria en el futuro en un medio que no existe. Todo el mundo dice “con internet es fácil acceder a la información”, pero realmente es muy difícil porque el internet contrario a pensar que es un archivo, es la tierra del olvido de tanta información circulando de formas tan grandes y masivas y de formas tan erráticas que es imposible encontrarla.

De su obra llama la atención el uso de carteles y de la impresión. ¿Por qué elegir esta técnica para este tipo de procesos?

Creo que el cartel funciona como una unidad básica perfecta para construir porque permite desplegarse en el espacio y construir una instalación, pero también funciona como pieza única; algo que yo siempre pienso desde el inicio es la circulación, ¿Cómo va a circular esto que estoy haciendo? Hay muchos artistas que piensan las piezas únicas, se producen desde un taller, desde un estudio y su circulación está limitada a esa pieza única para que una persona la tenga.

A mí ese tipo de circulación no me interesa, en ese sentido responde realmente a lo que sucedió hoy en día con la circulación de la información y creo que el arte tiene que responder a esa misma necesidad de consumo del público en general y el cartel funciona muy bien porque permite llenar espacios si se publica una pieza junto a la otra, pero también permite que como piezas únicas circulen y las personas se las puedan llevar de forma masiva entonces y también quiebra esa idea de la de la circulación desde lo análogo y desde lo digital.

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Hay también un juego claro con el espectador y creo que la clave está en eso que acaba de mencionar, esa “circulación”. ¿Cuándo decides hacer parte de ese proceso?

Eso lo pensaba hace poco, y es que la obra no existe sin el público. Esa es una frase que se popularizó a mediados del siglo XX y es sin el público que vea la obra, la obra no existe; pero lo que yo pienso es que sin que el público haga parte de la obra, la obra no puede ser. Digamos que todas estas estas producciones y todos estos proyectos e instalaciones surgen de una interacción, una interacción mía con un espectador que se vuelve participe. Sobre el arte participativo se ha hecho y se ha descrito muchísimo, pero lo que a mí muchas veces me molestaba estudiando al arte participativo es que muchas veces el público no se quedaba con nada, entonces lo que yo quiero también con esta lógica del cartel, es que siempre el público sea partícipe, ya sea el proceso de impresión o el proceso de conceptualización o el proceso de escritura y que el público también se pueda llevar algo en las obras que considero como ejercicios de escritura pública, ejercicios de escritura donde uno está escribiendo, pero según las interacciones con el público esas escrituras se van modificando y de ahí también surge la obra.

Mencionas palabras como actualidad y como circulación. Sin embargo, hay una mucho más tangible que no hemos tocado y es la noción del territorio en tu obra.

Para responderte esa pregunta, hablaré del otro concepto que mencionas que es actualidad. Es un concepto que a mí me fascina, porque es todo y es nada. La gran conclusión de “Impresiones sobre actualidad” (su anterior obra) es que la actualidad no existe. La actualidad la necesitamos construir en el sentido de que diariamente se están publicando , ya sea análogamente o digitalmente estamos publicando cosas que buscan responder a una actualidad, noticias que responden a lo que sucedió en el día, libros, publicidad que responde a un lugar preciso en el tiempo; pero cuando tú analizas eso con distancia histórica y empiezas a ver cómo esa actualidad se anunciaba , ves que eso era tan actual ya no lo es, de ese paradigma que surge en el término y de palabritas como “hoy” que son palabras que utilizamos precisamente para consignar esa actualidad, pero que caducan a las 24 horas.

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Este proyecto surge de un cuestionamiento similar y es que cuando se entrega el informe final de la Comisión Corográfica, que es el texto del proyecto estatal, que se manda a hacer a mediados del Siglo XIX para entender y trazar el territorio y cuando se entrega, el mismo presidente Mosquera prohíbe su circulación aludiendo que tenía muchos errores y la persona que lo escribe, respondió que el informe tenía muchos errores, pero nadie podría decir cuáles son, porque nadie conoce el territorio y no importa, cuánto tiempo pase, nunca nadie podrá hacer el mapa actualizado del territorio porque es imposible. Y cuando leímos las descripciones geográficas eran mucho más poéticas que científicas, es decir, entender un espacio a partir de una descripción es completamente ambiguo y si yo te digo, no sé: “Al sur alto colorado” eso que te que te dice...

Hay una noción muy política ahí también...

Yo siempre intento hacer comentarios políticos en los proyectos. No necesariamente de la misma forma del proyecto “Los grandes días están por venir”, un archivo de publicidad política desde el Frente Nacional que hice, pero por ejemplo en esta obra, algo que a mí me parece clave para reflexionar desde ese mismo punto es que Colombia siempre ha pensado desde el centro y está en la sección que se ha construido desde Bogotá y de alguna forma la memoria también se guarda en el centro.

Entonces una pregunta de por qué el material impreso que corresponde a las regiones no circula en las regiones, sino que se guardan en el centro y se estudia en el centro, entonces también este proyecto está pensado como yo entiendo que la Biblioteca Nacional es el centro, del centro, del centro, del centro del país. El centro de la ciudad y un país que siempre se ha pensado desde acá y que guarda la memoria impresa del país sin la cual no podríamos entender el territorio, entonces esta instalación está pensada específicamente para este lugar y por eso las coordenadas, o sea, por eso los carteles se ubican siguiendo las coordenadas para que cuando uno esté parado en el centro vea desde el sur del país hasta el norte. Se guarda la memoria impresa de un país que siempre se ha pensado y que siempre se ejecuta desde el centro, entonces eso es muy político.

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Dos de tres


Imprimir país no es la primera obra de este tipo de José Ruiz. Para el 2020 en medio del confinamiento mundial, José Ruiz montó Impresiones sobre actualidad un proyecto que tuvo como finalidad cuestionar a partir de la palabra hoy, esa palabra tan esquiva y enigmática relacionada con un presente perpetuo, parecida a una obsesión para José, la actualidad. Este proyecto terminaría interviniendo con cerca de 7.000 carteles impresos el Espacio El Dorado, en Bogotá.

Son evidentes los puentes entre obras, pero eso no equivale a una repetición. Le pregunto si hay una tercera parte como se ha anunciado. -Sí, lo único que sé es que tendrá letras amarillas- me dice mientras se ríe.

La intervención Imprimir país: mapa actualizado del territorio estará disponible hasta el próximo 8 de junio en la Biblioteca Nacional. El desmontaje de la obra también será un ejercicio colectivo dónde las personas que asistan podrán llevarse uno de los carteles de la intervención. Si no puede hacer parte, recuerde que la obra es móvil, y más temprano que tarde es posible que se encuentre con uno de los carteles.

Recuerde que puede conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.

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