La sala Troxy de la capital británica, de estilo 'art deco' y con cierto aire decadente, fue el escenario escogido por Robert Smith, Simon Gallup, Jason Cooper, Roger O´Donnell y Reeves Gabrels para corroborar su vuelta a la primera línea de la música. Y no defraudaron.
Los de Crowley dieron un concierto de tres horas, conformado por un repertorio de 31 canciones en los que la banda presentó sus más recientes temas, pero también recordó algunos de los grandes éxitos de su casi medio siglo de carrera ante unas 3.000 personas.
Y salió Robert Smith, con sus 65 años, sus pelos alocados, sus ojos pintados y demostró que la estrella de su guitarra Schecter no era la única que había sobre ese escenario, porque la voz del británico sigue incombustible y consiguió que, para muchos, esta noche se detuviera el tiempo y regresaran a sus años de juventud.
La primera parte del concierto sirvió de carta de presentación de Songs of A Lost World y reprodujeron, en el mismo orden, las ocho canciones de su último disco, que comparadas con el resto de su discografía reafirman el cariz más introspectivo y oscuro que The Cure ha tomado en este álbum.
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Ganan mucha más presencia en directo las largas introducciones musicales, a base de pianos, guitarras y sintetizadores, mientras un desgarrador Smith confiesa en 'All I Ever Am' que ha "perdido" toda su vida reflexionando sobre el tiempo y los recuerdos y se pregunta en qué momento aquel niño que quería comerse el mundo ha envejecido tanto en End Song .
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Tras un breve intermedio, The Cure volvió a las tablas y el público londinense enloqueció al escuchar los acordes de Plainsong, Lovesong o High y, escuchando sus letras con perspectiva, sorprende que ya en 1989 sus canciones hablaran de la vejez.
La parte final fue, en parte, un homenaje a Seventeen Seconds , su segundo disco de estudio (1980), que cumplirá 45 años en 2025 y por supuesto no faltó el himno gótico A Forest y otros temas como At Night, M o Play for Today .
Este concierto tenía que ser un viernes. Es el día de la semana que más alegrías ha dado a la banda británica y es el día en el que decidieron cantarle al amor en Friday, I´m In Love y que, con tan solo escuchar las primeras notas, levantó de sus asientos a todo el público.
El colofón llegó de la mano de Boys Don´t Cry y puede que su canción asegure que los chicos no lloran, pero Smith se despidió con un "Gracias. Nos vemos pronto" y se llevó las manos al pecho mientras el público aplaudía incesante y coreaba su nombre. Porque The Cure está de vuelta y la espera de dieciséis años ha merecido la pena.
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