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La obra de Fernando Botero 'conmueve' las plazas icónicas de Roma por primera vez

La plaza del Pueblo, la plaza de España y otros espacio icónicos de Roma exponen desde hoy ocho obras representativas de la obra del colombiano Fernando Botero. Así las recibe la ciudad europea.

La obra de Fernando Botero 'conmueve' las plazas icónicas de Roma por primera vez
Una escultura de Fernando Botero se exhibe en una plaza de Pietrasanta, en la Toscana, antes de la inauguración de una exposición el 6 de julio de 2012.
PIETRASANTA, ITALIA

El colosal mundo del artista colombiano Fernando Botero llega por primera vez a Roma, donde paseantes y turistas podrán admirar a partir de este miércoles ocho de sus más famosas obras en lugares tan emblemáticos como la plaza del Pueblo o la plaza de España, una exposición que habría "conmovido" al maestro.

"Para nosotros es un privilegio enorme", pero "él estaría conmovido de ver sus obras en lugares tan icónicos del centro histórico romano", explicó Lina Botero, la hija del artista fallecido en septiembre pasado y comisaria de esta exposición al aire libre: "Botero en Roma".

Las ocho esculturas que componen la muestra, "de extrema complejidad" dada la enorme cantidad de obras de renovación de la Ciudad Eterna debido a la inminencia del Jubileo de 2025, llegan ahora a Roma tras haber sido objeto de "más de 25 exposiciones en otros lugares tan simbólicos como los Campos Eliseos de París", señaló Lina.

Esa muestra parisina, en 1992, fue el origen de "un recorrido extraordinario" que la ha llevado a lugares como Park Avenue, en Nueva York; Rodeo Drive, en Los Ángeles; el Paseo de Recoletos, en Madrid, o la puerta de Branderbugo, en Berlín, además de llegar a Shanghai o Hong Kong.

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El Ayuntamiento de la Ciudad Eterna ha querido crear "un paseo romano con Botero" que comienza con su Venus durmiente (1994) y su Mujer extendida (2003) en la Terraza del Pincio, en el parque de Villa Borghese y que se eleva, con una vista excepcional, sobre la Plaza del Popolo, donde se podrán apreciar sus Adán y Eva (1992).

El recorrido sigue por la céntrica via del Corso hasta el Largo Lombardi, donde se ha colocado el Caballo con bridas (2009), mientras su voluminoso Gato (1999) ocupa la plaza de San Lorenzo in Lucina, y en la siguiente parada una Mujer sentada (2003) observa a los paseantes en la plaza de San Silvestro.

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Otra Mujer sentada de bronce, esta vez de 1991, cierra el homenaje que la capital de Italia le ha querido dedicar al artista en la majestuosa plaza de España, en un lateral justo frente a la Embajada española ante la Santa Sede.

"Se trata de uno de los paseos más formidables de la ciudad" , dijo el concejal de Cultura del Ayuntamiento romano, Miguel Gotor, en la presentación de la muestra, que permanecerá a la vista de romanos, turistas y curisosos hasta el próximo 1 de octubre.

Las obras de Botero en Roma servirán también para "recalcar el vínculo tan especial" del artista con Italia, que "se convirtió en su segunda patria por muchas razones, pero sobre todo por la pintura del 'Cuatrocento', cuando comenzó el Renacimiento y que tanto influyó en su obra".

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Su hija recordó con emoción cómo Botero llegó "como un joven pobre" con 19 años a Madrid, donde pasaba los días visitando el Museo del Prado y copiando obras de artistas inmortales, hasta que un día, al salir de la pinacoteca al atardecer, vio un libro abierto en una imagen de un fresco de Piero della Francesca (1412-1492), uno de los grandes pintores renacentistas. "Fue un auténtico shock eléctrico, un relámpago que cambió su vida para siempre", enfatizó Lina.

En ese mismo instante, "decidió cambiar su rumbo" y "unos días después se fue con un amigo en moto a Italia para estudiar en Florencia" el arte que le había llegado tan dentro, lo que le permitió "racionalizar su tendencia innata al volumen", como se ve ya en acuarelas que pintó con solo 17 años.

"Fue fundamental en vida y en su obra" porque sus estudios florentinos le permitieron "entender su fascinación por el volumen", integrarla y convertirla en el signo de identidad de su arte, lo que de verdad le hace diferente a cualquier otro artista de la historia.

Con la escultura comenzó en 1973 y en los 80 se compró una casa en Pietrasanta, una pequeña localidad de la Toscana (centro), donde desde entonces pasó los veranos y que a lo largo de las últimas décadas acabó atrayendo a importantes artistas de todo el mundo, gracias a sus canteras y marmolistas.

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"El sentía un respeto total por los artesanos que trabajan allí, por unas técnicas que habían pasado de generación en generación", aseguró Lina sobre el "segundo hogar" del maestro, fallecido el pasado 15 de septiembre a los 91 años, y que fue el elegido por Botero para el reposo final de sus cenizas junto a las de su esposa y artista, Sophia Vari.

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