
Por décadas, el teatro, la televisión y el cine en Colombia han contado con figuras clave que han marcado generaciones. Uno de esos nombres esenciales fue el de Kepa Amuchastegui, un actor, director y dramaturgo cuya trayectoria artística se ganó el respeto unánime del gremio y el cariño del público.
Su voz profunda, presencia imponente y talento multifacético lo convirtieron en uno de los referentes más sólidos de las artes escénicas del país. En la noche de este 27 de mayo el actor falleció a los 84 años, según se confirmó en sus redes sociales. Hace un mes, el 28 de abril, Kepa Amuchastegui había compartido en su Instagram que padecía cáncer en la vejiga.
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Kepa Amuchastegui nació en Bogotá en una familia de ascendencia vasca. Aunque inicialmente se inclinó por la arquitectura —carrera que estudió en la Universidad de Los Andes—, el llamado del teatro fue más fuerte. A mediados de los años 60, viajó a Inglaterra para estudiar actuación. Allí se empapó del rigor de la tradición teatral británica, formación que luego trasladaría con gran disciplina al escenario colombiano.
A su regreso a Colombia, Amuchastegui se sumergió de lleno en el mundo del teatro. Fue actor y director en múltiples montajes que marcaron época, tanto en el Teatro Nacional como en otras compañías independientes.
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Además de actuar, también adaptó y tradujo obras del inglés al español, aportando a la divulgación del teatro clásico y contemporáneo. Entre las obras más destacadas que dirigió o protagonizó se encuentran montajes de Shakespeare, Molière y autores colombianos contemporáneos.
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Y aunque su primera pasión fue el teatro, su rostro se hizo familiar entre los colombianos gracias a la televisión. Desde los años 70, Kepa Amuchastegui actuó en decenas de telenovelas y series. Entre sus papeles más recordados está su interpretación de Roberto Mendoza, el padre de Armando en 'Yo soy Betty, la fea', así como sus actuaciones en La Pola, La ley del corazón y A mano limpia, entre otras.
Uno de los atributos más distintivos de Kepa Amuchástegui es su voz. Su timbre grave, pausado y lleno de matices lo ha convertido en un narrador por excelencia. Durante años ha prestado su voz para documentales, comerciales y, especialmente, para la lectura de cuentos y obras literarias. Su serie de lecturas de clásicos universales, disponible en diversas plataformas, ha acercado la literatura a nuevas audiencias. Escuchar a Amuchástegui leer a Borges, Poe o García Márquez es una experiencia casi hipnótica.
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