
Probablemente, Susan Sontag habría sido una figura detestada por el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump . Cuando Sontag falleció en 2004, era una escritora prominente. El mundo cultural, tanto en Estados Unidos como en Europa, valoraba su aguda crítica social. Intervenía con frecuencia en los debates políticos y muchos de sus pensamientos son hoy más actuales que nunca.
"Sin duda, Sontag tendría hoy una voz de peso", afirma el historiador cultural Bernd Hüppauf, investigador durante años en la Universidad de Nueva York. "¿Pero se dejaría Trump impresionar por ello? Difícilmente."
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Actualmente, dos exposiciones en Alemania se dedican al universo intelectual de esta pensadora estadounidense: Ver y ser visto, en la Bundeskunsthalle de Bonn (puede visitarse hasta el 28 de septiembre), y Everything matters, a partir del 23 de mayo y hasta el 30 de noviembre de 2025 en la Casa de la Literatura de Múnich. En ambas ha colaborado la biógrafa de Sontag, Anna-Lisa Dieter. "Muchas personas se preguntan a menudo qué diría Susan Sontag sobre nuestro presente", comenta Dieter. "Y creo que tendría muchísimo que decir".
La mirada europea de Susan Sontag sobre EE. UU.
Susan Sontag vivía la cultura. Como pocas intelectuales, se ocupó ampliamente del cine, el teatro, la literatura, los medios y las cuestiones políticas. Publicó ensayos, libros y películas en múltiples disciplinas.
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Fue crítica cultural y directora, una todoterreno que siempre tomaba una postura clara. Sontag provenía de una familia judía de Nueva York. Estudió literatura, filosofía y teología en prestigiosas universidades estadounidenses, y vivió varios años en París, lo que le aportó una mirada europea sobre su país natal.
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Su brillantez intelectual, su sentido del Zeitgeist y una insaciable sed de cultura, viajes y encuentros la convirtieron en un ícono del pensamiento a ambos lados del Atlántico. No llegó a vivir las presidencias de Donald Trump. Pero resulta evidente que hoy sería una de sus críticas más severas.
Contra la política de motosierra de Trump
Puede sonar especulativo, pero la política de "motosierra” de Trump, término acuñado por su asesor Elon Musk, probablemente no habría sido de su agrado.
Apenas dos meses y medio después de iniciar su nuevo mandato, Trump ha comenzado una ofensiva contra la ciencia: ha recortado fondos federales para la investigación y despedido a miles de empleados públicos del sector científico. Algunos académicos ya están dejando el país, entre ellos los reconocidos historiadores Timothy Snyder, Marci Shore y Jason Stanley, quienes se mudan a Canadá.
También habrían disgustado a Sontag los decretos de Trump contra la investigación en los ámbitos de diversidad, igualdad e inclusión (DEI), así como las medidas de su Gobierno contra la inmigración.
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Sin olvidar su intento de presionar a las universidades retirándoles fondos públicos. Sin embargo, Hüppauf no cree que Sontag se hubiera pronunciado públicamente de forma directa al respecto. "Sí me imagino un ensayo suyo sobre los nuevos autócratas del mundo en The New Yorker", dice, "pero no una protesta directa contra Trump".
Mediadora entre América y Europa
Susan Sontag se consideraba un puente entre Europa y Estados Unidos. "Siempre se implicó políticamente", explica Kristina Jaspers, comisaria de la actual exposición sobre Sontag en la Bundeskunsthalle.
A veces rompía con las expectativas de su público, como en 2003, cuando las tropas estadounidenses invadieron Irak. Ese año, Sontag recibió el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes como "mediadora entre Europa y Estados Unidos".
Se esperaba que criticara duramente al Gobierno estadounidense en su discurso de agradecimiento. Deliberadamente, el embajador de EE. UU., el republicano Dan Coats, se ausentó del acto. Pero Sontag centró su discurso en la relación transatlántica y apeló a sus colegas escritores a poner el foco en el mundo.
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Es fácil imaginar lo que habría dicho sobre el populismo de Donald Trump. "En mi opinión, solo merece ser defendida una inteligencia crítica, dialéctica, escéptica y contraria a toda simplificación", escribió a principios de los años 70 en un libro de ensayos.
Y sobre el poder de las imágenes, mucho antes de Instagram, TikTok o Truth Social, anotó: "Hoy todo existe para ser fotografiado". En ciertos temas, fue "casi profética", señala su biógrafa Anna-Lisa Dieter. "Fue, en cualquier caso, la conciencia moral que ahora nos falta".
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