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Lea un fragmento de 'El otro nombre, Septología II' de Jon Fosse

Jon Fosse, galardonado con el Premio Nobel de Literatura 2023, consta de una literatura sencilla pero profunda en la cual explora temas como la pérdida, la soledad, la búsqueda de sentido y la relación entre el hombre y el mundo. Le traemos un fragmento de su obra "Septología II".

Jon fosse
(ARCHIVO) El escritor y dramaturgo noruego Jon Fosse en Estocolmo, Suecia. Octubre 21, 2021.
JESSICA GOW/AFP

El Premio Nobel de Literatura se le otorgó al escritor y dramaturgo noruego Jon Fosse por su estilo "innovador" según el jurado de la Academia sueca. Fosse tiene algunos títulos que han sido reconocidos como Raudt, svart, publicado en 1983, sin embargo, su obra más conocida es Septología que se divide en siete tomos de novelas publicadas hasta el 2023. Aquí le dejamos un fragmento de la segunda parte.

II

Y me veo de pie, mirando las dos rayas que se cruzan más o menos por el medio, una marrón y otra morada, y veo que he pintado las rayas despacio y con mucho óleo espeso, y que el óleo se ha corrido, y donde las líneas se cruzan el color ha producido una bella mezcla y corre hacia abajo y pienso que esto no es un cuadro, pero que al mismo tiempo es como debe ser, está terminado, y luego me alejo un poco del cuadro y me quedo mirándolo y me veo a mí mismo acostado en la cama de la Fonda y pienso que hoy es martes, un martes cualquiera, y en rea- lidad puedo levantarme ya, lo mismo da, o al menos vestirme, pienso, y me siento en el borde de la cama y pienso menuda noche, pienso, y me levanto y cojo del suelo el pantalón y me lo pongo y me meto por la cabeza el jersey negro y me pongo la chaqueta de pana negra y luego me siento sobre el borde de la cama y me suelto los cordones de los zapatos, me pongo los zapatos, me ato los cordones y veo el abrigo negro echado sobre la silla y pienso que apenas he dormido a pesar de lo cansado que estaba al acostarme, o que habré dormido, sólo que no lo siento así y curiosamente tampoco tengo mucho sueño, pienso, y me levanto y entro en el cuarto de baño y me echo agua fría en la cara, una vez, varias veces, y me suelto el pelo largo y canoso y me lo peino con los dedos y cojo la goma negra con la que me recojo el pelo y consigo recogérmelo de nuevo con la goma, y me enjuago la boca con agua fría, hago gárgaras, escupo, varias veces lo hago, y ya estoy listo, supongo, en la medida de lo posible, para ir a desayunar, pienso, porque empiezan a servir el desayuno a las seis, eso lo recuerdo, en fin, tampoco he perdido la memoria del todo aunque se me haya encanecido el pelo, porque me acuesto pron- to y me levanto pronto, me acuesto sobre las nueve y enseguida me duermo y me despierto sobre las cuatro y me levanto y antes de las cinco ya estoy pintando, así es la cosa, pienso, y pienso que va a estar bien desayunar y me echo el abrigo largo y negro sobre un brazo y me cuelgo el bolso marrón y abro la puerta y apago la luz y cierro la puerta y meto la llave en el bolsillo de la chaqueta de pana y me acerco al ascensor y dentro del ascensor me santiguo, todas las mañanas me santiguo, a veces sólo me santiguo, otras me santiguo y luego rezo el Pater Noster o el Padre Nuestro y me santiguo también después de la oración, pienso, y el ascensor se para con unas sacudidas y salgo y voy al comedor, a la Cafetería, porque por la ma- ñana la Cafetería hace las veces de comedor para los que se alojan en la Fonda, desayunan allí, y me ha sentado bien salir de la habitación, siempre duermo muy bien ahí, en la habitación 407, pero esta noche he dormido mal, si es que he dor- mido algo, aunque es curioso, no me siento cansado, pienso, y no hay nadie más en el comedor, debe de ser demasiado temprano, pienso, y me sirvo genero- samente y me busco una mesa junto a una ventana con vistas a la Bahía y a Bry- ggja y me siento y como, pero la comida no me sabe tan bien como de costumbre porque pienso constantemente en Asle, en cómo estará, en si se habrá recuperado, en si al menos estará mejor, en si le darán hoy el alta, de lo contrario quizá podrían darle al Hombre para Todo la llave de su casa y así él y yo podríamos ir a buscarle a Asle lo que quiera que se le traiga, porque a mí no me van a dar la llave, si quiero entrar en la casa va a tener que acompañarme el Hombre para Todo, que abrirá la puerta y luego la cerrará, porque así lo hicimos ayer cuando fui a recoger al perro, pienso, bueno, creo que todo esto me ha dejado tan aturdido que no me acuerdo de nada, pienso, y miro a mi alrededor y sigo estando solo en el comedor y pienso que habrá poca gente alojada en la Fonda en esta época del año, y además he ba- jado muy temprano, acaban de empezar a servir el desayuno, y afuera en Bryggja no he visto una sola persona, pienso, y no hay barcos amarrados en la Bahía, y está todo cubierto de nieve, está todo blanco, y es hermoso, pienso, pero el des- ayuno no me sabe tan bien como de costumbre y no consigo tomarme más que un poco de los huevos revueltos y un poco del tocino frito y un poco del café y aun- que sea una vergüenza dejarse tanta comida rica, me levanto y voy a la recepción y digo buenos días y la vigilante nocturna, una mujer a la que nunca he visto antes, me mira somnolienta y le digo que quiero pagar una noche y ella me prepara la fac- tura y pago y le devuelvo la llave y salgo y fuera no está muy oscuro porque la luna, y resulta que hay luna llena, luce, y la nieve luce blanca y clara, y hace frío, está her- mosa, nada menos, incluso se ven estrellas, y ya han limpiado la nieve delante de la entrada de la Fonda, bueno, de toda la acera han limpiado la nieve ¿y ahora? ¿y ahora qué hago? pienso, es temprano, y supongo que será demasiado temprano para recoger al perro, porque la que se lo llevó estará durmiendo, esa mujer que había convivido con un músico que al final no hacía más que beber y ella acabó pi- diéndole que se marchara y él se marchó, algo de lo que ella más tarde se ha arre- pentido muchas veces ¿pero cómo se llamaba? ¿y dónde vivía? ah, sí, de eso sí me acuerdo, porque se llama Guro y vive en Calleja 3, claro, pero seguro que aún no se ha levantado ¿o quizá ella también se despierte temprano? en cualquier caso puedo ir primero al coche, estará completamente cubierto de nieve, pero yo llevo cepillo y rascador, claro, así que iré a quitarle la nieve al coche, pienso, y ahora, ahora tengo claro cómo se va, pienso, y casi me río para mis adentros, porque el camino de la Fonda a la plazuela donde suelo dejar el coche cuando vengo a Bjør- gvin, delante de la Galería Beyer, en la plaza de aparcamiento que en su día Beyer prácticamente me asignó, bueno, ese camino sí que me lo conozco bien, y aun así anoche conseguí perderme, pero eso era porque no se veía nada con la nevada, hubo una verdadera ventisca, pienso, pero ahora no tengo más que salir de la Fonda y bajar por la calle y luego coger a la derecha y caminar un poco y luego a la izquierda y recorrer la Calleja hasta la Calle Alta, y luego andar otro poco por la acera, y allí estará la Galería Beyer en todo su esplendor, la dirección de la Galería Beyer es Calle Alta 1, y delante de la galería hay un espacioso aparcamiento, así que primero voy a limpiar la nieve del coche y rascar el hielo de las ventanillas, y luego tal vez pueda darme un paseo, o qué narices, cuando haya cepillado y rascado el coche y quizá arrancado el motor y calentado el coche, me iré a llamar a la puerta de esa mujer que vive en la Calleja y que se llama Guro, porque es Guro, la Calleja, sí, Calleja 3, y ya que me acuerdo al menos llamaré a la puerta correcta, pienso, y avanzo por la acera y luego me meto por la Calleja, que no es más que una aper- tura estrecha, tendrá apenas dos metros de ancho, y después se va estrechando hasta que se queda en poco más de un metro de ancho, y al final vuelve a ensan- charse un poco, pienso, y ahora voy a buscar el número 3, y me paro, y qué oscuro estaría esto si no hubiera luna llena, y en la penumbra veo que el número 3 está justo encima de mi cabeza, en la puerta más cercana de la calle, y me acerco a la puerta y miro los nombres del telefonillo y pone Hansen y Nilsen y Berge y Nico- lausen, pero no pone Guro, aunque si vive en el numero 3 se apellidará Berge, creo, tal vez, aunque Hansen es un apellido más corriente, pero no para una per- sona del campo, pienso, y miro hacia arriba, y todas las ventanas están oscuras, y me vuelvo y miro hacia la otra acera de la Calleja y veo la escalera en la que yacía Asle cubierto de nieve, de eso, al menos, estoy casi seguro, y ahí, en la pared junto a la puerta, hay una placa con el número 5 y me acerco y miro los letreros con los nombres y pone Hansen, Olsen y Pedersen y luego, gracias a Dios, sobre uno de los timbres, pone simplemente Guro, pero la que se supone que se llama Guro dijo que vivía en Calleja 3 ¿no? ¿será que una vez más lo recuerdo mal? resulta que he estado pensando en el número equivocado, aunque en realidad lo extraño sería lo contrario, en fin, en cualquier caso todas las ventanas están oscuras, también las de Calleja 5, pero será aquí donde vive ¿no? porque será de esas personas que sólo ponen su nombre de pila en el telefonillo, pienso, así que al menos sé donde vive, y que en el telefonillo tiene puesto el nombre de pila y no el apellido, y una vez más me he hecho un lío con los números, pienso, y menuda suerte que sólo tenga puesto Guro en la puerta, pienso, ya que no conozco el apellido, pero algo de suerte se podrá tener, pienso, y me digo en voz alta que la Guro estará dur- miendo y pienso que no puedo llamar al timbre y despertarla, todavía no, pero quizá un poco más tarde, pienso, así que primero voy a ir al coche y voy a cepi- llarlo y rascarlo, voy a arrancar el motor, a calentarlo, calentaré el coche entero, y después voy a tener que despertarla, pienso, y luego pienso que fue en la escalera del número 5 de la Calleja donde me encontré ayer a Asle, tirado delante de la puer- ta, la puerta de Calleja 5 ¿así que iba a casa de la que se llama Guro? tal vez, porque él tenía amigas, como solía decir ¿y quizá Guro fuera una de ellas? y ahora es ella la que tiene a su perro, a no ser que viva otra Guro en la casa de enfrente, porque yo pensaba que la que se llevó al perro me dijo que vivía en Calleja 3, eso fue lo que me dijo ¿no? así que quizá la que tiene al perro sea la que se apellida Berge y no se llame Guro, porque al principio creo que dijo que se llamaba de otra manera ¿no? ¿pero cómo era el otro nombre? era Silje o algo así, puede que en realidad no se llame Guro, pienso, ¿pero cuál era el otro nombre? ¿el que dijo primero? ¿cuándo estábamos en Comida y Bebida? sí era Silje, sí que lo era, pienso, y sigo andando hasta que llego a la Calle Alta y desde la acera veo la Galería Beyer, en todo su blan- co esplendor veo la casa, en la planta baja está la galería, y arriba, en el primero, tiene Beyer su vivienda, y veo mi coche, que está aparcado junto al coche de Beyer, completamente cubierto de nieve, y aún hay bastante oscuridad, pero gracias al brillo de la luna llena y a la iluminación de la calle y a la nieve blanca veo bastante bien, así que ahora veremos, pienso, y pienso que al ver el coche me he llevado una pequeña alegría, mira que soy infantil, pienso, y me acerco al coche y lo abro y me meto dentro, y ahora veremos si arranca, y seguro que arranca, porque el mío es un coche bien cuidado y tiene la batería adecuada, pienso, y meto la llave y la giro y el coche arranca enseguida y pongo la calefacción al máximo porque el coche está frío, y me bajo y abro el maletero y saco el cepillo y vuelvo a cerrar el maletero y empiezo a cepillar la nieve del coche, y ha nevado mucho, hay unos treinta centímetros de nieve sobre el techo, algo así, pienso, y cepillo la nieve y pienso que cuando haya quitado la mayor parte y haya rascado las ventanillas, iré a llamar al telefonillo en el que pone Guro, pues sí, así sin más, aunque la despierte, tampoco será tan terrible que la despierte, puede darme al perro y volverse a la cama y seguir durmiendo, pero todo el rato he pensado que vivía en Calleja 3 y no en Calleja 5 ¿así que tal vez sería mejor que llamara al telefonillo en el que pone Berge? porque primero, en Comida y Bebida, dijo que se llamaba algo distinto a Guro, Silje dijo ¿o quizá fuera Silja o algo así? y dijo que nos conocíamos bien ¿dijo que nos conocíamos en sentido bíblico? ¿quizá fuera eso lo que dijo? ¿o algo parecido? sí, puede ser, no es completamente impensable, pienso, y continúo cepi- llando el coche, que ya empieza a tener bastante buen aspecto, no es que consiga quitar toda la nieve, claro, pero sí la mayor parte, pienso, y ahora tengo que rascar los cristales, pienso, y abro el maletero y dejo dentro el cepillo y saco el rascador y vuelvo a cerrar el maletero y me pongo a rascar las ventanillas, y tanto la luna como la luneta se han calentado ya un poquito así que resulta bastante fácil rascarlas, y luego rasco como puedo las ventanillas y me doy por satisfecho con el rascado y dejo el rascador en el maletero y me siento en el coche, que ya está cal- deado, y me quedo ahí sentado, mirando al frente, y noto que estoy muy despierto y muy cansado al mismo tiempo, y ahora tengo que ir por el perro, Brage, sí, eso es lo primero que tengo que hacer, pienso, y miro el reloj y son ya más de las siete, pues ya podré llamar a la puerta de la que se llama Guro, el perro estará con ella, porque así se llamaba la que se llevó el perro, sería una broma lo del otro nombre que me dijo en Comida y Bebida, pienso, y si me equivoco, que se enfade, pienso, y apago el motor y salgo y cierro el coche y ahora, pienso, ahora enfilo hacia Calleja 3 y llamo al telefonillo en el que pone Berge, pienso, porque ella dijo que vivía en Calleja 3, de eso estoy seguro, mientras que sobre cómo se llamaba dijo varias cosas, así que voy a llamar donde pone Berge, pienso, y enfilo por la acera de la Calle Alta, y luego, bueno, luego cojo a la izquierda y ya estoy en la Calleja y bajo por la Calleja y veo la placa en la que pone 3 y veo que todas las ventanas de la casa están oscuras y me acerco a la puerta y pulso el telefonillo junto al apellido Berge y desde la calle puedo oír que suena el timbre, no alto, sino bajo, se oye un sonido lejano y supongo que ya sólo me queda esperar ¿y si no se despierta?¿y si no ocu- rre nada? ¿tendré que volver a llamar? he llamado muy brevemente, apenas he pul- sado el telefonillo porque no quería hacer ruido ¿así que tal vez deba llamar otra vez? y vuelvo a pulsar el telefonillo, esta vez más rato, y veo encenderse una luz en una ventana muy cerca de mí, así que vive en la planta baja, me digo, a no ser que haya despertado a otra persona, pero dijo que vivía en la planta baja ¿no? sí, creo que dijo eso, pienso, y pienso que esto no me gusta, estoy despertando a Guro o como se llame, o quizá incluso a otra persona, sea quien sea, y es demasiado tem- prano, pienso, pero yo tampoco puedo andar así, vagando por las calles o esperando en el coche, pienso, y entonces veo aparecer una cara en la ventana y no es una mujer de mediana edad, desde luego, la cara que estoy viendo es la cara de una mujer de edad avanzada y la mujer abre la ventana

¿Qué quieres? pregunta
y me mira con los ojos entornados, no está ni enfadada ni irritada, más bien
parece indiferente, ay, ay, pienso, me he vuelto a confundir con los números
Bueno, contesta, dice
y pienso que tengo que decir algo ¿pero qué puedo decir?
¿Sí? dice ella
y le pido disculpas, le pido disculpas porque me he equivocado, he llamado a la puerta que no era, y eso ya está mal, digo, y el que sea tan temprano no mejora la cosa, estoy despertando a la gente

No me has despertado, dice la vieja
Me alegra saberlo, digo
Yo ya casi no duermo, dice y no sé qué decir
Yo ya casi no duermo y lo único que espero es dormirme para siempre, para siempre, dice
y yo me quedo parado y vuelvo a pedirle disculpas y le digo que lo que yo que- ría era llamar a la puerta de una que creo que se llama Guro
¿Crees? dice la vieja
Ah, sí, esa, dice
Sí, a esa puerta llaman hombres a todas horas, de día y de noche, dice
Así que a esa puerta puedes llamar tranquilamente, dice
No entiendo cómo no le da vergüenza, dice
Pero no tiene cabeza para avergonzarse, dice
Y mira que tenía buen marido, y cogió y lo echó de casa, dice

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