Aunque la cultura japonesa ha permeado occidente desde finales del siglo XIX, no fue hasta finales de los años setenta y durante la década de los ochenta que su impacto abordó a los colombianos y las nuevas generaciones con el anime, el manga y la animación ahora identificable a simple vista.La literatura nipona, por ejemplo, se popularizó en occidente desde los ochenta por la obra de Haruki Murakami y su Tokio Blues, pero antes de él en Japón se erigió un mito de la literatura, el tradicionalismo y el performance. El escritor Yukio Mishima construyó un legado artístico sobre características sociales y políticas de derecha, que si bien lo consolidó como uno de los autores más representativos de su país, también lo hizo una figura controvertida y menos celebrada en su cultura.El 25 de noviembre de 1970 Mishima se tomó el cuartel general en Tokio del Comando Oriental de las Fuerzas de Autodefensa junto a un reducido grupo de hombres que hacía parte de Tatenokai, la fuerza paramilitar que un par de años antes había fundado el mismo autor con la misión de preservar los rituales nipones y regresarle el poder y relevancia a la figura del emperador.“Mishima sueña con la resurrección de la gloria imperial y de la potencia militar del Sol Naciente, se rebela contra la supremacía norteamericana, se opone a la rendición humillante que el general McArthur impuso entre las ruinas de la guerra atómica, negando a Japón el derecho a tener una fuerza armada”, escribió el diario español ABC en 1970 tras la noticia de su suicidio.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíDespués de atar al comandante de esa sede a la silla de su despacho, Mishima se dirigió a los militares con un manifiesto en el que los convocaba a alzarse en armas y restaurar el poder del emperador, un llamado que no llegó a los uniformados.Acto seguido, siguiendo su fascinación por los rituales antiguos inició el seppuku, más conocido como harakiri: escribió un poema antes de morir y con una espada larga, al estilo samurái, atravesó su cuerpo para morir con honor, según esta tradición, antes que ser asesinado o torturado a manos de los enemigos y finalmente, hombres de su grupo lo decapitaron para así culminar con ese ritual. Ese fue el primer seppuku que se practicaba en Japón desde el fin de la guerra.Mishima planeó su suicidio al menos cuatro años antes, cuando fundó su propio grupo armado, que desapareció con su muerte, escribió su obra cúspide, la tetralogía El mar de la fertilidad e incluso dejó el dinero suficiente para la defensa de los miembros de Tatenokai que sobrevivieron.A lo radical de este acto de rebelión, que marcó la huella de Mishima en la historia de Japón, un detalle que también llamó la atención fue que momentos antes de iniciar la toma militar dejó sellado y enviado el manuscrito de su última novela La corrupción de un ángel, con la que dio fin a El mar de la fertilidad.Mishima antes del mitoHace cien años, el 14 de enero de 1925 nació en Tokio Kimitake Hiraoka, a quien el mundo conocería más tarde como Yukio Mishima. Proveniente de una familia de clase media alta, su padre, Azusa Hiraoka, fue un funcionario gubernamental estricto que despreciaba la inclinación literaria de Mishima.Fue criado en gran parte por su abuela Natsuko, quien lo aisló de otros niños y lo expuso a la cultura aristocrática japonesa y al teatro kabuki. Este aislamiento influenció profundamente su carácter introspectivo y su inclinación por lo estético y lo literario.Mishima desarrolló un intenso interés por la cultura samurái, el bushidō (código de honor samurái) y el sacrificio heroico. Este interés lo llevó a involucrarse activamente en actividades militares y a idealizar la disciplina física como un medio para lograr un equilibrio entre mente y cuerpo.Además, sus vivencias personales, arraigadas a la tradición y el cambio cultural en Japón tras la Segunda Guerra Mundial influyeron profundamente en su extensa obra y en su enfoque por el nacionalismo y el desprecio por la llegada de prácticas de occidente.Y aunque Mishima, en varias ocasiones candidato al Premio Nobel de Literatura, nunca ocultó los temas homoeróticos en su obra, en varias ocasiones autobiográfica, en 1958 se casó con Yoko Sugiyama, hija de un pintor tradicional japonés, en lo que parece haber sido una decisión para alinearse con los valores sociales tradicionales.La obra de Mishima, el nipón más traducido de Japón antes de MurakamiMishima asistió a la Escuela Secundaria de Gakushūin, donde con 16 años publicó su primer relato, Hanazakari no Mori ("El bosque en flor") y más tarde ingresó a la Universidad Imperial de Tokio, donde estudió derecho.En su haberes, de una carrera corta pero prolífica, escribió más de treinta novelas, numerosas obras de teatro (incluyendo piezas para el teatro Noh y Kabuki), relatos cortos y ensayos. La obra de Mishima es conocida por su estilo poético, detallado y muchas veces perturbador, al abordar temas como la muerte, el erotismo, la identidad, el sacrificio y el conflicto entre el espíritu y el cuerpo.En 1949, a sus veinticuatro años publicó su segunda novela Confesiones de una máscara, con la que alcanzó el éxito. Considerado uno de sus libros más personales, esta obra semiautobiográfica narra la historia de un joven llamado Kochan que lucha por aceptar su homosexualidad en la sociedad conservadora de la posguerra japonesa. Al sentirse incapaz de expresar su verdadera identidad, se oculta tras una "máscara" social.Siete años más tarde, en 1956, publicó su obra más famosa antes de la tetralogía, El pabellón de oro, una novela basada en un hecho real ocurrido en 1950, cuando un monje zen incendió el famoso templo del Pabellón de Oro (Kinkaku-ji) en Kioto, una obra icónica de la arquitectura japonesa.Esta novela narra la historia de Mizoguchi, un joven aprendiz de monje en el templo del Pabellón de Oro, que se siente obsesionado y atormentado por la deslumbrante belleza del edificio. Mizoguchi, que sufre de un profundo complejo de inferioridad, tartamudez y aislamiento social, desarrolla una relación compleja con el concepto de belleza, al punto de que su deseo de destruir el templo se convierte en una obsesión casi religiosa.Este libro refleja el interés de Mishima por preservar los valores tradicionales japoneses y las tensiones entre la preservación de dichos valores y la transformación de Japón durante la posguerra.A la par de su radicalización política y desazón por la irrupción de occidente en Japón, entre 1969 y 1970 Mishima escribió una tetralogía dedicada a explorar temas como el destino, la reencarnación, la decadencia de Japón y los ideales inalcanzables.Considerada su máxima obra, esta serie está compuesta por cuatro novelas: Nieve de primavera (1969), Caballos desbocados (1969), El templo del alba (1970) y La corrupción de un ángel (publicada de manera póstuma en 1971).Pese a la popularidad que tuvo el escritor y sus obras en el resto del mundo, su desprecio por el cambio del país, controversiales declaraciones y su último acto público cargado de violencia lo hicieron un escritor menos celebrado por sus compatriotas.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Candidato al Premio Nobel de Literatura hasta en cinco ocasiones, Yukio Mishima es uno de los autores nipones más conocidos y traducidos en el extranjero aunque más de medio siglo después de su muerte hay quienes continúan cuestionando el significado tanto de su obra como de su mediático suicidio.Mishima escogió el ritual samurái del 'harakiri' para quitarse la vida, una técnica un tanto teatral que va en consonancia con el desarrollo de su vida, a la que puso fin en 1970 después de que fracasara en su intento de golpe de Estado.Sus novelas continúan fascinando a un gran número de lectores en todo el mundo mientras que su ideario nacionalista y radical genera un rechazo mayoritario en su país natal, donde organismos públicos e instituciones culturales son reacios a organizar grandes actos en honor a una figura de la que han tratado de apropiarse voces de la extrema derecha.Actos modestos para conmemorar el centenario de su nacimientoA falta de actos públicos multitudinarios y homenajes a gran escala, las iniciativas para conmemorar el centenario de su nacimiento son llevadas a cabo por entidades como las editoriales Shinchosha y Kawade Shobo Shinsha o el Museo de Literatura Japonesa Moderna.Shinchosha celebra actualmente la 'Feria del centenario del nacimiento de Yukio Mishima' en librerías de todo el país para la que han creado artículos relacionados con los libros de bolsillo como fundas, camisetas o llaveros.Por su parte, Kawade Shobo Shinsha llevará a cabo una reimpresión limitada de la primera edición de la novela autobiográfica, 'Confesiones de una máscara', que sacudió la historia de la literatura japonesa cuando se publicó en 1949.La reimpresión de esta obra, donde Mishima exploraba los tabúes de la homosexualidad y las falsas apariencias en plena crisis de la identidad nacional nipona tras la II Guerra Mundial, estará disponible a partir del 28 de enero.El Museo de Literatura Japonesa Moderna, ubicado en el barrio tokiota de Meguro, acoge hasta el 8 de febrero la Exposición del Centenario de Mishima que trata de reconstruir su universo, junto a la exposición de cartas inéditas del novelista y otros actos como la lectura de algunos fragmentos de sus obras.El novelista nipón Keiichiro Hirano y el artista contemporáneo Tadanori Yokoo se unirán este martes en una charla sobre la vida y obra de Mishima, al que ambos han seguido de cerca y sobre el que han realizado diferentes trabajos.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíUna vida tan teatral como sus obras Yukio Mishima era el pseudónimo bajo el que escribía Kimitake Hiraoka, un japonés natural del barrio tokiota de Yotsuya, procedente de una familia acomodada y con una carrera literaria meteórica que aún hoy incomoda a su país.Hizo su debut como novelista a los 16 años cuando publicó su primer relato en una revista literaria. Sin embargo, no fue hasta unos años más tarde cuando alcanzó la fama y el reconocimiento al publicar 'Confesiones de una máscara', uno de sus títulos más conocidos.Se convirtió en una estrella de la literatura pero ante el relativo fracaso de 'La casa de Yoko', decidió probar suerte como actor, cantante o modelo, y se entregó a la práctica del culturismo, el kendo (arte marcial de la espada) y el kárate, facetas que impulsaron su proyección mediática.Selló su último manuscrito, el final de la tetralogía 'El mar de la fertilidad', en la que recorre la convulsa historia del Japón del siglo XX, horas antes de su intento de movilizar a las tropas para dar un golpe de Estado que terminó con su suicidio.Como escritor dejó 34 novelas, medio centenar de piezas teatrales de géneros que van desde el kabuki y el noh hasta el contemporáneo, 25 libros de historias cortas, 35 ensayos y una película.Mishima triunfó en Occidente sobre todo durante las primeras décadas tras su muerte, cuando en Japón todavía era visto como un autor "maldito" tachado de enajenado, romántico o nihilista.Hoy son pocos los nipones que dudan de la calidad de su obra literaria que fue un producto y un reflejo del Japón de su época, un país a caballo entre tradición y modernidad, y entre su espíritu guerrero y el pacifismo.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La mujer rotaLunes 13 de septiembre. Las Salinas.Extraordinario decorado el de este bosquejo de ciudad abandonada en los confines de un pueblo y al margen de los siglos. Bordeé la mitad del hemiciclo, subí por las escalinatas del pabellón central: contemplé largo rato la sobria majestad de estas construcciones edificadas con fines utilitarios y que nunca sirvieron para nada. Son sólidas, son reales: sin embargo, su abandono las transforma en un simulacro fantástico: uno se pregunta de qué. La hierba tibia, bajo el cielo de otoño, y el olor de las hojas muertas me aseguraban que no había abandonado este mundo, pero había retrocedido doscientos años atrás. Fui a buscar unas cosas en el auto; extendí una manta, almohadones, puse la radio a transistores, y fumé mientras escuchaba Mozart. Detrás de dos o tres ventanas polvorientas adivino presencias: sin duda son oficinas. Un camión se detuvo ante uno de los portones, unos hombres abrieron, cargaron bolsas en la parte trasera del vehículo. Ninguna otra cosa ha alterado el silencio de esta siesta: ni un visitante. El concierto terminado, me puse a leer. Doble sensación de extrañamiento: me iba muy lejos, a orillas de un río desconocido; alzaba la vista y volvía a encontrarme en medio de estas piedras, lejos de mi vida.Porque lo más sorprendente es mi presencia aquí, la alegría de esta presencia. La soledad de este regreso a París me atemorizaba. Hasta ahora, a falta de Maurice, las niñas me acompañaban en todos mis viajes. Creí que iba a echar de menos los entusiasmos de Colette, las exigencias de Lucienne. Y resulta que me es devuelta una calidad de alegría olvidada. Mi libertad me rejuvenece veinte años. A tal punto que, cerrado el libro, me puse a escribir para mí misma, como a los veinte años. Nunca dejo a Maurice sin apenarme. El congreso dura solamente una semana y, sin embargo, mientras íbamos en auto desde Mougins hasta el aeródromo de Niza, tenía la garganta anudada. El también estaba emocionado. Cuando el altoparlante llamó a los pasajeros para Roma, me abrazó fuertemente: "No te mates con el auto. —No te mates en el avión." Antes de desaparecer, volvió una vez más la cabeza hacia mí: en sus ojos había una ansiedad que me ganó. El despegue me pareció dramático. Los cuatrimotores alzan vuelo lentamente, en un largo hasta la vista. El jet se arrancó del suelo con la brutalidad de un adiós.Pero pronto empecé a alegrarme. No, la ausencia de mis hijas no me entristecía: al contrario. Podía conducir tan rápidamente, tan lentamente como quería, ir adónde deseaba, detenerme cuando me daba la gana. Decidí pasar la semana vagabundeando. Me levanto con la luz. El auto me espera en la calle, en el patio, como un animal fiel; está húmedo de rocío; le seco los ojos y atravieso alegremente el día que comienza a solearse. A mi lado está el bolso blanco con los mapas Michelin, la Guía Azul, libros, un cardigan, cigarrillos: es un compañero discreto. Nadie se impacienta cuando pregunto a la patrona de la hostería su receta del pollo con cangrejos.Está por caer la noche pero todavía está tibio. Es uno de esos instantes conmovedores en que la tierra está tan de acuerdo con los hombres que parece imposible que todos no sean felices.Martes 14 de setiembreUna de las cosas que encantaban a Maurice es la intensidad de lo que él llamaba mi "atención a la vida". Durante esta breve intimidad conmigo misma, se ha reanimado. Ahora que Colette está casada, Lucienne en Norteamérica, tendré tiempo para cultivarla. "Vas a aburrirte. Deberías conseguir un empleo", me dijo Maurice en Mougins. Insistió. Pero, por el momento, en todo caso, no tengo ganas. Quiero vivir por fin un poco para mí. Y aprovechar con Maurice esta soledad de dos de la cual tanto tiempo estuvimos privados. Tengo un montón de proyectos en la cabeza.Viernes 17 de setiembreEl martes llamé por teléfono a Colette: estaba con gripe. Protestó cuando le dije que volvía enseguida a París, Jean-Pierre la cuida muy bien. Pero yo estaba inquieta, regresé ese mismo día. La encontré en cama, muy enflaquecida; tiene fiebre todas las noches. Ya en agosto, cuando la acompañé a la montaña, su salud me inquietaba. No veo la hora de que Maurice la examine y me gustaría que consultara a Talbot.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíAquí estoy, con otra protegida a mi cuidado. Cuando dejé a Colette, el miércoles después de cenar, el tiempo estaba tan agradable que fui en auto hasta el Quartier Latin; me senté en las mesas de la vereda, fumé un cigarrillo. En la mesa de al lado estaba una chiquitina que devoraba con los ojos mi paquete de Chesterfield; me pidió un cigarrillo. Le hablé; eludió mis preguntas y se levantó para irse; alrededor de quince años, ni estudiante ni prostituta, me intrigaba; le propuse llevarla a su casa en auto. Se negó, vaciló, y terminó por confesar que no sabía adónde ir a dormir. Por la mañana se había escapado del Centro en el cual la había alojado la Asistencia Pública. La tuve en casa dos días. Su madre, más o menos retardada, su abuelo, que la detesta, han renunciado a sus derechos sobre ella. El juez que se ocupa de su caso le ha prometido enviarla a un Hogar adonde le enseñarán un oficio. Mientras tanto, vive "provisoriamente" desde hace seis meses en esa casa de la cual no sale nunca —salvo el domingo para ir a misa, si quiere— y donde no le dan ninguna tarea para hacer. Están allí, unas cuarenta adolescentes, materialmente bien cuidadas, pero que languidecen de aburrimiento, de desgano, de desesperación. Por la noche, se le da a cada una un somnífero. Se las arreglan para no tomarlo y guardarlo. Y un buen día, se tragan de golpe toda la reserva. "Una fuga, una tentativa de suicidio: es lo que hace falta para que el juez se acuerde de una", me dijo Marguerite. Las fugas son fáciles, frecuentes, y si no duran mucho tiempo no acarrean consecuencias.Le juré que removería cielo y tierra para conseguir que la transfieran a un Hogar y se dejó convencer para regresar al Centro. Yo hervía de cólera cuando la vi franquear la puerta, cabizbaja y arrastrando los pies. Es una hermosa jovencita, nada tonta, muy gentil, y que no pide otra cosa que poder trabajar: le están masacrando su juventud; a ella y a millares de otras. Mañana hablaré por teléfono al juez Barron.¡Qué duro es París! Aun en estos pegajosos días de otoño, esa dureza me oprime. Esta noche me siento vagamente deprimida. Hice planes para transformar la pieza de las chicas en un living más íntimo que el escritorio de Maurice y la sala de espera. Y me doy cuenta de que Lucienne ya no vivirá nunca más aquí. La casa estará tranquila, pero muy vacía. Me atormento sobre todo por Colette. Felizmente, Maurice regresa mañana.Miércoles 22 de setiembreÉsta es una de las razones —la principal— por las cuales no tengo ninguna gana de atarme a una tarea: difícilmente soportaría no estar totalmente a disposición de quienes me necesitan. Paso casi todo el día a la cabecera de la cama de Colette. Su fiebre no baja. `No es grave", dice Maurice. Pero Talbot pide que le hagan análisis. Ideas aterradoras me pasan por la cabeza.El juez Barron me recibió esta mañana. Muy cordial. El caso de Marguerite Drin le parece lamentable: y hay millares parecidos. El drama es que no existe ningún lugar para alojar a estas niñas, no hay personal capaz de ocuparse de ellas adecuadamente. El gobierno no hace nada. Entonces, los esfuerzos de los jueces, de las asistentes sociales se estrellan contra una pared. El Centro donde se encuentra Marguerite no es más que un lugar de tránsito; al cabo de tres o cuatro días, hubieran debido mandarla a otra parte. ¿Pero adónde? No hay nada. Las niñas se quedan allí, donde no se ha previsto nada para ocuparlas en algo ni para distraerlas. Así y todo, tratará de encontrar un lugar, en algún sitio, para Marguerite. Y va a recomendar a las asistentes del Centro que me autoricen a verla. Los parientes no han firmado el papel que los privaría definitivamente de sus derechos pero no se trata de que nuevamente se hagan cargo de la niña; ellos no lo desean y también para ella sería la peor solución.Salí de Tribunales irritada contra la incuria del sistema. El número de delincuentes jóvenes aumenta; y no se encara otra medida que redoblar la severidad.Como me encontraba ante la puerta de la Sainte-Chapelle, entré, subí por la escalera de caracol. Había turistas extranjeros y una pareja que contemplaba los vitrales, tomada de la mano. En lo que a mí respecta, no miré muy bien. Nuevamente pensaba en Colette y me inquietaba.Y me inquieto. Imposible leer. La única cosa que podría aliviarme sería conversar con Maurice: no estará aquí antes de la medianoche. Desde su regreso de Roma pasa las veladas en el laboratorio con Talbot o Couturier. Dice que se están acercando al objetivo. Puedo comprender que lo sacrifique todo a sus investigaciones. Pero es la primera vez en la vida que tengo una gran preocupación sin que él la comparta.Sábado 25 de setiembreLa ventana estaba a oscuras. Me lo esperaba. Antes —¿antes de qué?—, cuando por excepción yo salía sin Maurice, al volver había siempre un rayo de luz entre las cortinas rojas. Yo subía los dos pisos corriendo, tocaba el timbre, demasiado impaciente como para buscar mi llave. Subí sin correr, metí la llave en la cerradura. ¡Qué vacío estaba el departamento! ¡Qué vacío está! Evidentemente, puesto que no hay nadie adentro. Pero no, de costumbre, cuando regreso a casa reencuentro a Maurice, aun en su ausencia. Esta noche las puertas se abren ante habitaciones desiertas. Las once. Mañana se sabrán los resultados de los análisis y tengo miedo. Tengo miedo, y Maurice no está aquí. Ya lo sé. Es preciso que sus investigaciones lleguen a su fin. Así y todo, estoy enojada con él. "¡Te necesito y no estás aquí!" Tengo ganas de escribir estas palabras sobre un papel que dejaría a la vista en el vestíbulo, antes de irme a acostar.…Regué las plantas; empecé a arreglar la biblioteca y me detuve. Me sorprendió su indiferencia cuando le hablé de instalar este living. Tengo que confesarme la verdad; siempre deseé la verdad, si la obtuve es porque la quería. ¡Pues bien! Maurice ha cambiado. Se ha dejado devorar por su profesión. Ya no lee. Ya no escucha música. (Me gustaba tanto nuestro silencio y su rostro atento cuando escuchábamos Monteverdi o Charlie Parker.) Ya no nos paseamos juntos por París y los alrededores. Ya casi no tenemos verdaderas conversaciones. Empieza a parecerse a sus colegas que no son más que máquinas de hacer carrera y ganar dinero. Soy injusta. El dinero, el éxito social, se mata de risa de eso. Pero desde que, en cuenta de mi opinión, hace diez años decidió especializarse, poco a poco —y eso es precisamente lo que yo temía— se ha empobrecido. Incluso en Mougins, este año, me pareció lejano: ávido por reencontrar la clínica y el laboratorio; distraído y hasta moroso. ¡Vamos!, mejor decirme a mí misma la verdad hasta el fin. En el aeródromo de Niza sentía el corazón oprimido a causa de esas opacas vacaciones que dejábamos detrás. Y si en las salinas abandonadas conocí una felicidad tan intensa fue porque Maurice, a cientos de kilómetros, volvía a serme cercano. (Curiosa cosa un diario: lo que uno calla es más importante que lo que anota). Se diría que su vida privada ya no le concierne. La primavera pasada, ¡con qué facilidad renunció a nuestro viaje por Alsacia! Sin embargo, mi decepción lo afligió. Le dije alegremente: "¡La curación de la leucemia bien merece algunos sacrificios!" Pero, antes, para Maurice la medicina significaba personas de carne y hueso que había que aliviar. (Estaba tan decepcionada, tan desamparada durante mi permanencia en Cochin, por la fría benevolencia de los jefes de sala, por la indiferencia de los estudiantes: y en los hermosos ojos melancólicos de ese externo encontré una angustia, una rabia semejantes a las mías. Creo que lo amé desde ese instante.) Tengo miedo de que ahora para él, sus enfermos no sean sino casos. Saber le interesa más que curar. Y hasta en sus relaciones con quienes lo rodean se vuelve abstracto, él, que era tan vivaz, tan alegre, tan joven a los cuarenta y cinco años como cuando lo encontré… Sí, algo ha cambiado puesto que escribo acerca de él, de mí, a sus espaldas. Si él lo hubiera hecho, me sentiría traicionada. Éramos, el uno para el otro, una absoluta transparencia.Aún lo somos; mi cólera nos separa: le será fácil desarmarla. Necesitaré un poco de paciencia: después de los períodos de agotamiento viene la bonanza. El año pasado también trabajaba frecuentemente por las noches. Sí, pero yo tenía a Lucienne. Y, sobre todo, nada me atormentaba. Bien sabe él que en este momento no puedo leer ni escuchar discos, porque tengo miedo. No dejaré ninguna nota en el vestíbulo, pero hablaré con él. Al cabo de veinte —veintidós— años de casamiento, uno concede demasiado al silencio: es peligroso. Pienso que me he ocupado demasiado de las chicas todos estos últimos años: Colette era tan apegada y Lucienne tan difícil. Yo no estaba tan disponible como Maurice podía desearlo. Hubiera debido hacérmelo notar en lugar de lanzarse a trabajos que ahora lo alejan de mí. Tenemos que explicarnos.Medianoche. Tengo tanta prisa por verlo, por ahogar esta cólera que todavía protesta dentro de mí, que dejo los ojos clavados en el reloj de péndulo. La aguja no avanza: me exaspero. La imagen de Maurice se deshace; ¿qué sentido tiene luchar contra la enfermedad y el sufrimiento si uno trata a su propia mujer con tanta despreocupación?Eso es indiferencia. Dureza. Es inútil rabiar. Basta. Si los análisis de Colette son desfavorables, mañana voy a necesitar de toda mi sangre fría. Entonces debo tratar de dormir.Domingo 26 de setiembreAsí que ocurrió. Me ocurrió.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Bajo la premisa de que todos somos héroes que estamos de camino hacia el Olimpo, de que las tramas mitológicas son "metáforas de la realidad humana, con absoluta vigencia por su atemporalidad", Almirall explica en una entrevista que "en los mitos están las claves para descifrar los enigmas que encontramos en nuestro recorrido vital".'Entrar en el Olimpo' (Kairós) está planteado precisamente como una guía para viajar hacia la meta, pues los relatos que en él se describen nos explican diferentes procesos –todos ellos iniciáticos– para que aprendamos cómo atravesar velos, cómo enfrentar encrucijadas o cómo vencer monstruos.El volumen está dividido en dieciocho capítulos, que corresponden a dieciocho figuras arquetípicas, desde Narciso, Prometeo o Perséfone, hasta Psique, Odiseo o Dánae, y en cada uno de ellos la autora explica el mito, analiza su simbolismo y concluye con las enseñanzas prácticas o sabiduría que pueden extraerse de cada uno de los relatos.En un principio, hizo una preselección de 50, posteriormente de 25 hasta destilar la relación a 18, "un número sagrado en muchas tradiciones", recuerda.Sobre la vigencia de la mitología clásica, Almirall apunta que, en general, "tendemos a refugiarnos en el budismo o el hinduismo, que está como muy de moda, pero nuestra tradición occidental también tiene mucho que decir y esa sabiduría está subyacente en todo nuestro imaginario, nuestra manera de pensar, nuestra manera de actuar, porque el pensamiento occidental tiene dos grandes bases que son el cristianismo y el mundo grecorromano, el mundo clásico".De cada mito griego, añade, se puede extraer una serie de conclusiones prácticas, "sabiduría práctica que puede servir para tener una vida mejor, más plena, más amorosa, más bonita".Y aunque no lo parezca, esos mitos sirven cuestiones concretas como "para encajar las momentos difíciles de la vida que te vienen y no sabes muy bien qué hacer con ellos, para cualquier cosa que te suceda, sea buena o mala, porque al final todo es un camino de aprendizaje y de mejora personal, de autoconocimiento, algo que ahora muchos vehiculan a través de un 'coach' de autoayuda".💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEstán tan presentes los mitos en la vida actual que "hasta la serie más tonta tiene muchas cosas que ya estaban en los mitos, como los dramas amorosos, los problemas entre padres e hijos".Partiendo de que "el mundo griego era profundamente misógino", Almirall recupera a "todas esas mujeres que a lo mejor han sido tradicionalmente denostadas, como Pandora, que es el ejemplo más clásico, que es casi la Eva bíblica"."En una lectura superficial, Pandora es la curiosa que abre la caja y desata todos los males y el drama, pero en una lectura más profunda, que es la que propongo en el libro, es la valiente que se atreve a abrir una caja de oscuridad que en realidad todos llevamos dentro y a partir de ahí gestionarlo", precisa.Otro ejemplo es Ariadna, "la pobrecita que abandona el héroe y que se queda hecha polvo", un mito al que la historiadora le da la vuelta para presentarla como "ejemplo de superación de una herida de abandono y de cómo superarte, como Ariadna hace al final, con su hilo, el hilo del conocimiento y la sabiduría, que sirve a Teseo para salir del laberinto".Para Almirall, conocer los mitos puede resultar muy útil para cuando, por ejemplo, hacemos turismo: "En cualquier museo la mitología está en todos lados".🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Cuando el escritor francés Julio Verne murió en 1905, el vuelo a motor, que él mismo situó en el centro de su libro de 1886 Robur el Conquistador, había pasado de la ficción a la realidad. Sólo dos años antes, los hermanos Wright habían realizado el primer vuelo tripulado de la historia de la humanidad.Sin embargo, otras predicciones de Verne sobre tecnologías que cambiarían el mundo aún estaban lejos de materializarse cuando murió. Ser capaz de orbitar la Luna en una nave espacial, como describió en su novela de 1865 De la Tierra a la Luna, parecía una fantasía lejana. Pero se hizo realidad tan sólo 60 años después, con la misión Apolo 8 de la NASA en 1968.La brillantez de Verne radicaba en la forma en que imaginaba vívidamente cómo podrían desarrollarse las tecnologías existentes, y luego combinaba sus ideas en apasionantes historias de aventuras.Esta fascinante mezcla de realidad y ficción ha hecho que las novelas de Verne sean ideales para estimular el interés por la ciencia y la tecnología, a pesar de todos los avances que se han producido desde que fueron escritas. Por eso las historias de Verne han inspirado a innumerables científicos e inventores, y siguen haciéndolo hoy en día. He aquí tres ejemplos.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíSimon Lake (1866-1945), diseñador de submarinosSimon Lake fue un arquitecto naval estadounidense que diseñó algunos de los primeros submarinos para la Armada de Estados Unidos. Se declaró deudor de Verne, en particular de la novela Veinte mil leguas de viaje submarino (1869-1870), que leyó por primera vez a la edad de 10 u 11 años.En este libro aparece el Nautilus, una nave submarina mucho más avanzada que los rudimentarios submarinos que existían cuando se escribió el libro.Lake sentía la ambición de construir un submarino que igualara o superara al Nautilus en sus capacidades.Hizo algunos progresos, diseñando un submarino llamado Argonaut. En 1898, Lake recibió un telegrama de felicitación del mismísimo Verne tras un viaje de 1.600 kilómetros.Más tarde, el nieto de Verne, Jean Jules Verne, fue invitado a ser "padrino" de uno de los submarinos posteriores y más avanzados de Lake. Incluso se rebautizó la nave como Nautilus antes de una expedición al Ártico en 1931, en honor al autor francés.Alberto Santos-Dumont (1873-1932), aeronauta e inventorEl inventor brasileño Alberto Santos-Dumont no sólo diseñó y construyó algunos de los primeros dirigibles a motor, sino que también los pilotó. Entre sus muchos viajes, dio la vuelta a la Torre Eiffel de París con su dirigible nº 6 en 1901, una actuación que le dio gran fama en todo el mundo en aquella época.Santos-Dumont siguió diseñando, construyendo y pilotando aeronaves propulsadas como planeadores y ornitópteros. Realizó un vuelo de 220 metros a una altura de 6 metros en su 14-bis en noviembre de 1906.En su libro Mis dirigibles, Santos-Dumont menciona varias obras de Verne como fuente de inspiración de su curiosidad por el mundo y la tecnología, y califica al escritor francés de "autor favorito" de su juventud.Igor Sikorsky (1889-1972), pionero de la aviaciónLa madre de Igor Sikorsky, Mariya Stefanovna Sikorskaya, inculcó al pionero de la aviación ruso-estadounidense el amor por las historias de Verne.En particular, Robur el Conquistador, con su vívida descripción de las aeronaves, inspiró a Sikorsky para construir los helicópteros por los que se hizo famoso.Tras varios intentos fallidos a principios del siglo XX, Sikorsky logró diseñar y hacer volar el Vought-Sikorsky VS-300, el primer helicóptero estadounidense viable, en 1939.La primera forma de helicóptero se modificó para convertirse en el Sikorsky R-4, el primer helicóptero producido en serie del mundo.Sikorsky también diseñó numerosos aviones de ala fija, sobre todo después de emigrar de Rusia a Estados Unidos en 1919, tras la Revolución Rusa de 1917.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Nacido en el barrio porteño de Palermo, Fernández Díaz ha escrito ficciones desde 1972 y es periodista profesional desde 1981, cuando mientras cursaba estudios en la Escuela de Periodismo del Instituto Grafotécnico creó Retruco, una revista alternativa contra la dictadura militar argentina, y desde entonces ha compaginado ambas vocaciones, que tienen en común la escritura.Como periodista, realizó investigaciones para las revistas Qué y El Periodista, y trabajó en el diario argentino La Razón antes de convertirse en jefe de redacción de El Diario de Neuquén en la Patagonia.Posteriormente, fue reclutado como secretario de redacción de El Cronista y fue subdirector de la revista Gente, del diario Perfil y de la revista Noticias, que llegó a dirigir a partir del año 2000.Desde 2002, es secretario de redacción del centenario diario La Nación, el segundo de mayor tirada del país, y desde 2007 dirige además la revista cultural del periódico, ADN Cultura, que él mismo fundó.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíAsimismo, desde 2020 publica periódicamente bajo el título Escrito en la Argentina un artículo en la web cultural Zendalibros, y es columnista del suplemento cultural del diario español ABC.Su obra de ficción arrancó en 1985 con la novela negra El asesinato del wing izquierdo y prosiguió con El Dilema de los próceres: Sherlock Holmes y el misterio del argentino enmascarado, en la que el popular Holmes investiga junto a Borges.En no ficción, Fernández Díaz es autor de la biografía no autorizada del fallecido periodista argentino Bernardo Neustadt, El hombre que se inventó a sí mismo (1993), y de la saga policial protagonizada por el agente Remil compuesta por El puñal (2014), La herida (2017) y La traición (2021)El Gobierno español le otorgó en 2003 la Medalla de la Hispanidad por la exitosa Mamá (2001), una obra en la que cuenta la historia de su propia madre, asturiana que fue enviada a Argentina a los 15 años para huir de la pobreza en la posguerra del franquismo.En 2006, publicó Fernández, novela en la que narra las desventuras de su generación, un personaje alter ego del periodista que retomó en 2009 con La segunda vida de las flores.El autor fue premiado en 2008 por la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) por la serie de ocho entregas publicadas en La Nación en las que recreó las hazañas de José de San Martín en la Batalla de Bailén (1808), que fue la génesis de la novela La logia de Cádiz, que publicó ese mismo año.Fernández Díaz ha cultivado también el cuento y las crónicas, con títulos como Corazones desatados (2007), La hermandad del honor (2010) o Las mujeres más solas del mundo (2012); o el ensayo, con Una historia argentina en tiempo real (2021).🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
‘La hora de las campanas’ - Maruja VieiraEs la hora de las campanas,cuando se cierran los abismos.Con la luz de la madrugadavuelven al mundo los caminos.Vuelve el murmullo de los árboles,el silencio de las espigas.Vuelven las manos, lentamente,hacia las páginas del libro.Vuelve la realidad perfectade una presencia sin olvido.1 de enero de 1960 - Alejandra PizarnikQue este año me sea dado vivir en mí y no fantasear ni ser otras, que me sea dado ponerme buena y no buscar lo imposible sino la magia y extrañeza de este mundo que habito. Que me sean dados los deseos de vivir y conocer el mundo. Que me sea dado el interesarme por este mundo.‘Después de las fiestas’ - Julio CortázarY cuando todo el mundo se ibay nos quedábamos los dosentre vasos vacíos y ceniceros sucios,qué hermoso era saber que estabasahí como un remanso,sola conmigo al borde de la noche,y que durabas, eras más que el tiempo,eras la que no se ibaporque una misma almohaday una misma tibiezaiba a llamarnos otra veza despertar al nuevo día,juntos, riendo, despeinados.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí‘Canto del camino abierto’ - Walt Whitman1A pie y con el corazón tranquilo tomo el camino abierto,saludable, libre, el mundo se abre ante míy este largo camino pardo ante mí conduce adonde quiera ir.Ahora no pido buena suerte, yo mismo soy la buena suerte,ahora no reniego, ya nada pospongo y nada necesito,se acabaron las quejas domésticas, las bibliotecas, las críticas pendencieras,poderoso y contento recorro el camino abierto.La tierra, con eso me basta,no quiero a las constelaciones más cerca,sé que están muy bien allá donde se encuentran,sé que bastan para aquellos a quienes pertenecen.(No obstante aquí llevo mis viejas deliciosas cargas,las llevo, hombres y mujeres, las llevo conmigo adónde quiera vaya,juro que me resulta imposible deshacerme de ellas,estoy pleno de ellas y, a cambio, yo las haré plenas.)‘Madrugada’ - Juan GelmanJuegos del cielo mojan la madrugada de la ciudad violenta.Ella respira por nosotros.Somos los que encendimos el amor para que dure,para que sobreviva a toda soledad.Hemos quemado el miedo, hemos mirado frente a frente al dolorantes de merecer esta esperanza.Hemos abierto las ventanas para darle mil rostros.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El umbral de un nuevo año invita a reconsiderar los caminos que tomamos, y pocos senderos resultan tan reveladores como el de la literatura clásica. Para 2025, proponemos una selección de cinco libros cuya relevancia atraviesa siglos y cuyas páginas ofrecen una puerta hacia las profundidades del alma humana. Estos libros, escritos en contextos y corrientes literarias disímiles, no solo han resistido la prueba del tiempo, sino que también desafían al lector contemporáneo a reflexionar sobre el mundo que habita. "Madame Bovary", de Gustave FlaubertPublicada en 1857, Madame Bovary es una obra maestra del realismo francés y una de las novelas más influyentes de la literatura occidental. Flaubert narra la historia de Emma Bovary, una mujer atrapada en un matrimonio mediocre que busca escapar a través de aventuras amorosas y el consumismo desenfrenado. Con una prosa meticulosamente cuidada, Flaubert analiza la banalidad, la insatisfacción y las aspiraciones fallidas.Flaubert, quien dedicó cinco años a escribir esta novela, fue acusado de inmoralidad al publicar la obra, lo que no hizo sino aumentar su notoriedad. Su estilo, marcado por la precisión y la búsqueda de la "palabra justa" (*le mot juste*), influyó en generaciones de escritores, desde James Joyce hasta Milan Kundera."Cumbres Borrascosas", de Emily BrontëEsta novela gótica de 1847 sigue siendo una de las más audaces exploraciones de la pasión, la venganza y el amor destructivo. Emily Brontë construye un universo oscuro y tempestuoso en los márgenes de los inhóspitos paramos de Yorkshire. La historia de Heathcliff y Catherine desafía las normas victorianas y escarba en las sombras más profundas del alma humana.Brontë, quien vivió una vida aislada junto a sus hermanas en Haworth, publicó esta novela bajo el seudónimo masculino de Ellis Bell. Cumbres Borrascosas es su única obra, pero su intensidad emocional y estructura narrativa no lineal siguen siendo estudiadas como un hito del romanticismo tardío y la novela psicológica."Cien años de soledad", de Gabriel García MárquezSi bien más contemporánea que otros clásicos de esta lista, esta novela de 1967 es indispensable para quienes buscan comprender la literatura del siglo XX. Cien años de soledad es el emblema del realismo mágico, una corriente literaria que combina lo sobrenatural con lo cotidiano. La saga de la familia Buendía en Macondo se despliega como un mosaico de amores, guerras, nacimientos y muertes, simbolizando la historia de América Latina.García Márquez, ganador del Premio Nobel en 1982, logró capturar en esta obra el carácter único de su región. Su estilo narrativo, influido por la tradición oral y la literatura europea, hace que esta obra sea tan cautivadora como universal.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí"La campana de cristal", de Sylvia PlathEn La campana de cristal (1963), Sylvia Plath plasma con brutal honestidad las luchas internas de su protagonista, Esther Greenwood, quien enfrenta la depresión en una sociedad que limita las ambiciones femeninas. Aunque inicialmente publicada bajo un seudónimo, la novela es un reflejo de las propias experiencias de Plath y una obra fundamental del modernismo y el feminismo literario.Plath, poeta de talento incomparable, desarrolló en esta novela una prosa tan intensa como su poesía. Su capacidad para capturar las complejidades de la mente humana y las tensiones de su tiempo la convierten en una lectura esencial, especialmente en el contexto contemporáneo de reflexión sobre la salud mental."Crimen y castigo", de Fiodor DostoievskiPublicada en 1866, esta obra del realismo ruso es un estudio psicológico monumental. La historia de Raskólnikov, un estudiante que comete un asesinato bajo la creencia de que el fin justifica los medios, abre un debate sobre la moralidad, el remordimiento y la expiación. Dostoievski combina una trama apasionante con profundas reflexiones filosóficas que lo convierten en un autor imprescindible.Marcado por su experiencia en un campo de trabajo forzado en Siberia, Dostoievski construyó personajes complejos que reflejan la lucha entre el bien y el mal inherente a la naturaleza humana. Su influencia se extiende desde Nietzsche hasta las obras de escritores contemporáneos.Estos cinco libros son mucho más que una introducción a la literatura clásica; son viajes a través del tiempo, las emociones y las ideas. Cada uno, a su manera, ilumina los rincones más oscuros y brillantes de la humanidad, ofreciendo al lector de 2025 una experiencia literaria tan desafiante como enriquecedora. Si este año decides abrir estas puertas, ten por seguro que no saldrás siendo el mismo.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Reconocida "por su intensa prosa poética que se enfrenta a traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana", la novelista es la primera persona surcoreana y primera mujer asiática en obtener el Nobel de Literatura, y lo hace también con una obra compleja e incómoda que entrelaza la condición humana con la historia de su país."En la noche más oscura, hay un lenguaje que pregunta de qué estamos hechos. La literatura que lidia con este lenguaje inevitablemente contiene una especie de calor corporal. El trabajo de leer y escribir literatura se opone a todos los actos que destruyen la vida", dijo la autora este diciembre durante el banquete posterior a la ceremonia de entrega del Nobel en Estocolmo.Sus palabras se produjeron una semana después de que a principios de diciembre, el presidente del país, Yoon Suk-yeol, decretara la ley marcial, que fue anulada en la Asamblea Nacional (Parlamento) seis horas después y que llevó a su posterior destitución."Como todos los demás esa noche, quedé profundamente conmocionada", añadió la autora, quien recordó el proceso de redacción en 2014 de la novela 'Human Acts', que implicó investigar la anterior ley marcial que se había aplicado en el país hace más de 40 años.El levantamiento de GwangjuAdemás de 'La Vegetariana', destaca precisamente en su bibliografía 'Human Acts', que transcurre durante el levantamiento civil sofocado brutalmente por la dictadura militar en su ciudad natal, Gwangju, en mayo de 1980 y constituye una historia sobre el sufrimiento y la resiliencia humanos considerada por la crítica como su mejor obra."Para mí, ser testigo de una situación similar en tiempo real ante mis ojos en 2024 fue sorprendente. Pero si hay algo que es diferente, en el invierno de 2024, a diferencia de 1980, es que todos pudieron presenciarlo a través de Internet y en transmisión en vivo", destacó la autora.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíHan dijo ser "cautelosa", ya que esta novela, a diferencia de otras de sus obras, "describe un incidente real" y su objetivo era crear con la misma "una ruta de acceso para comprender el levantamiento de Gwangju", según dijo durante una entrevista a los medios en Estocolmo con motivo de su visita a Suecia para recibir el Nobel.Hija del famoso escritor Han Seung-won, Han hizo su debut literario en 1993 cuando tenía 23 años con una serie de poemarios como 'Invierno en Seúl' y comenzó su carrera como novelista al año siguiente tras ganar el Concurso Literario de Primavera del diario Seoul Shinmun con la obra 'Ancla Roja'.Sus primeros recuerdos con la literatura se remontan a su niñez, cuando su padre, en aquel momento todavía joven y poco conocido, llenaba una casa "sin muebles" de libros, amontonados en torres desordenadas.En 1995, se atrevió con su primera colección de cuentos, 'Yeosuui sarang' ('Amor de Yeosu'), y posteriormente, en 2005, ganó el Premio Literario Yi Sang, uno de los más prestigiosos del país asiático que busca reconocer a escritores innovadores surcoreanos.La fama internacional le llegó en 2016 con el Premio Booker por la novela 'La Vegetariana', una historia que entrelaza lo exquisito y lo inquietante y que está ambientada en el Seúl actual, donde una mujer decide dejar de comer carne desatando una tormenta en el seno familiar y su entorno.Aunque la novela se había publicado originalmente en Corea del Sur en 2007, no fue vista con buenos ojos en su país hasta que su publicación en Estados Unidos y Reino Unido fue recibida con entusiasmo por la crítica local.También sobresale 'Blanco' (Rata books), una obra de no ficción dedicada a la hermana mayor de Han, que murió en los brazos de su madre pocas horas después de nacer y que supone una carta de duelo a una hermana que nunca conoció.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Habitaciones cómodas, magníficas vistas y comida deliciosa. Envueltos en mantas de lana, los adinerados huéspedes se pasan el día tumbados en las terrazas del "Berghof", un lujoso sanatorio situado en los Alpes suizos, donde los tuberculosos esperan curarse gracias al aire fresco. Ese es el escenario elegido por Thomas Mann para su novela La montaña mágica.La historia comienza en 1907, cuando Hans Castorp, hijo de un comerciante de Hamburgo y aspirante a ingeniero, viaja al sanatorio para visitar a su primo enfermo. Su intención es quedarse solo tres semanas, pero, al final, se convierten en siete años. Lo curioso es que, en realidad, el propio Hans Castorp está sano."Pero queda literalmente absorbido por la vida en el sanatorio", explica a DW Kai Sina, experto en literatura. "Los pacientes, sus debates filosóficos y costumbres, las estrictas rutinas sanitarias, las lujosas comidas y la obsesiva medición de la fiebre. Castorp se convierte en parte de ese mundo".Una época de radical agitaciónEl sanatorio, completamente aislado, es un microcosmos que revela la crisis de una sociedad cambiante. El comienzo del siglo XX es una época de radicales transformaciones. La industrialización ha variado profundamente la vida, las certezas religiosas son cada vez más cuestionadas por la ciencia y los movimientos nacionalistas y socialistas aumentan por igual.La pérdida de los valores tradicionales y la desorientación provocan tensiones y agresiones, incluso entre el ilustre grupo del sanatorio. Hans Wißkirchen, presidente de la Sociedad Thomas Mann, profundiza en esta sensación: "Se percibe un tremendo malestar, miedo al futuro", dice a DW.La "gran irritabilidad"Si no fuera por el lenguaje anticuado, podría pensarse que la obra ha sido escrita por un autor contemporáneo y no por Thomas Mann. Porque la "gran irritabilidad, el punto de quiebre", como lo llama Caren Heuer, es algo que hoy puede percibirse en todas partes."Basta con encender cualquier programa de entrevistas los domingos por la noche", dice Heuer, directora de la Casa Buddenbrook de Lübeck (N. de la R.: la antigua casa de los abuelos de Thomas Mann, llamada así por su famosa novela). "La gente se interrumpe, no se escuchan unos a otros, se trata solo de lanzar opiniones".💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEl héroe de Thomas Mann, Hans Castorp, también se encuentra con defensores fanáticos de distintas ideologías que debaten amargamente. Por un lado, está el humanista Lodovico Settembrini, por otro, el archirreaccionario jesuita Leo Naphta. En sus diálogos, el liberalismo y la creencia en el progreso chocan con el entusiasmo por un régimen totalitario como única forma correcta de sociedad. Ambos se disputan el favor de Castorp, que se debate entre sus ideas. Al final, se produce un duelo a pistola entre los dos rivales, en el que Settembrini dispara deliberadamente al aire a Naphta. Este, por su parte, no puede soportar la humillación y se pega un tiro de rabia.De fanático de la guerra a defensor de la democraciaCuando Thomas Mann escribió La montaña mágica, tenía en mente su propia transformación política. Puso las primeras líneas sobre el papel en 1913 y terminó su obra doce años después, tras la interrupción que supuso la Primera Guerra Mundial. Comenzó el libro como un "convencido fanático de la guerra", dice Kai Sina. "Thomas Mann se dejó llevar por la euforia bélica que animaba a muchos intelectuales, artistas y escritores de la época. Y en 1918, cuando acabó la guerra, se encontró en una posición completamente perdida".A partir de entonces, se convirtió en uno de los más elocuentes luchadores contra el fascismo. "Lo que más me impresiona de Thomas Mann", dice Sina, "es su coraje para la autorrevisión, su voluntad honesta y sincera de poner a prueba sus puntos de vista una y otra vez. Y La montaña mágica refleja exactamente eso".Las tensiones y peligros que más tarde llevarían a la caída de la República de Weimar -el primer intento alemán de una auténtica democracia parlamentaria, que acabó con la toma del poder por los nazis- resuenan en ella. En 1933, Thomas Mann abandonó Alemania con su familia y se trasladó a Suiza. Vivió en Estados Unidos de 1938 a 1952, antes de regresar a Suiza. Defendió la tolerancia y la dignidad humana hasta su muerte en 1955.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.