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Descubriendo el legado oculto de Walt Whitman en cinco poemas

Más allá de los clásicos, la obra de Walt Whitman es un vasto océano de versos. Descubre cómo cinco de sus poemas menos conocidos ofrecen una perspectiva renovada de su inquebrantable espíritu y su trascendente lirismo.

Walt Whitman
Walt Whitman nació el 31 de mayo de 1819 en Long Island, Nueva York, y es considerado el padre del verso libre en la poesía estadounidense.

Walt Whitman, el llamado “bardo de la democracia”, ha sido celebrado durante generaciones por su aliento épico, su verso libre expansivo y su fervoroso canto a la vida. Obras como Canto a mí mismo o ¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! han cristalizado una imagen de Whitman como profeta del optimismo, voz coral de una América en expansión. Sin embargo, al margen de ese canon consagrado, hay un Whitman menos visible: más íntimo, más especulativo, incluso melancólico.

Adentrarse en estos pliegues menos explorados de su obra es encontrarse con un poeta que no solo celebró la materia del mundo, sino que se sumergió en sus sombras: la muerte, el duelo, la memoria, el deseo no dicho, el misterio del alma y su tránsito entre planos. Allí, entre lo minúsculo y lo inmenso, Whitman entrelaza la percepción sensorial con la conciencia cósmica, tejiendo una poesía que es a la vez terrestre y sideral, corporal y metafísica.

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Este artículo propone un recorrido por cinco poemas menos frecuentados de Leaves of Grass —entre ellos The World Below the Brine, Out of the Cradle Endlessly Rocking y On the Beach at Night— que iluminan otras facetas del poeta: su capacidad para oír el canto del sinsonte como anuncio del dolor, para imaginar civilizaciones submarinas con guerras y pasiones propias, o para consolar a una niña en la playa con la promesa de que incluso las estrellas enterradas regresarán a brillar.

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No son textos marginales: son nudos secretos del alma whitmaniana, donde lo humano se funde con lo no humano, donde lo visible es apenas una capa de lo real. Leerlos es participar de un viaje espiritual que atraviesa la infancia, el erotismo, el duelo y la infinitud. Un viaje donde, como él mismo escribió, "hay algo más inmortal aún que las estrellas".

Un proemio para todos: En el contexto de la obra de Walt Whitman, el "proemio" suele aludir a la sección inicial de su libro fundamental, Hojas de hierba (Leaves of Grass), donde el poeta traza los ejes temáticos y el tono general de la colección. Esta apertura, conocida frecuentemente como "Canto a mí mismo" o "Canto del yo", funciona como una declaración de principios tanto poéticos como filosóficos: un elogio de la vida, la naturaleza, la democracia y la profunda conexión entre los seres humanos.

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Más que una simple introducción, el proemio es una invitación abierta a la autoexploración y a la aceptación integral del yo. Whitman celebra la multiplicidad y la unidad del ser humano, y al hacerlo, busca establecer un vínculo íntimo con el lector, animándolo a embarcarse junto a él en un viaje de descubrimiento interior y trascendencia compartida.
Whitman se presenta no como un observador distante, sino como un partícipe activo en la gran sinfonía de la vida, invitando al lector a unirse a él en un viaje de autodescubrimiento y conexión. Es un testamento a su creencia en la interconexión de todas las cosas y en la dignidad inherente de cada individuo, resonando con una urgencia que trasciende el tiempo y el espacio.

'No me cierren sus puertas' ('Shut not your doors')

No me cierren sus puertas, orgullosas bibliotecas,
Porque todo cuanto está ausente de sus colmados anaqueles
y es, por lo tanto, lo más necesario, lo traigo yo;

Hice de la guerra un libro.
Las palabras de mi libro no interesan. La finalidad que se
propone constituye el todo
Es un libro diferente, desvinculado de los otros, no concebido por intelecto alguno,

Pero ha de remover las energías latentes que duermen en
las páginas de todos los otros.

En "A una prostituta común" (To a Common Prostitute), Whitman desafía las convenciones morales de su época con una empatía radical. Este poema, breve pero impactante, es una muestra de su visión democrática y su capacidad para ver la divinidad en lo que la sociedad marginaba. Lejos de juzgar, el poeta ofrece dignidad y reconocimiento, afirmando la pureza y la valía de un alma a menudo despreciada. Es un recordatorio conmovedor de su compromiso con la igualdad y la compasión, elementos centrales de su filosofía.

A una prostituta común

1
Estate en calma — siéntete a gusto conmigo —
soy Walt Whitman, tan libre y ardiente como la Naturaleza.
No te excluyo, a menos que el sol mismo te excluya;
no dejaré de hablarte,
a menos que las aguas dejen de brillar por ti
y las hojas se nieguen a crujir a tu paso.

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2
Muchacha mía, he fijado contigo una cita —
y te encargo que te prepares,
que te hagas digna de encontrarme;
y te encargo que seas paciente, que seas íntegra,
hasta que yo llegue.

3
Hasta entonces, te saludo con una mirada elocuente,
para que no me olvides.

En la playa, por la noche

En la playa, por la noche,
una niña está de pie junto a su padre,
mirando hacia el oriente, el cielo otoñal.

A través de la oscuridad,
mientras nubes voraces —nubes de entierro— se extienden
en masas negras que bajan, hoscas y rápidas,
cruzando el cielo,
en medio de una faja transparente de éter
que aún queda en el este,
asciende grande y sereno el astro señor: Júpiter,
y muy cerca, apenas un poco más arriba,
nadan las delicadas hermanas: las Pléyades.

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Desde la playa, la niña, tomada de la mano de su padre,
contempla esas nubes de entierro que descienden triunfantes,
listas a devorarlo todo,
y mirando en silencio, llora.

No llores, niña,
no llores, mi amor,
con estos besos dejaré tus lágrimas,
las nubes voraces no vencerán por mucho tiempo,
no dominarán el cielo,
devoran las estrellas sólo en apariencia,
Júpiter regresará, ten paciencia,
mira otra noche,
las Pléyades volverán a surgir.

Son inmortales,
todas esas estrellas, plateadas y doradas, volverán a brillar,
las grandes y las pequeñas, volverán a brillar, resisten,
los vastos soles inmortales
y las lunas pensativas de largo aliento
volverán a iluminar el cielo.

¿Y tú, querida niña, lloras sólo por Júpiter?
¿Sólo por el entierro de las estrellas te lamentas?

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Hay algo,
(mientras mis labios te calman, y susurro,
te doy la primera sugerencia, el enigma y su desvío),
hay algo más inmortal aún que las estrellas,
(muchos los entierros, muchos los días y noches que pasan),
algo que perdurará más que el resplandeciente Júpiter,
más que el sol o cualquier satélite que gira,
más incluso que las radiantes hermanas, las Pléyades.

Ahora leamos el fragmento inicial de Out of the Cradle Endlessly Rocking, que en su primera versión se tituló "A Word Out of the Sea", una de las piezas más profundas y elegíacas de Leaves of Grass.

Una palabra salida del mar

Salido de la cuna mecida por las olas,
salido de la garganta del sinsonte, la lanzadera musical,
salido del vientre de la madre del niño,
y de los pezones de sus pechos,
salido de la medianoche del Noveno Mes,
sobre las arenas estériles y los campos más allá,
donde el niño, dejando su lecho, vagó solo,
descalzo, sin cubrir su cabeza,

descendido del halo lluvioso,
ascendido desde el juego místico de sombras,
retorciéndose, entrelazándose como si estuvieran vivas,
salido de los matorrales de zarzas y moras,
de los recuerdos del ave que me cantaba,
de tus recuerdos, hermano triste —
de los sube y baja inconstantes que escuché,

desde debajo de esa media luna amarilla,
recién alzada, hinchada como si estuviera llena de lágrimas,
de aquellas notas iniciales de amor y de dolencia,
allí, en la niebla transparente,
de las mil respuestas de mi corazón —
respuestas que nunca cesarán.

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Finalmente, "El mundo bajo la salmuera" (The World Below the Brine). Whitman no usa puntuación estricta ni una sintaxis cerrada. Esto crea un flujo ininterrumpido de imágenes, como si el poema respirara con la misma densidad del agua que describe. Esa continuidad formal apoya la idea de un universo interconectado, sin fronteras entre lo animal, lo vegetal, lo humano o lo cósmico. En este poema se revela con claridad la metafísica whitmaniana: la visión y la respiración como formas de experiencia consciente. El poema sugiere que incluso en las profundidades, donde no hay “aire” como el nuestro, hay percepción, vida, y por tanto conciencia. Whitman imagina distintas formas de ver y de respirar según el entorno, como si el alma se adaptara a cada medio.

El mundo bajo la salmuera

El mundo bajo la salmuera,
bosques en el fondo del mar, ramas y hojas,
lechuga marina, líquenes vastos, flores y semillas extrañas, la maraña espesa, aberturas, y un césped rosado,
colores distintos: gris pálido y verde, púrpura, blanco y oro, el juego de la luz a través del agua,
nadadores mudos entre las rocas, coral, mucílago, hierbas, juncos, y el alimento de los nadadores,
existencias lentas que pastan suspendidas, o reptan despacio cerca del fondo,
el cachalote en la superficie exhalando aire y espuma, o jugueteando con sus aletas,
el tiburón de ojos de plomo, la morsa, la tortuga, el leopardo marino peludo y la raya,
pasiones ahí, guerras, persecuciones, tribus, visión en esas profundidades oceánicas, respirando ese aire denso —como tantos lo hacen—,
el paso de allí a la visión de aquí, y al aire sutil respirado por seres como nosotros que caminamos esta esfera,
el paso más allá, de la nuestra, a la de los seres que caminan otras esferas.

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