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Grandes autores y sus bibliotecas: Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez

Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez son tres de los escritores más destacados y reconocidos de la literatura latinoamericana del siglo XX. Cada uno de ellos tenía una profunda conexión con la literatura y poseía una biblioteca personal que reflejaba sus intereses, pasiones y formas de pensar. A continuación, se explorará la relación de estos autores con sus bibliotecas y sus pensamientos al respecto.

Cortázar
Julio Cortázar era un lector sin miedo a subrayar, tachar o comentar los libros en sus márgenes. Su biblioteca es una prueba de su trabajo literario y funcionó, también, como derrotero de su propia creatividad.
Archivo

Julio Cortázar, autor argentino conocido por sus obras innovadoras y experimentales, era un amante de los libros. Su biblioteca personal era extensa y diversa, con una amplia gama de géneros y autores. Cortázar veía su biblioteca como un espacio sagrado, un refugio donde podía sumergirse en diferentes mundos literarios y encontrar inspiración para su propia escritura. Para él, los libros eran mucho más que meros objetos, eran compañeros íntimos y fuentes de conocimiento. Cortázar solía decir: "La biblioteca es una extensión de uno mismo, una especie de tesoro personal que revela quién eres y quién quieres ser".

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Uno de sus libros favoritos era Ulises, de James Joyce. Cortázar se sentía fascinado por la complejidad narrativa de esta obra maestra, su estructura fragmentada y su exploración de la conciencia humana. Leía y releía cada página con avidez, maravillándose ante las múltiples capas de significado y las sutilezas lingüísticas que Joyce había tejido magistralmente. Cortázar era un apasionado de la poesía y tenía una predilección por los poemas de Arthur Rimbaud. Las imágenes vívidas y la musicalidad de sus versos lo transportaban a un mundo de sensaciones y emociones intensas. Rimbaud despertaba en Cortázar una fascinación por la rebeldía y la búsqueda de la belleza en todos sus aspectos. Este era un autor repetido en su biblioteca. En la primavera de 1993, Aurora Bernárdez, su primera esposa y albacea literaria, puso la biblioteca personal de Cortázar al cuidado de la Fundación Juan March, de Madrid. Desde entonces está allí a disposición de estudiosos y público general.

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Jorge Luis Borges tenía una relación única con su biblioteca personal. Después de volverse ciego, su biblioteca se convirtió en su mundo imaginario. Aunque no podía leer los libros físicamente, conocía cada uno de ellos en detalle. Borges solía afirmar que cada libro de su biblioteca era una puerta hacia otro universo, un laberinto infinito de ideas y conceptos. Para él, la biblioteca era un lugar de ensueño donde podía explorar las vastas dimensiones de la literatura sin restricciones. Borges expresó una vez: "Mi biblioteca personal es mi jardín secreto, un espacio donde el tiempo y el espacio se desvanecen, y solo existen las palabras eternas".

Uno de los libros más queridos por Borges era Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Para Borges, la obra de Cervantes era un laberinto literario, una exploración profunda de la realidad y la ilusión, que trascendía las fronteras de la ficción. Él admiraba la figura del ingenioso hidalgo y su lucha contra los molinos de viento, símbolo de la quimera y la valentía en el enfrentamiento contra lo irreal. En su libro Lectores (1974) Borges escribió "Sé que hay algo inmortal y esencial que he sepultado en esa biblioteca del pasado en que leí la historia del hidalgo. Las lentas hojas vuelve un niño y grave sueña con vagas cosas que no sabe". Se sabe que también libros como La odisea, de Homero o Las elegías de Duino, de Rainer Maria Rilke eran libros imprescindibles en su biblioteca

Gabriel García Márquez, el apremio Nobel de Literatura, también tenía una biblioteca personal notable. García Márquez valoraba enormemente la tradición literaria y la influencia de otros escritores en su trabajo. Su biblioteca estaba llena de obras clásicas de la literatura universal, pero también contenía textos relacionados con la historia, la política y la cultura latinoamericana. García Márquez creía que un buen escritor debía ser un ávido lector y consideraba su biblioteca como una fuente infinita de aprendizaje y crecimiento. Solía decir: "Un escritor sin una biblioteca es como un pájaro sin alas, carece de las herramientas necesarias para volar alto en la imaginación".

El libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada era una joya en su biblioteca. Los versos apasionados y melancólicos de Neruda resonaban en su corazón y le recordaban la belleza y la intensidad del amor y la vida. Además, García Márquez tenía una admiración especial por William Faulkner y su novela El ruido y la furia. Esta obra, que explora la decadencia de una familia sureña desde diferentes perspectivas, fascinaba a García Márquez por su estilo narrativo innovador y su exploración de la psicología humana. Faulkner inspiraba a García Márquez a desafiar las convenciones literarias y a buscar nuevas formas de contar historias.

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