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Julio Cortázar es reconocido por su estilo literario único y su habilidad para entrelazar realidades aparentemente inconexas. Su obra trasciende fronteras y ha dejado una marca indeleble en la literatura contemporánea. Desde sus cuentos cortos hasta sus novelas extensas, Cortázar desafía las convenciones narrativas y nos invita a adentrarnos en un mundo lleno de sorpresas, enigmas y reflexiones sobre la condición humana.Estilo literarioEl estilo literario de Julio Cortázar es inconfundible y desafiante. Sus escritos se caracterizan por una prosa poética y experimental que desafía las estructuras tradicionales de la narrativa. Cortázar era un maestro en el uso del lenguaje, jugando con la sintaxis y la semántica para crear efectos sorprendentes en el lector.Una de las técnicas más destacadas en la escritura de Cortázar es el empleo del realismo mágico y lo fantástico. Sus narraciones a menudo se deslizan entre lo cotidiano y lo surrealista, desafiando la percepción del lector y llevándolo a territorios desconocidos. Este estilo surrealista se entrelaza con elementos de lo absurdo y lo onírico, creando una atmósfera en la que lo irracional y lo real coexisten de manera natural.Cortázar también es conocido por su uso innovador del tiempo y la estructura narrativa. En obras como "Rayuela", utiliza la técnica del capítulo independiente, permitiendo al lector elegir su propio camino a través de la historia. Esta estructura fragmentaria refleja la naturaleza caótica y no lineal de la experiencia humana, desafiando las convenciones lineales de la narrativa tradicional.TemáticasLas temáticas exploradas por Julio Cortázar son tan diversas como fascinantes. Sus escritos abordan cuestiones existenciales, sociales y políticas con una sensibilidad aguda y una profundidad emocional. Algunas de las temáticas recurrentes en su obra incluyen:La alienación y la búsqueda de identidad: Muchos de los personajes de Cortázar se sienten alienados de la sociedad y buscan desesperadamente un sentido de pertenencia y autenticidad. Esta búsqueda de identidad se refleja en sus viajes físicos y metafóricos a través de laberintos simbólicos.La realidad y la percepción: Cortázar desafía constantemente la naturaleza de la realidad y la forma en que la percibimos. Sus historias están llenas de giros inesperados y realidades alternativas, invitando al lector a cuestionar lo que considera como verdadero.El amor y la soledad: La complejidad de las relaciones humanas, especialmente en el contexto del amor y la intimidad, es un tema recurrente en la obra de Cortázar. Sus personajes a menudo experimentan una profunda soledad a pesar de estar rodeados de otros, lo que lleva a una exploración de la naturaleza efímera y a veces ilusoria del amor.La política y la sociedad: Como escritor comprometido con su tiempo, Cortázar abordó temas sociales y políticos en su obra. Su activismo se refleja en historias que critican la opresión, la injusticia y la violencia política, así como en su apoyo a movimientos de liberación y justicia social.La escritura de Julio Cortázar es un laberinto fascinante de estilo innovador y temáticas profundas. Su obra continúa desafiando y cautivando a los lectores de todo el mundo, invitándolos a explorar los rincones más oscuros de la mente humana y a reflexionar sobre las complejidades del universo que habitamos.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará.Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma, aquí los libros (de un lado en español, del otro en francés e inglés), allí los almohadones verdes, en este preciso sitio de la mesita el cenicero de cristal que parece el corte de una pompa de jabón, y siempre un perfume, un sonido, un crecer de plantas, una fotografía del amigo muerto, ritual de bandejas con té y tenacillas de azúcar...Ah, querida Andrée, qué difícil oponerse, aun aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia. Cuán culpable tomar una tacita de metal y ponerla al otro extremo de la mesa, ponerla allí simplemente porque uno ha traído sus diccionarios ingleses y es de este lado, al alcance de la mano, donde habrán de estar. Mover esa tacita vale por un horrible rojo inesperado en medio de una modulación de Ozenfant, como si de golpe las cuerdas de todos los contrabajos se rompieran al mismo tiempo con el mismo espantoso chicotazo en el instante más callado de una sinfonía de Mozart. Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su habitante lejana. Y yo no puedo acercar los dedos a un libro, ceñir apenas el cono de luz de una lámpara, destapar la caja de música, sin que un sentimiento de ultraje y desafio me pase por los ojos como un bando de gorriones.Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted se ha ido a París, yo me quedé con el departamento de la calle Suipacha, elaboramos un simple y satisfactorio plan de mutua convivencia hasta que septiembre la traiga de nuevo a Buenos Aires y me lance a mí a alguna otra casa donde quizá... Pero no le escribo por eso, esta carta se la envío a causa de los conejitos, me parece justo enterarla; y porque me gusta escribir cartas, y tal vez porque llueve.Me mudé el jueves pasado, a las cinco de la tarde, entre niebla y hastío. He cerrado tantas maletas en mi vida, me he pasado tantas horas haciendo equipajes que no llevaban a ninguna parte, que el jueves fue un día lleno de sombras y correas, porque cuando yo veo las correas de las valijas es como si viera sombras, elementos de un látigo que me azota indirectamente, de la manera más sutil y más horrible. Pero hice las maletas, avisé a la mucama que vendría a instalarme, y subí en el ascensor. Justo entre el primero y segundo piso sentí que iba a vomitar un conejito. Nunca se lo había explicado antes, no crea que por deslealtad, pero naturalmente uno no va a ponerse a explicarle a la gente que de cuando en cuando vomita un conejito. Como siempre me ha sucedido estando a solas, guardaba el hecho igual que se guardan tantas constancias de lo que acaece (o hace uno acaecer) en la privacía total. No me lo reproche, Andrée, no me lo reproche. De cuando en cuando me ocurre vomitar un conejito. No es razón para no vivir en cualquier casa, no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callándose.Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico, y yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a la de tantos que compran sus conejos en las granjas.Entre el primero y segundo piso, Andrée, como un anuncio de lo que sería mi vida en su casa, supe que iba a vomitar un conejito. En seguida tuve miedo (¿o era extrañeza? No, miedo de la misma extrañeza, acaso) porque antes de dejar mi casa, sólo dos días antes, había vomitado un conejito y estaba seguro por un mes, por cinco semanas, tal vez seis con un poco de suerte. Mire usted, yo tenía perfectamente resuelto el problema de los conejitos. Sembraba trébol en el balcón de mi otra casa, vomitaba un conejito, lo ponía en el trébol y al cabo de un mes, cuando sospechaba que de un momento a otro... entonces regalaba el conejo ya crecido a la señora de Molina, que creía en un hobby y se callaba. Ya en otra maceta venía creciendo un trébol tierno y propicio, yo aguardaba sin preocupación la mañana en que la cosquilla de una pelusa subiendo me cerraba la garganta, y el nuevo conejito repetía desde esa hora la vida y las costumbres del anterior. Las costumbres, Andrée, son formas concretas del ritmo, son la cuota del ritmo que nos ayuda a vivir. No era tan terrible vomitar conejitos una vez que se había entrado en el ciclo invariable, en el método. Usted querrá saber por qué todo ese trabajo, por qué todo ese trébol y la señora de Molina. Hubiera sido preferible matar en seguida al conejito y... Ah, tendría usted que vomitar tan sólo uno, tomarlo con dos dedos y ponérselo en la mano abierta, adherido aún a usted por el acto mismo, por el aura inefable de su proximidad apenas rota. Un mes distancia tanto; un mes es tamaño, largos pelos, saltos, ojos salvajes, diferencia absoluta Andrée, un mes es un conejo, hace de veras a un conejo; pero el minuto inicial, cuando el copo tibio y bullente encubre una presencia inajenable... Como un poema en los primeros minutos, el fruto de una noche de Idumea: tan de uno que uno mismo... y después tan no uno, tan aislado y distante en su llano mundo blanco tamaño carta.Me decidí, con todo, a matar el conejito apenas naciera. Yo viviría cuatro meses en su casa: cuatro -quizá, con suerte, tres- cucharadas de alcohol en el hocico. (¿Sabe usted que la misericordia permite matar instantáneamente a un conejito dándole a beber una cucharada de alcohol? Su carne sabe luego mejor, dicen, aunque yo... Tres o cuatro cucharadas de alcohol, luego el cuarto de baño o un piquete sumándose a los desechos.)Al cruzar el tercer piso el conejito se movía en mi mano abierta. Sara esperaba arriba, para ayudarme a entrar las valijas... ¿Cómo explicarle que un capricho, una tienda de animales? Envolví el conejito en mi pañuelo, lo puse en el bolsillo del sobretodo dejando el sobretodo suelto para no oprimirlo. Apenas se movía. Su menuda conciencia debía estarle revelando hechos importantes: que la vida es un movimiento hacia arriba con un clic final, y que es también un cielo bajo, blanco, envolvente y oliendo a lavanda, en el fondo de un pozo tibio.Sara no vio nada, la fascinaba demasiado el arduo problema de ajustar su sentido del orden a mi valija-ropero, mis papeles y mi displicencia ante sus elaboradas explicaciones donde abunda la expresión «por ejemplo». Apenas pude me encerré en el baño; matarlo ahora. Una fina zona de calor rodeaba el pañuelo, el conejito era blanquísimo y creo que más lindo que los otros. No me miraba, solamente bullía y estaba contento, lo que era el más horrible modo de mirarme. Lo encerré en el botiquín vacío y me volví para desempacar, desorientado pero no infeliz, no culpable, no jabonándome las manos para quitarles una última convulsión.Comprendí que no podía matarlo. Pero esa misma noche vomité un conejito negro. Y dos días después uno blanco. Y a la cuarta noche un conejito gris.Usted ha de amar el bello armario de su dormitorio, con la gran puerta que se abre generosa, las tablas vacías a la espera de mi ropa. Ahora los tengo ahí. Ahí dentro. Verdad que parece imposible; ni Sara lo creería. Porque Sara nada sospecha, y el que no sospeche nada procede de mi horrible tarea, una tarea que se lleva mis días y mis noches en un solo golpe de rastrillo y me va calcinando por dentro y endureciendo como esa estrella de mar que ha puesto usted sobre la bañera y que a cada baño parece llenarle a uno el cuerpo de sal y azotes de sol y grandes rumores de la profundidad.De día duermen. Hay diez. De día duermen. Con la puerta cerrada, el armario es una noche diurna solamente para ellos, allí duermen su noche con sosegada obediencia. Me llevo las llaves del dormitorio al partir a mi empleo. Sara debe creer que desconfío de su honradez y me mira dubitativa, se le ve todas las mañanas que está por decirme algo, pero al final se calla y yo estoy tan contento. (Cuando arregla el dormitorio, de nueve a diez, hago ruido en el salón, pongo un disco de Benny Carter que ocupa toda la atmósfera, y como Sara es también amiga de saetas y pasodobles, el armario parece silencioso y acaso lo esté, porque para los conejitos transcurre ya la noche y el descanso.)Su día principia a esa hora que sigue a la cena, cuando Sara se lleva la bandeja con un menudo tintinear de tenacillas de azúcar, me desea buenas noches -sí, me las desea, Andrée, lo más amargo es que me desea las buenas noches- y se encierra en su cuarto y de pronto estoy yo solo, solo con el armario condenado, solo con mi deber y mi tristeza.Los dejo salir, lanzarse ágiles al asalto del salón, oliendo vivaces el trébol que ocultaban mis bolsillos y ahora hace en la alfombra efímeras puntillas que ellos alteran, remueven, acaban en un momento. Comen bien, callados y correctos, hasta ese instante nada tengo que decir, los miro solamente desde el sofá, con un libro inútil en la mano -yo que quería leerme todos sus Giraudoux, Andrée, y la historia argentina de López que tiene usted en el anaquel más bajo-; y se comen el trébol.Son diez. Casi todos blancos. Alzan la tibia cabeza hacia las lámparas del salón, los tres soles inmóviles de su día, ellos que aman la luz porque su noche no tiene luna ni estrellas ni faroles. Miran su triple sol y están contentos. Así es que saltan por la alfombra, a las sillas, diez manchas livianas se trasladan como una moviente constelación de una parte a otra, mientras yo quisiera verlos quietos, verlos a mis pies y quietos -un poco el sueño de todo dios, Andrée, el sueño nunca cumplido de los dioses-, no así insinuándose detrás del retrato de Miguel de Unamuno, en torno al jarrón verde claro, por la negra cavidad del escritorio, siempre menos de diez, siempre seis u ocho y yo preguntándome dónde andarán los dos que faltan, y si Sara se levantara por cualquier cosa, y la presidencia de Rivadavia que yo quería leer en la historia de López.No sé cómo resisto, Andrée. Usted recuerda que vine a descansar a su casa. No es culpa mía si de cuando en cuando vomito un conejito, si esta mudanza me alteró también por dentro -no es nominalismo, no es magia, solamente que las cosas no se pueden variar así de pronto, a veces las cosas viran brutalmente y cuando usted esperaba la bofetada a la derecha-. Así, Andrée, o de otro modo, pero siempre así.Le escribo de noche. Son las tres de la tarde, pero le escribo en la noche de ellos. De día duermen ¡Qué alivio esta oficina cubierta de gritos, órdenes, máquinas Royal, vicepresidentes y mimeógrafos! Qué alivio, qué paz, qué horror, Andrée! Ahora me llaman por teléfono, son los amigos que se inquietan por mis noches recoletas, es Luis que me invita a caminar o Jorge que me guarda un concierto. Casi no me atrevo a decirles que no, invento prolongadas e ineficaces historias de mala salud, de traducciones atrasadas, de evasión Y cuando regreso y subo en el ascensor ese tramo, entre el primero y segundo piso me formulo noche a noche irremediablemente la vana esperanza de que no sea verdad.Hago lo que puedo para que no destrocen sus cosas. Han roído un poco los libros del anaquel más bajo, usted los encontrará disimulados para que Sara no se dé cuenta. ¿Quería usted mucho su lámpara con el vientre de porcelana lleno de mariposas y caballeros antiguos? El trizado apenas se advierte, toda la noche trabajé con un cemento especial que me vendieron en una casa inglesa -usted sabe que las casas inglesas tienen los mejores cementos- y ahora me quedo al lado para que ninguno la alcance otra vez con las patas (es casi hermoso ver cómo les gusta pararse, nostalgia de lo humano distante, quizá imitación de su dios ambulando y mirándolos hosco; además usted habrá advertido -en su infancia, quizá- que se puede dejar a un conejito en penitencia contra la pared, parado, las patitas apoyadas y muy quieto horas y horas).A las cinco de la mañana (he dormido un poco, tirado en el sofá verde y despertándome a cada carrera afelpada, a cada tintineo) los pongo en el armario y hago la limpieza. Por eso Sara encuentra todo bien aunque a veces le he visto algún asombro contenido, un quedarse mirando un objeto, una leve decoloración en la alfombra y de nuevo el deseo de preguntarme algo, pero yo silbando las variaciones sinfónicas de Franck, de manera que nones. Para qué contarle, Andrée, las minucias desventuradas de ese amanecer sordo y vegetal, en que camino entredormido levantando cabos de trébol, hojas sueltas, pelusas blancas, dándome contra los muebles, loco de sueño, y mi Gide que se atrasa, Troyat que no he traducido, y mis respuestas a una señora lejana que estará preguntándose ya si... para qué seguir todo esto, para qué seguir esta carta que escribo entre teléfonos y entrevistas.Andrée, querida Andrée, mi consuelo es que son diez y ya no más. Hace quince días contuve en la palma de la mano un último conejito, después nada, solamente los diez conmigo, su diurna noche y creciendo, ya feos y naciéndoles el pelo largo, ya adolescentes y llenos de urgencias y caprichos, saltando sobre el busto de Antinoo (¿es Antinoo, verdad, ese muchacho que mira ciegamente?) o perdiéndose en el living, donde sus movimientos crean ruidos resonantes, tanto que de allí debo echarlos por miedo a que los oiga Sara y se me aparezca horripilada, tal vez en camisón -porque Sara ha de ser así, con camisón- y entonces... Solamente diez, piense usted esa pequeña alegría que tengo en medio de todo, la creciente calma con que franqueo de vuelta los rígidos cielos del primero y el segundo piso.Interrumpí esta carta porque debía asistir a una tarea de comisiones. La continúo aquí en su casa, Andrée, bajo una sorda grisalla de amanecer. ¿Es de veras el día siguiente, Andrée? Un trozo en blanco de la página será para usted el intervalo, apenas el puente que une mi letra de ayer a mi letra de hoy. Decirle que en ese intervalo todo se ha roto, donde mira usted el puente fácil oigo yo quebrarse la cintura furiosa del agua, para mí este lado del papel, este lado de mi carta no continúa la calma con que venía yo escribiéndole cuando la dejé para asistir a una tarea de comisiones. En su cúbica noche sin tristeza duermen once conejitos; acaso ahora mismo, pero no, no ahora. En el ascensor, luego, o al entrar; ya no importa dónde, si el cuándo es ahora, si puede ser en cualquier ahora de los que me quedan.Basta ya, he escrito esto porque me importa probarle que no fui tan culpable en el destrozo insalvable de su casa. Dejaré esta carta esperándola, sería sórdido que el correo se la entregara alguna clara mañana de París. Anoche di vuelta los libros del segundo estante, alcanzaban ya a ellos, parándose o saltando, royeron los lomos para afilarse los dientes -no por hambre, tienen todo el trébol que les compro y almaceno en los cajones del escritorio. Rompieron las cortinas, las telas de los sillones, el borde del autorretrato de Augusto Torres, llenaron de pelos la alfombra y también gritaron, estuvieron en círculo bajo la luz de la lámpara, en círculo y como adorándome, y de pronto gritaban, gritaban como yo no creo que griten los conejos.He querido en vano sacar los pelos que estropean la alfombra, alisar el borde de la tela roída, encerrarlos de nuevo en el armario. El día sube, tal vez Sara se levante pronto. Es casi extraño que no me importe verlos brincar en busca de juguetes. No tuve tanta culpa, usted verá cuando llegue que muchos de los destrozos están bien reparados con el cemento que compré en una casa inglesa, yo hice lo que pude para evitarle un enojo... En cuanto a mí, del diez al once hay como un hueco insuperable. Usted ve: diez estaba bien, con un armario, trébol y esperanza, cuántas cosas pueden construirse. No ya con once, porque decir once es seguramente doce, Andrée, doce que serán trece.Entonces está el amanecer y una fría soledad en la que caben la alegría, los recuerdos, usted y acaso tantos más. Está este balcón sobre Suipacha lleno de alba, los primeros sonidos de la ciudad. No creo que les sea difícil juntar once conejitos salpicados sobre los adoquines, tal vez ni se fijen en ellos, atareados con el otro cuerpo que conviene llevarse pronto, antes de que pasen los primeros colegiales.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El cronopio salta entre las líneas del libro como escapando de las comas y los puntos, se escabulle entre las páginas para descubrir que hay fuera del libro, con su pequeña sombrilla evita las tildes que determinan el acento y corre por los pie de página que le atrapan el abrigo y hacen maullar a su gato, ese cronopio es el propio inventor de historias, el mago, Julio Cortázar. Julio Cortázar nació en Bruselas en 1914, en el seno de una familia de origen argentino. Su infancia transcurrió entre Argentina y Suiza, debido al trabajo de su padre como agregado comercial. Esta experiencia multicultural y su educación en diversos países europeos influirían profundamente en su obra literaria.Cortázar estudió letras en la Universidad de Buenos Aires y se destacó por su pasión por la literatura y el cine. Durante su juventud, trabajó como maestro en escuelas rurales argentinas y como traductor de inglés y francés. Su incursión en la enseñanza y su contacto con diferentes realidades sociales marcaron su sensibilidad hacia las injusticias y las complejidades de la vida cotidiana, temas recurrentes en su escritura.En 1944, Cortázar publicó su primer libro de poemas, "Presencia", pero sería con la publicación de "Bestiario" en 1951 cuando comenzaría a consolidarse como un autor reconocido. Su estilo innovador y su habilidad para mezclar lo fantástico con lo cotidiano atrajeron la atención de la crítica literaria.Fragmento de 'La patria', poema escrito en 1955Esta tierra sobre los ojos,este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles,esta noche continua, esta distancia.Te quiero, país tirado más abajo del mar, pez panza arriba,pobre sombra de país, lleno de vientos,de monumentos y espamentos,de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos,escupido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas,repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides.Sin embargo, fue con la publicación de su obra maestra, "Rayuela", en 1963, que Cortázar alcanzaría la fama internacional. Esta novela experimental, que desafía las convenciones narrativas tradicionales, se convirtió en un referente del realismo mágico y dejó una marca indeleble en la literatura latinoamericana.A lo largo de su carrera, Cortázar exploró una amplia gama de géneros literarios, desde el cuento hasta la novela, pasando por el ensayo y la poesía. Su compromiso con la experimentación formal y su profundo compromiso político lo convirtieron en una figura influyente en el panorama intelectual de su tiempo.'Bolero'Qué vanidad imaginarque puedo darte todo, el amor y la dicha,itinerarios, música, juguetes.Es cierto que es así:todo lo mío te lo doy, es cierto,pero todo lo mío no te bastacomo a mí no me basta que me destodo lo tuyo.Por eso no seremos nuncala pareja perfecta, la tarjeta postal,si no somos capaces de aceptarque sólo en la aritméticael dos nace del uno más el uno.Por ahí un papelitoque solamente dice:Siempre fuiste mi espejo,quiero decir que para verme tenía que mirarte.Además de su labor como escritor, Cortázar fue un ferviente defensor de los derechos humanos y un crítico acérrimo de las dictaduras latinoamericanas. Se exilió en París en 1951 y residió en Europa hasta su muerte en 1984.Julio Cortázar dejó un legado literario inigualable que sigue inspirando a escritores y lectores de todo el mundo. Su capacidad para capturar la esencia de lo humano y su audacia para explorar los límites de la narrativa lo convierten en una figura imprescindible en la historia de la literatura contemporánea.El cronopio terminó su expedición por los libros, las estanterías y los apartamentos en diferentes calles de París, exhausto se sentó en el borde de la biblioteca, respiró profundo y sintió un cansancio que le quemaba los huesos, se quedó dormido en un borde de madera junto a las historias que traspasaron el tiempo y el espacio, los cuentos en los que vivió Latinoamérica se volvieron su almohada y ahora descansa como nunca, en medio de las palabras. Después de las fiestasY cuando todo el mundo se ibay nos quedábamos los dosentre vasos vacíos y ceniceros sucios,qué hermoso era saber que estabasahí como un remanso,sola conmigo al borde de la noche,y que durabas, eras más que el tiempo,eras la que no se ibaporque una misma almohaday una misma tibiezaiba a llamarnos otra veza despertar al nuevo día,juntos, riendo, despeinados.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El Realismo Mágico es un movimiento literario que floreció principalmente en América Latina durante el siglo XX, caracterizado por la fusión de lo real y lo mágico en la narrativa. A continuación, exploraremos qué es el Realismo Mágico, sus mayores exponentes, obras destacadas, principales características y su origen.¿Qué es el realismo mágico?El Realismo Mágico es un estilo literario que desafía las fronteras entre lo cotidiano y lo fantástico, creando una atmósfera mágica y enigmática en la narrativa. Se caracteriza por la presencia de elementos extraordinarios o surrealistas que coexisten con la vida cotidiana de los personajes.Mayores exponentes del realismo mágico:Gabriel García MárquezGabriel García Márquez, el colombiano galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1982, es uno de los máximos exponentes del Realismo Mágico. Su obra cumbre, "Cien años de soledad" (1967), es un hito en la literatura latinoamericana y un ejemplo icónico del género. La novela narra la historia de la familia Buendía en el pueblo ficticio de Macondo, donde sucesos extraordinarios ocurren en un entorno aparentemente realista.Isabel Allende:La escritora chilena Isabel Allende es reconocida por su novela "La casa de los espíritus" (1982), que combina realismo y elementos mágicos para narrar la historia de la familia Trueba a lo largo de varias generaciones.Julio Cortázar:Julio Cortázar, un argentino, es conocido por su cuento "Casa tomada" que mezcla elementos fantásticos con la vida urbana cotidiana. Además, su obra "Rayuela" (1963) presenta una estructura experimental que juega con la percepción de la realidad.Juan RulfoJuan Rulfo, de México, es conocido por su obra "Pedro Páramo" (1955), una novela en la que la vida y la muerte se entrelazan en un escenario desértico y surreal.María Luisa BombalMaría Luisa Bombal, destacada escritora chilena, desempeñó un papel significativo en la evolución del Realismo Mágico en América Latina. Su obra más influyente, "La amortajada" (1938), anticipa elementos característicos del Realismo Mágico. La novela narra la vida y muerte de una mujer, quien desde su ataúd, reflexiona sobre su existencia y las complejidades de su familia. Bombal combinó el realismo con lo fantástico, explorando la mente y el mundo interior de sus personajes de manera innovadora. Su trabajo contribuyó a la construcción del paisaje literario que posteriormente se identificaría con el Realismo Mágico.Obras destacadas- "Cien años de soledad", de Gabriel García Márquez.- "La casa de los espíritus", de Isabel Allende.- "La última niebla", de María Luisa Bombal- "Pedro Páramo", de Juan Rulfo.- "Rayuela", de Julio Cortázar.- "Los detectives salvajes", de Roberto Bolaño.Principales características del realismo mágicoHibridación de lo real y lo fantástico: El realismo mágico mezcla elementos mágicos, sobrenaturales o surrealistas con la vida cotidiana, creando una sensación de normalidad en lo extraordinario.Espacio y tiempo elásticos: En estas narrativas, el tiempo y el espacio son fluidos y a menudo no siguen una lógica lineal. Los personajes pueden vivir durante siglos o los sucesos pueden ocurrir en lugares aparentemente comunes pero con un toque de lo inusual.Atmósfera enigmática: Las obras de Realismo Mágico suelen crear una atmósfera enigmática y misteriosa, añadiendo un sentido de asombro y maravilla a la narrativa.Crítica social y política: A menudo, estas obras también abordan cuestiones sociales y políticas de América Latina, utilizando lo fantástico para comentar sobre la realidad.Origen de la categoría realismo mágico:El término "Realismo Mágico" se atribuye al crítico de arte alemán Franz Roh, quien lo acuñó en 1925. Aunque el término se originó en Europa, el género tal como lo conocemos se desarrolló principalmente en América Latina durante el siglo XX. Surgió en un contexto de profundos cambios culturales, sociales y políticos en la región, lo que permitió a los escritores explorar nuevas formas de expresión literaria. Además, la rica tradición de mitos, leyendas y supersticiones en América Latina proporcionó un terreno fértil para la incorporación de elementos mágicos en la literatura.No olvide conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La pieza, un mecanoscrito original de la emblemática obra de Cortázar "Historias de cronopios y de famas", que incluye siete relatos inéditos, quedó en manos de un coleccionista privado argentino, cuyo nombre no se divulgó.Zorrilla Subastas, de Uruguay, y la casa Hilario, de Argentina, ofrecían este documento escrito a máquina, con anotaciones manuscritas y certificado por expertos en Cortázar, a un precio base de 12.000 dólares. Estimaban que se vendería a un valor máximo de 21.000 dólares, pero se superó con creces. "El público lo valoró", dijo a la AFP Guillermo González, de Zorrilla Subastas.El remate tuvo lugar en la sede de Zorrilla Subastas en el Centro de Montevideo, pero la puja fue telefónica. "Hubo siete interesados en Argentina, Chile, España, México y Uruguay, entre ellos el Ministerio de Cultura argentino, que quería destinarlo a la Biblioteca Nacional. Era la única institución que pujaba, pero no fue el comprador final", contó González."No sabemos qué destino le dará a la pieza el coleccionista argentino que la compró, pero tenemos confianza de que será preservada para el futuro. Va a estar en buenas manos", afirmó.Fechado en París en 1952, el documento contiene 46 historias breves en 60 páginas mecanografiadas a una sola cara. Del total de los cuentos, 35 aparecieron "casi sin variantes" en la primera edición de "Historias de cronopios y de famas" (Editorial Minotauro, Buenos Aires, 1962) y otros cuatro se publicaron posteriormente, según el catálogo del remate.Siete, titulados "Inventario", "Carta de un fama a otro fama", "Mariposas automáticas", "Los viajes y los sueños", "Diminuto unicornio", "Rabia de espejo" y "Rey del mar" siguen inéditos, de acuerdo con académicos."Gran incógnita"El mecanoescrito apareció en Montevideo en 2020 tras la muerte de una persona que tenía una importante biblioteca. "Su hijo lo encontró en una caja de bananas, de esas de cartón que se usan para guardar cosas. Su padre le había dicho que tenía algo que creía que tenía valor, pero cómo vino a parar esta obra de Cortázar a Uruguay es una gran incógnita", dijo González.La preparación del remate comenzó el año pasado. Dos especialistas en Cortázar fueron consultados para acreditar la pieza: el escritor uruguayo Aldo Mazzucchelli, doctor en Letras por la Universidad de Stanford, y al librero anticuario argentino Lucio Aquilanti, coautor de "Todo Cortázar. Bio-bibliografía" (2014)."Puedo afirmar sin lugar a dudas, que se trata de un original del autor, mecanoscrito, de extraordinaria trascendencia", escribió Aquilanti, destacando el uso de la misma máquina de escribir, una Royal, con la que Cortázar produciría más tarde otros textos."Desde el punto de vista literario, teniendo en cuenta sobre todo la época y el contexto de composición, el estilo, el idiolecto del autor y los temas, no hay ninguna razón sólida para pensar que estas páginas no sean auténticas", apuntó Mazzucchelli.Exponente del boom literario latinoamericano surgido en los años 1960 y 1970, Cortázar nació en Ixelles (Bélgica) el 26 de agosto de 1914, hijo de un diplomático argentino. Regresó a Argentina en 1918, antes de partir en 1951 hacia Francia, en protesta por el gobierno del general Juan Domingo Perón. Murió en París el 12 de febrero de 1984.Su obra, mezcla de fantasía y del realismo mágico típico de la literatura sudamericana, ha sido traducida a una treintena de idiomas. Su libro más conocido, "Rayuela" (1963), es una novela laberíntica de 600 páginas que entrelaza historias de París y Buenos Aires y que el lector puede leer en orden o saltando de un capítulo a otro (hay 155) sin seguir la numeración.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
En los anales de la historia literaria, las bicicletas han ocupado un rincón peculiar pero significativo. A primera vista, estas dos pasiones aparentemente dispares, la escritura y el ciclismo, podrían parecer inconexas. Sin embargo, una exploración más profunda revela una rica simbiosis entre estos dos mundos aparentemente divergentes.Uno de los más ilustres literatos que encontró inspiración en las dos ruedas fue el laureado autor irlandés James Joyce. En su novela modernista "Ulises", ambientada en un solo día en Dublín, el personaje Stephen Dedalus emprende un viaje mental y físico en bicicleta por la ciudad. La bicicleta se convierte en una metáfora de la búsqueda de la libertad y la exploración de nuevas ideas.En el contexto de la literatura latinoamericana, el colombiano Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura, compartía una afinidad por las bicicletas. En El génesis de las bicicletas, el autor colombiano utiliza un estilo que recuerda al Génesis para contar una historia que incluye a Adán y Eva sobre cómo surgió la bicicleta y sus partes (pedales, manubrio y tornillos).Según García Márquez, la silla y el triciclo también se popularizaron tras la invención de la bicicleta. El texto fue publicado en El Heraldo bajo el seudónimo de Septimus el 22 de junio de 1950."Cuando el hombre logró ponerle pedales a su propio equilibrio, inventó la bicicleta. No hizo más que eso, pues ni siquiera las ruedas eran indispensables. Las ruedas existían ya, en alguna parte del mundo, aguardando a que los hombres aprendieran a mover los pies en el aire, mientras descansaban cómodamente sentados en su centro de gravedad. ¿El galápago? No. Tampoco era indispensable el galápago. Fue inventado más tarde, cuando se descubrió que era necesario proteger el centro de gravedad de la fricción continua. Luego vinieron los manubrios. El hombre habría podido existir indefinidamente sin ellos, por la tierra era redonda y habría podido dirigirse a cualquier sitio con sólo conservar la dirección inicial. Pero cuando hubo un hombre que se rompió la crisma para inventar la bicicleta, hubo otro que se rompió la suya para inventar las esquinas. Y entonces se hicieron necesarios, indispensables, los manubrios".Y esto escribió Julio Cortázar: "Para una bicicleta, entre dócil y de conducta modesta, constituye una humillación y una befa la presencia de carteles que la detienen altaneros delante de las bellas puertas de cristal de la ciudad. Se sabe que las bicicletas han tratado por todos los medios de remediar su triste condición social. Pero en absolutamente todos los países de esta tierra está prohibido entrar con bicicletas. Algunos agregan: (y perros), lo cual duplica en las bicicletas y en los canes su complejo de inferioridad. Un gato, una liebre, una tortuga, pueden en principio entrar en Bunge & Born o en los estudios de abogados de la calle San Martín sin ocasionar más que sorpresa, gran encanto entre telefonistas ansiosas o, a lo sumo, una orden al portero para que arroje a los susodichos animales a la calle".La bicicleta, con su capacidad para ofrecer soledad y reflexión, también ha sido una compañera constante para muchos escritores contemporáneos. Figuras literarias como Paul Auster y Haruki Murakami han descrito en sus obras la experiencia de pedalear por las calles de Nueva York o Tokio, respectivamente, como una forma de escape y búsqueda de inspiración.sí, vemos que las bicicletas no solo han sido vehículos físicos, sino también metáforas literarias para la exploración, la liberación y la búsqueda de la verdad. Tanto en la obra de clásicos de la literatura como en la de autores contemporáneos, las bicicletas han proporcionado un medio para contemplar el mundo y dar rienda suelta a la creatividad. En este equilibrio entre lo mundano y lo trascendental, la bicicleta se convierte en un elemento que pedalea a través de las páginas de la literatura, dejando una huella duradera en la mente de los lectores.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Julio Cortázar, autor argentino conocido por sus obras innovadoras y experimentales, era un amante de los libros. Su biblioteca personal era extensa y diversa, con una amplia gama de géneros y autores. Cortázar veía su biblioteca como un espacio sagrado, un refugio donde podía sumergirse en diferentes mundos literarios y encontrar inspiración para su propia escritura. Para él, los libros eran mucho más que meros objetos, eran compañeros íntimos y fuentes de conocimiento. Cortázar solía decir: "La biblioteca es una extensión de uno mismo, una especie de tesoro personal que revela quién eres y quién quieres ser". 🦋 Visite el especial "Los ecos de su voz: Gabriel García Márquez vive" haciendo clic aquí y descubra textos inéditos, entrevistas, fragmentos de su obra en su propia voz y más detalles de la vida y obra de nuestro Nobel de Literatura.Uno de sus libros favoritos era Ulises, de James Joyce. Cortázar se sentía fascinado por la complejidad narrativa de esta obra maestra, su estructura fragmentada y su exploración de la conciencia humana. Leía y releía cada página con avidez, maravillándose ante las múltiples capas de significado y las sutilezas lingüísticas que Joyce había tejido magistralmente. Cortázar era un apasionado de la poesía y tenía una predilección por los poemas de Arthur Rimbaud. Las imágenes vívidas y la musicalidad de sus versos lo transportaban a un mundo de sensaciones y emociones intensas. Rimbaud despertaba en Cortázar una fascinación por la rebeldía y la búsqueda de la belleza en todos sus aspectos. Este era un autor repetido en su biblioteca. En la primavera de 1993, Aurora Bernárdez, su primera esposa y albacea literaria, puso la biblioteca personal de Cortázar al cuidado de la Fundación Juan March, de Madrid. Desde entonces está allí a disposición de estudiosos y público general.Jorge Luis Borges tenía una relación única con su biblioteca personal. Después de volverse ciego, su biblioteca se convirtió en su mundo imaginario. Aunque no podía leer los libros físicamente, conocía cada uno de ellos en detalle. Borges solía afirmar que cada libro de su biblioteca era una puerta hacia otro universo, un laberinto infinito de ideas y conceptos. Para él, la biblioteca era un lugar de ensueño donde podía explorar las vastas dimensiones de la literatura sin restricciones. Borges expresó una vez: "Mi biblioteca personal es mi jardín secreto, un espacio donde el tiempo y el espacio se desvanecen, y solo existen las palabras eternas".Uno de los libros más queridos por Borges era Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Para Borges, la obra de Cervantes era un laberinto literario, una exploración profunda de la realidad y la ilusión, que trascendía las fronteras de la ficción. Él admiraba la figura del ingenioso hidalgo y su lucha contra los molinos de viento, símbolo de la quimera y la valentía en el enfrentamiento contra lo irreal. En su libro Lectores (1974) Borges escribió "Sé que hay algo inmortal y esencial que he sepultado en esa biblioteca del pasado en que leí la historia del hidalgo. Las lentas hojas vuelve un niño y grave sueña con vagas cosas que no sabe". Se sabe que también libros como La odisea, de Homero o Las elegías de Duino, de Rainer Maria Rilke eran libros imprescindibles en su biblioteca Gabriel García Márquez, el apremio Nobel de Literatura, también tenía una biblioteca personal notable. García Márquez valoraba enormemente la tradición literaria y la influencia de otros escritores en su trabajo. Su biblioteca estaba llena de obras clásicas de la literatura universal, pero también contenía textos relacionados con la historia, la política y la cultura latinoamericana. García Márquez creía que un buen escritor debía ser un ávido lector y consideraba su biblioteca como una fuente infinita de aprendizaje y crecimiento. Solía decir: "Un escritor sin una biblioteca es como un pájaro sin alas, carece de las herramientas necesarias para volar alto en la imaginación".El libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada era una joya en su biblioteca. Los versos apasionados y melancólicos de Neruda resonaban en su corazón y le recordaban la belleza y la intensidad del amor y la vida. Además, García Márquez tenía una admiración especial por William Faulkner y su novela El ruido y la furia. Esta obra, que explora la decadencia de una familia sureña desde diferentes perspectivas, fascinaba a García Márquez por su estilo narrativo innovador y su exploración de la psicología humana. Faulkner inspiraba a García Márquez a desafiar las convenciones literarias y a buscar nuevas formas de contar historias.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK.
Julio Cortázar se rehusó a dar clases en Estados Unidos por largo tiempo, decía que no sabía enseñar hasta que su amigo Pepe Durand lo convenció de dar unas horas de clase en la Universidad de California, Berkeley. Allí comienza entonces las conversaciones con los alumnos sobre música y cine, los libros y el entender la literatura desde su ojo. Cortázar decidió romper con la estructura educativa y con las reglas estipuladas en las universidades de la época, la relación maestro/estudiante se convirtió en una amena charla acerca de distintos temas, los estudiantes hablaban con una naturalidad emergente y él ya les tenía la confianza suficiente para charlas de cine o música en medio de las clases. Carles Álvarez, quien hace el prólogo de Clases de literatura, decía que fueron 13 horas en las que Cortázar hablaba con tanta naturalidad y precisión que parecía estar leyendo sus cuentos, su voz profunda transitó al papel y fue publicada en el 2013. En la transcripción solo se alteraron algunas muletillas y frases, sin embargo, está intacta, es Cortázar hablando a un auditorio de jóvenes que querían ser escritores y que decidieron tomarlo a él como referencia. Comienza aquí la travesía por el mar de palabras que algún día él decidió compartir y que hasta nuestros días podrían ser texto sagrado para la literatura. Primera clase: los caminos de un escritorQuisiera que quede bien claro que, aunque propongo primero los cuentos y en segundo lugar las novelas, esto no significa para mí una discriminación o un juicio de valor: soy autor y lector de cuentos y novelas con la misma dedicación y el mismo entusiasmo. Ustedes saben que son cosas muy diferentes, que trataremos de precisar mejor en algunos aspectos, pero el hecho de que haya propuesto que nos ocupemos primero de los cuentos es porque como tema —lo vamos a ver hoy mismo— son de un acceso más fácil; se dejan atrapar mejor, rodear mejor que una novela por razones obvias sobre las cuales no vale la pena que insista.Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones. Para empezar a hablar del cuento como género y de mis cuentos como una continuación, estuve pensando en estos días que para que entremos con más provecho en el cuento latinoamericano sería tal vez útil una breve reseña de lo que en alguna charla ya muy vieja llamé una vez «Los caminos de un escritor»; es decir, la forma en que me fui moviendo dentro de la actividad literaria a lo largo de… desgraciadamente treinta años. El escritor no conoce esos caminos mientras los está franqueando —puesto que vive en un presente como todos nosotros— pero pasado el tiempo llega un día en que de golpe, frente a muchos libros que ha publicado y muchas críticas que ha recibido, tiene la suficiente perspectiva y el suficiente espacio crítico para verse a sí mismo con alguna lucidez. Hace algunos años me planteé el problema de cuál había sido finalmente mi camino dentro de la literatura (decir «literatura» y «vida» para mí es siempre lo mismo, pero en este caso nos estamos concentrando en la literatura). Puede ser útil que reseñe hoy brevemente ese camino o caminos de un escritor porque luego se verá que señalan algunas constantes, algunas tendencias que están marcando de una manera significativa y definitoria la literatura latinoamericana importante de nuestro tiempo. Les pido que no se asusten por las tres palabras que voy a emplear a continuación porque en el fondo, una vez que se da a entender por qué se las está utilizando, son muy simples. Creo que a lo largo de mi camino de escritor he pasado por tres etapas bastante bien definidas: una primera etapa que llamaría estética (ésa es la primera palabra), una segunda etapa que llamaría metafísica y una tercera etapa, que llega hasta el día de hoy, que podría llamar histórica. En lo que voy a decir a continuación sobre esos tres momentos de mi trabajo de escritor va a surgir por qué utilizo estas palabras, que son para entendernos y que no hay que tomar con la gravedad que utiliza un filósofo cuando habla por ejemplo de metafísica.Pertenezco a una generación de argentinos surgida casi en su totalidad de la clase media en Buenos Aires, la capital del país; una clase social que por estudios, orígenes y preferencias personales se entregó muy joven a una actividad literaria concentrada sobre todo en la literatura misma. Me acuerdo bien de las conversaciones con mis camaradas de estudios y con los que siguieron siendo amigos una vez que los terminé y todos comenzamos a escribir y algunos poco a poco también a publicar. Me acuerdo de mí mismo y de mis amigos, jóvenes argentinos (porteños, como les decimos a los de Buenos Aires) profundamente estetizantes, concentrados en la literatura por sus valores de tipo estético, poético, y por sus resonancias espirituales de todo tipo. No usábamos esas palabras y no sabíamos lo que eran, pero ahora me doy perfecta cuenta de que viví mis primeros años de lector y de escritor en una fase que tengo derecho a calificar de «estética», donde lo literario era fundamentalmente leer los mejores libros a los cuales tuviéramos acceso y escribir con los ojos fijos en algunos casos en modelos ilustres y en otros en un ideal de perfección estilística profundamente refinada. Era una época en la que los jóvenes de mi edad no nos dábamos cuenta hasta qué punto estábamos al margen y ausentes de una historia particularmente dramática que se estaba cumpliendo en torno de nosotros, porque esa historia también la captábamos desde un punto de vista de lejanía, con distanciamiento espiritual.Viví en Buenos Aires, desde lejos por supuesto, el transcurso de la guerra civil en que el pueblo de España luchó y se defendió contra el avance del franquismo, que finalmente habría de aplastarlo. Viví la Segunda Guerra Mundial, entre el año 39 y el año 45, también en Buenos Aires. ¿Cómo vivimos mis amigos y yo esas guerras? En el primer caso éramos profundos partidarios de la República española, profundamente antifranquistas; en el segundo, estábamos plenamente con los aliados y absolutamente en contra del nazismo. Pero en qué se traducían esas tomas de posición: en la lectura de los periódicos, en estar muy bien informados sobre lo que sucedía en los frentes de batalla; se convenían en charlas de café en las que defendíamos nuestros puntos de vista contra eventuales antagonistas, eventuales adversarios. A ese pequeño grupo del que formaba parte pero que a su vez era parte de muchos otros grupos, nunca se nos ocurrió que la guerra de España nos concernía directamente como argentinos y como individuos; nunca se nos ocurrió que la Segunda Guerra Mundial nos concernía también aunque la Argentina fuera un país neutral. Nunca nos dimos cuenta de que la misión de un escritor que además es un hombre tenía que ir mucho más allá que el mero comentario o la mera simpatía por uno de los grupos combatientes. Esto, que supone una autocrítica muy cruel que soy capaz de hacerme a mí y a todos los de mi clase, determinó en gran medida la primera producción literaria de esa época: vivíamos en un mundo en el que la aparición de una novela o un libro de cuentos significativo de un autor europeo o argentino tenía una importancia capital para nosotros, un mundo en el que había que dar todo lo que se tuviera, todos los recursos y todos los conocimientos para tratar de alcanzar un nivel literario lo más alto posible. Era un planteo estético, una solución estética; la actividad literaria valía para nosotros por la literatura misma, por sus productos y de ninguna manera como uno de los muchos elementos que constituyen el contorno, como hubiera dicho Ortega y Gasset «la circunstancia», en que se mueve un ser humano, sea o no escritor.De todas maneras, aun en ese momento en que mi participación y mi sentimiento histórico prácticamente no existían, algo me dijo muy tempranamente que la literatura —incluso la de tipo fantástico más imaginativa— no estaba únicamente en las lecturas, en las bibliotecas y en las charlas de café. Desde muy joven sentí en Buenos Aires el contacto con las cosas, con las calles, con todo lo que hace de una ciudad una especie de escenario continuo, variante y maravilloso para un escritor. Si por un lado las obras que en ese momento publicaba alguien como Jorge Luis Borges significaban para mí y para mis amigos una especie de cielo de la literatura, de máxima posibilidad en ese momento dentro de nuestra lengua, al mismo tiempo me había despertado ya muy temprano a otros escritores de los cuales citaré solamente uno, un novelista que se llamó Roberto Arlt y que desde luego es mucho menos conocido que Jorge Luis Borges porque murió muy joven y escribió una obra de difícil traducción y muy cerrada en el contorno de Buenos Aires. Al mismo tiempo que mi mundo estetizante me llevaba a la admiración por escritores como Borges, sabía abrir los ojos al lenguaje popular, al lunfardo de la calle que circula en los cuentos y las novelas de Roberto Arlt. Es por eso que, cuando hablo de etapas en mi camino, no hay que entenderlas nunca de una manera excesivamente compartimentada: me estaba moviendo en esa época en un mundo estético y estetizante pero creo que ya tenía en las manos o en la imaginación elementos que venían de otros lados y que todavía necesitarían tiempo para dar sus frutos. Eso lo sentí en mí mismo poco a poco, cuando empecé a vivir en Europa.Siempre he escrito sin saber demasiado por qué lo hago, movido un poco por el azar, por una serie de casualidades: las cosas me llegan como un pájaro que puede pasar por la ventana. En Europa continué escribiendo cuentos de tipo estetizante y muy imaginativos, prácticamente todos de tema fantástico. Sin darme cuenta, empecé a tratar temas que se separaron de ese primer momento de mi trabajo. En esos años escribí un cuento muy largo, quizá el más largo que he escrito, «El perseguidor» — del que hablaremos más en detalle llegado el momento—, que en sí mismo no tiene nada de fantástico pero en cambio tiene algo que se convertía en importante para mí: una presencia humana, un personaje de carne y hueso, un músico de jazz que sufre, sueña, lucha por expresarse y sucumbe aplastado por una fatalidad que lo persiguió toda su vida. (Los que lo han leído saben que estoy hablando de Charlie Parker, que en el cuento se llama Johnny Cárter.) Cuando terminé ese cuento y fui su primer lector, advertí que de alguna manera había salido de una órbita y estaba tratando de entrar en otra. Ahora el personaje se convertía en el centro de mi interés mientras que en los cuentos que había escrito en Buenos Aires los personajes estaban al servicio de lo fantástico como figuras para que lo fantástico pudiera irrumpir; aunque pudiera tener simpatía o cariño por determinados personajes de esos cuentos, era muy relativo: lo que verdaderamente me importaba era el mecanismo del cuento, sus elementos finalmente estéticos, su combinatoria literaria con todo lo que puede tener de hermoso, de maravilloso y de positivo. En la gran soledad en que vivía en París de golpe fue como estar empezando a descubrir a mi prójimo en la figura de Johnny Cárter, ese músico negro perseguido por la desgracia cuyos balbuceos, monólogos y tentativas inventaba a lo largo de ese cuento.Ese primer contacto con mi prójimo —creo que tengo derecho a utilizar el término—, ese primer puente tendido directamente de un hombre a otro, de un hombre a un conjunto de personajes, me llevó en esos años a interesarme cada vez más por los mecanismos psicológicos que se pueden dar en los cuentos y en las novelas, por explorar y avanzar en ese territorio —que es el más fascinante de la literatura al fin y al cabo— en que se combina la inteligencia con la sensibilidad de un ser humano y determina su conducta, todos sus juegos en la vida, todas sus relaciones y sus interrelaciones, sus dramas de vida, de amor, de muerte, su destino; su historia, en una palabra. Cada vez más deseoso de ahondar en ese campo de la psicología de los personajes que estaba imaginando, surgieron en mí una serie de preguntas que se tradujeron en dos novelas, porque los cuentos no son nunca o casi nunca problemáticos: para los problemas están las novelas, que los plantean y muchas veces intentan soluciones. La novela es ese gran combate que libra el escritor consigo mismo porque hay en ella todo un mundo, todo un universo en que se debaten juegos capitales del destino humano, y si uso el término destino humano es porque en ese momento me di cuenta de que yo no había nacido para escribir novelas psicológicas o cuentos psicológicos como los hay y por cierto tan buenos. El solo hecho de manejar elementos en la vida de algunos personajes no me satisfacía lo suficiente. Ya en «El perseguidor», con toda su torpeza y su ignorancia, Johnny Cárter se plantea problemas que podríamos llamar «últimos». El no entiende la vida y tampoco entiende la muerte, no entiende por qué es un músico, quisiera saber por qué toca como toca, por qué le suceden las cosas que le suceden. Por ese camino entré en eso que con un poco de pedantería he calificado de etapa metafísica, es decir una autoindagación lenta, difícil y muy primaria —porque yo no soy un filósofo ni estoy dotado para la filosofía— sobre el hombre, no como simple ser viviente y actuante sino como ser humano, como ser en el sentido filosófico, como destino, como camino dentro de un itinerario misterioso.Esta etapa que llamo metafísica a falta de mejor nombre se fue cumpliendo sobre todo a lo largo de dos novelas. La primera, que se llama Los premios, es una especie de divertimento; la segunda quiso ser algo más que un divertimento y se llama Rayuela. En la primera intenté presentar, controlar, dirigir un grupo importante y variado de personajes. Tenía una preocupación técnica, porque un escritor de cuentos —como lectores de cuentos, ustedes lo saben bien— maneja un grupo de personajes lo más reducido posible por razones técnicas: no se puede escribir un cuento de ocho páginas en donde entren siete personas ya que llegamos al final de las ocho páginas sin saber nada de ninguna de las siete, y obligadamente hay una concentración de personajes como hay también una concentración de muchas otras cosas (eso lo veremos después). La novela en cambio es realmente el juego abierto, y en Los premios me pregunté si dentro de un libro de las dimensiones habituales de una novela sería capaz de presentar y tener un poco las riendas mentales y sentimentales de un número de personajes que al final, cuando los conté, resultaron ser dieciocho. ¡Ya es algo! Fue, si ustedes quieren, un ejercicio de estilo, una manera de demostrarme a mí mismo si podía o no pasar a la novela como género. Bueno, me aprobé; con una nota no muy alta pero me aprobé en ese examen. Pensé que la novela tenía los suficientes elementos como para darle atracción y sentido, y allí, en muy pequeña escala todavía, ejercité esa nueva sed que se había posesionado de mí, esa sed de no quedarme solamente en la psicología exterior de la gente y de los personajes de los libros sino ir a una indagación mis profunda, del hombre como ser humano, como ente, como destino. En Los premios eso se esboza apenas en algunas reflexiones de uno o dos personajes.A lo largo de unos cuantos años escribí Rayuela y en esa novela puse directamente todo lo que en ese momento podía poner en ese campo de búsqueda e interrogación. El personaje central es un hombre como cualquiera de todos nosotros, realmente un hombre muy común, no mediocre pero sin nada que lo destaque especialmente; sin embargo, ese hombre tiene como ya había tenido Johnny Cárter en «El perseguidor» una especie de angustia permanente que lo obliga a interrogarse sobre algo más que su vida cotidiana y sus problemas cotidianos. Horacio Oliveira, el personaje de Rayuela, es un hombre que está asistiendo a la historia que lo rodea, a los fenómenos cotidianos de luchas políticas, guerras, injusticias, opresiones y quisiera llegar a conocer lo que llama a veces «la clave central», el centro que ya no sólo es histórico sino filosófico, metafísico, y que ha llevado al ser humano por el camino de la historia que está atravesando, del cual nosotros somos el último y presente eslabón. Horacio Oliveira no tiene ninguna cultura filosófica —como su padre— y simplemente se hace las preguntas que nacen de lo más hondo de la angustia. Se pregunta muchas veces cómo es posible que el hombre como género, como especie, como conjunto de civilizaciones, haya llegado a los tiempos actuales siguiendo un camino que no le garantiza en absoluto el alcance definitivo de la paz, la justicia y la felicidad, por un camino lleno de azares, injusticias y catástrofes en que el hombre es el lobo del hombre, en que unos hombres atacan y destrozan a otros, en que justicia e injusticia se manejan muchas veces como cartas de póquer. Horacio Oliveira es el hombre preocupado por elementos ontológicos que tocan al ser profundo del hombre: ¿Por qué ese ser preparado teóricamente para crear sociedades positivas por su inteligencia, su capacidad, por todo lo que tiene de positivo, no lo consigue finalmente o lo consigue a medias, o avanza y luego retrocede? (Hay un momento en que la civilización progresa y luego cae bruscamente, y basta con hojear el Libro de la Historia para asistir a la decadencia y a la ruina de civilizaciones que fueron maravillosas en la Antigüedad.) Horacio Oliveira no se conforma con estar metido en un mundo que le ha sido dado prefabricado y condicionado; pone en tela de juicio cualquier cosa, no acepta las respuestas habitualmente dadas, las respuestas de la sociedad x o de la sociedad z, de la ideología a o de la ideología b.Esa etapa histórica suponía romper el individualismo y el egoísmo que hay siempre en las investigaciones del tipo que hace Oliveira, ya que él se preocupa de pensar cuál es su propio destino en tanto destino del hombre pero todo se concentra en su propia persona, en su felicidad y su infelicidad. Había un paso que franquear: el de ver al prójimo no sólo como el individuo o los individuos que uno conoce sino verlo como sociedades enteras, pueblos, civilizaciones, conjuntos humanos. Debo decir que llegué a esa etapa por caminos curiosos, extraños y a la vez un poco predestinados. Había seguido de cerca con mucho más interés que en mi juventud todo lo que sucedía en el campo de la política internacional en aquella época: estaba en Francia cuando la guerra de liberación de Argelia y viví muy de cerca ese drama que era al mismo tiempo y por causas opuestas un drama para los argelinos y para los franceses. Luego, entre el año 59 y el 61, me interesó toda esa extraña gesta de un grupo de gente metida en las colinas de la isla de Cuba que estaban luchando para echar abajo un régimen dictatorial. (No tenía aún nombres precisos: a esa gente se los llamaba «los barbudos’ y Batista era un nombre de dictador en un continente que ha tenido y tiene tantos.) Poco a poco, eso tomó para mí un sentido especial. Testimonios que recibí y textos que leí me llevaron a interesarme profundamente por ese proceso, y cuando la Revolución cubana triunfó a fines de 1959, sentí el deseo de ir. Pude ir —al principio no se podía— menos de dos años después. Fui a Cuba por primera vez en 1961 como miembro del jurado de la Casa de las Américas que se acababa de fundar. Fui a aportar la contribución del único tipo que podía dar, de tipo intelectual, y estuve allí dos meses viendo, viviendo, escuchando, aprobando y desaprobando según las circunstancias. Cuando volví a Francia traía conmigo una experiencia que me había sido totalmente ajena: durante casi dos meses no estuve metido con grupos de amigos o con cenáculos literarios; estuve mezclándome cotidianamente con un pueblo que en ese momento se debatía frente a las peores dificultades, al que le faltaba todo, que se veía preso en un bloqueo despiadado y sin embargo luchaba por llevar adelante esa autodefinición que se había dado a sí mismo por la vía de la revolución. Cuando volví a París eso hizo un lento pero seguro camino. Habían sido invitaciones de pasaporte para mí y nada más, señas de identidad y nada más. En ese momento, por una especie de brusca revelación —y la palabra no es exagerada—, sentí que no sólo era argentino: era latinoamericano, y ese fenómeno de tentativa de liberación y de conquista de una soberanía a la que acababa de asistir era el catalizador, lo que me había revelado y demostrado que no solamente yo era un latinoamericano que estaba viviendo eso de cerca sino que además me mostraba una obligación, un deber. Me di cuenta de que ser un escritor latinoamericano significaba fundamentalmente que había que ser un latinoamericano escritor: había que invertir los términos y la condición de latinoamericano, con todo lo que comportaba de responsabilidad y deber, había que ponerla también en el trabajo literario. Creo entonces que puedo utilizar el nombre de etapa histórica, o sea de ingreso en la historia, para describir este último jalón en mi camino de escritor.Si han podido leer algunos libros míos que abarquen esos períodos, verán muy claramente reflejado lo que he tratado de explicar de una manera un poco primaria y autobiográfica, verán cómo se pasa del culto de la literatura por la literatura misma al culto de la literatura como indagación del destino humano y luego a la literatura como una de las muchas formas de participar en los procesos históricos que a cada uno de nosotros nos concierne en su país. Si les he contado esto —e insisto en que he hecho un poco de autobiografía, cosa que siempre me avergüenza— es porque creo que ese camino que seguí es extrapolable en gran medida al conjunto de la actual literatura latinoamericana que podemos considerar significativa. En el curso de las últimas tres décadas la literatura de tipo cerradamente individual que naturalmente se mantiene y se mantendrá y que da productos indudablemente hermosos e indiscutibles, esa literatura por el arte y la literatura misma ha cedido terreno frente a una nueva generación de escritores mucho más implicados en los procesos de combate, de lucha, de discusión, de crisis de su propio pueblo y de los pueblos en conjunto. La literatura que constituía una actividad fundamentalmente elitista y que se autoconsideraba privilegiada (todavía lo hacen muchos en muchos casos) fue cediendo terreno a una literatura que en sus mejores exponentes nunca ha bajado la puntería ni ha tratado de volverse popular o populachera llenándose con todo el contenido que nace de los procesos del pueblo de donde pertenece el autor. Estoy hablando de la literatura más alta de la que podemos hablar en estos momentos, la de Asturias, Vargas Llosa, García Márquez, cuyos libros han salido plenamente de ese criterio de trabajo solitario por el placer mismo del trabajo para intentar una búsqueda en profundidad en el destino, en la realidad, en la suerte de cada uno de sus pueblos. Por eso me parece que lo que me sucedió en el terreno individual y privado es un proceso que en conjunto se ha ido dando de la misma manera yendo de lo más (cómo decirlo, no me gusta la palabra elitista, pero en fin…), de lo más privilegiado, lo más refinado como actividad literaria, a una literatura que guardando todas sus calidades y todas sus fuerzas se dirige actualmente a un público de lectores que va mucho más allá que los lectores de la primera generación que eran sus propios grupos de clase, sus propias élites, aquellos que conocían los códigos y las claves y podían entrar en el secreto de esa literatura casi siempre admirable pero también casi siempre exquisita. Lo que digo en estos minutos puede servir para cuando, hablando de cuentos y novelas míos o ajenos, hagamos referencias a sus contenidos y a sus propósitos; ahí vamos a poder ver con más claridad esto que he intentado decir. Me pregunto si ahora, dadas las condiciones de temperatura que se notan muy bien en la cara de Pepe Durand, quieren ustedes que hagamos un intervalo de cinco, diez minutos y seguimos después. Pienso que sí, ¿de acuerdo?Esta clase fue tomada del libro "Clases de literatura, Berkeley 1980", publicado en el año 2013 por Alfaguara en su colección de literatura hispánica. Escuche lo mejor de la música clásica por la señal en vivo de la HJCK.
En Madrid, la biblioteca personal del escritor argentino Julio Cortázar contiene las huellas de un lector voraz. Un tesoro en manos de la Fundación Juan March, que ha cobrado un nuevo impulso con la creación de un video-ensayo y una serie de podcast. Le puede interesar: "Homenaje a Julio Cortázar en HJCK".Donados por su esposa en 1993 a la Fundación Juan March, los casi 4.000 libros que el autor guardaba en su apartamento de París dicen mucho de su personalidad.Entre los estantes se encuentran los títulos que lo acompañaron desde joven en Buenos Aires, y otros que adquirió en París: libros de arte, historia y poesía, pero también ediciones de bolsillo con su firma y fecha de adquisición.Una de las particularidades de la biblioteca son las anotaciones del autor, reflejo del lector que fue. En las páginas, Cortázar subraya, tacha, protesta, dibuja y reflexiona. "Es un retrato que habla, un retrato que se comunica con los lectores y es lo que Julio siempre hubiera querido", manifestó su esposa y albacea Aurora Bernárdez en el acto de homenaje que la Fundación March organizó cuando donó el fondo. No deje pasar: "Libros de Cortázar en su propia voz".La biblioteca contiene libros en 26 lenguas. Más de 800 tienen su firma, que cambia a lo largo de los años, y otros 397 anotaciones en los márgenes. También están dedicados más de 500 ejemplares y en algunos hay recuerdos como un billete de metro o flores prensadas.En su biblioteca, Cortázar desvela las relaciones que mantenía con los artistas de la segunda mitad del siglo XX. "¡Craso error Pablo!", escribe en las memorias del poeta chileno Neruda, tras su muerte durante la dictadura militar. En los ejemplares, hay un verdadero diálogo con sus amigos. Le recomendamos "Las puertas abiertas de julio Cortázar, el poeta del boom"."Te confundes con la fiesta para tus 70 años", exclama cuando Neruda recrea el día en que recibió el Nobel. "¿Por qué tantas erratas, Lezama?", se lee en la novela "Paradiso" del cubano José Lezama Lima.En otros libros, los propios autores le escriben dedicatorias. Como el mexicano Octavio Paz, con quien Cortázar mantuvo una larga amistad. Desde los países donde estuvo destinado como embajador, el poeta le dedicó ejemplares llenos de complicidad."A Julio - No César: ¡Cortázar!", escribe Paz desde Nueva Delhi en 1965. También hay dedicatorias de Italo Calvino, Rafael Alberti, Juan Carlos Onetti o Gabriel García Márquez.Entre las dedicatorias más conmovedoras están las de la poeta Alejandra Pizarnik, antes de su suicidio en 1972. Sus notas muestran cómo su situación se va deteriorando. "En el hospital aprendo a convivir con los últimos desechos", se alcanza a leer en la obra "La pájara en el ojo ajeno".Lo literario y lo lúdico"Se puede seguir perfectamente la vida de Julio Cortázar aquí, desde las firmas que van cambiando hasta los temas de interés", señala Celia Martínez, responsable de la biblioteca.Entre las curiosidades, una separata del capítulo 126 de "Rayuela", que el autor suprimió de la edición original. El escritor tenía debilidad por las historias de terror, como los cuentos de Edgar Allan Poe, del que se volverá traductor. Quizás le interese: "Sobre los silencios y los abismos".En la biblioteca se aprecian así ejemplares de "Drácula", de Bram Stoker. Y en la tapa de una de las ediciones en la que aparece un vampiro, alguien dibujó bigotes, barba, gafas y un reloj.No es el único ejemplar con la portada modificada. En la "Antología de humor negro", de André Breton, Cortázar cambió a pluma el título en el lomo e intercambió las palabras Breton y 'noir', para que el título fuera "Antología de humor breton", de André Noir."Siempre he insistido mucho en los aspectos lúdicos de la literatura", solía decir Cortázar. A la biblioteca acuden investigadores, pero también admiradores de su obra, aunque hoy los fondos están digitalizados.Paz Fernández, la directora de la Fundación March, precisa: "Simplemente vienen a ver y tocar ese libro que un día estaba en manos de Cortázar".
Se acerca una nueva edición de uno de los festivales musicales más importantes del país en la actualidad. El Parque Metropolitano Simón Bolívar de Bogotá será el escenario que reúna a grandes exponentes de la música iberoamericana en la tercera edición del Festival Cordillera.Ya estamos listos para vibrar al ritmo de cumbias, merengues, rock, baladas y rap este 14 y 15 de septiembre. Para disfrutar del festival al máximo es importante tener claros los horarios de ingresos, los horarios de las presentaciones de sus artistas favoritos, los cierres viales y toda la logística necesaria. Aquí les contamos todo lo necesario para vivir la fiesta de la cordillera.🕒 Horarios del Festival CordilleraEl sábado y domingo el parque abrirá las puertas a los asistentes al festival desde el mediodía (12:00 p. m.) y tras la última presentación de cada día, cerrará a la 1:00 a. m. Ahora, les contamos cuáles son los horarios de las presentaciones por escenario para cada día. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Festival Cordillera (@cordillerafestival)🏔️Día 1: sábado, 14 de septiembreEscenario Cordillera14:00 - Providencia15:45 - Bersuit Vergarabat17:45 - Vilma Palma E Vampiros19:45 - Juan Luis Guerra22:15 - Hombres GEscenario Aconcagua13:30 - Spektra de la Rima14:45 - Canalón de Timbiquí16:45 - Juliana18:45 - Bacilos21:15 - Miranda!23:45 - KinkyEscenario Cocuy14:00 - Los Yoryis15:45 - Los Mirlos17:45 - The Skatalites20:15 - Morodo & Okoumé Lions22:45 - La Vela PuercaEscenario Cotopaxi13:30 - Nicolle Jadad15:00 - Zoe Gotusso16:45 - Simon Grossman18:45 - Mala Rodríguez21:15 - Instituto Mexicano del sonido23:45 - Systema Solar🏔️Día 2: domingo, 15 de septiembreEscenario Cordillera14:10 - La Severa Matacera15:55 - Maldita Vecindad18:00 - Molotov20:00 - Fonseca22:15 - Los Fabulosos CadillacsEscenario Aconcagua13:25 - Andrés Correa14:55 - Omara Portuondo & La Failde16:55 - León Larregui19:00 - Babasónicos21:15 - Trueno23:45 - Rels BEscenario Cocuy16:00 - Duplat18:00 - Usted Señálemelo20:15 - Bandalos chinos22:30 - La KongaEscenario Cotopaxi15:00 - Mi amigo invencible17:00 - La Derecha19:00 - José Madero21:15 - Airbag23:45 - Él mató a un policía motorizado💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.⚠️Recomendaciones para asistir al festivalVamos por partes. El Cordillera, al igual que en sus ediciones anteriores, se realizará en un parque biodiverso, en el que es posible encontrarse con fauna, así que evite el contacto con los animales y si encuentra alguno herido, comuníquese con el personal de logística del evento. Hecha esta aclaración, también los invitamos a ser responsables con el espacio que recibe esta fiesta musical y con los demás asistentes, procurando el cuidado del otro.Antes de dirigirse al festival asegúrese de tener protector solar, ropa cómoda y abrigada, gafas de sol, un poncho para la lluvia, un botilito desocupado para llenar de agua en el lugar y que la maleta en la que lleva sus pertenencias sea pequeña.Tenga en cuenta que al festival no podrá ingresar camisetas o banderas de equipos de fútbol, instrumentos musicales, sillas, carpas o tiendas para acampar, mascotas, drones, vaporizadores, sombrillas, cigarrillos, armas, cadenas, ni cámaras profesionales y tampoco sustancias alucinógenas. Si lleva algo de lo antes mencionado es muy probable que deba dejarlo en la entrada o no pueda ingresar.🚌 Transporte alternativo y cierres vialesDados los cierres viales y la cantidad de personas que asistirán al Simón Bolívar, ir en carro puede no ser la mejor opción de movilidad, además, el evento no cuenta con parqueaderos. La carrera 60 estará cerrada por el costado occidental, por lo que se recomienda llegar por la calle 63 con 60.Además, Transmilenio anunció tres rutas zonales adicionales que estarán en funcionamiento para facilitar la salida de los asistentes al evento. No olvide tener recargada su tarjeta Tu Llave para ingresar al sistema.Estas tres rutas funcionarán desde las 10:30 de la noche, hasta las 2:30 de la mañana.Septimazo: saldrá del Parque Simón Bolívar, tomará la NQS hacia el sur, la calle 26 hacia el oriente y la carrera Séptima hacia el norte hasta la calle 94. Regresará de nuevo por la NQS.Unicentro/Bulevar: saldrá del Parque Simón Bolívar por la avenida 68 hacia el norte, tomará la carrera 15 hacia el norte hasta Unicentro, por la calle 127 hasta Bulevar y por la avenida Suba hacia el sur hasta la avenida 68.Primero de Mayo: saldrá del Parque Simón Bolívar, tomará la carrera 50 hacia sur, la avenida Esperanza hacia el occidente, la avenida Boyacá hacia el sur hasta la avenida Primero de Mayo.🎟️ Cashless y boletería del festivalEl único medio de pago dispuesto en el Festival Cordillera es cashless, una manilla recargable a través de la que los asistentes podrán comprar comida, bebidas y todos los productos ofrecidos en el evento. Si ya tiene su boleta, no necesita pagar ningún dinero adicional para obtenerla.En el caso de los asistentes a los dos días, que compraron entradas VIP o General en combo, la manilla de ingreso al festival funciona como manilla cashless. En el caso de quienes irán un solo día al festival, al llevar al parque deben acercarse a un punto cashless para reclamar su manilla.Las recargas de la manilla pueden hacerse de manera virtual a través de la página oficial del festival o en el Simón Bolívar, en los puntos cashless con pagos en efectivo o tarjetas débito y crédito. Tenga presente que a la hora de pagar un producto, no podrá acumular el saldo de varias manillas, si va con amigos, el valor total de la compra debe estar disponible en una manilla.Si hizo una recarga grande y al final del evento tiene saldo en su manilla podrá reclamarlo en la página del festival entre el 2 y el 23 de octubre de 2024. La devolución tiene un costo de $8.000.Si todavía no tiene boletas para asistir, está a tiempo. A través de Eticket todavía hay entradas disponibles, en su precio de última etapa. Así:Combo VIP: $1.399.000Combo General: $819.000Sábado VIP: agotadasEntrada para sábado General: $489.000Sábado VIP: $789.000Entrada para sábado General: $469.000🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Los tres presentaron en Madrid la quinta y última novela de la saga, 'El Clan' (Planeta), que se publicó este mismo martes. Y aunque son conscientes de que estas novelas son "el alma" de Carmen Mola, quieren seguir avanzando en nuevos proyectos similares a la novela histórica 'La bestia', con la que ganaron el Premio Planeta en 2021, ocasión que aprovecharon para revelar su identidad.Sobre el fin de Elena Blanco, aseguran estar "muy contentos" con lo que ha supuesto esta inspectora, y con haber sido capaces de decir "oye, vamos a dejar a la gente con buen sabor, que nadie diga yo he leído diez y ya después lo dejé", explicaron. Por eso cierran el ciclo con 'El Clan', de la que aseguran que "quizá sea la mejor" de la saga.En este libro, la inspectora de la Brigada de Análisis de Casos se enfrentará a una poderosa organización integrada por personalidades del mundo de la empresa, la política, la judicatura y la policía.Con la inspectora en busca y captura, acusada del asesinato de un policía, y su compañero Zárate desaparecido, Mariajo, Reyes, Orduño y Buendía hacen la guerra por su cuenta. Pero la llegada de una nueva inspectora en sustitución de Elena empeora la situación.Los autores de Carmen Mola creen que durante estos siete años han crecido con el "ritmo tremendo" de producir una novela al año, en cada una de las cuales han querido atreverse con cosas nuevas. "Hay una maduración de la escritora, además de la de los personajes", añaden.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Así, tras enfrentar a Blanco a psicópatas terroríficos, ahora "la psicopatía del sistema es mucho más poderosa, es un villano sin rostro definido que se descuelga en distintas redes mafiosas que no solo son indiferentes a la desigualdad social, sino que sacan rendimiento económico de ella", subrayaron.En un compendio de toda la falta de empatía y de compasión hacia los que menos tienen, la obra habla de tráfico de personas, de órganos o de armas: "Si hay una guerra aquí no hay nadie que se ocupe de apaciguarla o ni siquiera ser indiferente. Es un modelo de negocio", resaltaron.La saga nació en la primavera de 2017, en Madrid, cuando los autores Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero decidieron lanzarse a esta aventura de creación bajo el pseudónimo Carmen Mola con una primera novela que se llamó, 'La novia gitana', a la que siguieron 'La red púrpura', 'La nena' y 'Las madres'.A lo largo de estos años, los tres autores han continuado con sus proyectos personales, tanto novelas como guiones.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Por lo anunciado en una entrevista en Vogue, Lady Gaga ya se apeó de la agenda del remate de este año. Salvo el primer sencillo, que verá la luz este mes de octubre, la artista afirmó que su séptimo disco no verá la luz hasta febrero de 2025.No habrá que esperar mucho para escuchar uno de los más importantes lanzamientos de este temporada prenavideña. El 20 de septiembre llegará '143', séptimo disco de Katy Perry, con el que pretende levantar su carrera más de diez años después de 'Prism', su último gran acierto, y con solo dos discos en todo este tiempo que no colmaron las expectativas de su público.Todo lo contrario sucedió con Coldplay, que en estos años postpandemia supo reconectar con un público más joven. Tras el popero 'Music of the Spheres' (2021), el próximo 4 de octubre publicarán 'Moon Music', con la esperanza de que el resto del álbum se parezca más al segundo sencillo, 'We pray', que al inofensivo primer anticipo, 'feelslikeimfallinginlove'.Menos fiables son las informaciones en torno al álbum "country" de Lana del Rey, 'Lasso'. La artista confirmó recientemente nuevos sencillos para finales de este año, quizás coincidiendo con su salida, aunque algunos medios apuntan más a que esta se producirá hacia 2025.Incierto también es el momento en el que The Weeknd, el segundo músico del mundo por escuchas en Spotify, completará la trilogía iniciada con 'After Hours' (2020). Con el previo 'Dawn FM' (2022) ya se mostró como un amante de los lanzamientos sorpresa, aunque hasta ahora solo haya desvelado el título, 'Hurry Up Tomorrow', y que este viernes publicará el primer sencillo, 'Dancing In The Flames'.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Más sorpresa aún fue la reunión de los Gallagher para recuperar Oasis, en principio para una gira. A la pregunta hace unos días de un fan sobre si esto daría pie también a un disco, el menor de los hermanos respondió: "Está terminado". Nadie sabe si fue una bravuconada, porque no hay más datos sobre el que sería su primer álbum en 16 años.Los que sí tienen fecha inmediata de salida son por ejemplo los últimos trabajos de London Grammar ('The Greatest Love') y Suki Waterhouse ('Memoir of a sparklemuffin') este mismo viernes. Una semana después, el 20, verá la luz 'In Waves' de Jamie XX y '7' de Nelly Furtado, el primero en siete años.Ya en octubre, los paladares más exquisitos aguardan lo nuevo de The Smile, 'Cutouts', la banda impulsada por buena parte de los miembros de Radiohead. Será el día 4, el mismo que Leon Bridges publicará 'Leon' y Finneas, el talentoso hermano de Billie Eilish, hará lo mismo con 'For Cryin' Out Loud'.El 11 de ese mes, una gran estrella latina como Becky G confirmó 'Encuentros'. 'Supercharged' de The Offspring también está programado para esa fecha.El prometedor joven canadiense Shawn Mendes volverá a la música tras su retiro temporal por salud mental con 'Shawn' el día 18, mientras que el 25 lo harán Pixies con 'The Night The Zombies Came' y dos grandes cantautoras actuales, Laura Marling con 'Patterns in repeat' y Soccer Mommy con 'Evergreen'.Por último, se acaba de anunciar el retorno de Linkin Park con un disco titulado 'From Zero' y una nueva cantante, Emily Armstrong, para ocupar el lugar dejado por la muerte de Chester Benington en 2017, cuando lanzaron su hasta ahora último trabajo. De momento, dejaron buen sabor de boca con el primer sencillo, 'The Emptiness Machine'.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Desde el Ministerio de Cultura, le brindamos nuestro apoyo y respaldo ante las amenazas que ha recibido", declaró el titular de Cultura, Fabricio Valencia, tras reunirse este martes con Shady en la sede de esta cartera en Lima.El ministro agregó que tomarán "acciones inmediatas, con el apoyo de los diferentes sectores del Estado, para buscar una solución al más alto nivel", dado que su prioridad es "darle solución a este tema".Hace una semana, Shady denunció que había recibido amenazas de muerte de parte de personas que pretenden ocupar la zona donde se ubica el yacimiento de 5.000 años de antigüedad.La antropóloga señaló que las amenazas se extienden a su abogado y a los trabajadores del centro arqueológico, donde ella trabaja desde hace 30 años, y algunos han renunciado a raíz de esta situación de inseguridad.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Informó que la seguridad policial que tenía Caral ha ido desapareciendo en las últimas semanas y al mismo tiempo los grupos que pretenden apoderarse de todo el patrimonio cultural y de los terrenos que están cerca a la zona arqueológica "han contratado sicarios" para perpetrar las invasiones.Ppor ese motivo, muchos de los arqueólogos han presentado su renuncia para no seguir trabajando en Caral.La ciudad sagrada de Caral es considerada la más antigua de América y está ubicada en la provincia costera de Barranca, al norte de Lima, donde desarrolló aparentemente un modelo económico cooperativo en base a la agricultura y el comercio de recursos marinos.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El sexteto especializado en música de los siglos XVII y XVIII regresa esta semana a Alemania para interpretar en el Festival de Ópera Barroca de Bayreuth su repertorio 'Muera Cupido', junto con la soprano Núria Rial.Además, el próximo 12 de octubre se podrá disfrutar en Neuburg de 'Diálogos de viejos y nuevos sones', con la participación del guitarrista sevillano Dani de Morón y la cantante barcelonesa Alba Carmona.Alqhai atribuyó parte del éxito del conjunto en Europa central al hecho de que allí no ha habido un "cisma" en relación a lo clásico, como sí se produjo en España, según dijo en una entrevista telefónica el músico, nacido en Sevilla en 1976 y de raíces sirias y palestinas.Pero también en España la situación de la música antigua ha mejorado en las últimas décadas y adquirido "enjundia", afirmó el director de uno de los conjuntos más aclamados dentro su ámbito en Europa.Accademia del Piacere busca imprimir un sello personal a la música que interpretan, señaló, aún más si se tiene en cuenta que muchas de las partituras de los siglos XVII o XVIII están "inacabadas" para los estándares actuales.Esto, según Alqhai, da mucha más "cancha" a un músico, que nunca puede limitarse a ser un mero "transmisor". "El arte al final es una cosa muy personal. No se puede salir a un escenario como una maquinita de interpretar", explicó.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.En concreto, los músicos del siglo XVII a menudo tomaban una melodía y montaban o recomponían sobre ella una obra nueva, señaló el violagambista, por lo que una recreación histórica implica en este caso necesariamente un acto de creación. "Yo creo que esa es realmente la manera más purista de hacer las cosas. Lo que pasa es que ahí entra mucho tu mano y tu creatividad personal", reflexionó.A modo de ejemplo citó las típicas danzas cortesanas barrocas como las chaconas, las marionas y las folías, que comparó en este sentido con los palos flamencos."Cualquier guitarrista se pone a tocar una bulería y son patrones que se repiten, pero ¿qué pasa? Que esos patrones están al servicio de que el intérprete haga algo sobre eso", dijo.La creación, añadió, es imposible sin partir de una base ya existente, más en un momento en el que simplemente con tener una aplicación como Spotify en el móvil cuentas con unas "referencias brutales". "Lo que son las musas y lo que es la inspiración, todo eso al final es lo que ha hecho el ser humano siempre, que es el uso de otro material de otro ser humano", aseveró.Del 'heavy' al BarrocoAlqhai conoció su instrumento en la adolescencia, por una vía que no fue nada "romántica", reconoció. "Un colega del grupo con el que tocaba, con el que hacíamos 'heavy', me dijo que él me veía mucho potencial", recordó y relató que su amigo le animó a apuntarse al conservatorio para "ponerle nombre a las cosas que tenía en la cabeza".Pero solo quedaban plazas para viola de gamba, porque era el primer año que se impartía y nadie la conocía, con lo que Alqhai se inscribió porque era "lo que había", en un encuentro que no fue un flechazo pero resultó ser "bastante efectivo".La viola de gamba ('viola da gamba' en italiano, que significa 'viola de pierna' por la posición en que se toca), había sido tremendamente popular en Europa en la Edad Moderna, pero cayó en desuso a finales del siglo XVIII.Según explicó Alqhai, muchos musicólogos achacan su declive a una cuestión de modas, pero su teoría es que, quizá por su sonoridad algo "pastosa", ya no encajaba en las composiciones orquestales de la época, que se estaban volviendo más complejas y requerían mucha definición.Pero, a día de hoy, la tecnología permite sobreponerse a esas limitaciones acústicas y explorar nuevas posibilidades.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.