Con una producción corta, Belisario Betancur dejó su huella propia en la poesía Colombiana. Bajo el título "Poemas del caminante", el exmandatario publicó un compilado de 40 poemas que, antes de habitar un volumen, hicieron parte de la revista Golpe de datos, bajo la dirección de su buen amigo Mario Rivero. Fue el 2003, bajo el sello Villegas Editores, que el libro tomó forma.
Los versos de Betancur nacían en la noche, en medio de un traje de corbata abandonada a la suerte del día y atravesando un sentimiento íntimo, profundo, distante de la imagen pública y la posición política que durante buena parte de su vida el escritor habitó. Nunca hubo un encuentro de esas dos pulsiones desde una esfera pública, la figura presidencial no se presentó como un poeta nocturno, sino que tuvo la capacidad de soltar una piel de la otra, como si se tratara de un relevo de papeles.
Su pluma estuvo cerca a los clásicos. Antes de aventurarse a escribir sus propios versos, Betancur tradujo obras de escritores como Cavafis y Marguerite Yourcenar. De ese tono bebe su propia escritura, una identidad creativa que navega la vida y da cuenta que lo que sucedía en su día a día. No es vano, varios poemas están fechados durante viajes, en otras ciudades e incluso, varias de sus composiciones fueron dedicadas a ellas. Nueva York, especialmente el Central Park, fue una de sus grandes inspiraciones.
Esa fascinación por el movimiento y el descubrir el mundo se extiende en “Poemas del caminante”, una antología de poemas dedicados a distintos lugares del mundo como la India, un país que parece haberlo fascinado a raíz de un viaje que emprendió a finales de la década de los 90. Todo el universo físico del lugar se convierten en el centro de la descripción de Betancur, los colores, música, olores y dioses toman fuerza en el relato.
Publicidad
Con un tono que bebe de Zalamea Borda, Betancur aterriza buena parte de los recuerdos de su infancia en “Nocturno” —un gran guiño a Jose Asunción Silva— un poema que evoca los paisajes colombianos y la particularidad, el clima y la imagen que habitó en su cabeza a partir de la imaginación. Así habla del Eje Cafetero, uno de los pocos lugares del territorio nacional que hacen parte de su inspiración. Desde nuestro Archivo HJCK recordamos "Elegía de las rosas" en la propia voz del poeta.