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Cinco novelas policiacas imprescindibles que no puede dejar de leer

En el Día Internacional del Libro, los invitamos a sumergirse en el misterio. Les recomendamos cinco novelas policiacas que los llevarán por caminos de intriga, personajes enigmáticos y preguntas que van más allá del crimen. De los enigmas de Agatha Christie a las profundidades filosóficas de Umberto Eco, estos son los títulos que no pueden faltar en su lista de lectura.

Cinco novelas policiacas imprescindibles que no puede dejar de leer

Cada 23 de abril, el Día Internacional del Libro celebra la riqueza y diversidad de la literatura en todas sus formas. Y dentro del mundo infinito de las letras emergen las novelas policiacas como uno de los géneros más cautivadores y populares entre los lectores de todo el mundo.

Desde los clásicos de Agatha Christie hasta las obras contemporáneas de autores como Michael Connelly, el género policiaco ofrece algo más que simples acertijos criminales: explora la naturaleza humana, la justicia, la moralidad y la sociedad. Las historias de detectives, crímenes y misterios no solo buscan una solución al enigma central, sino que en muchas ocasiones invitan a una reflexión profunda sobre el bien y el mal.

Figuras icónicas como Sherlock Holmes, Hercule Poirot o Philip Marlowe han dejado una marca indeleble, creando personajes cuya astucia, lógica y, a veces, su lucha interna contra un mundo corrupto, siguen fascinando a generaciones. A continuación le recomendamos algunas de las novelas policiacas más famosas, que pese al paso del tiempo, siguen cautivando a sus lectores.

“El halcón maltés”, de Dashiell Hammett (1929)

Publicada en 1930, esta novela consagró a Dashiell Hammett como uno de los grandes pioneros de la novela negra estadounidense. Hammett, exagente de la agencia de detectives Pinkerton, inyectó a sus relatos una crudeza y realismo hasta entonces poco vistos en la literatura de crimen. Su protagonista, Sam Spade, es el arquetipo del detective duro: cínico, solitario, con un estricto (aunque ambiguo) código moral y una mirada desencantada del mundo que lo rodea.

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La trama de su historia gira en torno a una estatua legendaria por la que varios personajes, tan turbios como fascinantes, están dispuestos a mentir, traicionar e incluso matar. A través de diálogos secos y rápidos, y una prosa afilada como navaja, Hammett construye un relato de engaños, codicia y ambigüedad moral.

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"El sueño eterno", de Raymond Chandler (1939)

En el debut literario de Raymond Chandler aparece su mítico detective privado, Philip Marlowe. Chandler reinventó la novela negra con una prosa sofisticada y lírica, que mezcla el argot callejero con imágenes poéticas. En esta historia, Marlowe es contratado por un poderoso general para resolver un caso aparentemente simple, pero pronto se ve arrastrado a una red de chantajes, asesinatos y decadencia moral en el corazón de la alta sociedad de Los Ángeles.

La trama, más que lineal, es un laberinto donde importa tanto el estilo como el misterio. Chandler no busca tanto resolver un crimen como explorar el caos que lo rodea. Su mirada es cínica, pero profundamente humana, y Marlowe actúa como un caballero solitario en una ciudad corrupta.

“Asesinato en el Orient Express”, de Agatha Christie (1934)

Considerada una de las obras maestras de Agatha Christie, esta historia es uno de los casos más emblemáticos del detective belga Hércules Poirot. La autora británica, prolífica y meticulosa, construye aquí una historia cerrada y tensa a bordo del lujoso tren europeo, donde un millonario estadounidense es asesinado durante una tormenta de nieve. Poirot, por azar uno de los pasajeros, debe resolver el crimen en un entorno donde todos los viajeros son sospechosos.

El estilo de Christie es preciso, limpio y centrado en el intelecto más que en la violencia. Cada pista, diálogo y movimiento del detective forma parte de una coreografía minuciosa que culmina en un desenlace tan sorprendente como ingenioso.

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“El nombre de la rosa”, de Umberto Eco (1980)

Umberto Eco convirtió una novela policial ambientada en una abadía del siglo XIV en una lectura más que necesaria. La historia sigue a fray Guillermo de Baskerville, un monje franciscano inspirado en Sherlock Holmes, que investiga una serie de crímenes en un monasterio aislado. A su lado, el joven novicio Adso de Melk, narrador de la historia, observa cómo se desenreda una red de secretos teológicos, luchas de poder e intrigas ocultas entre libros prohibidos y pasadizos laberínticos.

Esta novela es distinta en el género policiaco, pues está llena de referencias filosóficas, históricas y literarias. Combina el ritmo del thriller con una reflexión profunda sobre el conocimiento, la interpretación de los signos y la tensión entre razón y fe.

“La hija del tiempo”, de Josephine Tey (1951)

Josephine Tey, seudónimo de la autora escocesa Elizabeth Mackintosh, rompe con las convenciones del género al convertir el crimen en un enigma del pasado y al detective en un lector de archivos. En esta historia, en lugar de resolver un crimen reciente, el detective Alan Grant, convaleciente en un hospital, se obsesiona con el rostro del rey Ricardo III tras ver su retrato en un libro.

Intrigado por la aparente contradicción entre su expresión y la fama de tirano, Grant inicia una investigación histórica para descubrir si el monarca realmente asesinó a sus sobrinos, los “príncipes en la Torre”, como dicta la historia oficial.

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