"Explorar en la complejidad y los claroscuros de personajes de la dictadura, desde sus luces y su lado íntimo, no implica blanquearlos ni justificar sus crímenes", asevera el escritor y periodista chileno Juan Cristóbal Peña en una entrevista sobre su último libro, basado en la historia de la espía de la dictadura de Augusto Pinochet, Mariana Callejas.
Peña (Santiago, 1969) acaba de publicar Letras torcidas. Un perfil de Mariana Callejas (Ediciones Universidad Diego Portales), donde narra la triple vida de la protagonista que -junto a su marido, Michael Townley- participó en varios atentados contra opositores políticos en el exilio por encargo de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) del régimen de Pinochet (1973-1990).
El escritor nunca dimensionó el alcance ni la complejidad del material que tenía entre manos, pero la historia de Callejas -madre, agente del régimen y apasionada de la literatura- ha llegado a ser "la más extrema, provocadora y desafiante" de su vasto repertorio de retratos, admite el escritor.
Reconocido con varios premios periodísticos nacionales e internacionales por sus trabajos sobre Pinochet, el cantautor Víctor Jara o el jefe de la DINA, Manuel Contreras, a Peña le interesa retratar "los afectos, las relaciones familiares y cómo logran desdoblarse y funcionar con varias máscaras".
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Sus relatos buscan analizar cómo los hechos del pasado "perviven” en el presente: "Tanto en Chile como en España hemos entrado en un período en que ya no se niegan los crímenes de las dictaduras, sino que se los reivindica", señala.
“Pareciera desestimarse el valor de los derechos humanos y lo que significa la experiencia de una dictadura”, añade.
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Una casa cuartel con doble cara
El libro nace de varias entrevistas que Peña mantuvo con Callejas en 2010, cinco años antes de su muerte.
Además de archivos judiciales, hemeroteca, textos periodísticos y sus propios cuentos, recoge voces clave que hasta ahora no habían hablado públicamente de ella, como su hijo mayor, Ronnie Earnest Callejas, "quien tiene una visión crítica de su propia madre", dice.
Bajo una prolija edición de la cronista argentina Leila Guerriero , el autor contrapone una Mariana Callejas "avanzada a su tiempo", "libre sexual e intelectualmente", y que "abrazó al feminismo y a la literatura", con otra que ejecutó "algunas de las operaciones más importante de la dictadura", como el asesinato del general Prats y su esposa en Argentina o el del excanciller Orlando Letelier en Estados Unidos.
"Una anfitriona y escritora de talleres literarios que a la vez opera en la sombra como agente de inteligencia", resume.
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Callejas vivía en una casa cuartel secreta, que funcionaba a la vez como fábrica de armas y gas sarín y cualquier hogar chileno: "Los niños iban y venían del colegio, invitaban a sus compañeritos de curso y se celebraban cumpleaños infantiles", cuenta el escritor.
"La escritura era todo para ella"
En esa misma casa cuartel, Callejas consolidó su mayor aspiración tras montar un taller literario que la convirtió en "una referente de la literatura chilena de esos años", dice el periodista.
"La escritura era todo para ella", añade. Su principal interés fueron los talleres que impartía a escritores a la vez que ejecutaba los delitos "con efectividad y profesionalidad", apunta Peña, como un modo de obtener ingresos y disponer de una casa, coches, escoltas y guardias armados.
La obra relata con detalle el ocaso de Callejas cuando "la justicia le cae encima y queda al descubierto su papel de agente", a finales de los 70, y la "gran frustración" que eso le provoca.
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"Para Callejas, su gran condena no fue ser juzgada por los crímenes de la dictadura, sino que su literatura no haya sido reconocida", recalca Peña.
Según él, hoy es “imposible” leerla “despojándola de su historial criminal”, aunque cree “interesante” conocer su literatura: “Es difícil y provocativo publicarla, lo fue en su momento y todavía lo es -concluye-, más aún considerando que no pagó con cárcel por sus crímenes”.
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