
Su lente creó escuela por el tacto con el que retrató a los habitantes de la selva amazónica, a los trabajadores brazales o a los migrantes en todo el mundo y también por su defensa incansable del medio ambiente, y en especial de la Amazonía.
Sus fotos tenían alma, y eso se debía a un motivo: el tiempo y dedicación que le daba a cada uno de sus trabajos. "Para hacer fotografía documental, necesitas tiempo, necesitas integrarte con las historias que estás fotografiando", dijo en una entrevista a EFE en 2023.
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El mejor ejemplo de esta visión del fotoperiodismo es el trabajo monumental que hizo en 1986 en una enorme mina de oro en la selva amazónica, llamada Serra Pelada, donde trabajaba una muchedumbre de 50.000 mineros en condiciones deplorables.
Tardó seis años en lograr los permisos de la dictadura brasileña para fotografiar el lugar. Luego pasó más de un mes conviviendo con los mineros, ganándose su confianza para poder retratar en su intimidad, su vida cotidiana.
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Aunque la historia de Serra Pelada era conocida y llevaba años en la prensa, el reportaje de Sebastião Salgado tuvo un éxito mundial. El 'Sunday Times' de Londres le dio diez páginas, y luego revistas de todo el mundo lo reprodujeron.
Ese reportaje condujo a la reintroducción de la fotografía en blanco y negro en las revistas de los semanarios de todo el mundo, que había sido dejada de lado con el surgimiento del color. Pero, más importante, esas imágenes ayudaron a crear conciencia sobre las condiciones infrahumanas en las que trabajaban los buscadores de oro para alimentar la industria de lujo.
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Las fotos de Serra Pelada se publicaron también como parte de un libro 'Trabajadores', en el que Salgado retrató además los mineros de carbón en la India, los desguazadores de barcos en Bangladesh o los bomberos que trabajaron apagando los pozos de petróleo incendiados por Sadam Husein en Irak en la Guerra del Golfo.
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Y es que Salgado concebía el fotoperiodismo no como una vía de denuncia, sino como una herramienta con función social, que aspira a mostrar cómo se comporta la sociedad y, también, servir como memoria colectiva.
Esa mirada se reflejó en obras obras célebres y monumentales como 'Éxodos', que retrata a los migrantes en todo el mundo, 'Amazonía', 'África, o 'Génesis', obra en la que recopila paisajes y pueblos de diferentes países, y donde sensibiliza sobre los problemas asociados al cambio climático.
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Por su obra, Salgado ganó incontables premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y el World Press Photo, era embajador de Unicef y miembro honorario extranjero de la Academia de Artes y Ciencias de Estados Unidos desde 1992.
Vivió gran parte de su vida en París e hizo sus primeros grandes trabajos para la agencia Magnum, antes de crear su propia empresa, Amazonas Imagens. Su amor y preocupación por el cuidado del medio ambiente le llevó a crear, junto con su esposa Lélia Deluiz Wanick Salgado, el Instituto Terra.
Uno de sus principales proyectos fue la reforestación de un gran terreno de 600 hectáreas en su localidad natal, Aimorés, en el estado de Minas Gerais, en el sureste de Brasil, que es hoy una reserva de biodiversidad.
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