
Sebastião Salgado no solo fue testigo de los grandes eventos del siglo XX y XXI; fue su cronista visual más poético y comprometido. Nacido en 1944 en Aimorés, un pequeño pueblo en el estado brasileño de Minas Gerais, Salgado estudió economía antes de tomar una cámara por primera vez a los treinta años.
Desde entonces, su trabajo fotográfico combinó una sensibilidad estética profunda con una mirada crítica hacia las condiciones humanas, sociales y ambientales del mundo contemporáneo. A través de sus lentes, Salgado capturó la dignidad en medio del dolor, la esperanza en medio de la devastación y la grandeza natural en peligro de extinción.
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"Laurent Petitgirard, secretario perpetuo, los miembros y corresponsales de la Academia de Bellas Artes, lamentan anunciar el fallecimiento, este viernes 23 de mayo a la edad de 81 años, de su colega fotógrafo Sebastiao Salgado", indicó la Academia de Bellas Artes francesa, de la que Salgado era miembro desde 2016.
El brasileño comenzó su carrera como fotógrafo profesional en la década de 1970, trabajando para prestigiosas agencias como Sygma, Gamma y Magnum Photos. Desde entonces, se embarcó en extensos proyectos documentales que lo llevaron a recorrer más de 120 países.
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Uno de sus primeros grandes trabajos fue “Workers” (1993), una monumental serie fotográfica que documenta el trabajo manual en minas, fábricas, campos y mares. En blanco y negro, con un estilo clásico y una técnica impecable, Salgado logra retratar la épica del esfuerzo humano sin caer en la explotación de la miseria.
Otro de sus trabajos más reconocidos es “Éxodos” (2000), un retrato global de las migraciones y desplazamientos forzados causados por conflictos, pobreza y catástrofes. La serie muestra a millones de personas en tránsito, sin hogar, pero nunca sin rostro ni historia.
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A través de sus imágenes, Salgado nos obliga a ver lo que muchas veces elegimos ignorar. Cada fotografía es un espejo ético que interpela al espectador. La belleza formal no está al servicio del espectáculo, sino del respeto hacia las personas retratadas.
Sebastião Salgado y el medioambiente
Sin embargo, el trabajo de Salgado no se limitó a lo social. Desde hace más de dos décadas, el fotógrafo brasileño volcó buena parte de su energía creativa y vital a la defensa del medio ambiente. Su proyecto “Génesis” (2013) representa un giro esencial en su carrera: tras años de documentar el sufrimiento humano, Salgado decidió enfocarse en lo que aún permanece intacto, en la belleza del mundo natural.
Este trabajo es un viaje visual por territorios vírgenes, comunidades indígenas y paisajes que han escapado a la huella destructiva del hombre. África, la Antártida, el Amazonas, Siberia, los desiertos y los océanos son capturados con una majestuosidad que invita a la contemplación y al compromiso ecológico.
Este compromiso no se quedó en el plano artístico. Junto con su esposa, Lélia Wanick Salgado, fundó en los años noventa el Instituto Terra, una organización ambiental que ha logrado una de las hazañas ecológicas más admirables del mundo: la reforestación de más de 600 hectáreas de selva atlántica en su región natal de Brasil.
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Lo que antes era una finca devastada por la ganadería, hoy es un bosque renacido con más de dos millones de árboles plantados, la recuperación de decenas de especies animales y una fuente de agua que volvió a brotar tras años de sequía. El Instituto Terra es un ejemplo vivo de que restaurar los ecosistemas es posible y urgente.
Salgado recibió innumerables reconocimientos por su labor fotográfica y ambiental: el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1998), la Medalla de la Unesco, la distinción de Comendador de las Artes y las Letras de Francia, y una nominación al Óscar por el documental “La sal de la tierra” (2014), dirigido por Wim Wenders y su hijo Juliano Ribeiro Salgado. Este documental es una ventana íntima a su obra y a su forma de ver el mundo: con dolor, sí, pero también con fe en la posibilidad de cambio.