"Painted Love: Renaissance Marriage Portraits" en el museo del casco histórico de Bath, llamada así por albergar en época romana un complejo termal a orillas del río Avon, pone de manifiesto la importancia del intercambio de retratos entre esposos en el proceso de formalizar esta unión no sólo personal, sino también política entre miembros de la aristocracia.
Monserrat Pis Marcos, experta del museo, asegura que querían explorar "cómo eran los rituales, el retrato y las costumbres matrimoniales en torno a ese periodo" para descubrir el mundo más íntimo y personal de grandes figuras de la época.
La exposición cuenta con medio centenar de 50 objetos que revelan las claras diferencias estilísticas entre el arte británico, italiano, alemán y francés al tiempo que destaca cómo fue el desarrollo de este genero pictórico en esta época en la que las grandes potencias luchaban por la prominencia política y territorial.
Hans Holbein el Joven, pintor de la corte de Enrique VIII, Nicolás Hilliard o los italianos Antonio Pisanello, Alesso Baldovinetti y Giovanni Battista Moroni fueron muy solicitados y sus obras fueron una parte fundamental del cortejo de la época.
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Los retratos que idealizaban la "belleza exterior al igual que la virtud moral" eran una parte muy relevante del proceso de negociación al "forjar alianzas políticas" y consolidar la "unión de riquezas, poder y tierras" entre familias, asegura la institución. No sólo cuadros pero anillos, collares, regalos y vajillas conmemorativas documentaban el éxito de la unión.
Era común que miembros de las élites, como las princesas, tuviesen numerosos pretendientes, y sólo una vez estuviese formalizado el matrimonio, éstas tendrían la posibilidad de ver a su marido en persona por lo que los retratos eran vitales para ayudar en el proceso de selección de un candidato adecuado.
Lujosos vestidos, joyas, coronas, mobiliario y hasta mascotas presentes en los cuadros indicaban a las mujeres cortejadas la riqueza y la posición social de la familia a la que se iban a incorporar, en muchas ocasiones, yendo a vivir en el extranjero, prácticamente no volviendo a ver a su familia nunca más.
Objetos íntimos pertenecientes a la realeza como el pequeño medallón de Robert Dudley, conde de Leicester y "favorito" de la reina Isabel I, que la monarca llevaba siempre consigo, indica la importancia de las obras de arte en las relaciones amorosas.
Asimismo, un caso de amor correspondido se refleja en el retrato de la hermana de Enrique VIII, María Tudor, junto a su segundo marido, Charles Brandon, amigo de su hermano con quien se casaría poco después de morir su marido, el rey de Francia, Luis XII.
La exposición incluye donaciones de importantes colecciones privadas, además de recibir préstamos de la prestigiosa Galería Nacional, el Museo Británico, el Royal Collection Trust, el Ashmolean en Oxford y el Victoria&Albert.
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"Es una temática con la que la gente puede vincularse muy fácilmente, al final, los matrimonios siguen sucediendo hoy en día, no seguimos casando y enamorando , y es un tema esperanzador con el que espero que la gente venga y se "enamore" literalmente de la exposición y el museo", comenta la conservadora de arte. No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.