En un museo de Viena, el arte de la era nazi está amontonado en dos pequeñas salas, y algunas piezas están guardadas en cajas. Hay un óleo de la ópera de Viena con banderas nazis junto a un tapiz con una esvástica bordada. Las piezas son parte de una muestra en la capital austriaca que busca iluminar las políticas del arte bajo el Tercer Reich, manera con la que Viena busca abordar su complicada historia durante la guerra.
Presentada como víctima tras ser anexionada por la Alemania nazi, en las últimas tres décadas Austria (donde nació Hitler) comenzó a examinar seriamente su papel en el Holocausto. Las curadoras de la muestra esperan que su investigación ayude en el proceso, pero han tenido cuidado de no darle mucha "aura" a las obras. En lugar de exhibirlas en las grandes paredes del museo, las obras están aglomeradas en solo dos salas, como si fueran bodegas.
La muestra es el resultado de cuatro años de investigación de Holzschuh y la también historiadora del arte Sabine Plakolm-Forsthuber, quien escudriñó los archivos de unos 3.000 artistas miembros de la Cámara de Bellas Artes del Reich de Viena. Los archivos fueron guardados por la principal asociación artística de Austria. Todos los artistas eran miembros de la Cámara de Bellas Artes del Reich, todos cuidadosamente analizados y vigilados luego de Austria fuera integrada a la Alemania nazi en 1933.
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"Los aspirantes a ser miembros debían cumplir los criterios artísticos, políticos y raciales del régimen nazi", señala el material de la exhibición. "Los disidentes políticos y artistas judíos estaban vetados". Los artistas vieneses que no cumplían con las nuevas reglas eran obligados a huir o fueron asesinados en campos de concentración, según el catálogo de la muestra.
"El régimen nazi aseguró el control del mundo artístico y lo orientó de acuerdo con su visión ideológica y racista", agregó. Junto con la información biográfica de algunos artistas, la exhibición incluye sus pinturas, esculturas, textiles y cerámicas, en su mayoría almacenados durante décadas por la ciudad de Viena.
La muestra titulada "Viena se alinea. La política del arte bajo el nacional socialismo", es parte de una tendencia de reconciliación con un capítulo desagradable de la historia austriaca. Tras su anexión a Alemania, Austria participó en la persecución de judíos y otros, lo que por mucho tiempo no fue debidamente abordado. "Desde finales de los '80 se dio un cambio grande... se ha dado un gran proceso de reflexión", comentó el historiador Gerhard Baumgartner, jefe del Centro de Documentación de la Resistencia Austriaca.
Desenterrar el arte del período es parte de ese movimiento, y es una forma de aprender más sobre los artistas detrás de las obras pronazi, de los cuales se conoce poco. "Hay una gran necesidad de asumir la historia. Aun hay muchas brechas que deben ser cerradas", señaló la curadora Holzschuh. No es la única forma en que la ciudad confronta su complejo pasado. Viena recientemente anunció una competencia para crear una pieza de arte con la estatua del exalcalde antisemita Karl Lueger, quien inspiró a Hitler, la cual ha sido pintarrajeada varias veces.
La ciudad también analizó los nombres de las calles para señalar a las que rinden homenaje a figuras antisemitas o con un pasado turbio, una tendencia galvanizada por el movimiento estadounidense Black Lives Matter y las protestas en torno a monumentos históricos. Tras mucha controversia, una porción del anillo periférico de Viena, el Ringstrasse, que llevaba el nombre de Lueger, fue rebautizada en 2012.
Holzschuh y Plakolm-Forsthuber también querían revelar cómo algunos artistas continuaron siendo influyentes después de la Segunda Guerra Mundial, como el escultor Wilhelm Frass. Tras la anexión de Austria, Frass profesó su lealtad a los nazis pero continuó trabajando después de la guerra e incluso tuvo obras comisionadas por la ciudad de Viena. La Cámara de Bellas Artes del Reich fue disuelta tras el colapso del nazismo, y los artistas que querían seguir en su profesión debían ser aprobados por el nuevo gobierno para impedir la presencia de nazis.
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La investigación de Holzschuh y Plakolm-Forsthuber culminó con un catálogo de 300 páginas y la propia exhibición. La muestra, abierta en octubre y que seguirá hasta abril, atrajo 4.000 visitantes en su primer mes, "un gran interés" según la portavoz del museo, Konstanze Schaefer. Hasta ahora ha evitado la controversia excepto por un mordaz comentario en el diario austriaco Kurier, que criticó el gasto de dinero para preservar el arte nazi. Pero para la concejal Veronica Kaup-Hasler, quien inauguró la muestra, explorar el pasado es "una buena base para tomar decisiones sobre el futuro".