Obras surrealistas de Alberto Giacometti, inspiradas en su amistad con los artistas de este movimiento y más particularmente con el poeta André Breton, se exponen a partir del miércoles y hasta abril en el instituto Giacometti en París.
Tres esculturas muy diferentes de "El hombre que camina", están en el centro de esta exposición, que pone de relieve los estrechos vínculos que mantenían los dos artistas y sus influencias recíprocas a través de su correspondencia y de cuadernos de dibujo de Giacometti.
También se exponen una decena de cuadros (Miro, Arp, Dalí, Ernst...), procedentes de museos franceses y extranjeros y de colecciones privadas, así como una serie de fotografías que ponen de relieve a varias artistas mujeres de la época: Dora Maar, Leonora Carrington y Meret Oppenheim.
Esta última realizó especialmente "La oreja de Giacometti", sorprendente pequeña escultura de bronce de 10 cm de altura, presentada en la exposición. En el corazón de este universo se encuentra la "Bola suspendida" (metal y yeso), una jaula dentro de la cual una esfera suspendida parece poder deslizarse sobre la arista de una medialuna, adquirida en 1930 por André Breton, líder del grupo surrealista.
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A su lado, el "Cubo" -poliedro irregular de doce caras, vinculado a la muerte y a la melancolía-, realizado por Giacometti a la muerte de su padre, y "El objeto invisible", una mujer semisentada que sostiene en sus manos un objeto invisible, inspirada por una semimáscara de metal, descubierta por los dos amigos en el mercado de pulgas en 1934.
Compartiendo el gusto de los surrealistas por el automatismo, la irracionalidad, el onirismo o el juego del amor cruel, Giacommetti integrará el grupo durante cinco años (1930-1935) antes de alejarse, debido a divergencias de puntos de vista políticos y estéticos, entablando fuertes relaciones de amistad que conservará con varios de sus integrantes, en particular Breton.