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Falleció el artista Abel Rodríguez, el nombrador de plantas

Este jueves se conoció la noticia del fallecimiento del artista indígena nonuya Abel Rodríguez, guardián de los saberes ancestrales del Amazonas que a través de sus ilustraciones contribuyó a los estudios botánicos de la región. Les contamos sobre su vida y obra.

Falleció el artista Abel Rodríguez, el nombrador de plantas
La obra de Abel Rodríguez está reunida de forma cronológica desde 2006 hasta 2024 en el libro "Abel Rodríguez, Mogaje Guihu: el nombrador de plantas".
Tomada de: moma.org

Por décadas, la selva amazónica ha sido fuente de vida, saber y resistencia para los pueblos indígenas. Desde ese corazón verde emergió la voz de Abel Rodríguez en 1941, también conocido como Mogaje Guihu, un sabedor nonuya nacido en La Sabana, situado entre el río Cahuinarí y la parte superior del río Igara-Paraná, cuya obra pictórica se ha convertido en un legado único que entrelaza arte, ecología y memoria ancestral.

Este 10 de abril se conoció la noticia del fallecimiento del artista a través de las redes sociales del Museo Nacional de Colombia, que agradeció la labor de Rodríguez: “dedicó su vida a preservar, a través del dibujo y la palabra, la memoria ecológica, espiritual y cultural de los pueblos indígenas del medio río Cahuinarí”.

Además agregó que “su obra es testimonio vivo del profundo vínculo entre la humanidad y la selva, y de un conocimiento que resiste, florece y trasciende”.

Rodríguez no se formó en academias de arte ni aprendió técnicas en talleres urbanos. Su conocimiento proviene de la tradición oral de su pueblo, de la observación atenta de la naturaleza y de la práctica cotidiana de habitar la selva.

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Cuando el conflicto armado lo desplazó a Bogotá en los años 90, su conocimiento botánico y cosmológico fue acogido inicialmente por investigadores, pero fue el dibujo el canal que le permitió reconstruir, desde el recuerdo, un paisaje que ya no podía habitar.

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Sus obras, detalladas y profundamente simbólicas, retratan árboles, frutos, ciclos de vida, animales y ríos que configuran una selva viva. Cada hoja, cada rama, lleva la precisión de quien ha convivido con esas especies toda la vida.

“Yo hablo adivinando y así pinto adivinando. Así como está la palma en mi mente, voy sacando las raíces, el tronco, la corteza, el cogollo, las ramas, los voy sacando en el aire y en el papel. Es un proceso de recordar, pero también de adivinar las palabras, porque es de allá que nacen cosas”, le dijo Rodríguez al Museo de Arte Moderno, MoMA, en 2024.

Más allá del virtuosismo técnico, sus dibujos son mapas de conocimiento: contienen nombres en lengua indígena, usos medicinales, tiempos de cosecha, cantos rituales. En sus ilustraciones hay ciencia, espiritualidad y poesía.

La importancia de su obra ha trascendido el mundo artístico. No solo se trata de una propuesta estética, sino de un testimonio vital sobre el equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza, un mensaje urgente en tiempos de crisis climática.

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Las instituciones que han acogido su trabajo, como el Instituto de Investigación Alexander von Humboldt, el Museo Reina Sofía en Madrid o la Bienal de São Paulo, han entendido que su obra no solo debe verse, sino escucharse y aprenderse.

Abel Rodríguez fue galardonado en 2014 con el Premio Príncipe Claus de los Países Bajos, y en 2020 fue protagonista de la Bienal de Sydney, donde su obra fue reconocida como una de las más significativas de la muestra. En cada reconocimiento, sin embargo, él insistió en algo fundamental: su arte no es individualista. Es memoria de un pueblo, de una selva y de una relación sagrada con la tierra.

Su historia ha sido contada en el documental de Simón Hernández, en el que se narra su vida como sabio botánico y en el que también emprende un viaje a La Chorrera para llevar los restos de su hijo Juan Abel para enterrarlo en el lugar donde nació, para que pueda descansar en paz.

Además, su extensa obra se recoge en una importante recopilación publicada en 2024 bajo el nombre “Abel Rodríguez, Mogaje Guihu: el nombrador de plantas”, de Ediciones Gamma.

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