Durante mas de 30 años, Jesús Abad Colorado fue testigo de los estragos causados por el conflicto armado en Colombia. La exposición “El Testigo” reúne más de 500 fotografías captadas por el lente de Abad, como el testigo de los testigos de la guerra, que abarca diferentes zonas del país que evidencia el conflicto interno, el abandono estatal y la devastación de las actividades guerrilleras, paramilitares y militares en el país.
Las fotografías tomadas por Abad están exhibidas en cuatro salas, con distintos temas del conflicto. La primera, es ‘Tierra callada’, donde se podrán ver fotografías sobre el desplazamiento; la segunda se llama ‘No hay tinieblas que la luz no venza’, que se centra en la desaparición forzada; la tercera ‘Y aun así me levantaré’, donde se muestran imágenes sobre la violencia contra los civiles y la cuarta es ‘Pongo mis manos en las tuyas’, donde hay fotografías sobre las manifestaciones por la paz, desmovilizaciones y los procesos de recuperación del tejido social.
Estas son las cuatro salas de la exposición:
No hay tinieblas que la luz no venza
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En Colombia 82.998 personas fueron desaparecidas porque, supuestamente, tenían vínculos con la guerrilla o paramilitarismo, o por ser miembros de las juntas de acción comunal para afrontar los grupos delictivos y llevar paz a su comunidad. Entrar en la sala es percibir el duelo de los cientos de familiares que durante tantos años no han encontrado el paradero de sus seres queridos. Muchos de los desaparecidos se encuentran en fosas comunes que difícilmente son identificados. No existe una garantía por parte del Gobierno y no hay el personal necesario para las exhumaciones correspondientes.
El frío corre por todo el cuerpo al ver las personas con gestos desgarradores extrañando la presencia de su familiar. Muchos de ellos padres, hijos y hermanos que fueron llevados forzadamente a una muerte inesperada. Los malhechores no saben el vacío que puede dejar la muerte violenta de un ser amado. Desde un plano ancestral, las víctimas recurren a los sueños de sus familiares para enviarles un mensaje de su paradero, pero de los miles de personas que han sido desaparecidas son pocas las que pueden regresar de una u otra forma a su hogar, a veces en cenizas
Operación Orión
Entre el 16 y el 19 de octubre de 2002, la comuna 13 de Medellín fue el epicentro de la operación militar urbana más grande de la historia del país, que tenía como propósito acabar con el último bastión de las guerrillas en el país. Las fuerzas armadas del Ejército y la Policía, con ayuda de los Paramilitares (como se revela en la foto La Escombrera de Jesús Abad Colorado), entraron a la comuna para combatir a los milicianos de las FARC, ELN y los CAP (Comando Armados del Pueblo) camuflados entre civiles.
Esta operación dejó más de 200 heridos, 370 capturas arbitrarias, al menos 95 desaparecidos y 88 asesinatos. La Fiscalía ordenó la libertad de 88 de los judicializados. En el 2007 solo 2 de los capturados habían sido condenados. Diego Herrera, director del IPC, dice que lo más preocupante es que “Orión permitió sacar a un grupo armado (la guerrilla), para darle entrada a otro, que terminó controlando lo que pasaba en la Comuna 13. Esta fue la puerta de entrada a la hegemonía paramilitar que se vivió después en todo Medellín”.
En agosto de 2015, con base en información de varios exparamilitares, se concluyó que varios de los desaparecidos fueron asesinados y arrojados a La Escombrera, la Fiscalía decidió dar inició a las excavaciones en dicho lugar. La exhumación duró cinco meses, no dio ningún resultado, los forenses no encontraron nada. Los familiares de los desaparecidos de la Comuna 13 todavía exigen exhumar los dos polígonos de La Escombrera que la Fiscalía aún no ha intervenido.
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Juan Carlos Villa Saldarriaga, alias Móvil 8, fue uno de los fundadores del Bloque Cacique Nutibara de las AUC, el bloque con el que alias Don Berna ejerció control en Medellín desde 2001. Villa Saldarriaga se encuentra en la cárcel La Picota de Bogotá donde paga una condena de 40 años con la justicia ordinaria por haber asesinado a un hombre y dejar herida a una mujer. En 2017, 15 años de la operación Orión, este exparamilitar reveló en una entrevista con Pacifista que con su bloque fueron los guías de dicha operación. 16 años después las víctimas siguen clamando por la verdad sobre el paradero de sus familiares. Este país tiene que plantearse un serio proceso de justicia y reparación donde todas las víctimas sepan la verdad, donde los victimarios pidan perdón y sobre todo donde haya un proceso de memoria para que nunca más se repitan historias como estas.
Tierra callada
La Marcha del Ladrillo se originó en Granada, Antioquia, durante 2001, en medio de la destrucción causada por las Farc. La devastación dejó aproximadamente 260 viviendas destruidas y 23 personas perdieron la vida. La incursión guerrillera, que tenía por lo menos 600 miembros, tenía como finalidad atacar el Comando de Policía. El Ejército había abandonado la zona durante tres meses y causó indignación sobre la población. Además, existía información de inteligencia de la planeación guerrillera contra el casco urbano y no se tomaron las medidas necesarias para contrarrestar la masacre.
Entrar en “Tierra Callada” es sentir el dolor en la planta de los pies, abandonar los bienes materiales que se han conseguido con sudor en la frente y cargar en los hombros lo más necesario para salir de la guerra. Los desplazamientos forzados han superado la cifra de 7 millones causados por grupos guerrilleros y bandas delictivas que comandan zonas en Colombia. Son pocas las poblaciones donde nuevamente se puede retornar, sabiendo así que el conflicto aún está latente en sus casas, en los estragos de la guerra, pero que aún así el valor y la fe que tienen cientos de campesinos por regresar a sus cultivos se extiende y confronta el miedo. Unidos hacen más.
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