Las casas de madera de todos los colores y los botes dibujan el paisaje de Buenavista, uno de los caseríos que está ubicado en la albufera y en donde el tiempo parece no pasar pues la internet llegó apenas hace unos meses, las conexiones de celular son débiles y muy pocas familias tienen televisor."Nuestra figura aquí no es anfibia, porque anfibia se relaciona a agua y tierra. Solo somos agua, somos acuáticos", cuenta a EFE Andrea Álvarez, profesora de la Institución Educativa Técnica Departamental San José, a la que asisten más de 150 niños.Los habitantes de este pueblo flotante son entusiastas, sueñan con un mejor futuro y creen en que las cosas van a mejorar, a pesar de las adversidades que viven cuando la pesca no está buena o de que el tiempo allí pasa mucho más lento que en las grandes ciudades."Como se vive de la pesca (...) hoy hay, mañana no hay y así sucesivamente. Eso es lo que se hace acá: ir a pescar, vivir del día a día, el padre de familia manda a su niño al colegio", añade Álvarez.La rica cultura de los pueblos de palafitos también cautivó a Carlos Vives, quien compuso sus últimos dos álbumes, Cumbiana y Cumbiana II, inspirado en las costumbres de una región que conoce desde que era niño, cuando acompañaba a su padre, el médico Luis Aurelio Vives, a llevar servicios médicos a las comunidades.Comunidad resiliente y luchadoraEl 21 y 22 de noviembre de 2000 paramilitares del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) llegaron a las comunidades de Buenavista y Nueva Venecia y perpetraron una masacre en la que, según cifras oficiales, fueron asesinadas 39 personas, aunque la comunidad cree que fueron más de 70.Eso provocó un desplazamiento masivo de unas 4.000 personas que huyeron de la violencia, muchas de las cuales no volvieron nunca por miedo, lo que, según el Centro Nacional de Memoria Histórica, hizo que se perdieran una "serie de prácticas culturales características de las comunidades anfibias". Álvarez, con la voz entrecortada, recuerda con dolor esos hechos, pues ella es una de las miles de víctimas que dejó esa incursión paramilitar que cambió a su pueblo."Es un tema bastante difícil de tocar porque cayó (en la matanza) un hermano. En ese tiempo pensé: 'me traslado, me voy', pero aquí está otra familia, está mi otro hermano, y como por sangre, por enraizarse uno, volví, porque sabía que no lo podía dejar solo. En ese tiempo del desplazamiento, además, solo regresamos dos docentes", afirma.La profesora se propuso entonces mantener la educación de los niños y junto a la otra maestra trabajó a doble jornada "con tal de sacar a la comunidad adelante" y de que los pequeños tuvieran la mente distraída, no estuvieran pensando en eso que a lo mejor no vivieron directamente pero que sí causó zozobra entre los que tuvieron que huir.La matrona del puebloEntre los habitantes de Buenavista hay una mujer que sobresale: Manuela Guerrero, de 86 años, quien ha vivido toda su vida sobre las aguas de la Ciénaga Grande de Santa Marta.Ella es la matrona de la comunidad y aún sigue siendo partera, un trabajo al que se ha dedicado casi medio siglo. También continúa aplicando inyecciones y haciendo curaciones a quienes la buscan. "Lo hago sin ningún interés porque no me pagan nada", cuenta a EFE la mujer, que a pesar de su edad se mantiene muy vital y sigue haciendo las labores a las que se ha dedicado casi toda su vida.Guerrero recuerda la época de la violencia, pero también se acuerda de cómo regresaron los desplazados y de cómo Buenavista cambió, de cómo era antes y cómo es ahora.La mujer, que esboza una sonrisa mientras habla, carga en sus espaldas el bagaje cultural de la comunidad de Buenavista, que resiste y trata de mantener vivas las costumbres que la hacen única. Recuerde conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"El ganador de esta Hackathon fue el proyecto Diámetro por su concepto, su diseño y funcionalidades, ha sido el proyecto con mayor potencial de convertirse en una aplicación útil para periodistas colombianos", dijo la directora de Estrategia de la Agencia EFE, Soledad Álvarez, miembro del jurado durante la premiación.La iniciativa, impulsada por la Agencia EFE, la Fundación Gabo y Minsait -compañía del grupo Indra-, en colaboración de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), se celebró en Bogotá los pasados 22 y 23 de octubre buscando crear una aplicación que ayude a los periodistas.En la Hackhaton participaron cuatro equipos y los ganadores recibirán un premio de 2.500 dólares. "Pusimos en marcha esta iniciativa con la voluntad de ayudar a los compañeros que están en coberturas peligrosas", dijo el director editorial de América de la Agencia EFE, Manuel Fuentes. Además de Álvarez, el jurado estuvo conformado por el presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo, Jean Francois Fogel, así como por los directores de Tecnologías Digitales Minsait, Javier Mauricio Ortiz, y de la FLIP, Jonathan Bock.Inspiración para la protección"Diámetro, herramientas de seguridad para el periodista" es una aplicación desarrollada por Laura Poveda, Juan Pablo Barriga, Kevin Castrillón, Natalia Sanabria y Geisson Ponce. "Para nosotros es un honor haber ganado y haber compartido con todos nuestros conocimientos en esta labor que es para nosotros muy importante", expresó Poveda tras el anuncio.La joven relató que todo surgió de una reflexión tras el asesinato de los periodistas Leiner Montero y Dilia Contreras, perpetrado en el municipio de Fundación (norte) a donde había viajado para cubrir unas fiestas patronales. "Ese suceso desató mucha sombra, mucho miedo en varios periodistas de la región y también nos hizo preguntarnos qué hubiera pasado si el periodista tuviera una opción para haber anunciado momentos antes la amenaza", dijo.Poveda se preguntó "qué pasaría si alguno de los sobrevivientes hubiese alertado de lo que estaba pasando. Eso queríamos saber, empezar a solucionar, no solamente para ese periodista sino para muchos que lamentablemente perdieron la vida".Diámetro busca que "el periodista se sienta seguro, pueda compartir su testimonio y su material", con un botón que avisa a organizaciones como la FLIP y a los contactos de emergencia del periodista. Además, cuenta con un temporizador en el que el periodista puede introducir la hora de arranque y de conclusión de una cobertura, y en caso de que no se reporte cuando se agota el tiempo, envía un aviso.Entre las particularidades de las aplicación destacaron además una bitácora que los periodistas pueden hacer al introducir los datos y riesgos de una cobertura, así como incluir la documentación de su investigación para tenerla a salvo en caso de que les suceda algo.Escuche lo mejor de la música clásica por la señal en vivo de la HJCK.
Más allá del hecho biológico —detención del latido cardiaco— la muerte es un acontecimiento individual. Su complejidad atraviesa dimensiones sociales, culturales y religiosas, y son esas particularidades las que amplían sus lecturas y significados, los rituales que la acompañan y las formas en las que se eligen recordar a los muertos. Aunque suceda de zarpazo o llegue por fin después de un larga enfermedad, hay siempre una necesidad de contar la vida de quien ya no está, bien sea por honrar su memoria o como una forma de combatir la ausencia, y es justo en esa instancia que el leguaje funciona como un punto de encuentro. Así, es fácil preguntarse cómo se narra la muerte en un país que registra tantas masacres hasta la pérdida de cuenta. En La figura de la muerte en la memoria literaria colombiana, Ida Viviana Valencia Ortiz, literata bogotana, asegura que "Pensar la identidad de una nación a partir de su literatura nos permite acceder a diversos elementos que, a través de la ficción, se erigen como figuras simbólicas que revelan características importantes para interpretar las causas y los efectos de las dinámicas culturales que hacen historia y tejen identidad en un país". Bajo esa perspectiva, la literatura funciona como un medio para comprender distintas construcciones metafóricas que varios autores han creado sobre la muerte y que, a manera de documento de memoria, coinciden con hechos históricos de violencia. En este texto hacemos un intento por identificar algunas de las narraciones que han explorado episodios macabros de nuestra historia: la muerte, las masacres; los mismos que a través de la ficción, han dotado de distintos sentidos la pérdida de la vida. A menudo se habla del eterno retorno de la guerra en Colombia como un rezago y una deuda con la modernidad. Para Valencia tiene que ver con el origen de buena parte de los países latinoamericanos porque se encuentran "anclados en los principios de la civilización, cuando se les ocurrió a los europeos venir a saquear a los países del Tercer Mundo para acrecentar sus fortunas y poder continuar con sus matrimonios acaudalados, con su expansión santa, que traía a estas tierras violencia, enfermedad y muerte, aliados de la destrucción, la venganza". Ese hecho fundacional, atravesado por la violencia y la posesión a la fuerza, arrasó no solamente con los bienes de las comunidades indígenas sino que eliminó sus conocimientos y con la destrucción de esa cosmovisión, la realidad perdió el sentido, dejando apenas un espacio estrecho para la imposición de pensamiento. Con el tiempo, la violencia ha cambiado de formas pero no se ha moderado. Por el contrario, ha afinado los modos de operar y ha mantenido el viejo silencio conocido ante la muerte. "Escudriñar entonces en las líneas de la ficción, donde es posible construir un mundo al antojo de quien crea la narración, la novela, donde la sociedad funciona con las reglas que el autor impone desde su relación con el mundo real, tal vez para satisfacer sus deseos de poder, tal vez para evocar un mundo diferente y explorar los posibles pasados, los posibles futuros en los que la situación sea diferente de la real, de la que cuenta la historia o de la que se vislumbra reflexionando los panoramas cerrados de sociedades caóticas como la colombiana (entre muchas otras)", propone Valencia al revisar la ficción como un mapa de navegación de la historia del país.Los titulares, las noticias y los informes hablan de personas asesinadas, de cuerpos hallados sin vida, despojando a quien ha muerto de su nombre, su historia y su pasado, como si todo el relato de su vida solo pudiera contarse desde ese fatídico instante en que su corazón se detuvo. Sobran los eufemismos en los discursos oficiales para referirse a ellos porque ha alcanzado la desidia y el cinismo para inventar que hay muertos buenos y muertos malos, dando cabida a una idea macabra del merecimiento de la tragedia. Si bien las estadísticas no los nombran ni reconocen su individualidad, al menos los contienen. Según el Registro Único de Víctimas (RUV), históricamente 9'204.910 personas han sido reconocidas como víctimas en Colombia y 1.804.832 más, a pesar de ser víctimas directas de desaparición forzada y homicidio, no han tenido atención ni reparación estatal.La muerte y la literatura colombianaLa importancia de nombrar y contar lo que ha sucedido a través de la literatura, explica Valencia, es que "logra mostrarnos diferentes puntos de vista de la historia, diferentes maneras de nombrar la realidad inmiscuida en nuevos mundos, en sus narraciones que permiten a los lectores y lectoras acercarse a la historia con otros ojos, recomprender su pasado y de esta manera iniciar la comprensión de su contemporaneidad". Desde la orilla de la ficción recordamos algunas postales literarias, relatos sobre la muerte que acompañan y dan forma a un velorio que no termina."Los Ejércitos", de Evelio Rosero“Comeré lo que hayan dejado en sus cocinas, dormiré en todas sus camas, reconoceré sus historias según sus vestigios, adivinando sus vidas a través de las ropas que dejaron, mi tiempo será otro tiempo, me entenderé, no soy ciego, sanará mi rodilla, caminaré hasta el páramo como un paseo y después regresaré, mis gatos continuarán alimentándome, si llorar es lo que queda, que sea de felicidad, ¿voy a llorar?, no, solo arrojar una carcajada impredecible que me ha amparado todo el tiempo, y voy a reír porque acabo de ver a mi hija, a mi lado, te has sentado en esta piedra, le digo, espero que entiendas todo el horror que soy yo, por dentro, o todo el amor -esto último lo digo con voz alta y riéndome-, espero que te acerques compadeciéndome, que perdones al único culpable de la desaparición de tu madre, porque la dejé sola"."Abraham entre bandidos", de Tomás GonzálezAño 1954. A Abraham lo esperan en su casa. Enrique Medina, un reconocido bandolero que fue su compañero de primaria, ha decidido llevárselo a la fuerza para el monte. La guerra es la misma que había años antes y que habrá años después. Mientras Abraham y su amigo Saúl aguardan —a veces impacientes, a veces estoicos— el final de una marcha que parece infinita, en la ciudad, Susana, esposa de Abraham, cuenta las historias que componen la otra cara de la moneda: la de más de cincuenta años de una vida familiar que nunca ha estado del todo ajena al conflicto. En el monte, víctimas y victimarios entretejen sus vidas y descubren que los enemigos se convierten en cómplices cuando se comparte una misma miseria."La gente volvía a hacerse ilusiones y a pensar que ahora sí llegaría la paz. Uno se engaña. Algún día se acabarán, claro, porque nadie se acostumbra a que anden matando así a la gente (ni siquiera los que matan), pero vea usted en lo que estamos todavía"."Los Ejércitos", de Evelio Rosero“Comeré lo que hayan dejado en sus cocinas, dormiré en todas sus camas, reconoceré sus historias según sus vestigios, adivinando sus vidas a través de las ropas que dejaron, mi tiempo será otro tiempo, me entenderé, no soy ciego, sanará mi rodilla, caminaré hasta el páramo como un paseo y después regresaré, mis gatos continuarán alimentándome, si llorar es lo que queda, que sea de felicidad, ¿voy a llorar?, no, solo arrojar una carcajada impredecible que me ha amparado todo el tiempo, y voy a reír porque acabo de ver a mi hija, a mi lado, te has sentado en esta piedra, le digo, espero que entiendas todo el horror que soy yo, por dentro, o todo el amor -esto último lo digo con voz alta y riéndome-, espero que te acerques compadeciéndome, que perdones al único culpable de la desaparición de tu madre, porque la dejé sola". "Changó el gran putas""Dame, padre, tu palabra,la palabra evocadora de la espada de Soundjatala sangrienta espada cantada por tu korala que bañó en sangre el suelo de Krinasolo para que Changó-Soltodas las tardesallí manchara su máscara roja.¡Padre Kissi-Kama, despierta!Aquí te invoco esta noche,junta a mi voz tus sabias historias.¡Mi dolor es grande!(Hay un vodú escondido en la koradolor antiguoalguien lloradolor de las madres cuando pierden el hijo,alguien lloradolor de las viudas enjugándose con las sábanasdel muerto,alguien lloradolor de los huérfanos,dolor que cierra los ojoscuando el sol se apaga en pleno díahay un vodú escondido en la koraun dolor antiguo)"."Río Muerto", de Ricardo Silva Romero"Un relámpago entre el monte encendió las siluetas armadas con fusiles y describió los escombros del camino destapado. Hubo una parte de él, tal vez su cuerpo, que alcanzó a preguntarse –y su voz de la conciencia, que no tenía otra voz, era grave– “¿por qué no estoy pisando el acelerador?”, “¿por qué no estoy escapándomele a esta muerte”, “¿por qué no corro hacia las lomas junto a Belén?”. Pero el resto fueron las luces polvorientas y el estrépito del furgón. Fue frenando de a pocos para no llevarse por delante a sus tres, cuatro asesinos. Y luego, cuando su resignación apagó el camión y abrió la puerta y se bajó de un salto a la carretera y notó que iba a morir jadeando de miedo, vinieron los fusilazos en la oscuridad: «Tome por sapo, bobo hijueputa».Se desgonzó. No se fue atrás como un hombre talado, sino abajo como un hombre sin huesos, como si morir fuera lo mismo que ser asesinado. Cerró los ojos y se dijo «no», pero quería y no podía gritar “ay”, unos segundos antes de desfallecer en el suelo cubierto de charcos y de piedras".
Bogotá es una ciudad diversa. De ella forman parte los pueblos indígenas, afrocolombianos, palenqueros, raizales y rom, y es importante que (re)conozcamos sus aportes. Sin embargo, el racismo y la discriminación han invisibilizado la historia de estos pueblos. En la escuela aprendemos una historia colonial que glorifica a los conquistadores españoles, y que dice poco o nada sobre la cacica Gaitana, sobre Bochica y Bachué, sobre la existencia de pictogramas en Suacha —nombre original muisca—, que no han sido preservados debidamente, a pesar de su importancia.Las narraciones de este libro tienen un valor profundo. Muestran las resistencias históricas de los pueblos indígenas, su fuerza, la profundidad de su palabra, cosas a las que ningún prólogo puede hacerles justicia. Plantean un llamado a pensarnos como sociedad, a escucharnos, a dialogar, a fortalecer la palabra, a tejer una sociedad distinta, a que Bacatá se reconozca diversa y lo ponga en práctica.El llamado que hacen estos textos es entonces a recuperar la memoria y la verdad, que, sin las voces de los pueblos indígenas, del pueblo negro, afrocolombiano, raizal, palenquero y rom, sin las voces de las mujeres, de las y los campesinos, no será verdad completa.El llamado desde la Comisión de la Verdad es a que la voz de los pueblos indígenas, la palabra de quienes han escrito estos textos, nos transforme y nos permita vernos al espejo con la imagen de la diversidad de nuestra nación, haciéndoles justicia a las mujeres y hombres indígenas y a sus luchas históricas.Aquí pueden leer y descargar los textos.
Durante mas de 30 años, Jesús Abad Colorado fue testigo de los estragos causados por el conflicto armado en Colombia. La exposición “El Testigo” reúne más de 500 fotografías captadas por el lente de Abad, como el testigo de los testigos de la guerra, que abarca diferentes zonas del país que evidencia el conflicto interno, el abandono estatal y la devastación de las actividades guerrilleras, paramilitares y militares en el país.Las fotografías tomadas por Abad están exhibidas en cuatro salas, con distintos temas del conflicto. La primera, es ‘Tierra callada’, donde se podrán ver fotografías sobre el desplazamiento; la segunda se llama ‘No hay tinieblas que la luz no venza’, que se centra en la desaparición forzada; la tercera ‘Y aun así me levantaré’, donde se muestran imágenes sobre la violencia contra los civiles y la cuarta es ‘Pongo mis manos en las tuyas’, donde hay fotografías sobre las manifestaciones por la paz, desmovilizaciones y los procesos de recuperación del tejido social.Estas son las cuatro salas de la exposición: No hay tinieblas que la luz no venzaEn Colombia 82.998 personas fueron desaparecidas porque, supuestamente, tenían vínculos con la guerrilla o paramilitarismo, o por ser miembros de las juntas de acción comunal para afrontar los grupos delictivos y llevar paz a su comunidad. Entrar en la sala es percibir el duelo de los cientos de familiares que durante tantos años no han encontrado el paradero de sus seres queridos. Muchos de los desaparecidos se encuentran en fosas comunes que difícilmente son identificados. No existe una garantía por parte del Gobierno y no hay el personal necesario para las exhumaciones correspondientes.El frío corre por todo el cuerpo al ver las personas con gestos desgarradores extrañando la presencia de su familiar. Muchos de ellos padres, hijos y hermanos que fueron llevados forzadamente a una muerte inesperada. Los malhechores no saben el vacío que puede dejar la muerte violenta de un ser amado. Desde un plano ancestral, las víctimas recurren a los sueños de sus familiares para enviarles un mensaje de su paradero, pero de los miles de personas que han sido desaparecidas son pocas las que pueden regresar de una u otra forma a su hogar, a veces en cenizasOperación OriónEntre el 16 y el 19 de octubre de 2002, la comuna 13 de Medellín fue el epicentro de la operación militar urbana más grande de la historia del país, que tenía como propósito acabar con el último bastión de las guerrillas en el país. Las fuerzas armadas del Ejército y la Policía, con ayuda de los Paramilitares (como se revela en la foto La Escombrera de Jesús Abad Colorado), entraron a la comuna para combatir a los milicianos de las FARC, ELN y los CAP (Comando Armados del Pueblo) camuflados entre civiles.Esta operación dejó más de 200 heridos, 370 capturas arbitrarias, al menos 95 desaparecidos y 88 asesinatos. La Fiscalía ordenó la libertad de 88 de los judicializados. En el 2007 solo 2 de los capturados habían sido condenados. Diego Herrera, director del IPC, dice que lo más preocupante es que “Orión permitió sacar a un grupo armado (la guerrilla), para darle entrada a otro, que terminó controlando lo que pasaba en la Comuna 13. Esta fue la puerta de entrada a la hegemonía paramilitar que se vivió después en todo Medellín”.En agosto de 2015, con base en información de varios exparamilitares, se concluyó que varios de los desaparecidos fueron asesinados y arrojados a La Escombrera, la Fiscalía decidió dar inició a las excavaciones en dicho lugar. La exhumación duró cinco meses, no dio ningún resultado, los forenses no encontraron nada. Los familiares de los desaparecidos de la Comuna 13 todavía exigen exhumar los dos polígonos de La Escombrera que la Fiscalía aún no ha intervenido.Juan Carlos Villa Saldarriaga, alias Móvil 8, fue uno de los fundadores del Bloque Cacique Nutibara de las AUC, el bloque con el que alias Don Berna ejerció control en Medellín desde 2001. Villa Saldarriaga se encuentra en la cárcel La Picota de Bogotá donde paga una condena de 40 años con la justicia ordinaria por haber asesinado a un hombre y dejar herida a una mujer. En 2017, 15 años de la operación Orión, este exparamilitar reveló en una entrevista con Pacifista que con su bloque fueron los guías de dicha operación. 16 años después las víctimas siguen clamando por la verdad sobre el paradero de sus familiares. Este país tiene que plantearse un serio proceso de justicia y reparación donde todas las víctimas sepan la verdad, donde los victimarios pidan perdón y sobre todo donde haya un proceso de memoria para que nunca más se repitan historias como estas.Tierra calladaLa Marcha del Ladrillo se originó en Granada, Antioquia, durante 2001, en medio de la destrucción causada por las Farc. La devastación dejó aproximadamente 260 viviendas destruidas y 23 personas perdieron la vida. La incursión guerrillera, que tenía por lo menos 600 miembros, tenía como finalidad atacar el Comando de Policía. El Ejército había abandonado la zona durante tres meses y causó indignación sobre la población. Además, existía información de inteligencia de la planeación guerrillera contra el casco urbano y no se tomaron las medidas necesarias para contrarrestar la masacre.Entrar en “Tierra Callada” es sentir el dolor en la planta de los pies, abandonar los bienes materiales que se han conseguido con sudor en la frente y cargar en los hombros lo más necesario para salir de la guerra. Los desplazamientos forzados han superado la cifra de 7 millones causados por grupos guerrilleros y bandas delictivas que comandan zonas en Colombia. Son pocas las poblaciones donde nuevamente se puede retornar, sabiendo así que el conflicto aún está latente en sus casas, en los estragos de la guerra, pero que aún así el valor y la fe que tienen cientos de campesinos por regresar a sus cultivos se extiende y confronta el miedo. Unidos hacen más.
Desde el 1 de noviembre de 2021 está disponible a través de las plataformas de streaming el podcast "Luz de la Noche": una serie inspirada en testimonios reales de víctimas del conflicto colombiano, presentado por la Comisión de la Verdad. El secuestro, el desplazamiento forzado, el reclutamiento infantil son algunos de los temas complejos que se abarcan desde un guion que ofrece a los oyentes una experiencia profunda y conmovedora y donde a la vez, la resistencia, la resiliencia, el perdón y los deseos de paz juegan un papel protagónico de cara a la realidad nacional.Con un diseño sonoro envolvente y de alta calidad, "Luz de la Noche" lleva a los oyentes hasta el lugar de los hechos para tener una experiencia íntima e inmersiva con cada relato: “Buscamos que el diseño sonoro aporte riqueza ambiental a la narrativa para llevar la experiencia de escucha a las personas y ponernos en los zapatos de las víctimas y conectar con ellas a través de sus historias”, afirma Nicolás Vallejo, director de Camino, estudio desde el cual se desarrolló este contenido.Desde el Guaviare al Chocó, pasando por el altiplano, por el Huila, el Valle y Santander, los testimonios llevan a través de sus capítulos a los oyentes por diferentes territorios de Colombia. Son en total 15 capítulos con una duración de 5 minutos cada uno, en el que podrán escucharse en las principales plataformas de streaming como Spotify, Apple Podcast, Google Podcast y Deezer.Con "Luz de la Noche", el país pueda acercarse al trabajo de investigación y de escucha que ha hecho la Comisión de la Verdad con las víctimas, los responsables, los testigos y las comunidades que vivieron en carne propia el conflicto armado. “Son historias no solo de dolor, sino también de la valentía de la gente y de la forma como las comunidades resistieron durante este tiempo , se enfrentaron y encontraron caminos de convivencia pacífica en los territorios, incluso en medio de la guerra”, afirma Tania Rodríguez Triana, Directora de Territorios de la Comisión de la Verdad.En el primer episodio del podcast, "Dolor de madre”, se narra la historia de una guerrillera que en 1999, rompió las reglas de las filas al parir y entregarle su bebé recién nacida a una mujer campesina, ordenándole cuidarla. Doce años después, el Estado inició una persecución en contra de la campesina, acusándola de ser colaboradora de las Farc-EP por haber criado a la niña como suya.
"Estábamos hablando de la historia de Colombia y llegamos a la conclusión de que (...) estas reflexiones ganaban en ser compartidas", explicó Betancourt, quien estuvo secuestrada por la disuelta guerrilla de las FARC desde 2002 hasta 2008, cuando la liberaron tropas colombianas en momentos en que Santos era ministro de Defensa.Santos y "yo queríamos entregar unas claves de reflexión (...) Es un libro específicamente importante para la coyuntura de hoy, de la actualidad colombiana, una mirada que nos permite nutrirnos del pasado para saber qué está pasando", dijo la franco-colombiana de 59 años.Como antigua rehén y simpatizante del pacto de paz que acabó en 2016 con un conflicto de más de medio siglo con las FARC, "Ingrid encarnaba algo que el mundo necesita, que es la capacidad de perdonar, de reconciliarse, de dejar a un lado los odios (...) y le dije: 'Escribamos esto, porque es un mensaje de esperanza'", dijo de su lado el expresidente colombiano (2010-2018).En el libro, cuyo germen estuvo en un encuentro en Oxford entre ambos justo antes de la pandemia, van pasando revista a los diferentes acontecimientos que moldearon el presente de su país de los que fueron testigos privilegiados, desde que Betancourt fue asesora de Santos cuando este era ministro de Comercio Exterior a principios de los noventa."Tenemos diferencias en muchos puntos de vista de lo que nos ha sucedido o experiencias que hemos tenido los dos desde ángulos diferentes, pero sí hay comunes denominadores que nos unen muchísimo", explicó Santos en rueda de prensa en Madrid.Una buena parte de los diálogos que nutren el libro, que fueron moderados por el escritor Juan Carlos Torres, abordan el secuestro de Betancourt y la Operación Jaque, el operativo que la rescató con otros 14 rehenes el 2 de julio de 2008. El texto tiene "esa parte de emoción casi cinematográfica", dijo Santos al recordar el día del rescate cuando esperaba en una base militar: "Cuando entré al avión, la primera persona que estaba enfrente era Ingrid, y ese abrazo (que le di) todavía la sangre me hierve, porque fue uno de los momentos más emocionantes"."Salimos (del avión), la tomé de la mano, le pregunté qué quería, y me dijo que un cigarrillo y un yogur; entonces nos sentamos en un andén a fumar un cigarrillo y a comer un yogur", señaló Santos.Betancourt recuerda con emoción que Santos le dijo "te tengo una sorpresa" y le pasó el teléfono para que hablara con su madre tras años de secuestro. "Es increíble que a Juan Manuel y mí nos haya tocado vivir tantas cosas fuertes juntos", dijo Betancourt, recordando que fue ella quien llamó a Santos, cuando todavía era madrugada en Colombia, para avisarle "que se había ganado el Premio Nobel de la Paz" en 2016.
La Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, en alianza con la Universidad Pedagógica Nacional, presenta "Historias Pendientes: niñas, niños y adolescentes en el Conflicto Armado en Colombia", una colección de relatos cuyos protagonistas en algún momento del camino se han cruzado con la organización y sus colaboradores."Historias Pendientes" reúne seis historias escritas: Hacer memoria de lo que duele para dar la mano a los otros, Más allá de esas dos montañas, Se están llevando a nuestros niños y niñas: Escenas de la vida de un líder wounaan, Un plasma de pulgadas, Su pasión era el fútbol y El movimiento artístico Minga.Lean aquí el prólogo del libro:"Queridos y queridas lectoras: Acaban de abrir un presente inspirado en historias de niñas, niños y adolescentes que han tenido que enfrentar las crueldades de la guerra en Colombia. En estos textos, llenos de múltiples sensaciones y episodios, les invitamos aconectarse desde el corazón con su pasado, su presente y el destino que les espera dentro o fuera de una nación que tan lejos está de proteger los derechos de la niñez y la juventud. Nuestro país ha vivido en conflicto armado durante más de seis décadas. En ese trascurrir, generaciones de niñas y niños han visto sus sueños truncados, en algunos casos han sido obligados a combatir en una guerra que nunca les ha pertenecido; en otros casos, no regresaron a sus hogares y aún hoy no sabemos qué ocurrió con ellos y ellas. Quizá, porque no hubo un lugar a donde volver, pues por allí pasó el desplazamiento, el desalojo, la muerte y los territorios vieron cómo sus habitantes dejaban atrás a sus seres queridos y sus vidas comenzaban a cargar las penurias del recuerdo. Vivir aquí no ha sido nada fácil, si bien en la ciudad a veces pensamos que el conflicto ocurre en la ruralidad, la guerra no ha tenido espacio vedado y ha pasado por todos lados. Pero si nos adentramos en las narraciones que tienen en sus manos y escuchamos, con la atención que merecen, las historia de las niñas y los niños, podremos comprender lo que nos ha sucedido como país y lo que desde las fibras más profundas nos queda como tarea a la sociedad. Tal vez la más importante sea darle un lugar esencial en la memoria colectiva al dolor que se le ha causado a la niñez y a la adolescencia en Colombia víctima del conflicto armado.A parte del desconocimiento y la indiferencia, también se han intentado usar los temas referidos a las niñas, niños y adolescentes como banderas políticas y muchas veces se han utilizado para mantener y agudizar la polarización en el país. Afortunadamente, gracias a las redes de apoyo y a las circunstancias, muchas y muchos han logrado sobrevivir y finalmente llegar a la etapa adulta. La experiencia de haber tenido que ponerle la cara al conflicto armado con gestos de vida, nos da la fuerza para seguir en la búsqueda de diferentes caminos que nos lleven a un país que solo hemos visto en sueños, con una sociedad y un Estado más justos y responsables de la niñez y la adolescencia que crece todos los días en nuestro territorio. Esta vez, desde la Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia (COALICO), como espacio colectivo de organizaciones de la sociedad civil que desde 1999 se ha comprometido con la visibilización de las situaciones que vulneran los derechos de las niñas, niños y adolescentes en ocasión y relación directa o indirecta con el conflicto armado y la búsqueda permanente de alternativas que contribuyan a la disminución de los impactos de la guerra en sus vidas, queremos darle paso a la voz que emerge desde el espíritu de varias niñas y niños que nos han permitido inspirarnos en sus propios actos de existencia, con sus motivos de sufrimiento y de esperanza y que juntos se han hecho presente y han llegado a las manos de quien nos lee en este momento. La presente publicación se constituye en una colección de relatos cuyos protagonistas en algún momento del camino se han cruzado con la COALICO y/o con sus organizaciones. A este encuentro afortunado se han sumado tres personas en particular que le dieron vida a los escritos que aquí se consignan en seis historias pendientes; pendientes de ser contadas y ser conocidas, por quien las lea en una primera instancia y pueda hacerlas llegar al corazón de la humanidad. Pero, ¿de quiénes estamos hablando? ¿Quiénes son esas tres personas que le dan forma a “Historias pendientes: niñas, niños y adolescentes en el conflicto armado en Colombia”? Pilar Lozano y Fernando González Santos son escritores colombianos que han dedicado parte de su producción literaria a la memoria histórica del conflicto armado y a las voces de las víctimas; que pasan por la experiencia de los niños en la guerra en textos como “Era como mi sombra”, novela escrita por Pilar; hasta la dura experiencia que el país atraviesa con la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985 en Bogotá y que permitió a Fernando darle vida a la novela “Vivir sin los otros”.Hacemos un reconocimiento especial y damos nuestro más profundo agradecimiento a quienes inspiraron el resto de las historias pendientes. Cada persona ha sido un regalo de la vida que hemos tenido oportunidad de encontrarnos en el camino como COALICO. Adriana, José, Diana, Alonso y Ricardo, son las y los protagonistas junto con DYH de cada uno de los textos que aquí les compartimos. Adriana inspira “Hacer memoria de lo que duele para dar la mano a los otros”; José Paz, por su parte, es el protagonista de “Se están llevando a nuestros niños y niñas”; Diana es la fuerza y la constancia de “Más allá de las dos montañas”; mientras tanto, Alonso nos comparte “Su pasión era el futbol”; Ricardo le pone ritmo a esta colección siendo el corazón de “El movimiento artístico Minga” y, finalmente, DYH y su esposa nos comparten “Un plasma de pulgadas”. Para nosotros cada persona y su historia son la columna de diferentes procesos que hemos emprendido para la promoción, defensa y protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes víctimas del conflicto armado, que finalmente convergen en las líneas de trabajo que hicieron parte del Proyecto: Niños, Niñas y Adolescentes en el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR) son Oportunidad para la Paz CON-026-4600, y para el cual contamos con el apoyo de la Embajada de los Países Bajos en Colombia y el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ) desde julio de 2018.Como sociedad civil vimos en el “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” entre el Gobierno colombiano y la extinta guerrilla de las FARC-EP, una oportunidad para superar el dolor, el miedo, la zozobra, las violaciones de los derechos humanos, en particular contra niñas, niños, adolescentes y jóvenes, y de este modo avanzar hacia el Estado social de derecho que tenemos prometido desde hace ya 30 años formalmente en nuestra Constitución Política. En nuestro caso, nos aferramos al punto 6.1.3. que determinó que como parte de otras medidas “En la implementación de todo lo acordado se garantizará el interés superior de los niños, niñas y adolescentes así como sus derechos y su prevalencia sobre los derechos de los demás”. En tal sentido, nuestro proyecto, que ha culminado en julio de 2021, nos ha permitido acercarnos y contribuir, desde el enfoque de derechos de niñas, niños y adolescentes, a las etapas de alistamiento y puesta en marcha de los Mecanismos del SIVJRNR. De esta manera, las historias que aquí se presentan, sumadas a otras que de alguna u otra forma han encontrado algún tipo de tratamiento, señalan una ruta en la búsqueda de la verdad, la justicia, la reparación, pero en especial nos advierten un modo de avanzar hacia la no repetición, tarea a la que esperamos esta colección siga contribuyendo y se convierta en herramienta de trabajo en colegios, organizaciones, familias y grupos de niñas, niños y adolescentes, e incluso, instituciones del Estado, de quienes esperamos un liderazgo y concreción de la prevención de estas y otras violencias contra la niñez y la adolescencia. En sus manos y con la responsabilidad de conocerlas hasta el final y transcender hacia poner un granito de arena para la protección de las niñas, niños y adolescentes, damos paso a parte de estas Historias pendientes. Muchas gracias,Hilda Beatriz Molano Casas Coordinadora Secretaría Técnica COALICO"
Es un lugar común decir que en Colombia la muerte se convirtió en paisaje. Sin embargo, habrá que pisar mil veces el mismo lugar hasta que deje de ser un titular en mayúscula y rojo que nos espanta unos días, hasta que llega uno más impresionante a superponerse. Hallan cuerpos, presuntos asesinatos y muchos otros eufemismos se han usado para hablar de la muerte. Aunque hay cifras, declaraciones e inculpados, con cada verdad aparece un bache de silencio, una historia oculta, pero que no está aislada.En este país los ríos han quebrado el silencio impuesto, han devuelto cuerpos de personas, jóvenes y niños que tenían una vida, un nombre y una familia que el conflicto les arrebató. Pero como si no bastara ese dolor, nadie investiga qué pasó, nadie asume nada y lo que queda para las madres es una lucha eterna para reconstruir la imagen de la persona que perdieron y algunos dejen de pensar que merecía que lo mataran. Los hijos se mueren una vez, pero las madres, todos los días. Y ese duelo no acaba.Entonces ¿cómo contar la muerte? ¿Qué hacer ante la inoperancia de la justicia y su silencio?En el marco de las conversaciones de la Comisión de la Verdad se presentó Operación Berlín: la niñez que peleó la guerra en Colombia, un documental que relata la experiencia de niñas y niños que fueron reclutados entre el 2000 y el 2001, y sobrevivieron a la Operación Berlín, un acción militar del Ejército de Colombia. Esa acción se llevó a cabo en Suratá, El Playón, Matanza, Rionegro, Floridablanca, Molagavita y Arboledas, municipios de Santander y Norte de Santander.Hablamos con Nicolás Sánchez, investigador y asistente de dirección del documental, sobre la pérdida de la infancia y la dignidad de las niñas y niños en el marco de la guerra, la necesidad de verdad y la importancia de construir memoria desde la cotidianidad.Nicolás Sánchez fue investigador, asistente de producción y además, hizo parte de la construcción del guión. Su encuentro con Mathew Charles, director del documental, sucedió en medio de una conversación sobre la Operación Berlín en la que compartían un mismo punto: esta no era una acción militar muy conocida, no se había contado tantas veces como otras acciones violentas, por ejemplo, las masacres. Sánchez ha trabajo temas de conflicto en medios de comunicación como El Espectador, allí cubrió temas de paz, conflicto armado y de derechos humanos en Colombia 2020. “Nos dimos cuenta de que ahí había un episodio de la guerra en Colombia que no había sido retratado, ni investigado. Se retrató en su momento cuando la gente, los periodistas, iban a la brigada a ver a los niños que llegaban de la zona de combate, pero no hubo una investigación a fondo sobre lo que pasó en la Operación Berlín”, cuenta Sánchez sobre las inquietudes que lo motivaron junto a Charles para gestionar recursos e investigar a fondo qué había pasado.Es difícil hacer la reconstrucción de un hecho histórico, aun más de un momento que está atravesado por la atrocidad de la muerte. Hablemos de la Operación Berlín y de los actores que estaban inmersos.La operación Berlín inicia a finales de 2000 y termina en enero de 2001. Es una operación adelantada por el Ejército de Colombia que encuentra una columna móvil de las FARC, que se movilizaba desde lo que se conoció como la zona de distensión, hacia la zona del Catatumbo, en Norte de Santander, al nororiente del país. Entonces el Ejército detecta esta columna porque hay una persona que deserta, se trata de un menor de edad y es entrevistado por policías y militares con fines militares. Así es como el Ejército conoce el trayecto que lleva esa columna, la composición de la columna y salen a mirar por dónde están. En esa época, el comandante de la Quinta Brigada del ejército era el general Martín Orlando Carreño, él sale en un helicóptero a buscar a la columna móvil. La encuentra. Hay un enfrentamiento y los guerrilleros de las FARC casi derriban el helicóptero y después de eso empieza formalmente la Operación Berlín, que es, digamos, una acción militar con gran ventaja por parte del Ejército que encuentra una columna mal entrenada que estaba en una zona demasiado fría, la zona de influencia del Páramo de Berlín. Por eso la operación lleva ese nombre.Cuéntanos cómo se dio el mapeo de los casos y de los sobrevivientes, ¿cómo fue el encuentro con ellos para hacerlos parte de este documental?Cuando yo empiezo a investigar este tema, más o menos hace unos cinco años o seis años, empecé con un rastreo en hemerotecas para entender qué había sido eso y por qué de eso no se conocía nada. Sigo investigando e investigando también el tema del reclutamiento forzado u otros casos, pero siempre un poco con un ojo puesto en la operación de Berlín y se empezaron a hacer encuentros de sobrevivientes, en el marco de las acciones frente a la Comisión de la Verdad, La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y la Jurisdicción Especial de Paz. EYo voy a uno de esos encuentros y los conozco. Conozco a varios sobrevivientes, hago una nota con ellos para el Espectador y de ahí quedó el contacto con los sobrevivientes, ya después hice otras notas, los acompaño en la entrega de un informe a la JEP y quedo relacionado con ellos que durante mucho tiempo fueron esquivos. Yo no sabía por dónde buscarlos, no sabía cómo encontrarlos y afortunadamente, unos años después de haber iniciado una investigación, los pude encontrar. Y ahí empezamos esa relación que dio pie a todo esto.Mathew, por su parte, también estaba investigando el reclutamiento de menores de edad en Colombia y se contactó con algunos sobrevivientes de la Operación Berlín. Después juntamos lo que teníamos cada uno y la investigación se empezó a fortalecer.Este es un tema que se ha tratado con pinzas porque luego de la firma de paz, en medio de la rendición de cuentas en todas las audiencias públicas que han tenido los ex comandantes de las FARC, ha habido un poco una misma sensación por parte de las víctimas y en general de los colombianos, siguen evadiendo un poco esta idea de afrontar que hubo e reclutamiento forzada. Empecemos por ahí, la pérdida de la infancia al momento de ser obligados a la guerra.Eso es más complejo de lo que los actores de la guerra lo han querido reconocer. Por un lado las FARC ha dicho en varias ocasiones que no existió reclutamiento forzado. Y ahora vienen en un proceso de aceptación que también hay que reconocerlo, pero ellos han dicho que no existía el reclutamiento forzado porque muchas veces ellos llevaban niños para protegerlos de otras violencias, como puede ser la desidia estatal o violencia intrafamiliar. Pero no ven en la columna móvil Arturo Ruiz, como se llamó la columna que fue atacada en medio de la operación Berlín, que estos niños, niñas y adolescentes fueron enviados por las FARC a combatir a los paramilitar Salvatore Mancuso. Entonces esa no es ninguna manera de garantizar los derechos de ningún niño, ningún adolescente, porque en ese momento la columna móvil viaja hacia el Catatumbo porque en 1999, fue la incursión del bloque norte de los paramilitares al norte de Santander y cometieron la masacre de la Gabarra. Rodrigo Londoño se comunica con el Estado Mayor Central de las FARC e informa de la situación que estaban viviendo en el Catatumbo con los ataques, tanto de los paramilitares como de la fuerza pública. Y ahí ellos deciden conformar la columna móvil. Los niños y niñas que reclutaron los enviaron a luchar con esos paramilitares.Eso por el lado de las FARC, quienes han justificado muchas veces el tema del reclutamiento y la vinculación de niños, niñas y adolescentes a la guerra por medio de una especie de protección que le dan a los niños, pero por el otro lado también está el Estado que dice que todos los reclutamientos fueron forzados y ahí hay que hacer una aclaración muy valiosa: todo el reclutamiento de una persona menor de 18 años es ilegal y el reclutamiento forzado, si bien es cierto que muchas veces los grupos armados se aprovechan de las condiciones de vulnerabilidad de los menores de edad, también es cierto que hay menores de edad que ingresan a las filas de los grupos armados por tener los tres platos del comedor al día. Eso es cierto y es lo que no quiere asumir el Estado.Hay una forma en la que los discursos oficiales y la prensa ha narrado la muerte y nos ha sumido en el no debate de “muertos buenos y hay muertos malos”, pero cuando un niño menor de edad reclutas manera forzosa es dado de baja, pero es presentado como un guerrillero, es despojado de toda dignidad. Hablemos de lo que sigue representando más para un montón de familias el no saber a ciencia cierta en dónde están los cuerpos de los niños, y de esa incapacidad de reconocer no solamente las responsabilidades, sino de esta evasión estatal de honestidad con las entregas finales de lo que pasó en la operación.Eso es una cosa que parte el alma, entrevistar a la mamá de una niña que al parecer murió en la operación Berlín y la tristeza absoluta, porque el estigma que cargan la gente que ha crecido en algunos lugares específicos del país, es un estigma impulsado por el Estado colombiano, hay que decirlo, y por la fuerza pública. Se refuerza cuando tú vas ante las instituciones y tienes que reclamar el cuerpo de un niño, pero además explicar quien fue su niño, no un guerrillero. Entonces parece que esas vidas no importaran. Es hasta el 21 años después que anunció hay muchas personas de la Operación Berlín que siguen desaparecidas, nadie sabe dónde están y nadie sabe a ciencia cierta cuántos son. El registro de Medicina Legal habla de 78 muertes en el marco de la Operación Berlín, de las cuales por lo menos 28 fueron menores de edad. Cuando uno se va a mirar el proceso que se abrió por la justicia ordinaria, hay diez protocolos de necropsia, ¿por qué los otros 68 no se tuvieron en cuenta? Esa es una pregunta que uno se hace. La justicia colombiana, el sistema ordinario, le falló a los niños víctimas de la Operación Berlín porque condenaron a 7 Ex comandantes de las FARC, pero no investigaron, ni siquiera se menciona en la sentencia del 2006 la posible comisión de falsos positivos, o más bien de ejecuciones extrajudiciales por parte del Ejército encontrada en niños, niñas, adolescentes y adultos que se habían rendido. Eso es un crimen de guerra. Cuando alguien se rinde y queda indefenso, no los puedes asesinar. Y esas son las denuncias que hoy en día hacen esos niños que salieron de la Operación Berlín, el Ejército los entrevistó con fines militares. Imagínense ustedes lo que es la presión de un uniformado en contra de un niño que acaba de salir de un campo de batalla.Contar los episodios de violencia, ver el dolor de las víctimas y comprender cómo estos episodios traumáticos de verdad transforman la vida de una persona, para usted como periodista, pero sobre todo como ciudadano, ¿cómo podría aportar a la memoria desde la cotidianidad?Yo creo que el primer paso es que haya un respeto frente a las vivencias del otro y se sepa que sí hay que aprender, que si una persona es desplazada no es porque sea guerrillera o ser paramilitar, es una víctima de la violencia. Siento que lo que podemos hacer es consumir contenidos de calidad que nos lleven a nosotros a poder construir una memoria muy cercana a la verdad de lo que sucedió y de lo que sigue sucediendo en nuestro conflicto. No caer en las narrativas oficiales, porque si uno cae sucede lo que pasó con la Operación Berlín, durante veintiún años fue planteada esa operación como un gran éxito militar por parte del ejército, tanto que el ejército en una revista la catálogó de operación histórica.Si nos ceñimos a lo que dicen las fuentes oficiales, no vamos a tener nunca la verdad, nunca. Nos toca. Confrontar eso que dicen esas fuentes oficiales, escucharlas, por supuesto, pero confrontarlos. Confrontarlas con lo que dicen las víctimas y poder así construir un relato que sea mucho más justo. Tampoco podemos caer en las versiones oficiales de los grupos armados ilegales, si no, pues no estaríamos nosotros denunciando que hubo jornadas de planificación forzada para las mujeres, en medio del reclutamiento que sufrieron por parte de las FARC, si no, nosotros no estaríamos diciendo que hubo niños que se llevaron a la fuerza para conformar esta columna y los frentes que que operaban en la llamada zona de distensión. Entonces creo que dudar hace muy bien para la memoria no dudar de estas versiones oficiales e de lo de los bandos que están en confrontación y hace muchas preguntas sobre la naturaleza de la violencia que vivimos nosotros. También me parece que es muy útil para explicar, sin simplemente trazar una línea moral y ubicarse, que uno es la luz. Bueno, siempre empezar desde ahí a señalar a los que son malos, sino tratar de entender cómo. Creo yo que lo retrató el documental, que la llegada de la guerra a veces es más compleja de lo que parece. Personas que hoy integran el cuerpo discul estas de memoria, derivó Londoño. Nos contaban que ingresaron al Alfar teniendo trece o catorce años y que nunca sintieron que hubiera sido un reclutamiento forzado porque vivieron experiencias de violencia y que se las infringió el Estado colombiano. Entonces tenemos que entender la complejidad también de los fenómenos de nuestra violencia.
José Fajardo es un periodista español que llegó a Colombia hace cinco años. Atrás dejó una década de trabajo en el periódico El Mundo de Madrid para, a mediados de 2016, buscar la historia no contada de un exguerrillero de las Farc, cuando apenas se estaban culminando los detalles para el desarme oficial de la extinta guerrilla.Esta es la historia de su más reciente libro, X: el francotirador rebelde, publicado en Colombia por Tusquets Editores, que cuenta la vida de un excombatiente que conoció en un evento, que por su ambiente festivo fue bautizado como el “Woodstock rebelde”. Lea también: ¿Cómo superar la guerra? Reflexiones de John Paul LederachEl joven desertó antes de la firma del acuerdo de paz y tiempo después buscó a Fajardo, quien asumió la tarea de reconstruir la historia de este rebelde atípico. Un X al que la guerra le quitó todo: familia, novia, amigos, pasado, identidad. Ahora es un fantasma, un náufrago sin brújula en época de paz.Esta historia particular de un exguerrillero a su vez encierra una realidad casi invisible para muchos colombianos. “El principal problema que enfrentan estos muchachos es encontrar su hueco”, explica Fajardo en entrevista con HJCK.¿Cómo fue esa experiencia de estar con la guerrilla en las sabanas del Yarí?Cuando yo llego a Colombia llevaba una década escribiendo sobre cultura, especializado en música en España, y llegué por una serie de casualidades, pero me parecía un momento fascinante para estar en Colombia. Ya estaba avanzado el proceso de paz, me parecía un buen momento para ser periodista y para apostarle a conocer este país.Yo llegué al Yarí como tantos otros periodistas, había muchos colombianos, pero también internacionales, con la sensación de que allá iba a suceder algo extraordinario. Esta guerrilla, la más antigua del mundo, como todos los periodistas repetíamos, se iba a reunir para dejar las armas y apostarle a la vida y lucha política.Todos los periodistas con nuestro ego llegamos sintiéndonos parte de ese momentico de la historia, que visto en perspectiva creo que sí fue un momento histórico, pero los periodistas al fin y al cabo solo éramos testigos.Yo los primeros días, como todos, quedé fascinado de poder compartir la vida de la guerrilla porque realmente dormíamos junto al resto de bases guerrilleras en los cambuches y asistíamos a las charlas que daban los líderes del secretariado, pero pronto quedé cansado de perseguir a 'Timochenko' y a 'Iván Márquez'.Cada día abogaban por una labor burocrática de pedir las entrevistas con estos líderes, explicar las razones por las que los querías entrevistar, la mayoría de veces no había respuesta y finalmente sí logré entrevistar a varios de ellos, pero me di cuenta de que con esas entrevistas no lograba asomarme a la realidad de la vida de la guerrilla, no había verdad en las respuestas que nos daban a la prensa.Ellos estaban tratando de vender una imagen, por eso nos habían invitado. De algún modo ellos tenían clara cuál era la consigna que querían transmitir. También notaba que estaban a la defensiva, pues no estaban habituados a tratar con la prensa de esa forma tan natural.Creo que el objetivo principal de la conferencia para ellos era, no tanto decidir si dejar las armas o no pues eso era una decisión que ya habían tomado. En realidad, lo de invitar a las bases guerrilleras de todo el país era un teatro, los líderes ya habían decidido.Creo que su misión principal era vender una imagen más humanizada de la guerrilla al mundo, por eso estábamos tantos periodistas internacionales allá. Supongo que las Farc pensaban que en Colombia les iba a costar mucho tiempo, muchas generaciones, instalar su mensaje, pero quizá pensaba que en otros países sí podían transmitir esa imagen más humana.Hábleme del personaje de su libro, ¿cómo conoció a X?En esos días conocí a ese muchacho, un poquito más joven que yo. Desde el primer encuentro me llama la atención porque los dos compartimos una afición por la música punk, especialmente en nuestra adolescencia, entonces de algún modo eso nos unió al principio para poder intimar un poco más allá del contexto de periodista y guerrillero.Fuimos cogiendo confianza y a medida que yo me fui desencantando de cómo se había dispuesto la conferencia y cómo era la relación entre el secretariado y la prensa, fui dándome cuenta de que había mucha más verdad en el testimonio de lo que me contaba este chico, que de lo que escuchábamos cada día de palabras de los líderes de la guerrilla.Al principio fue una relación de curiosidad, de hablar un poco de todo, hablábamos de fútbol, de chicas, reíamos, pero también empezamos a hablar de política y a mí me sorprendió que él era capaz de tener una posición crítica respecto a sus propios líderes en la guerrilla, eso realmente era algo inédito en el contexto de la conferencia donde toda la guerrilla, que es una estructura muy jerárquica en las Farc, las bases guerrilleras jamás osaban contradecir lo que decían sus líderes.Este chico sí que se mostraba crítico conmigo respecto a alguno de sus líderes y eso me pareció muy valioso. Luego la relación fue más allá. Él me compartió su perfil falso en las redes sociales y a través de ahí nos contactamos.Él desertó unos pocos meses antes del desarme oficial de Naciones Unidas, él decide desertar y a priori es una decisión que cuesta entender desde fuera, pero hubo muchos otros muchachos que desertaron antes del desarme.Luego fuimos reencontrándonos en su ciudad, Villavicencio, él vino a Bogotá a mi casa y la verdad fuimos profundizando más en su historia.En varios fragmentos de su libro, X narra algunos de los problemas que atraviesa a diario en su reincorporación a la sociedad, ¿cuál cree es que el principal problema que enfrentan jóvenes como él?Creo que el principal problema que enfrentan estos muchachos es encontrar su hueco. Hay que tener en cuenta que los chicos cargan con el estigma del guerrillero, la mitad del país dijo NO al proceso de paz en el plebiscito entonces hay una parte del país que no quiere que estos chicos se integren en la sociedad. Creo que es una de las particularidades que hacen a Colombia tan diferente.En el caso de este chico carga con otro problema y es que él es considerado un traidor por quienes fueron su familia, el grupo de la guerrilla con los que vivió estos años de la guerra. En el momento en que desertó fue considerado un traidor, entonces carga con ese doble problema y creo que es importante dar voz a estos muchachos que no la tienen.Yo hablo de este personaje como X también por salvaguardar su intimidad, su anonimato. Él fue el que me pidió que cuando escribiera su historia no usara su nombre porque le matarían.
La primera latina en ganar un Óscar habló antes del estreno de "80 for Brady", un filme que se estrena este fin de semana y en el que comparte protagonismo con Jane Fonda, Sally Field y Lily Tomlin.A sus 91 años, la intérprete participó el año pasado en hasta cinco proyectos cinematográficos o televisivos y en 2023 formará parte de otros tantos, entre ellos la décima entrega de la exitosa saga de acción "Fast & Furious".La vida está "más bonita que nunca" para una actriz que aseguró sentirse "muy afortunada" de que la industria de Hollywood siga contando con ella: "No sé lo que ha pasado, pero parece que he empezado una carrera nueva. No tengo descanso".Además, advirtió entre bromas que le quedan fuerzas para continuar durante mucho tiempo y en papeles diversos, "mientras no sea algo indecente"."Vivo mi vida al límite, lo que me sigue inspirando es trabajar, trabajar y trabajar", resaltó Moreno, quien compone junto a Helen Hayes el reducido grupo de figuras condecoradas con la llamada triple corona de la actuación, al conseguir los premios Óscar, Emmy y Tony a lo largo de su trayectoria.Maura es el nombre del personaje al que encarna la exponente latina en "80 for Brady" (Paraomount Pictures), película en la que un grupo de amigas de la tercera edad viaja para ver el Super Bowl en directo y conocer en persona a su héroe Tom Brady, que esta semana se retiró definitivamente de los terrenos de juego.La leyenda del equipo de fútbol americano New England Patriots (Boston, Massachussetts) también aparece en esta comedia dirigida por Kyle Marvin que consiguió conformar un elenco de actrices oscarizadas como Jane Fonda, Sally Field, Lily Tomlin y la propia Rita Moreno.De hecho, el filme se estrena tan solo 9 días antes de la final de la National Football League, que este año enfrentará a Kansas City Chiefs y a Philadelphia Eagles en el State Farm Stadium de Glendale (Arizona, EE.UU.)."Termino la película siendo muy amiga de las tres y admirándolas aún más por su talento y por ser graciosísimas", explicó la puertorriqueña, que en 2004 fue reconocida con la Medalla Presidencial de la Libertad, el premio civil de más alto nivel de los Estados Unidos.Moreno dijo parafrasear a Fonda y definió el filme como una "historia de amistad femenina" porque "solo" ellas son capaces de "mirar a los ojos con dolor y saber que se necesita ayuda".Sobre su papel en "80 for Brady", cinta que ya fue presentada en el Festival Internacional de Cine de Palm Springs (EE.UU.), reveló que pudo improvisar ciertas partes y que se sintió "conmovida" encarnando a una mujer viuda que "echa de menos a su marido", pero que a la vez siente "esa atracción por los hombres que nunca se pasa".En las últimas semanas, Moreno también se ha prodigado en el programa de televisión "Lopez vs. Lopez" (NBC) junto a los hispanos George Lopez y Mayan Lopez, el cual le sirvió para "continuar un constante proceso de reciclaje profesional", según cuenta."Cuando trabajo con gente más joven, todos me dicen que estoy muy de actualidad. Yo trato de seguir aprendiendo y mis nietos me informan de lo que está de moda hoy", argumentó la también ganadora de un premio Grammy en 1973 por la banda sonora del programa infantil "The Electric Company".La prolongada carrera de Moreno la avala como una de las latinas pioneras en la meca del cine, pero la actriz sigue aprovechando cualquier resquicio para reivindicar la "notable infrarrepresentación" de esta comunidad en la industria audiovisual estadounidense."Esto me enrabieta (enoja) mucho. No sé por qué todavía no se nos conceden papeles importantes con más frecuencia. Queda mucho camino por hacer, incluso con respecto a lo que ya han conseguido los afroamericanos", concluyó la primera latina en ganar un Óscar gracias a su rol de Anita en "West Side Story" (1961). Recuerde conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Wasserschlangen II" (Serpientes de agua II) fue terminada alrededor de 1907 y adquirida por Jenny Steiner, una empresaria textil judía que fue mecenas del movimiento artístico de la Secession y, especialmente, de su fundador y líder, Gustav Klimt.La pieza se encuadra dentro del periodo dorado del artista y supone "una auténtica obra maestra", resume Stephanie Auer, comisaria asistente de la muestra "Klimt, inspirado por Van Gogh, Rodin, Matisse...", que se inauguró en la galería Belvedere.Expoliada por los nazisEn junio de 1938, poco después de que Austria fuera anexionada por la Alemania nazi, la empresaria logró huir de Viena y su fortuna fue confiscada. Dos años después, la pieza estaba en posesión del propagandista nazi Gustav Ucicky, del que se rumoreaba era hijo ilegitimo de Klimt.En el año 2013, su viuda lo vendió en una subasta por 103 millones de euros (112 millones de dólares), de los que tuvo que entregar la mitad a los herederos de Jenny Steiner. La pieza fue inmediatamente revendida por 168 millones de euros (183 millones de dólares), lo que hace de ella la séptima pintura más cara de la historia.En todo ese devenir, "Wasserschlange II" apenas se ha expuesto en un par de ocasiones al público en los últimos cien años. En Viena se vio por última vez en 1964. Y el pasado octubre fue exhibida cuando esta exposición se inauguró en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, que ha organizado la retrospectiva en colaboración con la Belvedere.Traerla ahora a Viena tampoco ha sido fácil, debido al enorme coste de la prima del seguro, que sobrepasaba la capacidad de responsabilidad civil del Estado austríaco.Finalmente, el Museo Belvedere llegó a un acuerdo con los actuales propietarios, que asumieron los gastos extras del seguro a cambio de un proceso de restauración y de análisis realizado por los expertos del museo, el más importante del mundo en Klimt y que acoge su obra más conocida, "El Beso". "La obra llegó en un estado excelente y sólo fueron necesarias pequeñas intervenciones", explica Auer.La técnica del besoA través de un análisis mediante distintas tecnologías, incluidas radiografías, infrarrojos y microscopios, se ha concluido que Klimt, que esa época experimentó con el uso de metales como la plata, el oro y el platino, empleó la misma técnica usada en "El Beso".También se ha comprobado que Klimt fue cambiando la composición del cuadro y la posición de las figuras. Con esta exposición se trata de mirar a Klimt desde la perspectiva de los artistas que lo inspiraron.Durante mucho tiempo, Klimt había sido visto como "un planeta que gira en su propio sistema solar", en palabras de la directora del Belvedere, Stella Rollig."Vemos a Klimt con nuevos ojos: como un artista abierto e innovador, que estudió otro arte, nunca ocultó sus fuentes, siempre sintió curiosidad por las nuevas tendencias e incorporaba sus sugerencias a su obra", explica Rollig.Entre las 90 piezas que forman la muestra, se cuentan, más allá de la obra de Klimt, ejemplos de Van Gogh, Matisse, Rodin Toulouse-Lautrec, Monet, Cézanne y Margaret Macdonald Mackintosh. Recuerde conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Así lo adelantó en declaraciones a EFE antes del recital "¡Celebración!", que ofrecerá en Valencia con invitados especiales, como los cantantes Joan Manuel Serrat, Miguel Poveda y Antonio José, así como su hija."He cambiado y espero que para bien -explicó-. He aprendido mucho, algunas cosas más que otras, pero creo que he aprendido; me conozco un poco mejor, la edad te da cierta serenidad también y ya conozco bien mi profesión, y aunque ha cambiado mucho el mundo de la música, hacer canciones y cantarlas... Eso no ha cambiado".La artista se siente "emocionada" y "nerviosa", admite, pues en este concierto, además de ser el inicio de la gira, también se grabará su disco nuevo."Hay muchas cosas que pueden fallar, incluida mi voz, ¡ojalá no!, pero también estoy muy emocionada porque me voy a reencontrar con canciones que hace mucho que no canto y con un público que está esperando también escucharlas y con una banda maravillosa que me acompaña, o sea, va a ser una noche de muchas emociones", comentó.Nacida en París hace 59 años y criada en España, Sole Giménez reconoce que llegar hasta aquí "no ha sido fácil"; y sobre los artistas que la acompañan, lo tiene claro: "¡Es que no me lo creo!".Tras elogiar la categoría profesional y humana de Miguel Poveda y Antonio José, asegura que "el gran maestro Serrat" es para ella "un referente".Tenerlo al lado en el escenario "es un auténtico regalo", como pasó, al revés, hace unos meses, cuando ella participó como invitada en el segundo de los recitales de despedida de Serrat, también en Valencia.¿Y cuál es el secreto para estar 40 años en la música? "Lo único que sé es que he trabajado muchísimo, no he dejado que lo hagan otros, lo he hecho yo y lo he hecho a todos los niveles. Es trabajo, trabajo y trabajo, implicación, compromiso, responsabilidad y amor, amor por la música y por lo que haces", resaltó.Respecto a la gira, avanzó que su intención es ir a todas las ciudades posibles y también, evidentemente, saltar el océano "y estar en Latinoamérica: México, Chile, Colombia…"."Creo que es un repertorio que nos va a llevar por muchos sitios porque hay mucha gente deseando escucharlo de nuevo. Hace mucho que no canto bastantes de estas canciones", concluyó. Le invitamos a conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Pessoa, el hombre de los sueños" (Ediciones del subsuelo) es la biografía de setecientas páginas en las que Manuel Moya (Fuenteheridos, España, 1960) trata de acabar con la leyenda de que Pessoa careció de vida."Fue un hombre de su tiempo que leía y componía novelas policiales, que se interesó por el ocultismo y los alienistas, que participó en la opinión pública, que fue inventor, publicista, editor, traductor, bebedor, hacedor de horóscopos, poeta vanguardista, creador de heterónimos, y, sobre todo, un escritor exigente", dice a EFE el biógrafo.Moya decidió escribir esta biografía al comprobar que "cosas que había escuchado y repetido sobre Pessoa no eran del todo ciertas, como que era un tipo indolente, triste y solitario, casi fantasmal, que no tenía biografía, que era prácticamente inédito y que había vivido de espaldas a su tiempo; todo eso pertenece a la leyenda, al mito que todos hemos construido sobre Pessoa y que no se corresponde con la verdad".Vivió las vanguardiasPessoa, según Moya, "fue de carne y hueso, vivió en un tiempo difícil, pero a la vez fascinante; nació en la Lisboa de 1888, en pleno decadentismo, con las caídas de las monarquías, la revolución industrial y el colonialismo que desembocaron en la Primera Guerra Mundial; vivió en primer plano el colonialismo, su juventud transcurrió en Sudáfrica, vivió las vanguardias, inventó ismos como el Paulismo, el Interseccionismo o el Sensacionismo..."También vivió la expansión de Lisboa, la caída de la monarquía en Portugal, la convulsa República, la dictadura salazarista y estuvo "muy presente y muy vivo intelectualmente cuando todo esto sucedía; todo eso lo vivió en primera persona, a pie de calle... Él hubiera querido recluirse en la torre de marfil, pero no fue así".A casi un siglo de la muerte del autor del "Libro del desasosiego", su biógrafo asegura que "es necesario formular un Pessoa nuevo, si cabe más fascinante que el que conocemos; había que hablar de sus penurias, de su alcoholismo, de su vida política, todo lo cual puede ser incómodo pero hace mucho más real al personaje"."El trabajo del biógrafo de hoy día no está tanto en desentrañar novedades en torno a la vida de Pessoa, cuanto en limpiar toda esa maraña de equívocos que se ha montado a su alrededor; he tratado de reconstruir su vida no con suposiciones sino con datos concretos que ayuden a saber más del personaje", insiste.Para Moya, "hay aspectos de Pessoa que se han mantenido más o menos ocultos y otros que se han sobredimensionado; entre los primeros su actividad política y sus simpatías por gobiernos no democráticos, justificando la dictadura, o su alcoholismo. Entre los segundos, su visión ocultista, que le da un aspecto misterioso. Estuvo muy interesado por el ocultismo, pero creo que a distancia, sin llegar a creérselo demasiado".Constructor de mundos"Fue un constructor de mundos y de sueños, o de mundos-sueños y eso, el alcoholismo, la heteronimia, el esoterismo, el sueño, la locura... eran temas que a la fuerza habrían de interesar a un escapista en el sentido de soñador, como él era", añade sobre Pessoa, a quien considera "uno de los escritores y personajes más fascinantes del siglo XX".Contra la creencia común, Moya mantiene que fue "un hombre sociable, muy sociable aunque rutinario, y que durante horas se encerraba en su mundo, porque de no ser así no hubiera dejado casi 30.000 documentos... Pero nada que ver con el tipo huraño y solitario que se nos ha contado, visitaba con frecuencia a sus familiares, acudía a varias oficinas, se reunía en tertulias, tenía amistad con sus vecinos, con los tenderos, con los barberos, con los camareros, tenía amigos o conocidos en todas partes aunque fuese celoso de su intimidad".Fue también Pessoa "un trabajador incansable; lo intentó todo, pero en todo fracasó; un soñador que carecía de dinero y tenía que buscarse la vida como dios le diera a entender... Otro de sus mitos es que publicó poco en vida y no es cierto: Publicó más de doscientos poemas en diarios y revistas, folletos y trescientos artículos, fue traducido en vida al español y al francés, se hicieron ensayos sobre su obra estando vivo, se le hicieron entrevistas, publicó cuatro libros, tres en inglés y uno solo en portugués. Fue considerado el más grande poeta portugués del momento". Recuerde conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
En paralelo, según confesó en rueda de prensa en Barcelona, empezó "un fenómeno muy extraño", puesto que mi padre me hablaba todo el rato dentro de mi cabeza, lo que no había pasado nunca, en un diálogo que, seis meses después, continuaba".Ante ello, cogió el bolígrafo y una de sus muchas libretas y se dejó guiar por la voz de su progenitor para construir este artefacto literario, en el que se transmuta en Patrick, dándose cuenta durante el proceso de escritura de una idea: "Yo nací cerca de la muerte, gracias al poder de la palabra de mi padre, con lo que no debe ser casualidad que me haya transformado en escritora".Publicado por Anagrama, Nothomb (Etterbeek, Bélgica, 1966), nunca pensó que haría un libro sobre su padre por "una razón muy curiosa e idiota, porque pensaba que no moriría nunca".En "Primera sangre", Nothomb descubre la infancia de él, con episodios hilarantes, así como el momento más trascendental de su vida, cuando ante un pelotón de fusilamiento, en 1964, en el Congo, se salvó en el último segundo de una muerte segura.Una tragedia en el CongoEn primera persona del singular masculino, rememora en la obra cuando Patrick era muy joven, a los 28 años, y siendo cónsul en el Congo, al inicio de su carrera diplomática, "vivió una tragedia, el mayor secuestro de rehenes del siglo XX, unas 2.000 personas, a manos de unos rebeldes, convirtiéndose por su cargo en el portavoz de toda aquella gente"."Cada mañana -contó- los rebeldes los ponían a todos en fila y les decían que los matarían. Y mi padre decía que sí, pero que primero tendrían que hablar. Y empezaba a hacerlo, sin parar, hasta que llegaba la noche, todos tenían sueño y se iban a dormir, salvando la vida hasta el día siguiente".Con la nueva jornada volvía a empezar el mismo ritual, "defendiendo Patrick la palabra, transformado en Sherazade (la protagonista de "Las mil y una noches), hasta que un día, los rebeldes ya muy nerviosos, dijeron basta y le llevaron a él ante un pelotón de fusilamiento de doce hombres", como se lee al principio de la novela."Mi padre -prosiguió- pensó que moría y en lo que era el último segundo de su vida apareció el jefe de los rebeldes y dijo que aquello era una broma y que no dispararan. Ese hombre le preguntó si tenía hijos y él respondió que dos, repreguntándole si querría un tercero. Mi padre le contestó: eso dependerá de usted, señor presidente. Una frase genial, de la que yo soy fruto, porque fue allí cuando decidió que tendría un tercer hijo, yo".Escribiendo la obra se ha dado cuenta, asimismo, "de la carga que esto significa" para ella.Otros protagonistas de la historia son la distante madre de su progenitor y, especialmente, el abuelo de su padre, Pierre Nothomb, propietario de un castillo en el sur de Bélgica, aristócrata venido a menos hasta el punto de que dos de sus trece hijos murieron de hambre.A pesar de que su padre adoraba a Pierre, ella, que no lo llegó a conocer, lo "detesta", tanto porque "escribía una poesía ridícula, terrible, como porque no alimentaba a sus hijos, aunque aquí, como quien habla es mi padre, intenté entender la seducción que ejercía -comentó-".Preguntada si ha sido más difícil ser Jesús, como en su anterior título "Sed", o ahora su progenitor, precisó que ha sido "diferente", porque el libro sobre Jesucristo lo llevaba preparando desde niña, a lo largo de cincuenta años, y este nunca lo planteó.Por otra parte, desveló que el libro sí le ha permitido acabar haciendo el duelo por la muerte de su padre: "He ido más allá, porque mi padre murió bien y al final del libro dejó de hablarme dentro de la cabeza, noté que estaba contento".Con la sensación de que ahora también le conoce mejor, avanzó que, si en sus dos últimos libros ha tratado sobre "el padre y el hijo", ahora lo que vendrá es el "espíritu santo". Le invitamos a conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.