El 18 de abril de 2004 cuarenta paramilitares arremetieron contra la comunidad de Bahía Portete, en medio del desierto de La Guajira alta, mujeres lideresas fueron víctimas, casas incendiadas, torturas y un cementerio profanado obligaron a más de 600 indígenas wayuú a huir del lugar.La masacre de Bahía Portete, como se conoció a ese doloroso episodio del conflicto armado, convirtió el lugar en ruinas, azotadas por la violencia, los fuertes vientos y el inevitable paso del tiempo.Miembros de la familia Fince del clan Epinayú, que habitaba ese lugar, de diferentes generaciones, se acercan a las ruinas de Bahía Portete ubicadas en el desierto de La Guajira, su territorio, para conversar con los muros que han sido testigos de un tiempo perdido, consecuencia del desplazamiento forzado.Ese acercamiento a la memoria y el regreso a la tierra de estas personas está narrado en la exposición ¿Cuántas lluvias cayeron?, una videoinstalación de cuatro pantallas y un objeto sonoro que adentra a los visitantes en el territorio y que precede a la película Carropasajero sobre esta historia que se estrenará el próximo 20 de febrero.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Los directores César Alejandro Jaimes y Juan Pablo Polanco son los artífices de esta instalación en la que el silencio físico de los muros “se transforma en una invitación a la imaginación, en la forma de oralidad del territorio, y en una grieta que expresa el tiempo ausente de la comunidad en su tierra”.“Tanto el espectador como los miembros de la familia comparten el ejercicio de imaginar una respuesta del territorio, atribuyéndole una vida propia”, explica la Cinemateca de Bogotá en su invitación a la exposición que profundiza en las ruinas y el espacio abandonado como un lugar con una historia propia que se construye con las huellas de quienes lo habitaron.“Nuestra relación con parte de la familia Fince Epinayú ha sido un diálogo constante entre lo visible y lo invisible, un puente tendido entre la realidad y la memoria. Durante casi diez años de amistad, hemos construido juntos un lenguaje audiovisual que expresa cómo los difuntos no son ausencias, sino presencias que respiran, que hablan, que guían”, señala César Alejandro Jaimes, director de la exposición y la película.Y es que junto a la película, este performance ha sido construido en conjunto con la familia Fince Epinayú a lo largo de seis años en los que se ha desarrollado una amistad entre ellos y el equipo de realización de la película.“Esos muros, esas ruinas, fueron testigos del antes y después de Bahía Portete. En ellos está guardado lo que pasó en ese territorio mientras sus habitantes permanecieron en el exilio. Las paredes se erigen como soportes donde se fijan las voces y los sonidos que han sido llevados hasta ahí, arrastradas por el viento. Ese eco permanece guardado en los muros de Portete hasta que alguien se acerque a oírlo”, señala Juan Pablo Polanco, director de la exposición y la película.¿Cuántas lluvias cayeron? está abierta al público de martes a viernes de 2:00 p.m. a 6:00 p.m. y los sábados, domingos y festivos entre 11:00 a.m. y 6:00 p.m.La exposición contará con visitas comentadas los días 15 (3:00 p.m.) y 20 de febrero (4:00 p.m.) y el 1 de marzo (3:00 p.m.) con inscripción previa y acompañadas por los directores de la película y de la exposición y de Josefa Fince Epinayú, protagonista del largometraje. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Cinemateca de Bogotá (@cinematecabta)🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Durante el domingo 26 de enero un grupo de artistas y ciudadanos se citaron en el puente Carlos Ramírez París en el barrio San Mateo de la ciudad de Cúcuta para manifestarse ante la situación de violencia intensificada que sufre el Catatumbo.En el puente había un mural sobre la diversidad de fauna y la flora de la ciudad y durante la jornada fue reemplazado por la frase “No a la militarización, paz Catatumbo”.Este mensaje fue plasmado en la ciudad pues durante las últimas semanas la capital de Norte de Santander ha recibido a alrededor de la mitad de los 40 mil desplazados que han escapado del Catatumbo huyendo de los enfrentamientos entre la guerrilla del ELN y las disidencias de las Farc, y con estos, de los asesinatos selectivos, reclutamiento forzados y demás violencias a las que están expuestos en la región.Isaac García, uno de los líderes juveniles de Cúcuta, le dijo a Caracol Radio, que“en el marco de esta grave crisis que se presenta en el Catatumbo, escultores, muralistas y organizaciones sociales se organizaron para visibilizar este mensaje que recorre el país y también un mensaje que denuncie la crisis que vive el Catatumbo”.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Sin embargo, este lunes 27 de enero la Alcaldía de San José de Cúcuta emitió un comunicado en el que rechaza el nuevo mural y anuncia medidas legales, argumentando que esta acción “no contaba con el debido permiso ni autorización por parte de la administración municipal”.Ante la situación, la Alcaldía agregó que “pondrá las respectivas denuncias ante las autoridades competentes, con el fin de garantizar que se investigue lo ocurrido y se determinen las responsabilidades correspondientes”.En el mismo sentido, el secretario de Gobierno de la Alcaldía, Miguel Castellanos, radicó una denuncia ante la Fiscalía el mismo día por el delito de daño en bien ajeno, de acuerdo con el medio local La opinión Cúcuta, pues dicho mural le habría costado a la administración alrededor de 109 millones de pesos.Al tiempo que se anunciaron medidas legales contra los responsables del grafiti, otros ciudadadnos pintaron una bandera de Colombia a lo largo del costado del puente este lunes. Ante la situación colectivo convocaron una nueva jornada de muralismo para este miércoles, pero desde la ya la Alcaldía instaló un aviso en el puente advirtiendo de la prohibición de intervenir nuevamente los muros del puente. 🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
En 2011 el país escuchó hablar legalmente por primera vez de un museo dedicado a fortalecer la memoria colectiva de la sociedad frente al conflicto armado, todavía vigente, y crear espacios para narrar y escuchar a través del arte y el encuentro a las víctimas y los horrores de la guerra que han padecido. Fue en el decreto 4803 del 20 de diciembre de 2011, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, donde se ordenó “diseñar, crear y administrar un Museo de la Memoria” dentro de las funciones del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), del que desde octubre de 2022 María Gaitán Valencia es directora. Para comprender qué ha pasado con el museo y porqué los pocos avances en la construcción de la sede física y qué perspectivas tiene este proyecto a futuro es necesario ir al origen. Cuando el Museo de la Memoria tuvo luz verdeHan pasado diez años desde que el Distrito hizo entrega oficial del terreno de 14 mil metros cuadrados (por construir) ubicado entre la intersección de la calle 26 y la carrera 30, que ahora está ocupado por un rimbombante edificio gris de picos en sus terrazas sin terminar y sin avances desde hace casi dos años. Por esos días Gustavo Petro era alcalde de Bogotá, Juan Manuel Santos presidente y Gonzalo Sánchez director del CNMH, entonces la directora del museo fue Martha Nubia Bello, a quien se le asignó la misión de entregar el museo en 2018. En 2015 además de tener un terreno para construcción del museo, también se eligió el diseño de este espacio el 6 de agosto después de una convocatoria que recibió 72 propuestas, los cinco arquitectos encargados eligieron el diseño de puntas que ahora vemos argumentando que su diseño “crea una riquísima y compleja relación de espacio de variadas escalas y condiciones lumínicas”, entre otras características. Sin embargo, entre contratiempos, incumplimientos y cambios de administración, la obra se ha pospuesto hasta la actualidad. Una de las primeras alertas frente a la construcción se dio a conocer en 2017 cuando Felipe González Pacheco, uno de los arquitectos diseñadores del proyecto, advirtió en entrevista con la Fundación Liderazgo y Democracia que la estructura del museo “es un edificio de 120 mil millones de pesos y nos están diciendo que lo hagamos en 60 mil millones”.Además, en 2018 con el cambio de administración nacional, el CNMH y el museo cambiaron de dirección. Iván Duque como presidente designó a Vicente Torrijos director del CNMH, pero Torrijos declinó el nombramiento tras ser desvinculado como docente de la Universidad del Rosario. Entonces Luis Carlos Sánchez Díaz, quien desde 2017 se venía desempeñando como director del museo, fue el encargado del CNMH. Este contexto es importante para comprender la dilación en el avance del proyecto del museo, que no inició obras formalmente sino hasta el 2020. El museo durante la administración de Darío AcevedoUna de las promesas de Iván Duque durante su mandato fue la entrega del Museo de la Memoria, relacionado directamente con el CNMH, que desde febrero de 2019 hasta julio de 2022 fue liderado por Darío Acevedo. Este nombramiento es relevante porque desde su administración Acevedo replanteó el trabajo de museografía adelantado previamente, con un nuevo enfoque que generó polémica. Incluso el guion de museo de Acevedo fue motivo de una investigación por parte de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), pues el documento aprobado omitía la parte de la historia del conflicto armado relacionada con el paramilitarismo y solo se enfocaba en las guerrillas. En temas de construcción del edificio, en un evento ceremonial, en el que también asistieron víctimas del conflicto de distintas regiones del país, en febrero de 2020 Iván Duque puso la primera piedra de lo que sería el museo.En abril de ese mismo año, la Agencia Nacional Inmobiliaria Virgilio Barco (ANIM) anunció que la constructora española, sede Colombia, Obrascón Huarte Lain S.A. (OHLA) sería la encargada de la construcción, que inició a finales del año y que abriría sus puertas en el segundo semestre de 2022. El contrato, que expiraba en octubre de 2022, se firmó por $ 64.281 millones.“No solamente pusimos la primera piedra del museo, sino que semanalmente le estamos haciendo seguimiento y hoy puedo comprometerme que antes del 7 de agosto de 2022 estará terminado e inaugurado el museo de la memoria histórica de Colombia, que también le pertenece a todo un país”, dijo el entonces presidente Duque, durante el quinto aniversario del a firma del Acuerdo de Paz entre las Farc y el Estado. A medida que las obras iban tomando forma, y acumulando retrasos a la vez, en el terreno de la Calle 26, la administración del museo, enmarcado en la polémica por el guion de Acevedo y alertas de modificaciones en la narrativa del conflicto, tambaleaba entre directores. Rafael Tamayo fue el primero, quien renunció y entregó el cargo a Fabio Bernal, que estuvo al frente durante las adjudicaciones y renunció en mayo de 2021, después de estar casi un año en ese rol. En junio llegó al Museo Laura Montoya, que cinco meses más tarde también renunció al cargo. En ese momento, Montoya expresó en su carta de renuncia que no podía llevar a cabo sus funciones debido a “la inconsistencia y ambigüedad en las directrices recibidas, los continuos impedimentos para el desarrollo de mis funciones, y la negligencia para atender y dar solución desde la Alta Dirección, a las alertas generadas desde la ejecución misional”. La última funcionaria en la lista de Acevedo fue Laura María Ortiz, que llegaba después de trabajar en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Ortiz estuvo en el cargo dos meses, entre enero y marzo de 2022; renunció sin dar declaraciones públicas de sus motivos. María Gaitán al frente del CNMH: el segundo capítulo del Museo de la MemoriaEn noviembre de 2022 María Gaitán, arquitecta, cineasta y, vale la pena mencionar, nieta de Jorge Eliécer Gaitán, explicó en la emisora La W que las previsiones tras llegar en octubre al cargo eran que el edificio físico se entregaría en 2025, dados los incumplimientos por parte de la constructora encargada OHLA.“Al no tener la condición para poder construir el edificio se le entregó más o menos a ciegas la responsabilidad a la ANIM en un convenio que se determinaba la agencia que construyera y el CNMH giraba, pero no había ninguna supervisión detallada de los avances, ni de las contrataciones ni de los efectos de esta obra”, le explicó Gaitán a la HJCK en diciembre de 2024.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.La ANIM por su parte se encontraba en el proceso de terminación del contrato con OHLA dados los incumplimientos, cuando en enero de 2023 una investigación de El Espectador mostró un documento de empalme entregado por Ana María Trujillo, directora del CNMH después de Acevedo, en el que alertaba fallas de sismorresistencia en la construcción que ya estaba parada. Al respecto Gaitán dice que hay un estudio de hace un año “donde se demuestra que no hay inconsistencias en la estructura que determinen la necesidad de reforzamiento estructural” y agrega que hay una solicitud por parte de la ANIM y del CNMH de hacer otro estudio de sismorresistencia “para abrir una nueva licitación, porque los nuevos constructores que entren necesitan tener claridades de esta sismorresistencia sobre todo porque la obra estuvo parada dos años”.Tras esta denuncia, en febrero de 2023 la Procuraduría advirtió que “la obra, que es un monumento en honor a las víctimas del conflicto, está avaluada en más de 90 mil millones de pesos”, al ser una obra inconclusa podría llegar a implicar un detrimento patrimonial y constató que faltaba al menos el 20 % de la edificación. Desde entonces la obra quedó parada, explica Gaitán que no solo por los incumplimientos de OHLA, sino porque “había poco equilibrio entre la información que había, por un lado, la información que se recibía para la construcción y la que se optó tomar en forma para la construcción. Esa fue una situación que encontramos cuando llegamos a la entidad”.Dicha recopilación de información era necesaria en el proceso de agregar un otrosí en el convenio con la ANIM para que el CNMH tuviera más lugar en las decisiones. Durante el empalme entre administraciones y la búsqueda de información sobre el proyecto, Gaitán explica que factores como el incremento del costo de materiales como el hierro y una disputa entre la interventoría, OHLA y la ANIM sobre cuánto había avanzado la obra, retrasaron el proceso de entender y proyectar el museo solicitando el dinero correspondiente, pues "lo destinado inicialmente al museo no es suficiente para terminar la obra, ni siquiera lo que tenemos este momento en fiducia es suficiente para poner el museo funcional", enfatiza. Los dineros que no estaban previstos o que no fueron reservados para la obra con antelación, explica Gaitán, ha hecho que su administración busque recursos económicos en otras alternativas como la cooperación internacional. Sin embargo, la situación actual de la obra inconclusa y detenida ha "inhibido", en palabras de Gaitán, la disposición de estos organismos para asignar recursos, los mismos necesarios para que la construcción pueda avanzar.Por ejemplo, cuenta que desde el inicio de su administración han pedido a Emiratos Árabes que apoyen la construcción de este espacio de escucha, pero antes piden detalles sobre el avance de la obra, al igual que otros países."Esos han sido los impases que hemos tenido que analizar, pero no hemos querido alborotar la situación hasta no entenderla, que es lo mismo con el conflicto, entendamos qué ha pasado para solucionar el futuro, para poder ir avanzando", comenta.Pese a que estamos en una nueva administración, Gaitán también recibió renuncias por parte de los directores del museo. En octubre de 2023 Edwin Arias, quien venía de dirigir el Museo Casa de la Memoria en Medellín, renunció tras ver truncado su trabajo por funcionarios que estaban en el CNMH desde los días de Acevedo y no sentir apoyo de Gaitán, según dijo en entrevista con El Espectador. Luego, la exconsejera de Víctimas de Bogotá, Ivonne González, estuvo en el cargo entre enero y mayo de 2024, cuando renunció alegando motivos personales. Tras seis meses sin asignación de un nuevo director, en noviembre de 2024 Gaitán asignó a Adriana González frente al Museo. "En este momento el museo lo que necesita en su dirección técnica es a alguien que sepa mucho de infraestructura para cerrar la obra y además con mucho criterio y conocimiento del conflicto, no necesitamos que sea un especialista en museografía o curaduría, sino alguien que tenga mucha experiencia en cerrar infraestructuras complejas”, explica y agrega: "tuvimos dos intentos de dirección de museo que no dieron en su momento la talla para la dimensión de la situación en el Museo".Además de la inestabilidad en la dirección, el entorno del Museo en 2024 se vio cuestionado e investigado tanto por la Procuraduría como por la Contraloría. En el primer caso, la Procuraduría General de la Nación inició una investigación a funcionarios de la ANIM “por presuntas irregularidades en la construcción del Museo”.La Contraloría advirtió de hallazgos disciplinarios y fiscales que podrían hacer perder $12.998 millones. Entre lo encontrado en la auditoría del ente de control se destacó, entre otras, falta de calidad en los procesos constructivos, falta de coordinación y seguimiento eficiente a la ejecución de los contratos y de los recursos e indebida supervisión y vigilancia de la ejecución del proyecto.De dicha auditoría resultó un informe de seguimiento publicado en junio de 2024 por el CNMH en el que se reportó que hasta mayo de 2024 al proyecto del Museo de la Memoria se le habían asignado en total $95.756.363. 780 millones. La situación actual y la proyección del Museo de la MemoriaPese a que la obra estuvo detenida por dos meses, entre septiembre y noviembre de 2024 se terminaron una serie de adecuaciones que se realizaron a la construcción, no para avanzar, sino para garantizar la funcionalidad de lo que ya existe.De acuerdo con la información que tiene el CNMH, Gaitán dice que la obra está avanzada en aproximadamente un 70 %, pero el 30 % restante que corresponde en parte a acabados es una parte costosa de la infraestructura.“El dinero que tenemos en líquido cero nos permite llegar hasta cierto punto de la obra, por otro lado, estamos en conversaciones con el Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional para que un dinero que nos otorgaron sea posible que se agilice para integrarlo a los dineros de la obra. Esos dos rubros nos permitirían terminar a finales del 2025 o principios de 2026 un museo funcional”. Sin embargo, esto no significa que vaya a estar abierto al público.De terminar la obra a convertirla en el Museo de Memoria de Colombia hay un trabajo importante: museografía, museología, procesos y dineros adicionales "que nunca se tuvieron en cuenta para este museo porque siempre se pensó en el museo como una obra, pero no como un museo".Pero para que la obra continúe es necesario tener un contratista que a la fecha no se conoce. "Seguimos trabajando de manera muy fuerte con la ANIM para lograr la reactivación de la obra que debe tener un nuevo contratista asignado finalizando el mes de marzo", explica la directora del Museo Adriana González. Actualmente el CNMH ha dispuesto unos equipos que trabajan en la museografía, donde todas las propuestas estarán listas para mediados de este año, con la que esperan hacer las correspondientes proyecciones de costos.“En este museo tenemos que hablar de memoria y exponer en medio del conflicto y eso hace que sea museo que tiene que estar encaminado a entender que, si bien estamos en conflicto, hay unas organizaciones sobrevivientes y resistencias que nos permiten contar el conflicto (...) hay que adaptar un museo para mostrar hechos, pero también para darle un lugar a las resistencias”, enfatiza Gaitán.Aunque la directora no especificó el rubro que hace falta para que el Museo de la Memoria sea un espacio de escucha, arte y narración del conflicto en Colombia abierto al público, aclaró que los recursos disponibles actualmente no son suficientes para tal fin.González por su parte, además de liderar la obra, también está al frente del lanzamiento virtual del Museo de la Memoria, un espacio digital “para que todas las personas ya tengan acceso a conocer lo que va a ocurrir en el Museo Nacional, pero también lo que ocurre hoy día en varios lugares de memoria en el territorio nacional”.Esta iniciativa que será presentada el próximo 9 de abril en el Teatro Jorge Eliécer Gatián hace parte del museo y albergará entre 10 y 14 lugares de memoria de todo el país en el que los visitantes podrán conocer los procesos de reparación y construcción de memoria en distintas regiones. 🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Para comprender por qué La Escombrera es tan importante en el esclarecimiento de casos de desaparición forzada y por qué las muestras artísticas que honran a las víctimas no deben ser censuradas hay que remitirnos a finales de los años noventa.Al occidente de la capital antioqueña está ubicada la Comuna 13 y al noroccidente del ahora famoso mirador de la comuna está ubicada la La Escombrera, que por años fue el tiradero de escombros, concreto y basura de construcción de la ciudad. Volquetas iban y venían con frecuencia a este lugar mientras la comuna atravesaba una ola de violencia solo comparable con la que sufrió entre finales de los años ochenta e inicios de los noventa a causa del narcotráfico.La Comuna 13 fue desde 1998 un territorio en disputa entre grupos paramilitares, autodefensas y facciones urbanas de guerrillas, en el centro estaban los habitantes de los barrios, quienes fueron víctimas de amenazas, extorsiones, reclutamiento, desapariciones forzadas, torturas y asesinatos, entre muchos otros crímenes de guerra.En medio del fuego cruzado estaban los civiles, muchos jóvenes acusados de pertenecer a un bando u otro, acusaciones que como consecuencia tenían sus desapariciones. Las víctimas aún vivas eran llevadas a La Escombrera para ser torturados, en algunos casos, o sus cuerpos ya sin vida eran arrojados en este lugar para que sus restos se perdieran entre montañas de escombros.Así lo confesaron exparamilitares, “quienes decidieron revelar los sitios usados para arrojar los cuerpos de sus víctimas como reparación y verdad en sus procesos penales de la Ley de Justicia y Paz”, según documentó la Unidad de Víctimas en un reportaje publicado en 2015. Este texto además cuenta que las personas que fueron sacadas de locales, casas y calles fueron llevados a este lugar y a la arenera para ser asesinados “por orden de jefes paramilitares como alias de ‘King Kong’ y el ‘Negro Elkin’”.El recrudecimiento de la violencia en la comuna fue tal que según los registros de la Unidad de Búsqueda de personas dadas por desaparecidas hay alrededor de 502 personas desaparecidas durante la década del 2000, una cifra que llega a 5.912 víctimas en toda la ciudad.En el 2002, “las Milicias Bolivarianas de las FARC, el ELN y los Comandos Armados del Pueblo prohibieron el ingreso de personas ajenas al barrio, incluyendo a las instituciones gubernamentales o no gubernamentales”, según registra el libro La huella invisible de la guerra. Desplazamiento Forzado en la Comuna 13, con el objetivo de bloquear la presencia paramilitar.Esta acción en los meses siguientes tuvo como resultado constantes enfrentamientos entre los grupos guerrilleros y los paramilitares del Bloque Cacique Nutibara (BCN) y el Bloque Metro.En ese contexto llegó el punto álgido de la violencia en la Comuna 13 que tuvo lugar el 16 de octubre de 2022 cuando inició la intervención armada de la comuna a manos de más de 1.500 efectivos de la fuerza pública acompañados de uniformados encapuchados y armados. Hasta ahora, ha sido la irrupción en espacio urbano más grande en la historia del conflicto y se extendió hasta diciembre de ese año.La Operación Orión, como se nombró esa intervención armada que pretendía mermar las acciones de la guerrilla en la zona, dejó como resultado desplazamientos forzados, 1 muerto, 38 heridos y 8 desaparecidos entre la población civil, de acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica.Después del 16 y 17 de octubre, la presencia armada continuó con al menos 150 allanamientos y señalamientos a la población de pertenecer a algún grupo armado, hechos en los que además se cometieron ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas, de acuerdo con informe de la Comisión de la Verdad entregado en 2022.Entre señalamientos, torturas y asesinatos los conductores de los escombros que iban hacia La Escombrera “fueron obligados, bajo amenaza de muerte, para que también cargaran con los cuerpos y así asegurarse que quedaran sepultados cada vez más profundo”, reza el documento de la Unidad de Víctimas. Fue así como La Escombrera se convirtió en una “fosa común a cielo abierto”.Las buscadoras y los primeros hallazgos en La EscombreraDesde el inicio de las desapariciones las madres de las víctimas han señalado a La Escombrera como el paradero de los cuerpos de sus familiares y en una lucha incansable han recurrido al Estado y organizaciones de Derechos Humanos para buscar a sus seres queridos.En 2015, por ejemplo, se llevó a cabo una ceremonia ritual el 27 de julio a la que asistieron familiares de desaparecidos entre 1998 y 2004 para abrir el camino a las excavaciones e investigaciones en la zona aledaña a ese vertedero, tras las declaraciones de ‘Móvil 8’, un exparamilitar.En medio de voluntades políticas inexistentes, tuvieron que pasar 22 años para que las excavaciones en La Escombrera se realizarán con efectividad y el 18 de diciembre de 2024 se anunciaran los primeros hallazgos de restos humanos como desde hace años las familiares habían señalado.“En el marco de las medidas cautelares de protección de lugares de inhumación que adelanta la Sección para Casos de Ausencia de Reconocimiento de la JEP, en plena coordinación con la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, fueron halladas las primeras estructuras óseas que podrían corresponder a personas desaparecidas en el contexto del conflicto armado en La Escombrera de la Comuna 13 de Medellín”, anunció la UBPD.Ahora dichos restos están en proceso de ser identificados, al mismo tiempo que el 10 de enero de este año la misma entidad informó del hallazgo de restos que corresponden a dos cuerpos.De estos hallazgos, anunciados hace más de dos décadas por las mujeres buscadoras surgió “Las cuchas tienen razón”, la frase emblemática que hace referencia al clamor por justicia y verdad de las madres, familiares e hijas de los desaparecidos.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El domingo 12 de enero la autopista norte de Medellín fue el punto de encuentro de artistas y víctimas del conflicto armado, en específico de las madres que por años vieron en La escombrera una esperanza para dar con el paradero de sus familiares víctimas de la desaparición forzada en la ciudad.En medio de una olla comunitaria y una jornada artística se plasmó en un mural en el puente del Mico la frase “Las cuchas tenían la razón”, haciendo referencia a la persistente búsqueda de estas mujeres que dio como resultado el hallazgo de los primeros restos humanos en el La escombrera. Así lo dio a conocer en diciembre de 2024 la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidos (UBPD) y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).Tras menos de 24 horas de este acto artístico y simbólico, el mural fue borrado por orden de la Alcaldía, lo que se interpreta como una señal de revictimización y minimización del dolor, trabajo y empeño de las víctimas por encontrar la verdad.La pintura gris no solo tapó esta frase sino también el rostro de Margarita Restrepo, vocera del colectivo de Mujeres Caminando por la Verdad, que acompañaba esta muestra, y de quien también estuvo acompañando a los artistas que hicieron el mural.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEn respuesta a los reclamos de ciudadanos, artistas y víctimas que a través de redes sociales pedían no borrar la memoria, el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, justificó su decisión desde la red social X argumentando que “hay respeto por las expresiones artísticas y las apoyamos, y al mismo tiempo tenemos claro que el espacio público de la ciudad es de todos y hay que mantenerlo limpio y bonito”. Mensaje que acompañó diciendo que contrario al grafiti como expresión artística “otra cosa muy diferente es el desorden y quienes simplemente quieren generar caos y poner fea y sucia la ciudad”.Por su parte Restrepo, madre de Carol Vanesa Restrepo, desaparecida en el año 2002 en la Comuna 13, dijo en Señal Colombia sobre la acción de tapar el grafiti que “allí no estaba Margarita, allí estaba era esa mujer en representación de todas las mujeres por la lucha, la resistencia, el dolor, la tristeza, el sol, el calor, hambres, incertidumbres, todo. Nos han callado nuestras voces, nos han acallado la vida y todo por un conflicto que nosotros no buscamos”.Sin embargo, el borrado del grafiti “Las cuchas tenían la razón”, que ha suscitado debates en redes en los que incluso siguen discutiendo el presidente Petro y el alcalde Gutiérrez, no fue el único por estos días. La semana anterior también fue tapado con pintura gris en la Avenida Paralela de Medellín un mural hecho en 2020 con la frase “Nos están matando”.“Hoy nos enfrentamos una vez más a la censura que quiere silenciar nuestro mural ‘Nos Están Matando’, pero nuestra respuesta no será con la misma violencia que intenta imponer la derecha rancia de este país. Nosotros respondemos con nuestra arma más poderosa: el arte”, escribió el colectivo artístico Fuerza y graffiti. Sobre este mural censurado este colectivo plasmó un nuevo mensaje: “El arte no se calla”. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Fuerza & Graffiti (@fuerzaygraffiti)Eliminar la memoria de forma sistemáticaEn los dos casos recientes de Medellín, tapar selectivamente murales y grafitis que hacen alusión al conflicto armado, que honran la memoria de las víctimas o piden justicia ante la violencia del Estado denotan un patrón de censura que en cambio de aportar a la reparación de las víctimas y a la construcción de memoria, se enmarcan como un acto revictimizante.Este acto político de censura recuerda que por parte de gobiernos anteriores, locales y nacionales, este tipo de acciones se han realizado de forma sistemática. En octubre de 2019, por ejemplo, militares cubrieron con pintura blanca el ahora famoso mural “Quién dio la orden”, incluso antes de que fuera terminado. En la calle 80 con carrera 30 de Bogotá se leía esta pregunta junto al número 6.402 (haciendo referencia a la cantidad de ejecuciones extrajudiciales registradas entre 2002 y 2008).En esa ocasión, la imagen generó molestia entre las fuerzas armadas porque también señalaba a cinco altos mandos militares: Juan Carlos Barrera, Adolfo León Hernández, Mario Montoya Uribe, Nicacio de Jesús Martínez y Marcos Evangelista Pinto. Al contrario de silenciar el mensaje, la imagen fue ampliamente replicada en panfletos, redes sociales y distintos muros posteriormente.En mayo de 2021 otro mural que tuvo resonancia fue pintado en el deprimido de la Avenida San Juan en Medellín durante el paro nacional. Allí se leía “Estado asesino”, frase que duró menos de una semana tras ser borrada por miembros del Ejército.Entre diversos casos y paredes grises y blancas, otro espacio de memoria que desde 2020 ha sido vandalizado o censurado es el lugar donde fue asesinado Dilan Cruz el 25 de noviembre de 2019 durante las protestas de ese año. Allí las materas pintadas en su nombre y los grafitis en su memoria meses tras meses se han censurado.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
En una resolución histórica, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes declaró el 2025 como el año del centenario del natalicio de Guillermo Cano Izasa, una de las figuras más emblemáticas del periodismo colombiano. Esta decisión busca honrar la vida y obra de un hombre cuyo compromiso con la verdad, la justicia y la paz marcó un antes y un después en la historia del país.La resolución 0310 del 20 de agosto de 2024 establece una serie de actividades conmemorativas lideradas por la cartera ministerial. Estas iniciativas incluirán seminarios, exposiciones y publicaciones que resalten no solo el legado de Cano Izasa, sino también la importancia del periodismo en la construcción de una sociedad más justa. Para coordinar estas acciones, se conformó un comité especial integrado por la Biblioteca Nacional, el grupo del Libro, la Lectura y la Literatura del ministerio, y el Instituto Caro y Cuervo, instituciones clave en la preservación del patrimonio cultural y literario colombiano.Una vida dedicada a la verdadGuillermo Cano Izasa nació en Bogotá el 12 de agosto de 1925, en el seno de una familia vinculada al periodismo. Su padre, Gabriel Cano Villegas, era el director de El Espectador, el periódico que se convertiría en el epicentro de la carrera profesional de Guillermo. Desde muy joven, Cano demostró un talento innato para el periodismo, iniciando su labor en 1943 con crónicas deportivas y notas culturales.En 1948, en el contexto de la violencia bipartidista que sacudió a Colombia, Cano fundó el Dominical de El Espectador, un suplemento cultural que reflejó su pasión por las letras y su compromiso con el pensamiento crítico. En 1952, asumió la dirección del periódico, guiando a El Espectador hacia una época de profundo impacto en la opinión pública.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíDurante la década de 1980, Guillermo Cano se convirtió en una de las voces más contundentes contra la corrupción y el narcotráfico, dos flagelos que ya comenzaban a erosionar las instituciones colombianas. Denunció con valentía las conexiones entre el narcotráfico y la política, y apoyó de manera decidida al ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla en su lucha contra las mafias lideradas por Pablo Escobar. Su respaldo al proceso de paz del gobierno de Belisario Betancur con las FARC también reflejó su convicción de que la reconciliación no podía construirse sobre la base de la violencia y el miedo.Un crimen que marcó al paísEl 17 de diciembre de 1986, Guillermo Cano fue asesinado frente a las oficinas de El Espectador en Bogotá, tras años de recibir amenazas por sus denuncias contra el narcotráfico. Su muerte no solo conmocionó a Colombia, sino que también puso de manifiesto la vulnerabilidad de los periodistas que se atreven a desafiar a los poderes más oscuros.En 2010, el Estado colombiano reconoció su responsabilidad en el crimen de Cano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, marcando un paso hacia la reparación simbólica. Sin embargo, su asesinato sigue siendo un recordatorio de los riesgos inherentes al ejercicio del periodismo en un país donde la verdad a menudo ha tenido un costo altísimo.El centenario: un llamado a la memoria y la acciónEl centenario de Guillermo Cano Izasa en 2025 no solo será una ocasión para celebrar su legado, sino también para reflexionar sobre el papel del periodismo en la actualidad. En un mundo donde la desinformación y las noticias falsas proliferan, la figura de Cano se erige como un faro de ética y valentía.Las actividades previstas buscarán inspirar a nuevas generaciones de periodistas, escritores y ciudadanos a defender los valores de la verdad y la justicia. Este homenaje también será una oportunidad para fortalecer el debate sobre la protección a los comunicadores, la libertad de expresión y la importancia de una prensa libre en la construcción de una democracia robusta.La declaratoria del 2025 como el año de Guillermo Cano Izasa es un recordatorio de que la lucha por la verdad es un esfuerzo colectivo que trasciende el tiempo y las generaciones.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La marimba empieza a sonar y las voces corales envuelven a los asistentes a un concierto que une música espiritual con la afro del Pacífico, una sinfonía que quisiera hacer olvidar que la propia iglesia donde se escucha quedó afectada por el atentado que sufrió hace apenas un mes el pueblo colombiano de Guapi, en el departamento del Cauca."Hoy declaramos que Guapi es un territorio de vida, un testimonio de que la esperanza siempre encuentra un camino para volver a casa", proclama una de las mujeres cantoras afro de Remanso Pacífico, un grupo guapireño.El pasado viernes, y como antesala a la fiesta de la Inmaculada Concepción, patrona de Guapi, el Festival Internacional de Música Sacra llegó al pueblo con su gira 'Colombia es música sacra' para apoyar la vuelta a casa de uno de los numerosos grupos de este pueblo de artistas.La música, heredera de los tambores africanos y los cantos de las mujeres que se lamentaban por las heridas de la esclavitud o de la violencia en gritos heridos, corre por las venas de los pueblos afro del Pacífico y es también superviviente del conflicto y del azote de los grupos armados que se disputan este estratégico corredor.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíMúsica 'made in' PacíficoEl líder de 'Remanso Pacífico', Alexis Castaño, se define como espiritual y parrandero. Fundó el grupo en 2009 para poner en valor la música transmitida por sus abuelos y ancestros, y son esas raíces las que lo unen con lo sacro, con el cantar a los santos y a la devoción, explica."Siempre que hay una fiesta a algún santo, siempre nuestros abuelos le han hecho arrullos, le han hecho bailes...", explica el marimbero. Pero el resultado dista mucho de los cantos gregorianos o los coros de las iglesias europeas; es más bien una parranda, una fiesta.El grupo combina alguna canción de la tradición eclesiástica con oraciones, pero se agarra a la afrojuga, donde a través del baile se contaban historias de la tradición popular, a la boga, nacida de las faenas pesqueras, y sobre todo al alabao y al currulao, dos ritmos que definen al Pacífico."Los negros esclavizados que estuvieron aquí en América trajeron en sus memorias cada uno de los instrumentos que hoy en día hacen parte de lo que nosotros interpretamos, los instrumentos de cuero, los bombos y la marimba, que con su melodioso sonido interpretan los sonidos del bosque", relata el músico.Por eso predominan los golpes de las teclas de la marimba y del tambor, que trasladan a la selva y sus sonidos hechizantes o a los ríos que atraviesan el Pacífico.Y es inevitable que las cantoras muevan las caderas mientras entonan, en un concierto que acaba con 'Guapireño soy', una 'juga' donde claman que "la tierra no es para la guerra".Gritos de resilienciaEsta canción, según cuenta su intérprete, "trae a colación todo lo que hemos pasado, todos los maltratos, y el mensaje es que hay que amar, hay que perdonarnos".Esta parte del Pacífico, separada del resto de Colombia por una densa selva sin conexión por carretera, ha sido víctima histórica de la desidia estatal, la falta de oportunidades y de las guerrillas, grupos criminales y armados.El departamento del Cauca, al que pertenece Guapi, ha vivido uno de los años más violentos de la última década por las acciones del Estado Mayor Central (EMC), la principal disidencia de las FARC, y de otros grupos armados ilegales.Y Guapi no es una excepción. La alcaldesa de este pueblo, Ana Milena Grueso, simplemente asiente: "Sí, sí hay grupos armados en la zona".Hace apenas un mes, la estación de Policía, que hace esquina en la plaza principal, fue atacada con explosivos que provocaron la muerte de dos de los atacantes, hirieron a un policía y causaron daños materiales aún visibles en las construcciones aledañas, incluida la iglesia donde se celebró el concierto."Tenemos este estigma (de la violencia). Desde hace aproximadamente 20 años por la presencia de cultivos de uso ilícito, el orden público se alteró", explica la alcaldesa.Poco a poco han ido "recuperando la confianza", pero cada tanto gente de caseríos cercanos al pueblo es desplazada por el conflicto y la población, que vive envuelta en el ruido de la música permanente que hay en las calles y casas, baja la voz cuando se le pregunta sobre el tema.Se escudan en la música y en sus raíces y hablan de "resilencia y resistencia"; a cada tanto esperan la visita de grupos como Remanso Pacífico que les recuerda el "mensaje de reconciliación y de amor" al que quieren aferrarse.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Miradas es un colectivo de fotógrafos colombianos conformado por excombatientes, artistas y gestores culturales, que realiza talleres de fotografía documental para promover la construcción de la memoria histórica del proceso de paz en Colombia y retratar la vida en las comunidades de las regiones más afectadas por el conflicto armado.Desde que en 2016 alrededor de 13.000 insurgentes de las FARC firmaran la paz con el Estado colombiano, más de 400 han sido asesinados, "Miradas nos ha permitido denunciar y contar esa realidad que están viviendo los firmantes, pero a la par también contamos esa lucha en el territorio", dice Sugey Taborda, fotógrafa del Colectivo.Las fotografías retratan el dolor, pero a la vez muestran que "acá hay vida [...], y día a día los territorios apuestan por construir un país en paz", asegura Taborda.Gina Parra, gestora cultural de 'Miradas', explica que eligieron el nombre 'La Paz es el Camino' para la muestra porque "es el camino que escogió Colombia después de mucho insistir" y cree que "es uno de los países más perseverantes y que más ha insistido para encontrar la paz y continúa insistiendo después de este acuerdo final con las FARC".💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí Contar la paz desde la fotografía"Las personas que estuvimos en las FARC cuando cogimos las armas, no fue porque amáramos la guerra o nos gustara la guerra sino porque en ese momento creímos que esa era la alternativa que teníamos", recuerda Carmenza Castillo, fotógrafa y firmante del Acuerdo de paz, "pero realmente en las FARC hubo hombres y mujeres llenos de vida y que amábamos la lucha".Para el fotógrafo Marcos Guevara, es más sencillo retratar la guerra porque "termina siendo un espectáculo visual". En cambio "la paz es difícil contarla y narrarla a partir de lo visual"."Retratos de una mujer en la cocina o con su hijo hay miles y millones", afirma Guevara, "pero si conocemos la historia detrás de estas personas y lo que están haciendo para no apostarle a la guerra es donde esos retratos cobran una fuerza narrativa dentro de lo que podemos contar para la paz y lo que puede seguir contribuyendo esto para el país".La exposición fue mostrada en Colombia y actualmente está en una gira por Europa. En Bruselas (Bélgica) se inauguró una colección similar llamada 'Semillas de Paz', con 70 imágenes de fotógrafos colombianos. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Colectivo Miradas (@colectivomiradas)🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Tradicionalmente cada comunidad ribereña se junta para armar estos altares navegantes, que al caer la noche del 7 de diciembre bajan a la Inmaculada Concepción, patrona del pueblo, hasta Guapi, mientras que sus luces, unos cocos centelleantes y decenas de lanchas incendian el río en una impresionante procesión.El sonido lo ponen los arrullos del Pacífico, las voces, las notas de la marimba y los tambores, herederas de la tradición africana, pero también los fuegos artificiales, los gritos y los aplausos que ayudan a elegir la más bella, la ganadora del concurso.Pero este año, solo dos comunidades, Temuey y Chamón, han participado. La violencia y la presencia de grupos armados ha provocado el desplazamiento forzado de algunas comunidades y otras no se atreven a salir."Se siente el miedo"Casi nadie quiere hablar, pero cuando se pregunta por qué solo hay dos balsadas, susurran: orden público.José Dolores Montaño, líder y jefe de la balsada de Temuey, por un lado se alegra, este año tendrán menos competencia, pero luego lamenta: "Esperemos que en esta comunidad no desaparezca porque estamos muy amañaditos (acostumbrados)".💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí"El año pasado no teníamos miedo, pero ahora sí se siente", dice Montaño. Normalmente bajan a las ocho de la noche, pero este año tuvieron que salir a las 6:30 "por cuestiones de seguridad" para entregar la virgen a las ocho y devolverse temprano."No es aconsejable estar allá porque uno no sabe, mejor entregar a la gente sana y salva de vuelta a la comunidad", dice.Guapi, como muchos pueblos del departamento del Cauca, sufre con la violencia. Su tierra es un corredor para actividades ilícitas y sus montañas un escondite natural para grupos armados.Este año, las disidencias de las FARC se han cebado con el Cauca con arremetidas contra las fuerzas de seguridad que ha dejado decenas de víctimas. En Guapi, hace apenas un mes hombres armados atacaron con disparos de fusil y explosivos la estación de policía que hace esquina en la plaza principal.Dos atacantes murieron, dos policías quedaron heridos y hubo daños en varias casas y en parte de la iglesia.Por eso desde el propio Guapi este año no sale ninguna balsada: "decidieron no hacerla para, con esos recursos que se gastaban en la balsada, contribuir a la reparación de los daños a la iglesia", explica la alcaldesa Milena Grueso.La tradición de las balsadasLos habitantes de Guapi se resisten a que la violencia acabe sus tradiciones; a que cese la música, el currulao (ritmo típico del Pacífico) que les pone la piel a vibrar, como explica Jaime Alberto Vásquez, el coordinador de la otra balsada."Es nuestra identidad, es parte de nuestras costumbres, es parte de nuestras raíces. Esta costumbre nos reivindica con nuestros ancestros, con nuestros antepasados", asegura.Guapi es uno de los múltiples corazones que tiene el Pacífico colombiano. Aislado por tierra por la impenetrable selva, los ríos y su proximidad al mar son el centro de la vida, y por ello también de sus tradiciones.Y las balsadas guapireñas son su principal actividad. En las aldeas se juntan y mientras los hombres atan las dos canoas y construyen el soporte que hace de altar, las mujeres cortan la palma y arman los ramos decorativos, tareas en las que hasta los niños participan."Consideramos que esta tradición viene desde África, donde se hacían estos ritos que traían a la virgen o a su santo de devoción por el río para que nos proteja, que libre al municipio de todo mal. Por eso la virgen que tenemos ahí está mirando hacia el río como nuestra protectora y que nos cubra con su manto", explica la alcaldesa.Es la fiesta mayor del pueblo y en las calles no se siente la inseguridad ni el temor; corre el viche (bebida tradicional a base de caña de azúcar) y la gente se mueve de lado a lado 'arrullada' por la música que no cesa hasta el amanecer."No podemos dejar caer la tradición. Yo siempre digo uno no está metido en nada, no está metido con nadie, entonces por qué va a dejar de hacer las cosas", dice orgulloso Dolores Montaño.Este 7 de diciembre se volvieron temprano y les tocó acortar la fiesta, pero en el centro del pueblo hubo quien se encargó de celebrar por aquellos a quienes la violencia no les ha dejado salir.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Como resultado del proceso de Formación en Cine Comunitario, una estrategia de la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio de las Culturas, este sábado, 30 de noviembre, se estrenará el cortometraje documental Las locas decían la verdad, en el auditorio del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, a las 4:00 de la tarde.La producción audiovisual captura la fuerza de las madres de falsos positivos de Soacha y Bogotá, como un homenaje a su valentía y lucha incansable por la justicia y la verdad. El objetivo de esta pieza es impulsar las garantías de no repetición y reparación simbólica a través del cine comunitario, con una perspectiva de cultura de paz, interculturalidad y defensa de derechos. El trabajo documental se realizó con alrededor de veinticinco personas, entre jóvenes, mujeres y madres víctimas del conflicto armado, gracias al trabajo articulado con la Fundación MAFAPO y el apoyo de la estrategia Cine al Campo del Centro para la Industria de la Comunicación Gráfica (CENIGRAF) y el Centro de Formación en Actividad Física y Cultura del SENA.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEn el proceso también participaron Katherine Ramírez, cineasta de los colectivos Matisse Films y Soacha Conexión, la Escuela Popular Audiovisual de Soacha-EPA y el cineasta comunitario Jefferson Romero.Durante el evento, que hace parte de la conmemoración del octavo aniversario de la firma del Acuerdo de Paz, también habrá espacio para un panel de conversación con las madres de Soacha. Allí se discutirá acerca del cine como herramienta de transformación social y compartir sus experiencias durante el proceso de Formación en Cine Comunitario.La asistencia, tanto a la proyección como al panel, estará abierta al público de manera gratuita, con inscripción previa en este enlace. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Madres de Falsos Positivos (@mafapocolombia)🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.