En el discurso implementado por Rodolfo Hernández y, en especial por sus asesores a lo largo de su campaña presidencial, el nombramiento de la cultura ha sido bastante limitado, aunque eso, precisamente, no sea equivalente a que los pocos nombramientos del sector en su discurso no hayan sido mediáticos, teniendo en cuenta que estas polémicas no están presentes en el documento de 76 páginas que explica su plan de gobierno como fue el caso de la propuesta de unir los Ministerios de Cultura y el Ministerio de Ambiente que sería encabezado por uno de sus jefes de debate, el escritor William Ospina que ha provocado diversas opiniones en la que abunda la incertidumbre por mezclar la cartera de dos ministerios tan importantes y con objetivos tan distintos. Junto a ella, la propuesta en materia de cultura que más ha levantado opiniones es aquella de transformar la Casa de Nariño en un museo de arte moderno sustentado, como todas sus propuestas, en términos de austeridad económica.
No obstante, es importante destacar que no ha sido posible, por ahora, que el candidato o sus asesores diagramen la ruta para explicar los beneficios en términos económicos y culturales para el país que traería propuestas como cambiar el sentido de la casa presidencial. Remitiéndonos expresamente a lo descrito en su plan de gobierno, que ha repetido en innumerables ocasiones que está compuesto por un programa con cinco frentes de acción, 35 ejes temáticos y más de 100 líneas de trabajo, para la cultura solo establece cuatro objetivos diagramados en una página a partir de una introducción enfocada en las producciones audiovisuales en el periodo de postpandemia: “El teatro y el cine han sido solo dos de todas las industrias culturales que se reinventaron en los dos últimos años y hasta ahora están empezando a retomar su andar. La pandemia resultó particularmente lesiva en estas dos áreas del entretenimiento, pues la presencia del público es vital para su supervivencia”, se puede leer en uno de los párrafos introductorios que da pistas sobre la visión de la cultura del candidato como fuente única de entretenimiento dejando otras aristas de lado.
Economía Naranja: La continuación de las industrias creativas
La bandera del gobierno saliente de Iván Duque se resume en su apuesta a lo que denominó cómo “Economía Naranja” sustentada en la Ley 1834 de 2017 con el fin de impulsar las industrias creativas (cinematográfica, discográfica, editoriales, etc.). En algunas cifras, la economía naranja aporta el 3% del PIB de Colombia y genera casi 600.000 puestos de trabajo. Según cifras de Bancóldex, se han entregado $3,7 billones al sector creativo y cultural en los últimos tres años que equivalen a cerca de 126.000 empresarios en el sector. No obstante, hay serios reparos en esta visión gubernamental que reduce la cultura, si se quiere, a una conceptualización mercantil, dejando de lado otras manifestaciones artísticas.
“La política de la economía naranja que quedó incrustada dentro del Ministerio de Cultura no está mal si quiere que haya un sector del arte o que haya ciertas actividades del arte y de la cultura que estén ligadas al mercado o al comercio, pero convertir eso sí en política nacional y que ese sea el norte del arte de la cultura en términos de sostenibilidad es equivocado. Por ejemplo, el Museo Nacional que es el museo que dirige todos los museos a nivel de país, la directiva que envió fue decirles a todos los museos que tienen que buscar políticas para hacer autosostenibles, eso está supremamente equivocado y es una violencia, porque también cuando uno define la imaginación, cuando uno define lo que uno debe leer, cuando uno define lo que debe pasar en esos términos, está decidiendo muchísimas cosas. Somos lo que consumimos y en términos de cultura moldea la personalidad, el lenguaje nos deja ver límites y también nos expande. Este gobierno se encargó de hacer eso y un modelo que sea realmente consciente debe minimizar ese rol de la economía naranja y de las industrias creativas y debe buscar abogar por una proporción presupuestal mayor y también, proteger ese presupuesto para que no pase como ha pasado con la economía naranja, que ese presupuesto termina es, no en manos de los creadores sino de los intermediarios”, dice el especialista en arte Lucas Ospina.
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Y es precisamente bajo esta visión que se puede ubicar el primer objetivo descrito por el candidato Hernández en su plan de gobierno: “Introducir la cultura y el arte en la cadena productiva del país a través del fomento de la industria creativa. En nuestro gobierno, los rubros de cultura y arte pasarán de estar en un último plano a ser protagonistas; por tal razón aumentaremos el presupuesto de inversión en estas áreas, para promover el nacimiento de pequeñas y grandes empresas”. Sin embargo, llama la atención que en ningún apartado se haga referencia a esta similitud con el programa del actual gobierno, ni de su continuación, pero que el enfoque principal de la economía naranja sea casi que un símil para la propuesta del candidato que también ha mencionado un incremento presupuestal para la cartera, pero, como se mencionó anteriormente, no se entiende como una probable fusión con el Ministerio de Ambiente pueda contribuir a ello. Nos preguntamos también qué pasará con la recientemente aprobada “ Política Nacional de Economía Naranja” por El Consejo Nacional de Política Económica y Social - CONPES que aprobó cerca $311.381 millones, con un período de implementación que cubre desde el año 2022 hasta el 2027, es decir, en todo el marco del siguiente gobierno, cualquiera que este sea.
Infraestructura
Quizá por su inclinación inmobiliaria llama la atención que el segundo de sus objetivos sea una intervención arquitectónica en los escenarios culturales existentes en el país. Si bien, como menciona la periodista Catalina Ceballos en una de sus columnas para el portal Cambio , no se logra comprender por qué este apartado es tan importante para ubicarlo de segundo en los objetivos culturales de un posible gobierno, a sabiendas por supuesto, de que la preservación de las infraestructuras es vital para el mantenimiento del acceso a la cultura de la sociedad en general. Tampoco se entiende por qué el candidato habla entonces de una intervención con curadores de arte a nivel internacional, con lo que abre la puerta a cuestionamientos nuevamente sobre financiación, motivos más allá de una preservación impulsados por una visión “estética” y razones de peso para hacer de este tipo de intervenciones de forma prioritaria.
Paralelo a ello, hay una propuesta que también tiene que ver con infraestructura que no ha sido difundida ni por el candidato en debates, ni con mucha fuerza en sus redes sociales pero que sí aparece en la página principal de su web. Se trata del programa que denomina “Ópera del campo” que consiste en una infraestructura de 4.800 metros cuadrados que tendrá “servicios médicos, psicología, odontología, biblioteca, informática, salón social, entre otros servicios esenciales para el crecimiento personal y educativo (…) distribuida en tres áreas fundamentales: Educación, Salud y Cultura.” Esta infraestructura según se puede entender, no está diseñada para las grandes ciudades si no como una forma de llevar entretenimiento a pueblos (no especificados en cuáles o si quiera en cuántos) para que puedan disfrutar de “cine, transmisiones en vivo de fútbol internacional y conciertos”. De nuevo, ciertamente, aparece esa visión de la cultura y el arte como una fuente mercantil de entretenimiento que la reduce a un grupo determinado de expresiones. Esto, en conjunto a las dudas que surgen de estas propuestas de atractivas infraestructuras que ha hecho el candidato en el pasado y con las cuales su cumplimiento no se dio, como el caso de las 20.000 viviendas prometidas a través de cartas – cheques cuando era candidato a la alcaldía de Bucaramanga.
Pedagogía
Por último, gran parte de la cultura tiene que ver con el acceso a la misma, eso está claro. Desde hace muchos años el gobierno nacional estableció el acceso gratuito a la red de bibliotecas para todo público y la entrada para Museos de menores entre los 0 y 5 años y los adultos de la tercera edad. El candidato Hernández, sin embargo, propone: “Establecer la gratuidad en el ingreso a escenarios artísticos y culturales, como la red de museos, para niños y jóvenes hasta la mayoría de edad, o los 26 años en el caso de estudiantes universitarios activos”. Ahí, hay quizá una desconexión en términos de conocimiento de accesibilidad de los ciudadanos a la instituciones culturales públicas y segundo, de nuevo, abre una puerta a cuestionamientos sobre el alcance que puede tener el gobierno de garantizar el “acceso a todos los escenarios”, a sabiendas de ciertos límites que existen en términos de lo público y lo privado y, sobre todo, nuevamente, en la continuación de la economía naranja, acerca del sostenimiento de dichos escenarios e instituciones.
¿Y la memoria?
Lo más cercano a ello, enmarcado también dentro de lo pedagógico está el cuarto objetivo: “ Incentivar la pedagogía en temas culturales desde la primera infancia hasta los estudios universitarios, en un proceso que se adelantará con el fin de preservar las tradiciones orales y escritas y las costumbres ancestrales de cada una de las regiones colombianas, como una forma de conservación del patrimonio cultural y artístico”. Empero, ¿cómo se conserva el patrimonio sin una sola mención a la palabra memoria en un plan de gobierno, tal como sucede con el del candidato Rodolfo Hernández? Existe un vacío en el cual deberían concentrarse las más grandes preocupaciones y que, en una democracia, podrían llenarse con las respuestas de aquél que pretende tener el cargo público más importante del país, pero que ha declinado completamente la posibilidad de asistir a debates para hacer estas aclaraciones.
Recuerde que puede conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
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