
El papa Francisco murió este 21 de abril de 2025 a los 88 años. Su legado espiritual, político y simbólico atravesó continentes, ideologías y generaciones. Pero también supo encontrar en los gestos íntimos, personales, una forma de pastoral silenciosa que lo distinguió del resto. Uno de esos gestos, acaso de los menos conocidos pero profundamente humano, ocurrió en septiembre de 2013, cuando el Pontífice le envió una carta a Lilian Clark, la madre del músico argentino Gustavo Cerati , quien por entonces llevaba más de tres años en coma tras sufrir un accidente cerebrovascular.
Cerati, líder de Soda Stéreo y figura icónica del rock en español , había colapsado en Caracas, Venezuela, en mayo de 2010, poco después de ofrecer un concierto. Desde entonces, su madre lo acompañó incansablemente, con una devoción que conmovió a quienes la conocieron y que no pasó desapercibida para Francisco.
Otras facetas del papa Francisco
La carta fue escrita por el Papa en respuesta a una solicitud del artista plástico argentino Gustavo Masó, quien, movido por la situación de Cerati, le pidió al Pontífice una oración por su salud. Lo que Masó recibió como respuesta fue más que una fórmula protocolaria: fue un testimonio sobre la memoria, la espera y la devoción maternal.
“Gracias por su carta del pasado 20. Me ayudó a reconectarme con Gustavo (Cerati). Porque el acostumbramiento nos va archivando la vida. Y la vida sigue. Espera. Desaparece y vuelve a aparecer. El archivista más cruel es el olvido ”, escribió Francisco. Y añadió, citando a Borges: “Tenía razón nuestro Borges cuando nos decía que ‘solo una cosa no hallé: es el olvido’. Sí, desde Dios. Pero entre nosotros: el olvido existe y es cruel”.
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En la misiva, el Papa reconoció la fuerza de Lilian Clark, quien por más de cuatro años sostuvo la esperanza de ver a su hijo despertar. “Le ruego le diga a Lilian que me hace bien su testimonio, su valentía en seguir esperando y que estoy junto a ella. Es difícil decir algo frente a la relación tan sagrada como es la de una madre con un hijo. Pero que acepte mi silencio hecho oración”, concluyó.
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Gustavo Cerati falleció el 4 de septiembre de 2014 a los 55 años, tras sufrir un paro respiratorio. Su madre murió en mayo de 2019. Hoy, en el día de la muerte de Francisco, aquella carta regresa como un documento de consuelo y de memoria. En ella, el Papa argentino no solo dejó constancia de su cercanía con una familia quebrada por la espera, sino que expresó una verdad simple y poderosa: que el olvido, tan temido por Borges , puede ser derrotado con el recuerdo amoroso.
La carta, de puño y letra, hoy adquiere un nuevo significado. Ya no solo es un gesto pastoral entre dos argentinos unidos por la música y la fe, sino un testamento del Francisco más humano: el que supo poner palabras donde casi no las había.
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