"Un compositor me parece como un jardinero al que le dan un terreno de menor o mayor tamaño para cultivar. Tiene la tarea de recoger lo que crece en su tierra, al menos de ordenarlo, de formar un ramo, a lo sumo de convertirlo en un jardín. A este jardinero le corresponde agarrar y dar forma a lo que está al alcance de sus ojos, de sus brazos (su particularidad)".
Ferruccio Busoni escribió estas palabras para el diario Melos el 8 de junio de 1924. Unas semanas más tarde, el 27 de julio, el compositor de cincuenta y ocho años murió en Berlín.
Busoni había expuesto esta idea en numerosos escritos, sabiendo muy bien durante toda su vida que tal perfección artística era inalcanzable. Y así fue a pesar de que la parcela de tierra que le dieron para el cultivo era del mismo tamaño considerable que sus dotes musicales. Ya a los ocho años, el hijo del virtuoso del clarinete Ferdinando Busoni y de la pianista Anna Weiß-Busoni dio su primer recital de piano en público en Trieste. A la edad de diez años apareció en Viena y agradó tanto a Eduard Hanslick que el crítico estricto se inspiró para escribir las palabras más halagadoras: Sin sentimentalismo precoz ni extravagancia inverosímil, sino alegría ingenua al hacer música . Viniendo de la pluma del todopoderoso Hanslick, este fue el elogio de los elogios.
Ferruccio Busoni trabajó desde el principio como compositor y director de orquesta, por lo que ya en 1881 fue nombrado miembro de la Real Academia Filarmónica de Bolonia.
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Fue aquí donde se publicó en 1883 su oratorio II Sábato del Villaggio . Mientras tanto, la familia Busoni se había mudado a Graz y el joven músico comenzó a sentir la atracción de las ciudades más al norte. Residió un tiempo en Viena y luego se trasladó a Leipzig donde publicó su Cuarteto de cuerda N° 1 en do menor Op. 19. Tres años más tarde le siguió el Cuarteto de cuerda N° 22 en re menor Op. 26. También publicó el primero de sus controvertidos arreglos de Bach en Leipzig. Aunque estos arreglos le generaron muchas críticas, han mantenido vivo su nombre entre el público de conciertos hasta el día de hoy.
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Ferruccio Busoni y su esposa se establecieron en Berlín en 1894. Aparte del tiempo que pasó en sus numerosas giras por el extranjero y los años de la Primera Guerra Mundial, la capital alemana siguió siendo el centro artístico de Busoni durante el resto de su vida. Era una casa en el sentido más estricto de la palabra, un lugar donde el jardinero dedicaba su tiempo al cultivo y un punto de encuentro, sobre todo, para los colegas más jóvenes de Busoni, que se beneficiaban de su inaudita variedad de intereses, de sus fuentes musicales de fortaleza y de sus múltiples sugerencias. Busoni fue un hombre cuya influencia en las generaciones posteriores de compositores e intérpretes aún no se ha explorado en profundidad.
La música de Ferruccio Busoni es de una complejidad típicamente contrapuntística. A pesar de que sus composiciones no sean nunca completamente atonales, sus obras tardías se distinguen a menudo por una tonalidad indeterminada. Entre los compositores que se citan habitualmente como que tuvieron una influencia decisiva sobre su obra se encuentran Johann Sebastian Bach y Franz Liszt, si bien su música contiene elementos del neoclasicismo y contiene melodías que nos recuerdan a las de Wolfgang Amadeus Mozart.
Franz Liszt, maestro para Ferruccio Busoni fue uno de los autores que de forma más sistemática y fructífera se apropió de material sonoro ajeno. Fantasías, variaciones, reminiscencias y rapsodias basadas en temas de ópera encontramos en su catálogo. Liszt atribuía una enorme importancia al piano, explicada de forma muy clara en las siguientes afirmaciones: El piano abarca la extensión de una orquesta; y los diez dedos de un solo hombre bastan para conseguir las armonías producidas por la interacción de más de cien músicos.
Podrá escuchar obras maravillosas de Ferryccio Busoni en la nueva edición de El Músico de la Semana el lunes 22 de julio a las 3:00 p.m. por la señal en vivo de la HJCK.
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