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Director de orquesta Valeri Guérguiev, simpatizante de Putin, barrido de la escena cultural

Desprogramado, abandonado por su agente y finalmente despedido: el director de orquesta ruso Valeri Guérguiev se vio en pocos días barrido de la escena cultural, pagando así el precio de varios años de apoyo abierto al presidente ruso Vladimir Putin.

Valeri Guérguiev
Valery Gergiev presentándose con la Orquesta Filarmónica de Viena durante el Concierto de Noche de Verano en el Palacio Schoenbrunn, Viena, Austria. Septiembre 18, 2020.
GEORG HOCHMUTH/AFP

Luego de que varias orquestas y festivales anularan sus compromisos con esta estrella de las salas de conciertos, a causa de la invasión rusa a Ucrania, finalmente le llegó el turno a su principal empleador, la orquesta filarmónica de Múnich (sur de Alemania), que lo despidió este martes.

"Múnich se separa de su director principal, Valeri Guérguiev. En consecuencia, ya no habrá más conciertos de la orquesta filarmónica de Múnich bajo su batuta", anunció el regidor de la capital bávara, Dieter Reiter. El viernes pasado, Reiter le dio a Guérguiev hasta el lunes para "distanciarse de manera clara y categórica" de la invasión rusa a Ucrania.

Pero el director de 68 años, uno de los más solicitados del mundo, mantuvo silencio en tanto los ultimátums en su contra se redoblaban. "Esperaba que reconsideraría y cambiaría su valoración muy positiva del dirigente ruso. Pero, no lo hizo", se lamentó el alcalde de Múnich. "En las circunstancias actuales, se revelaba indispensable que enviase una señal clara a la orquesta, a sus seguidores, a la opinión pública y a la política de la ciudad para poder proseguir trabajando juntos", precisó.

Frecuentes encuentros con Putin

Además de la dirección de la filarmónica de Múnich, desde 2015 este hiperactivo y controvertido maestro compatibilizaba su cargo, entre otros, con el de director general del prestigioso teatro Mariinsky de San Petersburgo, ciudad natal del presidente ruso.

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Su cercanía con Putin, a quien frecuenta desde 1992, y su lealtad al dirigente, han suscitado varias polémicas durante la última década, en particular a causa de su participación en conciertos en Osetia del Sur, bombardeada, y en 2016 en Palmira, Siria, junto a las tropas del ejército del régimen de Bashar al Asad.

Su gira estadounidense, en 2015, se vio perturbada por manifestaciones de opositores a Putin, quienes lo acusaban de apoyar la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia. En 2018, en el marco de una entrevista brindada a la AFP, Guérguiev se congratuló por la reelección de Putin para un cuarto mandato, señalando que se veían entre "cinco a seis veces al año". "Hace 20 años, Rusia había tocado fondo. No digo que sólo Putin la haya devuelto al primer plano de la escena internacional, pero me temo que fue él quien lo hizo", afirmó entonces.

Hasta ahora, ninguna de estas actitudes le había impedido dirigir conciertos. Pero su negativa a condenar la agresión militar contra Ucrania lanzada por Putin cambió de golpe las cosas para él.

Anulaciones en serie

El lunes, la filarmónica de París y el prestigioso festival de Lucerna (Suiza) anunciaron que habían cancelado varias de sus conciertos ya programados, como una muestra de "solidaridad" con "el pueblo ucraniano".

También en Suiza, el Festival de Verbier, después que el de Edimburgo, el mayor evento mundial de conciertos en vivo, exigieron y aceptaron la renuncia del maestro como director musical de sus orquestas. El viernes pasado, el famoso Carnegie Hall de Nueva York ya había dejado al director ruso fuera de una serie de presentaciones.

El domingo, su agente artístico, el alemán Marcus Felsner, decidió dejar de representarlo. Catalogándolo como "uno de los más grandes directores de orquesta de todos los tiempos", explicó en la red Facebook que ya no podía defender los intereses profesionales de su cliente, "quien no querrá o no podrá manifestar públicamente el fin de su apoyo de larga data a un régimen que ha cometido tales crímenes".

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Carismático, el director ruso también fue objeto de duras críticas por su hiperactividad -hasta 275 conciertos por año-, lo que en ocasiones se tradujo en cierta falta de rigor.

Tras ocho años al frente de la sinfónica de Londres, el diario inglés The Guardian señaló en particular a sus conciertos como "de rutina y a veces mal preparados". Posteriormente, en Múnich hubo comentarios en este mismo sentido.