"Todavía no voy a desvelar un nombre, pero en el Concierto de Año Nuevo interpretaremos por primera vez la obra de una compositora", adelantó este martes Daniel Froschauer, presidente de la prestigiosa orquesta vienesa.El propio Froschauer aseguró el pasado diciembre que "aún no se había llegado a eso", al ser preguntado si una obra creada por una compositora había sonado en alguna de las ediciones del recital con el que cada 1 de enero se da la bienvendida al nuevo año desde la Sala Dorada del Musikverein de Viena.Este concierto, retransmitido por televisión y radio en directo a docenas de países, nunca ha sido dirigido por una mujer.De hecho, apenas el 15 % de todos los músicos de la orquesta son mujeres.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.La edición número 85 del recital, el próximo 1 de enero, estará dirigida por el maestro italiano Riccardo Muti.Será la séptima vez que el músico italiano, que tiene 83 años, se ponga al frente de la Filarmónica en el Concierto de Año Nuevo.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La Filarmónica de Viena anunció este miércoles que el director alemán Christian Thielemann ha sido reconocido como "miembro de honor" por su vinculación con la orquesta desde hace 24 años.Thielemann ha dirigido el prestigioso concierto de Año Nuevo en dos ocasiones, 2019 y 2024, y ha sido una presencia constante en los últimos años tanto en los conciertos de los filarmónicos en el Musikverein como en el Festival de Salzburgo, además de liderar giras por Japón, China, Europa y Estados Unidos."Christian Thielemann nos ha acompañado durante muchos años en una profunda colaboración artística, especialmente destacada en el repertorio sinfónico", señaló Daniel Froschauer, presidente de la Filarmónica, en un comunicado."Es uno de los directores que más se identifica con nuestra orquesta", agregó Froschauer.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Con Thielemann, la orquesta grabó varias sinfonías de Beethoven y, durante la pandemia, inició el trabajo en estudio para un ciclo de sinfonías del compositor austríaco Anton Bruckner.En 2024, coincidiendo con el 200 aniversario de Anton Bruckner, se lanzó por primera vez en la historia de la orquesta el ciclo completo de 11 sinfonías del compositor.Thielemann es uno de los directores de orquesta más importantes de la actualidad. Desde 2012 ha sido director musical de la Staatskapelle de Dresden, cargo que también tuvo en el Festival de Bayreuth de 2015 a 2020.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Luego de que varias orquestas y festivales anularan sus compromisos con esta estrella de las salas de conciertos, a causa de la invasión rusa a Ucrania, finalmente le llegó el turno a su principal empleador, la orquesta filarmónica de Múnich (sur de Alemania), que lo despidió este martes."Múnich se separa de su director principal, Valeri Guérguiev. En consecuencia, ya no habrá más conciertos de la orquesta filarmónica de Múnich bajo su batuta", anunció el regidor de la capital bávara, Dieter Reiter. El viernes pasado, Reiter le dio a Guérguiev hasta el lunes para "distanciarse de manera clara y categórica" de la invasión rusa a Ucrania.Pero el director de 68 años, uno de los más solicitados del mundo, mantuvo silencio en tanto los ultimátums en su contra se redoblaban. "Esperaba que reconsideraría y cambiaría su valoración muy positiva del dirigente ruso. Pero, no lo hizo", se lamentó el alcalde de Múnich. "En las circunstancias actuales, se revelaba indispensable que enviase una señal clara a la orquesta, a sus seguidores, a la opinión pública y a la política de la ciudad para poder proseguir trabajando juntos", precisó.Frecuentes encuentros con Putin Además de la dirección de la filarmónica de Múnich, desde 2015 este hiperactivo y controvertido maestro compatibilizaba su cargo, entre otros, con el de director general del prestigioso teatro Mariinsky de San Petersburgo, ciudad natal del presidente ruso.Su cercanía con Putin, a quien frecuenta desde 1992, y su lealtad al dirigente, han suscitado varias polémicas durante la última década, en particular a causa de su participación en conciertos en Osetia del Sur, bombardeada, y en 2016 en Palmira, Siria, junto a las tropas del ejército del régimen de Bashar al Asad.Su gira estadounidense, en 2015, se vio perturbada por manifestaciones de opositores a Putin, quienes lo acusaban de apoyar la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia. En 2018, en el marco de una entrevista brindada a la AFP, Guérguiev se congratuló por la reelección de Putin para un cuarto mandato, señalando que se veían entre "cinco a seis veces al año". "Hace 20 años, Rusia había tocado fondo. No digo que sólo Putin la haya devuelto al primer plano de la escena internacional, pero me temo que fue él quien lo hizo", afirmó entonces.Hasta ahora, ninguna de estas actitudes le había impedido dirigir conciertos. Pero su negativa a condenar la agresión militar contra Ucrania lanzada por Putin cambió de golpe las cosas para él.Anulaciones en serie El lunes, la filarmónica de París y el prestigioso festival de Lucerna (Suiza) anunciaron que habían cancelado varias de sus conciertos ya programados, como una muestra de "solidaridad" con "el pueblo ucraniano".También en Suiza, el Festival de Verbier, después que el de Edimburgo, el mayor evento mundial de conciertos en vivo, exigieron y aceptaron la renuncia del maestro como director musical de sus orquestas. El viernes pasado, el famoso Carnegie Hall de Nueva York ya había dejado al director ruso fuera de una serie de presentaciones. El domingo, su agente artístico, el alemán Marcus Felsner, decidió dejar de representarlo. Catalogándolo como "uno de los más grandes directores de orquesta de todos los tiempos", explicó en la red Facebook que ya no podía defender los intereses profesionales de su cliente, "quien no querrá o no podrá manifestar públicamente el fin de su apoyo de larga data a un régimen que ha cometido tales crímenes".Carismático, el director ruso también fue objeto de duras críticas por su hiperactividad -hasta 275 conciertos por año-, lo que en ocasiones se tradujo en cierta falta de rigor.Tras ocho años al frente de la sinfónica de Londres, el diario inglés The Guardian señaló en particular a sus conciertos como "de rutina y a veces mal preparados". Posteriormente, en Múnich hubo comentarios en este mismo sentido.
Músicos clásicos de Viena se preparan para volver a hacer presentaciones en vivo después de un período que puso a prueba su motivación y despertó dudas sobre su carrera.Laurent Delage, agente de cantantes, compara el desafío que enfrentan los músicos con el de "atletas de élite que tienen que volver a encender las máquinas" después de un período de inactividad. En la Sala Dorada del Musikverein, considerada una de las mejores salas de concierto en el mundo, se encuentra uno de esos "atletas": la francesa Sophie Dervaux, quien toca el fagot.Ella ensaya una sinfonía de Gustav Mahler y desea volver a tocar ante el público, por primera vez desde noviembre pasado, cuando su orquesta realizó una gira por Japón. "No esperábamos que esto durara virtualmente 200 días", dijo la música de 29 años. Tras los conciertos de esta semana en Viena, tiene presentaciones en Dinamarca y Noruega, en momentos que Europa reabre para los viajeros. Dervaux se unió a la Filarmónica de Viena hace seis años, un nombramiento de por vida."Yo me preguntaba: '¿Para qué trabajar? ¿Para qué practicar escalas si no tengo conciertos?'", contó. Después de dejar el fagot de lado durante un tiempo, encontró algunos proyectos alternativos, como grabar discos, para mantenerse animada y evitar oxidarse. Daniel Froschauer, primer violinista y presidente de la Filarmónica de Viena, dice que los conciertos transmitidos por internet resultaron ser "proyectos musicales increíbles que [le] mantuvieron vivo musicalmente" durante la pandemia.Varios músicos encontraron alivio en estas presentaciones en línea, sin importar si eran producciones profesionales u organizadas por los propios músicos y transmitidas por redes sociales.Pero incluso Froschauer, de 55 años, admitió que esos conciertos virtuales siempre fueron "un poco insatisfactorios". "Cuando tocas para un público, su respuesta es algo que no se puede subestimar", como lo redescubrió semanas atrás cuando tocó en la Scala de Milán.Antes de la pandemia, Viena tenía unos 15.000 conciertos por año, siendo una de las escenas de música clásica más activas del mundo. Delage, el agente de 52 años, explicó que los cantantes de la escena musical clásica "tienen que encontrar sensaciones que habían perdido por más de un año", para "lanzarse de vuelta a una actuación de tres dimensiones". Algunos de ellos se han encontrado con que la pandemia los dejó con "músculos y nervios laxos", mientras que otros "perdieron el rumbo, es muy desestabilizador"."La expectación es como el primer día de escuela", contó el tenor Michael Schade. "Son muchas emociones mezcladas". De camino a su primer concierto en persona del año, admitió sentir algo de inquietud sobre el futuro. "Somos como pacientes en coma que acaban de despertar y nadie sabe cuánto daño se ha hecho", comentó, y expresó su temor de que el sector musical haya sufrido un daño de largo plazo.El director de ópera Benjamin Prins se ha visto particularmente golpeado el último año, que calificó como un "desastre financiero". "Perdí 70% de mis ingresos", admitió. "Si he podido subsistir es gracias a los ahorros", agregó, aunque reconoció que eso no lo salvó del efecto psicológico devastador de la pandemia. "Estoy al límite".Prins teme que, a largo plazo, los efectos del coronavirus provoquen el fin de las "inmensas, cosmopolitas" producciones que sustentan la industria de la ópera.
"El imperio de la luz" ("L'Empire des lumieres"), de 1954, había sido tasada en 95 millones de dólares. El valor final superó el récord anterior para una obra de Magritte (1898-1967), que había sido de 79 millones.Tras una puja de 10 minutos, la pintura que juega con luces y sombras hasta confundir el día con la noche fue rematada por 121.160.000 dólares, "un récord mundial para el artista y para una obra de arte surrealista en una subasta", afirmó la casa Christie's.La obra del maestro del surrealismo integraba la colección privada de la diseñadora y mecenas de origen rumano Mica Ertegun, fallecida a los 97 años en diciembre pasado.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíLa venta del Magritte, que coincide con el centenario del movimiento surrealista, era uno de los destaques de la actual temporada de subastas en Nueva York, cuyo mercado espera recuperarse del retroceso sufrido el año pasado.En la misma sesión del martes, la icónica obra "Standard Station", del estadounidense Ed Ruscha, se vendió por 68,26 millones de dólares, un nuevo récord en subastas para el referente del arte pop, actualmente de 86 años.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Wicked", la adaptación cinematográfica del éxito de Broadway, es protagonizada por la sensación del pop Ariana Grande, mientras que "Gladiador II" marca el regreso a la Roma antigua de Ridley Scott, 24 años después de que su épica original ganara el Óscar a mejor película.Pero resta por verse si el público recibirá con gusto los memes de "Glicked" o "Wickiador" (que ya están haciendo circular en las redes los departamentos de marketing), o si acudirá a las salas de cine con sombreros de brujas o sandalias romanas.Las salas de cine y varios de los centros comerciales en Estados Unidos ya se están pintando de tonos verde y rosa, en referencia a las brujas de "Wicked", y llenando de Coliseos en miniatura, preparándose para un período que según los analistas será crucial para la industria."Estoy seguro de que este será el mayor Día de Acción de Gracias que la industria ha presenciado", dijo Jordan Hohman, un ejecutivo del grupo Phoenix Theaters, en referencia a la fiesta nacional que coincide con la primera semana en cartelera de ambas producciones."Wicked", de Universal, es por sí sola "la película que más entradas ha vendido anticipadamente" en los 24 años de historia de la cadena estadounidense, superando en un 63% a "Barbie", añadió su propietario y presidente, Cory Jacobson.Tradicionalmente, los estudios de Hollywood tenían sus reservas sobre lanzar dos grandes películas en un mismo fin de semana, pero el verano boreal de récords de 2023 demostró que puede funcionar para ambas producciones, siempre que sean las adecuadas.Como "Barbie" y "Oppenheimer", "Wicked" y "Gladiador II" (Paramount) hablan a diferentes audiencias, opina el analista David A. Gross, del grupo Franchise Entertainment Research.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí"Wicked" ha inspirado como parte de su campaña de promoción una línea de maquillaje y un kit para hornear tus propios cupcakes, mientras que los anuncios relacionados con "Gladiador" son una constante durante las transmisiones de la liga de fútbol americano. "No existe la posibilidad de pisarse la manguera entre bomberos", dijo Gross.Pero alcanzar las vertiginosas cifras de "Barbie" y "Oppenheimer" será digno de conjuros y proezas. Sólo en su primer fin de semana en América del Norte, estas películas de 2023 se hicieron con 245 millones de dólares en taquilla."Barbenheimer fue un ejemplo de dos películas que superaron con creces sus resultados (...) algo inesperado en el mejor de los escenarios", advirtió Daniel Lora, vicepresidente senior de estrategia de contenidos de Boxoffice Media.Parte del actual optimismo de la industria se debe a que otro éxito, "Moana 2", de Disney, que se unirá a "Wicked" y "Gladiador II" en las salas de cine una semana después. "No creo que se trate de una experiencia de dos películas, sino de tres", dijo Jacobson.Campañas por todo lo altoAlcanzar estas altas expectativas es algo que Hollywood necesita.A pesar de un lucrativo verano boreal con secuelas exitosas como "Intensa Mente 2" y "Deadpool & Wolverine", 2024 ha sido un año dispar para una industria que aún sueña con volver a las cifras anteriores a la pandemia.Los cinco primeros meses del año se vieron perjudicados por los pocos estrenos, debido a los retrasos en la producción provocados por las huelgas de Hollywood el año pasado y la pandemia.Los últimos dos meses también han sido decepcionantes, con el fracaso en la taquilla de "Guasón 2: Folie à Deux", entre otros fiascos y estrenos mediocres.Pero las primeras señales para este fin de semana parecen prometedoras. "Gladiador II" se estrenó en otros países la semana pasada haciéndose con 87 millones de dólares fuera de Estados Unidos. Y Paramount espera números similares este fin de semana en los cines estadounidenses."Wicked", de Universal - el estudio detrás de "Oppenheimer"-, debe vender 100 millones de dólares en boletería este fin de semana en América del Norte de acuerdo con los pronósticos.De paso, los estudios apostaron en ambas producciones con una larga y extensa campaña de publicidad. En abril, Paramount abrió su presentación anual en una convención de cine en Las Vegas con un ejecutivo entrando en la arena del Caesars Palace en un carro flanqueado por soldados romanos.Mientras que Universal terminó su presentación dándole miles de flores de plástico al público para crear un gigantesco espectáculo de luces electrónicas verdes y rosas con el tema "Wicked".Ocho meses después, los estudios medirán si sus esfuerzos rendirán frutos en la taquilla. "Cuando algo pega de verdad, más allá de una campaña de publicidad, puede despegar e ir más lejos de lo esperado", comentó Gross. "Así que veremos qué pasa".🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Voltaire, cuyo nombre real era François-Marie Arouet, fue un filósofo, escritor e historiador francés, y uno de los principales exponentes del movimiento de la Ilustración. Famoso por su ingenio, su aguda crítica a las instituciones tradicionales y su férrea defensa de la libertad de expresión, la tolerancia religiosa y la reforma social, Voltaire dejó un legado que trasciende siglos.Voltaire arremetió contra el fanatismo, la superstición y la intolerancia, defendiendo la razón como base de una sociedad más justa. Sus obras atacan la hipocresía de las instituciones religiosas y abogan por la separación entre Iglesia y Estado. Fue un precursor del derecho a expresarse libremente. Su famosa frase, aunque apócrifa, resume este ideal: "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo".Voltaire y la Ilustración La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual que transformó el pensamiento europeo durante los siglos XVII y XVIII. En este contexto, Voltaire emergió como uno de los principales artífices de las ideas que moldearon esta era.Voltaire abogó por el uso de la razón para analizar y desafiar las estructuras sociales, religiosas y políticas. Sus escritos, caracterizados por su ironía y agudeza, cuestionaron las verdades aceptadas y promovieron el escepticismo hacia dogmas impuestos. Este enfoque ayudó a popularizar una mentalidad que valoraba la investigación científica y el análisis lógico como pilares del progreso humano.El escritor denunció incansablemente el fanatismo religioso y los abusos de la Iglesia católica, que en su época ostentaba un inmenso poder político. Obras como el "Tratado sobre la tolerancia" y "El Diccionario Filosófico" no solo plantearon la necesidad de libertad de pensamiento, sino que también inspiraron reformas posteriores hacia la separación entre Iglesia y Estado, como lo mencionamos anteriormente.Aunque Voltaire no era un revolucionario en el sentido moderno, su ideal de "despotismo ilustrado" influyó en monarcas como Federico el Grande de Prusia y Catalina la Grande de Rusia. Voltaire creía que los gobernantes educados en los principios de la Ilustración podrían promover reformas para mejorar la vida de sus súbditos, sentando las bases de sistemas más justos y racionales.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíVoltaire y los libros El impacto de Voltaire fue evidente en la generación que lideró la Revolución Francesa (1789). Figuras como Diderot y Rousseau, aunque a veces en desacuerdo con Voltaire, se inspiraron en su crítica al absolutismo y en su fe en el progreso racional. Su pensamiento influyó en discursos sobre la libertad, la igualdad y los derechos individuales que marcaron este periodo.La sátira de Voltaire, especialmente en Cándido, sirvió como modelo para escritores como Jonathan Swift y, más tarde, autores del siglo XIX como Mark Twain. Su capacidad para denunciar las injusticias a través del humor y el absurdo consolidó una tradición literaria de crítica social mordaz.Autoras feministas como Mary Wollstonecraft y novelistas como George Eliot heredaron de Voltaire una perspectiva secular que desafió las normas patriarcales y religiosas. Aunque no fue explícitamente feminista, su insistencia en la libertad de pensamiento y en los derechos individuales influyó en las luchas por la igualdad de género.Algunas obras recomendadas"Cándido o el optimismo" (1759): Una sátira mordaz que pone en evidencia el optimismo filosófico de Leibniz, representado por la frase "vivimos en el mejor de los mundos posibles". A través de las desventuras de su protagonista, Cándido, Voltaire critica las injusticias sociales, el poder corrupto y el sufrimiento humano con un humor cáustico."Tratado sobre la tolerancia" (1763): Escrito tras el juicio y ejecución injusta de Jean Calas, este ensayo es una apasionada defensa de la tolerancia religiosa y la libertad de pensamiento. En él, Voltaire aboga por la convivencia pacífica y denuncia la barbarie de la intolerancia."Cartas filosóficas" (1734): En esta colección de cartas, Voltaire compara la sociedad francesa con la inglesa, alabando la tolerancia, el sistema parlamentario y la libertad de comercio de Inglaterra. La obra, considerada subversiva en su época, fue prohibida en Francia.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
1Mi madre me llamó Penélope. Le fascinaba el personaje de la ingeniosa esposa de Ulises tejiendo de día para destejer de noche y así engañar a sus pretendientes. Yo prefería al marido navegante. Me carga la idea de tejer y esperar eternamente, pero por esperar me quedé atrapada en Madrid. Fui de las últimas que entró antes de que cerraran el aeropuerto en marzo cuando se decretó el confinamiento por la pandemia. Había llegado de Nicaragua para ocuparme de los asuntos de mi madre muerta. Ella había fallecido en diciembre. En mi familia diciembre era el mes de morirse. Mi abuela, mi padre, una tía y un tío murieron en esas fechas. Meticulosos hasta en eso de llegar al último mes del año para declarar la vida por terminada. No quise quedarme entonces. Me llevé las cenizas de mi madre para dejarlas en nuestro país y postergué mi regreso a España. Dejé que pasaran enero y febrero. Me dije que en marzo el clima sería más benigno y en abril llegaría la primavera. Por ser hija única a mí sola me correspondían los bienes de mi madre: la casa y su contenido, sus cuentas, la utilería del teatro de su vida que, de seguro, habría dejado dispersa y en desorden por esa su filosofía de vivir el presente que era cómoda para ella, pero un rollo para los demás. No había apuro, me dije. Poco podía imaginar que llegaría la pandemia y mi vida quedaría atrapada como el barco de Shackleton, mi explorador favorito, atorado en el hielo de la Antártida. No era una mala metáfora. La pandemia llegó como la Edad del Hielo. Había que permanecer refugiado de ese mordisco invisible de la muerte asediando en el aire y, peor aún, en el hálito del prójimo. Me costó aceptar mi mala suerte. Me había imaginado deambulando por Madrid, recorriendo el barrio de las Letras, Chueca, las librerías, el Retiro; en vez de eso me tocaba el confinamiento y esa época tipo distopía del fin del mundo. No podría vender la casa de mi madre en medio de la pandemia, pero al menos tenía un lugar donde quedarme, un coche también, cafetera, cocina, cama, almohadas. Y mi computadora: los zooms, los chats, las series. El siglo xxi había aniquilado la soledad a golpe de teclas. Uno tenía compañía hasta la saciedad, compañía y chismes y los reels de Instagram que no sabía cómo controlar para que me dejaran de mostrar las vidas de las celebridades y sus parejas perfectas. Un asco todos los perfectos. Yo era tan flaca que, como decía un amigo, era de frente, filo, y de filo, nada. Me consolaba ver a Joyce Carol Oates. Ella era de mi equipo, del equipo de los endebles, raquíticos seres esqueléticos que, sin embargo, tenían mucho que decir o que escribir. A fin de cuentas, mi IQ era alto y aunque era flaca mi cara era de mejor ver que la de Joyce Carol Oates, con perdón de ella, que me cae muy bien, y que es una gran escritora, no hay duda. Me había dejado dos mechones de canas a lo Susan Sontag en mi pelo corto, oscuro y liso. Las gafas de marco negro, ancho y redondo, mi cara un poco larga, nariz y boca sin importancia me hacían una flaca con estilo.Como editora de una editorial mediana, podía seguir haciendo mi trabajo a distancia. Por otro lado, vaciar de cosas personales un caserón cerca de la sierra, abandonado por la inesperada y definitiva partida de una dueña que gustaba de guardarlo todo, me mantendría ocupada la soledad. Así lo pensé al principio. No imaginé viajar al vientre de mi madre y descubrir cuánto más había allí que yo desconocía. No imaginé lo que sería sumergirme en las cuevas cuidadosamente selladas de una existencia interrumpida de súbito. No llegué preparada para un encierro donde los recuerdos se dejaran ver y el pasado se levantara por las noches haciéndome oír sus susurros.2Mi madre fue guerrillera en los años setenta, en la Revolución Sandinista, la última que triunfó en Latinoamérica. De joven tomó las armas y vivió en pocos años varias vidas. Cuando contaba sus recuerdos parecía que quien hablaba era un personaje centenario. Había sido una mujer de huesos grandes, alta, de brazos musculosos y piernas de corredora, con una energía incesante. Su rostro era imperfecto. Heredé sus ojos grandes y oscuros y sus pómulos altos, pero no las cejas tupidas, ni la nariz respingona, ni la boca ancha y carnosa, de labios delineados. A ella ese rasgo y una gestualidad desenfadada le conferían un aire sensual dentro de un cuerpo de atleta. Paradójicamente, su familia ostentaba una larga trayectoria al servicio de la dinastía de los Somoza, que gobernó Nicaragua de 1936 a 1979 y a cuyo último ejemplar, Anastasio Somoza, ella combatió. Su abuelo era famoso porque manejó las confiscaciones a los alemanes cuando el fundador de la dinastía declaró la guerra a los países del Eje, entre ellos Alemania, el 7 de diciembre de 1941. El dictador se adelantó veinticuatro horas a la declaración de guerra de Estados Unidos luego del ataque japonés a Pearl Harbor. Semejante premura bélica fue un ardid para apropiarse de las tierras cedidas en 1852 a familias alemanas que iniciaron el cultivo del café. Las haciendas de los alemanes eran modelos de productividad. Mi bisabuelo fue el encargado de expropiarlas. Dos de ellas fueron el pago a su perruna fidelidad. Eran unas propiedades muy grandes, en las zonas altas del país, atravesadas por ríos, con hondas quebradas pobladas de árboles centenarios que daban sombra al café. Contaban con casashaciendas de muros anchos, hermosas. Él las administró muy bien. Fueron la base para acumular una cuantiosa fortuna. Con el dinero llegaron otras inversiones y amigos potentados. «Era a mí a quien mandaba a atenderlos —me decía mi madre—. Yo era adolescente, pero él me usaba de señuelo, me exponía.» Se reía con su humor sarcástico. Entre ellos podría encontrar marido, bromeaba. «Tu abuelo era un asco —me decía con una dolida expresión de desprecio—. Tu abuela no se atrevía a enfrentarlo. Como pasaban mucho tiempo en sus haciendas en el campo, yo me quedaba durante la semana en la ciudad en casa de Marisa, mi mejor amiga. Su padre dirigía una estación de radio importante.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíA esa casa llegaban poetas, cantantes y un profesor de historia erudito con un don excepcional para contar episodios nacionales con la verbosidad de un cuentacuentos. Eran opositores a la dictadura. Me trataban con cierto recelo. Empecé a relatarles lo que sabía de los negocios de Somoza. Me escuchaban con atención. Yo quería estar de su parte. Hacerles ver que era diferente a mi familia. Un día un grupo de universitarios se tomaron la radio del papá de Marisa. El ejército la rodeó. Él salió con los brazos en alto y pidió que no mataran a los muchachos, que se los llevaran, pero que no los mataran. Se metió el obispo a negociar y al final se los llevaron presos. Uno de los muchachos parecía el jefe, se llamaba Ajax. Al día siguiente se llevaron al papá de Marisa. Como a las dos semanas la Seguridad del Estado urdió el cuento del intento de fuga de Ajax. Lo mataron. La gente sabía que hacían eso. “Le aplicaron la Ley de Fuga”, decían. Recuerdo la foto en el periódico: la mamá con el cuerpo ensangrentado en los brazos porque la llevaron al patio de la prisión para que viera el cadáver. A los meses mataron al papá de Marisa porque su radio denunció el crimen. Apareció tirado en un camino, el cuerpo lleno de señas de tortura. Me radicalicé. Marisa y yo nos metimos en la resistencia contra Somoza. Después del bachillerato, Marisa se fue a estudiar al exterior. Yo decidí irme clandestina. Robé plata y armas de la hacienda y ése fue mi pasaje a la guerrilla. No volví más a mi casa.»Yo la oía. Imaginaba lo que sería enemistarse con el propio apellido. Crecí oyéndola negar a su familia. No hubo para mí ni abuelos ni tíos ni primos. En el colegio un profesor joven, recién ungido revolucionario, un poco sádico en su fanatismo, fue quien se dio a la tarea de ilustrarme sobre la calaña servil de mi parentela. Afirmaba que quien había sido encargado de exhumar el cadáver del fundador de la dinastía, que el hijo se llevó en una maleta en el vuelo que lo sacó del país cuando huyó al saberse derrocado, había sido nada menos que mi abuelo, que también lo acompañó en su huida.—Es verdad —me dijo ella, sonriendo con ironía—. Ahora decile que te cuente qué fue lo que hizo tu madre.Al profe se le subió el color cuando se lo pregunté.—Te dije lo de tu abuelo para que aprecies de cuánto se despojó tu madre para llegar a ser Comandante Guerrillera —uno de los títulos honoríficos de la Revolución Sandinista—. Ella liberó la segunda ciudad más importante del país con un Estado Mayor compuesto casi en su totalidad por mujeres. Cuentan que ella sola, desde la torre del comando a la que logró subir subrepticiamente, eliminó, con su puntería de francotiradora, a los guardias que impedían la toma del último reducto somocista de León.—Eso es lo que vale —le dije, orgullosa—. Cuando mi mamá le da la espalda a algo, no vuelve la vista atrás.Mientras vivió, amé y temí a mi madre. Mi amor de niña fue incondicional, lleno de admiración. Ya de adolescente empecé a resentir su devoción revolucionaria y sus incursiones por mi identidad. Pienso que temía que mis genes me traicionaran. Sentía que quería envolverme como hiedra, o comerme como planta carnívora. A mi padre lo habían matado en la lucha contra la dictadura somocista. No lo conocí, pero tuve varios padres, los amantes de ella que, en general, eran mimosos conmigo. Cuando llegaba a quererlos me daba por vigilar los ánimos de mi madre. Conocía perfectamente las señales de cuando se cansaba de ellos. Allí empezaba mi sufrimiento o mi labor de zapa a sus intenciones, remarcando lo bien que lo pasaba con X o Y, lo que aprendía con él. Me escuchaba y sé que retrasó más de una vez el final del juego por mí.Ella cambió después de la revolución. El sandinismo estuvo en el poder de 1979 a 1990. En esos once años tuvo que vérselas con una guerra contrarrevolucionaria. Estados Unidos temía otra Cuba en el continente y armó a los descontentos que se oponían a los cambios. Impuso, además, un embargo comercial. Hubo muchas muertes, escasez: faltaban el pan, la luz eléctrica, el papel higiénico; sobraba la arrogancia juvenil de los guerrilleros.Aun en medio de las dificultades, los sandinistas pensaron que ganarían en las elecciones de 1990. No fue así. La noche de la derrota electoral, el 25 de febrero de 1990, cuando el conteo de votos dio la victoria a Violeta Chamorro, candidata de la oposición, fue, para mi madre y sus compañeros, como el terremoto que destruyó Managua, la capital, en 1972. El edificio que contenía sus sueños y sus proyectos de vida, ese que siempre estaba en construcción, y que a ella le ocupaba más tiempo del que disponía, cayó estrepitosamente. Fueron días de duelo. Los amigos llegaban, lloraban sacudidos por la incredulidad. Parecía que se les acababa el mundo. Yo era una chavala de quince años. Había crecido dentro de la revolución, como en un escenario magnífico. Era la mascota del grupo. Me llevaban a las manifestaciones multitudinarias. Me compraban helados o refrescos. Desde mi infancia los había visto actuar como profetas. Se juntaban en mi casa a tomar ron y a discutir cuestiones que yo apenas entendía, pero que me inspiraban la idea de que todos ellos eran como los héroes de los cómics desafiando y destruyendo monstruos. Mi corto entendimiento no lograba comprender que el pueblo hubiese votado por el fin de la revolución, que ya no quisiera más esa romántica época de júbilo en las plazas y gente que proponía acabar con la pobreza. Buscaba, en medio del lamento de los adultos, alguien que me explicara la derrota.Poco tiempo transcurrió antes de que la desilusión y el desconcierto echaran raíces entre los que habían sido compañeros. La camaradería dio paso a amargas discusiones. El tinglado que antes parecía sólido se agrietó. En su afán de salvarse de la debacle, Daniel Ortega se hizo todopoderoso. Lo que había sido un heroico movimiento guerrillero se transformó en un informe partido político. Menos mal que, en medio de la dispersión y de buscarse otra vida, mi madre se enamoró, a mediados de los noventa, de un arquitecto español. Ella había vivido en España de joven. Apenas hablaba de ese tiempo. Lo recordaba como el peor de su vida. Quería borrarlo de su memoria. En aquella época la revolución la salvó, solía decir. Bromeaba por lo irónico de que España la salvara de nuevo, esta vez del fracaso de la revolución. A mí me pareció mentira la facilidad con que se marchó de Nicaragua con su nuevo amor, como si se tratara de Sodoma y Gomorra y ella estuviera decidida a no cometer el error de la mujer de Lot de volver la vista atrás. Su decisión de marcharse, el resplandor del amor que la iluminó, la disposición de que yo me quedara viviendo con su amiga Sofía hasta terminar la universidad, hizo que yo cortara el resto de cordón umbilical. Dejé de llamarla mamá. Pasé a llamarla Valeria.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Con ecos del 'Oliver Twist' de Charles Dickens y trazas de la discriminación racial que ya ha tratado en películas como '12 años de esclavitud' ('12 Years a Slave', 2013) o series como 'Small Axe' (2020), McQueen construye una emotiva y emocionante historia en torno a una madre blanca y su hijo mestizo.Ronan brilla en su papel de Rita, la madre de George, interpretado por el debutante Elliott Heffernan. Con un padre ausente, viven con el abuelo, otro actor novel a sus 66 años, el cantante Paul Weller, el mítico líder de The Jam y The Style Council.Con una espectacular ambientación y secuencias que son capaces de encontrar poesía en los bombardeos sobre Londres, 'Blitz' se desarrolla en una etapa muy concreta de la Segunda Guerra Mundial.'Blitz' es como se conoce al periodo que va de septiembre de 1940 a mayo de 1941 en el que Alemania bombardeó incesantemente el Reino Unido, comenzando por Londres, al final de la Batalla de Inglaterra, un combate aéreo que supuso la primera derrota importante del Ejército alemán en esa guerra.Una época en la que los londinenses ponían a salvo a sus hijos enviándolos lejos de la capital británica en viajes organizados por el Gobierno. Y eso es lo que hace Rita, pero su hijo no está de acuerdo, así que salta del tren que le lleva a un lugar seguro y decide regresar a pie a su casa.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíMcQueen aprovecha para lanzar una crítica contra el trato a los negros con una historia que a través de las vivencias del niño muestra el horror de la guerra, no solo por las bombas, sino por el comportamientos de personas sin escrúpulos que trataban de aprovecharse de la situación.Una película escrita por el realizador, que partió de una fotografía que se guarda en los archivos del Museo Imperial de la Guerra y que muestra a un niño pequeño, negro, cargado con una maleta atada con cuerdas.Eso le llevó a imaginar quién sería ese niño, como ha explicado McQueen en varis entrevistas, y escribió esta historia en la que, como en muchos de sus trabajos anteriores, la música desempeña un papel importante.Ronan se muestra como una solvente cantante y demuestra que las canciones y los bailes fueron el refugio de la población británica para soportar unos bombardeos que les llevaban a refugiarse casi cada día en estaciones de metro, ante la falta de lugares más seguros.'Blitz' aparece en las quinielas de los medios especializados de cara a los Óscar, no solo para el premio a mejor película sino en la mayoría de las categorías técnicas.Ronan también está entre las intérpretes que podrían optar al Óscar a mejor actriz secundaria, una categoría que se presenta muy competitiva y que podría incluir nombres como los de Zoe Saldaña, por 'Emilia Pérez'; Isabella Rosellini, por 'Cónclave'; Felicity Jones, por 'The Brutalist', o Ariana Grande, por 'Wicked'.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.