Hoy estaría cumpliendo 78 años “el rey de la puntualidad”, como también se le conocía a Héctor Lavoe, quien en realidad se llamaba Héctor Juan Pérez Martínez, nacido en Ponce, Puerto Rico, y abrazado por Nueva York para convertirse en una de las estrellas más brillantes en la historia de la salsa.
Una voz inconfundible y un talento para improvisar en la salsa, que lo hizo acreedor al apodo de “el sonero mayor”, acompañaron la vida de Lavoe, sus pesares, pérdidas y dolores que desde muy niño marcaron su destino.
Joven, con apenas dieciséis años, buscando el día de su suerte y llamado por la música, dejó su natal Puerto Rico para encontrar su estrella en Nueva York en 1963, la tierra donde el boogaloo y el mambo le abrían paso a los latinos y a la salsa.
Su talento desbordante, que por esos días sonaba en los bares de la capital del mundo, llamó la atención de Johnny Pacheco, fundador de la Fania Records, quién lo llevó a Willie Colón, su dupla musical durante siete años. Juntos grabaron diez discos y le entregaron al mundo canciones que hoy son consideradas himnos del género, como Che Che Colé, La Murga, Aguanilé y Todo Tiene Su Final.
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Hace un año, en la conmemoración del nacimiento de Lavoe, Colón dedicó unas conmovedoras palabras a su colega en las que recordó sus viajes juntos y sus colaboraciones. “Su talento, carisma y voz única fueron el corazón y el alma de nuestra asociación. Juntos creamos magia en el escenario y en el estudio de grabación”, escribió en sus redes sociales.
Hacemos un recorrido por su discografía, que acumula veintiún álbumes de estudio, recordando cinco de los más destacados, en su etapa Willie Colón & Héctor Lavoe y como solista.
“El juicio” (1972)
Después de sus inicios con El malo (1967) y el éxito anterior a El Juicio que fue Asalto navideño (1971) donde la dupla Colón-Lavoe nos entregó La murga, llegaría su séptimo álbum, uno de los más exitosos donde ya era fácil identificar para los oyentes el estilo de este grupo, sus ritmos afrocaribeños, el saoko, la percusión y el trombón de Colón. De este álbum, incluido dentro de los mejores veinte en la historia de la salsa según Rolling Stone, salió la todavía hoy famosa Aguanile, tan eufórica como religiosa, que más tarde haría parte de la banda sonora de El cantante (2006), película biográfica sobre Lavoe.
“Lo mato” (1973)
También producido por Fania Records, el siguiente álbum de la dupla se produjo en medio de tensiones que florecían entre los artistas y de los excesos que acompañaron la vida de Lavoe. Sin embargo, la calidad es indiscutible, las canciones con referencias a la vida urbana, a la vida del migrante y a la melancolía están muy presentes como en Calle Luna Calle Sol.
De las ocho canciones, sobresalen quizás las más tristes, Todo tiene su final, escrita por Colón, y El día de mi suerte, coescrita por Lavoe, una autobiografía tan bailable como nostálgica, un grito que busca alivio frente a la desgracia y la pérdida y que se refugia en la esperanza de un futuro mejor, que no llegó para Lavoe.
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“La voz” (1975)
Tras su separación de Colón, este es el primer disco en solitario de Lavoe, que sin embargo, contó con el trabajo de producción de su colega y amigo de años. Las canciones más destacadas del disco son Mi gente y El todopoderoso, que además hacen parte de la banda sonora de la película Carlito’s way de 1993.
“De ti depende” (1976)
También incluido en la lista mencionada de Rolling Stone, este álbum de ocho canciones es su segundo álbum como solista y siguió el éxito arrollador de su primer trabajo en solitario, La Voz, consolidándose como una de las voces icónicas de la salsa. Interpreta en este disco una de las más famosas de su repertorio, Periódico de ayer, escrita por Catalino Curet Alonso y Hacha y machete, una dedicatoria a su relación entrañable con Colón.
“Comedia” (1978)
Cerramos esta lista con la cúspide de Lavoe, un álbum que también contó con la producción de Lavoe y en la que se incluye El cantante, su canción más icónica, escrita por Rubén Blades, donde dedicó sus mejores pregones y también cantó su mortalidad y vulnerabilidad porque “cuando el show se acaba soy otro humano cualquiera”.
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