Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

push logo
Sabemos que las notificaciones pueden resultar horribles, pero prometemos no abusar. Entérate de todo el mundo cultural en HJCK.
No, gracias.
¡Claro que sí!

Publicidad

Alexander Scriabin, un poeta sentado al piano

A 150 años del nacimiento de Alexander Scriabin, compositor y pianista ruso, recordamos su camino en la música.

IBEHF4YEUZGQVPXA6YXLNEUT5Y.jpg

Scriabin nació en Moscú, el 6 de enero de 1872. Su madre, pianista también, fue la vida directa a la música. Hijo único del matrimonio de sus padres y huérfano siendo todavía muy pequeño, Alexander Scriabin encontró en la música un camino y en el piano, un puente para seguir cerca a su madre. Musicalmente fue visionario y controvertido, incluso algunos compositores contemporáneos a ´´el lo definieron como un desequilibrado, cuya música fue entrando progresivamente en un callejón sin salida, quedándose en un solipsismo casi total a merced de sus extravagantes ideales.

Algunos pianistas, como Vladimir Horowitz, demostraron especial preferencia por su música, aunque no hubo nunca consenso sobre su composición. Scriabin llevaba a los críticos y amantes de la música a los extremos: lo amaban o lo repudiaban, no había punto medio. Buena parte de los músicos de la época, ubican en 1903 el inicio del momento más prolífico de su carrera.

Lo cierto es que sobre su imagen recae una idea, ser sectario particularmente en sus últimas creaciones, y quizás, algo obsesivo en sus procesos creativos, en sus tiempos de composición. De ahí que los seguidores de su obra se refieran a él con fascinación y encanto, como si la obsesión fuera el principío básico para apreciar su obra.

Alexander Scriabin arranca de una tradición de romanticismo pianístico bien consolidada, teniendo entre sus modelos sobre todo a Chopin y a Liszt; de Chopin toma la extrema dulzura de las melodías, la distinción y el gusto por las sutilezas armónicas, mientras que de Liszt va a tomar el énfasis, la voluntad de expresión, el carácter tremendo y a veces ajeno a toda medida terrena de su música. De las diez sonatas para piano que compuso Alexander Scriabin la N° 3 en fa sostenido menor, Op.23 que compuso entre 1897 y 1898, está llena de una ternura cautivadora. Se dice que Scriabin la llamó inicialmente Sonata Gótica, ya que evocaba la impresión de un castillo en ruinas.

Publicidad

Años más tarde, cuando su mente estaba adentrándose en algunos complejos remolinos filosóficos, tituló la Sonata Estados del Alma, con un programa que recogía la evolución del alma a través del sufrimiento y de la lucha, el alivio ilusorio de las flores y la canción, el mar inexpresable de sentimiento y el abismo final de la nada. La Sonata para piano N°5 Op. 53, es una obra escrita por Alexander Scriabin en 1907. Esta fue su primera sonata escrita en un solo movimiento, formato que retuvo desde entonces. Se considera que la obra es una de las composiciones más difíciles de Scriabin, tanto técnica como musicalmente.

Sus comienzos estuvieron influidos por Chopin y el Romanticismo tardío, y a ese período inicial pertenecen sus obras para piano hasta el Op. 29, las dos primeras Sinfonías y el Concierto para piano. Pero su búsqueda de una expresión estática y contemplativa, que se corresponde con una concepción religiosa y mística del arte, lo fue aislando de la música de sus contemporáneos; compuso entonces la cuarta Sonata y la tercera Sinfonía.

Tras la Primera Guerra Mundial, el estilo musical que practicaba Scriabin cayó en el olvido en favor del de compositores como Stravinsky, que coparon el interés del público; pero años más tarde se realizó una completa revisión de su obra que permitió apreciar con objetividad sus méritos y logros. Entre sus seguidores se hallan Serguéi Prokofiev, Karol Szymanowski y, especialmente, Olivier Messiaen, quien también combinaría de forma exquisita la sensualidad con el misticismo.