Martín presentó este martes la obra, "Fragmentos de inexistencia", en Palafrugell, el lugar en que Sharpe (1928-2013) tenía la casa en la que pasó la última etapa de su vida.
Estuvo acompañado de Montse Verdaguer, que preside una fundación para difundir el legado del británico y que colabora en esta biografía, pues Sharpe le encargó que la escribiese o que la encargase a alguien. Martín contó con documentación de esta doctora que acompañó a Sharpe en su etapa en esta localidad de la costa mediterránea.
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El autor de la biografía, editada por Navona, detalló que cuando le propusieron el trabajo le costó aceptarlo al ser un escritor de ficción y algún ensayo , pero lo hizo cuando vio toda la documentación, mucha de ella inédita.
Con ese material, que incluye desde cartas a autobiografías, reconstruyó al personaje como si escribiese "una novela", un estilo que Sharpe deseaba. "No quería biografías solemnes, sino algo mucho más ligero", indicó Martín, que destacó de entre toda esa documentación la transcripción de once años de conversaciones de Verdaguer con Sharpe.
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Algo "caótico", por lo que ambos tuvieron "que hacer de detectives" en ocasiones para llegar a esa perspectiva del británico "más profunda". "Era un autor muy divertido, pero su vida no tenía gracia", señaló Martín, pues sus padres, "muy mayores para la época", no deseaban su nacimiento, llegaron a regalarle "una escopeta que se disparaba casi sola" y lo educaron en el nazismo.
Todo ese componente, incluidas palizas del padre, se contraponían con que era "alguien brillante con una sensibilidad artística muy grande".
Sharpe murió besando la fotografía de su padre, lo que Miquel Martín entiende como un "perdón" e insiste en que al británico "por momentos lo hubieses estrangulado, pero otras veces era entrañable y, cuando entiendes lo que había detrás, comprendes mejor su reacción".
En "Wilt" ves que "es un pobre desgraciado", afirmó, y en su obra hay "un compromiso moral contra las injusticias" que vehicula a través de un humor "que no es gratuito, es una herramienta".
En su opinión, "el espíritu de sus novelas es de reírse, pero de cosas terriblemente tristes" , con lo que "su risa es como la máscara del llanto de un niño".
Tom Sharpe dejó tres autobiografías, aunque dos de ellas muy breves, y llegó a un acuerdo con una editorial británica para publicarlas, pero le frenó, según Verdaguer, la obligación que conllevaba de escribir sobre su padre.
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Eso fue lo que derivó en el encargo a su amiga la doctora, asumido finalmente por Martín.
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