What validates us as human beings validates us as writers. What matters to us is the relationships that are important to us whether with our self or others. We must use what is important to us to get to the writing. No topic is too trivial
El 21 de mayo de 1980, la escritora chicana Gloria Anzaldúa comenzó a escribir una carta que fue publicada en el libro Words in Our Pockets (Palabras en nuestros bolsillos ), editado por Celeste West y publicado cinco años más tarde. El texto titulado Hablar en lenguas: Una carta a escritoras tercermundistas es un híbrido de formatos: si bien, tiene la estructura de una carta, este sufre en su interior —como casi toda la obra de Anzaldúa— una metamorfosis que hace posible leerlo a la luz de un ensayo y un poema en prosa. Incluso, muchos de sus apartes se encuentran codificados en versos citados por la autora. Sin embargo, y aunque la forma nunca es un asunto menor, la naturaleza poética de este texto responde sobre todo a la cuestión central del trabajo de la escritora.
Anzaldúa nació en el Valle de Texas, Estados Unidos, el 26 de septiembre de 1942, creció en el seno de una familia pobre de agricultores de orígenes mexicanos, y ese enraizamiento en una tierra desconocida comenzó la formación de un pensamiento sobre la hibridez y el mestizaje. En Una carta a escritoras tercermundistas podríamos rastrear el inicio de esa cuestión, de la pregunta por su propio lenguaje y de la forma en la que habitaría a lo largo de su vida dos mundos distintos, pero siameses.
"Las escuelas a las que asistimos o no asistimos no nos dieron las habilidades para escribir ni la confianza en que teníamos razón de usar los idiomas de nuestra clase y etnicidad. (Yo, por una, me especialicé y me hice adepta en el inglés por despecho, para desmentir a los arrogantes maestros racistas que pensaban que todos los niños chicanos eran tontos y sucios.) Y no se nos ensenó español en primaria. Y no se nos exigió en la secundaria. Y aunque ahora escribo mis poemas en español tanto como en inglés, siento el robo de mi lengua nativa".
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Esos mundos distintos que mencioné arriba son claros al inicio de la carta y son, sobre todo, los lugares que me permiten sostener que el caso de Anzaldúa deja evidente que lo transatlántico no solo se refiere —o no se debería referir— exclusivamente a un planteamiento geográfico, sino a un transitar entre varios espacios ya sean físicos, mentales, emocionales o creativos. En este ensayo observaremos con detenimiento la traducción de la carta, realizada por Ana Castillo y Norma Alarcón y supervisada por la misma Anzaldúa para el libro Esta puente, mi espalda. Voces de las mujeres tercermundistas en los Estados Unidos tres años después de la publicación de la original en inglés, y cómo en este doblaje es determinante el cruce entre las lenguas: inglés y español, la selección de las palabras y la creación de universos poéticos específicos para cada idioma. Miremos el inicio de la carta y encontremos el primer puente:
Dear mujeres de color, companions in writing
I sit here naked in the sun, typewriter against my knee trying to visualize you. Black woman huddles over a desk in the fifth floor of some New York tenement. Sitting on a porch in south Texas, a Chicana fanning away mosquitos and the hot air, trying to arouse the smouldering embers of writing.
"Queridas mujeres de color, compañeras de la escritura, aquí al sol estoy sentada encuerada, máquina de escribir contra las rodillas, tratando de representármelas en mi mente. Una negra arrebujada sobre un escritorio en el quinto piso de alguna casa de vecindad en Nueva York. Una chicana sentada en un porche en el sur de Tejas, abanicándose contra los zancudos y el aire cálido, tratando de estimular las chispas ardientes de la escritura".
El texto comienza con un “Queridas mujeres de color”, y esta frase que parece un simple enunciado no es, por supuesto, una decisión inocente. La escritora pone de manifiesto que entramos a una frontera: un texto referido a un grupo poblacional que transita entre las franjas del establecimiento: las mujeres de color. Sin embargo, nos interesa sobre todo la transfiguración de dos palabras en específico. En inglés, Anzaldúa escribe la palabra naked, pero cuando la traduce para el libro Esta puente, mi espalda. Voces de mujeres tercermundistas en los Estados Unidos (1988), usa la el término encuerada. Qué significa esto, más allá de un estudio de la forma. Pues el uso de la palabra, que es la forma del espíritu, abre el camino para entender cómo Anzaldúa atravesaba la escritura en ambos idiomas entendiendo el significado de cada término en su propia cuna.
Desnuda y encuerada pueden significar lo mismo y, a pesar de ello, su carga simbólica detona distintas impresiones según su propia lectura. La escritora chicana recorre la geografía de la lengua como una misma tierra separada apenas por muros franqueables por los ilegales, los mixtos, los cafés. Como ella. Como su noción de territorialidad.
Anzaldúa se reafirma como un puente primigenio entre generaciones —sobre todo de mujeres— que no entendían cómo naciendo en una patria no pertenecían a ella. Me importa en Una carta a escritoras tercermundistas el estado de “estar más allá”.
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How hard it is for us to think we can choose to become writers, much less feel and believe that we can. What have we to contribute, to give? Our own expectations condition us. Does not our class, our culture as well as the white man tell us writing is not for women such as us?
The white man speaks: Perhaps if you scrape the dark off of your face. Maybe if you bleach your bones. Stop speaking in tongues, stop writing left- handed. Don't cultivate your colored skins nor tongues of fire if you want to make it in a right-handed world.
“Man, like all the other animals, fears and is repelled by that which he does not understand, and mere difference is apt to connote something malign”. —ALICE WALKER (Anzaldúa, Words in Our Pockets, 1985, pág. 166) .
"Qué difícil es para nosotras pensar que podemos ser escritoras, y más aún sentir y creer que podemos hacerlo. ¿Qué tenemos para contribuir, para dar? Nuestras propias esperanzas nos condicionan. ¿Acaso no nos dice nuestra clase, nuestra cultura, tanto como el hombre blanco que el escribir no es para mujeres tal como nosotras?
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El hombre blanco habla: quizás si raspas lo moreno de tu cara. Quizás si blanqueas tus huesos. Deja de hablar en lenguas, deja de escribir con la mano zurda. No cultives tu piel de color, ni tus lenguas en llamas si quieres tener éxito en un mundo de la mano derecha.
“El hombre, como todos los animales, teme y repele lo que no entiende, y la mera diferencia es apta a connotar algo maligno”". —ALICE WALKER (Anzaldúa, Hablar en lenguas. Una carta a escritoras tercermundistas, 1988)
En sus trabajos teóricos, Anzaldúa invocó una nueva mestiza (“new mestiza”), a quien describió como un sujeto al tanto de sus conflictos de identidad y, además, usó el término el nuevo ángulo de visión (“new angles of vision”) con el que, podría decirse, firmó una afrenta contra mucho del pensamiento literario y académico de Occidente y sobre todo de Estados Unidos. En la carta a la que hacemos mención ambos conceptos teóricos se presentan y sobre todo se expresan en el cuerpo de las mujeres a las que se refiere la carta. Mujeres desubicadas en la lengua, pero con la infranqueable necesidad de la expresión. Mujeres con una mirada nueva sobre los feminismos, las luchas sociales y el reconocimiento de sus capacidades.
"¿Por qué luchan contra nosotras? ¿Por qué creen que somos bestias peligrosas? ¿Por qué somos bestias peligrosas? Porque agitamos y frecuentemente quebramos las cómodas imágenes estereotípicas que los blancos tienen de nosotras: la sirvienta negra, la niñera torpe con doce bebés chupándole las tetas, la china de ojos sesgados con su mano experta".
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También hace eco en mí y confirma mi hipótesis sobre lo transatlántico como Anzaldúa usa en esta carta el lenguaje como una tela que no alcanza, una especie de tierra en la que lo cultivado no parece germinar para todas las manos. Por eso, como ella misma lo dice, tiene que escribir en español y en inglés, por eso las palabras que usan las mujeres de color son palabras robadas y otras sacadas a fuerza de una tradición que les es esquiva. La chicana cita en su texto un poema de Cherríe Moraga, otra poeta, ensayista y dramaturga estadounidense que escribe sobre las experiencias de las mujeres lesbianas y racializadas de los Estados Unidos.
Me falta imaginación dices
No . Me falta el lenguaje.
El lenguaje para clarificar
mi resistencia a las letradas.
Las palabras son una guerra para mí. Amenazan a mi familia.
Para ganar la palabra
para describir la pérdida
tomo el riesgo de perder todo.
Podré crear un monstruo
el cuerpo y extensión de la palabra hinchándose de colores y emocionante amenazando a mi madre , caracterizada. Su voz en la distancia
analfabeta ininteligible .
Estas son las palabras del monstruo.
Lo que hace la escritora con este poema de Moraga es afirmar la pregunta: ¿Quién les dio permiso de escribir a las mujeres de color? La pregunta, que no intenta responderse porque es la justificación de un reto, atraviesa todo el texto que está entrecruzado por la autobiografía, el ensayo y la poesía; exactamente como se definieron las experiencias vitales de su autora: español, inglés, náhualt, mexicano norteño, tex-mex, chicano, pachuco, lesbianismo, raza y género.
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“They know how to treat a man in bed”, the flat-faced Chicana or Indian, passively lying on her back, being fucked by the Man a la La Chingada.
The Third World woman revolts: We revoke, we erase your white male imprint. When you come knocking on our doors with your rubber stamps to brand our 'faces with DUMB, HYSTERICAL, PASSIVE, PUTA, PERVERT when you come with your branding irons to burn MY PROPERTY on our buttocks, we will vomit the guilt, self-denial and race- hatred you have force-fed into us right back into your mouth. We are done being cushions for your projected fears. We are tired of being your sacrificial lambs and scapegoats.
I can write this and yet I realize that many of us women of color who have strung degrees, credentials, and published books around our necks like pearls that we hang onto for dear life are in danger of contributing to the invisibility of our sister-writers. "La Vendida", the sell-out" (Anzaldúa, Words in Our Pockets, 1985, pág. 167) .
"“Ellas saben cómo tratar a un hombre en la cama”, la cara chata de la chicana, o la india, pasivamente reposada sobre su espalda, mientras el hombre la chinga, estilo La Chingada.
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La mujer tercermundista se rebela: Cancelamos, borramos tu señal de hombre blanco. Cuando vengas a tocar a nuestras puertas con tus estampas de goma para marcarnos la cara con TONTA, HISTÉRICA, PASIVA, PUTA, PERVERSA, cuando vengas con tu hierro de manear para quemar MI PROPIEDAD en nuestras nalgas, vomitaremos en tu boca la culpa, la abnegación y el odio de la raza que nos has forzado a comer. Acabamos de ser cojines para tus temores proyectados. Estamos cansadas de ser tus corderos sacrificatorios y tus chivos expiatorios.
Puedo escribir esto y aun reconozco que muchas de nosotras, mujeres de color, las que hemos colgado títulos, credenciales y libros publicados alrededor de nuestros cuellos como collares de perlas de los cuales agarramos como a la vida querida, estamos en peligro de contribuir a la invisibilidad de nuestras hermanas escritoras. “La Vendida”, la que se vendió". (Anzaldúa, Hablar en lenguas. Una carta a escritoras tercermundistas, 1988)
En esta sección de la carta, la disputa por el lugar de enunciación puede incluso relacionarse a apuestas escriturales como la de Alfonsina Storni, en Argentina, o artísticas como la de Frida Kahlo en México. Quiénes son las mujeres en las líneas de poder, cómo es que palabras como puta o vendida no sufren transformaciones en la traducción, por qué puta es lo mismo en la geografía del lenguaje y por qué vendida es un tipo de alteración del código entre las mujeres de color. Como lo dijo la profesora argentina Yanina Hordadyn en su artículo La conciencia de la nueva mestiza en borderlands/ la frontera. The new mestiza de Gloria Anzaldúa. Una propuesta de desobediencia epistémica : “Este discurso estrecha lazos con el ejercicio de la ruptura y la deconstrucción, lo cual desencadena una propuesta epistemológica basada en la desobediencia a lo establecido hegemónico, es decir, la posibilidad de un abordaje crítico otro o fronterizo y la construcción de un “nuevo hombre” o raza que tenga conciencia mestiza y de mujer”.
En Una carta a escritoras tercermundistas encuentro las formas en las que Gloria Anzaldúa logró construir un puente entre la tradición latinoamericana y la estadounidense, desde un cuerpo de mujer con las violencias y lenguajes que eso supone. Este texto inaugural abre un espacio donde pueden abordarse a extranjeras situadas entre culturas que no las reconocen como iguales y que, paradójicamente, son habitadas por varias formas de vivir: las mitad-mitad: “la unión de contrarios en un mismo ser” y, más importante aún, como estas dos mitades se habitan desde la comunidad.
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"Leslie, mi compañera de casa, entra y se pone de rodillas a leer mis fragmentos en el piso y dice, “Está bien, Gloria”. Y yo pienso: No tengo que regresar a Tejas, a mi familia de tierra, mezquites, nopales, serpientes de cascabel y correcaminos. Mi familia, esta comunidad de escritoras. Como pude haber vivido y sobrevivido tanto tiempo sin ella. Y recuerdo el aislamiento; vivo de nuevo el dolor".
Es imposible no abordar en esta carta y en nuestro tratado sobre el cruce de fronteras simbólicas, la sugerencia del desdoblamiento del propio yo de la autora, donde la experiencia personal no es central y, sin embargo, cataliza el relato. En esa separación autoral es la intimidad, la mirada personal, la que constituye lo que el historiador puertorriqueño Fernando Picó llamó “los resortes de la literatura”.
La profesora Luz Marina Rivas rescata un aspecto importante en su libro La novela intrahistórica que tiene que ver con un ala de la historia que se encarga de examinar los relatos de la vida privada. “Los estudios del subalterno privilegian la visión de la historia de los excluidos” (Rivas, 2000, pág. 33) , y Gloria Anzaldúa podría servir como primera brújula en una incipiente cartografía sobre la intimidad de las mujeres pobres de color enraizadas y migrantes en países que nos les permiten, siquiera, el sueño de la creatividad.
Anzaldúa ironiza sobre premisas consideradas hitos del feminismo, cruza una frontera nuevamente, desdibuja los límites entre lo que es establecido y comprueba que cuando se trata de las mujeres de color no se han inventado teorías y, tal vez ni siquiera palabras.
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Forget the room of one's own — write in the kitchen, lock yourself up in the bathroom. Write on the bus or the welfare line, on the job or during meals, between sleeping or waking. I write while sitting on the john. No long stretches at the typewriter unless you're wealthy or have a patron — you may not even own a typewriter. While you wash the floor or clothes listen to the words chanting in your body. When you're depressed, angry, hurt, when compassion and love possess you. When you cannot help but write"
"Olvídate del “cuarto propio” −escribe en la cocina, enciérrate en el baño−. Escribe en el autobús o mientras haces fila en el Departamento de Beneficio Social o en el trabajo durante la comida, entre dormir y estar despierta. Yo escribo hasta sentada en el excusado. No hay tiempos extendidos con la máquina de escribir a menos que seas rica, o tengas un patrocinador (puede ser que ni tengas una máquina de escribir). Mientras lavas los pisos o la ropa escucha las palabras cantando en tu cuerpo. Cuando estés deprimida, enojada, herida, cuando la compasión y el amor te posea. Cuando no puedas hacer nada más que escribir".
La habitación propia de Virginia Woolf se deshace en el relato de Anzaldúa y pareciera que incluso toma un sentido ridículo en la realidad en la que las mujeres pobres escriben. Cómo tener un cuarto propio para escribir cuando vives en una casa de una sola planta, sin paredes y un fogón de una sola plaza. El trabajo de Gloria Anzaldúa en esta carta es una especie de descubrimiento de una tierra que parecía oculta hasta ese momento y que ella revela en dos lenguas. Sustrae de cada una las palabras y sus significados según su experiencia, que es al mismo tiempo la de miles de mujeres enjauladas en el anonimato y pone a disposición de las “excluidas” palabras para sí mismas. En este punto, casi 40 años después de la escritura de esta carta, podríamos preguntarnos si esta sirve como un tipo de archivo historiográfico. Un mapa nuevo de lugares privados.
I say mujer magica, empty yourself. Shock yourself into new ways of perceiving the world, shock your readers into the same. Stop the chatter inside their heads.
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Your skin must be sensitive enough for the lightest kiss and thick enough to ward off the sneers. If you are going to spit in the eye of the world, make sure your back is to the wind. Write of what most links us with life, the sensation of the body, the images seen by the eye, the expansion of the psyche in tranquility: moments of high intensity, its movement, sounds, thoughts. Even though we go hungry we are not impoverished of experiences 2) .
"Yo digo mujer mágica, vacíate a ti misma. Estrújate hasta percibir maneras nuevas de ver, estruja a tus lectores hasta lo mismo. Para el chirrido en su cabeza.
Tu piel debe ser lo suficientemente sensible para el beso más ligero y lo suficientemente gruesa para evitar las burlas. Si le vas a escupir en el ojo al mundo, asegúrate de que llevas la espalda contra el viento. Escribe de lo que más nos une a la vida, la sensación del cuerpo, las imágenes vistas, la extensión de la psique tranquila: momentos de alta intensidad, su movimiento, sonidos, pensamientos. Aunque pasamos hambre no somos pobres en experiencias "
Para concluir, es importante resaltar que en esta carta las palabras de referencia a las mujeres siempre están en español. Mujeres de color, mujer mágica , hay por supuesto una deliberada apuesta por el lenguaje de las emociones que en Anzaldúa están determinadas por el idioma de sus padres: el castellano.
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Y a pesar de que nuestra lengua no se escapa de procesos de colonización, indiferencia y exclusión, no deja de ser subversivo la apropiación que logra Anzaldúa de su idioma. El último puente que propongo en este ensayo para confirmar que lo transatlántico en Anzaldúa es una desconfiguración de todas las fronteras creativas, raciales y simbólicas es precisamente el final de la carta: una aproximación a las mujeres a un mundo que les parece negado. Un paso de la cocina, al arte. Una forma abrupta y violenta de romper los límites.
Write with your eyes like painters, with your ears like musicians, with your feet like dancers. You are the truthsayer with quill and torch. Write with your tongues of fire. Don't let the pen banish you from yourself. Don't let the ink coagulate in your pens. Don't let the censor snuff out the spark, nor the gags muffle your voice. Put your shit on the paper.
"Escribe con tus ojos de pintor, con oídos de músico, con pies de danzantes. Tú eres la profeta con pluma y antorcha. Escribe con lengua de fuego. No dejes que la pluma te destierre de ti misma. No dejes que la tinta se coagule en el bolígrafo. No dejes que el censor apague las chispa, ni que las mordazas te callen la voz. Pon tu mierda en el papel".