Nacido en Burdeos en 1940, estudió en París e impartió clases las universidades de Berkeley, Berlín y San Diego. Sin embargo, fue la Universidad Marc Bloch de Estrasburgo, donde encontró su casa desde 1968 hasta el día de muerte.
Discípulo y alumno de Jacques Derrida, era considerado uno de los pensadores más influyentes de su país por su forma de reflexionar alrededor de la globalización, la democracia, las ideologías y en particular sobre el significado de la palabra comunidad.
“Si ya no sabemos qué es democracia, significa que esta palabra ya no tiene sentido. Sabemos qué son el estado de derecho, los derechos humanos, las libertades fundamentales, el principio de igualdad… pero democracia significaba otra cosa: una sociedad donde estas definiciones formales son reales y donde el poder es capaz de aplicarlas para el pueblo y por el pueblo”, escribió en 2018.
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Entre sus libros destacan La comunidad inoperante , La representación prohibida , El deseo , ¿Por qué obedecemos?, La posibilidad de un mundo y Un virus demasiado humano , donde reflexionó sobre la pandemia y escribió: “El coronavirus como pandemia es en verdad, desde todo punto de vista, un producto de la mundialización. Especifica sus rasgos y sus tendencias, es un librecambista activo, belicoso y eficaz”.
Su intensa curiosidad por la estética y el arte lo llevó a colaborar con los cineastas Abbas Kiarostami y Claire Denis, incluso dedicó al primero el ensayo La evidencia del filme . Supo, además, hacer de la experiencia personal un objeto de reflexión colectiva. En títulos como Corpus y El intruso partió de su propia operación a corazón abierto para hablar de la dimensión del social del cuerpo: “El cuerpo es nuestra angustia puesta al desnudo”, escribió entonces y es que, para el francés, la filosofía nunca ha sido una teoría abstracta, sino una fuerza ligada a nuestro ser intelectual y corpóreo