El físico alemán Albert Einstein leyó varias veces las obras del escritor ruso. Impresionado por el tono y su ritmo honesto al momento de narrar, les confesó una noche a sus amigos y admiradores: “Aprendí más de Dostoievski que de cualquier otro pensador científico, incluso más que de Gauss”. La vida del autor de los hermanos Karamazov no fue fácil, pues estuvo permeado por el alcohol y agresividad de su padre, eventos que trastornaron su mente. Como si fuera poco, también tuvo que enfrentar a sus dieciséis años la muerte de su madre, quien podría considerarse como la única persona que lo comprendía. Aún con tanta crueldad, aquel hombre de mirada profunda empezó a escribir y al mismo tiempo comenzó a hablar de la alegría y la tristeza, de la miseria y la riqueza, llevando al lector a experimentar diversas sensaciones a través de sus personajes. “Pobres gentes” fue la primera novela que escribió y que de inmediato lo convirtió en un autor admirado por la crítica literaria. Las siguientes novelas que publicó fueron duramente criticadas, por lo que el hombre entró en una profunda depresión que lo hizo alejarse del lápiz y papel por varios meses. Por este tiempo hizo parte del grupo “Petrashevski”, donde se reunían algunos jóvenes que defendían la libertad y el honor a la palabra.
En contexto
El 23 de abril de 1849, el escritor ruso fue encarcelado junto a varios de sus compañeros, acusado de estar en contra del régimen autocrático del Zar Nicolas I Romanov. Fue llevado a un campo de fusilamiento, donde pudo ver el ataúd donde pondrían su cuerpo. En el momento en el que estaban vendando sus ojos un jinete irrumpió en el patíbulo, detuvo el procedimiento y le entregó al oficial encargado una carta en donde decía que se le perdonaría su pena siempre y cuando cumpliera con trabajos forzados en Siberia durante cinco años. Fue tanto el estrés que le generó ver los ataúdes y observar la cara de los guardias que le dispararían que, al momento de saber que no sería asesinado, se desmayó y tuvo un ataque fuerte de epilepsia. Han pasado 173 años desde esa fecha y el escritor ruso vuelve a ser una amenaza para algunos. Por los pasillos de la Universidad de Bicocca, en Italia, se rumora que el curso académico que consta de cuatro conferencias sobre la vida y obra de Fiodór Dostoievski ha sido cancelado.
El escritor y docente Paolo Nori —quien está cargo de esta asignatura— recibió un correo de manera sorpresiva: “Estimado profesor, esta mañana el Vicerrectorado de Didáctica me comunicó la decisión adoptada con la Rectora de posponer el curso sobre Dostoievski. El objetivo es evitar cualquier forma de polémica. Sobre todo, interna como un momento de fuerte tensión”. La indignación de Nori fue tal que decidió compartirlo a través de sus redes sociales. “Lo que está pasando en Ucrania —dijo el escritor Nori— es horrible, y me dan ganas de llorar con solo pensarlo. Pero estas cosas aquí son ridículas: una universidad italiana que prohíbe un curso sobre Dostoievski, no podía creerlo. Deberíamos hablar más sobre Dostoievski. O sobre Tolstoi, el primer inspirador de los movimientos no violentos, muy admirado por Gandhi, quien luego perfeccionó la práctica. Eso de que la universidad italiana prohíbe un curso sobre Dostoievski para evitar cualquier forma de polémica es increíble”.
Bastaron unas horas para que diferentes docentes y estudiantes se pronunciaran ante este impase. Ante ello, las directivas decidieron lanzar un comunicado, atemorizadas ante la unión de diversos miembros de la comunidad universitaria: “Milano-Bicocca es una universidad abierta al diálogo y a la escucha incluso en este periodo tan difícil que nos ve consternados por la escalada del conflicto. El curso del escritor Paolo Nori se realizará en los días establecidos”. La rectora de la Universidad, Giovanna Iannantuoni, se manifestó horas después: “Ha habido un malentendido en un momento de mucha tensión. En esta universidad no hay nada más lejos que la censura”.
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Aunque las disculpas y correcciones llegaron de inmediato, hubo mucha molestia por parte de estudiantes, docentes y trabajadores de la institución, quienes no podían creer que censuraran a uno de los escritores más importantes del mundo literario. Así lo dejó claro la ministra de la Universidad y de la Investigación María Cristina Messa: “Es muy importante que se realice el curso del escritor Paolo Nori con el apoyo de la universidad. Dostoievski es un patrimonio de valor inestimable; la cultura debe ser un terreno libre para el intercambio y el enriquecimiento”. Mientras esto pasaba en Milán. Días después, el alcalde de Florencia Dario Nardella manifestó que un ciudadano le había pedido quitar la estatua de Dostoievski que se encuentra ubicada en el parque Cascine de la capital toscana. A través de su cuenta de Twitter dejó claro: “No nos confundamos. Esta es la guerra loca de un dictador y su gobierno, no de un pueblo contra otro. En lugar de borrar siglos de cultura rusa pensemos en detener rápidamente a Putin”.