Hace una semana la fiscalía de Nicaragua acusó al escritor Sergio Ramírez de "lavado de dinero, bienes y activos, menoscabo a la integridad nacional, y provocación, proposición y conspiración". Ramírez, quién salió a mediados de junio del país, asegura que el presidente Daniel Ortega ha impuesto una dictadura en el país, obligándolo a vivir en un exilio forzado.
A su salida del país, Ramírez se radicó en España. Allí, en medio de un evento del Instituto Cervantes, el escritor habló del desarraigo y el peso mental de la persecución: "Es lo más duro a lo que alguien puede ser sometido, saber que no puede volver a su país, que tiene las puertas cerradas, por la mano de una dictadura enemiga de los libros".
En un carta pública de apoyo al escritor, un centenar de personalidades de la literatura, la música y otros campos artísticos aseguran que la forma de actuar del gobierno de Nicaragua "es un atentado a la libertad y un insulto a la inteligencia". La misiva continúa: "Sergio Ramírez no sólo es un intelectual de primer orden, sino que también ha sido siempre un hombre comprometido con el destino de su país, al que ha rendido servicios inolvidables. Los cargos que se han fabricado contra él —y contra casi cuarenta presos políticos— son la demostración palpable de la deriva represora del régimen, decidido a acallar a sus opositores mediante la cárcel u obligándolos al exilio".
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"Los abajo firmantes mostramos solidaridad con Sergio Ramírez y, de este modo, también con la sociedad nicaragüense, sometida ahora a una dictadura cuya escalada represiva está lejos de terminar”, terminan los autores que simpatizan con Ramírez dentro de los que se encuentran Piedad Bonett, Héctor Abad Faciolince, Mario Vargas Llosa y Juan Gabriel Vásquez, entre otros.
Los mensajes de rechazo, desde otros escenarios, no se han hecho esperar. El expresidente Juan Manuel Santos también se solidarizó con el escritor de 78 años y afrim´ó que "es oprobioso, es la demostración de algo que está sucediendo en América Latina en muchos países, y está in crescendo, que es esa tendencia al autoritarismo y prácticamente hacia la dictadura".
Sin embargo, a pesar de la oscuridad del presente, Ramírez no ha dejado de escribir. Parte del momento convulso que travesó Nicaragua ha quedado registrado en su nueva novela "Tongolele no sabe bailar", un conjunto de peripecias del inspector Dolores Morales, que suceden en el marco de las protestas de 2018, duramente reprimidas por el gobierno de Ortega.
“Las dictaduras carecen de imaginación, repiten sus mentiras, su saña, sus odios y sus caprichos. Son los mismos delirios y el mismo empecinamiento ciego por el poder y la misma mediocridad de quienes teniendo en su puño los instrumentos represivos y habiéndose despojado de todos los escrúpulos, creen también que son dueños de la dignidad, de la conciencia y la libertad de los demás”, asegura el escritor que, por ahora, planea seguir una vida en España.