"¿Tendremos una dictadura hitleriana en toda regla? Lo dudo pero realmente depende de hasta qué punto podemos creer algo de lo que Trump diga, y miente tanto que es imposible saberlo", ha afirmado en un encuentro telemático con periodistas con motivo del lanzamiento en España y Latinoamérica de 'Perdidas en el bosque', su nuevo libro de relatos."¿Realmente va a ejecutar al jefe del ejército o es una broma? ¿Va a construir campos de concentración y meter en ellos a inmigrantes ilegales y demócratas como ha dicho? ¿De verdad va a hacer eso, lo va a permitir el pueblo americano? Habrá que verlo", ha señalado.Atwood ha relacionado la derrota de Kamala Harris con el escaso tiempo que tuvo para hacer campaña tras la renuncia en julio de Joe Biden a la candidatura demócrata, pero también con el hecho de ser una mujer negra."Creo que mucha gente, mujeres incluidas, tuvo miedo de que les hiciera lo que históricamente han hecho a mujeres como ella, es decir, había un temor de pérdida de identidad, estatus y poder con una presidencia como la suya, a pesar de que Harris se cuidó de hacer una campaña que no acentuara esos aspectos".Por otro lado, ha considerado que los estadounidenses se han pasado los últimos ocho o diez años debatiendo sobre identidad y apenas nada sobre clases sociales."Tenemos que volver a hablar de clases porque en Estados Unidos ha habido un giro en la afiliación, tradicionalmente los demócratas han representado a la clase trabajadora y los republicanos a los ricos, pero independientemente de si ha habido un cambio real, la percepción general es que ahora los republicanos representan a los trabajadores y los demócratas a la élite".💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíAtwood, que alcanzó gran fama tras la adaptación televisiva de la distopía feminista 'El cuento de la criada', también ha considerado "muy inteligente" por parte de los republicanos haber separado la cuestión del aborto de las elecciones presidenciales al dejarlo a cargo de los estados."Como mujer podías votar a favor de los derechos reproductivos y al mismo tiempo votar a Trump y aparentemente eso es lo que ha ocurrido, porque siete estados de diez que celebraron el referéndum dieron luz verde al aborto", ha recordado.Quince relatos sobre el amor, la pérdida y George Orwell'Perdidas en el bosque' es un conjunto de quince relatos con los que Atwood regresa a la ficción por primera vez desde 2019, cuando publicó la novela 'Los testamentos', continuación de 'El cuento de la criada'.En ellos aborda temas como el paso del tiempo, las relaciones familiares y la vida en pareja y defiende el pensamiento mágico y la capacidad de asombro como refugio ante la crudeza de la vida.Dividido en tres partes, la primera y la tercera, protagonizada por un matrimonio formado por Tig y Nell, son bastante autobiográficas, ha reconocido la autora, que en 2019 perdió a su marido, el también escritor Gaeme Gibson, fallecido a los 85 años.Hay historias que proceden de material inicialmente destinado a una novela y otras que le encargaron, como una entrevista "post mortem" que le hace al escritor George Orwell a través de una medium y en la que le plantea cuestiones que siempre le intrigaron.Atwood ha explicado que leyó por primera vez 'Rebelión en la granja' siendo una niña y pensando que era una historia infantil y no una alegoría del totalitarismo.Más tarde, con 13 o 14 años, leyó '1984' y le surgió la pregunta de cómo sería Estados Unidos con una dictadura totalitaria, pregunta que inspiró 'El cuento de la criada'. "Mi interés respecto a la política y las formas de gobierno empezó con Orwell", ha asegurado.Atwood ha reflexionado sobre el sentido de las distopías y las utopías en la actualidad -"las distopías no han perdido sentido porque siempre puede ir a peor"- y habló de la escritura de sus memorias, en las que está inmersa."Unas memorias no son una autobiografía, escribes sobre lo que recuerdas y lo que sueles recordar son cosas estúpidas y catástrofes", ha apuntado. "No habrá mucho sobre mis vacaciones de verano, pero sí sobre esa vez que casi morimos y cosas así".🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
IHoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.» Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.El asilo de ancianos está en Marengo, a ochenta kilómetros de Argel. Tomaré el autobús a las dos y llegaré por la tarde. De esa manera podré velarla, y regresaré mañana por la noche. Pedí dos días de licencia a mi patrón y no pudo negármelos ante una excusa semejante. Pero no parecía satisfecho. Llegué a decirle: «No es culpa mía.» No me respondió. Pensé entonces que no debía haberle dicho esto. Al fin y al cabo, no tenía por qué excusarme. Más bien le correspondía a él presentarme las condolencias. Pero lo hará sin duda pasado mañana, cuando me vea de luto. Por ahora, es un poco como si mamá no estuviera muerta. Después del entierro, por el contrario, será un asunto archivado y todo habrá adquirido aspecto más oficial.Tomé el autobús a las dos. Hacía mucho calor. Comí en el restaurante de Celeste como de costumbre. Todos se condolieron mucho de mí, y Celeste me dijo: «Madre hay una sola.» Cuando partí, me acompañaron hasta la puerta. Me sentía un poco aturdido pues fue necesario que subiera hasta la habitación de Manuel para pedirle prestados una corbata negra y un brazal. El perdió a su tío hace unos meses.Corrí para alcanzar el autobús. Me sentí adormecido sin duda por la prisa y la carrera, añadidas a los barquinazos, al olor a gasolina y a la reverberación del camino y del cielo. Dormí casi todo el trayecto. Y cuando desperté, estaba apoyado contra un militar que me sonrió y me preguntó si venía de lejos. Dije «sí» para no tener que hablar más.El asilo está a dos kilómetros del pueblo. Hice el camino a pie. Quise ver a mamá en seguida. Pero el portero me dijo que era necesario ver antes al director. Como estaba ocupado, esperé un poco. Mientras tanto, el portero me estuvo hablando, y en seguida vi al director. Me recibió en su despacho. Era un viejecito condecorado con la Legión de Honor. Me miró con sus ojos claros. Después me estrechó la mano y la retuvo tanto tiempo que yo no sabía cómo retirarla. Consultó un legajo y me dijo: «La señora de Meursault entró aquí hace tres años. Usted era su único sostén.» Creí que me reprochaba alguna cosa y empecé a darle explicaciones. Pero me interrumpió: «No tiene usted por qué justificarse, hijo mío. He leído el legajo de su madre. Usted no podía subvenir a sus necesidades. Ella necesitaba una enfermera. Su salario es modesto. Y, al fin de cuentas, era más feliz aquí.» Dije: «Sí, señor director.» El agregó: «Sabe usted, aquí tenía amigos, personas de su edad. Podía compartir recuerdos de otros tiempos. Usted es joven y ella debía de aburrirse con usted.»💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEra verdad. Cuando mamá estaba en casa pasaba el tiempo en silencio, siguiéndome con la mirada. Durante los primeros días que estuvo en el asilo lloraba a menudo. Pero era por la fuerza de la costumbre. Al cabo de unos meses habría llorado si se la hubiera retirado del asilo. Siempre por la fuerza de la costumbre. Un poco por eso en el último año casi no fui a verla. Y también porque me quitaba el domingo, sin contar el esfuerzo de ir hasta el autobús, tomar los billetes y hacer dos horas de camino.El director me habló aún. Pero casi no le escuchaba. Luego me dijo: «Supongo que usted quiere ver a su madre.» Me levanté sin decir nada, y salió delante de mí. En la escalera me explicó: «La hemos llevado a nuestro pequeño depósito. Para no impresionar a los otros. Cada vez que un pensionista muere, los otros se sienten nerviosos durante dos o tres días. Y dificulta el servicio.» Atravesamos un patio en donde había muchos ancianos, charlando en pequeños grupos. Callaban cuando pasábamos. Y reanudaban las conversaciones detrás de nosotros. Hubiérase dicho un sordo parloteo de cotorras. En la puerta de un pequeño edificio el director me abandonó: «Le dejo a usted, señor Meursault. Estoy a su disposición en mi despacho.En principio, el entierro está fijado para las diez de la mañana. Hemos pensado que así podría usted velar a la difunta. Una última palabra: según parece, su madre expresó a menudo a sus compañeros el deseo de ser enterrada religiosamente. He tomado a mi cargo hacer lo necesario. Pero quería informar a usted.» Le di las gracias. Mamá, sin ser atea, jamás había pensado en la religión mientras vivió.Entré. Era una sala muy clara, blanqueada a la cal, con techo de vidrio. Estaba amueblada con sillas y caballetes en forma de X. En el centro de la sala, dos caballetes sostenían un féretro cerrado con la tapa. Sólo se veían los tornillos relucientes, hundidos apenas, destacándose sobre las tapas pintadas de nogalina. Junto al féretro estaba una enfermera árabe, con blusa blanca y un pañuelo de color vivo en la cabeza.En ese momento el portero entró por detrás de mí. Debió de haber corrido. Tartamudeó un poco: «La hemos tapado, pero voy a destornillar el cajón para que usted pueda verla.» Se aproximaba al féretro cuando lo paré. Me dijo: «¿No quiere usted?» Respondí: «No.» Se detuvo, y yo estaba molesto porque sentía que no debí haber dicho esto. Al cabo de un instante me miró y me preguntó: «¿Por qué?», pero sin reproche, como si estuviera informándose. Dije: «No sé.» Entonces, retorciendo el bigote blanco, declaró, sin mirarme: «Comprendo.» Tenía ojos hermosos, azul claro, y la tez un poco roja. Me dio una silla y se sentó también, un poco a mis espaldas. La enfermera se levantó y se dirigió hacia la salida. El portero me dijo: «Tiene un chancro.» Como no comprendía, miré a la enfermera y vi que llevaba, por debajo de los ojos, una venda que le rodeaba la cabeza. A la altura de la nariz la venda estaba chata. En su rostro sólo se veía la blancura del vendaje.Cuando hubo salido, el portero habló: «Lo voy a dejar solo.» No sé qué ademán hice, pero se quedó, de pie detrás de mí. Su presencia a mis espaldas me molestaba.Llenaba la habitación una hermosa luz de media tarde. Dos abejorros zumbaban contra el techo de vidrio. Y sentía que el sueño se apoderaba de mí. Sin volverme hacia él, dije al portero: «¿Hace mucho tiempo que está usted aquí?» Inmediatamente respondió: «Cinco años», como si hubiese estado esperando mi pregunta.Charló mucho en seguida. Se habría que dado muy asombrado si alguien le hubiera dicho que acabaría de portero en el asilo de Marengo. Tenía sesenta y cuatro años y era parisiense. Le interrumpí en ese momento: «¡Ah! ¿Usted no es de aquí?» Luego recordé que antes de llevarme a ver al director me había hablado de mamá. Me había dicho que era necesario enterrarla cuanto antes porque en la llanura hacía calor, sobre todo en esta región. Entonces me había informado que había vivido en París y que le costaba mucho olvidarlo. En París se retiene al muerto tres, a veces cuatro días. Aquí no hay tiempo; todavía no se ha hecho uno a la idea cuando hay que salir corriendo detrás del coche fúnebre. Su mujer le había dicho: «Cállate, no son cosas para contarle al señor.» El viejo había enrojecido y había pedido disculpas. Yo intervine para decir: «Pero no, pero no…» Me pareció que lo que contaba era apropiado e interesante.En el pequeño depósito me informó que había ingresado en el asilo como indigente. Como se sentía válido, se había ofrecido para el puesto de portero. Le hice notar que en resumidas cuentas era pensionista. Me dijo que no. Ya me había llamado la atención la manera que tenía de decir: «ellos», «los otros» y, más raramente, «los viejos», al hablar de los pensionistas, algunos de los cuales no tenían más edad que él. Pero, naturalmente, no era la misma cosa. El era portero y, en cierta medida, tenía derechos sobre ellos.La enfermera entró en ese momento. La tarde había caído bruscamente. La noche habíase espesado muy rápidamente sobre el vidrio del techo. El portero oprimió el conmutador y quedé cegado por el repentino resplandor de la luz. Me invitó a dirigirme al refectorio para cenar. Pero no tenía hambre. Me ofreció entonces traerme una taza de café con leche. Como me gusta mucho el café con leche, acepté, y un momento después regresó con una bandeja. Bebí. Tuve deseos de fumar. Pero dudé, porque no sabía si podía hacerlo delante de mamá. Reflexioné. No tenía importancia alguna. Ofrecí un cigarrillo al portero y fumamos🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. "No dejes de ir a visitarlo -me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte." Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.Todavía antes me había dicho:-No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio...El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.-Así lo haré, madre.Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias.El camino subía y bajaba: "Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para él que viene, baja".-¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?-Comala, señor.-¿Está seguro de que ya es Comala?-Seguro, señor.-¿ Y por qué se ve esto tan triste?-Son los tiempos, señor.Yo imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros. Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver: "Hay allí, pasando el puerto de Los Colimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche." Y su voz era secreta, casi apagada, como si hablara consigo misma... Mi madre.-¿Y a qué va usted a Comala, si se puede saber? -oí que me preguntaban.-Voy a ver a mi padre contesté.-¡Ah! - dijo él.Y volvimos al silencio.Caminábamos cuesta abajo, oyendo el trote rebotado de los burros. Los ojos reventados por el sopor del sueño, en la canícula de agosto.-Bonita fiesta le va a armar -volví a oír la voz del que iba allí a mi lado-. Se pondrá contento de ver a alguien después de tantos años que nadie viene por aquí.Luego añadió:-Sea usted quien sea, se alegrará de verlo.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEn la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en vapores por donde se traslucía un horizonte gris. Y más allá, una línea de montañas. Y todavía más allá, la más remota lejanía.-¿Y qué trazas tiene su padre, si se puede saber?-No lo conozco -le dije-. Sólo sé que se llama Pedro Páramo.-¡Ah!, vaya.-Sí, así me dijeron que se llamaba.Oí otra vez el "¡ah!" del arriero. Me había topado con él en Los Encuentros, donde se cruzaban varios caminos. Me estuve allí esperando, hasta que al fin apareció este hombre.-¿A dónde va usted? -le pregunté.-Voy para abajo, señor.-¿Conoce un lugar llamado Comala?-Para allá mismo voy.Y lo seguí. Fui tras él tratando de emparejarme a su paso, hasta que pareció darse cuenta de que lo seguía disminuyó la prisa de su carrera. Después los dos íbamos tan pegados que casi nos tocábamos los hombros.-Yo también soy hijo de Pedro Páramo -me dijo.Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo cuar, cuar, cuar. Después de trastumbar los cerros, bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire. Todo parecía estar como en espera de algo.-Hace calor aquí -dije.-Sí, y esto no es nada me contestó el otro-. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija.-¿Conoce usted a Pedro Páramo? - le pregunté.Me atreví a hacerlo porque vi en sus ojos una gota de confianza.-¿Quién es? -volví a preguntar.-Un rencor vivo -me contestó él.Y dio un pajuelazo contra los burros, sin necesidad, ya que los burros iban mucho más adelante de nosotros, encarrerados por la bajada.Sentí el retrato de mi madre guardado en la bolsa de la camisa, calentándome el corazón, como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido en los bordes; pero fue el único que conocí de ella. Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas: hojas de toronjil, flores de Castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guardé. Era el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosa de brujería. Y así parecía ser.; porque el suyo estaba lleno de agujeros como de aguja, y en dirección del corazón tenía uno muy grande, donde bien podía caber el dedo del corazón.Es el mismo que traigo aquí, pensando que podría dar buen resultado para que mi padre me reconociera.-Mire usted -me dice el arriero, deteniéndose- ¿Ve aquella loma que parece vejiga de puerco? Pues detrasito de ella está la Media Luna. Ahora voltié para allá. ¿Ve la ceja de aquel cerro? Véala. Y ahora voltié para este otro rumbo. ¿Ve la otra ceja que casi no se ve de lo lejos que está? Bueno, pues eso es la Media Luna de punta a cabo. Como quien dice, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada. Y es de él todo ese terrenal. El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Páramo. Y lo más chistoso es que él nos llevó a bautizar. Con usted debe haber pasado lo mismo, ¿no?-No me acuerdo.-¡Váyase mucho al carajo!-¿Qué dice usted ?-Que ya estamos llegando, señor.-Sí, ya lo veo. ¿ Qué pasó por aquí ?-Un correcaminos, señor. Así les nombran a esos pájaros.-No, yo preguntaba por el pueblo, que se ve tan solo, como si estuviera abandonado. Parece que no lo habitara nadie.-No es que lo parezca. Así es. Aquí no vive nadie.-¿Y Pedro Páramo?-Pedro Páramo murió hace muchos años.Era la hora en que los niños juegan en las calles de todos los pueblos, llenando con sus gritos la tarde. Cuando aun las paredes negras reflejan la luz amarilla del sol.Al menos eso había visto en Sayula, todavía ayer a esta misma hora. Y había visto también el vuelo de las palomas rompiendo el aire quieto, sacudiendo sus alas como si se desprendieran del día. Volaban y caían sobre los tejados, mientras los gritos de los niños revoloteaban y parecían teñirse de azul en el cielo del atardecer.Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer.Fui andando por la calle real en esa hora. Miré las casas vacías; las puertas desportilladas, invadidas de yerba. ¿Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esta yerba? " La capitana, señor. Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted. "Al cruzar una bocacalle vi una señora envuelta en su rebozo que desapareció como si no existiera. Después volvieron a moverse mis pasos y mis ojos siguieron asomándose al agujero de las puertas. Hasta que nuevamente la mujer del rebozo se cruzó frente a mí.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El estreno en Netflix de una adaptación de Pedro Páramo, obra maestra de Juan Rulfo, nos invita a volver a uno de los textos más influyentes y fundamentales de la literatura latinoamericana. Publicada en 1955, esta novela corta pero compleja ha trascendido fronteras, estilos y generaciones, consolidándose como un referente literario de múltiples lecturas y perspectivas. Antes de sumergirse en la serie, vale la pena leer (o releer) el libro para comprender la fuerza original de sus palabras y su impacto, que sigue reverberando en el panorama literario y cultural del continente.Juan Rulfo y el realismo mágicoJuan Rulfo (1917–1986), escritor y fotógrafo mexicano, nació en Apulco, un pequeño pueblo del estado de Jalisco, en el contexto de una posrevolución mexicana marcada por profundas crisis sociales y económicas. Su obra completa en literatura se reduce a dos títulos: el libro de cuentos El llano en llamas (1953) y la novela Pedro Páramo (1955). Sin embargo, su legado ha sido monumental. Rulfo es considerado uno de los precursores del realismo mágico, aunque su estilo es más oscuro y conciso, lleno de silencios y ausencias que acentúan una atmósfera de misterio y desolación.La obra de Rulfo resuena con una honestidad y una crudeza que pocos autores han logrado igualar. Su escritura está profundamente influida por las historias orales de su infancia, narradas en un lenguaje tan austero como conmovedor. En Pedro Páramo, logra condensar la realidad social de México y un sentido universal de la humanidad, con temas de muerte, soledad, injusticia y redención.La historia de 'Pedro Páramo': una estructura revolucionariaPedro Páramo es una novela que, en su brevedad, despliega un universo simbólico profundo y complejo. La historia comienza con Juan Preciado, quien, tras la muerte de su madre, viaja al pueblo de Comala para buscar a su padre, Pedro Páramo. Sin embargo, a medida que se adentra en el pueblo, Juan se da cuenta de que Comala es un lugar habitado por almas en pena, atrapadas en un limbo entre la vida y la muerte. La novela se fragmenta en voces, ecos y recuerdos, en una estructura narrativa que rompía con los moldes tradicionales de la época.El recurso de los narradores múltiples y la alternancia de tiempos y perspectivas crearon un precedente en la literatura, anticipándose a estructuras que luego popularizarían autores del boom latinoamericano, como Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes. Pedro Páramo es, en muchos sentidos, un precursor de este movimiento, con una técnica que algunos críticos han comparado con la del modernismo de William Faulkner.Una alegoría de México y de la condición humanaEn el contexto de su publicación, Pedro Páramo ofrecía un retrato de la desolación rural en México, donde el poder autoritario y las desigualdades habían convertido a muchos pueblos en sombras de lo que alguna vez fueron. Pedro Páramo, el cacique del pueblo, es un personaje simbólico que representa tanto al patriarcado como al abuso de poder en sus formas más absolutas. A través de su historia, Rulfo explora temas de traición, corrupción y, sobre todo, el abandono. La figura de Comala se convierte en una alegoría de un México atormentado y desgarrado por sus propios demonios.Sin embargo, la trascendencia de esta novela va más allá de su contexto mexicano. En sus personajes fantasmales y su atmósfera enrarecida, Rulfo captura un sentimiento universal de anhelo, de búsqueda infructuosa de sentido y de la incapacidad de liberarse del pasado. La novela presenta un sentido del tiempo que es casi místico, donde los muertos y los vivos comparten un espacio que es, en última instancia, más psicológico que físico. Este tratamiento del tiempo y el espacio hace de este libro un texto fascinante que ha invitado a innumerables interpretaciones y estudios.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíLa vigencia y la importancia de leer 'Pedro Páramo'Aunque la adaptación audiovisual de Netflix abre una puerta al universo de Rulfo, la experiencia de leer la novela es insustituible. En Pedro Páramo, cada palabra está cuidadosamente seleccionada, y el ritmo de la lectura permite a los lectores adentrarse en la atmósfera opresiva y silenciosa de Comala, una experiencia difícil de capturar en cualquier otro medio. El lector no es un espectador, sino un participante en la travesía de Juan Preciado, resonando con los ecos de un mundo que, aunque desolado, sigue vivo en la memoria colectiva de la literatura latinoamericana.El libro sigue siendo una obra relevante y profunda, cuyas capas se revelan lentamente, permitiendo al lector una introspección sobre el poder, la redención y el destino humano. Pedro Páramo es más que una novela; es un mito que vive en el imaginario colectivo de América Latina y una invitación a explorar la rica complejidad de nuestra identidad, algo que las palabras de Rulfo logran capturar con una belleza y una precisión únicas.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La literatura colombiana para niños y jóvenes ha crecido a medida que visibiliza la vida y las experiencias de los niños. En sus inicios, a comienzos del siglo XX, tuvo aciertos tímidos. Hubo que esperar hasta los años 70, 80, para que iniciara su desarrollo. Hoy existe un corpus, que es a la vez bosque, agua, juegos, afectos, guerra, abandono, imágenes, textos, pero también ritmo, música, risas, alegría.La Biblioteca Nacional de Colombia presenta Juguemos en el bosque. Expedición por la literatura infantil y juvenil colombiana, una exposición que pone en relieve esta cultura de la niñez, así como las representaciones y los imaginarios de sus creadores. La muestra, que contó con la curaduría de Beatriz Helena Robledo, la museografía de María Osorio y el diseño gráfico de Camila Cesarino, reúne temas y formas claves para comprender mejor a las infancias a través de los libros.La inauguración de Juguemos en el bosque se realizará el 9 de noviembre de 2024, desde las 10:00 a. m. y hasta las 4:00 p. m., en el vestíbulo de la BNC, y estará abierta para niños, niñas, jóvenes, familias y todos los interesados hasta marzo de 2025.La exposición está dividida en ocho unidades, las primeras cinco son temas de las publicaciones de la literatura infantil colombiana y las tres siguientes son formas de esas publicaciones.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEs así como textos, imágenes, temas y formas son las claves para disfrutar esta expedición: Raíces muestra los inicios y las fuentes que nutren la vida de nuestra literatura: naturaleza y oralidad.Historia, donde se aprecia la narrativa que surge de los hechos históricos que nos han forjado. Violencia, donde imágenes y textos interpretan una realidad dura, pero que nuestros niños viven a diario y Afectos explora el mundo interior y emocional de los niños, sus relaciones con la familia, los amigos, la escuela, su mundo cotidiano.Fantasía explora el mundo imaginario y maravilloso propio de la infancia. Además de estos temas, se muestran tres géneros: Poesía, alimento necesario. Imágenes, donde el libro-álbum despliega su riqueza en ese diálogo entre texto e imágenes y finalmente Historieta, un género joven en nuestro medio pero que crece en diálogo con sus lectores.La exposición está abierta a todo el público de manera gratuita en los horarios de la biblioteca: Lunes a viernes: 8:00 a. m. a 5:00 p. m. y sábados: 9:00 a. m. a 4:00 p.m.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Después de El bogotazo, este es quizás uno de los hitos más violentos que ha marcado la historia reciente del país. Han pasan pasado 39 años desde que un comando de la guerrilla del M-19 asaltó el Palacio de Justicia un miércoles 6 de noviembre, con el fin de llevar una “demanda armada” ante los magistrados para someter al entonces presidente Belisario Betancour a un juicio por violar un cese al fuego acordado en agosto de 1984.Ese fue el inicio de un mar de violencia que desde las 11:00 de la mañana y durante 28 horas más desencadenó la toma de rehenes, la respuesta violenta de las fuerzas armadas, el silencio del gobierno y de las autoridades frente a lo ocurrido en esas horas, que rodearon las desapariciones, la muerte de once magistrados, la incineración del edificio y sus expedientes. Hechos que durante años el periodismo ha investigado y registrado, como en estos libros que a continuación recomendamos.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí1. “El Palacio de Justicia, una tragedia colombiana” (2009)La periodista y escritora colombo-irlandesa Ana Carrigan publicó en 2009, en inglés originalmente, uno de libros que esclarecen los hechos ocurridos durante la toma del Palacio de Justicia a manos del comando del M-19, liderado por Andrés Almarales y Luis Otero.Para esa fecha, Carrigan era corresponsal del periódico The New York Times en Bogotá y en su quehacer investigó los hechos que rodearon la llamada por la guerrilla “Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre” en la que profundiza los móviles del M-19, pero también de las fuerzas armadas encargadas de la retoma del Palacio, en la que murieron once magistrados de la Corte Suprema de Justicia, enmarcada por la violencia y las desapariciones.¿Sabía el Ejército de la toma y dejó que entrara la columna guerrillera para darles una lección por las acciones pasadas? ¿Quién dio las órdenes en esas 28 horas de incertidumbre? ¿Quiénes y por qué hubo al menos once desaparecidos? Son algunas de las preguntas a las que intenta dar respuesta la autora.2. “El palacio sin máscara” (2008)Cuando se conmemoraban 23 años de uno de los hechos más atroces que ha vivido el país, Germán Castro Caycedo publicó este libro en el que pone su destreza como periodista, escritor e investigador al servicio de esclarecer los hechos que por décadas permanecieron en la penumbra.Este libro es un reportaje periodístico en el que Castro Caycedo hace una profunda investigación de los delitos cometidos el 6 y 7 de noviembre de 1985, a través de documentos obtenidos en seis juzgados penales, en el Tribunal Especial de Instrucción Criminal, en la comisión de la Verdad, en el Consejo de Estado, en la Procuraduría General de la Nación, en Tribunales Contenciosos Administrativos y especialmente en la Fiscalía General de la Nación.3. “Noches de humo” (1988)También desde el periodismo, pero con un versión novelada, la periodista y escritora colombiana Olga Behar escribió su segundo libro, después de Las guerras de la paz (1985), en el que le entregó al país nuevas voces y versiones de la Toma y retoma del Palacio de Justicia.Aunque se perciba como una novela, esta historia es verídica y se alimenta de los testimonios recolectados por la escritora, principalmente por el de Clara Helena Enciso, alias “la mona”, y quien sería la única sobreviviente del comando del M-19 que salió de Palacio. Además de esta versión y de detalles de los preparativos para este ataque, este relato se robustece con los testimonios de un alto funcionario, un desertor de la Armada Nacional, un abogado, entre otros.4. “1985, la semana que cambió a Colombia” (2015)Los relatos de nueve periodistas y cronistas colombianos se reúnen en este libro que cuenta los días grises que vivió el país desde la Toma del Palacio. Pese a que cuenta otros eventos como el Reinado Nacional de Belleza celebrado apenas cinco días después de este hito en nuestra historia y la tragedia de Armero, las cuatro primeras crónicas se adentran la historia previa entre el M-19 y las Fuerzas Armadas, el día del holocausto, sus víctimas y los días siguientes de dolor, pérdidas y confusión.Los textos que cuentan estos hechos son Miércoles 6 de noviembre: La herida vengada, de Alfredo Molano Bravo; Jueves 7 de noviembre: Las horas finales, de Armando Neira; Viernes 8 de noviembre: El día después del holocausto, por Jorge Cardona Alzate y Sabado 9 de noviembre: El misterio de la fosa común.5. “Holocausto en el silencio” (2005)A dos décadas del genocidio generado por la inaceptable acción del M-19 y por la respuesta igualmente desproporcionada de la fuerza pública, el presidente y si gabinete, Adriana Echeverry y Ana Maria Hanssen hacen un recuento documentado de los ocurrido en la Plaza de Bolívar y buscan entre los silencios que durante años rondaron estos hechos.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"El ciudadano está agotado de que se le utilice como carne de cañón en una guerra que no beneficia a nadie más que a los que pretenden mandarnos a nosotros a ella", señaló en una entrevista coincidiendo con la llegada a las librerías de todo el mundo de la octava novela de la saga."Si las reglas del thriller son tener un peligro físico, un peligro social y un reloj en contra, pues qué quieres que te cuente -agrega el autor-. La distancia entre cómo debería ser el mundo, incluso cómo hemos pactado entre todos que debía ser y cómo es de verdad, es un abismo", afirma.La noche previa, Gómez-Jurado colgó un vídeo en sus redes sociales mostrando su nerviosismo y confesando que la catástrofe de las inundaciones en España le había quitado las ganas de empezar su gira de promoción, que le llevará a firmar ejemplares por distintas ciudades españolas."Lo que estamos viviendo en España es grave, es duro y es doloroso", subraya. Pero leer una respuesta de un lector, afectado por la tragedia, le dio el empujón que necesitaba. Le decía que le había alegrado el día, que iba a comprar el libro en cuanto pudiera y que ojalá pronto tuviera un lugar donde ponerlo. "Momentos así te ponen en tu sitio -sostiene-, entiendes para qué sirve tu trabajo".Las redes sociales fueron una herramienta fundamental en la carrera de Gómez-Jurado para establecer una complicidad con los lectores, pero en la actualidad lamenta el uso partidista que se hace de ellas hasta el punto de asegurar que no le importaría que desaparecieran.Licenciado en Ciencias de la Información, critica que también el periodismo ha caído en ese juego de llamar la atención a toda costa. "Protestamos porque la inteligencia artificial puede hacer que este trabajo desaparezca de un plumazo, reclamamos respeto y lo siguiente que hacemos es coger un titular y cederlo al algoritmo", dice.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEl futuro de 'Reina roja', un misterioGómez-Jurado recuerda perfectamente cuándo y cómo tuvo la idea original que prendió la chispa de 'Reina roja'. Fue una madrugada de verano de 2008, estaba de vacaciones, su hijo lloraba desconsoladamente y salió a dar un paseo con él por la playa."A veces ves las cosas de golpe y cuando me pasa eso siento como un escalofrío, se me ponen los pelos del brazo de punta, es como si hubiera una conexión entre mis sentimientos o mis vísceras y las palabras que de repente afloran", confiesa.El universo 'Reina roja' empezó antes de la publicación de la novela homónima en 2018 que dio paso a la primera trilogía. Ya estaba en 'El paciente' (2014) y también en 'Cicatriz' (2015).'Todo muere' cierra la segunda trilogía, en la que la superdotada Antonia Scott y el policía Jon Gutiérrez dieron paso a nuevos personajes femeninos: Aura Reyes, la legionaria Mari Paz Celeiro y la informática Irene Quijani, 'Sere'.Al escritor no le gusta hablar de sus tramas y en esta ocasión consiguió que la editorial publicara el libro sin sinopsis. Todo lo que dice de ella es que contendrá "la clave" del universo tal y como lo concibió desde un principio.Tampoco quiere confirmar si supone el fin de la saga o una pausa. "Te puedo decir que ya he terminado otra novela más, que es un thriller y estoy escribiendo otra que no pertenece al universo 'Reina roja' ni es un thriller", apunta."Normalmente cuando acabo un libro lo que hago es dejar un tiempo, dejar que respire y regresar a él unos meses después -agrega-, para ver cómo se relaciona lo que he escrito con mi lector ideal, que es el chaval de 13 años que quería ser como Arturo Pérez Reverte", indica.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Así lo dio a conocer el ministro de la Secretaría de Políticas Lingüísticas (SPL), Javier Viveros, quien destacó que se trata de una de las obras fundamentales de la narrativa latinoamericana del siglo XX, traducida a más de 50 idiomas.A la poeta paraguaya Susy Delgado le llevó medio año traducir esta novela precursora del "boom" latinoamericano.Viveros resaltó la importancia de esta iniciativa, que busca llevar la creación de Rulfo "hasta una de las lenguas americanas más vigorosas de la actualidad"."Constituye un gesto político de afirmación de una lengua que, a pesar de su innegable vitalidad en el habla del pueblo, sufrió profundas discriminaciones durante muchos años", agregó Viveros, al responder por vía escrita un cuestionario.El funcionario refirió que los defensores del guaraní "tuvieron que realizar largas luchas para conquistar, paso a paso, el estatus que hoy tiene, como lengua cooficial" de Paraguay, en igualdad de condiciones con el castellano."Como vehículo de la antigua cultura guaraní, es la lengua de la resistencia de su pueblo y la lengua de confianza y de los afectos de los paraguayos", destacó.Para Viveros, el guaraní aporta "sus particularidades estructurales y gramaticales" a la obra del escritor mexicano."Pero, asimismo, descubre sus asombrosos parentescos con el castellano mexicano de Juan Rulfo. El guaraní es una lengua construida con la densidad de lo breve, lo que se emparenta con el lenguaje de Rulfo", agregó. "Con estas traducciones -puntualizó-, la lengua guaraní incorpora giros, tonos, estilos".También consideró que con este proyecto, el guaraní "planta la bandera en nuevos territorios verbales, conquistados gracias a los desafíos y las exigencias de la compleja tarea que entraña la traducción".💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíPara difundir la versión de 'Pedro Páramo' en guaraní se donarán ejemplares a bibliotecas públicas en el país y se enviarán algunos de estos libros a estudiosos en el exterior.También se han preparado videos de personas leyendo párrafos en guaraní de la novela de Rulfo.Otras obras como 'Don Quijote de la Mancha', de Miguel de Cervantes, y 'La familia de Pascual Duarte", de Camilo José Cela, así como "La metamorfosis", del checo Franz Kafka, han sido traducidas al guaraní.La intención en adelante, según el ministro, es ampliar la tarea y para ello están en el trabajo de traducción de la serie de historietas francesa 'Astérix el galo'.El objetivo -apuntó Viveros- es demostrar que el "guaraní paraguayo está a la altura del diálogo con otras lenguas de prestigio y que no carece de lo necesario para decir la literatura que se ha dicho en esas otras lenguas".🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Fue un choque cultural", dice este enamorado de Francia. Sekiguchi se instaló en el país europeo poco después de cumplir 20 años, para convertirse en organero, con la esperanza de trabajar en este instrumento viejo de tres siglos, cuyos 8.000 tubos fueron desmontados tras el incendio de abril de 2019."Quería venir a Francia porque es aquí donde ocurre todo. Pero cuando se lo anuncié a mi familia, pensaron que estaba un poco loco", recuerda, en un francés impecable, este nativo de Sendai, en el noreste de Japón. Cinco años después, el instrumento más grande de Francia no tiene secretos para él.Próximo a cumplir 54 años, es uno de los pocos artesanos que, al caer la noche, realizan minuciosos ajustes para que el gran órgano recupere su timbre original, antes de la reapertura de Notre Dame el 7 de diciembre.Un sueño truncadoEn 2018 Itaru había alcanzado su "Santo Grial" al convertirse en el organero oficial de la catedral, responsable de su mantenimiento diario. Este monumental instrumento tiene la altura de un edificio de cuatro pisos y una longitud de 12 metros. "Era mi sueño, me permitió conocer mejor el instrumento", cuenta el japonés, radicado en Corrèze desde hace 25 años.Tres semanas al mes, Itaru verificaba la afinación del gran órgano, respetando las limitaciones de uno de los lugares más visitados de Francia. "El tiempo es muy limitado", explica. "Hay que trabajar de noche, porque de día no se puede molestar a los turistas y además se necesita un silencio absoluto para afinar".💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí"Temí por el órgano" Pero el sueño estuvo a punto de truncarse definitivamente. Un año después de su nombramiento, el incendio devastó la catedral y afectó la vida de Itaru, quien perdió su empleo. Su único consuelo fue que el gran órgano no fue alcanzado por las llamas."Temí por el órgano, porque durante la noche no sabíamos, teníamos información contradictoria, fue angustiante", comenta, convencido de que un daño mayor habría sido irreversible. "Hoy en día no seríamos capaces de construir algo igual".Aunque no fue directamente afectado por el incendio, el gran órgano sufrió sus consecuencias. Residuos de plomo se infiltraron en su estructura, y el incendio provocó temperaturas extremas, debilitando esta estructura hecha en un 80% de madera.Por tercera vez en su larga historia, después de 1990 y 2014, el gran órgano tuvo que ser casi completamente desmontado para ser puesto a salvo, antes de ser minuciosamente reensamblado a partir de 2023, a medida que avanzaban los trabajos en la nave.Tres talleres de organeros han sido movilizados para esta gran obra en la que flota una pregunta crucial: ¿sonará el instrumento, central en la liturgia de Notre Dame, como antes?"Dar con el timbre es muy difícil. Un tubo puede sonar de mil maneras diferentes", explica Olivier Chevron, organero que llamó a Itaru Sekiguchi para realizar esta tarea junto a otros artesanos.La labor es tan específica que los organeros fabrican ellos mismos sus herramientas, algunas de las cuales ni siquiera tienen nombre, y dependen tanto de su habilidad como de su subjetividad."Es difícil describir el sonido del gran órgano. Para mí, tiene el color sonoro de la catedral; es un instrumento cálido, no tenso ni agresivo", comenta Bertrand Cattiaux, organero encargado de su mantenimiento en Notre Dame durante mucho tiempo, hasta que contrató a Itaru a principios de los años 2000.Para recuperar el sonido del gran órgano Itaru también recurre a "sus recuerdos" y, pese a la magnitud de la tarea, disfruta de la responsabilidad de cuidar de un emblema del patrimonio francés. "Es un gran honor pero también una gran carga y responsabilidad", resume. "Es simplemente increíble".🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
En 2016, Donald Trump sorprendió por primera vez a los expertos políticos y encuestadores al vencer a Hillary Clinton y convertirse en presidente de los Estados Unidos. Eso provocó una reacción cultural. Muchos artistas de Hollywood convirtieron sus herramientas creativas en armas de resistencia para atacar a Trump y su visión del mundo.Alec Baldwin interpretó a Trump como presidente en el programa de televisión "Saturday Night Live" y ganó un Emmy por ello. Otro Emmy fue para "The Handmaid's Tale” ("El cuento de la criada”), una adaptación televisiva de la novela de Margaret Atwood del mismo nombre sobre una dictadura distópica de Estados Unidos, ejercida por la extrema derecha cristiana, una historia que de repente se sintió aterradoramente premonitoria.También se exhibieron obras críticas sobre Trump de artistas mujeres con títulos como "Uprise / Angry Women” ("Rebelión / Mujeres enfadadas”. Trad. de la Red.) y "One Year of Resistance” ("Un año de resistencia"). El arte parecía alimentarse de los movimientos políticos progresistas de la época, y a su vez alimentarlos, en particular, #MeToo y #BlackLivesMatter.Pero esta vez todo eso podría ser diferente.La victoria de Trump sobre Kamala Harris fue contundente. En el colegio electoral obtuvo todos los estados indecisos, y triunfó incluso con mayoría del voto popular, siendo el primer candidato republicano en lograrlo desde George W. Bush, en 2004, por lo cual cualquier crítica a él y a sus votantes, sería como condenar todo el concepto de democracia estadounidense.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíTemores de recortes en la financiaciónEn su primer mandato, Trump intentó retirar los fondos federales para las artes. Tanto su presupuesto de 2018 como el de 2021 incluían propuestas para reducir el presupuesto de la Corporación para la Radiodifusión Pública (CPB). En 2021 Trump sugirió que, en lugar de los 445 millones de dólares asignados a la CPB, el Congreso debería reservar solo 30 millones de dólares, y eliminar el Fondo Nacional para las Artes.A muchos en los medios de comunicación estadounidenses les preocupa que Trump cumpla con las amenazas hechas durante la campaña de que pondría a la Comisión Federal de Comunicaciones bajo su control personal, y revocaría las licencias de transmisión de las cadenas de televisión que lo critican."Es un hombre que habla de venganza, y a su juicio Hollywood no ha sido benévolo con él", dijo Dean Devlin, productor de éxitos de taquilla como "Día de la Independencia”. "Creo que él podría vengarse”.¿Influye realmente el activismo de los artistas en los votantes?Kamala Harris obtuvo fácilmente el respaldo de la primera línea del sector creativo y cultural. Su lista de patrocinadores famosos incluía a Scarlett Johansson, George Clooney, Madonna, Beyoncé y Taylor Swift. El apoyo artístico de Trump fue decididamente de clase "C": Hulk Hogan y Jon Voight, Kelsey Grammer y Dennis Quaid, Kid Rock y el YouTuber Jake Paul. Pero Trump ganó, de todos modos.Todavía hay muchas personas creativas que luchan contra la ola MAGA (Make America Great Again). La actriz Jamie Lee Curtis publicó en su página de Instagram, tras confirmarse los resultados del martes, que la victoria de Trump significa "un regreso seguro a una época más restrictiva, algunos temen que sea draconiana.” Pero animó a los estadounidenses: "Levántate y Lucha. Lucha por las mujeres, nuestros hijos y su futuro. Lucha contra la tiranía, un día a la vez", escribió.Si el primer mandato de Trump como presidente estuvo marcado por una oleada de películas de mensajes políticos y series de activismo social, su segunda era podría resultar más escapista, con creadores poco dispuestos a criticarlo directamente a él o a su política, por temor a contrariar a más de la mitad del país.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Defensor por los derechos y libertades individuales, reconoció el impacto que ya tiene la IA y vaticinó que se multiplicará en todos los procesos productivos y de la información.En un futuro "habrá que plantearse cómo hacer frente a los problemas que representará para las sociedades esta nueva tecnología", declaró hoy en la ciudad española de León (noroeste) con motivo de una exposición sobre parte de su obra que comienza este sábado en el Museo de Arte Contemporáneode Castilla y León (Musac), ubicado en esa localidad.Derechos y libertadesA este respecto, el disidente chino y exiliado reconoció que el desarrollo tecnológico es muy rápido y pidió que no solo sirva para destruir, sino que "se utilice en beneficio de la sociedad".Con el título 'Ai Weiwei. Don Quixote', reúne cuarenta y cuatro obras en 1.700 metros cuadrados, algunas de gran formato, otras realizadas con bloques de construcción (tipo LEGO o WOMA) y películas en las que trata temas como la libertad de expresión, las crisis migratorias y la defensa de los derechos humanos.La exposición destaca por sus dimensiones y ha sido concebida especialmente para las salas del Musac, que por su tamaño permiten albergar algunas de las obras más monumentales de Ai Weiwei.El artista ha mostrado su gratitud a las instituciones que han hecho posible el montaje de esta gran muestra que "solo es posible en un escenario con la dimensión, espacio y belleza del Musac", reconoció.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíDon Quijote y MaoPara encontrar el origen de 'Don Quixote', título a la muestra, hay que retroceder a la infancia de Ai Weiwei, cuando su padre, el poeta Ai Quing, también represaliado por el gobierno chino, tuvo entre sus libros una edición de la obra maestra de Miguel de Cervantes, que el artista recuerda por su bella portada e ilustraciones y la breve introducción a la historia que su padre le hizo.La extravagante pareja formada por Don Quijote y Sancho Panza despertó su imaginación infantil y le insinuó que se podía concebir todo un mundo de fantasía, más allá de la doctrina maoísta que dictaba que todo se ajustase a la lógica y la racionalidad.Ai Weiwei reconoció hoy su fascinación por Don Quijote, "un personaje fantástico que actuaba de forma particular, pero cuya identidad no está anclada a la realidad", un principio que ha marcado su carrera como artista.También se pueden ver diez películas que resumen la obra de Ai Weiwei en cine y videoarte, además de obras realizadas con piezas de juguete LEGO, con las que el artista propone un desafío audaz a la pintura tradicional bidimensional.Unas de las piezas estrella es la 'Comedia humana' (2017-2021), que se expone por primera vez en un museo. Con más de ocho metros de altura y 2.700 kilos de peso, es uno de los candelabros de Murano de mayor tamaño realizados nunca y surge de las reflexiones del artista sobre el humanismo y la humanidad, así como de su defensa de la libertad de expresión.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El 9 de noviembre de 1989 marcó un vuelco en Berlín, en el plano político y cultural. La década siguiente influyó en forma determinante en la imagen de la ciudad. A esa etapa está dedicada, 35 años después de la caída del Muro, la exposición fotográfica "Sigue soñando: Berlín, los años 90”.Las fotos, de la agencia Ostkreuz, fueron tomadas entre el 9 de noviembre de 1989 y el año 2002. Reflejan desde la euforia de la noche aquella en que cayó el Muro, hasta el escepticismo ante los cambios que se produjeron luego. Se ven batallas callejeras entre la policía y personas que ocupan viviendas vacías, trabajadores que construyen nuevos edificios, políticos, gente de negocios e imágenes del incipiente movimiento de música electrónica.El mito de BerlínEn esa década surgió el mito de Berlín como foco de creatividad e innovación. La ciudad se convirtió en escenario global de la música tecno y de fiestas inacabables. Pero era también la época del cambio político, en que se desmoronó el sistema de la RDA y Alemania volvió a unirse.La vida de mucha gente cambió radicalmente. Hubo un permanente tira y afloja en torno a qué definía a Berlín. Hoy en día es, ante todo, la segunda ciudad más cara de Alemania. Algunos creen que ha sido víctima de su propio atractivo, ya que los inversionistas ganan dinero a costa de su aura bohemia y destruyen inevitablemente lo que una vez hizo posible ese ambiente especial. Por fuertes que sean hoy las tensiones, estas ya eran perceptibles inmediatamente después de la caída del Muro, como evidencia la exposición.La mirada de los jóvenesLa fotógrafa Annette Hauschild, una de las curadoras de la muestra, indicó que las diferentes experiencias vividas en la ciudad fueron decisivas para la selección de las fotos. "El tema de los años 90 interesa sobre todo a los jóvenes, es decir, prácticamente a la generación que acababa de nacer entonces, y debemos mostrarles ese tiempo a ellos”, indicó a DW.Algo que fascina a la gente joven son las fotos de encuentros de hackers de entonces, con computadoras hoy obsoletas. También les interesa la escena musical tecno de la época. Annette Hauschild se estableció rápidamente como cronista de ese mundo. Su fotografía de los participantes en la segunda Love Parade, de 1990, es una de las imágenes clave de la exposición. Detrás de la gente bailando se ve un edificio de Berlín Occidental con andamios. Es un recordatorio de que la reinvención de Berlín tras la caída del Muro tuvo lugar en ambas partes de la ciudad.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíUn caso paradigmáticoPero, en los hechos, la mayoría de los cambios tuvieron lugar en Berlín oriental. Entre los proyectos más conocidos que surgieron allí tras el derrumbe del socialismo se cuenta el centro de arte Tacheles. El edificio de una antigua multitienda, abandonado y cada vez más deteriorado, fue ocupado por artistas. Se crearon estudios, salas de exposición, un cine y un bar con música en directo."Tacheles es el prototipo de un recinto ocupado, del que luego emanó mucha cultura en todas las direcciones posibles, y, sobre todo, una cultura que no necesitaba dinero”, dice Hauschild. "El dinero estaba casi mal visto. Si alguien lo conseguía, si alguien vendía sus obras por mucho dinero o era comercial, ya no se le consideraba tan bueno”, relata.En 2012, el centro cultural fue desalojado. Hoy hay allí un edificio con oficinas, viviendas de lujo, cadenas de tiendas y una sucursal del centro fotográfico sueco Fotografiska.La exposición aspira a ser más que una retrospectiva nostálgica. Hauschild y su cocurador, Boaz Levin, quieren deconstruir el mito de Berlín. "Porque esta imagen de la ciudad de fiesta que quizá fue una vez, con todos los espacios disponibles, puede ayudar al turismo y al marketing; pero lo que ha ocurrido entretanto es que la ciudad simplemente ya no es accesible para todo el mundo”.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El próximo domingo 10 de noviembre, el Gobierno Nacional visitará Armero, Tolima, para conmemorar los 39 años de la tragedia que el 13 de noviembre de 1985 sepultó esta localidad, cuando una avalancha de lodo y escombros generada por la erupción del Volcán Nevado del Ruiz cobró la vida de 25,000 personas.Encabezado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, el evento reunirá a varias entidades del Estado que, junto a la comunidad armerita, rendirán homenaje a las víctimas y presentarán los avances de los compromisos adquiridos en el marco del Pacto por la Memoria Histórica de Armero y los Niños Perdidos, firmado el año pasado entre el Gobierno y la comunidad. Este pacto incluye proyectos enfocados en la reparación y dignificación de la memoria histórica de las víctimas y sus familias.Asistirán el ministro de las Culturas, Juan David Correa; el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo; la ministra de Agricultura, Martha Carvajalino; la ministra de Justicia, Ángela María Buitrago; la directora del ICBF, Astrid Eliana Cáceres; y la consejera presidencial para los derechos humanos, Lourdes Castro, entre otros representantes de entidades como el Servicio Geológico Colombiano y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi.“Hace un año iniciamos un proceso de reconocimiento y dignidad con los armeritas. Esta tragedia, que marcó profundamente al país, necesita un abordaje serio y comprometido. Este 10 de noviembre rendiremos cuentas y miraremos hacia la conmemoración de los 40 años en 2025,” comentó el ministro Correa.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíLa conmemoración se llevará a cabo en el Parque Omaira Sánchez de Armero-Guayabal, donde también se realizarán actividades culturales, como un concierto de la Banda Sinfónica Nacional y presentaciones de grupos escolares locales. Además, se proyectarán minidocumentales sobre los niños desaparecidos de Armero, parte esencial del dolor y la memoria de la comunidad.Francisco González, director de la Estrategia Armero Territorio Biocultural, enfatizó: “En Armero borraron el territorio, pero nos quedó el mapa de los sueños”.El Pacto por la Memoria Histórica de Armero y los Niños Perdidos, firmado el año pasado, compromete al Estado en iniciativas como la creación del Parque Nacional Temático Jardín de la Vida, el desarrollo de un programa de turismo comunitario, la edición del libro Armero 30 años después, y la elaboración de un protocolo para la protección de niñas, niños y adolescentes en situaciones de desastre. La meta es que para 2025, en la conmemoración de los 40 años, se hayan alcanzado avances significativos en estos compromisos, honrando la memoria de Armero y brindando justicia y reparación a las víctimas y sus familiares.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Un modesto joven se dirigía en pleno verano desde Hamburgo, su ciudad natal, a Davos-Platz, en el cantón de los Grisones. Iba allí a hacer una visita de tres semanas. Pero desde Hamburgo hasta aquellas alturas, el viaje es largo; demasiado largo, en verdad, con relación a la brevedad de la estancia proyectada. Se pasa por diferentes comarcas, subiendo y bajando desde lo alto de la meseta de la Alemania meridional hasta la ribera del mar suabo, y luego, en buque, sobre las olas saltarinas, por encima de abismos que en otro tiempo se consideraban insondables. Pero el viaje, que tanto tiempo transcurre en línea recta, comienza de pronto a obstaculizarse. Hay paradas y complicaciones. En Rorschach, en territorio suizo, es preciso tomar de nuevo el ferrocarril; pero no se consigue llegar más que hasta Landquart, pequeña estación alpina donde hay que cambiar de tren. Es un ferrocarril de vía estrecha, que obliga a una espera prolongada a la intemperie, en una comarca bastante desprovista de encantos, y desde el instante en que la máquina, pequeña, pero de tracción aparentemente excepcional, se pone en movimiento, comienza la parte que pudiéramos llamar aventurera del viaje, iniciando una subida brusca y ardua que parece no ha de tener fin, ya que Landquart se halla situado a una altura todavía moderada.Se pasa por un camino rocoso, salvaje y áspero, de alta montaña. Hans Castorp —tal es el nombre del joven— se encontraba solo, con el maletín de piel de cocodrilo, regalo de su tío y tutor, el cónsul Tienappel —para designarle desde ahora con su nombre—, su capa de invierno, que se balanceaba colgada de un rosetón, y su manta de viaje enrollada en un pequeño departamento tapizado de gris. Estaba sentado junto a la ventanilla abierta y, como en aquella tarde el frío era cada vez más intenso, y él era un joven delicado y consentido, se había levantado el cuello de su sobretodo de verano, de corte amplio y forrado de seda, según la moda. Cerca de él, sobre el asiento, reposaba un libro encuadernado, titulado: Ocean steamships, que había abierto de vez en cuando al principio del viaje; pero ahora yacía abandonado y el resuello anhelante de la locomotora salpicaba su cubierta de motitas de grasa. Dos jornadas de viaje alejan al hombre —y con mucha más razón al joven cuyas débiles raíces no han profundizado aún en la existencia— de su universo cotidiano, de todo lo que él consideraba sus deberes, intereses, preocupaciones y esperanzas; le alejan infinitamente más de lo que pudo imaginar en el coche que le conducía a la estación. El espacio que, girando y huyendo, se interpone entre él y su punto de procedencia, desarrolla fuerzas que se cree reservadas al tiempo. Hora tras hora, el espacio determina transformaciones interiores muy semejantes a las que provoca el tiempo, pero de manera alguna las supera. Igual que éste, crea el olvido; pero lo hace desprendiendo a la persona humana de sus contingencias para transportarla a un estado de libertad inicial; incluso del pedante y el burgués hace, de un solo golpe, una especie de vagabundo. El tiempo, según se dice, es el Leteo. Pero el aire de las lejanías es un brebaje semejante, y si su efecto es menos radical, es en cambio mucho más rápido. Hans Castorp iba también a experimentarlo. No tenía la intención de tomar este viaje particularmente en serio, de mezclar en él su vida interior, sino más bien de realizarlo rápidamente, hacerlo porque era preciso, regresar a su casa tal como había partido y reanudar su vida exactamente en el punto en que la abandonó por un instante.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Ayer aún estaba absorbido totalmente por el curso ordinario de sus pensamientos, ocupado en el pasado más reciente, en su examen y el porvenir inmediato: el comienzo de sus prácticas en casa de Tunder y Wilms (astilleros y talleres de maquinaria y calderería), y había lanzado, por encima de las tres próximas semanas, una mirada todo lo impaciente que su carácter le permitía. Sin embargo, le parecía que las circunstancias exigían su plena atención y que no era admisible tomarlas a la ligera. Sentirse transportado a regiones donde no había respirado jamás y donde, como ya sabía, reinaban condiciones de vida absolutamente inusuales, desmenuzadas y escasas, comenzó a agitarle, produciendo en él cierta inquietud. El país natal y el orden habían quedado no sólo muy lejos, sino también muchas toesas debajo de él, y la ascensión continuaba. Remontándose sobre esas cosas y lo desconocido, se preguntaba lo que sería de él allá arriba. Tal vez era imprudente y malsano dejarse llevar a esas regiones extremas para él, que había nacido y estaba habituado a respirar a unos metros apenas sobre el nivel del mar, sin pasar algunos días en un lugar intermedio.Deseaba llegar, pues pensaba que allí arriba se viviría como en todas partes y nada le recordaría, como ahora, en qué esferas impropias se encontraba. Miró por la ventanilla. El tren serpenteaba sinuoso por un estrecho desfiladero; se veían los primeros vagones, y la máquina vomitaba penosamente masas oscuras de humo, verdes y negras, que se deshacían. A la derecha, el agua murmuraba en las profundidades; a la izquierda, abetos oscuros, entre bloques de rocas, se elevaban en un cielo gris pétreo. Túneles negros como hornos se sucedían y, cuando volvía la luz, se abrían profundos abismos con pequeñas aldeas en el fondo. Luego los abismos se cerraban y aparecían nuevos desfiladeros con restos de nieve en sus grietas y cortaduras. Se detuvieron ante pequeñas y miserables estaciones, en terminales que el tren abandonaba en sentido inverso produciendo un efecto deplorable, pues ya no era posible saber en qué dirección se iba ni recordar los puntos cardinales. Surgían grandiosas perspectivas del universo alpino, como torres sagradas y fantasmagóricas, que no tardaban en desaparecer de la mirada respetuosa del viajero. Hans Castorp se dijo que debía de haber dejado tras él la zona de los árboles frondosos y la de los pájaros cantores, y este pensamiento de cesación, de empobrecimiento, hizo que, poseído por el vértigo y las náuseas, se cubriese la cara con las manos durante dos segundos. Pero ya había pasado. Comprendió que la ascensión había terminado, y que habían culminado el desfiladero. En medio de un valle el tren rodaba ahora más fácilmente. Eran aproximadamente las ocho. Aún había luz. En la lejanía del paisaje apareció un lago: el agua era gris y los bosques de abetos se elevaban por encima de las riberas y a lo largo de las vertientes, esparciéndose, perdiéndose, dejando tras ellos una masa rocosa y desnuda cubierta de bruma. Se detuvieron cerca de una pequeña estación; era Davos-Dorf, según Hans oyó que se anunciaba. Faltaba muy poco para llegar al término de su viaje. De pronto, oyó cerca de él la voz tranquila y hamburguesada de su primo Joachim Ziemssen, que decía: —¡Buenos días! ¿Vas a bajar? Y al mirar por la ventanilla, vio en el andén a Joachim en persona, con un capote oscuro, sin sombrero y con un aspecto tan saludable como nunca le había visto. Joachim se echó a reír y dijo: —¡Baja de una vez! ¡Parece que no quieras molestarte! —¡Pero si aún no he llegado! —exclamó Hans Castorp, absorto y sin moverse de su asiento. —Claro que has llegado. Éste es el pueblo. El sanatorio está muy cerca de aquí. He tomado un coche. Dame las maletas. Riendo, confuso por la agitación de la llegada y por volver a ver a su primo, Hans Castorp le dio sus maletas, su manta de invierno enrollada en el bastón, el paraguas y finalmente el Ocean steamships.Luego atravesó corriendo el estrecho pasillo y saltó al andén para saludar a su primo de una manera más directa y en cierto modo personal; le saludó sin excesos, como conviene entre personas de costumbres sobrias y rígidas. Aunque parezca extraño siempre habían evitado llamarse por sus nombres, por temor a una excesiva cordialidad. Como tampoco era adecuado llamarse por sus apellidos, se limitaban al «tú». Era una costumbre establecida entre primos. Un hombre de librea y gorra galoneada observaba cómo se estrechaban la mano repetidamente —el joven Ziemssen con una rigidez militar— un poco cohibidos; luego se aproximó para pedir el talón del equipaje de Hans Castorp. Era el conserje del Sanatorio Internacional Berghof y manifestó su intención de ir a buscar la maleta grande del visitante a la estación de Davos-Platz, ya que los señores irían en el coche directamente a cenar.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
PuertaEsto fue algo que sucedió hace mucho tiempo. Antes de firmar el contrato de arrendamiento, fui a ver el apartamento de nuevo. Su puerta metálica había sido blanca en otro tiempo, pero ese brillo se había desvanecido con el tiempo. Era un desastre cuando lo vi, la pintura se desprendía en parches para revelar el óxido que había debajo. Y si eso hubiera sido todo, lo habría recordado como nada más que una puerta vieja y desaliñada. Pero también estaba la forma en que su número, el 301, había sido inscrito. Alguien, tal vez otro en una larga fila de ocupantes temporales, había usado algún instrumento afilado, tal vez una broca, para rayar el número en la superficie de la puerta. Podía distinguir cada trazo individual: 3, a su vez de tres palmos de altura; 0, más pequeño, pero repasado varias veces, un garabato feroz que llamó la atención.Finalmente, 1, una línea larga y profunda, tensa por el esfuerzo de su hechura. A lo largo de esta colección de heridas rectas y curvas se había extendido el óxido, un vestigio de violencia, como manchas de sangre secas durante mucho tiempo, endurecidas, de color negro rojizo. No tengo nada que apreciar. Ni el lugar donde vivo, ni la puerta por la que paso todos los días, ni siquiera, maldita sea, mi vida. Esos números me miraban fijamente, apretando los dientes con fuerza.Ese era el apartamento que quería ese invierno, el apartamento que había elegido para pasar mis días. Tan pronto como desempaqué, compré una lata de pintura blanca y un pincel de buen tamaño. Ni la cocina ni el dormitorio habían sido empapelados, y sus paredes estaban manchadas de manchas grandes y pequeñas. Estas manchas oscuras eran especialmente llamativas alrededor de los interruptores eléctricos. Llevaba pantalones de chándal gris pálido y un viejo suéter blanco, para que las salpicaduras no se vieran tan mal. Incluso antes de empezar a pintar, no me preocupaba conseguir un acabado limpio y uniforme.Sería suficiente, razoné, con pintar sobre las manchas... ¿seguro que las manchas blancas son mejores que las sucias? Pasé mi pincel por los grandes parches del techo por donde la lluvia debió de filtrarse en algún momento, observando cómo el gris desaparecía bajo el blanco. Limpié el mugriento cuenco del fregadero con un paño antes de pintarlo de ese mismo blanco brillante, sin importar que su pedestal fuera marrón.Finalmente, salí al pasillo para pintar la puerta principal. Con cada movimiento del pincel sobre la superficie llena de cicatrices, sus imperfecciones se borraban. Esos números profundos desaparecieron, esas manchas de sangre oxidadas desaparecieron.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Volví a entrar en el apartamento para tomarme un descanso y entrar en calor, y cuando volví a salir una hora más tarde vi que la pintura se había corrido. Se veía desordenado, probablemente porque estaba usando un cepillo en lugar de un rodillo. Después de pintar una capa extra sobre la parte superior para que las rayas fueran menos visibles, volví a entrar para esperar. Pasó otra hora antes de que saliera arrastrando los pies en mis pantuflas. La nieve había comenzado a caer. Fuera, el callejón se había oscurecido; Las luces de la calle aún no estaban encendidas. Con una lata de pintura en una mano, un pincel en la otra, me quedé inmóvil, mudo testigo del lento descenso de los copos de nieve, como cientos de plumas que se empluman.Bandas para envolverSe enrollan pañales blancos como la nieve alrededor del bebé recién nacido. El útero habrá sido tan ceñido, que la enfermera ata el cuerpo con fuerza, para mitigar el impacto de su abrupta proyección en lo ilimitado. Persona que sólo ahora comienza a respirar, un primer llenado de los pulmones. Persona que no sabe quién es, dónde está, qué es lo que acaba de empezar.El más indefenso de todos los animales jóvenes, más indefenso incluso que un polluelo recién nacido. La mujer, pálida por la pérdida de sangre, mira al niño que llora. Nerviosa, toma su ser envuelto en pañales en sus brazos. Persona a la que aún se le desconoce la cura de este llanto. Que ha estado, hasta hace unos momentos, en medio de una agonía tan asombrosa. Inesperadamente, el niño se calma. Será por algún olor. O que los dos siguen conectados. Dos ojos negros que no ven se vuelven hacia el rostro de la mujer, atraídos en la dirección de su voz.Sin saber lo que se ha puesto en marcha, estos dos todavía están conectados. En un silencio atravesado por el olor de la sangre. Cuando lo que hay entre dos cuerpos es el blanco de los pañales.Bata de recién nacido El primer hijo de mi madre murió, me dijeron, a las dos horas de vida. Me dijeron que era una niña, con la cara tan blanca como un pastel de arroz en luna creciente. Aunque era muy pequeña, dos meses prematura, sus rasgos estaban claramente definidos. Nunca podré olvidar, me dijo mi madre, el momento en que abrió sus dos ojos negros y los volvió hacia mi cara. En ese momento, mis padres vivían en una casa aislada, en el campo, cerca de la escuela primaria donde mi padre enseñaba. La fecha de parto de mi madre aún estaba lejos, por lo que estaba completamente desprevenida cuando, una mañana, rompió fuente. No había nadie alrededor. El único teléfono del pueblo estaba en una pequeña tienda junto a la parada de autobús, a veinte minutos de distancia. Mi padre no volvería del trabajo hasta dentro de seis horas. Era el comienzo del invierno, la primera helada del año. Mi madre, de veintidós años, se arrastró hasta la cocina y hervido un poco de agua para esterilizar unas tijeras. Buscando a tientas en su costurero, encontró una tela blanca que serviría para el vestido de un recién nacido. Agarrada por las contracciones y terriblemente asustada, empuñó su aguja mientras las lágrimas comenzaban a caer. Terminó el diminuto vestido, buscó una colcha delgada para usarla como pañales y apretó los dientes mientras el dolor regresaba, cada vez más rápido e intenso. Finalmente, dio a luz. Todavía sola, cortó el cordón umbilical. Vistió el cuerpecito ensangrentado con el vestido que acababa de hacer, y sostuvo el retazo lloriqueante en sus brazos. Por el amor de Dios, no te mueras, murmuró con voz débil, una y otra vez como un mantra. Al cabo de una hora, los párpados herméticos del bebé se descosieron bruscamente. Cuando los ojos de mi madre se encontraron con los de su hija, sus labios se crisparon de nuevo. Por el amor de Dios, no mueras. Alrededor de una hora después, el bebé estaba muerto. Yacían en el suelo de la cocina, mi madre de costado con el bebé muerto apretado contra su pecho, sintiendo cómo el frío entraba poco a poco en la carne, hundiéndose hasta los huesos. No más llanto.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La también ensayista y traductora galardonada en 2018 con el Premio Miguel de Cervantes, que, según aseguró su hija, Amparo Rama, goza de buena salud, pasó el día de su cumpleaños en su casa en Montevideo.De acuerdo con Rama, si bien no tiene actividades públicas previstas para estos días, la única sobreviviente del grupo de escritores uruguayos conocido como 'generación del 45' -integrado entre otros por los célebres Mario Benedetti e Idea Vilariño- volverá a viajar a mediados de este mes.En esta oportunidad, Vitale, quien se trasladó a México en agosto para participar de la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (Filuni), donde fue la invitada de honor, retornará a ese país para la ceremonia de entrega del Premio Internacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz.Es que, además de haber integrado el jurado que eligió al libro Blanca, del español David Palomo Castro, como ganador de la edición 2024, la poeta uruguaya será reconocida en el evento a celebrarse en Ciudad de México con el galardón honorífico del mismo nombre por su trayectoria en poesía.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíJosé Bergamín, poeta católico y comunista que se convirtió en su referente por "su respeto por la libertad ajena, su arte de aguzar las sensibilidades y su optimismo".Autora de libros como La luz de esta memoria (1949), Palabra dada (1953), Jardín de sílice (1980) o el reciente Tiempo sin claves (2021), en 1974 Vitale se exilió en México tras el golpe de Estado de la dictadura cívico-militar uruguaya (1973-1985) y hasta el año previo al del retorno de la democracia.Tras un retorno a Montevideo en el que la acompañó su segundo esposo, el también escritor uruguayo Enrique Fierro, trabajó en el semanario Jaque antes de volver a dejar el país para mudarse a Austin (Estados Unidos), donde Fierro se desempeñó como profesor de la Universidad de Texas.Tras la muerte de Fierro, ocurrida en 2016, la ganadora del Premio Internacional Octavio Paz en 2009, del Premio Reina Sofía de Poesía en 2015 y del Max Jacob en 2017 dejó Austin y regresó a Montevideo, donde también recibió las distinciones nacionales Medalla Delmira Agustini y Gran Premio a la Labor Intelectual.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El pasado domingo 27 de octubre, el Auditorio UNICOC de Cali fue el escenario del lanzamiento oficial del Concurso Nacional de Poesía "Escuchando la Naturaleza", organizado en convenio entre el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Casa de Poesía Silva. Este evento se desarrolló como parte de las actividades de la Zona Verde de la COP16, con el objetivo de inspirar una reflexión profunda sobre la relación entre el ser humano y el entorno natural.Durante el evento, Corina Estrada, delegada de la Subdirección de Educación y Participación del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, destacó el impacto del arte en la sensibilización ambiental:"Quiero extender un agradecimiento a la Casa de Poesía Silva por generar este convenio en el cual se enmarca este concurso que se lanza este día. También agradecerles a ustedes como público por confiar en que hay otras formas de entender la educación ambiental. El arte siempre ha sido el recurso con más potencia sensibilizadora y transformadora (...). Hay otras formas de aproximarnos a pensar en la paz con la naturaleza."Por su parte, el director de la Casa de Poesía Silva, Pedro Alejo Gómez, enfatizó la importancia del inicio del concurso centro del marco de la COP16, indicando: "Hemos querido que el concurso comience ahora cuando está en vísperas de concluir la COP16 porque justamente lo importante comienza ahora: tomar la decisión de aplicar en la vida y en la vida de los países las recomendaciones que aquí se realizan en este importante congreso."💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí¿Cómo participar en el concurso?La convocatoria está abierta a todos los colombianos mayores de edad, residentes en el país o en el exterior, quienes podrán presentar un (1) poema inédito, escrito en español y firmado con seudónimo.Los diez (10) mejores poemas recibirán un premio en efectivo de un millón de pesos ($1.000.000), sujeto a retenciones de ley. Además, se otorgarán diez (10) menciones honoríficas para reconocer la calidad y sensibilidad de otros trabajos destacados.Bases1. Los participantes deberán completar el formulario disponible en la página web www.casadepoesiasilva.com2. La recepción de trabajos será únicamente digital y estará abierta hasta las 11:59 p.m. del miércoles 20 de noviembre de 2024.3. No se aceptarán trabajos enviados por correo postal ni entregados en la Casa de Poesía Silva.Un equipo de prejurados seleccionará 50 poemas finalistas. El veredicto final estará a cargo de un jurado compuesto por tres poetas de renombre, quienes anunciarán a los ganadores el jueves 12 de diciembre de 2024, a las 6:30 p.m., en la Casa de Poesía Silva (Calle 12c # 3 - 41, Bogotá).Los poemas ganadores, las menciones y los finalistas serán publicados en un cuadernillo digital de libre descarga en la página de la Casa de Poesía Silva, contribuyendo a la construcción de una conciencia ambiental a través de la poesía.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Drácula" (1897)Iniciamos esta lista con Drácula, la obra más famosa de Bram Stoker y la encargada de definir el terror gótico y el arquetipo del vampiro en la cultura popular. La historia sigue a varios personajes, pero principalmente a Jonathan Harker, un joven abogado inglés que viaja a Transilvania para ayudar al misterioso Conde Drácula con una transacción inmobiliaria. Al llegar al castillo, Harker descubre que Drácula es un ser sobrenatural, un vampiro que ha aterrorizado a la región durante siglos. Harker queda atrapado en el castillo, donde es testigo de los poderes y el hambre insaciable del conde por la sangre humana.Aunque esta es apenas la premisa de la historia, esta obra fue un paso hacia la modernidad para la Europa victoriana y, apegado al terror y a lo gótico, también se acercó a temas como la constante lucha entre el bien y el mal, la sexualidad y el sacrificio. Además, claro, de crear a personajes que han sido representados en la pantalla en series y televisión, como Igor y Van Helsing. “La joya de las siete estrellas” (1903)De la bruma de Rumania, pasamos al desértico clima de Egipto con la siguiente novela de Stoker. En esta ocasión, el escritor se adentra en la relación de vivos y muertos. Esta vez, su personaje central es una antigua hechicera Egipcia momificada, Tera, quien ansía regresar a la vida.Para ello, la novela lleva al lector por el camino escabroso de lo sobrenatural, pero también de la aventura al acompañar a su personaje Malcolm Ross, quien se ve envuelto en la travesía de un reconocido arqueólogo coleccionista que tiene entre sus joyas el cuerpo momificado de Tera. La hija del arqueólogo y un misterioso talismán, el mismo que le da el título a esta novela, están aparentemente conectados con Tera y serán clave para revivirla.Esta obra, aunque no hace parte de las obras representativas de Stoker, sí influiría años más tarde en la proliferación de libros, cuentos y películas sobre el terror y la aventura asociados al antiguo Egipto, ritos y maldiciones que popularizaron a las momias como personajes de terror.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí“La dama del sudario” (1909) Después de Drácula, esta es la siguiente novela más reconocida del autor irlandés y al igual que en esa novela con Lucy o Mina o Tera en La joya de las siete estrellas, la figura de la mujer no solo es la encarnación de lo gótico y místico, sino que se convierte en la protagonista de la relación entre vivos y muertos.Sin saber si es un espíritu, una vampira o una mujer encantada, un joven inglés se muda a un castillo misterioso, heredado de su tío en la península balcánica, allí, ve cada noche Teuta, esa misteriosa mujer, rondando su nuevo hogar.Estos encuentros llevan la historia a explorar el amor romántico y el sacrificio, similar a lo acontecido en Drácula, así como el contexto europeo de inicios de siglo.“La guarida del Gusano Blanco” (1911)Publicado un año antes de su muerte, este libro se lee como una versión más costumbrista del terror, fiel a lo gótico y acompañada por leyendas y mitos locales. Además, el escritor a través de seres fantásticos y misteriosos hace una crítica de la monstruosidad que puede habitar en los seres humanos.La trama se desarrolla en una mansión rural de Inglaterra, donde el joven Adam Salton llega desde Australia para conocer a su tío, con quien descubre que ha heredado tierras. Pronto se ve atrapado en una serie de eventos misteriosos y aterradores relacionados con una antigua leyenda de un gusano blanco gigantesco, una criatura demoníaca y ancestral que habita en una guarida subterránea cerca de la mansión.La criatura de esta historia está conectada con Lady Arabella March, una aristócrata enigmática y manipuladora que ejerce una influencia casi hipnótica sobre quienes la rodean y parece resguardar un oscuro secreto.“El invitado de Drácula y otras historias de terror” (1914)Terminamos esta lista con una publicación póstuma que reúne nueve relatos de terror encabezados por el cuento homónimo del libro que se ha llegado a considerar como un capítulo independiente de Drácula. Esta recopilación la completan La casa del juez (1891), La mujer india (1893), Gipsy Prophecy (1885), El regreso de Abel Behenna (1893), El entierro de las ratas, El sueño de las manos rojas (1894), Crooken Sands (1914) y El secreto del oro que crece (1892), muchos de ellos publicados por primera vez en medios ingleses.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Según explicó en un comunicado la casa editora del libro, Penguin Random House Grupo Editorial, es una escritora contemporánea quien narra y publica una biografía sobre la emblemática y controversial Julia de Burgos.Lo que empieza como un simple encargo terminará siendo una manera de entender mejor al personaje y su obra, pero también un mapa para entender la vida de tantas autoras latinoamericanas, incluso la de la propia autora, resalta la nota.Con su libro, la narradora recorre diferentes ciudades, asiste a presentaciones y da conferencias, mientras intenta mantener su familia a flote.Entrelanzando su propia vida junto a la de la narradora y la de Julia, Santos-Febres construye un relato apasionante sobre las vidas difíciles de escritoras afrocaribeñas que se abren paso en los elitistas círculos literarios de su país.Julia de Burgos, además de ser poeta y escritora, fue periodista y maestra durante sus 39 años de vida y en cuyo tiempo tuvo la oportunidad de conocer a otros destacados escritores como el chileno Pablo Neruda y el dominicano Juan Bosch.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíLa autora publicó legendarios poemas como Río Grande de Loíza, Íntima y Ay, ay, ay de la grifa negra, Desde el Puente Martín Peña, Sobre la claridad, Himno de sangre a Trujillo y Adiós en Wellfare Island.Además, escribió tres libros: Poema en 20 surcos, Canción de la verdad sencilla y El mar y tú, que trabajó en Cuba.Santos-Febres, por su parte, ha ganado premios como el Juan Rulfo, de Radio Francia Internacional; el Letras de Oro, de España; el Premio de Novela del Instituto de Literatura Puertorriqueña y el Premio Primavera de Novela.Es creadora del Programa de Escritura Creativa de la Universidad de Puerto Rico, así como fundadora y directora del Festival de la Palabra (2009-2018) y del Programa #Quenoseacabenlaspalabras.En 2016 fundó el Colectivo de Mujeres Escritoras Las Ancestras, que ofrece talleres de escritura creativa en cárceles de mujeres, albergues de niñas y adolescentes, y apoya proyectos de memoria y escritura.En el 2023 se convirtió en investigadora principal del Centro de Investigación de Estudios en Afrodescendencia y Racialización y Archivo Virtual Afro.Ha impartido clases en Harvard, Universidad Complutense, Universidad de Houston Rutgers, Baltimore, Universidad Autónoma de Yucatán, entre otras, y sus obras han sido traducidas al inglés, francés, italiano, portugués, coreano y rumano.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El género de terror en la literatura, tan antiguo como las narrativas orales de mitos y leyendas, ha mutado con el tiempo para reflejar los miedos inherentes de cada época. Desde los primeros experimentos góticos en el siglo XVIII hasta las narrativas contemporáneas de América Latina, el terror literario no solo busca asustar al lector, sino confrontarlo con lo oscuro, lo reprimido y lo inenarrable de la experiencia humana.Los orígenes del terror: del gótico al psicoanálisisEl nacimiento del terror como género literario suele situarse en el siglo XVIII, con obras como El castillo de Otranto de Horace Walpole (1764), reconocida como la primera novela gótica. Esta obra, marcada por elementos sobrenaturales y escenarios tenebrosos, sentó las bases de lo que sería el terror gótico: mansiones antiguas, secretos familiares y fuerzas oscuras. La atmósfera de claustrofobia y decadencia se convirtió en el marco idóneo para explorar el miedo irracional y lo sobrenatural.Con el tiempo, otros autores ampliaron y perfeccionaron el género. Mary Shelley, con Frankenstein (1818), transformó el terror al introducir la figura de un monstruo que no era simplemente una abominación, sino un reflejo del conflicto interno humano, de la soledad, el rechazo y la responsabilidad ética de la ciencia. También en el siglo XIX, Edgar Allan Poe exploró los abismos de la mente humana en relatos cortos como El corazón delator y La caída de la Casa Usher, sentando las bases de un terror psicológico que miraba hacia el interior, hacia las profundidades de la psique humana.Por su parte, Bram Stoker inmortalizó a Drácula en 1897, encarnando en el vampiro la representación de lo reprimido y lo erótico en la sociedad victoriana. Su figura atravesaría las fronteras del género literario para establecerse en el imaginario colectivo como el emblema de la muerte, la seducción y la inmortalidad. Estos autores del siglo XIX forjaron un lenguaje literario del horror que reflejaba las ansiedades de su tiempo, en un contexto marcado por la industrialización, el avance de la ciencia y la represión moral.El terror en el siglo XX: Lovecraft y el horror cósmicoCon el siglo XX llegó una transformación en la concepción del terror. Howard Phillips Lovecraft, quien publicó entre los años 20 y 30, llevó el género hacia un tipo de horror que trascendía lo humano. En su visión, el universo estaba poblado de deidades antiguas y monstruos cósmicos indiferentes a la existencia humana. La insignificancia del ser humano ante el cosmos se convirtió en el núcleo de lo que hoy conocemos como horror cósmico. Su estilo, denso y obsesivo, inspiró a generaciones de autores que veían en sus relatos una respuesta a la crisis de identidad y la pérdida de sentido provocada por las guerras y el desencanto con la modernidad.Nuevas voces en el terror: la irrupción de América LatinaEn el siglo XXI, la literatura de terror ha encontrado nuevas expresiones en América Latina, donde las narrativas exploran los horrores cotidianos de sociedades marcadas por la desigualdad, la violencia y el peso de una historia opresiva. Autoras como Mariana Enriquez, Mónica Ojeda y María Fernanda Ampuero han capturado el interés mundial, llevando el género de terror a un terreno distinto, donde lo sobrenatural se entremezcla con el realismo social y la denuncia.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíMariana Enriquez: (Argentina) es conocida por explorar la violencia y la marginación en su obra, especialmente en su colección de relatos Las cosas que perdimos en el fuego y Nuestra parte de noche. Enriquez aborda temas como la pobreza, el abuso y la desaparición de personas, colocando el horror en un contexto de tensiones sociales y conflictos internos. Sus historias tienen un tono visceral, que se aleja de los clichés del género al retratar el terror de la vida cotidiana y sus heridas abiertas en una Argentina postdictadura.Mónica Ojeda: (Ecuador) representa una voz única en el terror latinoamericano contemporáneo. Su obra Mandíbula explora los temores de la adolescencia y la violencia en la familia a través de un lenguaje cargado de erotismo, simbolismo y psicoanálisis. La autora expone las fronteras del miedo y la atracción, utilizando las dinámicas entre sus personajes para explorar temas como la obsesión, el dolor y las relaciones de poder. Ojeda convierte a sus personajes en catalizadores de lo grotesco y lo subliminal, revelando los miedos inconscientes de la juventud latinoamericana.María Fernanda Ampuero: (Ecuador), en su libro Pelea de gallos, utiliza el género del terror para dar voz a las experiencias de las mujeres en una sociedad patriarcal. Ampuero confronta temas como la violencia doméstica, el abuso sexual y las desigualdades de género con una honestidad descarnada. Su estilo directo y sin concesiones convierte al horror en una herramienta para visibilizar lo que generalmente se esconde. A través de su obra, el terror se convierte en una denuncia de las injusticias y en un reflejo del trauma y la opresión.El contexto social y político del nuevo terror latinoamericanoEn América Latina, el género del terror está íntimamente ligado a los contextos sociales y políticos de la región. La violencia estructural, los traumas colectivos y el legado de dictaduras y conflictos armados impregnan estas narrativas de un realismo crudo que amplía los límites del género. Las nuevas autoras del terror exploran no solo el miedo, sino también el dolor y la injusticia, fusionando el realismo social con el horror y acercando a los lectores a una experiencia que va más allá de lo macabro: es una experiencia de catarsis y reflexión sobre el presente.Este resurgir del terror literario en América Latina responde a una necesidad de confrontar los miedos actuales desde una perspectiva que se aleja del terror escapista. En lugar de presentar fantasmas o criaturas sobrenaturales, estas narrativas exploran las pesadillas de la vida cotidiana, el impacto de la violencia, la desigualdad y la opresión. Así, el terror en la literatura latinoamericana contemporánea se convierte en un espejo de las luchas sociales y en una voz que denuncia lo que persiste en las sombras.Un futuro incierto pero prometedor para el géneroLa literatura de terror sigue evolucionando, y las nuevas voces que emergen en América Latina aportan una riqueza y una complejidad que le dan al género una nueva relevancia. En un mundo marcado por crisis políticas, desigualdad y amenazas ambientales, el terror literario continuará siendo un vehículo para expresar los miedos y ansiedades de nuestra era. La obra de Enriquez, Ojeda y Ampuero abre una puerta a una visión contemporánea del terror, donde el verdadero monstruo no es el que emerge de la oscuridad, sino el que vive en los resquicios de nuestra realidad cotidiana.Este nuevo terror no solo cautiva, sino que desafía. Nos obliga a mirar de frente, a no apartar la vista de aquello que normalmente relegamos a las sombras.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Calixta Editores anuncia el lanzamiento de Los Hispanos, la historia original de los originales. A través de un anecdotario cautivador, la narrativa recorre sesenta años de trayectoria, plasmada con franqueza y humor. Revela episodios insólitos y ofrece una mirada auténtica de los momentos más memorables de la agrupación que definió una era y que sigue resonando en el corazón de millones de seguidores. Su herencia artística no solo ha marcado la cultura colombiana, sino que su música proveyó grandeza y significado a la Navidad, al Añoviejo, y a las tradiciones que, al pie de un pesebre, de velitas, buñuelos, natilla, regalos y momentos inolvidables, nos permiten celebrar la vida.Luego de un arduo trabajo de Jairo Jímenez, fundador de la agrupación, y de Giovanny Rodríguez, autor e investigador, se consolidó la obra que inmortaliza las memorias del emblemático conjunto musical, desde sus humildes inicios, cuando sus integrantes eran apenas unos niños, hasta su ascenso a la fama de la mano de sus legendarios cantantes: Gustavo “El Loko” Quintero y Rodolfo Aicardi.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí"Este, nuestro libro, es la historia de los 60 años de la vida musical de la orquesta que ha puesto a bailar en las navidades al pueblo colombiano", comentó Jairo Jiménez sobre este libro que, además de recopilar las canciones más significativas de Los Hispanos, ofrece una narrativa rica en detalles históricos desde la infancia de sus fundadores y anécdotas detrás de cada melodía, acompañada de fotografías inéditas.El evento de lanzamiento se celebrará en Bogotá en el café librería Le Tiende el próximo 21 de noviembre. Los asistentes tendrán la oportunidad de disfrutar de una presentación musical de Los Hispanos, quienes compartirán con el público y con los entusiastas de su historia en un ambiente íntimo y exclusivo. Para quienes quieran adquirir una entrada, lo pueden hacer a través de la página oficial de Calixta Editores, comprando la preventa para Bogotá, que además incluirá el libro firmado, una experiencia VIP con Los Hispanos, un cóctel de bienvenida, foto con la agrupación, afiche y postal conmemorativa de los 60 años.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La ganadora del premio Alfaguara por 'Los Abismos' también habló de la situación política en Latinoamérica, se mostró "desilusionada" con el Gobierno del presidente colombiano Gustavo Petro y comentó avances de nuevos proyectos, como la película inspirada en 'La perra', la obra que la dio a conocer internacionalmente.Coyuntura latinoamericanaPara esta colombiana que ha vivido en un país con más de 60 años de conflicto armado en el que actualmente reina una polarización política similar a la de otras naciones latinoamericanas, la situación en la región "preocupa muchísimo" por la "derechización", pero también por "dictaduras de izquierda terribles como la de Venezuela".Quintana ve una coyuntura más moderada en Chile, con Gabriel Boric, y en Brasil, con el regreso al poder del progresista Luiz Inácio Lula da Silva, luego de "un proceso superpreocupante" en los cuatro años de mandato del ultraderechista Jair Bolsonaro.Al cuestionarse sobre el resurgir de una derecha "excluyente y violenta", la escritora opinó que existe una sensación de "fracaso de la democracia", pero también piensa que esto puede estar ocurriendo porque muchas personas ven en la extrema derecha una vía hacia la paz, aunque ella no considera que sea una solución.A manera de ejemplo, Quintana comparó a China con los países latinoamericanos y dijo que pese a su autoritarismo, el gigante asiático pasó de rural a desarrollado en 40 años, un cambio que no se ha visto en la región, donde han faltado "buenas democracias" y donde también se ha impartido un "autoritarismo terrible" en ese lapso.Desilusionada con PetroEn el caso específico de Colombia, Quintana afirmó que su país es el más desigual de toda la región, que las clases políticas tradicionales no han logrado mejorarlo y que cuando llegan opciones de gobierno diferentes, tampoco se ve "un cambio verdadero".La escritora se refería a Gustavo Petro, quien asumió la Presidencia en 2022 y de quien dijo que fue el primer líder de "izquierda moderada" en llegar al poder "en 200 años de historia republicana".Aunque celebró "muchísimo" la llegada de Petro, Quintana aseguró que ahora se siente "desilusionada", pues en su Gobierno "se mantienen algunas prácticas corruptas".💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíNuevos proyectosEsta mujer, de cuerpo menudo y de voz dulce pero firme, combina su papel de madre y esposa con la escritura en medio de una apretada agenda que la obliga muchas veces a trasladar su sitio de trabajo a los aviones.Así le dio vida a un nuevo libro -del que evitó dar detalles-, cuyo primer borrador terminó un año atrás y ya fue revisado por sus lectores de confianza.El texto, que requirió un trabajo de tres años y que pasó de 283 páginas a 143, ahora se encuentra en proceso de reescritura y, aunque cree posible que salga a la luz en 2025, prefiere no comprometerse con los tiempos para "no incumplir promesas".Lo que sí tiene perspectivas de suceder el próximo año, dijo, es el inicio del rodaje de la película inspirada en 'La Perra', ganadora del premio Biblioteca de Narrativa Colombiana y que ya ha sido traducida a 22 idiomas.El libro cuenta la historia de una empobrecida mujer del litoral Pacífico colombiano y su visceral relación con una perra que adopta, ante su imposibilidad de ser madre.Narrada en un lenguaje crudo y directo, la obra habla de amor, violencia, pobreza y de lo más oscuro del ser humano y sus instintos, una mezcla ideal para llevar a la pantalla grande.La película será dirigida por la chilena Dominga Sotomayor, con guion de su compatriota Inés Bortagaray, en una adaptación de una historia que por ser "tan universal", según Quintana, puede sacarse de su lugar de origen, aunque tiene algunos elementos diferentes.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Es imposible que tales potencias o seres hayan sobrevivido... hayan sobrevivido a una época infinitamente remota donde... la conciencia se manifestaba, quizá, bajo cuerpos y formas que ya hace tiempo se retiraron ante la marea de la ascendiente humanidad... formas de las que sólo la poesía y la leyenda han conservado un fugaz recuerdo con el nombre de dioses, monstruos, seres míticos de toda clase y especie...Algernon BlackwoodEl bajorrelieve de arcillaNo hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas. Algunos teósofos han sospechado la majestuosa grandeza del ciclo cósmico del que nuestro mundo y nuestra raza no son más que fugaces incidentes. Han señalado extrañas supervivencias en términos que nos helarían la sangre si no estuviesen disfrazados por un blando optimismo. Pero no son ellos los que me han dado la fugaz visón de esos dones prohibidos, que me estremecen cuando pienso en ellos, y me enloquecen cuando sueño con ellos. Esa visión, como toda temible visión de la verdad, surgió de una unión casual de elementos diversos; en este caso, el artículo de un viejo periódico y las notas de un profesor ya fallecido. Espero que ningún otro logre llevar a cabo esta unión; yo, por cierto, si vivo, no añadiré voluntariamente un sólo eslabón a tan espantosa cadena. Creo, por otra parte, que el profesor había decidido, también, no revelar lo que sabía, y que si no hubiese muerto repentinamente, hubiera destruido sus notas.Tuve por primera vez conocimiento de este asunto en el invierno de 1926-1927, a la muerte de mi tío abuelo, George Gammel Angell, profesor honorario de lenguas semíticas de la Universidad de Brown, Povidence, Rhode Island. El profesor Angell era una autoridad vastamente conocida en materia de antiguas inscripciones y a él habían recurrido con frecuencia los conservadores de los más importantes museos. Muchos deben por lo tanto recordar su desaparición, acaecida a la edad de noventa y dos años. Las oscuras razones de su muerte aumentaron aún más el interés local. El profesor había muerto mientras volvía del barco de Newport, y, según afirman los testigos, luego de recibir el empellón de un marinero negro. Éste había surgido de uno de los curiosos y sombríos pasajes situados en la falda abrupta de la colina que une los muelles a la casa del muerto, en la Calle Williams. Los médicos, incapaces de descubrir algún desorden orgánico, concluyeron, luego de un perplejo cambio de opiniones, que la muerte debía atribuirse a una oscura lesión del corazón, determinada por el rápido ascenso de una cuesta excesivamente empinada para un hombre de tantos años. En ese entonces no vi ningún motivo para disentir de ese diagnóstico, pero hoy tengo mis dudas… y algo más que dudas.Como heredero y ejecutor de mi tío abuelo, viudo y sin hijos, era de esperar que yo examinara sus papeles con cierta atención. Trasladé con ese propósito todos sus archivos y cajas a mi casa de Boston. El material ordenado por mí será publicado en su mayor parte por la Sociedad Norteamericana de Arqueología; pero había una caja que me pareció sumamente enigmática, y sentí siempre repugnancia a mostrársela a otros. Estaba cerrada, y no encontré la llave hasta que se me ocurrió examinar el llavero que el profesor llevaba siempre consigo. Logré abrirla entonces, pero me encontré con otro obstáculo mayor y aún más impenetrable. ¿Qué significado podían tener ese curioso bajorrelieve de arcilla, y esas notas, fragmentos y recortes de viejos periódicos? ¿Se había convertido mi tío, en sus últimos años, en un devoto de las más superficiales imposturas? Resolví buscar al excéntrico escultor que había alterado la paz mental del anciano.El bajorrelieve era un rectángulo tosco de dos centímetros de espesor y de unos treinta o cuarenta centímetros cuadrados de superficie; indudablemente de origen moderno. Los dibujos, sin embargo, no eran nada modernos, ni por su atmósfera ni por su sugestión; pues aunque las rarezas del cubismo y el futurismo sean numerosas y extravagantes, no suelen reproducir esa críptica regularidad de la escritura prehistórica. Y la mayor parte de los dibujos parecía ser ciertamente alguna especie de escritura. A pesar de mi familiaridad con los papeles y colecciones de mi tío, no logré identificarla, ni sospechar siquiera alguna remota relación.Sobre esos supuestos jeroglíficos había una figura de carácter evidentemente representativo, aunque la ejecución impresionista impedía comprender su naturaleza. Parecía una especie de monstruo, o el símbolo de un monstruo, o una forma que sólo una fantasía enfermiza hubiese podido concebir. Si digo que mi imaginación, algo extravagante, se representó a la vez un pulpo, un dragón y la caricatura de un ser humano, no traicionaré el espíritu del dibujo. Sobre un cuerpo escamoso y grotesco, provisto de alas rudimentarias, se alzaba una cabeza pulposa y coronada de tentáculos; pero era el contorno general lo que la hacía más particularmente horrible. Detrás de la figura se embozaba una arquitectura ciclópea.Las notas que acompañaban a este curioso objeto, además de unos recortes de periódicos, habían sido escritas por el profesor mismo y no tenían pretensiones literarias. El documento en apariencia más importante estaba encabezado por las palabras EL CULTO DE CTHULHU, escritas cuidadosamente en caracteres de imprenta para evitar todo error en la lectura de un nombre tan desconocido. El manuscrito se dividía en dos secciones: la primera tenía el siguiente título: “1925, Sueño y obra onírica de H. A. Wilcox, Calle Thomas 7, Providence, R.I.”, y la segunda: “Informe del inspector John R. Legrasse. Calle Bienville 121, Nueva Orleáns, a la Sociedad Norteamericana de Arqueología, 1928. Notas del mismo y del profesor Webb”. Las otras notas manuscritas eran todas muy breves: relatos de sueños curiosos de diferentes personas, o citas de libros y revistas teosóficos (principalmente La Atántida y la Lemuria perdida de W. Scott-Elliot), y el resto comentarios acerca de la supervivencia de las sociedades y cultos secretos, con referencia a pasajes de tratados mitológicos y antropológicos como la La rama dorada de Frazer, y El culto de las brujas en Europa Occidental de la señorita Murray. Los recortes de periódicos aludían principalmente a casos de alienación mental y a crisis de demencia colectiva en la primavera de 1925.La primera parte del manuscrito principal relataba una historia muy curiosa. Parece que el 1° de marzo de 1925 un joven delgado, moreno, de aspecto neurótico y presa de gran excitación, había visitado al profesor Angell con el singular bajorrelieve de arcilla, entonces todavía fresco y húmedo. En su tarjeta se leía el nombre de Henry Anthony Wilcox, y mi tío había reconocido en él al hijo menor de una excelente familia, con la que estaba ligeramente relacionado. Wilcox, que desde hacía un tiempo estudiaba dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Rhode Island, y que vivía en el hotel Fleur de Lys muy cerca de esta institución, era un joven precoz de genio indudable, pero muy excéntrico. Desde su infancia había llamado la atención por las historias y sueños extraños que se complacía en relatar. Se denominaba a sí mismo “físicamente hipersensitivo”; pero la gente seria de la vieja ciudad comercial lo consideraba simplemente “raro”. No había frecuentado nunca a los de su propia clase y poco a poco había ido retirándose de toda actividad social. Actualmente sólo era conocido por algunos estetas de otras ciudades. La Asociación Artística de Providence, deseosa de preservar su conservadorismo, lo había desahuciado.En aquella visita, decía el manuscrito, el escultor había pedido bruscamente la ayuda de los conocimientos arqueológicos de su huésped para identificar los jeroglíficos. El joven hablaba de un modo pomposo y descuidado que impedía simpatizar con él. Mi tío le respondió con sequedad, pues la evidente edad de la tableta excluía toda posible relación con las ciencias arqueológicas. La réplica del joven Wilcox, que impresionó bastante a mi tío como para que la reprodujera palabra por palabra, tuvo ese énfasis poético que caracterizaba sin duda su conversación habitual.-Es nueva, es cierto -le dijo-, pues la hice anoche mientras soñaba con extrañas ciudades; y los sueños son más viejos que la cavilosa Tiro, la contemplativa Esfinge o Babilonia, guarnecida de jardines.Y comenzó a narrar una historia desordenada que, de pronto, despertó en mi tío un recuerdo. El anciano se mostró febrilmente interesado. La noche anterior había habido un leve temblor de tierra -el más violento de los que habían sacudido Nueva Inglaterra en esos últimos años- que había afectado terriblemente la imaginación de Wilcox. Ya en cama, y por primera vez en su vida, había visto en sueños unas ciudades ciclópeas de enormes bloques de piedra y gigantescos y siniestros monolitos de un horror latente, que exudaban un limo verdoso. Muros y pilares estaban cubiertos de jeroglíficos, y de las profundidades de la tierra, de algún punto indeterminado, venía una voz que no era una voz, sino más bien una sensación confusa que sólo la fantasía podía traducir en esta unión de letras casi imposibles: Cthulhu fhtagn.Esta mezcla de letras fue la llave del recuerdo que excitó y perturbó al profesor Angell. Interrogó al escultor con minuciosidad científica, y estudió con intensidad casi frenética el bajorrelieve que el joven había estado esculpiendo en sueños, vestido sólo con su ropa de dormir, y temblando de frío. Mi tío culpó a su avanzada edad, dijo Wilcox más tarde, el no reconocer con rapidez los jeroglíficos y el dibujo. Muchas de sus preguntas le parecieron un poco fuera de lugar a su visitante, especialmente aquellas que trataban de relacionar a este último con sociedades y cultos extraños; y Wilcox no pudo entender por qué mi tío le prometió repetidamente guardar silencio si admitía ser miembro de una de las tan innumerables sectas paganas o místicas. Cuando el profesor quedó al fin convencido de que Wilcox ignoraba de verdad toda doctrina o cultos secretos, le suplicó que no dejara de informarle acerca de sus sueños. Este pedido dio sus frutos, pues a partir de esa primera entrevista el manuscrito menciona las visitas diarias del joven y la descripción de sorprendentes visiones nocturnas cuyo tema principal era siempre unas construcciones ciclópeas de piedra, húmedas y oscuras, y una voz o inteligencia subterránea que gritaba una y otra vez, en enigmáticos y sensibles impactos, algo indescriptible. Los dos sonidos que se repetían con más frecuencia eran los representados por las palabras Cthulhu y R’lyeh.El 23 de marzo, continuaba el manuscrito, Wilcox faltó a la cita. Una investigación realizada en el hotel reveló que había sido atacado por una fiebre de origen desconocido y que lo habían llevado a la casa de sus padres, en la Calle Waterman. Se había puesto a gritar en medio de la noche, despertando a varios artistas que vivían en el mismo hotel, y desde entonces había pasado alternativamente de la inconsciencia al delirio. Mi tío telefoneó en seguida a la familia, y desde ese momento siguió de cerca el caso, yendo a menudo a la oficina del doctor Tobey, en Thayer Street, médico de cabecera del joven. La mente febril de Wilcox alimentaba, aparentemente, extrañas imágenes; el doctor se estremeció al recordarlas. No sólo incluían una repetición de los sueños anteriores, sino también una criatura gigantesca “de varios kilómetros de altura” que caminaba o se movía pesadamente. Wilcox nunca lo describía en todos sus detalles, pero las pocas e incoherentes palabras que recordaba el doctor Tobey convencieron al profesor de que aquél era el monstruo que el joven había intentado representar. Cuando Wilcox se refería a su obra, añadió el doctor, caía en seguida, invariablemente, en una especie de letargo. Cosa rara, su temperatura no estaba nunca por encima de lo normal; sin embargo, su estado se parecía más al de una fiebre violenta que al de un desorden del cerebro.El 2 de abril a las tres de la tarde, la enfermedad cesó de pronto. Wilcox se sentó en la cama, asombrado de encontrarse en la casa de sus padres, e ignorando totalmente lo que había ocurrido en sus sueños o en la realidad desde el 22 de marzo. Como el médico declarara que estaba curado, a los tres días volvió a su hotel. Pero ya no le fue de ninguna utilidad al profesor Angell. Junto con su enfermedad se habían desvanecido todos aquellos sueños, y luego de oír durante una semana los relatos inútiles e irrelevantes de unas muy comunes visiones, mi tío dejó de anotar los pensamientos nocturnos del artista.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíAquí terminaba la primera parte del manuscrito, pero las abundantes notas invitaban de veras a la reflexión. Sólo el escepticismo inveterado que informaba entonces mi filosofía puede explicar mi persistente desconfianza. Las notas describían lo que habían soñado diversas personas en el mismo período en que el joven Wilcox había tenido sus extrañas revelaciones. Mi tío, parecía, había organizado rápidamente una vasta encuesta entre casi todos aquellos a quienes podía interrogar sin parecer impertinente, pidiendo que le contaran sus sueños y le comunicaran las fechas de todas sus visiones notables. Las reacciones habían sido variadas; pero el profesor recibió más respuestas que las que hubiese obtenido cualquier otro hombre sin la ayuda de un secretario. Aunque no conservó la correspondencia original, las notas formaban un completo y muy significativo resumen. La aristocracia y los hombres de negocios -la tradicional “sal de la tierra” de Nueva Inglaterra- dieron un resultado casi completamente negativo, aunque hubo algunos pocos casos de informes de impresiones nocturnas, siempre entre el 13 de marzo y el 2 de abril, período de delirio de joven escultor. Los hombres de ciencia no fueron tampoco muy afectados, aunque por lo menos cuatro vagas descripciones sugerían la visión fugaz de extraños paisajes, y uno de ellos hablaba del temor a algo anormal.Las respuestas más pertinentes procedían de artistas y poetas, que si hubieran podido comparar sus notas hubieran sido presas del pánico. Ante la falta de las cartas originales, llegué a sospechar que el compilador había estado haciendo preguntas insidiosas o había deformado el texto de la correspondencia para corroborar lo que había resuelto ver. Por eso persistí en la creencia de que Wilcox, conociendo de algún modo los viejos documentos reunidos por mi tío, había estado engañándolo. Estas respuestas de los artistas narraban una perturbadora historia. Entre el 28 de febrero y 2 de abril gran parte de ellos había tenido sueños muy curiosos, alcanzando su máxima intensidad en el tiempo del delirio del escultor. Una cuarta parte hablaba de escenas y sonidos semejantes a los descritos por Wilcox y algunos confesaban su terror ante una criatura gigantesca y sin nombre. Un caso, que las notas describían con énfasis, era particularmente triste. El sujeto, un arquitecto muy conocido, algo inclinado al ocultismo y la teosofía, se volvió completamente loco la noche que llevaron al joven Wilcox a la casa de sus padres, y murió meses después gritando que lo salvaran de algún escapado habitante del infierno. Si mi tío hubiese conservado los nombres de estos casos, en vez de reducirlos a números, yo hubiera podido hacer alguna investigación personal. Pero, como estaban las cosas, sólo pude encontrar a unos pocos. Todos, sin embargo, confirmaron las notas. Me pregunté a menudo si aquellos a quienes había interrogado el profesor Angell se habían sentido tan intrigados como este grupo. Nunca les di explicaciones, y es mejor así.Los recortes de prensa, como ya he dicho, trataban de casos de pánico, manía y excentricidad, siempre en el mismo período. El profesor Angell debió de haber empleado una agenda de recortes, pues el número de estos extractos era prodigioso, y además procedían de todos los rincones del mundo. Uno describía un suicidio nocturno en Londres: un hombre había saltado por una ventana luego de lanzar un grito horrible. En una confusa carta al editor de un periódico sudamericano un fanático anunciaba, apoyándose en sus visiones, un futuro siniestro. Un despacho de California relataba que una colonia teosófica había comenzado a usar vestiduras blancas ante la proximidad de un “glorioso acontecimiento”, que no llegaba nunca, mientras las noticias de la India se referían cautelosamente a una seria agitación de los nativos, producida a fines de marzo. Las orgías vudúes se habían multiplicado en Haití, y en África se había hablado de unos cantos misteriosos. Los oficiales norteamericanos radicados en Filipinas habían tenido ciertas dificultades con algunas tribus, y en la noche de 22 de marzo los policías de Nueva York habían sido molestados por levantinos histéricos. Confusos rumores recorrieron también el oeste de Irlanda, y un pintor llamado Ardois-Bonnot exhibió en 1926, en el salón de primavera de París, un blasfemo Paisaje de Sueño. En los asilos de alienados los desórdenes fueron tan numerosos que sólo un milagro logró impedir que el cuerpo médico advirtiera curiosas semejanzas y sacara apresuradas conclusiones. Una rara colección de recortes, de veras; apenas concibo hoy el crudo racionalismo con que los hice a un lado. Pero quedé convencido de que el joven Wilcox había tenido noticias de unos sucesos anteriores mencionados por el profesor.El informe del inspector LegrasseLos sucesos anteriores por los que mi tío diera tanta importancia al sueño del escultor y al bajorrelieve eran el tema de la segunda mitad del largo manuscrito. Ya una vez, parecía, el profesor Angell había visto los odiosos contornos del monstruo anónimo, había meditado sobre los desconocidos jeroglíficos, y había oído las sílabas que sólo la palabra Cthulhu podía traducir… Todo esto en circunstancias tan sobrecogedoras que no es raro que persiguiese al joven Wilcox con preguntas y ruegos. Esta experiencia anterior había ocurrido diecisiete años antes, en 1908, mientras la Sociedad Norteamericana de Arqueología celebraba su consejo anual, en Saint-Louis. El profesor Angell, por su autoridad y sus méritos, había desempeñado un papel importante en todas las deliberaciones, y a él se acercaron varios profanos que aprovechaban la oportunidad de la convocatoria para hacer preguntas y plantear problemas.El jefe de ese grupo no tardó en convertirse en centro de atracción de todo el congreso. Era un hombre de aspecto muy común, mediana edad, y que había hecho el viaje de Nueva Orleáns a Saint-Louis en busca de cierta información que no había podido obtener en su distrito. Se llamaba John Raymond Legrasse y era inspector de policía. Traía consigo el objeto de su viaje: una estatuita de piedra, repugnante y grotesca, muy antigua aparentemente, cuyo origen no había logrado determinar.No debe creerse que el inspector Legrasse se interesara por la arqueología. Todo lo contrario; su deseo de instruirse tenía como único origen razones puramente profesionales. La estatuita, ídolo, fetiche o lo que fuese, había sido capturada meses antes en los pantanos boscosos del sur de Nueva Orleáns, en el curso de una expedición contra una presunta ceremonia vudú. Tan singulares y odiosos eran los ritos, que la policía comprendió que se hallaba ante un culto totalmente ignorado, e infinitamente más diabólico que los del vudú. Los confusos e increíbles relatos arrancados por la fuerza a los prisioneros nada informaron sobre su posible origen. De ahí el deseo de la policía de consultar a alguna autoridad para identificar así el horrible símbolo, y seguir las huellas del culto hasta sus fuentes.El inspector Legrasse no había esperado que su pedido convocara una impresión semejante. La aparición de la curiosa estatuita bastó para excitar a los hombres de ciencia, y pronto todos rodearon al inspector para contemplar de cerca la diminuta figura cuya rareza y aspecto de genuina y abismal antigüedad abrían perspectivas tan misteriosas y arcaicas. Nadie reconoció la escuela escultórica de la que había nacido la estatua, y sin embargo centenares y hasta miles de años parecían haberse posado en la oscura y verdosa superficie de aquella piedra desconocida.La figura, que los miembros del congreso pasaron de mano en mano para estudiarla con más minuciosidad, medía de unos veinte a veinticinco centímetros de altura y estaba finamente labrada. Representaba un monstruo de contornos vagamente antropoides, pero con una cabeza de pulpo cuyo rostro era una masa de tentáculos, un cuerpo escamoso que sugería cierta elasticidad, cuatro extremidades dotadas de garras enormes, y un par de alas largas y estrechas en la espalda. Esta criatura, que exhalaba una malignidad antinatural, parecía ser de una pesada corpulencia, y estaba sentada en un pedestal o bloque rectangular, cubierto de indescriptibles caracteres. Las puntas de las alas rozaban el borde posterior del bloque, el asiento ocupaba el centro, mientras que las garras largas y curvas de las plegadas extremidades asían el borde anterior y descendían hasta un cuarto de la altura del pedestal. La cabeza de cefalópodo se inclinaba hacia el dorso de las garras enormes que apretaban las elevadas rodillas. El conjunto daba una impresión de vida anormal, más sutilmente terrorífico a causa de la imposibilidad de establecer su origen. Su vasta, pavorosa e incalculable edad era innegable; sin embargo, nada permitía relacionarlo con algún tipo de arte de los comienzos de la civilización.El material de la estatua encerraba otro misterio. No había nada parecido, en la geología o la mineralogía, a aquella pieza jabonosa, verdinegra, de estrías doradas o iridiscentes. Los caracteres de la base eran igualmente desconcertantes, y ninguno de los miembros del congreso, a pesar de que representaban a la mitad de las autoridades mundiales en esta esfera, pudo descubrir el más remoto parentesco lingüístico. Tanto la figura como el material pertenecían a algo increíblemente lejano, totalmente distinto de la humanidad que conocemos: algo sugería, de un modo terrible, antiguos y profanos ciclos en los que nuestro mundo y nuestras concepciones no habían participado.Y, sin embargo, mientras los miembros del congreso sacudían la cabeza y se confesaban incapaces de resolver el misterio, uno de ellos creyó descubrir algo raramente familiar en la efigie y los jeroglíficos, y al fin, no sin reticencia, confesó lo que sabía. Este hombre era el hoy desaparecido William Channing Webb, profesor de antropología en la Universidad de Princeton y explorador de bastante renombre.Cuarenta y ocho años antes el profesor Webb había recorrido Groenlandia e Islandia en busca de ciertas inscripciones rúnicas que hasta ese entonces no había podido descubrir. En la costa occidental de Groenlandia se había encontrado con una tribu degenerada de esquimales, cuya religión, un culto demoníaco curioso, lo había impresionado sobremanera por su faz deliberadamente sanguinaria y repulsiva. Era aquella una fe que los otros esquimales ignoraban casi del todo, y a la que se referían estremeciéndose. Databa, decían, de épocas muy antiguas, anteriores al nacimiento del mundo. Junto a ritos anónimos y sacrificios humanos había invocaciones de origen tradicional dirigidas a un demonio supremo o tornasuk. El profesor Webb había oído esa invocación en boca de un viejo angekok, o brujo sacerdote, y la había transcrito fonéticamente, hasta donde era posible, en caracteres romanos. Pero lo que ahora parecía importante era el fetiche adorado en ese culto, y alrededor del cual bailaban los esquimales cuando la aurora boreal brillaba muy por encima de los acantilados de hielo. Era, declaró el profesor, un tosco bajorrelieve de piedra con una figura horrible y algunos caracteres misteriosos. Creía recordar que se parecía, por lo menos en todos los rasgos esenciales, a la criatura bestial que ahora estaban examinando.Este relato, recibido con asombro y sorpresa por los miembros del congreso, pareció excitar al inspector Legrasse, que abrumó al profesor a preguntas. Habiendo copiado una invocación recitada por uno de los oficiantes del pantano, rogó al profesor Webb que tratase de recordar las sílabas recogidas en Groenlandia. Siguió una comparación exhaustiva de todos los detalles y un instante de sombrío silencio cuando el profesor y el detective convinieron en la virtual identidad de las frases. He aquí, en sustancia (la división de las palabras fue establecida de acuerdo con las pausas tradicionales observadas por los oficiantes), lo que el brujo esquimal y los sacerdotes de Luisiana habían cantado a sus ídolos:Ph’nglui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wgah’nagl fhtagn.Legrasse había tenido más suerte que el profesor Webb, pues varios prisioneros le habían revelado el sentido de esas palabras. Era algo así:En su casa de R’lyeh el fallecido Cthulhu espera soñando.Y entonces, respondiendo a un ruego general, el inspector relató minuciosamente su experiencia con los fieles del pantano; veo ahora que mi tío dio gran importancia a esa historia. Tenía cierto parecido con las ensoñaciones más extravagantes de los teósofos y los creadores de mitos, y revelaba una asombrosa imaginación de carácter cósmico que nadie hubiese esperado entre parias y vagabundos.El 1° de noviembre de 1907 la policía de Nueva Orleáns había recibido un alarmado mensaje de la región pantanosa del Sur. Los colonos, gente primitiva, pero de buen natural, descendientes en su mayor parte de Laffite, eran presas del pánico a causa de algo desconocido que había invadido la región durante la noche. Se trataba en apariencia de un culto vudú, pero de una especie más terrible que todo lo que ellos conocían. Desde que el malévolo tamtam había comenzado a sonar incesantemente en aquellos bosques oscuros donde nadie osaba aventurarse, habían desaparecido varias mujeres y niños. Se habían oído gritos irracionales, chillidos desgarradores y cantos lúgubres, y unas llamas diabólicas habían bailado en la espesura. Los vecinos, añadía el aterrorizado mensajero, no podían soportarlo.En las primeras horas de la tarde veinte policías partieron en dos carricoches y un automóvil, guiados por el tembloroso colono. Cuando el camino se hizo intransitable abandonaron los vehículos y durante varios kilómetros chapotearon en silencio a través de los espesos bosques de cipreses donde nunca penetraba la luz del día. Raíces tortuosas y nudos malignos de musgo español retardaban la marcha, y de vez en cuando una pila de piedras húmedas o los fragmentos de una pared en ruinas hacían más depresiva aquella atmósfera que los árboles deformados y las colonias de hongos contribuían a crear. Al fin apareció un miserable conjunto de chozas, y los histéricos colonos corrieron a agruparse alrededor de las vacilantes linternas. El apagado golpear de los tamtams se oía débilmente a lo lejos, la brisa traía muy de cuando en cuando un chillido que helaba la sangre. Un resplandor rojizo parecía filtrarse por entre el follaje pálido, más allá de las interminables avenidas de la noche selvática. A pesar de su repugnancia a quedarse nuevamente solos, todos los habitantes del lugar se negaron a avanzar un solo paso hacia la escena del culto maldito, de modo que el inspector Legrasse y sus diecinueve colegas tuvieron que aventurarse sin guías por aquellas negras arcadas de horror donde ninguno de ellos había puesto el pie.La región en que ahora entraba la policía tenía tradicionalmente muy mala fama, y en su mayor parte no había sido explorada por hombres blancos. Algunas leyendas se referían a un lago secreto en que vivía una colosal e informe criatura, algo parecida a un pólipo y de ojos fosforescentes, y, según los colonos, unos demonios de alas de murciélago salían a medianoche de sus cavernas para adorar al monstruo. Afirmaban que éste estaba allí desde antes que La Salle, de los indios, y aun de las bestias y pájaros del bosque. Era una verdadera pesadilla, y verlo significaba la muerte. Pero se aparecía en sueños a los hombres, y eso bastaba para que éstos se mantuviesen alejados. La orgía vudú se desarrollaba en los límites extremos del área aborrecida, pero aun así el emplazamiento era bastante malo, y eso quizá había aterrorizado a los colonos más que los chillidos o incidentes.Sólo la poesía o la locura podían haber reproducido los ruidos que oyeron los hombres de Legrasse mientras atravesaban lentamente el sombrío pantano, acercándose a la luz rojiza y a los apagados tamtams. Hay una cualidad vocal propia de las bestias; y nada más terrible que oír una de ellas cuando el órgano de donde proviene debería emitir otra. Una furia animal y una licencia orgiástica se exacerbaban allí hasta alcanzar alturas demoníacas con gritos y aullidos extáticos que reverberaban en los bosques tenebrosos como ráfagas pestilentes surgidas de los abismos del infierno. De vez en cuando cesaban los gritos y lo que parecía un coro de voces roncas entonaba la odiosa melopea1:Ph’nglui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wgah’nagl fhtagn.Por fin los hombres llegaron a un sitio donde el bosque era menos denso, y se encontraron de pronto en el lugar mismo de la escena. Cuatro trastabillaron, un quinto perdió el conocimiento, y otros dos lanzaron un grito de horror que, por suerte, fue apagado por el tumulto salvaje de la orgía. Legrasse roció con agua pantanosa el rostro del hombre desvanecido, y luego todos contemplaron el espectáculo fascinados por el horror.En un claro natural del pantano se alzaba una isla verde de tal vez un acre de extensión, desprovista de árboles y bastante seca. Allí saltaba y se retorcía una horda de anormalidades humanas más indescriptibles que cualquiera de las que hubiese podido pintar un Sime o un Angarola. Sin ropas, esta híbrida muchedumbre bramaba, rugía y se contorsionaba alrededor de una hoguera circular. De vez en cuando se abrían las cortinas de fuego y se podía distinguir en el centro un bloque de granito de unos dos metros y medio de alto, en cuya cima, incongruente por su pequeñez, se alzaba la funesta estatuita. En diez cadalsos instalados a intervalos regulares en un ancho círculo que rodeaba la hoguera, con el monolito como centro, colgaban con la cabeza hacia abajo los cuerpos extrañamente mutilados de los desaparecidos colonos. Dentro de este círculo saltaba y rugía el anillo de fieles, moviéndose de izquierda a derecha en una bacanal interminable entre el círculo de cadáveres y el círculo de fuego.Pudo haber sido sólo la imaginación o pudo haber sido un simple eco, pero uno de los hombres, un impresionable español, creyó oír que las invocaciones eran seguidas por unas respuestas antifonales que procedían de un lejano y sombrío lugar, situado en lo más profundo de aquel bosque de leyenda. Este hombre, Joseph D. Gálvez, a quien más tarde encontré e interrogué, era desbordantemente imaginativo. Llegó a decir que había oído el débil golpear de unas grandes alas y que había vislumbrado unos ojos luminosos y una enorme masa blanca detrás de los árboles más lejanos. Pero creo que estaba demasiado influido por las supersticiones locales.La inactividad de los hombres paralizados fue comparativamente de poca duración. El deber venció pronto todas las dudas, y aunque los celebrantes debían de llegar al centenar, la policía, confiada en sus armas de fuego, irrumpió en medio de la horda. Durante cinco minutos el caos y el tumulto fueron indescriptibles. Hubo furiosos golpes, disparos y huidas. Pero finalmente Legrasse pudo contar cuarenta y siete prisioneros, a los que obligó a vestirse rápidamente, y que rodeó de policías. Cinco de los celebrantes habían muerto, y otros dos, muy malheridos, fueron transportados por sus cómplices en improvisadas parihuelas. La imagen del monolito fue sacada con todo cuidado y llevada por Legrasse.Examinados en el cuartel de la policía, luego de un viaje agotador, los prisioneros resultaron ser mestizos de muy baja ralea, y mentalmente débiles. Eran en su mayor parte marineros, y había algunos negros y mulatos, procedentes casi todos de las islas de Cabo Verde, que daban un cierto matiz vudú a aquel culto heterogéneo. Pero no se necesitaron muchas preguntas para comprobar que se trataba de algo más antiguo y profundo que un fetichismo africano. Aunque degradados e ignorantes, los prisioneros se mantuvieron fieles, con sorprendente consistencia, a la idea central de su aborrecible culto.Adoraban, dijeron, a los Grandes Antiguos que eran muy anteriores al hombre y que habían llegado al joven mundo desde el cielo. Esos Antiguos se habían retirado ahora al interior de la tierra y al fondo del mar, pero sus cadáveres se habían comunicado en sueños con el primer hombre, quien inventó un culto que nunca había muerto. Este era ese culto, y los prisioneros dijeron que había existido siempre y que siempre existiría, ocultándose en lejanías desiertas y lugares retirados hasta que el gran sacerdote Cthulhu saliese de su sombría morada en la ciudad submarina de R’lyeh para reinar otra vez sobre la Tierra. Algún día vendría, cuando los astros ocuparan una determinada posición; y el culto secreto estaría allí, esperándolo.Mientras tanto no podían decir nada más. Se trataba de un secreto que ni la tortura podría arrancarles. La humanidad no era lo único consciente en la Tierra, pues había unas formas que emergían de la sombra para visitar a sus escasos fieles. Pero éstas no eran los Grandes Antiguos. Ningún ser humano había visto a los Antiguos. El ídolo de piedra representaba al gran Cthulhu, pero nadie podía decir si los otros eran o no como él. Nadie era capaz de descifrar ahora la antigua escritura; muchas cosas se transmitían oralmente. La invocación ritual no era el secreto. Éste no se comunicaba nunca en voz alta. El canto significaba: “En su casa de R’lyeh el fallecido Cthulhu espera soñando”.Sólo dos de los prisioneros fueron juzgados bastante cuerdos y se les ahorcó; el resto fue enviado a diversas instituciones. Todos negaron haber participado en los crímenes rituales, y afirmaron que los culpables de aquellas muertes eran los Alas-Negras que habían venido hasta ellos desde su refugio inmemorial en el bosque encantado. Pero nada coherente se pudo saber de aquellos aliados misteriosos. Lo que la policía logró obtener salió en su mayor parte de un viejísimo mestizo llamado Castro, quien pretendía haber tocado puertos distantes y hablado con los jefes inmortales del culto en las montañas de China.El viejo Castro recordaba fragmentos de odiosas leyendas que empequeñecían las especulaciones de los teósofos y hacían de nuestro mundo algo reciente y fugaz. En ciclos muy lejanos otros seres habían gobernado la Tierra. Habían vivido en grandes ciudades, y sus vestigios podían encontrarse aún -le habían dicho a Castro los inmortales de China- en unas piedras ciclópeas de algunas islas del Pacífico. Habían muerto muchísimo antes de la aparición del hombre, pero había artes que podrían revivirlos cuando los astros volvieran a ocupar su justa posición en los cielos de la eternidad. Estos seres, indudablemente, procedían de las estrellas y habían traído sus imágenes con ellos.Estos Grandes Antiguos, continuó Castro, no eran de carne y hueso. Tenían forma -¿no lo probaba acaso esta imagen estelar?-, pero esa forma no era material. Cuando las estrellas eran propicias iban de mundo en mundo a través del cielo; pero cuando eran desfavorables, no podían vivir. Pero aunque ya no viviesen, no habían muerto en realidad. Yacían todos en casas de piedra en la gran ciudad de R’lyeh, preservada por los sortilegios del gran Cthulhu para el día que las estrellas y la Tierra pudiesen recibir su gloriosa resurrección. Pero en esa época alguna fuerza exterior debía ayudar a la liberación de sus cuerpos. Los conjuros que impedían que se descompusieran impedían también que se moviesen, y los Antiguos tenían que contentarse con yacer y pensar en la oscuridad mientras transcurrían millones de años. Conocían todo lo que ocurría en el mundo, pues su lenguaje consistía en la transmisión del pensamiento. En ese mismo instante hablaban en sus tumbas. Cuando, luego de un caos infinito, aparecieron los primeros hombres, los Grandes Antiguos hablaron a los más sensibles moldeándoles los sueños.Aquellos primeros hombres, murmuró Castro, establecieron el culto con que se adoraba a los ídolos de los Grandes Antiguos; ídolos traídos de estrellas oscuras en una época infinitamente lejana. Ese culto no moriría hasta que las estrellas volvieran a ser favorables. Los sacerdotes sacarían entonces al gran Cthulhu de su tumba para que reviviese a sus vasallos y volviera a asumir su reinado en la Tierra. Ese tiempo sería fácil de conocer, pues entonces la humanidad se parecería a los Grandes Antiguos: salvaje y libre, más allá del bien y del mal, sin moral y sin ley. Y todos los hombres gritarían y matarían, y gozarían alegremente. Los Antiguos, liberados, enseñarían nuevos modos de gritar y matar y gozar, y el mundo entero ardería en un holocausto de libertad y éxtasis. Mientras tanto, el culto, con apropiados ritos, debía conservar el recuerdo de aquellos días antiguos y presagiar su retorno.En los primeros tiempos algunos hombres escogidos habían hablado en sueños con aquellos seres, pero luego algo había pasado. La gran ciudad de piedra de R’lyeh, con sus monolitos y sepulcros, se había hundido bajo las olas, y las aguas de los abismos, con ese misterio primigenio en que nadie había pensado ni siquiera en penetrar, habían interrumpido esas citas espectrales. Pero los recuerdos no morían, y los altos sacerdotes afirmaban que cuando los astros fuesen favorables la ciudad volvería a la superficie. Entonces los viejos espíritus de la Tierra, mohosos y sombríos, saldrían de sus subterráneos y propagarían los rumores recogidos allá, en olvidados fondos del océano. Pero de ellos el viejo Castro no se atrevía a hablar. Se interrumpió de pronto y ni la persuasión ni las sutilezas pudieron arrancarle otras informaciones. Tampoco quiso mencionar, curiosamente, el tamaño de los Antiguos. En cuanto al culto, afirmó que su centro debía encontrarse en los desiertos intransitados de Arabia, donde Irem, la ciudad de los Pilares, sueña aún intacta y secreta. No tenía relación alguna con la brujería europea y sólo era conocido por sus miembros. Ningún libro aludía a él, aunque los chinos inmortales decían que en el Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred había un sentido oculto que el iniciado podía interpretar de muy diversas maneras, especialmente en el tan discutido dístico:No está muerto quien puede yacer eternamente,y en épocas extrañas hasta la muerte puede morir.Legrasse, profundamente impresionado, y no poco intrigado, había buscado sin éxito las filiaciones históricas del culto. Castro, aparentemente, había dicho la verdad al afirmar que era un secreto. Las autoridades de la Universidad de Tulane no pudieron arrojar luz alguna sobre el culto o la imagen, y ahora recurría a las mayores autoridades y se encontraba nada menos que con el episodio de Groenlandia del profesor Webb.El ferviente interés que despertó el relato de Legrasse, corroborado por la presencia de la estatuita, tuvo algún eco en las cartas que intercambiaron luego los miembros del congreso; pero apenas hay alguna mención en el informe oficial. La prudencia es preocupación primordial de aquellos que se enfrentan a menudo a la charlatanería y la impostura. Legrasse prestó durante un tiempo la estatua al profesor Webb, pero a la muerte de este último le fue devuelta, y está desde entonces en su casa. Allí la he visto no hace mucho tiempo. Es de veras algo estremecedor, e indiscutiblemente parecida a la escultura labrada en sueños por el joven Wilcox.No me asombró que mi tío se hubiese excitado con el relato del joven. ¿Qué pudo pensar al saber, ya enterado de la información recogía por Legrasse, que un joven sensible no sólo había soñado la figura y los jeroglíficos de las imágenes del pantano y de Groenlandia, sino que también había oído en sueños tres de las palabras de la fórmula repetida por los maestros de Luisiana y los diabólicos esquimales? Era natural que el profesor Angell hubiese iniciado instantáneamente una minuciosa investigación, aunque yo en mi fuero interno sospechaba que el joven Wilcox había oído hablar del culto, y había inventado una serie de sueños para acrecentar el misterio ante los ojos de mi tío. El relato de los otros sueños y los recortes coleccionados por el profesor parecían corroborar la historia del joven; pero mi bien fundado racionalismo y la total extravagancia del asunto me llevaron a adoptar las conclusiones que estimé más razonables. De modo que luego de estudiar otra vez el manuscrito y comparar las notas teosóficas y antropológicas con la descripción del culto que había hecho Legrasse, viajé a Providence para ver al escultor e increparle el haberse burlado de tal modo de un sabio anciano.Wilcox vivía aún, solo, en el Fleur de Lys de la Calle Thomas, desagradable imitación victoriana de la arquitectura bretona del siglo XVII. La fachada de estuco del hotel lucía ostentosamente entre las encantadoras casas coloniales y a la sombra del más hermoso campanario georgiano que pudiera verse en Norteamérica. Encontré a Wilcox en sus habitaciones, sumido en su labor, y comprendí en seguida, por las piezas que lo rodeaban, que su genio era profundo y auténtico.Creo que durante un tiempo Wilcox figurará entre los grandes decadentes; pues ha cristalizado en arcilla, y reflejará un día en el mármol, esas pesadillas y fantasías evocadas en prosa por Arthur Machen y que Clark Ashton Smith ha hecho visibles en versos y pinturas.Moreno, frágil y de aspecto un poco descuidado, Wilcox se volvió lánguidamente y sin dejar su silla me preguntó qué deseaba. Cuando le dije quién era, manifestó cierto interés, pues mi tío había excitado su curiosidad al examinar sus raros sueños, aunque sin expresar las razones de ese examen. Sin sacarlo de su ignorancia, traté prudentemente de hacerlo hablar.Poco tiempo me bastó para convencerme de que era absolutamente sincero; hablaba de sus sueños de un modo inequívoco. Esos sueños, y su residuo subconsciente, habían influido profundamente en su arte, y me mostró una estatua mórbida cuyo modelado me estremeció, casi, por la fuerza de su oscura sugestión. No recordaba haber visto el original excepto en el bajorrelieve creado durante un sueño, pero los contornos se habían formado insensiblemente bajo sus manos. Era, sin duda, la forma gigantesca de la que había hablado en su delirio. Comprobé muy pronto que no sabía nada del culto, salvo lo que el constante interrogatorio de mi tío había dejado escapar, y traté otra vez de concebir de qué modo podía haber recibido esas impresiones sobrenaturales.Hablaba de sus sueños de un modo extrañamente poético, haciéndome ver con terrible claridad la ciudad ciclópea de piedra verde y musgosa -cuya geometría, añadió curiosamente, era totalmente errónea-, y oí otra vez con un temor expectante el subterráneo llamado mental: Cthulhu fhtagn, Cthulhu fhtagn.Esas palabras figuraban en la temible invocación que evocaba el sueño-vigilia de Cthulhu en su bóveda de piedra de R’lyeh, y a pesar de mis racionales ideas me sentí profundamente perturbado. Wilcox, era indudable, había oído hablar casualmente del culto, y lo había olvidado en seguida en la masa de las lecturas y concepciones igualmente fantásticas. Más tarde, en virtud de su impresionable carácter, el culto había encontrado un modo de expresión subconsciente en los sueños, el bajorrelieve de arcilla y la estatua que yo estaba ahora contemplando. De modo que la superchería había sido involuntaria. El joven tenía unos modales un poco afectados, y un poco vulgares, que me desagradaban de veras; pero yo ya estaba dispuesto a admitir tanto su genio como su honestidad. Me despedí amablemente, y le deseé todo el éxito que su talento prometía.El asunto del culto continuó fascinándome y a veces imaginaba poder adquirir un gran renombre investigando su origen y relaciones. Visité Nueva Orleáns, hablé con Legrasse y otros de los que habían participado en aquella vieja expedición, examiné la estatuita y hasta interrogué a los prisioneros que todavía vivían. El viejo Castro, por desgracia, había muerto hacía varios años. Lo que escuché entonces de viva voz, aunque no fue más que una confirmación detallada de los escritos de mi tío, acrecentó mi interés, y tuve la seguridad de estar sobre la pista de una religión muy antigua y secreta cuyo descubrimiento me convertiría en un antropólogo famoso. Mi actitud era aún entonces absolutamente materialista, como aún quisiera que lo fuese, y por una inexplicable perversidad mental rechacé la coincidencia de los sueños y los recortes coleccionados por el profesor Angell.Hubo algo, sin embargo, que comencé a sospechar y que ahora creo saber: la muerte de mi tío no fue nada natural. Cayó al suelo en la colina, en una de las estrechas callejuelas que partían de unos muelles donde abundaban los mestizos extranjeros, luego del descuidado empujón de un marinero de tez oscura. Yo no había olvidado que los oficiales de Luisiana se distinguían por la mezcla de sangres y sus intereses marinos, y no me hubiera sorprendido conocer la existencia de agujas venenosas y métodos criminales secretos tan faltos de piedad como aquellas creencias y ritos misteriosos. Legrasse y sus hombres, es cierto, no habían sido molestados; pero en Noruega acaba de morir un marino que veía cosas. ¿No pudieron haber llegado a oídos siniestros las investigaciones realizadas por mi tío luego de encontrarse con el escultor? Creo hoy que el profesor Angell murió porque sabía o quería saber demasiado. Es posible que me espere un fin semejante, pues yo también he aprendido mucho.La locura del marSi el cielo decidiese algún día acordarme un insigne favor, borraría totalmente de mi memoria el descubrimiento que hice, por simple casualidad, al echar una ojeada a una hoja de periódico que recubría un estante. Era un viejo número del Boletín de Sidney del 18 de abril de 1925, con el cual no hubiese podido dar en mi vida cotidiana. Había pasado inadvertido hasta para la agencia de recortes que había estado coleccionando ávidamente durante esa época materiales para mi tío. Había yo casi abandonado mis investigaciones cerca de lo que el profesor llamaba el “culto de Cthulhu” y me encontraba de visita en casa de un docto amigo de Patterson, Nueva Jersey, conservador del museo local y mineralogista de renombre. Examinando un día los ejemplares de reserva, amontonados en desorden en los estantes de una de las salas del fondo del museo, mi mirada se detuvo en la rara ilustración de uno de los periódicos extendido bajo las piedras. Era el Boletín de Sidney que he mencionado. Mi amigo tenía corresponsales en todos los países extranjeros imaginables. La imagen era una fotografía en sepia de una odiosa estatuita de piedra casi igual a la que Legrasse había encontrado en el pantano.Despojé vivamente a la hoja de su precioso contenido, leí el artículo con cuidado y lamenté su brevedad. Lo que sugería, sin embargo, era de suma importancia para mi ya vacilante búsqueda. Arranqué cuidadosamente la noticia con el propósito de ponerme en seguida en acción. He aquí el contenido:Misterioso barco a la deriva rescatado en alta marEl Vigilant arribó remolcando a un yate neozelandés armado. Un muerto y un sobreviviente a bordo. Relatan combates furiosos y muertes en alta mar. Marinero rescatado se niega a dar detalles de la misteriosa experiencia. Ídolo extraño hallado en su poder. Se iniciará una investigación.El carguero Vigilant de la compañía Morrison, procedente de Valparaíso, arribó esta mañana a su puesto de amarre en la Bahía de Darling remolcando al yate Alert de Dunedin N.2 con serias averías, pero dotado aún de un poderoso armamento. El yate fue avistado el 12 de abril a los 34°21′ de latitud sur, y a los 152°17′ longitud oeste, con un muerto y un sobreviviente a bordo.El Vigilant dejó Valparaíso el 25 de marzo, y el 2 de abril fue alejado considerablemente de su curso, en dirección sur, por excepcionales tormentas y enormes olas. El 12 de abril avistó el buque a la deriva. En apariencia había sido abandonado, pero luego descubrió que llevaba un sobreviviente en estado de delirio, y un hombre muerto por lo menos desde hacía una semana.El sobreviviente apretaba entre sus manos una piedra horrible de origen desconocido, de unos treinta centímetros de alto, cuyo origen los profesores de la Universidad de Sidney, la Sociedad Real y el museo de la Calle College no pudieron determinar, y que el hombre afirmaba haber descubierto en la cabina del yate, en un altarcito rudimentario.Este hombre, ya recobrado, relató una historia de piratería y violencia sumamente extraña. Se trata de un noruego llamado Gustaf Johansen, de cierta cultura, segundo oficial en la goleta Emma de Auckland, que partió para el Callao el 20 de febrero, con una tripulación de 20 hombres.El Emma, dijo, fue retrasado y alejado considerablemente de su ruta por la tormenta del 1° de marzo, y el 22 del mismo mes a los 49°51′ de latitud sur y a los 128°54′ de longitud este encontró al Alert conducido por una tripulación de canacos2 y mestizos de aspecto patibulario. El capitán Collins no obedeció la orden de virar, y la tripulación del yate abrió fuego sin aviso con una batería de cañones de bronce particularmente pesada.Los marineros del Emma, dijo el sobreviviente, se resistieron con valentía, y aunque la goleta comenzó a hundirse, pues varios proyectiles habían alcanzado la línea de flotación, lograron acercarse al enemigo y lo abordaron poniéndose a luchar en cubierta. Como los tripulantes del yate combatían de un modo torpe y cruel, tuvieron que matarlos a todos.Tres de los hombres del Emma, incluso el capitán Collins y el primer oficial Gree, murieron; y los ocho restantes, bajo el mando del segundo oficial, Johansen, se pusieron a navegar en la dirección seguida originalmente por el yate, a fin de descubrir por qué motivo se les había ordenado cambiar de rumbo.Al día siguiente desembarcaron en una islita que no figuraba en ningún mapa. Seis de los hombres murieron allí, aunque Johansen se mostró particularmente reticente a este respecto y dijo que habían caído en una grieta entre las rocas.Más tarde, parece, Johansen y sus compañeros volvieron al yate y trataron de hacerlo navegar, pero fueron vencidos por la tormenta del 2 de abril.Desde ese día hasta el 12 de abril, fecha en que fue recogido por el Vigilant, Johansen no recuerda nada, ni siquiera cuándo murió su compañero William Briden. La muerte no se debió aparentemente a otra causa que a privaciones.Cables procedentes de Dunedin informan que el Alert era muy conocido como barco de carga y tenía muy mala reputación. Pertenecía a un curioso grupo de mestizos cuyas frecuentes incursiones nocturnas a los bosques atraían no poca curiosidad. Luego de la tormenta y los temblores de tierra del 1° de marzo se había hecho apresuradamente a la vela.Nuestro corresponsal en Auckland afirma que el Emma y sus tripulantes gozaban de una excelente reputación y que Johansen es un hombre digno de toda confianza.El almirantazgo va a iniciar una investigación sobre este asunto, durante la cual se tratará de convencer a Johansen para que hable más libremente.Esto era todo, además de la diabólica imagen, ¡pero qué pensamientos despertó en mi mente! Estas nuevas y preciosas noticias acerca del culto de Cthulhu probaban que éste tenía fieles seguidores tanto en el mar como en la tierra. ¿Qué motivo había impulsado a la híbrida tripulación a ordenar el regreso del Emma mientras navegaban con su ídolo? ¿Qué isla desconocida era aquella en que habían muerto seis de los tripulantes, acerca de la cual el contramaestre Johansen se mostraba tan reticente? ¿Qué resultado había tenido la investigación del almirantazgo y qué se sabía del odioso culto en Dunedin? Y lo más extraordinario, ¿qué profunda y natural relación de hechos era esta que daba una significación maligna e innegable a los sucesos tan cuidadosamente anotados por mi tío?El 1° de marzo -el 28 de febrero de acuerdo con el huso horario internacional- se habían producido una tormenta y un terremoto. El Alert y su malencarada tripulación habían dejado rápidamente Dunedin como obedeciendo un imperioso llamado, y en el otro extremo de la Tierra poetas y artistas habían comenzado a soñar con una ciclópea ciudad submarina mientras un joven escultor modelaba, en sueños, la forma del terrible Cthulhu. El 23 de marzo la tripulación del Emma desembarcaba en una isla desconocida, perdiendo allí seis hombres; y en esa misma fecha los sueños de algunas personas alcanzaron su mayor intensidad y se oscurecieron con el terror de un monstruo maligno y gigantesco, mientras un arquitecto se volvía loco y un escultor caía presa del delirio. ¿Y qué pensar de esa tormenta del 2 de abril, fecha en que cesaron todos los sueños de la ciudad sumergida, y Wilcox salió indemne de aquella fiebre extraña? ¿Qué pensar igualmente de aquellas alusiones del viejo Castro a los Antiguos venidos de las estrellas y a su reino próximo, y a su culto, y a su gobierno de los sueños? ¿Estaba balanceándome en el borde de un abismo de horrores cósmicos, insoportables para un ser humano? En todo caso no afectaron sino a la mente, pues el 2 de abril puso término de algún modo a la monstruosa amenaza que había sitiado el alma de los hombres.Aquella tarde, luego de haber pasado el día enviando telegramas y haciendo urgentes preparativos, me despedí de mi huésped y tomé un tren para San Francisco. En menos de un mes llegué a Dunedin, donde, sin embargo, descubrí que se sabía muy poco de los extraños miembros del culto que habían vivido en las posadas marineras. El vagabundeo en los muelles era asunto demasiado común, y no valía la pena mencionarlo; pero algo oí a propósito de una expedición terrestre realizada por estos mestizos durante la cual se escuchó el débil golpear de unos tambores y se vio un fuego rojo en las colinas lejanas.En Auckland me enteré de que Johansen había vuelto a Sidney, donde acababa de sometérsele a un inútil interrogatorio, con el pelo totalmente cano, y que luego de vender su casita de la Calle West había regresado con su mujer a su viejo hogar, en Oslo. De su aventura no dijo a sus amigos más de lo que ya sabían los oficiales del almirantazgo, y todo lo que pudieron hacer fue darme su nueva dirección.Volví entonces a Sidney y hablé sin éxito con gente de mar y miembros de la corte. Vi el Alert en Circular Quay, en la bahía de Sidney, pero nada me reveló su casco. La imagen en cuclillas, de cabeza de pulpo, cuerpo de dragón, alas escamosas y pedestal con jeroglíficos, se conservaba en el museo de Hyde Park. La examiné con cuidado y descubrí que estaba exquisitamente labrada, y tenía el mismo profundo misterio, terrible antigüedad y sobrenatural rareza de material que el ejemplar más pequeño de Legrasse. Para los geólogos, me dijo el conservador del museo, la estatua era un enigma monstruoso, y juraban que no había en el mundo una roca parecida. Recordé, estremeciéndome, lo que había dicho el viejo Castro a Legrasse a propósito de los primeros Grandes Antiguos: “Vinieron de las estrellas y trajeron consigo sus imágenes”.Profundamente perturbado resolví visitar al oficial Johansen en Oslo. Llegué a Londres, me reembarqué en seguida para la capital de Noruega, y un día de otoño eché pie a tierra en un limpio desembarcadero, a la sombra del Egeberg.La casa de Johansen, descubrí, estaba situada en la Ciudad Vieja del rey Harold Haardrada, que había conservado el nombre de Oslo durante los siglos en que la ciudad principal adoptara el nombre de Cristianía. Hice el corto viaje en un taxi y golpeé con el corazón tembloroso la puerta de una casa vieja y limpia de frente enyesado. Salió a recibirme una mujer de cara triste, vestida de negro, quien me comunicó en un inglés vacilante que Gustav Johansen no era ya de este mundo.No había sobrevivido mucho a su regreso, pues su aventura marina de 1925 le había destrozado la salud. La mujer no sabía más que el público, pero Johansen había dejado un largo manuscrito, que trataba “asuntos técnicos”, escrito en inglés con la intención manifiesta de que su esposa no lo entendiese. Mientras paseaba por una callejuela, cerca del muelle de Gothenburg, un atado de viejos periódicos, salido de la ventana de un altillo, lo golpeó y lo hizo caer. Dos marineros indios lo ayudaron en seguida a levantarse, pero el hombre murió antes de que llegase la ambulancia. Los médicos, incapaces de precisar la causa del deceso, lo habían atribuido a un malestar del corazón y a un debilitamiento general.Sentí entonces que un oscuro terror, que no me abandonaría hasta que a mí también me fuese acordado el eterno reposo, “accidentalmente” o por otro motivo, me traspasaba los huesos. Habiendo persuadido a la viuda de que mi conocimiento de esos “asuntos técnicos” me autorizaba a poseer el manuscrito, me llevé el documento y comencé a leerlo en el barco que me conducía a Londres.Era un relato simple, desordenado; un diario de mar redactado de memoria en que se intentaba recoger día a día aquel último y terrible viaje. No lo transcribiré literalmente a causa de sus oscuridades y redundancias, pero mi resumen bastará para explicar por qué el rumor de las aguas contra los costados del buque se me hizo tan intolerable que tuve que taponarme los oídos.Johansen, gracias a Dios, no lo sabía todo, aunque vio la ciudad y el monstruo; pero yo ya no podré dormir en paz mientras recuerde el horror que espera emboscado del otro lado de la vida, en el tiempo y el espacio, y aquellas malditas criaturas que vinieron de los astros más antiguos y que sueñan en las profundidades del mar, conocidas y favorecidas por un culto de pesadilla decidido a lanzarlas sobre nuestro planeta cada vez que algún terremoto vuelva a elevar la monstruosa ciudad de piedra al aire y la luz del sol.El viaje de Johansen había comenzado tal como lo declarara él mismo ante el almirantazgo. El Emma había dejado Auckland en lastre el 20 de febrero, y sintió todo el impacto de esa tempestad consecutiva al terremoto que arrancó a los abismos marinos el horror que pobló los sueños de los hombres. Recobrado el gobierno, el buque navegó favorablemente hasta encontrarse con el Alert el 22 de marzo (y sentí la pena del oficial al describir el bombardeo y el hundimiento de su nave). De los mestizos del yate, Johansen hablaba con un horror realmente significativo. Había algo abominable en ellos que hacía que su destrucción pareciese casi un deber, y Johansen se sorprende ante la acusación de crueldad que contra él y sus compañeros hizo la corte. Ya en el yate capturado, Johansen y sus hombres, impulsados por la curiosidad, prosiguen viaje hasta avistar una alta columna de piedra que emerge del océano, y a los 49°9′ de latitud oeste, y 126°43′ de longitud sur, se encuentran ante una costa barrosa, y una albañilería ciclópea cubierta de algas que no puede ser sino la sustancia tangible del terror supremo del universo: la ciudad muerta de R’lyeh, construida hace millones de años, antes de los comienzos de nuestra historia, por las enormes y espantosas criaturas que descendieron desde unos astros desconocidos. Allí yacen el gran Cthulhu y sus compañeros, ocultos en unas bóvedas verdes y húmedas desde donde envían, luego de incalculables ciclos, pensamientos que aterrorizan a los hombres sensibles y reclaman imperiosamente a los fieles del culto que inicien el peregrinaje de la liberación y la restauración. El oficial Johansen ignoraba todo esto, ¡pero Dios sabe bien que había visto bastante!Creo que emergió de las aguas sólo la cima de la ciudadela, coronada por un enorme monolito, donde yace el gran Cthulhu. Cuando imagino el tamaño de todo lo que puede esconder el fondo del océano, siento deseos de morir sin esperar ya más. Johansen y sus hombres se sintieron aterrados ante la majestad cósmica de esta húmeda Babilonia habitada por demonios, y debieron sospechar, instintivamente, que no pertenecía ni a éste ni a ningún otro planeta similar. En todas las líneas de la estremecida descripción de Johansen se advierte el mismo pavor; ante el tamaño indescriptible de los bloques de piedra verde, ante la altura vertiginosa del monolito labrado, ante la asombrosa identidad de esas colosales estatuas y bajorrelieves con la rara imagen encontrada en la sentina del Alert.Sin conocer el futurismo, Johansen describe, al hablar de la ciudad, algo muy parecido a una obra futurista. En vez de referirse a una estructura definida, algún edificio, se reduce a hablar de vastos ángulos y superficies pétreas… superficies demasiado grandes para ser de este mundo, y cubiertas por jeroglíficos e imágenes horribles. Menciono estos ángulos pues me recuerdan los sueños que me relató Wilcox. El joven escultor afirmó que la geometría de la ciudad de sus sueños era anormal, no euclidiana, y que sugería esferas y dimensiones distintas de las nuestras. Ahora un marino ilustrado tenía ante la terrible realidad la misma impresión.Johansen y sus hombres desembarcaron en la playa de esta monstruosa acrópolis y se treparon, resbalando, por los titánicos y musgosos escalones que ningún ser humano hubiera podido edificar. El sol mismo parecía deformado cuando se lo miraba a través de las miasmas polarizadas que emanaban de esta perversión submarina; una amenaza tortuosa acechaba en esos ángulos desconcertantes donde una segunda mirada descubría una concavidad donde se había creído ver la convexidad.Todos los exploradores, aun antes de ver algo definido (salvo las rocas, los musgos y las algas) se sintieron presas de un indefinible terror. Todos habrían escapado si no hubiesen temido la burla de los otros, y sólo de mala gana se decidieron a buscar -vanamente, como comprendieron más tarde- algo que sirviese de recuerdo.Rodríguez, el portugués, fue el primero en llegar a la base del monolito y les gritó a los otros lo que acababa de descubrir. Poco más tarde los hombres contemplaron curiosamente una enorme puerta de piedra labrada con el ya familiar bajorrelieve del pulpo-dragón. Se parecía, dice Johansen, a la enorme puerta de un granero. Todos vieron allí una puerta, ya que estaba encuadrada en un umbral, un dintel y dos montantes, pero nadie pudo decidir si estaba situada horizontalmente, como la puerta de una trampa, o algo inclinada, como la puerta exterior de un altillo. Como lo hubiese dicho Wilcox, la geometría del lugar era errónea. Uno no podía estar seguro de que el mar y el suelo fueran horizontales, de modo que la posición relativa de todo el resto parecía variar fantásticamente.Briden presionó sobre la piedra en diversos sitios sin resultado. Luego Donovan palpó con delicadeza los bordes, apretando separadamente cada punto. Subió con lentitud a lo largo de la grotesca moldura de piedra -puede decirse que subió si se admite que la puerta no era al fin y al cabo horizontal-, y los hombres se preguntaron cómo una puerta podía ser tan enorme. Al fin, muy suavemente, muy lentamente, la parte superior del panel comenzó a inclinarse hacia adentro, y todos vieron que la piedra se balanceaba.Donovan se deslizó o trepó de algún modo a lo largo de uno de los montantes, y los hombres se pusieron a observar el curioso retroceso de la puerta monstruosa. En este fantástico mundo de deformaciones prismáticas, la piedra se desplazaba anormalmente en diagonal, despreciando todas las leyes de la materia y la perspectiva.La abertura mostraba una oscuridad casi material. Estas tinieblas tenían realmente una cualidad positiva, pues ocultaban algunas partes de las paredes interiores que debían ser visibles. Al fin surgió de aquella cárcel milenaria algo así como una humareda que oscureció la luz del sol mientras se elevaba hacia el cielo, empequeñecido y arrogado, con la ayuda de sus alas membranosas. El olor que salía de aquellos abismos recién abiertos era insoportable, y Hawkins, que tenía el oído fino, creyó oír allá abajo un sonido chapoteante e inmundo. Todos escucharon, y todos escuchaban aún cuando el monstruo se hizo visible, babeando y apretando su inmensidad verde y gelatinosa a través de la tenebrosa abertura hasta elevarse pesadamente en el aire corrompido de aquella ciudad de pesadilla.La letra del pobre Johansen es apenas inteligible en esta parte. De los seis hombres que nunca llegaron al barco, cree que dos murieron simplemente de miedo en aquel instante maldito. El monstruo está más allá de toda posible descripción. No hay lenguaje aplicable a ese abismo de horror inmemorial, a esa pavorosa contradicción de todas las leyes de la materia, la fuerza y el orden cósmicos. Una montaña que caminaba. ¡Dios! ¿Puede extrañar que en el otro lado de la Tierra enloqueciese un gran arquitecto, y que en aquel telepático instante la fiebre devorara al pobre Wilcox? El monstruo de los ídolos, el verde y viscoso demonio venido de otros astros, había despertado para reclamar sus derechos. Las estrellas eran otra vez favorables, y lo que un viejo culto no había podido lograr por su voluntad, un puñado de inocentes marineros lo hacía por accidente. Luego de millones y millones de años el gran Cthulhu era libre otra vez.Tres hombres fueron barridos por aquellas patas membranosas antes que nadie tuviese tiempo de volverse. Que descansen en paz, si hay algún descanso en el universo. Eran Donovan, Guerrera y Angstrom. Parker resbaló mientras los otros tres sobrevivientes se precipitaban frenéticamente en un escenario infinito de rocas verdosas. Johansen jura que fue absorbido hacia arriba por un ángulo que no debía estar allí; un ángulo agudo que se había comportado como si fuese obtuso. De modo que sólo Briden y Johansen llegaron al bote, y se dirigieron desesperadamente hasta el Alert mientras la montañosa monstruosidad descendía por los escalones de piedra resbaladiza y se detenía, titubeando, a orillas del agua.Las calderas habían quedado funcionando a pesar de que todos habían bajado a tierra, y bastaron unos pocos segundos de frenéticas corridas entre ruedas y motores para poner en marcha el Alert. Lentamente, entre los horrores distorsionados de esa escena indescriptible, la hélice comenzó a golpear las aguas. Mientras tanto, en la costa mortal, sobre aquellas construcciones que no eran de este mundo, el monstruo gigantesco venido de las estrellas emitía unos gritos inarticulados, como Polifemo al maldecir el veloz navío de Ulises. En seguida, con más audacia que los cíclopes de la leyenda, el gran Cthulhu penetró en las aguas e inició la persecución con golpes que levantaron enormes olas. Briden volvió la vista y enloqueció. Desde entonces rió a intervalos hasta que la muerte lo alcanzó en su cabina mientras Johansen vagaba delirando de un lado a otro.Pero Johansen no había abandonado la partida. Comprendiendo que el monstruo alcanzaría seguramente el Alert antes de que la presión llegase al máximo, resolvió intentar algo desesperado, y, acelerando los motores, subió rápidamente a la cubierta e hizo girar el timón. En la superficie de las aguas hubo un remolino espumoso, y mientras crecía la presión del vapor, el valiente noruego dirigió el navío contra aquella montaña gelatinosa que se alzaba sobre las sucias espumas como la popa de un galeón demoníaco. La horrible cabeza de pulpo, envuelta en tentáculos, llegaba casi hasta la punta del bauprés3; pero Johansen no retrocedió.Hubo un estallido como el de un globo que se desinfla, un líquido inmundo como el que surge de un hendido pez luna, una hediondez que el cronista no se atrevió a describir. Durante un instante una nube verde, acre y enceguecedora, envolvió al buque, y un hervor maligno quedó a popa, donde -Dios del cielo- la esparcida plasticidad de aquella entidad celeste estaba recombinándose y recobrando su forma primitiva, mientras el Alert se alejaba más y más, y ganaba velocidad.Eso fue todo. Desde ese momento Johansen se contentó con meditar sombríamente sobre el ídolo de la cabina y preparar unas pocas comidas para él y su enloquecido compañero, que reía a carcajadas. No trató de dirigir el navío; después de aquel incidente quedaba un gran vacío en su alma. Luego sobrevino la tormenta del 2 de abril, que terminó de nublar su conciencia. Recordaba confusamente infinitos abismos líquidos de espectrales paredes giratorias, vertiginosos desplazamientos por mundos huidizos en la cola de un cometa y saltos convulsivos de las profundidades del mar hasta la luna y luego otra vez hasta el mar, todo envuelto en el coro de carcajadas de las antiguas divinidades y de los verdes demonios del Tártaro, de alas de murciélago.Luego de esas pesadillas vino el rescate, el Vigilant, el tribunal del almirantazgo, las calles de Dunedin y el largo viaje de retorno a la casa natal, junto al Egeberg. Nada podía contar; pasaría por loco. Lo escribiría todo antes de morir, pero su mujer no debería sospechar nada. La muerte sería para él beneficiosa sólo si borraba los recuerdos.Tal era el documento que leí. Lo he guardado en la caja de lata junto con el bajorrelieve de arcilla y los papeles del profesor Angell. Incluiré este relato, esta prueba de mi propia cordura donde se ha unido lo que espero que nunca volverá a unirse. He contemplado todo lo que en el universo puede haber de horroroso, y aun los cielos de la primavera y las flores del verano me parecerán desde ahora impregnados de veneno. Pero no creo que viva mucho. Como desaparecieron mi tío y el pobre Johansen, así desapareceré yo. Conozco demasiado y el culto todavía existe.Cthulhu existe también, supongo, en ese refugio de piedra que le sirve de abrigo desde que el sol era joven. Su ciudad maldita se ha hundido otra vez, pues el Vigilant navegó por aquel lugar después de la tormenta de abril; pero sus ministros en la Tierra bailan aún, y cantan y matan en lugares aislados, alrededor de monolitos de piedra coronados de imágenes. Cthulhu tuvo que haber sido atrapado por los abismos submarinos pues si no el mundo gritaría ahora de horror. ¿Quién conoce el fin? Lo que ha surgido ahora puede hundirse y lo que se ha hundido puede surgir. La abominación espera y sueña en las profundidades del mar, y sobre las vacilantes ciudades de los hombres flota la destrucción. Llegará el día… ¡pero no debo ni puedo pensarlo! Ruego que si no sobrevivo a este manuscrito, mis ejecutores testamentarios cuiden de que la prudencia sea mayor que la audacia e impidan que caiga bajo otros ojos.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
En un encuentro con medios españoles, en el Museo Nacional de Escocia, en Edimburgo, donde vive parte del año, Hawkins rememora que su nueva historia, que ubica en la ficticia isla escocesa de Eris, empezó a vislumbrarla hace tiempo, paseando por la costa francesa de Bretaña, cuando se topó con un islote en el que había una única casa, a merced de la marea.Empezó a darle vueltas sobre qué tipo de persona querría vivir en un sitio como aquel, sin contacto directo durante tiempo con el resto de la gente, y tuvo claro, ya ante el ordenador, que tenía que ser una artista, capaz de crear con lo que le ofreciera la naturaleza, incluidos huesos si fuera menester.'La hora azul' (Planeta), aborda en diferentes planos temporales las vivencias de una artista fallecida, Vanessa Chapman, su relación con su marido Julian y con el director de la Fundación Fairburn, Douglas Lennox, o con Grace, una particular doctora, con mucho peso en la obra, a la que conoció tras romperse la muñeca y con la que estableció desde entonces una profunda relación de amistad.Otro personaje que ocupa muchas de las páginas es James Becker, admirador absoluto de los trabajos de Vanessa Chapman, a la que no llegó a conocer personalmente, de origen humilde, y que trabaja como conservador de la Fundación Fairburn.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíRelaciones tóxicasLas relaciones tóxicas, la posición de la mujer en el mundo del arte en los años noventa del siglo pasado, la devoción malsana, la violencia, los celos o la rabia son cuestiones que aparecen en esta novela, como es habitual en Paula Hawkins, con algún que otro muerto, giros y un final abierto que lleva a diferentes interpretaciones, aunque la escritora ya advierte que no presenta "finales felices".Hawkins, nacida y criada en Zimbabue hasta los 17 años, cuando su familia se mudó en 1989 a Londres, es consciente de que es muy difícil volver a conseguir lo mismo que con 'La chica del tren', pero está satisfecha, sin embargo, por cómo ha armado esta novela, en la que vuelve a trazar personajes "complicados y difíciles" y algún que otro que siempre observa.Confiesa que a veces "es satisfactorio escribir según qué asesinatos" y no esconde que, por ejemplo, en 'La chica del tren' tuvo algún momento de catarsis y no se sintió "nada triste" con la muerte de alguno de sus personajes.Por otra parte, no piensa que haya muchos asesinos en potencia, aunque "cuando lees según qué historia en el periódico te sorprendes al ver cómo gente que parece normal puede llegar al extremo de matar y hacer cosas terribles".En cuanto a nuevos proyectos, deja caer que tiene muchas ideas, que suele plasmar por las mañanas, aunque "no todas se acaban convirtiendo en novela".🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La XXV edición del anuario del Instituto Cervantes 'El español en el mundo 2024', presentada este miércoles en Madrid por el director de esta institución española, Luis García Montero, constata que el español consolida su influencia en el cine, la música y los videojuegos.Según el anuario, la comunidad de hispanohablantes con dominio nativo de la lengua roza los 500 millones (498.497.757), de los que unos 100 millones (99.080.295) son hablantes de español fuera de países hispánicos, principalmente por su trasfondo migratorio.El anuario constata una subida de los estudiantes de español con 24 millones, que se concentran básicamente en Estados Unidos, Unión Europea y Brasil.El consumo de música en español sube un 3,8 %En 2023, una cuarta parte de las canciones en las listas de éxito de portales como You Tube o Spotify utilizaba el español. Un año en que el consumo de música en inglés cae un 3,8 %, lo mismo que sube en español.La música urbana latina ha generado una suerte de lengua franca y conforma una unidad panlatina de artistas.Según el informe, el español se mantiene como la segunda lengua materna del planeta, detrás del chino mandarín, y se refuerza como una de las opciones principales para usuarios de plataformas como Spotify o Netflix, además de consumidores de videojuegos.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíEl español es la segunda lengua con mayor producción cinematográfica y también de series de ficción, detrás del inglés. En el caso del cine, el tercero sería el hindú y en series, el coreano.Si un videojuego está desarrollado en español de forma total, sus ventas aumentan casi el triple en países hispanohablantes.Un 7 % de los libros que se editan en el mundo están en español, lo que convierte a esta lengua en la sexta con mayor producción editorial.El peso de la lengua española en la traducción muestra un alto valor y se encuentra en el sexto lugar mundial de idioma traducido a otro en literatura, pero España es el tercer país que más traduce.Sin embargo, entre los cincuenta autores más traducidos a escala mundial tan solo aparece un escritor hispanohablante: Gabriel García Márquez, en el puesto 49 con 1.382 traducciones (Agatha Christie ocupa el primer lugar, con 7.236).El español y las lenguas indígenasEn los países hispanohablantes, la proporción de hablantes con dominio nativo de español es del 93,63 % de la población.Solo Paraguay, Guatemala, Bolivia y Guinea Ecuatorial tienen una proporción de nativos en español inferior al 85 %.No obstante, Ecuador, Venezuela y Guatemala son los países hispanohablantes con los registros más bajos en dominio del español entre su población indígena, con más de un 20 % de personas que no lo hablan.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Una vez, la escritora Hwang Bo-reum dijo en una entrevista que, si bien ella creía que la lectura puede ser un medio para recuperarse "a veces, es más fácil sanarse sin hacer nada". El hacer nada es una cuestión compleja, sobre todo en esta época que nos reclama movimiento y expansión. Todos los días estamos invocando al espíritu de la productividad, y puede ser porque, en ciertos momentos, estar quietos es mucho más atemorizante que el sonido que producen nuestros pasos o nuestros aplausos. Y, sin embargo, ese reposo, pese a lo lejano o monstruoso que se nos haya pintado, parece un lugar al que, en secreto, aspiramos.El escritor colombiano Efrén Girado escribió en su libro Sumario de plantas oficiosas (Luna libros) que los seres humanos hemos decidido ignorar con ahinco nuestra profunda relación con el mundo de las plantas, especialmente con el estado de ve-getar. Estar quieto dándole tiempo a la vida. Pienso en eso, en las plantas trepadoras silenciosas que, sin ningún grito de batalla, han colonizado no solo rejas oxidadas, sino países enteros, como es el caso del ojo de poeta (Thunbergia alata), que es considerada una especie invasora y tiene en peligro algunos bosques de Antioquia. Entonces, la aparente inacción del mundo vegetal termina siendo un invento que responde más a nuestro sentido del mundo que a los hechos. Puede ser que Hwang Bo-reum se refiriera a eso cuando dijo que, para sanarnos, es más fácil hacer nada. Tal vez, lo que buscamos —y necesitamos— es el estado en el que la vida tiene un lugar para crecer en silencio. Ese lugar es la lectura —o puede serlo—.Leer es una conversación en grupo. Nunca se lee solo, aunque la habitación esté absolutamente vacía. La voz al interior de nuestras cabezas, si leemos en silencio, o el grito, si recitamos, responde a un yo que no siempre somos nosotros mismos. En ocasiones, quien habla con nuestra voz es un hombre que habita un faro y está consumido por el recuerdo de una guerra que lo atravesó de todas las formas o es una mujer que corre por todo Londres preparando una fiesta a inicios del siglo XX. Nadie sabe quién terminará siendo cuando abre un libro y lo comienza a leer. Allí ocurre la vegetación: nuestro cuerpo es el escenario donde la historia vive, no el libro. En nuestro hígado, pasan las batallas y, en nuestros corazones, es donde perfora el amor.Cuando leemos con otras personas el mismo libro, esas voces terminan en multitudes, y allí la lectura adquiere un sentido diferente y quizá uno de los más valiosos: el de la creación de un Lenguaje intimo y, al mismo tiempo, común. 💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíSupongo que, por eso, Bienvenido a la librería Hyunam-dong (Espasa), de Bo-reum, ha sido el fenómeno literario que le ha dado la vuelta al mundo. En la sencillez de su historia, radica su épica. Una mujer que decide abrir una librería independiente en su barrio, al que llegan personas tristes y personas solas. ¿Qué pasa allí?, ¿cómo nacen los lugares que se convierten en nidos?, ¿con un buen café?, ¿con buena música? No. Son esos que hemos construido con la paciencia de los pájaros que, rama a rama, fundan un hogar para el nacimiento.Luego de trabajar durante siete años como ingeniera de software en LG Electronics, Hwang Bo-reum se hizo la pregunta fundacional: ¿debería seguir viviendo así? Luego, escribió. Durante los siguientes diez años, escribió y leyó. Tuvo miedo y tuvo éxito.Sus palabras siguen estando buscando seguridad y eso la convierte en una escritora cautelosa que, para escribir una historia sobre libros, una historia de una librería, en lo que más se concentró fue en la curaduría de esos libros imaginados en el mundo de la ficción. Puso sus ojos en los estantes de la librería de Yeongju y apoyó sobre los lomos inventados sus dedos, olió las páginas utópicas y pensó en que esa sería una librería de verdad, que tal vez esa era la luz propicia para que todos leyeran un libro que no existe —o que sí, porque todos los libros fueron soñados— y se convirtieran en plantas, aves o dragones.En esta sección de Literatura al margen de la HJCK y Tinta, queremos proponerles esa librería, esa biblioteca, esa mesa de café en la que estemos leyendo todas las mismas palabras, pero estamos convertidos en tan distintos hombres y mujeres que parecemos habitar un planeta distinto, no mejor ni peor, pero con un idioma que, si bien fue creado por nosotros, es dominado y transformado. Espero que vegetemos en las palabras de la literatura y le abramos espacio a la vida trepadora.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.