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París revela el audaz amor artístico entre Picasso y Stein a principios del siglo XX

Ella era una escritora homosexual y estadounidense, él un ambicioso pintor español con fama de conquistador. Gertrude Stein y Pablo Picasso se cruzaron en París y el flechazo artístico fue tan improbable como instantáneo.

Gertrude Stein
Retrato de Gertrude Stein por Pablo Picasso en 1906.
Metropolitan Museum Of Art (MET).

El Museo de Luxemburgo abre este miércoles una de las últimas exposiciones que Francia dedica a Picasso este año , en el 50º aniversario de su muerte, bajo el lema "La invención del lenguaje".

"Un escritor debería escribir con sus ojos y un pintor pintar con sus orejas", clamó Stein en 1940, casi cuatro décadas después de ese encontronazo que subyugó durante años a ambos creadores. Picasso se había instalado definitivamente en París en 1903, casi al mismo tiempo que Stein.

Sus orígenes eran muy dispares: él era de familia modesta, y vivía casi en la pobreza, ella pertenecía a una familia judía acomodada de la Costa Este norteamericana y tenía veleidades de escritora. Ambos compartían anonimato en la capital del arte.

"Un flechazo amistoso"

Se conocieron por admiraciones compartidas, por artistas como Cézanne o Matisse, que habían empezado a demoler las bases del arte clásico. "Fue un flechazo amistoso", explicó a la prensa la directora del Museo Picasso de París, Cécile Debray.

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"Pablo hace retratos abstractos en pintura. Yo intento hacer retratos abstractos con mis medios, las palabras", recordaría Stein en 1945. Esa fama tardó en llegar para Stein, mucho más que para Picasso, que en pocos años se ganó su reputación.

Junto a su hermano Leon, Stein se convirtió en una de las primeras coleccionistas de Picasso, Bracque y otros artistas del recién nacido cubismo. Stein guarda de esos años iniciales una admiración casi obsesiva por el pintor malagueño.

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Picasso, que no habla inglés, le propone pintar su retrato. Stein aseguró años después que posó hasta "noventa veces". Picasso lucha denodadamente por retratar el rostro masculino de Stein (cabellos cortos, mirada frontal), muy alejado del de sus amantes.

El resultado, en 1906, atestigua que el pintor español está a punto de dar el salto al cubismo. Al año siguiente Picasso exhibirá "Las señoritas de Aviñón", que supone un seísmo en el mundo de la pintura.

La cabeza angulada de Stein se ha vuelto su forma de mirar el rostro humano, y esa mirada cubista le durará años y le traerá fama. Stein devolverá la generosidad de Picasso dos años después con un "Retrato de Picasso" en forma de poema vanguardista.

La exposición del museo de Luxemburgo muestra en versión escrita y una grabación de la propia voz de Stein que raras veces ha sido escuchada en público. La exposición muestra también unas composiciones en cartón pintado de Picasso del fondo del museo parisino, muy poco conocidas, así como obras de Cezanne y otros artistas.

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Stein y Picasso mantendrán su admiración mutua hasta los años 1930, cuando el pintor español toma ya definitivamente otros vuelos. Stein accede inesperadamente al éxito con la "Autobiografía de Alice Toklas" (1933), unas memorias de esos años de la bohemia parisina.

Ese libro le permite editar toda su obra previa. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se lleva sus cuadros y recuerdos a Estados Unidos, donde pasa años dictando conferencias.

Su retrato picassiano pasa a formar parte de los fondos del Museo Metropolitano, como "Las señoritas de Aviñón". El impacto de Stein en su país natal son el motivo de la segunda parte de la exposición del museo de Luxemburgo.

Artistas como John Cage, Jasper Johns, Robert Rauschenberg, Merce Cunningham, Trisha Brown o Andy Warhol se inspiran de la escritora para ahondar en la vanguardia. El centro del arte se desplaza de París a Nueva York.

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