
Tras su paso por uno de los mayores exponentes del arte global, esta muestra de cuatro artistas panameños regresó a sus orígenes, abriendo este viernes al público en el Museo del Canal en Ciudad de Panamá.
Detrás de esta primera incursión del país centroamericano en la Bienal está Ana Elizabeth González, directora del Museo del Canal y co-curadora de la exposición, que primero se preguntó por qué Panamá nunca había estado representado en este evento, por lo que expuso la posibilidad de participar con un pabellón enfocado en la migración, algo que para su sorpresa conectó luego con la temática elegida para la 60ª Bienal: 'Extranjeros en todas partes'.
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Como directora del Museo del Canal, la idea de Panamá como ruta entre dos océanos era algo natural, pero además le llamaba mucho la atención el hecho de ser "una ruta de tránsito también para esta crisis migratoria global desde el punto de vista local en cuanto al Darién".
"Esta idea de que somos, entre comillas, puente del mundo, corazón del universo, me parecía un poco irónico en cuanto al reflejo de esta tragedia humana y esta crisis de personas que buscaban asilo o un futuro mejor, y que por un lado visibilizábamos tanto (...) el transporte comercial, pero el tránsito humano no estaba siendo visibilizado localmente", explica González. "Era algo que no me dejaba dormir", reconoció.
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Cisco Merel, el artista del barro
La obra del artista Cisco Merel preside la exposición, un gran mural de barro, con surcos coloreados de amarillo y blanco sobre la superficie arcillosa. En el centro, una cuña blanca, "un triángulo ascendente que sugiere un posible camino" hacia lo desconocido.
El artista detalla que su obra "es como un camino donde converge toda la gente y todas las problemáticas que están pasando, el tema migratorio en el Darién".
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El proceso de elaboración, asegura, fue "largo", con la recolección de la tierra en el mismo Darién, para luego trabajar el material en el estudio y "tratar de representar todos estos caminos o lugares en los que realmente no sabes qué hay más allá", como si uno se tirara "al vacío". "Un poco la tierra representa esas grietas, esas cicatrices", explica Merel, con "la tierra como problemática, como lugar crítico de migración".
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Giana De Dier, el recuerdo familiar como denuncia
La obra de Giana De Dier muestra de manera directa el pasado migratorio en Panamá por la construcción del Canal, sobre todo de la migración afrocaribeña, como fue el caso de su familia.
En cinco collages sobre papel, De Dier superpone documentos y fotografías, procedentes algunas de su álbum familiar o certificados de nacimiento, para "crear un cierto registro de qué podría pasar o qué pasaría en el momento de migrar del Caribe a Panamá, pensando específicamente en el contexto de migración afrocaribeña a principio del siglo XX para la construcción del canal", afirma.
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"La idea es poder recrear esta idea de qué está pasando por la mente de la persona que decide migrar, qué lleva consigo y qué no. Pensando en los recuerdos, qué viaja con uno, qué no, cosas materiales que hay que dejar atrás y también tomando en cuenta ese proceso de asimilación cuando los migrantes llegan a Panamá y tienen que enfrentarse con una sociedad que no los recibe con brazos abiertos", relata.
Con una familia proveniente de Barbados y Santa Lucía, estos tuvieron que enfrentarse a "una sociedad en la zona canalera que es racista y está segregada", algo que también enfrenta la artista, una experiencia que "se transmite, pasa de generación en generación", te moldea.
Brooke Alfaro, inspirado en El Bosco y Bruegel
Admirador de los artistas flamencos Pieter Bruegel y El Bosco, Brooke Alfaro traslada al mar y la selva los escenarios surrealistas y oníricos que retrataban esos icónicos pintores, con embarcaciones repletas de hombres y mujeres semidesnudos con posturas imposibles, una escena que luego se vinculó a la migración.
"Mi trabajo siempre ha sido alrededor del drama humano, de visibilizar a grupos socioeconómicos más en riesgo", explica a EFE Alfaro, que describe su proceso creativo como algo más próximo al automatismo de los surrealistas, sin un boceto inicial.
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Así cuando empieza a pintar lo hace "con una idea muy general" de lo que quiere hacer y el cuadro le va llevando, pudiendo "variar muchísimo de la idea original". "Me gusta dibujar, pintar improvisando, que el mismo cuadro me vaya llevando", revela.
Isabel de Obaldía, amputaciones en la selva
Entre las obras de la exposición, la de Isabel de Obaldía logra que el espectador se zambulla en la jungla y el drama humano vivido por cientos de miles de migrantes, con cuerpos amputados que cuelgan de la vegetación, pensando en "cuántos quedaron metidos en la selva, otros que no pueden atravesar, otros que tratan de todo".
"Quise hacer una experiencia inmersiva dentro de la selva y las figuras están atravesando el Darién, y por eso están los dibujos bastante grandes y las figuras están suspendidas en el tiempo y hay una banda sonora que va con el conjunto", un sonido envolvente con el piar de las aves, explica.
La obra la creó expresamente para la Bienal, aunque llevaba años trabajando ya sobre el tema de la migración y el Darién, a donde acudió para ver los paisajes y acercarse "un poquito a los migrantes". A algunos de esos cuerpos cercenados, dice, los representó como un "gladiador que sigue luchando, hay una fiera", u otros engullidos por la vegetación: "Se trata de imaginar por todo lo que pasan".
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