Leonora Carrington fue una de las figuras más singulares y cautivadoras del surrealismo , una artista cuya vida y obra se construyeron con rebeldía, poesía y una inquebrantable voluntad de transgredir. Nació en 1917 en Lancashire, Inglaterra, en el seno de una familia industrial aristocrática que la educó bajo estrictas normas victorianas. Sin embargo, desde temprana edad, Leonora mostró una clara inclinación hacia lo subversivo. Fue enviada a una serie de internados de los que escapó en varias ocasiones, negándose a conformarse con los modelos de feminidad y obediencia impuestos. A los 20 años, un giro inesperado marcó su destino: conoció a Max Ernst, uno de los líderes del surrealismo, y se enamoró apasionadamente de él. Ambos huyeron a París y se sumergieron en el movimiento surrealista, en un entorno de libertinaje intelectual y creatividad feroz.
La obra de Carrington: un realismo onírico y oscuro
La pintura de Carrington es compleja, enigmática y profundamente personal. Si bien fue influenciada por las ideas de André Breton y el surrealismo de Ernst, Carrington nunca fue una simple discípula de este movimiento. En su obra, los elementos oníricos y simbólicos son más bien expresiones de un mundo interior que apenas roza el psicoanálisis de Freud que fascinaba a otros surrealistas. Las obras de Carrington están plagadas de símbolos mitológicos, alquímicos, y referencias literarias, frecuentemente inspiradas en la literatura celta y las leyendas de su tierra natal.
Un tema recurrente en su obra es la figura femenina como ente poderoso y multifacético, rompiendo con las visiones más objetivantes de otros surrealistas . Carrington daba vida a mujeres que eran a la vez humanas y místicas, ambiguas y transformadoras, fusionadas con el entorno. "El Mundo Mágico de los Celtas", uno de sus escritos más personales, refleja esta dualidad, mientras que en pinturas como The Lovers o The Pomps of the Subsoil , las figuras femeninas se representan con una presencia inquietante, espectral y casi sobrenatural, cuestionando las normas tradicionales sobre la femineidad y el poder.
La Segunda Guerra Mundial y el exilio
Su vida fue interrumpida trágicamente con la irrupción de la Segunda Guerra Mundial. Max Ernst fue arrestado en varias ocasiones por las autoridades francesas y luego por los nazis debido a su ciudadanía alemana y sus actividades en el mundo del arte vanguardista. Desgarrada por la situación de Ernst y en medio de una Europa en crisis, Carrington sufrió un colapso mental y fue hospitalizada en un sanatorio en Santander, España. En sus escritos, como En Bas , narra las torturas físicas y psicológicas sufridas durante su internamiento, un testimonio perturbador de su lucha interna.
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Logró huir de España y, con el tiempo, llegó a México, donde estableció un hogar y construyó una segunda vida junto a su segundo esposo, el fotógrafo húngaro Emerico Weisz. En México, encontró una comunidad de artistas e intelectuales afines, entre los que se incluían Remedios Varo y Benjamin Péret. Fue aquí donde su obra se profundizó y se diversificó, adoptando motivos de la cultura prehispánica y continuando con su interés en la magia, el tarot y la alquimia.
Características principales de su estilo
La obra pictórica de Carrington se caracteriza por una sensibilidad profundamente mística y narrativa . Las atmósferas de sus pinturas son introspectivas, densas, y pobladas de figuras híbridas, animales y paisajes oníricos que parecen existir fuera del tiempo y el espacio convencionales. A diferencia de otros surrealistas que buscaban liberar el subconsciente a través de lo irracional, Carrington exploraba lo oculto y lo mágico con una lógica interna que parecía responder a sus propios mitos personales.
Sus obras, como The Giantess
o Green Tea , presentan paletas de colores sutiles y una disposición espacial que lleva al espectador hacia un mundo alternativo. Las figuras parecen estar suspendidas entre la vida y la muerte, el sueño y la vigilia, fusionando elementos que, en otras manos, podrían ser incoherentes. Esta destreza narrativa se extendió a su prosa, donde las mismas criaturas y mundos fantásticos tomaban forma en relatos profundamente personales y transgresores.
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Leonora Carrington murió el 25 de mayo de 2011 en Ciudad de México, a los 94 años. Sus últimos años los pasó en relativa tranquilidad, aunque mantuvo una postura crítica y subversiva hasta el final de sus días. Carrington rechazaba las entrevistas y se mostraba incómoda con cualquier intento de encasillarla como "mujer surrealista", refiriéndose a sí misma, en cambio, como una “persona completa”.
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