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Débora Arango, entre la censura y la genialidad

La pintora antioqueña Débora Arango es determinante para entender el arte colombiano. A pesar de que fue censurada de todas las formas posibles, Arango nunca dejó de pintar la hipocresía religiosa, los avatares sociales y los cuerpos femeninos. ¿Quién fue esta mujer que aparece en uno de los billetes del país?

La artista colombiana Débora Arango y su obra "El recreo. Las monjas y el cardenal", noviembre de 1987, serigrafía.
La artista colombiana Débora Arango y su obra "El recreo. Las monjas y el cardenal", noviembre de 1987, serigrafía.
Archivo

Débora Arango nació el 11 de noviembre de 1907 en Medellín. Desde temprana edad, mostró un interés inquebrantable por el arte, pero su compromiso con la justicia social la llevó a un activismo implacable. Arango se convirtió en una voz crítica y valiente en una época en la que la sociedad colombiana estaba dominada por valores conservadores y tradicionales. Su obra artística se convirtió en su plataforma para denunciar las injusticias y desigualdades de su tiempo.

El trabajo artístico de Débora Arango es conocido por su atrevida confrontación a temas tabú y su capacidad para desafiar las normas establecidas. Su estilo artístico evolucionó a lo largo de su carrera, pero su énfasis en la representación de la realidad social nunca flaqueó. En sus pinturas, dibujos y grabados, exploró temas como la prostitución, la opresión de género, la violencia y la hipocresía religiosa, provocando reacciones diversas en la sociedad.

Arango fue pionera en la representación del desnudo en el arte colombiano, rompiendo barreras y desafiando los prejuicios de su tiempo. Su uso del color y la forma era expresionista y enérgico, lo que daba a sus obras una intensidad emocional única. "No les mostraba mis pinturas a los hombres porque hace 50 años, me hubieran quemado. Nunca pinté con la idea de que podía mostrar. No podía mostrar. Si todo esto hubiera llegado antes habría hecho mucho más. Estuve muy cohibida. Todo lo pinté a escondidas", dijo la artista.

Su trabajo a menudo fue objeto de censura, y sus exposiciones eran canceladas o vetadas. El Gobierno colombiano, en particular, se oponía ferozmente a su trabajo, considerándolo una amenaza a la moral pública. No obstante, Arango persistió en su búsqueda de la verdad y la justicia social a través del arte.

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A pesar de la adversidad y la controversia que enfrentó en vida, el legado artístico de Débora Arango perdura. Sus obras se encuentran en importantes museos y colecciones en Colombia y el extranjero, y su influencia se siente en la obra de numerosos artistas contemporáneos. En 1972, recibió el Premio Nacional de Pintura de Colombia, un reconocimiento a su destacada contribución al mundo del arte.

Débora Arango donó 233 piezas de su obra de arte al Museo de Arte Moderno de Medellín en 1986. Aunque a menudo fue rechazada durante los años en que estaba produciendo algunas de sus obras más provocativas, ahora es considerada como una de los artistas más importantes de Colombia, como una feminista y como una artista política. Recibió la Orden de Boyacá, el homenaje más alto de Colombia, en 2005. La última imagen que pintó fue para su mejor amigo Mateo Blanco (retrato de un amigo). Esta pintura se fue de gira a Estados Unidos. Murió el 4 de diciembre de 2005, a los 98 años de edad, y solo dejó de trabajar unos años antes de su muerte, cuando su cuerpo simplemente ya no le permitía pintar.

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