Cronenberg, de 79 años, presenta "Crimes of the future" en el Festival de Cannes, un certamen donde logró en 1996 el Premio Especial del Jurado por "Crash", un thriller que mezclaba erotismo y coches. Tres años después volvía al certamen como presidente del jurado. Detrás de su rostro flemático se esconde un creador que se declara adicto a la tecnología y la medicina.
Dotado de una imaginación sin límites, Cronenberg asegura sin embargo que su vida ha sido extremadamente tranquila. "Nunca he participado en una pelea en un bar, ni en una guerra, nunca he golpeado a nadie".
Pero en sus películas, la sangre abunda. En 1981 hacía estallar cabezas como melones con la película "Scanners", y en 1986 su versión de un clásico del terror, "La mosca", se recreaba en la transformación viscosa de un científico en un insecto gigante.
"Historia de la violencia" (2005) examinaba esa fascinación, que hace pocas semanas tomó un nuevo giro: Cronenberg anunciaba en una plataforma de criptoarte la venta de un NFT (título de propiedad digital) de una foto de sus cálculos renales, por el equivalente de 30.000 dólares.
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En su cine los cuerpos son abiertos en canal, el voyerismo es físico y no necesariamente vinculado a la belleza. "Hay una vieja tradición judía, de examinar las fuerzas obscuras, para que no sean ellas las que vengan a por ti", explicaba en un libro de entrevistas en 1996.
"Si le das al diablo lo que busca y te preparas para las cosas más terroríficas, a lo mejor no se van a producir", añadía. "Eso es lo que hago con mis películas: confinar el horror en la pantalla para que no me suceda a mí".
Cine como catarsis
Nieto de emigrantes judíos provenientes de Lituania, David Cronenberg nació el 15 de marzo de 1943 en Toronto. De padre periodista y madre pianista profesional, de niño le apasionaban los insectos y quería ser escritor.
En su adolescencia cambia de pasión, al descubrir el cine. Explora el "underground" de Nueva York con las obras del artista Andy Warhol. "Sin darme cuenta, me encontré escribiendo guiones en lugar de novelas", explicó. Lo que no le impidió sacar una novela, "Consumed", en 2014.
Autodidacta, sus primeras películas tienen pocas repercusiones: "Stereo" (1969) y "Crimes of the future" (1970) son realizadas gracias a productoras de cine X.
Cronenberg persiste hasta lograr agitar las aguas del cine estadounidense. "Escalofríos" (1975) narra una epidemia de apetito sexual desenfrenado que se abate sobre una ciudad. "Rabia" (1977) y la autobiográfica "Cromosoma 3" (1979) insisten en esa visión de un cuerpo controlado por el inconsciente.
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"Scanners" (1981) es su primer éxito comercial, adaptación de la novela de Stephen King, "La zona muerta" (1983). "Videodrome" (1982) y "eXistenz" (1999) muestran los peligros de la tecnología sin control y la realidad virtual, donde la imagen devora espíritus y cuerpos.
"El arte es catártico y eso es particularmente cierto en el cas de las películas de terror, porque el terror es una emoción primitiva", explica Cronenberg.