El equivalente a tres de sus 69 años los ha pasado metido en aviones y aeropuertos, cuenta por videoconferencia. Recorre una media de 1,6 millones de km al año, aunque en 2019 rondó los 2,5 millones. "¡Es como ir y volver seis veces a la luna en un año!", compara.Pese a que tenía miedo a volar, en 1990 no dudó en comprar una oferta de United Airlines que ofrecía un pase vitalicio por 290.000 dólares para viajar. "Fue puramente una decisión comercial", asegura.Entonces tenía una empresa de consultoría que se estaba expandiendo, en particular en Australia, y quería ahorrar dinero en viajes. Desde entonces está abonado al asiento 1B de los aviones de la compañía y sus asociadas.Un poco después se acogió a la opción de otro pase para un acompañante. "Esto significa que cualquiera puede acompañarme en mi itinerario. Si está en Nueva York ahora mismo le puedo proponer viajar a París esta noche. Simplemente nos encontramos en el aeropuerto con su pasaporte y mañana podemos cenar en la Torre Eiffel", explica.Que él sepa, solo seis personas optaron por esta fórmula dúo, por la que pagó en total 510.000 dólares, para lo que tuvo que pedir un préstamo en el banco, donde tuvo que esforzarse para hacerle entender al asesor que era un buen negocio y se justificaba el crédito.¿Huella de carbono?Stuker viaja una media de 20 veces al año a Australia, donde colabora para recaudar fondos para una fundación que lucha contra el cáncer infantil.Con una media de 36.000 kms a la semana y con tres aviones que United ha bautizado con su nombre, no le preocupa demasiado su huella de carbono, pese a que en las redes sociales alguna persona le ha deseado la muerte a él y a su familia por su contribución al calentamiento del planeta, dice.El problema, asegura, "no son los pasajeros", ni se resolvería viajando menos, sino que lo deben de resolver "las propias aerolíneas", lo que están tratando de hacer con aviones menos contaminantes, afirma.Sin embargo, el transporte aéreo contribuye entre 2,5 y 3% a las emisiones mundiales de CO2, pero su efecto en el calentamiento del planeta es más importante debido a las emisiones de otros gases y a las estelas de condensación.Para los científicos, la contribución de la aviación a un mayor calentamiento se detendría inmediatamente con una disminución anual sostenida del 2,5% del tráfico aéreo con los combustibles actuales o con una transición a una combinación de combustibles neutra en carbono en un 90% para 2050, un objetivo del sector.100 millones de millas y buena comidaComo viajero frecuente, ha acumulado más de 100 millones de millas que ha podido utilizar no sólo en viajes, sino en estadías en los mejores hoteles y restaurantes y en generosas tarjetas de regalo para familiares y amigos.Pero lo que más aprecia es que ha encontrado "una familia" en el personal de la compañía. "Lo mejor de muchos de mis días son mis conversaciones con el personal" de la aerolínea, dice antes de agregar: "Me conocen, nos contamos nuestras vidas y son las personas más encantadoras del mundo".Solo ha perdido un vuelo en su vida porque se durmió en la sala de espera. Y además de viajar, lo que más le gusta de los vuelos es la comida. "¡Tengo que empezar a reducirla!", dice tras haber ganado la mayor parte de los casi 30 kilos durante la pandemia, cuando redujo los viajes.A los viajeros les recomienda que madruguen para tomar los primeros vuelos del día, no sólo porque son más baratos, sino que suelen ser los más puntuales porque no acumulan retrasos; que no facturen maletas y sobre todo que mantengan el cinturón puesto todo el vuelo.Y si la aerolínea pierde la maleta, que no cunda el pánico. El seguro hogar que normalmente se contrata para las viviendas, cubre lo que no paga la compañía. Recuerde conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El reconocido periodista Heriberto Fiorillo falleció en la noche de este lunes 29 de mayo en su hogar a los 71 años. El también escritor, locutor y gestor cultural barranquillero deja un legado marcado por 40 años de carrera. Fiorillo se graduó como Comunicador Social y Periodista de la Universidad Javeriana de Bogotá. A los 25 años fue subdirector de la revista Cromos, y luego se convirtió en el editor del diario El Heraldo, precisamente de su natal Barranquilla, además de escribir para El Espectador. Dentro de su carrera también está el papel destacado que jugó en el desarrollo del cine-documental en la década de 1980, misma década en la que sería también subdirector y libretista del noticiero de las Siete, el cual tuvo mayor récord de audiencia noticiosa en Colombia, además de posteriormente ser director del Noticiero del Mediodía y el creador de Noticias Uno.Polifacético, también destacó en el campo de la literatura, con la publicación de los títulos "Arde Raúl", "La Cueva" y "Cantar mi pena", entre otros, asimismo, se desempeñó como locutor y productor de radio en Nueva York y además fue el director y creador de la Fundación La Cueva, organización que cuenta en la actualidad con uno de los premios literarios más importantes del país y del Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla. Hace dos años el Ministerio de Cultura, el El 16 de marzo de 2021 le entregó la medalla al mérito cultural, exaltando su "huella y un legado trascendental en Colombia y particularmente en Barranquilla. Él se ha destacado durante casi dos décadas por entregar a sus coterráneos un espacio que ha contribuido a la descentralización de la cultura y, como reza su eslogan, es un lugar único en el mundo”, según lo expresado por el ministro de Cultura de la época, Felipe Buitrago. “Este es un premio al trabajo que he desarrollado desde la literatura, el cine, el teatro y desde las artes en general. Este es un reconocimiento a un trabajo de ciudad y representa el esfuerzo desarrollado en pro de la cultura, no solo de Barranquilla, sino del mundo”, declaró Fiorillo en la ceremonia. Al conocerse la noticia, el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo Heins, propuso, como homenaje la creación de un concurso y un festival de cuento corto que lleve su nombre."Ojalá pudiéramos asegurarnos que el legado que él deja, como es la Fundación La Cueva, perdure por muchas décadas más y que nuevamente ese esfuerzo que él le metió a ese espacio, a esa fundación, al Carnaval de las Artes, pueda contar siempre con el apoyo no solo de la Alcaldía de Barranquilla, sino también de la empresa privada”, agregó. Recuerde conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Héctor Juan Pérez Martínez nació en Ponce en 1946, y desde muy pequeño la tragedia a su vida llegó: a los tres, con la muerte de Panchita, su madre, a causa de una tuberculosis y luego, a los diez, con la muerte de su padre, Luis. Así comenzó la historia del boricua más incomprendido que esperó su día de suerte, aunque siempre su condena fuera padecer en vida las canciones que cantaba. Muy joven y con apenas 17, se aventuró a viajar a Nueva York con el sueño de ser cantante y convertirse en sonero.En la gran ciudad, Héctor fue un aguacate de noventa libras que llegó para fajarse con los bravos. Allí, fue perfeccionando su estilo pasando por varias agrupaciones hasta que, auspiciado por Johnny Pacheco, conocería a Willie Colón, su colega. De este encuentro, la insolente e inexperta voz de Lavoe se unió con el agrio y poco técnico sonido del trombón de Colón y se cocinó en los estudios de Fania Records su primer trabajo discográfico. Nueva York fue la ciudad que le dio todo a Héctor, y también la misma que se lo quitó, incluso a su amigo Willie, que en 1974 le entregaría su orquesta.Detrás de esta decisión, estaba la naciente adicción que Lavoe tenía por las drogas, muy lejos de saber que se embarcaba en un crucero de placeres contra viento y marea, inocente de los tiburones de agua sucia que se le acercaron como si estuviera sangrando. Era la época dorada de la salsa y Lavoe acariciaba más que nunca la idolatría de sus fans y su condición iluminada con las manos, pero los descuidos y las irresponsabilidades en más de una ocasión acabaron con la disolución de su orquesta.Con el éxito, también aumentó los abusos de sus pérfidas adicciones acompañadas de severas depresiones y repetidas recaídas que lo llevaron a internarse en un hospital, donde la realidad lo tenía delirando mientras la prensa morbosa contaba que el cantante de los cantantes había perdido sus prodigios vocales por un maleficio de brujería. En sus siguientes álbumes poco a poco se ausentaron los buenos arreglos y los aciertos musicales escasearon. Sus letras, poco frenéticas y con un mensaje que iba más allá del hedonismo del malandro de "El Barrio", ocupaban ahora la cuota de éxito. La vida le empezaba a cerrar el paso y convertía su camino en tragedia, vivía su instinto autodestructivo sin descifrar la salida del laberinto de las drogas en el que estaba. Enfermo e inmóvil, decidió suicidarse. Él, tan impuntual como siempre, había decidido por primera vez cumplir una cita anticipada: la de su muerte. Pero esta nunca llegó. Su hazaña reveló una semiparálisis y un par de huesos rotos; su voz, intacta. A comienzos de 1992 su estado de salud se complicó y después del hermetismo y del secreto de su diagnóstico, se supo finalmente la verdad: La sangre de Lavoe estaba infectada con el temible SIDA. Este drama continuó agravándose más para el rey de la puntualidad. Ya estaba perdido para la vida. Nadie volvió a verlo, ni a mencionarlo, y como bruma, se fue desvaneciendo. En diciembre de ese año, un anónimo lo encontró tirado en una calle de Nueva York y lo internó en un centro de caridad para enfermos de SIDA. Allí y mientras estuvo internado, se dedicó a lo suyo, cantar, convirtiéndose en el paciente más famoso del hospital.Al ser desahuciado y luego de una complicación médica producto de un infarto y pasado el mediodía del martes 29 de junio de 1993, consecuencia de un segundo paro cardíaco, se fue yendo en silencio el más escandaloso sonero, víctima de las amenazas del mundo y del engaño de los negocios. En cuestiones de amor y de amistades, el pueblo fue su cómplice. Lo malcrió. Héctor Lavoe murió triste y vacío, de fracaso, de desamor por la vida, de pobreza, de angustia. La noticia de su deceso fue titular que alcanzó página entera. Así, se convirtió en mártir de la salsa, ese monstruo que ayudó a crear.
El cantante Bruce Springsteen vendió los derechos de su catálogo musical a Sony por unos 500 millones de dólares, informaron la revista estadounidense Billboard y el diario The New York Times. Esta venta, la más reciente de un frenesí de cesiones de derechos entre estrellas mundiales del rock desde 2020, incluye el catálogo musical grabado del artista así como sus creaciones como compositor, incluyendo éxitos como "Born in the U.S.A." o "Streets of Philadelphia", indicaron fuentes conocedoras del acuerdo a estos medios.Sony confirmó la adquisición en un comunicado, pero no detalló su monto. "Durante los últimos 50 años, los hombres y mujeres de Sony Music me han tratado con el mayor respeto como artista y como persona", dijo Springsteen en este comunicado de Sony. "Estoy emocionado de que mi legado continúe siendo cuidado por la compañía y la gente que conozco y en la que confío", afirmó.150 millones de discos"The Boss", como es conocido el roquero, vendió más de 150 millones de discos en medio siglo, tiempo en el que permaneció con el sello Columbia Records, filial de la multinacional japonesa Sony. Nacido en Nueva Jersey, Springsteen es una de las últimas estrellas de la música en vender su catálogo, siguiendo los pasos de Bob Dylan, Tina Turner o Neil Young, que lo hizo solo para una parte de su obra. Las adquisiciones de derechos musicales experimentan un boom, pues pueden resultar rentables en el largo plazo ya que el uso de cada canción genera el pago de derechos.Desde 2020, a raíz de la pandemia de covid-19, se han presentado grandes maniobras comerciales por la adquisición de derechos musicales, especialmente con el auge de plataformas de música en streaming. Los mercados financieros se muestran interesados por estos "portafolios" de artistas reconocidos capaces de generar flujos de ingresos estables por la explotación de sus obras.Transacciones recientes han alcanzado cifras astronómicas, que sin embargo no han sido oficialmente reveladas. En octubre, Tina Turner, de 81 años, vendió sus derechos musicales al grupo alemán BMG por una suma que se mantiene confidencial. El año pasado, Bob Dylan, de 80 años, vendió su catálogo publicado a Universal Music por un estimado de 300 millones de dólares. Mientras que Stevie Nicks, de la banda de rock Fleetwood Mac, hizo lo mismo con una parte mayoritaria del catálogo del grupo y habría obtenido 100 millones de dólares.El cantante estadounidense-canadiense Neil Young y el dúo Blondie también han firmado acuerdos por cantidades aún secretas, al igual que Shakira. Según expertos del sector, el aumento de precio en los catálogos de artistas comenzó antes de 2020 pero se dispararon con la pandemia debido a que los artistas se vieron privados de realizar giras y conciertos.
El 15 de diciembre de 1944, el reconocido director y trombonista Glenn Miller fue visto por última vez por una seguidilla de fans que le acompañaron minutos antes de entrar al aeropuerto de Clapham, a las afueras de Bedford, en Inglaterra, para abordar un UC-64 Norseman. Su destino era París para preparar el concierto de Navidad y elevar la cabizbaja moral de las tropas de su país que habían participado activamente junto con los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial para derrotar a Hitler y su régimen. Aunque el conflicto estaba por terminar, ese sería su último viaje.Minutos después del despegue, justo cuando sobrevolaba el Canal de la Mancha, se perdió todo tipo de contacto con el aparato y no se volvió a saber nada de él. Tras pasar nueve días desde su partida, Glenn Miller fue declarado muerto, y con él, la desaparición de una de las figuras más importantes de la música en la primera mitad del siglo XX. Desde este momento, muchas cosas se especularon al respecto, todas por supuesto, susceptibles de debatir. Algunos rumores decían que había caído en manos de los nazis y que había sido torturado por el III Reich hasta su muerte; otros, decían que su muerte y su desaparición no era más que un montaje amarillista que había sido elaborado la prensa. Sin embargo, la teoría conspiratoria que ha tomado más fuerza durante las últimas décadas es la que sugiere que Miller fue abatido por un escuadrón de 139 bombarderos de la Real Fuerza Aérea Británica que volvían de una expedición en Alemania y que dejaron caer sus bombas sobre las aguas del Canal de la Mancha. Esta teoría ha sido desmentida por algunos expertos que aseguran que la RAF no mató al autor de "In The Mood" y que en cambio, el avión se estrelló en el agua.Aunque el día del siniestro hacía mal tiempo y había demasiada niebla, el avión estaba conducido por un piloto con experiencia, probablemente el accidente fue ocasionado por un error humano, que convirtió en letal un fallo mecánico. Según The Guardian, el avión estaba volando demasiado bajo y por ende, expuso al frágil aeroplano a congelarse, provocando que en cuestión de minutos, el motor dejara de funcionar correctamente, provocando que la nave se viniera a pique y se desintegrara al impactar con el agua, razón suficiente que podría explicar por qué nunca se encontraron sus restos.Para su tiempo, Glenn Miller era considerado el rey del swing, un ritmo bailable y alegre que se desprendía del jazz. Miller, que además de formar su propia orquesta se destacó como trombonista e inmortalizó grandes hits como "In the Mood", "Moonlight Serenade" y "Chattanooga Choo Choo".
Tal vez en la historia de Cuba no exista un cantante más completo como lo fue Benny Moré. Dotado de una fluida voz de tenor con la que fraseaba notas de amor con cadencia sinigual y con un innato talento para componer boleros, mambos y montunos, Bartolomé (como era su nombre de pila), llenó su leyenda de azares con esa herencia africana con la que, luego de robarse el show, ascendió rápidamente al cenit de la cultura cubana como una de las glorias más importantes de la isla.Su vida, como su obra misma, está rodeada de leyenda. De él es poco lo que se sabe con certeza. Se dice que es descendiente de Gundo, un príncipe negro congolés llevado a Cuba como esclavo y comprado por el dueño de una plantación, cuya propiedad pasó luego a manos de un conde que le impondría su apellido; y que luego, con su voz, Benny inmortalizó para gloria de su pueblo: Moré.De Benny se dice que fue hijo de una mujer criolla y el mayor de una veintena de hermanos que nació hace un siglo en Las Lajas, una ciudad de la provincia de Cienfuegos, en el corazón de Cuba. A muy temprana edad aprendió a interpretar la música campesina y a tocar la guitarra en los cañadulzales; a los diez años, ya daba serenatas y a los diecisiete, decidió irse a probar suerte a La Habana.El distinguido estilo de su ropa y lo desgarbado de su figura le envolvían de un exquisito donaire y de una poderosa magia en el escenario. Solía vestir siempre un saco zoot suit, largo y de solapas anchas, una batahola holgada y ceñida a la cintura que colgaba de sus hombros con tirantes y zapatos de estilo francés, rematando con un sombrero italiano de ala amplia y un bastón que llevaba bajo el brazo derecho y que solía convertir en batuta para dirigir su orquesta. Todo un gentleman criollo.Su prodigiosa voz lo llevaría a grabar por primera vez en una sesión con Miguel Matamoros y con él, vendría una seguidilla de éxitos interpretadas con las orquestas de grandes leyendas de la música tropical como Tony Camargo, Pérez Prado y Bebo Valdés. Con el pasar de los años, sus estelares shows se fueron eclipsando por un progresivo deterioro de salud, producto de una cirrosis que rápidamente consumió la vitalidad de su hígado y le habría de arrebatar la vida en el verano de 1963.Lo cierto es que nadie encarnó jamás el sentir de la música cubana como Benny; su estilo magnético, que embruja al espectador y lo envuelve en un frenesí colectivo, es quizás su mayor proeza. Para el mundo quedan mambos como "Bonito y sabroso"; guarachas como "Se te cayó el tabaco"; guajiras como "Cienfuegos"; boleros como "Dolor y perdón", "¿cómo fue?" y "mi amor fugaz", y para su pueblo cubano el inmenso orgullo de haberlo tenido como uno de sus más ilustres hijos.
Vincent van Gogh encarna quizás al genio creativo cuya obra cautivo a todos los públicos por su fuerza y energía expresiva. Su vida, breve y surcada de efusivas amarguras que le condenaron a la locura empujándole a un trágico final, constituyeron una parte fundamental de este pintor holandés de pinceles chorreantes de vigor y mucho color que transformó paisajes y objetos e hizo de la luz un exquisito estilo para la historia del arte, creando un lenguaje artístico y personal que influenciaría de forma decisiva el desarrollo de las principales vanguardias artísticas del siglo XX.Fueron treinta y siete años los que vivió Vincent y aunque como escribió en sus memorias, siempre se consideró un hombre de pasiones. Pero se equivocó: él era la pasión de un espíritu atormentado por la grandeza de unos ideales por los que sacrificó toda su vida. Lograr adentrarse en la mente de este genio es penetrar un alma capaz de renunciar a todo para comunicar sus más íntimos sentimientos aunque pese a sus más de cuarenta retratos, su rostro aún siga siendo un misterio.Todo en su vida está estrechamente entrelazado: su correspondencia, sus sentimientos y su vida; es una mezcla indisoluble y homogénea que no es común en cualquier artista. La proclamada locura que padecía Vincent se entrecruzó entre las absentas y el brandy que solía beber en el segundo piso del pueblo en que vivía. Algunos llegan a creer que poseía demencia sifilítica; otros en cambio, decían que sufría de esquizofrenia. No obstante, la versión más aceptada (y aceptada por algunos académicos) afirma que Van Gogh padecía de psicosis epileptoide de carácter hereditario.Los primeros conocimientos que aprendió, los adquirió de manera irregular, pues tan solo acudió a la escuela un año y pasó dos en un internado de Zevenbergen. En su adolescencia viajó a Bruselas donde sufrió su primer desengaño al no conseguir la mano de Eugénie Loyer, la hija de la posadera donde se hospedaba. Tuvo varios pasajes en su corta vida, entre los que vivió junto a los hombres más pobres en Borinage, reduciendo su dieta en agua y pan, dándolo todo a los más necesitados. En 1880 partió a Bruselas siguiendo el consejo que su hermano Theo le había dado: dedicarse a la pintura.Vincent asistió a la Escuela de Bellas Artes donde sintió gran admiración por la obra de Millet y su cercanía con las pinturas campesinas. Durante su estadía en la casa de su padre, se enamoró de Kee Vos, su prima, una reciente viuda que tenía a su cargo un niño de cuatro años. Pero nuevamente los desengaños vendrían luego que ella se rehusara a amarlo y al sentirse rechazado, huyó a Ámsterdam.Vincent reconoció en alguna de sus memorias que no le era posible vivir sin amor y se declaraba un hombre con pasiones. Temía en convertirse en una piedra si no encontrara una mujer pronto. En tanto como olvidó a su prima, conoció a Clarine Hoormik; ella no solo había posado de modelo para él, sino gran parte de su vida había ejercido la prostitución. Sin embargo, esta historia de amor no duraría mucho, pues Clarine lo abandonó luego de tener otro hijo. Van Gogh estaba solo de nuevo.Era 1883 y para entonces, este genio había pintado ya más de treinta y cuatro óleos y empezaba a vivir la etapa más productiva de su obra. Dos años más tarde, sufrió la muerte de su padre y las indiscriminadas acusaciones por el supuesto asesinato de Margot Begemann, una mujer que se enamoró obsesivamente de él y que al no ser correspondida, decidió envenenarse.Vincent viajó a Amberes y allí se reencontró con el sentimiento puro de Rembrandt y los colores de Frans Hal, donde desarrolló la etapa media de su obra antes de viajar a París en 1886 donde estableció una amistad con Toulouse-Lautrec. Allí en la ciudad luz consolidó su pasión por la estética japonesa, cuyas estampas que había empezado a coleccionar desde su estadía en Amberes, le proporcionaron más lecciones de arte que sus propias conversaciones con Pissarro, Gauguin y Signac.En París empezó a pintar flores, abandonando las gamas grisáceas de sus primeros óleos y adentrarse en una escalada de colores exóticos y vivos. El artista ya había pintado desde la heterodoxia a partir de conceptos puntillistas y simbolistas pero sin encontrar un estilo que fuese suyo. En 1888 llegó a Arles, la que consideró un sueño japonés por la gama de colores de sus paisajes y el lugar que habría de servir para asentar una comunidad de artistas que el había soñado una vez. Si Van Gogh encontró en París el color, en Arles encontró la luz que plasmó una y otra vez en los lienzos que pintó.Aunque fueron los girasoles los que le aglutinaron su sentir con el amarillo como la síntesis de la luz, fueron las intensas noches provenzales las que despertaron en él una gran pasión por las estrellas impregnando sus obras nocturnas de un vertiginoso dinamismo y una energía que no había aparecido en sus anteriores óleos. Una de sus obras capitales, "La noche estrellada", lo demuestra.Una persona altiva y segura como Gauguin no podría jamás entender un espíritu indefenso como el del apasionado van Gogh y en cambio, debía tener en cuenta que pudiera terminar enfrentándose violentamente con él. Y sí sucedió. Para diciembre de 1888, la situación entre estos dos viejos amigos se agravó al punto que Vincent intentó agredirlo con una navaja de afeitar y al no lograrlo, se cortó el lóbulo de una de sus orejas para entregárselo a una prostituta amiga suya.Aunque estos sucesos señalaron a Gauguin de intentar asesinar a su amigo, en aquella ciudad no simpatizaban para nada con el pintor extranjero y exigían que fuera recluido en un sanatorio mental. A finales de 1890 fue internado en Saint Paul de Mausole, lugar donde convivió con quince enfermos mentales. Allí aceptó perder el miedo a la locura, una enfermedad que el mismo creía padecer. Como si presintiera el fin de sus días, aceptó la propuesta de su amigo Pissaro de trasladarse a Auvers-Sur-Oise, muy cerca de París a casa del doctor Paul Gachet, un amante del arte que podría cuidarle.En casa del doctor Gachet, van Gogh siguió pintando y entabló una estrecha amistad con él hasta junio de 1890, cuando recibió una carta de su hermano Theo en que le contaba las penurias y la enfermedad que sufrían él y su esposa. Luego de visitar a su hermano, cayó en un nuevo episodio depresivo, lo que llevó a que esta vez se disparara una bala en el estómago. Herido y ensangrentado, logró llegar al albergue por su propia cuenta y donde falleció cerca de la una de la mañana del 29 de Julio de 1890. "Me gustaría ir a casa ahora", fueron las últimas palabras que pronunció antes de morir.
Tras permanecer hospitalizado varias semanas en el Hospital Country 2000 de Guadalajara, falleció esta madrugada Vicente Fernández, la leyenda de la música ranchera, tras complicaciones derivadas de la inflamación de sus vías respiratorias en los últimos días y por el cual tuvo que continuar con apoyo respiratorio y ser ingresado nuevamente a terapia intensiva. El charro de 81 años había sido internado desde el pasado 6 de agosto luego de sufrir una caída en su finca Los Tres Potrillos que le dejó una fuerte lesión en las vértebras cervicales y de la que no pudo recuperarse por sí solo.Durante su extensa carrera que comenzó en 1964, Vicente Fernández cosechó grandes momentos en la historia del cancionero popular en México, lo que le valió ser considerado un símbolo de la cultura hispanoamericana y uno de los mejores exponentes de la música ranchera, lo que le valió dos premios Grammy, ocho premios Grammy Latinos, catorce premios Lo Nuestro y una estrella en el paseo de la fama de Hollywood, alcanzando una cifra de 70 millones de copias vendidas hasta 2019.Vicente Fernández nació en Huentitán el Alto, en el estado de Jalisco el 17 de febrero de 1940, en el hogar de Ramón Fernández Barba y Paula Gómez. Con apenas 14 años de edad, la futura estrella de la ranchera participó en un concurso amateur en Guadalajara en el que obtuvo el primer lugar, y a los 20 años, Vicente debutó en un prestigioso programa de televisión llamado La calandria musical en el que interpretaba grandes éxitos de Jorge Negrete y Pedro Infante, su ídolo. El 27 de diciembre de 1963 se casó con María del Refugio Abarca con quien tuvo tres hijos: Vicente, Gerardo y Alejandro. Tras pasar varios meses cantando rancheras en el cabaret El Sarape junto al Mariachi Amanecer de Pepe Mendoza y el Mariachi de José Luis Aguilar, con su voz alcanzó fama local que luego se extendió a las regiones a través de la emisora XEX-AM. Tras audicionar varias veces sin conseguir éxito, solo sería hasta el verano de 1966 cuando Vicente firmó su primer contrato con la filial de CBS en México, con la que grabó su primer disco de larga duración, "La voz que usted esperaba", en el que destacó "La copa rota" de Benito de Jesús, y "Perdóname" y "Parece que fue ayer" de Armando Manzanero.Tras el explosivo éxito de su primer álbum, le siguieron varios trabajos de gran renombre como "¿Cuánto te debo?" de Dino Ramos y Roberto Cantoral en Palabra de rey (1969) y "La cruz de tu olvido" de Antonio Valdés en ¡Arriba Huentitán! (1972). Sin embargo, su primer éxito internacional llegó en 1973 con "Volver, volver" de la autoría de Fernando Maldonado. El tema lo consolidó rápidamente como uno de los más grandes cantantes rancheros de todos los tiempos, rompiendo hasta entonces todos los récords de ventas en Hispanoamérica, España y Estados Unidos. Para ese mismo año, incursiona por primera vez en el cine en la película Tacos al carbón, dirigida por Alejandro Galindo y encarnando a Constancio Rojas, un humilde vendedor de tacos al que un día le cambia la suerte al ganarse un automóvil y el premio mayor que sorteaba una marca de detergentes.El éxito estuvo seguido de la grabación de los boleros "Perdón", de Pedro Flores e interpretado junto al Mariachi de Gilberto Torres; y "Desvelo de amor", de Rafael Hernández. Para 1974 ya era conocido en todo México y su carrera empezaba a despegar con las primeras giras que ofreció en algunos países de Latinoamérica. Ese mismo año lanzó otra exitosa producción para el sello CBS: El ídolo de México, en el que se destacaron "El Arracadas" de Gilberto Parra, "Las llaves de mi alma", de su autoría, y "El rey" y "Que te vaya bonito", ambos temas compuestos por José Alfredo Jiménez.En 1975 lanza El hijo del pueblo, otra producción con la que mantuvo su récord en ventas y con la que inmortalizó otros temas rancheros como "La ley del monte" de José Ángel Espinoza y "El hijo del pueblo", dos temas que incluyó en las dos películas homónimas en las que participó como Maclovio Arrieta y Vicente Aurelio Martino López respectivamente. En 1976 reinterpreta en el álbum A tu salud a su ídolo Jorge Negrete con uno de los primeros temas que lo hizo famoso: "Preciosa", de Rafael Hernández, y en 1979 lanza El tahúr al mismo tiempo que participa como protagonista en la película del mismo nombre —en la que debutó como director asistente— que cuenta la triste historia de Martín Estrada, un hábil jugador de naipes, y el triángulo amoroso con la esposa de Raúl Vidal.A comienzos de 1980, visitó Colombia por primera vez, emprendiendo una larga gira por las principales ciudades del país. Ese mismo año lanzó El tapatío con el que llegó a los primeros lugares con "Que te vas, te vas" de Cuco del Toro, "De qué manera te olvido" de Federico Méndez y "No me sé rajar" de Carmelo Frayle. En 1983 publicó el álbum 15 Grandes con el Número Uno que vendió más de un millón de copias, y al año siguiente, protagonizó su primer gran concierto en la Plaza de Toros México, la más grande del mundo, con una concurrencia de 54.000 espectadores.En 1987 lanzó Dos Corazones, un álbum a dueto con Vikki Carr, y en 1989 volvió a tocar los primeros lugares con el álbum Por tu Maldito Amor, del que se desprende el éxito internacional del mismo nombre e inspirado en la desgracia de Federico Méndez, el primer director artístico del charro, quien se suicidó tras sufrir una decepción amorosa. En este álbum también se destaca "Aunque mal paguen ellas", cantada a dúo con el cantante brasileño Roberto Carlos y que fue un gran éxito en la radio.Al finalizar la década, Vicente Fernández ya había posicionado en la región otros grandes éxitos como "La diferencia" de Juan Gabriel en 1982; "¿De qué me sirve ser rey?" de Tirzo Paiz en 1984; "Motivos" de Italo Piazzolante en 1987, y el internacional "Mujeres divinas" de Martín Urieta en 1988 y que contó con la participación de Chamín Correa y su requinto. En 1990, produjo el trabajo Las Clásicas de José Alfredo Jiménez y en 1992, Qué de Raro Tiene, del que se desprenden el tema que da nombre al álbum y "Acá entre nos", ambos temas compuestos por Martín Urieta. En 1993 publica el disco Lástima que Seas Ajena en el que además del éxito homónimo, incluye "Nuestro Juramento" y una nueva versión del tema "Perdón" esta vez, acompañado por su hijo Alejandro Fernández.En 1995 publicó Aunque me Duela el Alma; en 1997, Estatua de marfil; en 1998, Me Voy a Quitar de En Medio; y en 1999, estuvo de gira promoviendo su nuevo trabajo discográfico que rendía un tributo al trío Los Dandys. Ese mismo año fue nominado por la academia musical para recibir el Premio por Mejor Trayectoria Artística, en los premios Ritmo Latino en el Anfiteatro Universal de Los Ángeles. En el nuevo milenio, su producción musical estuvo marcada por el tributo que rindió a Agustín Lara en 2002, y los álbumes Se me hizo tarde la vida en 2004 y La tragedia de un vaquero en 2006. El 25 de septiembre de 2007 lanzó al mercado su álbum Para siempre, certificado como disco de diamante y oro en México; mientras que con esta nueva producción alcanzó su sexto disco de platino en los Estados Unidos a solo semanas de su lanzamiento. El sencillo "Estos celos" se mantuvo por más de tres meses en el primer lugar de los principales listados de popularidad de la Música Regional Mexicana, mientras que el álbum alcanzó el Disco de Diamante y de Oro por la venta de más de 550.000 unidades vendidas, únicamente en México. Gracias a su gira alcanzó Disco de Diamante en Colombia y un reconocimiento especial por la venta de más de un millón y medio unidades vendidas de la misma producción, a nivel internacional. Además, la canción que dio nombre al álbum fue elegida como tema principal de la telenovela mexicana de Televisa Fuego en la sangre (2008).En 2008 grabó Primera fila, un concierto totalmente en vivo desde la Arena VFG, título de su primer material editado en el formato Blu-ray, siendo el primer artista hispanoamericano en incursionar en esta modalidad. Por esta nueva grabación, Vicente recibió doble Disco de Platino y Oro en México, Disco de Platino en Centroamérica, Disco de Platino en Colombia, y Doble Disco de Platino y Oro en los Estados Unidos, donde permaneció seis semanas consecutivas en el primer lugar de Billboard y se convirtió en el DVD musical más vendido del año en toda la industria discográfica estadounidense.El 14 de febrero de 2009, Vicente Fernández presentó un concierto en el Zócalo de la Ciudad de México con más de 220.000 asistentes. En julio de ese mismo año, lanzó su producción Necesito de ti, que logró nuevamente un Disco de Platino y Oro en México y Disco de Oro en Estados Unidos. En 2010 salió a la venta la producción El hombre que más te amó, producida por el propio Vicente y dirigido por Javier Ramírez y al año siguiente presentó el disco Otra vez, con el que participó en la inauguración de los Juegos Panamericanos interpretando el Himno Nacional de los mexicanos.El 8 de febrero de 2012 anunció su retiro de los escenarios, no sin antes realizar una gira mundial que se extendió hasta abril de 2016 cuando realizó su último concierto de despedida en el estadio Azteca, cantando alrededor de 45 canciones. Sin embargo, anunció que aunque era su último concierto, no se retiraba de la música. Desde entonces, su vida estuvo llena de enfermedades, desde vencer un cáncer de próstata hasta una delicada operación a causa de un cáncer de hígado. En agosto de 2013, Vicente Fernández fue hospitalizado por una trombosis pulmonar de la que logró salir invicto del hospital.Con la muerte de Vicente Fernández no solo desaparece la última gran voz de la ranchera del siglo XX, sino el último sobreviviente de los "cuatro gallos" —además de Jorge Negrete, Pedro Infante y Javier Solís— que nutrió al cancionero mexicano con sones, huapangos y corridos, y que proyectó a la música regional en Latinoamérica como la máxima expresión cultural de ese país.
A los 78 años falleció este viernes en su casa en Carmel Valley el guitarrista Michael Nesmith, uno de los integrantes fundadores de The Monkees, mientras se encontraba desarrollando una gira de despedida junto a su compañero Micky Dolenz, ya que ambos eran los únicos miembros sobrevivientes del conjunto juvenil que gozó de gran popularidad en la década de los sesenta.“Con infinito amor anunciamos que Michael Nesmith falleció esta mañana en su casa, rodeado de familia, en paz y por causas naturales”, afirmó la familia en un comunicado enviado a los medios norteamericanos. “Les pedimos que respeten nuestra privacidad en este momento y les agradecemos el amor y la luz que todos ustedes le han mostrado a él y a nosotros”, señalaron.Nesmith, nacido en Houston, Texas, el 30 diciembre de 1942, tenía 23 años cuando se presentó a las audiciones para unirse a a The Monkees. La banda se había formado alrededor de la figura de los productores televisivos Bob Rafelson y Bert Schneider, con la idea de aprovechar la influencia de la música pop y el alcance de la televisión, creando una serie de televisión que aunase ambos conceptos. The Monkees seguiría las aventuras de una banda de pop, ofreciendo canciones y actuaciones.El guitarrista se unió a Dolenz, Davy Jones, y Peter Tork, participando en la serie con la condición de interpretar las canciones compuestas por Tommy Boyce y Bobby Hart, encargados del departamento de producción musical del programa. Sin embargo, Nesmith consiguió interpretar algunos temas propios, los cuales acabaron por darle beneficios muy superiores a los del resto de compañeros.En 1966, The Monkees se estrenó en la NBC, convirtiéndose en un éxito instantáneo. El primer número uno del grupo llegó de la mano de Neil Diamond con I'm a believer, repopularizada casi cuatro décadas después por la banda Smash Mouth. Sin embargo, las críticas se manifestaron con sus miembros, tratados como una banda de rock falsa, prefabricada por la cadena. Desde entonces, la banda luchó por conseguir una mayor autonomía, componiendo canciones propias con las que pudieran competir con bandas de la talla de The Byrds o The Beatles. Con su tercer álbum, Headquarters, pudieron interpretar y escribir sus propias obras. Un año después, Nesmith abandonó el grupo y aprovechó para grabar su primer álbum en solitario, Wichita Train Whistle Songs, y fundar The First National Band, que bajo el sello RCA grabó otros dos álbumes en la década de los setenta.
"Lo que me parece bello, lo que me gustaría hacer, es un libro sobre nada, un libro sin ataduras exteriores, que se sostendría por sí mismo gracias a la fuerza interior de su estilo". Esto fue lo que le confesó Gustave Flaubert en una carta a Louise Colet escrita en 1852, y una frase que ya había inmortalizado de forma ampulosa y precisa en "Noviembre", su primera novela publicada diez años atrás cuando apenas tenía 20 años. En esta temprana obra, transgresora y algo irónica, Flaubert explora los sutiles mecanismos de la atracción erótica y los remordimientos provocados por las relaciones adúlteras y el lado pasional de las relaciones humanas, reuniendo en ella su fuerza literaria y su obsesiva preocupación estética del lenguaje, anticipándose así a ser uno de los más grandes literatos de la Europa del siglo XIX y situándose como un puente entre Balzac y Proust."Cuando leo a Shakespeare me vuelvo más grande, más inteligente y más puro. Llegado a la cima de una de sus obras, me parece que estoy en una alta montaña: todo desaparece y todo aparece. Ya no se es hombre, se es ojo; surgen horizontes nuevos, las perspectivas se prolongan hasta el infinito". Así seguía escribiéndole el joven en cartas a su amada Colet. Y si se trataba de amores, Gustave sabía distinguir entre la vanidad y el orgullo. En cierta ocasión, Louise le reprochó no destinarle más atención a ella increpándole de arrogante y vanidoso, a lo que Flaubert le responde que la arrogancia no es su fuerte y que tampoco lo es la vanidad, porque por principio se consideraba un ermitaño.Mientras que Flaubert escribía sobre el orgullo, al que llamaba un oso blanco soberano sobre un tempano de hielo, aseveraba que la vanidad era como un loro que parloteaba de rama en rama escandalosamente buscando atraer las miradas. Curiosamente, Gustave tenía tendido sobre su casa una piel de oso blanco, sobre la cual se tendía a pensar y a escribir, y con la que con cierta sorna admitía el orgullo de parecerse a este animal imposible de acariciar. Quizás de allí, de sus letras, de su estilo y de sus historias, haya algo del espíritu salvaje y huraño del que siempre bebió.Pero al final de su vida, sentía un gran disgusto al ser especialmente conocido por "Madame Bovary", una novela que, para él, tenía el tema menos sublime de cuantas escribió. “¡Nunca en mi vida he escrito algo más difícil que lo que hago ahora, diálogos triviales!”. “¡Tengo que hacer hablar, en estilo escrito, a gentes de lo más vulgar!”, se lamentaba el escritor ya enfermo en su lecho de muerte.Aunque Flaubert fue uno de los escritores más importantes de su tiempo, tras la publicación de “Madame Bovary”, la burguesía provinciana se resintió de que él fuera la máscara de la moral y la decencia religiosa que los retrató en toda su estupidez:, desde Charles Bovary y el pastor de la aldea ficticia de Yonville-l'Abbaye hasta el farmacéutico Homais. Sin embargo, la satisfacción que sintió la sociedad en Rouen fue inmensa cuando fue acusado por primera vez en 1856 después de la primera publicación de su novela, siendo acusado de violar "la moral y la religión". Sin embargo, después del juicio Flaubert se convirtió en un autor de superventas con más de 30.000 copias vendidas. "Retomaré mi vida plana y tranquila, en la que las frases sean solo aventuras en la que no recoja más flores que metáforas. Escribiré como en el pasado, escribiré por placer, para mí", le escribió a Madame Schlésinger en una de sus cartas. Pero el arte era lo último para Flaubert. A veces le tomaba varias noches escribir una frase o cambiar algunas palabras. "Una frase es viable si se adapta a todas las exigencias de la respiración. Sé que es bueno cuando puedo leerlo en voz alta", decía. El arte le servía como un escudo protector contra las exigencias irrazonables de la realidad y cuyo eterno glamour le hacen un maestro de su tiempo y con el que se considera que nace la modernidad literaria.Pero por encima de estas novelas se encuentra "L'Éducation sentimentale", la historia moral de Flaubert sobre los hombres de su generación; su novela que hace época, ingeniosa, grandiosa y desilusionante con los numerosos e impresionantes cuadros escénicos y, por último, pero no menos importante, una base autobiográfica. La novela comienza en el vapor del Sena con Frédéric Moreau y Madame Arnoux. El joven Frédéric se las arregla para agarrar su largo pañuelo con las rayas moradas antes de que caiga al agua. La escena se inspira en el bello incidente que tiene lugar en la vida real de un joven Gustave de quince años en una playa de Normandía en 1836, donde encuentra una bata roja con rayas negras que la marea amenaza con arrastrar. Ese albornoz pertenece a Madame Schlésinger, una mujer casada, que es once años mayor que él y de la cual el futuro escritor se enamoró. Ella es "el único amor" de su vida, dirá más tarde en las “Mémoires d´un fou”. El amor de Frédéric por Madame Arnoux, por otro lado, es el único, verdadero, de toda la vida, a pesar de algunas aventuras amorosas.Las letras compensan la distancia de Flaubert y el rigor de la forma en su literatura. En ellas, Flaubert se desahoga con letras espontáneas, drásticas e inmediatas. Más de tres mil han sobrevivido; en Francia están disponibles en volúmenes en estuches, dispersos, seleccionados en alemán. En el ocaso de su vida, manifiesta en “Bouvard y Pécuchet” su desprecio burgués, incluso al burgués que habitaba en él mismo. En esta obra, Bouvard y Pécuchet son dos enciclopedistas para los que todos sus conocimientos son inútiles, excepto por la idea de que este conocimiento siempre será insuficiente, en realidad no saben nada. Este saber a medias, impregnado de ignorancia y sinsentido, se refleja en las frases vacías que Flaubert recogió en su "Diccionario de lugares comunes" desde 1850 con ideas grandiosas y modismos vacíos con los que el mundo conmemora, luego dos siglos de su nacimiento, que la estupidez sigue siendo universal y que como Flaubert dijo en "Salambó": “escribir es vivir”.
Las películas románticas de navidad son clásicos que podemos ver una y otra vez en estas fechas del año, simplemente para pasar un buen rato y creer por un momento en el milagro de la navidad. Aquí le dejamos algunas imperdibles. Love Actually (2003) Esta película británica cuenta varias historias de amor entrelazadas durante la temporada navideña en Londres. Es conocida por su elenco estelar y su enfoque cálido y humorístico.The Holiday (2006) Dos mujeres intercambian casas durante las vacaciones y terminan encontrando el amor en lugares inesperados. Protagonizada por Cameron Diaz y Kate Winslet, esta comedia romántica tiene el encanto de dos historias de amor en diferentes continentes.Serendipity (2001) La historia de una pareja que se encuentra y se enamora en una noche mágica en Nueva York, solo para separarse y dejar su destino al azar. La película juega con la idea del destino y las segundas oportunidades.The Family Stone (2005) Una comedia dramática que sigue a una mujer que visita a la familia de su prometido durante las vacaciones, solo para descubrir que no encaja exactamente como se esperaba. Aunque no es una comedia romántica tradicional, tiene una historia de amor entrañable en su núcleo.Elf (2003) Mientras que esta película es más conocida por su enfoque cómico y festivo, también incluye una linda historia de amor entre Buddy, el elfo interpretado por Will Ferrell, y Jovie, interpretada por Zooey Deschanel. Es una opción divertida y conmovedora para la temporada navideña.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Huasipungo" de Jorge Icaza es un hito literario latinoamericano, publicado en 1934, que revela la brutalidad de la opresión social en la hacienda ecuatoriana. Esta novela, impregnada de realismo y crítica social, es una denuncia feroz de las injusticias sufridas por los indígenas frente al poderoso sistema terrateniente.La trama se desenvuelve en torno a la vida de los habitantes indígenas de la hacienda, sus luchas por la supervivencia y su sometimiento a condiciones inhumanas impuestas por los terratenientes. Icaza presenta personajes complejos que representan la lucha por la dignidad y la resistencia ante la explotación despiadada.Con un estilo narrativo vívido y desgarrador, Icaza exhibe la crueldad de la discriminación social y económica, ilustrando las consecuencias devastadoras del sistema feudal en Ecuador. La obra resalta la degradación humana, la violencia y la desigualdad, dejando una poderosa impresión sobre el lector."Huasipungo" trasciende como un documento literario indispensable que visibiliza las realidades marginadas y perpetuadas en la historia latinoamericana. Su relevancia perdura en la actualidad, al ofrecer una crónica penetrante y atemporal de la lucha por la justicia social y los derechos humanos.No olvide conectarse tarde con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Leyenda Viva, el alma de un pueblo", es una película que desentraña la esencia del vallenato a través de diálogos auténticos con historiadores y músicos de la región. Revela cómo este género musical se moldeó, su origen y su proyección futura, siendo un legado arraigado en la memoria colectiva de Colombia, y que hoy conquista escenarios alrededor del mundo.Figuras como Nafer Durán, Rosendo Romero, Marciano Martínez e Ivo Díaz, junto a los historiadores Tomás Darío Gutiérrez, Julio Oñate y Jose Alberto ‘Beto’ Murgas, entre otros maestros, participan en este diálogo en el que se destaca que no es necesario ser un experto para disfrutar y aprender.‘Leyenda Viva’ se asemeja a una cátedra histórica y magistral, accesible para cualquier persona, independientemente de ser un apasionado del género musical. Relata anécdotas, como el origen de la tonada 'Amor, amor' durante la Guerra de los Mil Días, cuando soldados criollos aprendieron la canción entonada por los españoles durante la reconquista (1815 – 1816). También narra el primer encuentro del folclore vallenato en la película mexicana de 1945, 'Pasiones tormentosas', donde la actriz María Antonieta Pons baila al compás de la famosa canción ‘El caimán’ junto a Kike Mendive.Esta película es una producción de Memu(á) Films, dedicada a documentales de memoria, y Lanterna Pictures, con la colaboración de Codiscos Films, la nueva división de la disquera, respaldada por Grupo Éxito, Colombiana, Old Parr y Cine Colombia, quienes también se encargaron de su distribución en Colombia. Además, cuenta con el apoyo de Sony Music, Hohner, Spirit Music y Discos Fuentes, aliados clave responsables de los derechos musicales de la película."No olvide conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La escritora bogotana María Ospina Pizano es la ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2023 por su libro Solo un poco aquí, una novela que es animales y movimiento.Ospina Pizano se convierte en la segunda colombiana en obtener este prestigioso galardón luego de que Laura Restrepo lo obtuviera en el año 1997 con su libro: Dulce compañía. El premio Sor Juana Inés de la Cruz reconoce la excelencia del trabajo literario de mujeres en idioma español de América Latina y el Caribe.Aquí dejamos el discurso que dio al recibir el premio, texto en el que recuerda a Sor Juana Inés de la Cruz y hace una alusión al bosque como manto protector de la vida.Por «un territorio igual de hospitalario al bosque»Respetadas Licenciada Marisol Schulz Manaut, Directora General de la Feria Internacional del Guadalajara, Maestra Carmen Beatriz López Portillo, Rectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana, y respetados miembros del jurado, Doctoras Sara Poot Herrera y Diana Sánchez y Doctor Daniel Centeno. Estimadas personas de la audiencia que están hoy acompañándonos:Muchas gracias por su presencia. Para mí es un honor enorme estar en la maravillosa FIL de Guadalajara por primera vez y con motivo de esta ocasión tan especial. Quiero empezar celebrando los treinta años que cumple este premio apoyando a las mujeres que escriben y reconociendo el deseo, el deber, la urgencia de contar, de indagar, de filosofar que Sor Juana Inés de la Cruz encarnó hace varios siglos, y que hoy sigue siendo urgente defender. Un premio que durante tres décadas ha defendido la literatura como lugar desde el que se trenzan las preguntas más complejas y se desafía a aquellos que están convencidos de la simpleza y la obviedad del mundo.Cuando recibí la llamada con la noticia de que lo había recibido, yo iba caminando por una calle antigua del centro de Madrid, un barrio que aún conserva edificios de ese extraño y accidentado y fascinante y barroquísimo fin del siglo XVII, que fue precisamente la época que le tocó vivir a Sor Juana. Un barrio donde seguramente algunas personas alcanzaron a leerla mientras ella aún vivía, cuando su fama y sus escritos ya llegaban desde el otro lado del Atlántico. A pocas cuadras de allí, muy cerca del Palacio Real de Madrid, que fue construido con los expolios de América y donde aún se elogia sin vergüenza la conquista y se silencian sus violencias, hay una estatua de Sor Juana que siempre me ha conmovido. Es quizás el único monumento que existe en honor a ella en España. Y me emociona que esa estatua de ella esté allí, mirando con rigor al horizonte, con pluma y papel en mano, en medio de tanta estatua de patriarca constructor de imperios, de tanta mujer reducida a alegoría o a figura mitológica, de tanto hombre a caballo deseoso de mandar y de ocupar. Cuando recibí la noticia de este premio, que además era el día en que cumplía yo los años aproximados que tuvo Sor Juana cuando murió, sin saber bien qué hacer con la alegría, peregriné unas cuadras hasta la estatua para darle las gracias, como buscando urgentemente un ritual y un cuerpo. Me costó treparme al pedestal, pero mi hijo de diez años lo escaló con entusiasmo y pudo dejar a nombre mío una flor en la mano de piedra. Una pareja de irlandeses nos miró, perpleja. Oí que se preguntaban por la estatua. Y como me cuesta renunciar a mi vocación docente, me metí en su conversación sin haber sido invitada y les conté sobre ella.Cómo no hacerle aquí un homenaje a la brillante poeta, dramaturga y filósofa, que ha sido mi maestra por muchas décadas y que también ha sido la de mis estudiantes que la leen en mis clases de la universidad, más de tres siglos después de que la obligaran a dejar de escribir. Cómo no agradecerle por siempre recordarnos, entre muchas cosas, que, aunque haya tantos mecanismos erigidos para subordinar y excluir a las mujeres de la cultura y la política, de la vida social y de la conversación pública, existe una red milenaria de pensadoras e intelectuales que siempre han usado la palabra y la acción para revelar la complejidad del mundo. Quisiera entonces hoy empezar dándole gracias por las enseñanzas, por la vitalidad de sus ideas, por su profunda erudición y osadía, por su empeño, desde los márgenes, en aquello que ella misma llama “poner bellezas y riquezas al entendimiento”. Por el compromiso de pensar sosegadamente y de defender el rigor de las ideas. Por ese ejemplo.En la famosa carta conocida como la “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz” que Sor Juana envió en 1691 a su confesor, el obispo de Puebla, la escritora hace una defensa brillante de su vigorosa labor intelectual en un momento en que los hombres de la iglesia comenzaban a recriminarle por escribir sobre teología, ciencia, filosofía y estética, por tejer versos y obras teatrales, por reflexionar sobre la misoginia misma que buscaba silenciarla. En esa carta maravillosa Sor Juana reclama los derechos de la mujer a ser educada y a educar, defiende la posibilidad de disentir de los hombres que ostentan el poder y se inserta en una extensa genealogía de mujeres que han participado en la vida pública e intelectual del mundo a través de la política, la filosofía, la poesía, la educación, la teología y el arte, desde la antigüedad hasta sus días.Pero para mí, quizás, lo más original, lo más transgresor de esa carta, es la forma en que Sor Juana insiste en que, aunque quieran silenciar a las mujeres, aunque quieran representarlas como irracionales o viciosas o débiles de entendimiento, aunque intenten prohibirles escribir, excluirlas de las universidades o relegarlas al hogar o al rezo, nunca será posible privar a nadie de lo que ella llama “el deseo de saber”. Consciente de que la iglesia está a punto de decretar su silencio, Sor Juana explica que, aun sin libros en mano y sin acceso a la pluma, la reflexión profunda y paciente —que para ella está íntimamente ligada al ejercicio del deseo— nunca frenará su rumbo, pues esta excede el territorio de la letra y los espacios donde se ejerce el poder. Sor Juana le anuncia así a su confesor que ella siempre va a filosofar, con o sin su venerada biblioteca, con o sin su pluma, pues todo lo que ella encuentra en su caminar cotidiano es materia fértil, territorio deslumbrante en el que surgen las preguntas e ideas más profundas sobre el mundo. En vísperas de la censura fatal, Sor Juana anuncia, desafiante, que “nada se ve sin reflexión, nada se oye sin consideración, aun en las cosas más menudas y materiales”. Insinúa que mientras esté viva, en la cocina o en el patio del convento o donde sea, siempre estará filosofando.Al cuestionar la idea de que el ámbito intelectual institucionalizado es el único espacio para el pensamiento, al poner en duda esa dimensión que por tanto tiempo (y aún hoy) muchos han querido delimitar como un lugar de alianzas e interlocución masculina, Sor Juana sugiere que las restricciones que emergen de las jerarquías tradicionales del patriarcado, aunque contundentes y dañinas, siempre serán insuficientes. Nunca se podrá doblegar el deseo y la posibilidad de reflexión que emerge de la experiencia vital y cotidiana del cuerpo, de nuestros recorridos por los caminos. Esta bulle y crece y se propaga, como las raíces de los árboles, a pesar de la misoginia, con o sin acceso a los espacios del poder donde se tiende a censurar, como todavía vemos hoy en tantos lugares, el pensamiento hondo y la palabra insólita.Mi abuela, mi madre y muchos perros y perras me enseñaron desde la infancia aquello que Sor Juana luego hiló de forma tan hermosa en su carta, cuando la leí de adulta. En los bosques de las montañas donde crecí, en el altiplano cundiboyacense de la cordillera oriental de los Andes colombianos, en la región de Simijaca, Cundinamarca, donde está mi corazón, bosques que todavía frecuento en el peregrinaje de la migrante que soy, “nada se ve sin reflexión, nada se oye sin consideración”, para usar las palabras de Sor Juana. Ha sido en ese territorio de árboles, maizales y parcelas campesinas donde he convivido con perros y he aprendido a escuchar aves e insectos, enredaderas y musgos, líquenes y follaje, y las historias de la gente que allí cultiva, hila y pastorea. Ha sido en esos caminos donde lentamente se fue gestando esta novela.Narrar las mudanzas a las que sometemos o que hacen voluntariamente los animales más que humanos, habría sido imposible sin los años de deambular por las sendas rurales y los atajos de muchos de esos montes, sin la errancia que me dio haber nacido en una familia de mujeres caminantas, exploradoras de caminos muy antiguos, que me enseñaron que desde esas cuestas andinas y en presencia de otros seres, era urgente otear el mundo. Ese trasegar por bosque y pantano, antecede y es el sustrato de las ideas, como diría Henry David Thoreau, como de otra forma también lo expresó Arguedas y como también me enseñó mi abuela. María Negroni dice que escuchar otros ruidos es el motor implícito de la escritura. Para mí esos otros ruidos, son voces de otros seres más que humanos, de follajes y lluvias y vientos, y también son más que ruidos. Son otros olores y sonidos y movimientos de un mundo habitado por muchas especies. Este libro es un intento, aunque sé que limitado, imperfecto y lleno de paradojas, de bajarle el volumen a las voces humanas y a sus fantasías de dominio sobre el mundo, para que resuenen otras en el espacio siempre insuficiente, pero también siempre amplio, de la página escrita. En la pausa del camino, he buscado en la ficción un territorio igual de hospitalario al bosque, desde el cual preguntar cómo es la vida soberana de seres más que humanos que nos miran desde otras alturas y desde otras ontologías de espacio y tiempo. Para abordar ese misterio y reconocer nuestras limitaciones para comprenderlo.En mi vaivén de dos décadas entre Colombia y Estados Unidos, que es a donde terminé migrando, el acto de deambular por bosques y habitar el mundo rural a pie me ha dado una de las pocas certezas que tengo: que al estar situados en comunidades más que humanas nuestras vidas, y también nuestras errancias y nuestros errores, nuestras búsquedas de morada, siempre se cruzan con las de otros seres. Como bien lo expresa Dona Haraway, una de nuestras obligaciones como gente que comparte el mundo con seres más que humanos es tener curiosidad sobre lo que estos hacen, sienten, piensan, sobre cómo miran y en qué momento se cruzan nuestras miradas con las suyas. De hecho, creo que en cualquier consideración sobre lo que constituye un hogar humano, o su brevedad, en cualquier reflexión sobre los modos en que trazamos los caminos, está presente la pregunta ética y política de a qué otros animales desplazamos y a cuáles dejamos quedarse, de cuáles resisten y de cómo lo atestiguan, es decir la pregunta de quién es el huésped y quién es el anfitrión y cómo se complica esa distinción. Las tradiciones indígenas de las Américas llevan siglos insistiendo en que el devenir humano tiene que dar cuenta de otros seres vivos, que esto es digno de nuestra reflexión, de nuestra consideración, para usar de nuevo las palabras de Sor Juana. ¿Cómo tenemos en cuenta o los ignoramos? ¿Qué les debemos? ¿Cómo reconocemos su dignidad de testigos? ¿Cómo atestiguamos su vida, su sufrimiento, su resistencia, su soberanía? ¿Cómo se topan sus miradas con las nuestras? ¿Cómo abordamos las formas en que su existencia, más amenazada hoy que nunca por culpa nuestra, nos marca y nos conmueve? ¿Cómo encontrar su mirada y reconocerlos como actores y acompañantes puede ampliar las formas de la política? Honrando el legado de tantos pensadores y pensadoras que por siglos se han ocupado de estas preguntas, mi novela es un intento por pensar en todo esto, lejos de una tradición que insiste en la superioridad del orden humano y su racionalidad, cuando lo humano es precisamente una red de dependencias entre especies.He querido en este libro cuestionar la fantasía antropocéntrica de que otros seres vivos son irrelevantes o inferiores o deben estar siempre al servicio de las lógicas humanas, como la lógica de la propiedad privada, de la ganancia y del estado nación con sus fronteras. Como bien lo han notado las pensadoras ecofeministas, los discursos que presuponen la superioridad humana sobre lo que se ha sabido llamar la “naturaleza,” están íntimamente ligados a las nociones patriarcales de la jerarquía de género que fueron precisamente las que silenciaron a Sor Juana. He querido descentrar lo humano poniendo en el centro de la ficción a unas perras abandonadas, a una tángara escarlata que migra del noreste de Estados Unidos a los bosques altoandinos de Colombia, a un puercoespín pequeño de uno de esos bosques cuya especie se encuentra en vías de extinción, a un escarabajo recién salido de los fondos de esa tierra, animales más que humanos cuyas vidas inevitablemente se cruzan con las nuestras, pero que, desde su alteridad, se rehúsan a ser simplemente humanizados. En el proceso de indagar sobre el movimiento y el sufrimiento de estos seres, sobre lo que podría constituir para ellos un hogar, he querido preguntar sobre las maneras en que estos hacen reclamos a los humanos y sus tecnologías, y viceversa, aunque, como nos recuerda Haraway, esos reclamos nunca sean simétricos.Porque todas las especies están situadas históricamente, tenemos una responsabilidad de comprender la historia como más que humana. Hablar del trabajo, del afecto, del juego, de la vida comunitaria, de la política, de la guerra, de las relaciones de género, de la creación de fronteras políticas, requiere de una mirada que dé cuenta de que las sociedades y redes que tejemos están determinadas por los cruces entre especies. ¿Cómo se puede, si no, entender la historia de un país como Colombia, donde se talan bosques para llenarlos de vacas, donde se fumigan químicos letales para producir y erradicar las drogas ilícitas, donde se dragan ríos y se destrozan vidas para sacar oro y metales, donde hay gente valiente que a diario cuestiona y resiste todo esto, cómo abordamos esa historia sin al menos preguntarnos por la forma en que perciben, sienten, sufren y resisten esto los seres más que humanos que también la habitan? ¿Cómo son testigos ellos de los conflictos que causamos, como, por ejemplo, de un enfrentamiento armado que los exila, de una bomba que explota en el lugar a donde han parado a descansar (como les pasa, por ejemplo, a los millones de aves migratorias que cruzan Israel y Palestina en estos meses), o de una protesta pública que les nubla el cuerpo con gases lacrimógenos? ¿Cómo viven el estallido de los cohetes que Elon Musk alegremente hace explotar sobre sus bosques? Estas consideraciones, que para muchos pueden ser banales o minúsculas, tienen para mí una gran urgencia. Están en el centro de la historia, no son sus márgenes. Creo que la literatura, desde un lenguaje diferente al de las ciencias, debe estar allí para abordarlas.No podría terminar hoy sin hacer un breve homenaje a un pájaro que detonó la escritura de este libro hace ya más de una década. Un ave migratoria deslumbrante, cuya especie mora temporalmente en los bosques en los que crecí en Colombia y en los que ahora vivo en Estados Unidos, que de milagro encontré una mañana de 2008 en el balcón del apartamento de Bogotá al que yo había llegado a vivir temporalmente. Un ave pequeñita de cuerpo escarlata y alas negras que pasa parte del año en los Andes y la otra en el noreste de Estados Unidos, lugar del cual yo también hacía poco había llegado. Esa visita tan extraña de un pájaro que parecía paralizado en un día de abril en el que debía seguir su vuelo hacia el hemisferio norte con otros millones más, despertó en mí una enorme curiosidad. Una fascinación por la migración de los pájaros y sus viajes continentales y una obsesión por cómo atestiguan el mundo desde otras dimensiones espaciales y sensoriales, por cómo burlan nuestras fronteras y nuestros deseos egoístas de delimitar el mundo. Una curiosidad para la que creo que ya me había preparado mi vida de caminante de bosques.¿Cómo le habría ido a esa ave valiente que finalmente recuperó el vuelo y escapó de mi balcón? Ojalá que haya llegado a su bosque del norte, pero nunca lo sabré. ¿Qué rutas continentales habrá tomado y por cuántos otoños y primaveras habrá ido de norte a sur y de sur a norte? ¿Habrá durado su vida una década entera, que es lo que podría vivir un ave de su especie, o mucho menos? ¿Cuáles aguas que bebió estaban limpias y cuáles envenenadas? ¿Qué bosque encontró robusto y defendido y cuál diezmado? ¿Viven algunos de sus hijos y descansan en este momento del invierno septentrional en algún bosque andino? Tenemos que seguir hablando de los pájaros, de los territorios que ellos y tantos otros seres claman heroicamente y a pesar nuestro como morada. De los bosques y la vida que sostienen, que son la comunidad y el camino, la memoria del mundo y su conciencia. De la gente que los recorre y los defiende. De la soberanía de unos seres que son tan marginales en los espacios del poder, pero que sostienen la esperanza y la posibilidad del futuro.Quiero terminar agradeciendo a todos los perros y perras, y a todas las personas que me ha acompañado y acogido en estos años de escritura. A Salomé Cohen, mi brillante y generosa editora, a las editoriales que han publicado mis libros, a la universidad de Wesleyan donde enseño y a mis estudiantes, que son mis maestros, a la FIL de Guadalajara y a la Universidad del Claustro de Sor Juana, a Laura Niembro y al resto del equipo que ha hecho posible que yo esté hoy aquí. Un especial agradecimiento, también, al jurado que me honra enormemente, al elegir este libro entre muchas obras de escritoras valientes, que creen, como lo hizo Sor Juana, en el acto de conmover y de irritar para contar los enredos del mundo y sus misterios, para revelar, sosegadamente, los otros ruidos. Muchísimas gracias.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
El galardón, dotado con 20.000 euros (cerca de 22.000 dólares), está considerado el reconocimiento público más alto a un compositor o compositora viva de la comunidad iberoamericana, según informó este lunes la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) de España en un comunicado.Tania León (1943, La Habana), ganadora de un Premio Pulitzer de Música en 2021 y del Premio Kennedy Center Honors en 2022, fue galardonada por "su experiencia artística que se proyecta como paradigma de comprensión y diálogo intercultural", según indicó el jurado.Junto a ello, el jurado reconoció "los exilios externo e interno que, como cubana en los Estados Unidos, han marcado su producción compositiva de alto reconocimiento internacional, así como a su posición como ser humano ante las coordenadas vitales por las que ha discurrido su trayectoria”."Siempre he sido fiel a mi filosofía. Me crié en una familia que tenían orígenes muy diferentes, crecí en una especie de pequeñita Naciones Unidas", explicó la ganadora quien aseguró tener "esa semilla mental de que el mundo debería ser igual para todos y no enfatizar tanto en las diferencias".Con más de 40 obras de cámara, orquestales, vocales y multitud de óperas, su forma de crear ha conseguido elevar la música latina en Nueva York: "Europa es la semilla de la composición, y en Estados Unidos se conocía muy poco la carrera de composición latinoamericana", precisó la artista.Su música se caracteriza por un estilo moderno de carácter cosmopolita, a la vez complejo y expresivo, basado en la incorporación de prácticas rítmicas derivadas de la diáspora latinoamericana, fusionadas con técnicas europeas en el Caribe, recordó la SGAE.Además, su obra siempre se ha marcado por su gran compromiso político. A través de la música se ha enfrentado al rechazo y a la misoginia, explicó la organización."Siempre he sido de perseguir mis propuestas y cuando me decían que no, no me dejaba amedrentar: Les daba la espalda y continuaba mi camino", dijo ella al respecto.León se fue de Cuba a los 24 años para emigrar a Estados Unidos. Afincada en Nueva York desde 1967, no pretendía dedicarse a la composición sino que su sueño era ser concertista y se formó como pianista, pero acompañó al coreógrafo Arthur Mitchell en el proyecto del Dance Theater of Harlem” y comenzó así "una de las carreras más brillantes y prolíficas de la composición en Latinoamérica", destacó la SGAE.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.