El reconocido periodista Heriberto Fiorillo falleció en la noche de este lunes 29 de mayo en su hogar a los 71 años. El también escritor, locutor y gestor cultural barranquillero deja un legado marcado por 40 años de carrera. Fiorillo se graduó como Comunicador Social y Periodista de la Universidad Javeriana de Bogotá. A los 25 años fue subdirector de la revista Cromos, y luego se convirtió en el editor del diario El Heraldo, precisamente de su natal Barranquilla, además de escribir para El Espectador. Dentro de su carrera también está el papel destacado que jugó en el desarrollo del cine-documental en la década de 1980, misma década en la que sería también subdirector y libretista del noticiero de las Siete, el cual tuvo mayor récord de audiencia noticiosa en Colombia, además de posteriormente ser director del Noticiero del Mediodía y el creador de Noticias Uno.Polifacético, también destacó en el campo de la literatura, con la publicación de los títulos "Arde Raúl", "La Cueva" y "Cantar mi pena", entre otros, asimismo, se desempeñó como locutor y productor de radio en Nueva York y además fue el director y creador de la Fundación La Cueva, organización que cuenta en la actualidad con uno de los premios literarios más importantes del país y del Carnaval Internacional de las Artes de Barranquilla. Hace dos años el Ministerio de Cultura, el El 16 de marzo de 2021 le entregó la medalla al mérito cultural, exaltando su "huella y un legado trascendental en Colombia y particularmente en Barranquilla. Él se ha destacado durante casi dos décadas por entregar a sus coterráneos un espacio que ha contribuido a la descentralización de la cultura y, como reza su eslogan, es un lugar único en el mundo”, según lo expresado por el ministro de Cultura de la época, Felipe Buitrago. “Este es un premio al trabajo que he desarrollado desde la literatura, el cine, el teatro y desde las artes en general. Este es un reconocimiento a un trabajo de ciudad y representa el esfuerzo desarrollado en pro de la cultura, no solo de Barranquilla, sino del mundo”, declaró Fiorillo en la ceremonia. Al conocerse la noticia, el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo Heins, propuso, como homenaje la creación de un concurso y un festival de cuento corto que lleve su nombre."Ojalá pudiéramos asegurarnos que el legado que él deja, como es la Fundación La Cueva, perdure por muchas décadas más y que nuevamente ese esfuerzo que él le metió a ese espacio, a esa fundación, al Carnaval de las Artes, pueda contar siempre con el apoyo no solo de la Alcaldía de Barranquilla, sino también de la empresa privada”, agregó. Recuerde conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Héctor Juan Pérez Martínez nació en Ponce en 1946, y desde muy pequeño la tragedia a su vida llegó: a los tres, con la muerte de Panchita, su madre, a causa de una tuberculosis y luego, a los diez, con la muerte de su padre, Luis. Así comenzó la historia del boricua más incomprendido que esperó su día de suerte, aunque siempre su condena fuera padecer en vida las canciones que cantaba. Muy joven y con apenas 17, se aventuró a viajar a Nueva York con el sueño de ser cantante y convertirse en sonero.En la gran ciudad, Héctor fue un aguacate de noventa libras que llegó para fajarse con los bravos. Allí, fue perfeccionando su estilo pasando por varias agrupaciones hasta que, auspiciado por Johnny Pacheco, conocería a Willie Colón, su colega. De este encuentro, la insolente e inexperta voz de Lavoe se unió con el agrio y poco técnico sonido del trombón de Colón y se cocinó en los estudios de Fania Records su primer trabajo discográfico. Nueva York fue la ciudad que le dio todo a Héctor, y también la misma que se lo quitó, incluso a su amigo Willie, que en 1974 le entregaría su orquesta.Detrás de esta decisión, estaba la naciente adicción que Lavoe tenía por las drogas, muy lejos de saber que se embarcaba en un crucero de placeres contra viento y marea, inocente de los tiburones de agua sucia que se le acercaron como si estuviera sangrando. Era la época dorada de la salsa y Lavoe acariciaba más que nunca la idolatría de sus fans y su condición iluminada con las manos, pero los descuidos y las irresponsabilidades en más de una ocasión acabaron con la disolución de su orquesta.Con el éxito, también aumentó los abusos de sus pérfidas adicciones acompañadas de severas depresiones y repetidas recaídas que lo llevaron a internarse en un hospital, donde la realidad lo tenía delirando mientras la prensa morbosa contaba que el cantante de los cantantes había perdido sus prodigios vocales por un maleficio de brujería. En sus siguientes álbumes poco a poco se ausentaron los buenos arreglos y los aciertos musicales escasearon. Sus letras, poco frenéticas y con un mensaje que iba más allá del hedonismo del malandro de "El Barrio", ocupaban ahora la cuota de éxito. La vida le empezaba a cerrar el paso y convertía su camino en tragedia, vivía su instinto autodestructivo sin descifrar la salida del laberinto de las drogas en el que estaba. Enfermo e inmóvil, decidió suicidarse. Él, tan impuntual como siempre, había decidido por primera vez cumplir una cita anticipada: la de su muerte. Pero esta nunca llegó. Su hazaña reveló una semiparálisis y un par de huesos rotos; su voz, intacta. A comienzos de 1992 su estado de salud se complicó y después del hermetismo y del secreto de su diagnóstico, se supo finalmente la verdad: La sangre de Lavoe estaba infectada con el temible SIDA. Este drama continuó agravándose más para el rey de la puntualidad. Ya estaba perdido para la vida. Nadie volvió a verlo, ni a mencionarlo, y como bruma, se fue desvaneciendo. En diciembre de ese año, un anónimo lo encontró tirado en una calle de Nueva York y lo internó en un centro de caridad para enfermos de SIDA. Allí y mientras estuvo internado, se dedicó a lo suyo, cantar, convirtiéndose en el paciente más famoso del hospital.Al ser desahuciado y luego de una complicación médica producto de un infarto y pasado el mediodía del martes 29 de junio de 1993, consecuencia de un segundo paro cardíaco, se fue yendo en silencio el más escandaloso sonero, víctima de las amenazas del mundo y del engaño de los negocios. En cuestiones de amor y de amistades, el pueblo fue su cómplice. Lo malcrió. Héctor Lavoe murió triste y vacío, de fracaso, de desamor por la vida, de pobreza, de angustia. La noticia de su deceso fue titular que alcanzó página entera. Así, se convirtió en mártir de la salsa, ese monstruo que ayudó a crear.
El cantante Bruce Springsteen vendió los derechos de su catálogo musical a Sony por unos 500 millones de dólares, informaron la revista estadounidense Billboard y el diario The New York Times. Esta venta, la más reciente de un frenesí de cesiones de derechos entre estrellas mundiales del rock desde 2020, incluye el catálogo musical grabado del artista así como sus creaciones como compositor, incluyendo éxitos como "Born in the U.S.A." o "Streets of Philadelphia", indicaron fuentes conocedoras del acuerdo a estos medios.Sony confirmó la adquisición en un comunicado, pero no detalló su monto. "Durante los últimos 50 años, los hombres y mujeres de Sony Music me han tratado con el mayor respeto como artista y como persona", dijo Springsteen en este comunicado de Sony. "Estoy emocionado de que mi legado continúe siendo cuidado por la compañía y la gente que conozco y en la que confío", afirmó.150 millones de discos"The Boss", como es conocido el roquero, vendió más de 150 millones de discos en medio siglo, tiempo en el que permaneció con el sello Columbia Records, filial de la multinacional japonesa Sony. Nacido en Nueva Jersey, Springsteen es una de las últimas estrellas de la música en vender su catálogo, siguiendo los pasos de Bob Dylan, Tina Turner o Neil Young, que lo hizo solo para una parte de su obra. Las adquisiciones de derechos musicales experimentan un boom, pues pueden resultar rentables en el largo plazo ya que el uso de cada canción genera el pago de derechos.Desde 2020, a raíz de la pandemia de covid-19, se han presentado grandes maniobras comerciales por la adquisición de derechos musicales, especialmente con el auge de plataformas de música en streaming. Los mercados financieros se muestran interesados por estos "portafolios" de artistas reconocidos capaces de generar flujos de ingresos estables por la explotación de sus obras.Transacciones recientes han alcanzado cifras astronómicas, que sin embargo no han sido oficialmente reveladas. En octubre, Tina Turner, de 81 años, vendió sus derechos musicales al grupo alemán BMG por una suma que se mantiene confidencial. El año pasado, Bob Dylan, de 80 años, vendió su catálogo publicado a Universal Music por un estimado de 300 millones de dólares. Mientras que Stevie Nicks, de la banda de rock Fleetwood Mac, hizo lo mismo con una parte mayoritaria del catálogo del grupo y habría obtenido 100 millones de dólares.El cantante estadounidense-canadiense Neil Young y el dúo Blondie también han firmado acuerdos por cantidades aún secretas, al igual que Shakira. Según expertos del sector, el aumento de precio en los catálogos de artistas comenzó antes de 2020 pero se dispararon con la pandemia debido a que los artistas se vieron privados de realizar giras y conciertos.
El 15 de diciembre de 1944, el reconocido director y trombonista Glenn Miller fue visto por última vez por una seguidilla de fans que le acompañaron minutos antes de entrar al aeropuerto de Clapham, a las afueras de Bedford, en Inglaterra, para abordar un UC-64 Norseman. Su destino era París para preparar el concierto de Navidad y elevar la cabizbaja moral de las tropas de su país que habían participado activamente junto con los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial para derrotar a Hitler y su régimen. Aunque el conflicto estaba por terminar, ese sería su último viaje.Minutos después del despegue, justo cuando sobrevolaba el Canal de la Mancha, se perdió todo tipo de contacto con el aparato y no se volvió a saber nada de él. Tras pasar nueve días desde su partida, Glenn Miller fue declarado muerto, y con él, la desaparición de una de las figuras más importantes de la música en la primera mitad del siglo XX. Desde este momento, muchas cosas se especularon al respecto, todas por supuesto, susceptibles de debatir. Algunos rumores decían que había caído en manos de los nazis y que había sido torturado por el III Reich hasta su muerte; otros, decían que su muerte y su desaparición no era más que un montaje amarillista que había sido elaborado la prensa. Sin embargo, la teoría conspiratoria que ha tomado más fuerza durante las últimas décadas es la que sugiere que Miller fue abatido por un escuadrón de 139 bombarderos de la Real Fuerza Aérea Británica que volvían de una expedición en Alemania y que dejaron caer sus bombas sobre las aguas del Canal de la Mancha. Esta teoría ha sido desmentida por algunos expertos que aseguran que la RAF no mató al autor de "In The Mood" y que en cambio, el avión se estrelló en el agua.Aunque el día del siniestro hacía mal tiempo y había demasiada niebla, el avión estaba conducido por un piloto con experiencia, probablemente el accidente fue ocasionado por un error humano, que convirtió en letal un fallo mecánico. Según The Guardian, el avión estaba volando demasiado bajo y por ende, expuso al frágil aeroplano a congelarse, provocando que en cuestión de minutos, el motor dejara de funcionar correctamente, provocando que la nave se viniera a pique y se desintegrara al impactar con el agua, razón suficiente que podría explicar por qué nunca se encontraron sus restos.Para su tiempo, Glenn Miller era considerado el rey del swing, un ritmo bailable y alegre que se desprendía del jazz. Miller, que además de formar su propia orquesta se destacó como trombonista e inmortalizó grandes hits como "In the Mood", "Moonlight Serenade" y "Chattanooga Choo Choo".
Tal vez en la historia de Cuba no exista un cantante más completo como lo fue Benny Moré. Dotado de una fluida voz de tenor con la que fraseaba notas de amor con cadencia sinigual y con un innato talento para componer boleros, mambos y montunos, Bartolomé (como era su nombre de pila), llenó su leyenda de azares con esa herencia africana con la que, luego de robarse el show, ascendió rápidamente al cenit de la cultura cubana como una de las glorias más importantes de la isla.Su vida, como su obra misma, está rodeada de leyenda. De él es poco lo que se sabe con certeza. Se dice que es descendiente de Gundo, un príncipe negro congolés llevado a Cuba como esclavo y comprado por el dueño de una plantación, cuya propiedad pasó luego a manos de un conde que le impondría su apellido; y que luego, con su voz, Benny inmortalizó para gloria de su pueblo: Moré.De Benny se dice que fue hijo de una mujer criolla y el mayor de una veintena de hermanos que nació hace un siglo en Las Lajas, una ciudad de la provincia de Cienfuegos, en el corazón de Cuba. A muy temprana edad aprendió a interpretar la música campesina y a tocar la guitarra en los cañadulzales; a los diez años, ya daba serenatas y a los diecisiete, decidió irse a probar suerte a La Habana.El distinguido estilo de su ropa y lo desgarbado de su figura le envolvían de un exquisito donaire y de una poderosa magia en el escenario. Solía vestir siempre un saco zoot suit, largo y de solapas anchas, una batahola holgada y ceñida a la cintura que colgaba de sus hombros con tirantes y zapatos de estilo francés, rematando con un sombrero italiano de ala amplia y un bastón que llevaba bajo el brazo derecho y que solía convertir en batuta para dirigir su orquesta. Todo un gentleman criollo.Su prodigiosa voz lo llevaría a grabar por primera vez en una sesión con Miguel Matamoros y con él, vendría una seguidilla de éxitos interpretadas con las orquestas de grandes leyendas de la música tropical como Tony Camargo, Pérez Prado y Bebo Valdés. Con el pasar de los años, sus estelares shows se fueron eclipsando por un progresivo deterioro de salud, producto de una cirrosis que rápidamente consumió la vitalidad de su hígado y le habría de arrebatar la vida en el verano de 1963.Lo cierto es que nadie encarnó jamás el sentir de la música cubana como Benny; su estilo magnético, que embruja al espectador y lo envuelve en un frenesí colectivo, es quizás su mayor proeza. Para el mundo quedan mambos como "Bonito y sabroso"; guarachas como "Se te cayó el tabaco"; guajiras como "Cienfuegos"; boleros como "Dolor y perdón", "¿cómo fue?" y "mi amor fugaz", y para su pueblo cubano el inmenso orgullo de haberlo tenido como uno de sus más ilustres hijos.
Vincent van Gogh encarna quizás al genio creativo cuya obra cautivo a todos los públicos por su fuerza y energía expresiva. Su vida, breve y surcada de efusivas amarguras que le condenaron a la locura empujándole a un trágico final, constituyeron una parte fundamental de este pintor holandés de pinceles chorreantes de vigor y mucho color que transformó paisajes y objetos e hizo de la luz un exquisito estilo para la historia del arte, creando un lenguaje artístico y personal que influenciaría de forma decisiva el desarrollo de las principales vanguardias artísticas del siglo XX.Fueron treinta y siete años los que vivió Vincent y aunque como escribió en sus memorias, siempre se consideró un hombre de pasiones. Pero se equivocó: él era la pasión de un espíritu atormentado por la grandeza de unos ideales por los que sacrificó toda su vida. Lograr adentrarse en la mente de este genio es penetrar un alma capaz de renunciar a todo para comunicar sus más íntimos sentimientos aunque pese a sus más de cuarenta retratos, su rostro aún siga siendo un misterio.Todo en su vida está estrechamente entrelazado: su correspondencia, sus sentimientos y su vida; es una mezcla indisoluble y homogénea que no es común en cualquier artista. La proclamada locura que padecía Vincent se entrecruzó entre las absentas y el brandy que solía beber en el segundo piso del pueblo en que vivía. Algunos llegan a creer que poseía demencia sifilítica; otros en cambio, decían que sufría de esquizofrenia. No obstante, la versión más aceptada (y aceptada por algunos académicos) afirma que Van Gogh padecía de psicosis epileptoide de carácter hereditario.Los primeros conocimientos que aprendió, los adquirió de manera irregular, pues tan solo acudió a la escuela un año y pasó dos en un internado de Zevenbergen. En su adolescencia viajó a Bruselas donde sufrió su primer desengaño al no conseguir la mano de Eugénie Loyer, la hija de la posadera donde se hospedaba. Tuvo varios pasajes en su corta vida, entre los que vivió junto a los hombres más pobres en Borinage, reduciendo su dieta en agua y pan, dándolo todo a los más necesitados. En 1880 partió a Bruselas siguiendo el consejo que su hermano Theo le había dado: dedicarse a la pintura.Vincent asistió a la Escuela de Bellas Artes donde sintió gran admiración por la obra de Millet y su cercanía con las pinturas campesinas. Durante su estadía en la casa de su padre, se enamoró de Kee Vos, su prima, una reciente viuda que tenía a su cargo un niño de cuatro años. Pero nuevamente los desengaños vendrían luego que ella se rehusara a amarlo y al sentirse rechazado, huyó a Ámsterdam.Vincent reconoció en alguna de sus memorias que no le era posible vivir sin amor y se declaraba un hombre con pasiones. Temía en convertirse en una piedra si no encontrara una mujer pronto. En tanto como olvidó a su prima, conoció a Clarine Hoormik; ella no solo había posado de modelo para él, sino gran parte de su vida había ejercido la prostitución. Sin embargo, esta historia de amor no duraría mucho, pues Clarine lo abandonó luego de tener otro hijo. Van Gogh estaba solo de nuevo.Era 1883 y para entonces, este genio había pintado ya más de treinta y cuatro óleos y empezaba a vivir la etapa más productiva de su obra. Dos años más tarde, sufrió la muerte de su padre y las indiscriminadas acusaciones por el supuesto asesinato de Margot Begemann, una mujer que se enamoró obsesivamente de él y que al no ser correspondida, decidió envenenarse.Vincent viajó a Amberes y allí se reencontró con el sentimiento puro de Rembrandt y los colores de Frans Hal, donde desarrolló la etapa media de su obra antes de viajar a París en 1886 donde estableció una amistad con Toulouse-Lautrec. Allí en la ciudad luz consolidó su pasión por la estética japonesa, cuyas estampas que había empezado a coleccionar desde su estadía en Amberes, le proporcionaron más lecciones de arte que sus propias conversaciones con Pissarro, Gauguin y Signac.En París empezó a pintar flores, abandonando las gamas grisáceas de sus primeros óleos y adentrarse en una escalada de colores exóticos y vivos. El artista ya había pintado desde la heterodoxia a partir de conceptos puntillistas y simbolistas pero sin encontrar un estilo que fuese suyo. En 1888 llegó a Arles, la que consideró un sueño japonés por la gama de colores de sus paisajes y el lugar que habría de servir para asentar una comunidad de artistas que el había soñado una vez. Si Van Gogh encontró en París el color, en Arles encontró la luz que plasmó una y otra vez en los lienzos que pintó.Aunque fueron los girasoles los que le aglutinaron su sentir con el amarillo como la síntesis de la luz, fueron las intensas noches provenzales las que despertaron en él una gran pasión por las estrellas impregnando sus obras nocturnas de un vertiginoso dinamismo y una energía que no había aparecido en sus anteriores óleos. Una de sus obras capitales, "La noche estrellada", lo demuestra.Una persona altiva y segura como Gauguin no podría jamás entender un espíritu indefenso como el del apasionado van Gogh y en cambio, debía tener en cuenta que pudiera terminar enfrentándose violentamente con él. Y sí sucedió. Para diciembre de 1888, la situación entre estos dos viejos amigos se agravó al punto que Vincent intentó agredirlo con una navaja de afeitar y al no lograrlo, se cortó el lóbulo de una de sus orejas para entregárselo a una prostituta amiga suya.Aunque estos sucesos señalaron a Gauguin de intentar asesinar a su amigo, en aquella ciudad no simpatizaban para nada con el pintor extranjero y exigían que fuera recluido en un sanatorio mental. A finales de 1890 fue internado en Saint Paul de Mausole, lugar donde convivió con quince enfermos mentales. Allí aceptó perder el miedo a la locura, una enfermedad que el mismo creía padecer. Como si presintiera el fin de sus días, aceptó la propuesta de su amigo Pissaro de trasladarse a Auvers-Sur-Oise, muy cerca de París a casa del doctor Paul Gachet, un amante del arte que podría cuidarle.En casa del doctor Gachet, van Gogh siguió pintando y entabló una estrecha amistad con él hasta junio de 1890, cuando recibió una carta de su hermano Theo en que le contaba las penurias y la enfermedad que sufrían él y su esposa. Luego de visitar a su hermano, cayó en un nuevo episodio depresivo, lo que llevó a que esta vez se disparara una bala en el estómago. Herido y ensangrentado, logró llegar al albergue por su propia cuenta y donde falleció cerca de la una de la mañana del 29 de Julio de 1890. "Me gustaría ir a casa ahora", fueron las últimas palabras que pronunció antes de morir.
Tras permanecer hospitalizado varias semanas en el Hospital Country 2000 de Guadalajara, falleció esta madrugada Vicente Fernández, la leyenda de la música ranchera, tras complicaciones derivadas de la inflamación de sus vías respiratorias en los últimos días y por el cual tuvo que continuar con apoyo respiratorio y ser ingresado nuevamente a terapia intensiva. El charro de 81 años había sido internado desde el pasado 6 de agosto luego de sufrir una caída en su finca Los Tres Potrillos que le dejó una fuerte lesión en las vértebras cervicales y de la que no pudo recuperarse por sí solo.Durante su extensa carrera que comenzó en 1964, Vicente Fernández cosechó grandes momentos en la historia del cancionero popular en México, lo que le valió ser considerado un símbolo de la cultura hispanoamericana y uno de los mejores exponentes de la música ranchera, lo que le valió dos premios Grammy, ocho premios Grammy Latinos, catorce premios Lo Nuestro y una estrella en el paseo de la fama de Hollywood, alcanzando una cifra de 70 millones de copias vendidas hasta 2019.Vicente Fernández nació en Huentitán el Alto, en el estado de Jalisco el 17 de febrero de 1940, en el hogar de Ramón Fernández Barba y Paula Gómez. Con apenas 14 años de edad, la futura estrella de la ranchera participó en un concurso amateur en Guadalajara en el que obtuvo el primer lugar, y a los 20 años, Vicente debutó en un prestigioso programa de televisión llamado La calandria musical en el que interpretaba grandes éxitos de Jorge Negrete y Pedro Infante, su ídolo. El 27 de diciembre de 1963 se casó con María del Refugio Abarca con quien tuvo tres hijos: Vicente, Gerardo y Alejandro. Tras pasar varios meses cantando rancheras en el cabaret El Sarape junto al Mariachi Amanecer de Pepe Mendoza y el Mariachi de José Luis Aguilar, con su voz alcanzó fama local que luego se extendió a las regiones a través de la emisora XEX-AM. Tras audicionar varias veces sin conseguir éxito, solo sería hasta el verano de 1966 cuando Vicente firmó su primer contrato con la filial de CBS en México, con la que grabó su primer disco de larga duración, "La voz que usted esperaba", en el que destacó "La copa rota" de Benito de Jesús, y "Perdóname" y "Parece que fue ayer" de Armando Manzanero.Tras el explosivo éxito de su primer álbum, le siguieron varios trabajos de gran renombre como "¿Cuánto te debo?" de Dino Ramos y Roberto Cantoral en Palabra de rey (1969) y "La cruz de tu olvido" de Antonio Valdés en ¡Arriba Huentitán! (1972). Sin embargo, su primer éxito internacional llegó en 1973 con "Volver, volver" de la autoría de Fernando Maldonado. El tema lo consolidó rápidamente como uno de los más grandes cantantes rancheros de todos los tiempos, rompiendo hasta entonces todos los récords de ventas en Hispanoamérica, España y Estados Unidos. Para ese mismo año, incursiona por primera vez en el cine en la película Tacos al carbón, dirigida por Alejandro Galindo y encarnando a Constancio Rojas, un humilde vendedor de tacos al que un día le cambia la suerte al ganarse un automóvil y el premio mayor que sorteaba una marca de detergentes.El éxito estuvo seguido de la grabación de los boleros "Perdón", de Pedro Flores e interpretado junto al Mariachi de Gilberto Torres; y "Desvelo de amor", de Rafael Hernández. Para 1974 ya era conocido en todo México y su carrera empezaba a despegar con las primeras giras que ofreció en algunos países de Latinoamérica. Ese mismo año lanzó otra exitosa producción para el sello CBS: El ídolo de México, en el que se destacaron "El Arracadas" de Gilberto Parra, "Las llaves de mi alma", de su autoría, y "El rey" y "Que te vaya bonito", ambos temas compuestos por José Alfredo Jiménez.En 1975 lanza El hijo del pueblo, otra producción con la que mantuvo su récord en ventas y con la que inmortalizó otros temas rancheros como "La ley del monte" de José Ángel Espinoza y "El hijo del pueblo", dos temas que incluyó en las dos películas homónimas en las que participó como Maclovio Arrieta y Vicente Aurelio Martino López respectivamente. En 1976 reinterpreta en el álbum A tu salud a su ídolo Jorge Negrete con uno de los primeros temas que lo hizo famoso: "Preciosa", de Rafael Hernández, y en 1979 lanza El tahúr al mismo tiempo que participa como protagonista en la película del mismo nombre —en la que debutó como director asistente— que cuenta la triste historia de Martín Estrada, un hábil jugador de naipes, y el triángulo amoroso con la esposa de Raúl Vidal.A comienzos de 1980, visitó Colombia por primera vez, emprendiendo una larga gira por las principales ciudades del país. Ese mismo año lanzó El tapatío con el que llegó a los primeros lugares con "Que te vas, te vas" de Cuco del Toro, "De qué manera te olvido" de Federico Méndez y "No me sé rajar" de Carmelo Frayle. En 1983 publicó el álbum 15 Grandes con el Número Uno que vendió más de un millón de copias, y al año siguiente, protagonizó su primer gran concierto en la Plaza de Toros México, la más grande del mundo, con una concurrencia de 54.000 espectadores.En 1987 lanzó Dos Corazones, un álbum a dueto con Vikki Carr, y en 1989 volvió a tocar los primeros lugares con el álbum Por tu Maldito Amor, del que se desprende el éxito internacional del mismo nombre e inspirado en la desgracia de Federico Méndez, el primer director artístico del charro, quien se suicidó tras sufrir una decepción amorosa. En este álbum también se destaca "Aunque mal paguen ellas", cantada a dúo con el cantante brasileño Roberto Carlos y que fue un gran éxito en la radio.Al finalizar la década, Vicente Fernández ya había posicionado en la región otros grandes éxitos como "La diferencia" de Juan Gabriel en 1982; "¿De qué me sirve ser rey?" de Tirzo Paiz en 1984; "Motivos" de Italo Piazzolante en 1987, y el internacional "Mujeres divinas" de Martín Urieta en 1988 y que contó con la participación de Chamín Correa y su requinto. En 1990, produjo el trabajo Las Clásicas de José Alfredo Jiménez y en 1992, Qué de Raro Tiene, del que se desprenden el tema que da nombre al álbum y "Acá entre nos", ambos temas compuestos por Martín Urieta. En 1993 publica el disco Lástima que Seas Ajena en el que además del éxito homónimo, incluye "Nuestro Juramento" y una nueva versión del tema "Perdón" esta vez, acompañado por su hijo Alejandro Fernández.En 1995 publicó Aunque me Duela el Alma; en 1997, Estatua de marfil; en 1998, Me Voy a Quitar de En Medio; y en 1999, estuvo de gira promoviendo su nuevo trabajo discográfico que rendía un tributo al trío Los Dandys. Ese mismo año fue nominado por la academia musical para recibir el Premio por Mejor Trayectoria Artística, en los premios Ritmo Latino en el Anfiteatro Universal de Los Ángeles. En el nuevo milenio, su producción musical estuvo marcada por el tributo que rindió a Agustín Lara en 2002, y los álbumes Se me hizo tarde la vida en 2004 y La tragedia de un vaquero en 2006. El 25 de septiembre de 2007 lanzó al mercado su álbum Para siempre, certificado como disco de diamante y oro en México; mientras que con esta nueva producción alcanzó su sexto disco de platino en los Estados Unidos a solo semanas de su lanzamiento. El sencillo "Estos celos" se mantuvo por más de tres meses en el primer lugar de los principales listados de popularidad de la Música Regional Mexicana, mientras que el álbum alcanzó el Disco de Diamante y de Oro por la venta de más de 550.000 unidades vendidas, únicamente en México. Gracias a su gira alcanzó Disco de Diamante en Colombia y un reconocimiento especial por la venta de más de un millón y medio unidades vendidas de la misma producción, a nivel internacional. Además, la canción que dio nombre al álbum fue elegida como tema principal de la telenovela mexicana de Televisa Fuego en la sangre (2008).En 2008 grabó Primera fila, un concierto totalmente en vivo desde la Arena VFG, título de su primer material editado en el formato Blu-ray, siendo el primer artista hispanoamericano en incursionar en esta modalidad. Por esta nueva grabación, Vicente recibió doble Disco de Platino y Oro en México, Disco de Platino en Centroamérica, Disco de Platino en Colombia, y Doble Disco de Platino y Oro en los Estados Unidos, donde permaneció seis semanas consecutivas en el primer lugar de Billboard y se convirtió en el DVD musical más vendido del año en toda la industria discográfica estadounidense.El 14 de febrero de 2009, Vicente Fernández presentó un concierto en el Zócalo de la Ciudad de México con más de 220.000 asistentes. En julio de ese mismo año, lanzó su producción Necesito de ti, que logró nuevamente un Disco de Platino y Oro en México y Disco de Oro en Estados Unidos. En 2010 salió a la venta la producción El hombre que más te amó, producida por el propio Vicente y dirigido por Javier Ramírez y al año siguiente presentó el disco Otra vez, con el que participó en la inauguración de los Juegos Panamericanos interpretando el Himno Nacional de los mexicanos.El 8 de febrero de 2012 anunció su retiro de los escenarios, no sin antes realizar una gira mundial que se extendió hasta abril de 2016 cuando realizó su último concierto de despedida en el estadio Azteca, cantando alrededor de 45 canciones. Sin embargo, anunció que aunque era su último concierto, no se retiraba de la música. Desde entonces, su vida estuvo llena de enfermedades, desde vencer un cáncer de próstata hasta una delicada operación a causa de un cáncer de hígado. En agosto de 2013, Vicente Fernández fue hospitalizado por una trombosis pulmonar de la que logró salir invicto del hospital.Con la muerte de Vicente Fernández no solo desaparece la última gran voz de la ranchera del siglo XX, sino el último sobreviviente de los "cuatro gallos" —además de Jorge Negrete, Pedro Infante y Javier Solís— que nutrió al cancionero mexicano con sones, huapangos y corridos, y que proyectó a la música regional en Latinoamérica como la máxima expresión cultural de ese país.
A los 78 años falleció este viernes en su casa en Carmel Valley el guitarrista Michael Nesmith, uno de los integrantes fundadores de The Monkees, mientras se encontraba desarrollando una gira de despedida junto a su compañero Micky Dolenz, ya que ambos eran los únicos miembros sobrevivientes del conjunto juvenil que gozó de gran popularidad en la década de los sesenta.“Con infinito amor anunciamos que Michael Nesmith falleció esta mañana en su casa, rodeado de familia, en paz y por causas naturales”, afirmó la familia en un comunicado enviado a los medios norteamericanos. “Les pedimos que respeten nuestra privacidad en este momento y les agradecemos el amor y la luz que todos ustedes le han mostrado a él y a nosotros”, señalaron.Nesmith, nacido en Houston, Texas, el 30 diciembre de 1942, tenía 23 años cuando se presentó a las audiciones para unirse a a The Monkees. La banda se había formado alrededor de la figura de los productores televisivos Bob Rafelson y Bert Schneider, con la idea de aprovechar la influencia de la música pop y el alcance de la televisión, creando una serie de televisión que aunase ambos conceptos. The Monkees seguiría las aventuras de una banda de pop, ofreciendo canciones y actuaciones.El guitarrista se unió a Dolenz, Davy Jones, y Peter Tork, participando en la serie con la condición de interpretar las canciones compuestas por Tommy Boyce y Bobby Hart, encargados del departamento de producción musical del programa. Sin embargo, Nesmith consiguió interpretar algunos temas propios, los cuales acabaron por darle beneficios muy superiores a los del resto de compañeros.En 1966, The Monkees se estrenó en la NBC, convirtiéndose en un éxito instantáneo. El primer número uno del grupo llegó de la mano de Neil Diamond con I'm a believer, repopularizada casi cuatro décadas después por la banda Smash Mouth. Sin embargo, las críticas se manifestaron con sus miembros, tratados como una banda de rock falsa, prefabricada por la cadena. Desde entonces, la banda luchó por conseguir una mayor autonomía, componiendo canciones propias con las que pudieran competir con bandas de la talla de The Byrds o The Beatles. Con su tercer álbum, Headquarters, pudieron interpretar y escribir sus propias obras. Un año después, Nesmith abandonó el grupo y aprovechó para grabar su primer álbum en solitario, Wichita Train Whistle Songs, y fundar The First National Band, que bajo el sello RCA grabó otros dos álbumes en la década de los setenta.
"Lo que me parece bello, lo que me gustaría hacer, es un libro sobre nada, un libro sin ataduras exteriores, que se sostendría por sí mismo gracias a la fuerza interior de su estilo". Esto fue lo que le confesó Gustave Flaubert en una carta a Louise Colet escrita en 1852, y una frase que ya había inmortalizado de forma ampulosa y precisa en "Noviembre", su primera novela publicada diez años atrás cuando apenas tenía 20 años. En esta temprana obra, transgresora y algo irónica, Flaubert explora los sutiles mecanismos de la atracción erótica y los remordimientos provocados por las relaciones adúlteras y el lado pasional de las relaciones humanas, reuniendo en ella su fuerza literaria y su obsesiva preocupación estética del lenguaje, anticipándose así a ser uno de los más grandes literatos de la Europa del siglo XIX y situándose como un puente entre Balzac y Proust."Cuando leo a Shakespeare me vuelvo más grande, más inteligente y más puro. Llegado a la cima de una de sus obras, me parece que estoy en una alta montaña: todo desaparece y todo aparece. Ya no se es hombre, se es ojo; surgen horizontes nuevos, las perspectivas se prolongan hasta el infinito". Así seguía escribiéndole el joven en cartas a su amada Colet. Y si se trataba de amores, Gustave sabía distinguir entre la vanidad y el orgullo. En cierta ocasión, Louise le reprochó no destinarle más atención a ella increpándole de arrogante y vanidoso, a lo que Flaubert le responde que la arrogancia no es su fuerte y que tampoco lo es la vanidad, porque por principio se consideraba un ermitaño.Mientras que Flaubert escribía sobre el orgullo, al que llamaba un oso blanco soberano sobre un tempano de hielo, aseveraba que la vanidad era como un loro que parloteaba de rama en rama escandalosamente buscando atraer las miradas. Curiosamente, Gustave tenía tendido sobre su casa una piel de oso blanco, sobre la cual se tendía a pensar y a escribir, y con la que con cierta sorna admitía el orgullo de parecerse a este animal imposible de acariciar. Quizás de allí, de sus letras, de su estilo y de sus historias, haya algo del espíritu salvaje y huraño del que siempre bebió.Pero al final de su vida, sentía un gran disgusto al ser especialmente conocido por "Madame Bovary", una novela que, para él, tenía el tema menos sublime de cuantas escribió. “¡Nunca en mi vida he escrito algo más difícil que lo que hago ahora, diálogos triviales!”. “¡Tengo que hacer hablar, en estilo escrito, a gentes de lo más vulgar!”, se lamentaba el escritor ya enfermo en su lecho de muerte.Aunque Flaubert fue uno de los escritores más importantes de su tiempo, tras la publicación de “Madame Bovary”, la burguesía provinciana se resintió de que él fuera la máscara de la moral y la decencia religiosa que los retrató en toda su estupidez:, desde Charles Bovary y el pastor de la aldea ficticia de Yonville-l'Abbaye hasta el farmacéutico Homais. Sin embargo, la satisfacción que sintió la sociedad en Rouen fue inmensa cuando fue acusado por primera vez en 1856 después de la primera publicación de su novela, siendo acusado de violar "la moral y la religión". Sin embargo, después del juicio Flaubert se convirtió en un autor de superventas con más de 30.000 copias vendidas. "Retomaré mi vida plana y tranquila, en la que las frases sean solo aventuras en la que no recoja más flores que metáforas. Escribiré como en el pasado, escribiré por placer, para mí", le escribió a Madame Schlésinger en una de sus cartas. Pero el arte era lo último para Flaubert. A veces le tomaba varias noches escribir una frase o cambiar algunas palabras. "Una frase es viable si se adapta a todas las exigencias de la respiración. Sé que es bueno cuando puedo leerlo en voz alta", decía. El arte le servía como un escudo protector contra las exigencias irrazonables de la realidad y cuyo eterno glamour le hacen un maestro de su tiempo y con el que se considera que nace la modernidad literaria.Pero por encima de estas novelas se encuentra "L'Éducation sentimentale", la historia moral de Flaubert sobre los hombres de su generación; su novela que hace época, ingeniosa, grandiosa y desilusionante con los numerosos e impresionantes cuadros escénicos y, por último, pero no menos importante, una base autobiográfica. La novela comienza en el vapor del Sena con Frédéric Moreau y Madame Arnoux. El joven Frédéric se las arregla para agarrar su largo pañuelo con las rayas moradas antes de que caiga al agua. La escena se inspira en el bello incidente que tiene lugar en la vida real de un joven Gustave de quince años en una playa de Normandía en 1836, donde encuentra una bata roja con rayas negras que la marea amenaza con arrastrar. Ese albornoz pertenece a Madame Schlésinger, una mujer casada, que es once años mayor que él y de la cual el futuro escritor se enamoró. Ella es "el único amor" de su vida, dirá más tarde en las “Mémoires d´un fou”. El amor de Frédéric por Madame Arnoux, por otro lado, es el único, verdadero, de toda la vida, a pesar de algunas aventuras amorosas.Las letras compensan la distancia de Flaubert y el rigor de la forma en su literatura. En ellas, Flaubert se desahoga con letras espontáneas, drásticas e inmediatas. Más de tres mil han sobrevivido; en Francia están disponibles en volúmenes en estuches, dispersos, seleccionados en alemán. En el ocaso de su vida, manifiesta en “Bouvard y Pécuchet” su desprecio burgués, incluso al burgués que habitaba en él mismo. En esta obra, Bouvard y Pécuchet son dos enciclopedistas para los que todos sus conocimientos son inútiles, excepto por la idea de que este conocimiento siempre será insuficiente, en realidad no saben nada. Este saber a medias, impregnado de ignorancia y sinsentido, se refleja en las frases vacías que Flaubert recogió en su "Diccionario de lugares comunes" desde 1850 con ideas grandiosas y modismos vacíos con los que el mundo conmemora, luego dos siglos de su nacimiento, que la estupidez sigue siendo universal y que como Flaubert dijo en "Salambó": “escribir es vivir”.
Hablar de la obra de Clarice Lispector es hablar de uno de los mayores mitos de la literatura de la segunda mitad del siglo XX y a la vez es una invitación a conocer esa extraña mujer que a través de sus obras permite ver, cual si fuera un velo, rastros de su vida artística, de la incomprensible lógica de su mundo y su madurez que, envuelta en llamas, le augura una cercanía inexorable con la muerte.Chaya Pinkhasovna Lispector nació el 10 de diciembre de 1920 en Tchetchelnik, un pueblo ucraniano en medio del frío y la hambruna, y fue la tercera hija del matrimonio de una pareja de origen judío que huía en una época de convulsión social. Al año siguiente de su nacimiento, su familia tuvo que huir de los constantes pogromos antijudíos del Imperio Ruso, primero a la región de Moldavia y más tarde, en 1922 a la ciudad de Maceió (la capital del estado de Alagoas), donde vivían desde hace tiempo unos familiares suyos. Al llegar a Brasil, la familia cambió sus nombres: su padre, Pinkhas, se convirtió en Pedro, su madre, Mania, en Marieta, y ella, Chaya, recibió un nuevo nombre: Clarice.Tras vivir una década lejos de su tierra y despojada absolutamente de todo, la madre de Clarice, que había sido violada durante la Primera Guerra Mundial, murió de sífilis, misma enfermedad que había contraído desde que fue abusada. Sin embargo, aunque Clarice siempre supo sobre su origen, la muerte de su madre marcó en ella un profundo sentimiento de culpa que atravesaría su vida y su obra creativa como escritora. A los diez años, Clarice se mudó con su familia a Rio de Janeiro y gracias al empeño que había puesto el padre sobre su excepcional talento, pudo ingresar en uno de los reductos de la élite, la Facultad de Derecho Nacional de la Universidad de Brasil. Pese al esfuerzo, ella perseguí su sueño en las redacciones de los periódicos más prestigiosos y leídos de Brasilia.El mismo año en que publicó su primera historia conocida, "El triunfo", su padre muere, por lo que antes de cumplir los 20 años, Clarice ya era huérfana. Al año siguiente publicó "Cerca del corazón salvaje", por la que recibió el premio Graça Aranha como mejor novela. Aunque en 1943 Clarice se casó con el diplomático Maury Gurgel Valente, un viejo amigo al que conoció mientras estudiaba Derecho, acabó separándose de este en 1959, tras lo que ella siempre llamó "una aburrida vida de esposa perfecta". Durante este tiempo, viajó a Napoles donde fue voluntaria en los hospitales que atendían a soldados brasileños heridos en el campo de batalla durante la Segunda Guerra Mundial.Pese a ser una incansable viajera, Clarice nunca se encontró acogida en algún otro lugar que no fuera Brasil. La lejanía con esa tropical tierra que le acogió cuando no superaba los cinco años de edad, despertó en ella un profundo letargo de depresión del que solo podía escapar dándole rienda suelta a su inquieta narrativa. Para 1949, Lispector publica "La ciudad sitiada", en 1952 publica "Algunos cuentos" y en 1954 se publicó la primera traducción al francés de "Cerca del corazón salvaje".Aunque se había afincado en Berna hacía algunos años atrás, Clarice decide regresar a Brasil en 1959, donde publicó "Lazos de familia", un libro de cuentos bastante aplaudido por la crítica, y un año más tarde la novela "La manzana en la oscuridad", que fue llevada al teatro años más tarde. Sin embargo, fue en 1963 cuando Clarice publicó la que es considerada su obra maestra, "La pasión según G.H.".Su inexpugnable personalidad era única: pocas veces se presentaba en las entrevistas, y si lo hacía, sus lacónicas y esquivas respuestas enfurecían al mundo. Para 1966, mientras la escritora dormía, un cigarrillo encendido en su dormitorio acabó por incendiarlo y a ella, por propinarle quemaduras en gran parte de su cuerpo. Aunque su mano derecho se vio muy afectada y por poco tuvo que ser amputada, nunca pudo recuperar su movilidad y como si fuera poco, el accidente acabó por afectar su estado de ánimo y las notables cicatrices en su cuerpo le causaron continuas depresiones.Clarice Lispector falleció en Río de Janeiro el 9 de diciembre de 1977 a los 56 años, en la víspera de su cumpleaños, víctima de un cáncer que no fue detectado a tiempo. Fue enterrada días después en el cementerio de Cajú y su lápida lleva su nombre en hebreo: Chaya Bat Pinkhas, “la hija de Pinkhas”.
Las primeras experiencias musicales de Carl Nielsen consistieron en escuchar cantar a su madre, a su padre interpretar el violín y la corneta de pistones; y estudiar tres grandes clásicos de la música europea: Bach Mozart y Beethoven.A pesar de su pobreza, los padres de Carl Nielsen le encaminaron y le inscribieron en el Conservatorio de Copenhague. Allí comenzó a componer con su innato sentido de la armonía.Su cultura general incluía las mitologías, escandinava y griega, Shakespeare y Goethe. A los cinco años de estar allí, en 1889 ya se ganaba la vida como violinista de la orquesta Real.Carl Nielsen compuso música de género diverso; el catálogo de sus obras incluye óperas, música incidental y seis sinfonías. Su estilo, aunque original, tiene mucho en común con el de los compositores románticos de la segunda mitad del siglo Diecinueve, pero el sabor de su música es marcadamente nacionalista. Lo mismo se puede decir de su música de cámara, reconocida en su poderosa originalidad.Carl Nielsen, nuestro invitado a esta audición del Músico de la Semana, escribió su primera sinfonía en 1892 y la segunda casi diez años después. Los Cuatro Temperamentos, como así título a su obra, muestra las razones por las cuales las seis sinfonías de Nielsen constituyen uno de los más grandes tesoros del desarrollo de la forma en el siglo XX.Esta sinfonía no se atiene a ninguna clase de programa, como fue usual entre los contemporáneos de Nielsen. El título no es más que una indicación general, y cada movimiento evoca un carácter de la personalidad humana.El primer movimiento, es Allegro colérico; el segundo, Allegro cómodo y flemático; el tercero, Andante melancólico y el cuarto Allegro sanguíneo.Fuera de su labor como compositor Carl Nielsen llevó una activa vida musical; hasta 1914 fue director de la Real Orquesta Danesa, y más tarde ocupó la misma posición en el Conservatorio. Entre los compositores daneses del siglo XX, Nielsen es quizás el único cuyo nombre tuvo una amplia divulgación fuera de su país natal.La primera obra de Carl Nielsen compuesta específicamente para orquesta fue la inmediatamente exitosa Suite para cuerdas (en 1888), que evocaba el romanticismo escandinavo expresado por Grieg y Svendsen. La obra marcó un hito importante en la carrera de Nielsen, ya que no solo fue su primer éxito real, sino que también fue la primera de sus piezas que él mismo dirigió cuando se representó en Odense un mes después.Podrá escuchar más acerca de la vida del compositor francés y apreciar algunas de sus obras en la nueva edición de El músico de la semana, el lunes 5 de junio a las 3:00 p.m. por nuestra señal en vivo.
Originalmente, estas palabras que están leyendo estaban pensadas para ser leídas hacia mediados de mayo, como pueden intuir, el retraso es evidente.Por favor, bajen las antorchas literarias y déjenme exponer mi caso. Podrán decidir a lo largo de este texto si soy digna de la hoguera o no. El libro llegó a mí como todas las cosas buenas que pasan en la vida, por azar y por amor. Un amigo muy cercano me preguntó si quería formar parte de reseñar este libro con una corta explicación de lo que se trataba, acordamos que así sería.En medio de ajetreos, me entregó el libro. Lo primero que me llamó la atención fue su portada, donde Carlo Airoldi luce pletórico, con una pinta de luchador bigotón que no se puede superar. El hombre parece listo para abatirse a puñetazos en la Londres de Jack London. Y su título, que se me quedó en la cabeza dando vueltas, El Truco es Resistir, me asaltaba en momentos diferentes del día, todos los días, como un taladro.El momento que elegí para leerlo sería un viaje de 15 horas en carretera hasta Arauca. En medio de la mañana, en alguna parte de la vía mientras a lado y lado solo hay llanura, me encontré cara a cara con el mito, Carlo Airoldi, y su sueño olímpico. Su alma inquieta por naturaleza y el amor a correr, a echar a andar los pies hasta que el cuerpo pida tregua. El libro comienza con un relato fantástico y una oda a la competencia y el honor, mientras Carlo corre 1.000 km entre Torino y Barcelona. “Estoy completamente exhausto, no tengo un ni un musculo que no me duela, no hay postura que alivie mis dolores. Y sonrió porque esto quiere decir que el dolor y el cansancio no son verdadero, y así engaño un poco. Louis me mira y su mirada es la misma que comenzó a dirigirme después de la primera semana de carrera. La misma mirada, cada vez más larga, que me mantuvo después de que dejamos atrás Italia, a nuestra llegada a Marsella. Los mismos ojos incrédulos cuando entendió que lo enfrentaría hasta Barcelona, hasta la meta.”Para dar un aproximado más cercano, esto sería la distancia desde Bogotá a Ibarra, la primera ciudad ubicada después de nuestra frontera con Ecuador, a unos 100 km de Ipiales, la última población de Colombia hacia la frontera. En esa barbaridad de distancia, Carlo Airoldi no solo probó su talento, fuerza y brío, sino también su corazón.En el último kilómetro solo eran Carlo y Louis Ortégue, el francés, que solo se ponía comunicar con Carlo por señas, “El solo hablaba su francés”. Justo antes de llegar a Barcelona, este último se desploma por el agotamiento y la dura prueba que supone recorrer esta distancia, como un ovillo en el piso, rendido. Carlo se devuelve justo cuando quería acelerar para tomar ventaja, una carrera no puede terminar casi para ningún atleta. Carlo lo toma en sus brazos y se lo cuelga a la espalda. Al llegar, aclara que él es el primero y el francés el segundo. Maravillados por su gesto, los organizadores deciden entregarle un premio metálico para que pueda volver a Milán, su hogar, en tren.Me conmovió tanto este gesto de Carlo que tuve que leerlo varias veces estas páginas, por si había perdido algún detalle, había leído alguna palabra que no era, pero en un gesto de honor, respeto y competencia, sucedió. Cerré el libro para tomar un poco de aire y visualizar a Carlo en ese momento. En mi mente, y a pesar de que la narración de Agostinelli no da estos detalles, me tomaré esta licencia que solo ser lector permite: lo imagino hinchado, bajo un sol sin tregua, lleno de polvo, mientras este se pega a él como lodo por el sudor, tratando de desviar su mente del dolor que supone seguir durante días una ruta y enfrentarse a sí mismo, para luego, en lo que en mi cabeza luce como agonía, tener este gesto de profunda humanidad y amor al deporte.Mi confesión es que este trocito de relato de Agostinelli me obsesionó durante días, en los que no podía pasar de estas páginas, releerlo y releerlo para añadir más datos a mi cabeza. Mientras estaba en una hamaca, en la calurosa Arauca, pasé de página como si nada, para encontrarme con algo todavía más alucinante, aún más mitológico, olímpico.Durante su viaje de vuelta a Milán desde Barcelona, Carlo se va a enterar de lo que se puede considerar los primeros Juegos Olímpicos modernos, en 1896 en Atenas, y de lo que será su obsesión durante un año y probablemente toda su vida: la carrera olímpica la Maratón - Atenas (40 km), que parte desde la ciudad de Maratón y terminaría en el Estadio Panathinaikó en Atenas para cerrar las olimpiadas. Desde este momento, para Carlo, todo se traduce a ese momento en que entra triunfal a un estadio abarrotado que aclama a gritos a su nuevo héroe.Sin ánimo de arruinar para nadie esta obra, porque creo que no solo merece ser leída, sino masticada, página a página, esto llevará a nuestro héroe a asumir la tarea absolutamente delirante, por necesidad y hambre de gloria, de caminar desde Milán hasta Atenas, unos 2000 km y un tramo del Mar Adriático. En dimensión latinoamericana, esto sería como caminar desde Bogotá hasta Cajamarca, Perú, atravesando todo el sur del país por Pasto y de punta a punta a Ecuador. Aun hoy, con todas las vías y carreteras modernas, es una locura; imaginémoslo en el siglo pasado, por territorios escarpados y sorteando áreas incomunicadas por vía.Por páginas y páginas, vemos el camino de Carlo durante 28 días. Este relato, al estilo de los cuentos de vieja escuela, al estilo de las “Las Mil y noches” o “En busca del tiempo perdido” de Proust, esa forma clásica de narrar una proeza, que te mantiene en vilo; me devolvió una parte de asombro y fascinación, esa capacidad para sorprendernos que solo tienen los más jóvenes. En medio de estas páginas, encontré una prueba humana fascinante. Carlo y su relato, mejor dicho, su vida y obra, me dieron un poco de fuerza para sortear mi propia carrera. En estos días de turbulencias y desasosiego, estas páginas me recordaron que podía resistir un poco más y aprender a sufrir con gracia, como una prueba del carácter humano, no para no rendirse, sino para jugármela por lo que vale la pena. Eso debe ser personal para cada persona. El título que lleva este libro me ha acompañado como un mantra, recordándome que sufra con estilo, con pundonor, y lo deje ir cuando ya sea suficiente.El truco de resistir creo que no solo está en aguantar, sino en honrar los pasos que se dan en el camino, reconociendo el padecimiento de cada uno de ellos y acostumbrando al cuerpo al dolor que solo da el amar con ganas y con cada fibra del alma al juego, a la competencia y a la vida. El desenlace de este libro es tan doloroso como alentador. Agostinelli logra en estas páginas recuperar un poco de la esencia de los libros de mitología y mezclarlos con una excelente crónica que se puede devorar, masticar o, como lo hice yo, rumiarla.
De hecho, el filme, que se estrena este viernes, está basado en la obra homónima que el escritor estadounidense publicó en 1978 con gran acogida por parte de sus lectores."No es real. No es real. No es real", reza el inquietante eslogan de esta cinta dirigida por el británico Rob Savage ("Host" y "Dashcam") y que cuenta con las actrices Sophie Thatcher ("Yellowjackets") y la jovencísima Vivien Lyra Blair ("Obi-Wan Kenobi") como protagonistas."Recuerdo haber leído la historia cuando era pequeño, así que sabía que podía ser aterradora para el público y aún más para los fanáticos de Stephen King. (...) Quería que esta vez fuera una criatura sangrienta pero que también supusiera una amenaza física contra la que luchar", explicó Savage en entrevista con EFE.La trama relata la historia de la estudiante de secundaria Sadie Harper (interpretada por Thatcher) y su hermana menor Sawyer (Blair) cuando pierden a su madre y no reciben el apoyo necesario por parte de su padre (Chris Messina), un terapeuta que lidia con su propio dolor.Entonces, mientras el pequeño mundo familiar se derrumba, el progenitor ofrece ayuda psicológica a un paciente desesperado que se presenta en su casa acechado por una aterradora entidad sobrenatural que se alimenta del sufrimiento humano."Pregunté a psicólogos reales para que me explicaran mejor cómo interpretar este papel y qué tipo de terapia se supone que estaba aplicando. Además, se notó que el director conocía muy bien el género porque me guio a la perfección", comentó Messina, quien también apareció este año en "Air", en declaraciones a EFE.Una postura con la que coincidió Thatcher, también presente en la conversación con EFE, añadiendo que Savage le recomendó películas como "Don't Look Now" (1973) u "Ordinary People" (1980) para ayudarla a conocer mejor su personaje.Es entonces cuando aparece en escena el coco, hombre del saco o "boogeyman" (en inglés), una criatura que, dependiendo de la cultura, puede adoptar apariencia humana o configurarse como una especie de monstruo con cabeza y dedos alargados que molesta a niños y padres.Estaba previsto que la cinta se estrenara directamente en el servicio de "streaming" Hulu pero, tras una exitosa proyección de prueba a finales del año pasado, se anunció que pasaría primero por las salas de cine.Sus creadores quisieron consultar la visión de Stephen King acerca de esta obra en una maniobra inusitada que pasó por alquilar su cine favorito en Portland (Maine, EE.UU.), ciudad natal del autor, para que la viera como en casa."Él sabe lo que no le gusta y, si le hubiéramos fastidiado la historia, nos lo habría dicho. En cambio, nos envió un precioso ensayo sobre lo mucho que le había gustado la película", aseguró Savage, quien añadió que fue el mismo King el que sugirió que la película se estrenara en cines, públicamente semanas atrás.Scott Beck y Bryan Woods ("A Quiet Place"), así como Mark Heyman ("Black Swan") se encargaron del guion de esta cinta que ha contado con un presupuesto ligeramente superior a los 40 millones de dólares y que encontrará en la película "Spider-Man: Across the Spider-Verse" (Sony Pictures) su principal contendiente en la taquilla del fin de semana.El resto del reparto de "The Boogeyman" lo completan, entre otros, Marin Ireland ("The Umbrella Academy"), Madison Hu ("Bizaardvark"), LisaGay Hamilton ("Vice") y David Dastmalchian ("Boston Strangler").No será la primera vez que esta leyenda aterrice recientemente en el mundo del cine porque Universal Studios lanzó el año pasado la película "The Black Phone" cuyo personaje principal, encarnado por Ethan Hawke, también estaba inspirado en el coco u hombre del saco.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Hablar de Henry Purcell (1659 - 1695) es remitirse a uno de los nombres más aclamados (si no el más) de la historia de la música barroca inglesa, gracias a su destacada obra que se expandió en diversos géneros en el corto tiempo de producción que tuvo, debido a su fallecimiento a los 35 años de edad. Dentro de su destacado repertorio, una de las composiciones más importantes es El rey Arturo, una semiópera en cinco actos con libreto del poeta John Dryden basada en el personaje de la literatura europea, especialmente inglesa y galesa que según los registros se representó por primera vez en el Queen's Theatre, Dorset Garden de Londres, a fines de mayo o principios de junio de 1691. Como era costumbre para la época, contrario al imaginario de la representación de una obra de estas características, los personajes no suelen tener espacios de canto (siempre y cuando no posean propiedades especiales para la trama, sobre todo, sobrenaturales), por lo que los personajes son en vez de interpretes, actores. La trama de la ópera esta basada en las batallas entre las tropas británicas del rey Arturo y el pueblo sajón, dejando de lado la tradicional historia basada en las leyendas del castillo de Camelot. En la trama sin embargo, sí aparecen los personajes tradicionales de estos cuentos, como Merlín, además de la aparición de personajes como Cupido y Thor. La historia por supuesto se valdrá de las temáticas del siglo XVII, en la que podremos ver al rey Arturo en una cruzada por recuperar a su prometida, la princesa Cornualles Emmeline, que ha sido secuestrada por el rey sajón Oswald de Kent. El primer acto de la ópera inicia justamente con el rey Arturo, después de diez años de batallas contra los sajones, manteniendo firmemente en su poder a todo el reino a excepción de Kent. Los sajones están dirigidos por Oswald, que se ha propuesto conquistar no sólo el reino de Arturo, sino también a su amada, la ciega Emmeline, hija de Conon (duque de Cornualles). Arturo se despide de ella antes de la decisiva batalla final contra el invasor pagano. La historia por supuesto derivará una vez más en el amor y el protagonista triunfando por encima de cualquier desgracia y tempestad. El rey Arturo fue representada al menos dos veces durante la vida de Purcell y continuó representándose a fines de la década de 1690, manteniéndose hasta nuestros días como una de las puestas en escenas más representadas y difundidas de la historia. Podrá escuchar el domingo a las 9:00 p.m. en Canto y música coral esta ópera interpretada por Nancy Argenta, Linda Perillo, Julia Gooding, Jamie MacDougall, Brian Bannatyne-Scott, Gerald Finley, el Coro y El Conjunto The English Concert bajo la dirección de Trevor Pinnock en nuestra señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Entre las obras expuestas del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) destaca "Ulises", una enorme máscara de cuero negro, látex y acero inoxidable con la que el artista plástico David Lozano representa a un "cuerpo oscuro sometido a las pasiones y deseos, a veces reprochables para una sociedad mojigata". El "temor" que inspira esta máscara "dialéctica" se rompe cuando el público se acerca a la obra y desde su parte trasera se adentra en un interior cubierto de tela de peluche que recuerda que la realidad tiene "dos caras".Esta pieza suspendida del techo de la sala hace parte de la serie "Ulises, cuerpo gaseoso", una instalación que recrea el sauna masculino "Ulises" de Bogotá, espacio que Lozano define como un "lugar de la memoria" que estuvo en auge en la década de los 90 y que aún continúa activo."Algunos de mis amigos que iban a Ulises y a otros sitios murieron. Digamos que es un homenaje a todos esos amigos y no amigos que murieron y desaparecieron durante la pandemia (de VIH/Sida)", relata a EFE el artista.Esperma sobre tinta azúl Un centenar de abstractas eyaculaciones se superponen a la palabra "sementerio" con la que, en tinta azul, fueron marcadas las hojas de papel sobre las que reposan las muestras de esperma de quienes participaron en esta obra en la que Wilson Díaz reflexiona sobre la existencia sexuada, haciendo énfasis en la noción de muerte.Como pieza estrella que da nombre a la exposición destaca un revelado parcial de plata en gelatina de Miguel Ángel Rojas con la que se responde al "pánico vivido" en la década de los 80 por el "peligro y violencia asociados al contagio del vih", acrónimo que los artistas decidieron escribir en minúsculas para "transformar su peso simbólico". En ella se vislumbra una fusión de dibujo tras los cuales se distinguen algunas escenas de sexo, pequeñas figuras que irradian angustia y hasta la propia muerte.Los videos experimentales también tienen presencia en esta exposición con artistas como Camilo Acosta y Santiago Lemus, quienes en "Los Amarillos" reflexionan acerca de la ictericia que experimentan algunos pacientes de esa enfermedad, fruto de los efectos secundarios de los antirretrovirales que les amarillean la piel.Como extensión de esta pieza audiovisual, Acosta y Lemus protagonizaron este jueves en el Mambo "Manifiesto amarillo", una performance en la que ingirieron más de una decena de papeles amarillentos y mojados en los que se leían frases como "El vih no es una enfermedad, es un síntoma político".Más allá del VIHLa exposición se presenta junto a una línea de tiempo en la que se hace referencia a algunas obras creadas por artistas y colectivos colombianos, así como algunos testimonios y documentos que datan desde comienzos de los años 80 hasta la actualidad, a fin de examinar "la profunda historia cultural de la crisis del sida".Bautizada como "Hilos de sangre: Historias y memorias del vih/sida en Colombia", esta línea temporal se enmarca dentro de una investigación del artista colombiano radicado en Nueva York Carlos Motta y el investigador Pablo Bedoya."Nos dimos cuenta de que no había realmente una fuente visitable y accesible públicamente en Colombia a la cual uno se pudiera acercar, si quisiera conocer acerca del vih. Tanto Pablo como yo pensamos que eso era una gran falta en la memoria histórica del país", explicó a EFE Motta.Como parte de este ciclo expositivo disponible hasta el 11 de junio, Motta también inunda las paredes del MAMBO con "Stigmata", exposición antológica que, más allá de hablar del VIH en piezas como "La caída de los condenados" cubre otras aristas relacionadas con la experiencia de la democracia desde la perspectiva de los grupos minoritarios.No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.