Miradas es un colectivo de fotógrafos colombianos conformado por excombatientes, artistas y gestores culturales, que realiza talleres de fotografía documental para promover la construcción de la memoria histórica del proceso de paz en Colombia y retratar la vida en las comunidades de las regiones más afectadas por el conflicto armado.Desde que en 2016 alrededor de 13.000 insurgentes de las FARC firmaran la paz con el Estado colombiano, más de 400 han sido asesinados, "Miradas nos ha permitido denunciar y contar esa realidad que están viviendo los firmantes, pero a la par también contamos esa lucha en el territorio", dice Sugey Taborda, fotógrafa del Colectivo.Las fotografías retratan el dolor, pero a la vez muestran que "acá hay vida [...], y día a día los territorios apuestan por construir un país en paz", asegura Taborda.Gina Parra, gestora cultural de 'Miradas', explica que eligieron el nombre 'La Paz es el Camino' para la muestra porque "es el camino que escogió Colombia después de mucho insistir" y cree que "es uno de los países más perseverantes y que más ha insistido para encontrar la paz y continúa insistiendo después de este acuerdo final con las FARC".💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí Contar la paz desde la fotografía"Las personas que estuvimos en las FARC cuando cogimos las armas, no fue porque amáramos la guerra o nos gustara la guerra sino porque en ese momento creímos que esa era la alternativa que teníamos", recuerda Carmenza Castillo, fotógrafa y firmante del Acuerdo de paz, "pero realmente en las FARC hubo hombres y mujeres llenos de vida y que amábamos la lucha".Para el fotógrafo Marcos Guevara, es más sencillo retratar la guerra porque "termina siendo un espectáculo visual". En cambio "la paz es difícil contarla y narrarla a partir de lo visual"."Retratos de una mujer en la cocina o con su hijo hay miles y millones", afirma Guevara, "pero si conocemos la historia detrás de estas personas y lo que están haciendo para no apostarle a la guerra es donde esos retratos cobran una fuerza narrativa dentro de lo que podemos contar para la paz y lo que puede seguir contribuyendo esto para el país".La exposición fue mostrada en Colombia y actualmente está en una gira por Europa. En Bruselas (Bélgica) se inauguró una colección similar llamada 'Semillas de Paz', con 70 imágenes de fotógrafos colombianos. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Colectivo Miradas (@colectivomiradas)🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
La Filarmónica de Bogotá y la Consejería de Paz, Víctimas y Reconciliación de Bogotá, con el Ministerio del Interior y la Misión de Verificación de las Naciones Unidas se unen para celebrar el octavo aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz entre celebración del 8° aniversario del Acuerdo Final de Paz Gobierno Nacional y las extintas FARC, con tres conciertos gratuitos. A través de un repertorio simbólico y conmovedor, estos eventos buscan reafirmar el compromiso de Bogotá con la paz y la reconciliación.Estos son los conciertos que llevará a cabo la Filarmónica de Bogotá:Concierto en la Plaza de Bolívar:Fecha: Jueves, 21 de noviembreHora: 5:00 p.m.Lugar: Plaza de Bolívar, BogotáParticipantes: Orquesta Filarmónica de Bogotá, María Paula Pataquiva (soprano), Coros Filarmónicos (Coro Filarmónico Juvenil, Coro Filarmónico Prejuvenil y Coro Filarmónico Masculino) y Coro de Hijas e Hijos de la Paz. Bajo la dirección del maestro Joachim GustafssonRepertorio: Cantata Colombiana por la Paz del Mundo, de Jesús Pinzón (1928-2016)Este concierto inaugural contará con la participación del Coro de Hijas e Hijos de la Paz, un grupo de niños y niñas menores de siete años, en su mayoría hijos de firmantes del Acuerdo de Paz de 2016. Fundado en el año 2021 por la Orquesta Filarmónica de Bogotá. El Coro simboliza el compromiso con la sostenibilidad de la paz, resaltando el papel transformador de la cultura en la construcción de un país reconciliado.💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquíConcierto “Cantata Colombiana por la Paz del Mundo”:Fecha: Viernes, 22 de noviembreHora: 5:30 p.m.Lugar: Auditorio León de Greiff, Universidad Nacional de ColombiaArtistas: Orquesta Filarmónica de Bogotá bajo la dirección de Joachim Gustafsson. (Suecia), con el pianista Roland Pöntinen (Suecia), la soprano María Paula Pataquiva, y los Coros Filarmónicos (Coro Filarmónico Juvenil, Coro Filarmónico Prejuvenil y Coro Filarmónico Masculino).Repertorio: Cantata Colombiana por la Paz del Mundo, de Jesús Pinzón (1928-2016) y Concierto para Piano No. 1 en Mi menor, Op. 11, de Frédéric Chopin (1810-1849)Concierto "Recordamos la firma de los Acuerdos de Paz":Fecha: Sábado, 23 de noviembreHora: 4:00 p.m.Lugar: Auditorio León de Greiff, Universidad Nacional de ColombiaArtistas: Orquesta Filarmónica de Bogotá bajo la dirección de Joachim Gustafsson. (Suecia), con el pianista Roland Pöntinen (Suecia), la soprano María Paula Pataquiva, y los Coros Filarmónicos (Coro Filarmónico Juvenil, Coro Filarmónico Prejuvenil y Coro Filarmónico Masculino).Repertorio:Cantata Colombiana por la Paz del Mundo, de Jesús Pinzón (1928-2016), Concierto para Piano No. 1 en Mi menor, Op. 11, de Frédéric Chopin (1810-1849) y Una Vida de Héroe, Op. 40, de Richard Strauss (1864-1949).🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
"Este coro está integrado fundamentalmente por hijos e hijas de firmantes de la paz y de víctimas del conflicto colombiano", explicó a Efe uno de los padres de las niñas, Carlos Villarraga, quien describió la experiencia como "enriquecedora, enternecedora, pero sobre todo de esperanza"."Es la esperanza de que las nuevas generaciones jamás tengan que volver a transitar por los caminos de la guerra", aseguró este hombre, padre de Nancy Villarraga, que es "fruto del acuerdo de paz", ya que nació tras la firma del Acuerdo de Paz de La Habana en 2016.Se trata de un coro integrado por medio centenar de niños y niñas, formados en el Centro Filarmónico de La Paz, y que se presentó el 24 de noviembre de 2021 en la Plaza Bolívar con motivo del quinto aniversario del acuerdo de paz, pero que hoy ha visto su lanzamiento oficial en la sede de "Fragmentos", un monumento hecho por la artista Doris Salcedo con el metal de los fusiles que dejaron las FARC tras su desmovilización.El lanzamiento fue "muy simbólico", pues se hace en este edificio, cuyo piso está "construido con las armas fundidas de lo que antes fue la guerra", explicó el director de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, David García, y que hoy tiene a "hijos de quienes hicieron la guerra, cantándole a la paz".En este coro infantil, apoyado por la ONU y la Fundación FORD, hay una decena de hijos de excombatientes, que se presentaron este jueves y que, a pesar de que no cantaron, son un "símbolo de futuro" y una muestra de este "laboratorio de paz desde la música"."Esto puede ser un laboratorio de paz, donde se encuentran niños que son hijos de los firmantes de la paz, con otros procesos de la Filarmónica de diferentes localidades y de diferentes barrios", dijo García.Conscientes del "baby boom" que se produjo tras la firma de la paz, desde la Filarmónica hicieron un llamado a los firmantes del acuerdo que estaban en Bogotá para que inscribieran a esos niños que ahora tienen entre 4 y 6 años y que pensaron que "podrían vincularse y debían tener la oportunidad de hacer música con otros niños"."Tener un coro de hijos de mujeres y hombres excombatientes en este escenario (...) manda un mensaje muy poderoso", aseguró durante la presentación el representante especial del Secretario General de la ONU en Colombia, Carlos Ruiz Massieu.Es también un recordatorio, explicó el representante, de "la importancia de la educación, de la cultura, de las artes para romper ciclos de violencia".Recuerde conectarse a la señal en vivo de la HJCK.
Hay más puestos vacíos de los que uno espera. Rostros familiares unos cuántos, de esos que uno ve, lee o escucha a diario en todo el país. El auditorio da paso a un hombre que concibe la paz como un trabajo al que le ha apostado desde hace varias décadas. Todos escuchan en silencio: “Somos un cuerpo como país y como nación y no nos importa, lo cual es absolutamente incomprensible. (…) Somos un cuerpo y este cuerpo está enfermo y no nos importa. Esto no puede seguir así. Y no puede seguir en los niveles de dolor y de sufrimiento en que estamos”, dice Francisco de Roux con la voz agrietada. El sacerdote también explica las pulsiones de una guerra con relatos locales donde el dolor es el protagonista y se toma el tiempo necesario para recordar que la verdad no es una política que beneficie a solo un sector y quizá nos recuerda algo mucho más importante entre líneas: no hay nada más político que apostarle a la paz en un país en guerra.También me hace pensar que no emociona lo que no es genuino, porque los sentimientos están conectados con ese acuerdo humano tácito de escuchar al otro mientras relata aquello que hierve dentro de sí, esa pulsión de la sinceridad que construye puentes inquebrantables entre las personas. De Roux, es genuino. La Comisión de la Verdad, en su cabeza, fue conformada en el 2017 como un sistema integral de Verdad, Justicia, Reparación y No repetición (SIVJRNR), con un total de once comisionados elegidos bajo un comité especial de escogencia en el que participaron representantes de entidades nacionales e internacionales. Tras varios años de trabajo en territorio para entender y procurar explicar el conflicto este 28 de junio se presentará su informe final.Este informe fue el motivo de la conversación que reunió a directores de medios, periodistas y demás interesados en la forma de abordar este hito en la historia del país y el mundo. El informe constará de varios capítulos que abordaran los distintos ejes temáticos propuestos por la misma Comisión para explicar el conflicto: Narrativa histórica, Violaciones a los DDHH y al DIH, Mujeres y población LGBTQ+, Étnico, Niños, niñas y adolescentes, Impactos, afrontamientos y resistencias, Exilio, Testimonial, Territorial y Recomendaciones para la no repetición. Todo esto a partir de más de 20.000 testimonios recogidos de todos los actores inmersos en más de 50 años de conflicto en todo el territorio nacional.Entre narrativasSi hay un momento coyuntural (término que se ha popularizado tanto en los últimos meses en academias y medios nacionales) es este. Cuando uno se enfrenta a la “verdad” no como un absoluto, sino como una serie de matices que van llenando los espacios de un lienzo similar a la memoria, suele caer en la tentación de minimizarla y hacerla intrascendente por la ausencia de comprensión de ese “todo” que no es más que la suma de fragmentos. Un símil de ello fue lo que ocurrió entre los paneles que transcurrieron todo el día donde salieron a flote ciertos problemas de aquellos que conocen a fondo el negocio de los medios de comunicación.Después de la introducción de De Roux, Thierry Cruvelier, invitado internacional, resaltó la importancia del modelo de la Comisión y lo comparó frente a otros modelos similares en conflictos del mundo. Enfatizó en el papel de los medios para transmitir los relatos de la victimas (la televisación de las audiencias) y la falta de relevancia que puede haber con el paso del tiempo al informe y las recomendaciones que en nuestro caso en particular no son vinculantes, es decir, que el Estado no tendrá la obligación de ponerlas en práctica sí así lo dispone. En los paneles posteriores surgió con más fuerza el tema de la relevancia asociado esta vez a la extensión final del informe haciendo alusión al poco tiempo que habría entre la lectura y compresión del mismo para su transmisión en distintos formatos y canales a las audiencias. A ello se le sumó la queja común de un interés en politizar las posibles recomendaciones junto a la elección de la fecha de publicación como errada por la misma coyuntura electoral. Quizá la ingenuidad haga parte de la esperanza y aunque en el aire quedó una promesa de hacer lo posible para transmitir el mensaje del informe, el ambiente parece indicar (y espero equivocarme) lo contrario. Las narrativas en el mundo no son producto de la generación espontánea, y la conclusión al menos tácita es que no se está dispuesto del todo a crearlas a partir de un clima favorable para el informe. Aún no logro comprender la equivalencia de la importancia de la verdad y su posible recibimiento en términos de interacciones en redes y tráfico. La reconstrucción de la memoria no se trata de una métrica y tampoco debería ser un negocio. Aun no comprendo la extensión de un documento cómo problemático para salas de redacción o poner en duda la interpretación del conflicto con miles de testimonios como base por su enfoque. Tampoco, por supuesto, se trata de digerir entero y canonizar un documento que aún se desconoce. Sin embargo, esa duda frente a lo que intenta comprender aquello que se rompió hace rato es síntoma inequívoco de un cuerpo que no solo está enfermo físicamente.El país de las últimas cosasEs, por el contrario, tal cual lo describía Paul Auster con Anna Blume, ese personaje embarcado en un lugar donde todo se desdibujó tanto que la esperanza de que algo cambie es escaza:Ese apartar la mirada es un refugio. La introspección colectiva es un paso gigante para el cambio y el informe quizá sea también un espejo que nos afronta desde un reflejo que carga con años de violencia y dolor. De allí esa reacción desde aquellos que generan, transmiten y comparten la información. No obstante, ojalá, estemos no a la altura, si no conscientes de las circunstancias de lo que implica enfrentarnos a la verdad y su importancia en ese cuerpo llamado Colombia. Lo que debe saber del Informe final de la Comisión de la VerdadRecuerde que puede conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Regresa el ciclo de cine "Que Haiga Paz: verdad, resistencia y reconciliación", una búsqueda en la memoria y la identidad audiovisual del país. Este ciclo se realizará bajo la alianza de Idartes y la Comisión de la verdad. Gracias a esta muestra de cine, el público recorrerá los senderos de la resistencia, la memoria y la reconciliación que confrontan el posconflicto armado colombiano y el de otros países.A través de relatos cinematográficos se hablará de las heridas profundas de la guerra; y de cómo a partir de ellas, se van tejiendo iniciativas colectivas de resistencia, dignidad, resiliencia y solidaridad para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia, la justicia, la reparación y la no repetición de un capítulo que Colombia necesita cerrar.“El séptimo arte nos permite vernos y reconocernos, evidenciar lo que nos ha pasado y trazar nuevos imaginarios y caminos hacia la reconciliación. Que Haiga Paz, en su tercera versión, nos revela como país en todas las complejidades de lo que ha significado el conflicto armado en Colombia y, sobre todo, en muchos de los factores de persistencia tales como la exclusión, el racismo, la inequidad, el patriarcado, entre otros. Así también, ha visibilizado las formas de resistencia de muchas comunidades afectadas. El cine ha nombrado el conflicto de diversas maneras, refleja a quienes lo han padecido e interpela a quienes nunca han logrado, por una u otra razón, comprender que esta guerra nos implicó a todos y marcó nuestras vidas.En el último año del mandato de la Comisión de la Verdad y como preparación a la entrega del Informe Final, queremos que el ciclo de cine Que Haiga Paz aporte a la conciencia y a la movilización ciudadana, por un mejor país que construyamos todos. Hay futuro si hay verdad”, señala Lucía González, comisionada de la Comisión de la Verdad.Esta muestra fue curada especialmente por Andrés Eduardo Pedraza Tabares, quien plantea la pregunta: ¿Qué queda después de la guerra? Y reflexiona si quizá queda un abrazo destrozado, la mirada en blanco, del duelo inconcluso, del miedo, del silencio y el vacío: El anhelo de un pueblo que, en medio de las ruinas, insiste en ponerse en pie y reconstruir. La dignidad que abre trochas a través de la impunidad para buscar la reconciliación.El ciclo exhibirá más de 35 obras audiovisuales, que estarán divididas por cinco trochas de resistencia para encontrar la verdad y la reconciliación. Estos senderos llevarán a un viaje por territorios agrestes, que se bifurcan, convergen y que se adentran en lo profundo de un pueblo que busca la paz.Las cinco trochas denominadas: Identidades en resistencia; Arraigos, afectos y rupturas; Movilización y solidaridad; Hechos y responsabilidades; Otras miradas y perspectivas; permitirán al espectador elegir diferentes posibilidades de recorridos y experiencias. Además de los ejes temáticos principales: resistencia, verdad, reconciliación, Que Haiga Paz, proyecta senderos alternativos, una suerte de rutas alternas que conectan diferentes obras en subtemas como relaciones familiares, migración campo a la ciudad, juventud, género y diversidad sexual, entre otros.“Para el Idartes es motivo de orgullo el trabajo que se ha realizado con la Comisión de la Verdad. Esta alianza nos ha permitido trabajar en equipo y continuar con el fortalecimiento del tejido social, la construcción de la memoria y la reparación simbólica, además de aportar a la reflexión sobre el conflicto por medio de las artes audiovisuales”, afirma Ricardo Cantor Bossa, gerente de Artes Audiovisuales del Idartes.Esta selección de películas estará acompañada por una serie de conversatorios presenciales que se enmarcan en cada una de las trochas. El 12 de mayo a las 7:00 p.m., se dará la apertura oficial del ciclo desde la Sala Capital de la Cinemateca de Bogotá, con la proyección de Los patrones de la guerra. Enseguida, habrá una conversación entre María Jimena Duzán, periodista y líder de opinión, el mayor (r) Soto Bracamonte, excomandante del Gaula Casanare, Jorge Iván Laverde (El Iguano), excomandante AUC, acompañados en la moderación por María Camila Moreno, directora del Centro Internacional para la Justicia Transicional - ICTJ.Además, en simultánea al ciclo en la Cinemateca de Bogotá, se suma el Museo de Arte Moderno de Medellín y la cinemateca del Museo La Tertulia de Cali, con una programación propia a partir de la propuesta curatorial y durante la misma franja de tiempo.¿Qué películas se podrán ver en este ciclo?Tantas Almas (Dir. Nicolás Rincón) 2019 José, un viejo pescador, regresa a su casa después de una larga noche de trabajo. A su llegada descubre que los paramilitares mataron a sus dos hijos varones, Dionisio y Rafael, y arrojaron sus cuerpos al río. En medio de un profundo dolor José decide partir en su búsqueda. Quiere, como sea, enterrar los suyos como lo merecen e impedir que se queden errando como tanta alma en pena. Es la historia de este viaje en solitario. Sobre su canoa, José descubrirá la magia de un país hecho pedazos.Bajo el silencio y la tierra (Sous Le Silence Et La Terre) Dir. Gisela Restrepo TriviñoBajo el silencio y la tierra sigue el viaje de la realizadora hacia la fosa común en donde fue enterrada su tía. Desde Francia, país de exilio de sus padres, hasta Colombia, tratará de reconstruir el rompecabezas de una historia familiar marcada por el conflicto armado.Arraigo. Dir. Maria Fernanda Pinilla Segura (Cortometraje)El movimiento insurgente en Colombia ha caminado durante los últimos sesenta años. Este caminar hace que la casa sea lo que se carga al hombro donde se vaya. Ahora, con el proceso de paz, el movimiento se detiene y el concepto de casa puede tener un lugar, una tierra, un arraigo para esta y las próximas generaciones.Matar a Jesús, Dir. Laura MoraPaula, una joven estudiante de 22 años, presencia el asesinato de su padre, un popular profesor de ciencias políticas de una universidad pública de la ciudad de Medellín. Desde la distancia, ella logra ver al asesino. Devastada por el dolor tras los hechos, Paula y su familia tendrán que enfrentar la indolencia oficial, el caso pronto quedará archivado.A la llegada de la navidad, tan sólo un par de meses después del asesinato, Paula de manera accidental se cruzará con Jesús, el joven asesino de su padre. Paula decide acercarse a este hombre, inicialmente motivada por un instinto casi primitivo, y eventualmente ser capaz de cruzar la línea moral y ética de matar a un hombre. El encuentro entre víctima y victimario, llevará a Paula a definir los límites de su propia humanidad. A pesar de sus obvias diferencias, Paula encontrará similitudes con el joven asesino, se verá reflejada en él y comprenderá que éste, al igual que ella es una víctima más de una sociedad violenta y corrupta. En sus manos yace ahora la decisión de romper o perpetuar el círculo vicioso de la violencia. Inspirado en hechos reales en la vida de la directora y guionista Laura Mora.Oscuro animal. Dir. Felipe GuerreroEsta es la historia de un viaje desde la selva a la ciudad de tres mujeres que deben escapar del acoso de la guerra rural colombiana. Cada una por su cuenta emprenderá un viaje en búsqueda de sosiego. Una vez llegadas a Bogotá tomarán respiro para enfrentar el nuevo curso de sus extraviadas vidas.Los Patrones de la Guerra: Vivir sin guerra es posible, de María Jimena DuzánEste largo recorrido descubriendo los factores que prolongaron y degradaron la guerra en Colombia, termina en un rincón del país donde podemos ver una puerta al futuro: la Amazonia. Desde el paraíso perdido de los departamentos de Vaupés, Guainía y Guaviare, donde tiene lugar el territorio indígena continuo más largo del mundo, despedimos #LosPatronesDeLaGuerra para no repetirlos.
La Paz sigue siendo una promesa congelada en Colombia. Tras cinco años de la firma del Acuerdo de Paz, perduran los vacíos en la implementación de lo que se pactó en medio de las conversaciones entre los líderes de las FARC —hoy partido COMUNES— y los designados por el Gobierno del presidente de ese momento, Juan Manuel Santos. A pesar de las inconsistencias, el arte ha sido siempre un espacio de articulación y construcción simbólica de nuevos relatos sobre el país, y particularmente, sobre nosotros mismos.Parte de esa labor ha consistido en imaginar la participación de los reinsertados y sus familias en distintos espacios de la vida civil. Con su regreso de la selva, la posibilidad de una vida se abrió ante ellos, la maternidad, la paternidad, el emprendimiento y muchas otras perspectivas de la vida que habían quedado ocultas con los combates, aparecieron de repente. Las artes han estado allí. La música y la literatura han sido escenarios para que los excombatientes cuenten sus historias de vida y las transformaciones que la paz les ha ofrecido. Sin embargo, la mayoría de altavoces han estado concentrados en los adultos y sus voces, pero gracias a la Orquesta Filarmónica de Bogotá, los más pequeños, los niños que nacieron durante el proceso y firma del acuerdo de paz, han encontrado un nuevo espacio para cantar a la vida y a la paz. El coro Hijos de la Paz, ha sido el punto de encuentro para ellos, no solamente con sus iguales, sino con sus voces, la música y la danza. Hablamos con Sandra Patricia Rodríguez, directora del ensamble, sobre la iniciativa y el papel de la música en escenarios de posconflicto. En medio de la conmemoración de los 5 años de la firma, la Alcaldía de Bogotá convocó un concierto en la Plaza de Bolívar, el pasado 24 de noviembre. Sobre la 1:00p.m. de la tarde, llegaron al escenario los 48 niños y niñas que conforman el coro. El repertorio estuvo conformado por tres canciones: "Palomita de la Paz", del compositor Jairo Andrés Sáchica, "Te llevo Aquí de Charito Acuña" y "Toy Contento", del compositor Luis María ¨Billo¨ Frometa; una selección guiada por mensajes de esperanza que recuerda la necesidad de unidad.Sobre la creación del grupo, la maestra Rodríguez cuenta, "nos reunimos con el director de la orquesta para hablar acerca de cómo era el proyecto, cuál era el propósito y luego me entregaron la lista de los niños que iban a participar. Lo más importante, en este momento era poder conocerlos y realizar un diagnóstico acerca de todos los aspectos musicales, de disciplina, de seguimiento, de instrucciones, y musicalmente está temas como afinación, ritmo e imitación, movimiento corporal; y después empezamos hacer prácticas para ver el nivel de desarrollo.Dentro del ensayo se tomó la decisión de que los niños de 7 años en adelante estarían en otro grupo. Este coro se une con una selección de la filarmónica infantil que iba trabajar con los Hijos de la paz. Desde el principio para todos fue claro que este era un grupo nuevo en el que íbamos a trabajar, montar un repertorio y hacer un concierto, y teníamos que prepararnos para esto. El coro se consolidó, el grupo de iniciación de nuestra orquesta se encargó de los más pequeños, y junto a Mario Lo Russo y Jesús Ortíz, trabajamos con el grupo de los niños más grandes que oscilan entre los 7 a 16 años".La música clásica ha sido percibida, durante mucho tiempo y por buena parte de la sociedad, con distancia y cierto ruido. Sin embargo, la iniciativa de la Filarmónica se propone acercar a la gente a estos sonidos, compartiendo con ellos las nociones y mensajes que subyacen en esas melodías. Frente a la percepción se recelo, Rodríguez asegura que "La distancia ante la música clásica tiene que ver con formación, con falta de cultura en este aspecto musical, por esa razón nos vemos tan alejados. La verdad considero, de acuerdo a mi experiencia, que la música la acerca el director del coro, porque es quien entiende, ama, vive y vibra con la música clásica, así puede acercarla a los niños de manera muy fácil, porque lo niños se enamoran de lo que se enamora el profesor".Tenemos en nuestra mano, como directores, el poder de enamorar a los niños de tantas cosas tan importantes que no solamente es la música clásica, sino esta disciplina que nos lleva a ser mejores seres humanos, darles ejemplo, mostrarles que el coro musical es un ambiente de paz, de alegría, de unidad, de diversión, de mucho estudio y rigor, pero una no pelea con la otra, sino que todo hace parte y es necesario para poder avanzar". Históricamente, la música ha sido un medio de denuncia y también un elemento de memoria sobre los hechos políticos y sociales de distintos momentos en el mundo. Los grandes compositores de música clásica no están exentos de este principio e hicieron de sus sonatas, fugas e interludios, mensajes de protesta contra las guerras y decisiones políticas de distintos reyes. Esa necesidad de comunicar subsiste a pesar de las formas, no pelea con géneros o ritmos, sino que se adapta a ellas o las transforma. Justamente ahí radica su fuerza de cohesión.Las expresiones artísticas son también una medida del pulso social. Ante un país que parece experto en oponerse a la paz —desde las instituciones, fuerzas políticas y buena parte de la ciudadanía— las artes son el espacio para mostrar el otro extremo de la cuerda, pensar desde la colectividad y enaltecer los escenarios de posconflicto que se escapan de las narrativas oficiales. Para la directora Rodríguez, hay una necesidad perenne de reparar en la contradicción y contrarrestar su efecto con hechos: "Hay actitudes de nosotros como seres humanos, como colombianos, que de pronto uno no explica por qué somos así, por qu´é sí decimos que queremos la paz tenemos reacciones tan opuestas, tan negativas, tan dañinas con otro seres humanos. Definitivamente creo que el coro, así como lo he afirmado en otras ocasiones, es hacer paz. Hablo directamente desde mi arte, le música y la música coral, obviamente través del arte podemos hacer paz, podemos desde el coro incorporar otras artes como la pintura, la creación de la literatura, podemos incluir el teatro, la danza, la fotografía misma, la puesta en escena creando objetos, espacios, el coro tiene una posibilidad enorme de incluir las demás artes, pero creo que definitivamente el hecho de encontrarnos y entender que nosotros somos el instrumento y que de mí disposición, de mi actitud, de mi mirada, de mi abrazo, de cómo le habló mi compañero, desde aquí estoy construyendo paz.En el coro no pueden haber actitudes odiosas porque lo único que traen es malestar. Eso no se puede aceptar y si yo como maestro soy radical en esos comportamientos, voy limpiando a los niños de esos actitudes que son las que, cuando vamos creciendo, se vuelven normales en nuestro medio. Cuando seamos ejercicios corporales, coreografías en las que se incluye el otro, estamos haciendo paz; cuando cantamos contextos que invitan a cuidarla naturaleza, amar al otro, "somos hermanos" cantábamos nosotros en el concierto, esa energía implica una fuerza, significa que somos uno.A través de lo que hacemos y de lo que decimos, de nuestra expresión de nuestra cara, hacemos paz y no podemos dejar que las condiciones nos limiten, tenemos que seguir ofreciendo a los demás de mejor y definitivamente, el coro cumple con esto. Esperamos tener vida para poder seguir haciéndolo por siempre, porque de verdad del coro transmite y logra cohesionar muchos elementos que no podemos dejar que se mueran".
La vida después de la guerra, en Colombia, parece ser un escenario que no termina de construirse aún y es difícil imaginarlo por completo, si reconocemos el incumplimiento de los acuerdos por parte del Gobierno Nacional y la situación de peligro y amenaza que viven los excombatientes. Sin embargo, los proyectos que apuestan por la paz siguen siendo resilientes, siguen poniendo el cuerpo, las máquinas, las vidas y los deseos de paz primero.Manifiesta es uno de ellos. Ángela Hernández y Sara Arias, han creado una marca de ropa hecha por excombatientes en proceso de reincorporación, que nace bajo la premisa de defender la industria nacional y promover la paz, para nunca más volver a la guerra. Hablamos con Sara Arias sobre el proceso de mantener Manifiesta, los escenarios a los que han logrado acceder y la importancia de adquirir compromisos tangibles por la paz.Desde hace dos años, Manifiesta junto a la corporación Tejiendo Paz, han apoyado los procesos de reincorporación y paz con cada prenda que producen. Empezaron con Kimonos y ahora, en su catálogo hay vestidos, capas, chaquetas y un montón de nuevas piezas más que estrenan en diciembre de este año. Esta unión hizo posible el crecimiento del equipo y el cumplimiento del slogan “hecho en Colombia”, que nació en el marco de un contexto de liberalización de la economía, de apertura a los tratados de libre comercio y con una industria textil debilitada a raíz de estos acuerdos comerciales.Esta es unas claves del emprendimiento, como asegura Arias, “Manifiesta es una apuesta por rescatar la industria textil colombiana y mostrar que, más que una prenda de vestir, hay detrás un proceso político y ético de consumo responsable”. Bajo esta convicción, fue posible tender un puente directo con el proceso de paz que vino del llamado que tuvo esta situación para Ángela y para Sara, quienes han construido un equipo a pulso, con apoyos y voluntarios que se suman de a poco. En el proceso han tenido que jugársela desde todos los frentes, tal como cuenta Arias, su labor es “apoyar en todo lo posible: desde la compra de insumos, la comercialización, pasando por el proceso productivo y la venta, incluso presentar el proyecto para buscar más apoyos”. Las ventas, por ejemplo, suceden únicamente a través de Whatsapp, “las vendedoras somos nosotras también, ninguna somos administradoras ni nada parecido, este ha sido un aprendizaje para todo el equipo de intentar llevar en crecimiento este proceso productivo”.A grandes rasgos, la paz es la razón de ser de Manifiesta. Sin embargo, en este proyecto convergen mundos que no tienden a ser asociados desde un primer momento, como la moda y la política. Además, son una opción para transformar la vida de cientos de personas que abandonaron la guerra con el deseo de no empuñar armas nunca más, ni de tener como hogar el cielo abierto de la selva, ese es el impulso más certero para mantener vivo el proyecto y seguir buscando hilar la paz, una prenda a la vez.Siempre bajo la necesidad de actuar, “Manifiesta apuesta en dos sentidos: por un lado, generando oportunidades de trabajo decentes, puestos de trabajo dignos para estas personas que decidieron dejar las armas y cambiarlas por máquinas de coser, y también, apunta a enviar un mensaje a la sociedad civil polarizada que votó NO en el plebiscito y nos dio la espalda a los jóvenes del país”, asegura Arias. Ese octubre del 2016 para ellas, desde ese día entendieron que la paz es la sucesión de acciones que buscan transformación y reconciliación, por eso, “nosotras con nuestras maletas decidimos ir a los espacios de reincorporación a decirles a ellos – a los excombatientes – que no están solos y hay gente dispuesta a apoyarlos”. Es así como Manifiesta levanta la voz a dos canales: contando que es posible una producción textil respetuosa con los derechos laborales de los trabajadores, y además, reconociendo el valor simbólico que hay detrás de cada prenda de vestir que, en este caso, es un mensaje contundente del cumplimiento con lo pactado que hacen los excombatientes.Como la mayoría de debates que tienen lugar en este país, nos es difícil tener perspectiva dependiendo del punto desde el que lo analizamos y con regularidad, desde la ciudad o la comodidad que da un perfil en Twitter, las opiniones, creencias y posiciones políticasdesdibujan el esfuerzo que han hecho los excombatientes por adaptarse a una vida que no solamente no conocían, sino además, una en la que reciben todo tipo de rechazo. Antes de conocerse, Sara y Ángela buscaron caminos para acercarse a ellos, “Ángela, por un lado, va un voluntariado de paz – ya teniendo manifiesta – y busca dar un curso de marketing digital para mostrarles esto de las redes sociales, de cómo es posible vender a través de ellas, teniendo en cuenta que ellos iban a verse inmersos en la reincorporación digital y eso iba a ser parte de su proceso“.Ambas se encuentran cuando Manifiesta se une con Tejiendo Paz. Mientras la alianza tomaba forma en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Icononzo, Cundinamarca, Sara y Ángela trabajaban en un proyecto de víctimas en Bogotá en el que ganaron unas máquinas de coser y como no tenían un espacio para guardarlas, buscaron ayuda. “Sabíamos que Tejiendo Paz tenía un lugar en el Restrepo y les pedimos que nos dejaran tener ahí las máquinas para poder seguir trabajando con las víctimas del conflicto. La respuesta fue muy positiva, pero mientras llegaba nuestro premio, decidimos empezar a trabajar con las personas de la cooperativa que estaban en Bogotá”.Como todo en este proyecto, empezaron con lo mínimo y el equipo lo han ido conformando con cada persona que se cruzan: “Arrancamos con cuatro personas dos hombres y dos mujeres – eso fue en septiembre del 2018 – y para nuestra sorpresa en marzo, cuando retomamos tareas para el 2019, nos dimos cuenta que ya no eran 4, sino 9, y las dos mujeres con las que habíamos iniciado, estaban embarazadas. Eso ampliaba la necesidad de responder efectivamente, de generar un ingreso digno para estas personas que se estaban reincorporando a la vida civil”.Durante dos años han estado dispuestas a desaprenderlo todo y a medirse prendas, sentarse en puestos y apostar todo por este proyecto que además de éxitos, les ha dado una familia inmensa. Cuenta Arias que “el proceso ha sido muy familiar, con Ángela nos sorprendíamos siempre que nos decían ‘¿Ustedes no sienten miedo de ir allá, de que ellos no hayan dejado las armas?’ y nosotras siempre decíamos que en el ETCR nos sentíamos mucho más seguras que aquí en Bogotá”.En este camino han sabido reconocerse como emprendedoras que más allá de pensar en una empresa sostenible, pretenden la transformación de un discurso que criminaliza y condena a los excombatientes en proceso de reincorporación, dejando de lado los mitos y entregándose siempre a la posibilidad de aprender de otros, de pensar en cambiar algo para ellos, luego de compartir su entorno. Aunque todos estos esfuerzos cuentan, para algunos, el proceso de paz – tan necesario para hablar de posconflicto – aún sigue siendo un paso en falso, una mentira y ese estigma es un imaginario peligroso que minimiza la vida de los reinsertados y los pone en riesgo.Desde Manifiesta reconocen el peligro de estos discursos y por eso, apuestan por cambiar la forma en la que la sociedad civil sigue viendo a los excombatientes, quienes al dejar las filas armadas encontraron una sociedad fragmentada y dispuesta al juicio, una en la que parecía más fácil seguir condenando los hechos del pasado que abonar y sumar esfuerzos por un mejor panorama futuro. Recordemos que antes de la firma del acuerdo de paz, el 63% de los posibles votantes afirmaba que no querrían que sus hijos trabajaran con un hijo de una persona en reincorporación.Arias afirma que este ha sido un proceso de sorpresas en el que cada vez hay mayor disposición por parte de los ciudadanos, “un proyecto productivo como Manifiesta, que ha crecido a un ritmo que no nos imaginábamos, es posible gracias las personas que piensan que es importante dar una segunda oportunidad. Para nosotros ha sido también una sorpresa muy grata, pero también enfrentarnos a un contexto social y político en donde no ha sido posible una reincorporación completa, demostrar cumplimiento del acuerdo por parte de las FARC ha sido en su totalidad, mientras que por parte del Gobierno aún muchas incógnitas: la falta de construcción de los ETCR, no se sabe si van a continuar muchos proyectos productivos que no tienen financiación y nos preguntan “¿cuál es el principal riesgo en su emprendimiento?” Algunos dicen que es no llegar al punto de equilibrio o no alcanzar la meta de ventas, y la verdad, nuestro principal riesgo es quedarnos sin mano de obra porque están matando los excombatientes. Es muy doloroso ver cómo estas personas le están apostando al cumplimiento y el Gobierno no está respondiendo con lo que se comprometió”.A inicios de Noviembre se realizó la Peregrinación por la paz y por la vida, una iniciativa que convocó a cientos de excombatientes en todo el país, desde el 21 hasta el 25 de noviembre, quienes dejaron los ETCR para marchar desde sus hogares, hasta Bogotá. Ese domingo, la Plaza de Bolívar se llenó de banderas blancas y cientos de pancartas que exigían la protección de la vida de los firmantes de la paz. Hasta esa fecha 234 excombatientes habían sido asesinados y durante la peregrinación, la fatídica cifra ascendió a 236. Justo una semana antes, la Minga indígena – la Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic), de la mano del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric) y la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (Acin), a quienes se unieron comunidades afro y campesinos – recorrió Bogotá, luego de que el Presidente Duque faltara a su encuentro en el Cauca y a pesar de su esfuerzo por venir hasta la capital, no hubo respuesta por parte del Gobierno Nacional, ningún miembro oficial se reunió con la delegación indígena. Lea también: “¡Guardia, fuerza! el grito de batalla e himno de la Guardia Indígena“.El asesinato de excombatientes y líderes sociales se ha convertido en eso, una cifra que aumenta con el paso de los días, en complicidad de la inoperancia del Gobierno Nacional. Esa falta de compromiso deja un sinsabor en las comunidades de excombatientes, pero su intención de paz no decae, según Arias, “algo de lo que se ha hablado mucho este año, es sobre la capacidad de reinventarse que, en efecto, ellos tienen. Por fortuna, Icononzo es un espacio que por su cercanía a Bogotá no se ha visto golpeado por estas dinámicas de violencia, pero si se siente el dolor. Sabemos que es un contexto complicado, pero la solidaridad y el compañerismo siguen siendo un rasgo muy importante en esta comunidad, por eso decidimos frenar la producción y juntarnos a la Peregrinación.Para ellos, este proceso de incumplimiento del acuerdo o de simulación del cumplimiento, si bien es visto con indignación, siempre nos hacen saber que les queda la esperanza de continuar construyendo con lo que hay. Ellos dicen ‘aquí llegamos sin nada, ahora que tenemos algo podemos usarlo en función de seguir creciendo’, y así fue como proyectos como Cerveza La Roja ha logrado abrir su planta de producción. Si bien estos incumplimientos no cambian, vemos cómo estos proyectos le siguen apostando a pesar de todo, siguen con la autogestión, el apoyo de quienes consumen, siguen metiéndole aún más fuerza a lo que se acordó y al proceso productivo que les va ayudar en su reincorporación”.En el marco de la movilización de excombatientes, y a diferencia de la ausencia de intención de diálogo con la Minga Indígena, hubo concertación de algunos puntos con el Gobierno Nacional. Afirma Arias que “después de la peregrinación hubo una intervención con el alto consejero para el posconflicto, Mauricio Archila, el presidente de los delegados por parte de los ETCR, quienes llegaron a ciertos acuerdos, como el avance de las medidas para detener la estigmatización de excombatientes, acelerar las acciones para la reincorporación política y económica, adelantar una reunión entre la vocería de la Peregrinación, la Ministra del Interior, el Viceministro y el director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), ya que en el marco del Acuerdo de paz, hay medidas de protección y seguridad que tienen un soporte institucional en una sección de la Unidad Nacional de Protección”.Es decir, acordar lo ya acordado. En palabras de Arias, “esto lo que demuestra es que sí hay una brecha muy grande entre lo que se firma y se dice que en Bogotá, y lo que sigue pasando en los territorios, porque se llega a la peregrinación por el asesinato de uno de los firmantes del acuerdo, el número 234, y durante la movilización matan a otros dos. A la fecha, en menos de dos semanas, tenemos 242 excombatientes asesinados y también sucedió una masacre en el Cauca, justo después de la marcha de la Minga. De nuevo, una cosa es lo que el Gobierno afirma, firma y se compromete en Bogotá, otra cosa es la implementación y la ejecución de las políticas y los compromisos”.En el marco de la Peregrinación por la paz y por la vida se realizaron diferentes actividades para dar a conocer los emprendimientos que apoyan los procesos de reincorporación. Manifiesta hizo su aporte con una PAZarela, una muestra que ya había tenido lugar en la Universidad de los Andes y en el 2019, en el Congreso de la República, “justo cuando el partido Centro Democrático estaba citando, en este espacio legislativo, a un debate de revisión para ver si FARC estaba cumpliendo con el acuerdo”. A manera de respuesta y acto simbólico, las chicas de Manifiesta modelaron allí y volvieron a hacerlo en la Plaza de Bolívar, junto a otros proyectos productivos como las botas de Tierra Grata, con los morrales en Anorí, entre otros, dando vida a la feria “Estamos cumpliendo”.Cada vez más, la paz sigue ganando terrenos de visibilidad que aumentan la credibilidad y valor de este tipo de iniciativas, para Manifiesta se abrió una puerta inmensa de la mano de la Corporación Señorita Bogotá, quienes las invitaron a integrar parte de sus diseños tanto en el vestuario oficial del concurso, como en el acto de coronación y el desfile en traje de baño. Cuenta Arias que para este espectáculo, las participantes “van a tener como salidas de baño nuestros kimonos, que fueron nuestro primer diseño y que poco a poco, hemos ido innovando tanto en materiales, como en estampados. Estamos respondiendo con calidad, con diseños en tendencia, con un reconocimiento por parte de la sociedad civil aún en situación de pandemia en la que hay contracción económica, estamos respondiendo con todo el esfuerzo para poder continuar con esta iniciativa productiva que busca tener ingresos dignos para excombatientes”.La desconexión entre las políticas gubernamentales, las mesas de diálogo, las comisiones encargadas y lo que realmente sucede en los territorios, sigue aumentando con los días y se profundiza en los sectores de mayor vulnerabilidad de la población. Aunque no podemos dejar de exigirle al Gobierno que cumpla con su responsabilidad y con la implementación diligente de lo pactado en el Acuerdo de Paz, vale la pena preguntarnos cuál puede ser nuestro aporte desde diferentes prácticas de consumo porque es importante entender que el compromiso con la paz es tangible y sucede en la calle, en las marchas y en la apuesta por estos emprendimientos que dan cuenta de la importancia de resocialización.
Tras cumplirse cinco años desde la firma de los Acuerdos de Paz entre el entonces Gobierno Santos y la guerrilla de las Farc, el próximo 24 de noviembre se realizará una ceremonia para conmemorar el aniversario. Entre los eventos, se presentará la obra "Salida al sol, camino a la paz", inspirada en los eventos del conflicto armado, en textos poéticos y en música colombiana.La obra teatral, dirigida Patricia Ariza, está basada en textos de ella y de los poetas William Ospina, Piedad Bonnet y Carlos Satizábal. Con este evento la Comisión de la Verdad, la Jurisdicción Especial para la Paz, la Unidad de Personas dadas por Desaparecidas y el Instituto Distrital de las Artes también conmemoran tres años del Sistema de Verdad, Justicia y Reparación y diez años del Idartes. Según los organizadores, se trata de una obra fractal y polifónica en la cual se utilizan diversos lenguajes: el teatro, la poesía, la danza, la música, el Bullerengue, el canto lírico y el rap, para narrar escenas que dan cuenta del conflicto social y armado, de sus causas y consecuencias. La musicalización de la obra estuvo a cargo de Nicolás Uribe y la producción es de la Corporación Colombiana de Teatro. El grupo cuenta con 19 personas en escena; actores, actrices, bailarinas, una cantante de ópera, una cantaora de Bullerengue y una rapera.La obra, que se estrenó en Bogotá el pasado domingo 21 de noviembre en el Teatro Ensueño de Ciudad Bolívar, tendrá otra función en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán este miércoles 24 de noviembre. Además, habrá dos funciones más en el Teatro La Candelaria los días 29 y 30 de noviembre.
La jornada iniciará en la Plaza de Bolívar, este 24 de noviembre, con la Interpretación del Coro Hijos de la Paz, el cual está conformado por 48 niños y niñas, entre los 2 y los 16 años de edad, entre los cuales se encuentran hijos de los firmantes de paz que nacieron tras la firma del acuerdo. Durante los últimos meses, estos niños y niñas han participado de varias sesiones de formación musical lideradas por la Orquesta Filarmónica de Bogotá. “Hemos trabajado intensamente en la formación de este coro, en consecuencia con el entusiasmo que nos despierta la paz. Queremos celebrar el quinto aniversario con música y reiterando el mensaje de que un mejor país sí es posible”, asegura David García, director general de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. El Coro de Hijos de la Paz interpretará las canciones ‘Palomita de la Paz’, compuesta por Jairo Andrés Sáchica, artista formador del proyecto, y otros temas como ‘Te llevo Aquí’ de Charito Acuña y ‘Toy Contento’ de Luis María ¨Billo¨ Frometa, en versión de María Cristina Rivera. El coro está bajo la dirección de la Maestra Sandra Patricia Rodríguez. En la presentación del Coro, que tiene el apoyo de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas, también estará presente el Secretario General de dicha Organización, António Gutiérrez. Seguido de este acto, los niños interpretarán del 4to movimiento de la 9ª Sinfonía de Beethoven, con su “Oda a la Alegría”, bajo la dirección del maestro Joachim Gustafsson, solistas nacionales e internacionales, el coro filarmónico juvenil y los músicos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, que se unirán a esta importante fecha y a su celebración en la ciudad. Sus ensayos los realizan desde hace tres meses, cada sábado a las 10:00 a. m., con su maestra, la directora del Coro Filarmónico Infantil, Sandra Patricia Rodríguez. “El Coro de la Paz es un proyecto que nació con los Hijos de la Paz, que son niños que de alguna manera no han tenido una formación ni contacto con la música, pero con quienes justamente la Orquesta Filarmónica de Bogotá, acaba de hacer una alianza para ofrecerles un espacio y que juntos podamos construir este proyecto que se llama el Coro Filarmónico Hijos de la Paz y que podamos cantarle al público y contarle, a través de la vivencia musical, lo que significa estar en paz. Hacer un coro es estar en paz“, dijo la maestra, Sandra Patricia Rodríguez.
Después de derrotar la coca en miles de hectáreas campesinas del Magdalena Medio con el programa de Desarrollo y Paz. De reafirmar la comisión de víctimas en La Habana, dirigir a la comunidad Jesuita en Colombia, ser investigador del Cinep, acompañar a las comunidades afectadas por el conflicto armado y dialogar con distintos actores de la guerra, Francisco de Roux está frente a otro gran reto: dirigir la Comisión de la verdad en el posacuerdo.¿Qué lo motivó a buscar procesos de paz y reconciliación en Colombia?Es una historia que inicia en los tiempos de Belisario Betancur. Cuando Belisario recién empezó su gobierno se propuso iniciar un proceso de paz en Colombia, creó una serie de Comisiones de la Verdad, yo me vinculé a ese proceso y terminé yendo hasta Remolinos del Caguan. Comencé entonces a comprender la gravedad, la dificultad, la importancia del proceso de paz en Colombia. Ese proceso como se recuerda dio origen a la Unión Patriótica, creó muchísimas ilusiones, tuvo un momento dolorosísimo en la toma del Palacio de Justicia por el M19. Belisario practicamente abandonó el esfuerzo que estaba haciendo y luego vino algo durísimo que fue la masacre de la Unión Patriótica durante diez años consecutivos. Pero realmente es allá donde yo comienzo a vincularme y a sentir que, llega un momento en que la paz se le vuelve a uno la obligación moral más seria en Colombia. Se vuelve tan importante que uno deja de lado cualquier otra motivación, intereses académicos, y aunque el trabajo en comunidad nunca lo abandoné, sí me abarcó esta necesidad de que los colombianos viviéramos en paz y dejáramos de matarnos. Incluso es muy interesante encontrar esto en el evangelio, Dios nos pide que dejemos el culto para ir a reconciliarnos con el hermano porque para la celebración religiosa lo primero es conseguir que los hermanos no se maten.Textualmente el evangelio dice si vas a llevar un sacrificio y al hacerlo te das cuenta que tienes un conflicto con tu hermano, suspende el sacrificio, suspende la acción religiosa y ve primero a buscar la reconciliación entre los hermanos. No tiene sentido un acto de alabanza a Dios si los hermanos se están matando.¿Qué pudimos aprender los colombianos de ese primer proceso iniciado por Belisario Betancur?Hay una cosa grande que aprender de ese proceso y es que pretender un proceso de paz solamente con las personas que lo quieren y sin incorporar a los militares es imposible. Belisario era consciente de eso y sin embargo avanzó sin incorporar completamente a las fuerzas armadas, tampoco era fácil. Por eso en el proceso de la Habana los militares tienen un papel muy importante.¿Cuál es el reto frente a la construcción de paz para el Estado colombiano en el actual gobierno?No perder la ruta de lo que hemos ganado, nada nos puede hacer repetir la barbarie de la que viene Colombia con sus 8675 víctimas en el registro oficial de victimas del país y con todos estos números terribles; 82.000 desaparecidos más de 2.000 masacres, más de 30.000 secuestros, más de 18.000 ejecuciones extrajuidicales, falsos positivos que pasan de los 1.000 más de 25.000 personas destruidas por las minas antipersonales. Esta locura es imposible continuarla.Hablemos un poco del papel preponderante que tuvieron las iglesias cristianas en la subida de la derecha latinoamericana e incluso en el triunfo del No en el plebiscito. ¿Cómo analizar esta situación?Es interesante la pregunta, porque por una parte encontramos la participación de sectores de la iglesia a favor de la paz, personas que han luchado por la paz desde la fe, personas que murieron por esta causa. Yo creo que unas 4000 personas murieron por oponerse a la guerra, personas que trabajaban por la paz y fueron asesinadas. Murieron soñando con que un día la paz en Colombia sería posible, muchos de ellos tenían una inspiración religiosa.Por otra parte, estas formas que motivaron confesiones cristianas y también católicos muestra cómo la religión puede ser muy fácilmente manipulada para conseguir intereses políticos. Desde el punto de vista de la religión, lideres espirituales dijeron: votar por el sí es votar para destruir la familia, es votar por la ideología de género, es votar por el matrimonio homosexual, todo eso es mentira. Se tragaron el cuento que les dijeron los políticos y por supuesto ante esas afirmaciones era muy fácil que lideres espirituales les dijeran a las comunidades que no hicieran eso porque era una ofensa a Dios.Algo que es muy interesante, es que lo mismo ocurrió en Estados Unidos, el mensaje de Trump fue: votar por Hillary Clinton es votar por el aborto. Hillary había hablado de lo que ellos llaman el Free Choice, la elección libre de la mujer. Ahora pensemos cuánto le puede importar a Trump cómo elijan las mujeres, especialmente después de cómo las ha tratado. Sin embargo ese mensaje hizo que el 75% de las confesiones cristianas protestantes o evangélicas de Estados Unidos votaran por Trump. Lo mismo hizo Hitler, en Alemania el mensaje fue: vote contra el comunismo, vote Nacional Socialismo. Los católicos y los luteranos montaron a Hitler y con eso montaron 600 millones de muertes en Europa. Lo que quiero decir es que un pensamiento religioso que no comprenda la enorme obligación de discernir las cosas y no dejarse manipular es muy peligroso. Aceptar las cosas solo porque las dice un líder político va en contra de la responsabilidad enorme de buscar qué es lo que el espíritu quiere de nosotros.¿Cuál es el papel de la iglesia para no permitir que se suban personajes como Bolsonaro o Hitler al poder?Yo estoy convencido de que los liderazgos espirituales en primer lugar no deben participar en política, utilizar el mensaje religioso para definir por quién se ha de votar es una gran equivocación. La iglesia católica por ejemplo lo aprendió durante la violencia, cuando optó por el partido conservador en medio de la guerra entre liberales y conservadores tristemente contribuyó a cosas muy graves. Allí aprendió la iglesia católica que los obispos de Colombia no pueden definir por quién votar. Pero eso no quiere decir que los lideres espirituales deban mantenerse callados, lo que deben hacer es discernir muy bien el momento y preguntarse muy a fondo desde el punto de vista ético qué es lo mejor para el ser humano. Pensando en el bien de todos. Tienen la obligación de decirlo, pero, cuidado aquí: no para hacer campaña, no para decir que quien vote distinto es menos católico o tiene pecado. Ahora bien, también es clave que sepan que no solamente deben decirlo sino decir las razones por las cuales lo dicen.Una de las banderas con las que la derecha ganó las elecciones, y usted lo acaba de mencionar, fue la amenaza de la “ideología de género” y la negativa a que las mujeres tengan autonomía en sus cuerpos. Desde esa perspectiva cuál debería ser el papel de una persona que representa a la iglesia pero que también tiene una apuesta por la defensa de los derechos humanos, como es su caso.Si alguna tarea hay desde los liderazgos espirituales profundos es el respeto a la dignidad de todos los seres humanos, independientemente de su sexo, de su raza, de su orientación sexual, de su cultura, para todos absoluto respeto e invitar a las personas hacia ese respeto de la dignidad de los otros.Está dirigiendo ahora la Comisión de la verdad, ¿qué retos se presentan para la Comisión en medio de esta coyuntura política con el gobierno de turno?El sistema de verdad, justicia, reparación y no repetición es una prolongación del proceso de paz. En la Habana se logró lo que se llama el peace making, hacer las paces y parar la guerra. Después viene la segunda parte que es el peace building, construir la paz. Nosotros somos parte del proceso de construir la paz y esa es nuestra obligación. Por eso para nosotros es muy importante que esto no se vuelva a repetir. Ha sido muy duro lo que sucedió hace tres semanas cuando el ELN hace esta barbarie del golpe a los jóvenes estudiantes de la policía en Bogotá, eso nos llenó de dolor por los muchachos y sus familias. Pero no debemos olvidar también el dolor por los campesinos y por tantas victimas en Colombia. Luego nos saltó una gran preocupación y es que el país vuelva a polarizarse y creer que la única solución es la guerra. La pregunta que uno debe hacerse en ese contexto es si estamos dispuestos a esperar tres mil victimas más para sentarnos a negociar.Hay una ventaja que tiene la Comisión y es somos una institución de Estado, nosotros no somos una ONG de derechos humanos, no somos un centro de investigaciones privado, somos además la más independiente de todas las instituciones de Estado, no dependemos de presidencia de la república como por ejemplo el Centro Nacional de Memoria Histórica que sí depende del presidente. No dependemos del Congreso, ni la Rama Judicial. Somos autónomos, pero además responsables de esclarecer qué fue lo que pasó en el conflicto para que eso no vuelva a pasar. Invitar al reconocimiento de las víctimas y señalar responsabilidades, construyendo la convivencia y reconciliación en los territorios, en eso estamos.No dependemos del Congreso, ni la Rama Judicial. Somos autónomos, pero además responsables de esclarecer qué fue lo que pasó en el conflicto para que eso no vuelva a pasar.Hablando un poco de los detractores del proceso de paz y de las personas que afirman que la paz no sucedió ¿Cómo podemos abandonar esta condición de país mágico-mítico en donde creemos que firmando un papel las cosas suceden?Justamente por eso, para salirnos de papeles, nosotros vamos directamente a las victimas, al sufrimiento humano en Colombia. No hay familia en Colombia que de alguna forma no haya sido golpeada por el conflicto. Empresarios que fueron extorsionados o con familias secuestradas, periodistas que fueron asesinados, académicos que también murieron. Asesinatos masivos, masacres, los falsos positivos, por todas partes está el dolor. Nosotros tenemos que liberarnos del discurso, porque como el dolor produjo tanto sentimiento de indignación y de rabia, eso se montó en discursos políticos excluyentes, esos que dicen: ustedes o nosotros. Eso se montó después en símbolos que se pasan en cadenas de Whatsapp, en la televisión, para manipular los sentimiento de la gente, lo único que nos libera de eso es ver el dolor humano, dejarnos de tonterías porque el dolor humano está por todas partes. Es igual el dolor de una madre de un guerrillero que el dolor de una madre de un soldado muerto, es igual el dolor de la esposa de un desaparecido que el dolor de un secuestrado que no llega. Hay una cosa que es muy interesante para explicar lo que quiero decir, a mí me gustó mucho la forma en la que el papa actuó en Colombia porque es muy iluminadora. Él se dio cuenta que nosotros estábamos enfrentados entre nosotros por estos discursos políticos y se puso por encima de eso, siempre llamando a la paz. De los cuatro días que estuvo aquí dedicó uno entero solamente a verse con las víctimas y otra cosa a propósito de las normas, cuando habló en Medellín a los obispos les dijo: no pretendan que a través de normas o leyes que le den a la gente, ustedes van a poder sacar a Colombia de donde está. Pongan sus manos en el cuerpo ensangrentado de su pueblo, de la gente adolorida. La comisión se para ahí, en esa realidad.Otros conflictos en el mundo como el de Sudáfrica o la antigua Yugoslavia hicieron sus procesos de posconflicto una vez finalizada la guerra. Pero aquí en Colombia estamos llevando adelante el proceso mientras defensores de derechos humanos y lideres sociales están siendo asesinados a la par. ¿Cómo están trabajando eso desde La Comisión?Es una paradoja, se suponía que nosotros hacíamos la lectura del conflicto desde 1958 hasta finales de 2016, cuando se firma la paz. Teníamos que recomendar para que, ese conflicto que se acabó no se vuelva a repetir. Pero resulta que el conflicto está repitiéndose y no podemos dejar de fijarnos en esa repetición y es algo que nos tiene muy golpeados, porque al salir a buscar a las víctimas como lo estamos haciendo, encontramos personas re-victimizadas, llenas de temor, lideres que están siendo asesinados y a la gente que en el proceso de paz quedó con la ilusión de que ahora sí les iban a entregar las tierras que les habían arrebatado durante la guerra, no se las entregan. Nosotros estamos viviendo todo eso, una de las cosas que estamos haciendo es un trabajo en llave con la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo y nosotros para tratar de clarificar por qué las cosas continúan, qué es lo que hace que volvamos a meternos en esta locura.¿Cuál es la responsabilidad que tienen todos los colombianos alrededor de la construcción de paz?Yo diría que en la Habana hubo una reconciliación entre los que estuvieron en la Habana, tanto guerrilleros como representantes del Estado. Ellos cambiaron todos, pero no la sociedad colombiana. La sociedad colombiana quedó irreconciliada. Yo creo que hubo un error porque la gente no estuvo lo suficientemente comunicada y parte de construir la paz es que la sociedad se meta en esto. Cuando los premios nobel vinieron a Colombia en el 2017, repetidas veces nos dijeron: olvídense, esto no hay que dejarlo en manos de los gobiernos, esto no hay que dejarlo en manos de las burocracias. Si esto no se lo apropia la sociedad el proceso se cae. Es el pueblo el que tiene que agarrar la paz en sus manos, y garantizar que esto ocurra. Tienen que movilizarlo los jóvenes, los periodistas y los educadores. Si la sociedad no asume en sus manos y decide si vamos a vivir sin batallas, si la sociedad no lo hace, no es posible.¿Qué libros considera podrían dar guía para la construcción de paz en Colombia?Hay algo que me parece la gran obra de Colombia y son los cerca de 80 tomos del Centro Nacional de Memoria Histórica, donde hay textos valiosísimos, la mayor parte de ellos son relatos de las víctimas muy bien trabajados, algunos de ellos con una gran calidad literaria. Me gusta mucho la literatura de Chimamanda Ngozi Adichie, La Comisión tomó el texto de ella sobre El peligro de la historia única e hizo un libro con un prólogo para regalarlo. Es un texto muy iluminador para lo que nosotros estamos buscando. Finalmente, los textos de Patricia Lara que considero muy importantes para ayudarnos.