“Mal haríamos en decirles buenas tardes. Otra vez Colombia se llena de vergüenza. Andrés Escobar, jugador de la Selección Colombia fue cobardemente asesinado en Medellín. Doce disparos cegaron la vida de un hombre que se entregó entero por representar al país con dignidad. Los asesinos después de cada disparo lo insultaban y le gritaban ‘golazo’. Por Dios, qué locura es esta”. Así fue como el periodista Félix de Bedout le dio la noticia al país de que uno de los jugadores insignias de la selección de Colombia, el ‘inmortal número 2’ había sido asesinado.
Habían pasado apenas diez días desde que Colombia perdió las esperanzas de triunfar en el mundial de fútbol de Estados Unidos 1994 cuando la violencia y la convulsión que vivía el país se descargó contra Andrés Escobar. Hombres armados, relacionados con el narcotráfico, lo confrontaron a la salida de una discoteca en Medellín para reprocharle el autogol cometido el 22 de junio en el partido contra el anfitrión del mundial y asesinarlo a tiros.
Desde el 30 de abril de 1984 Colombia entró en un estado de alerta y pánico colectivo con el asesinato del entonces ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla a manos del narcotráfico y Pablo Escobar.
A su muerte siguieron las de Jaime Pardo Leal (1987),Guillermo Cano (1986), Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán y Carlos Pizarro Leongómez (1990), jueces, policías y civiles, bombas y atentados que dejaron pocos lugares en los que los colombianos pudieron refugiar sus esperanzas, uno de ellos, el fútbol y la pasión que siempre había estado ahí.
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La Selección Colombia, liderada por Franciso Maturana, ilusionaba y daba una luz en medio de la oscuridad. El 5 de septiembre de 1993 nos dieron uno de los momentos que sigue siendo motivo de orgullo, el 5-0 frente a Argentina en la última fecha de eliminatorias que llevó a Colombia a ser favorita en Estados Unidos 1994.
Así, siendo favorita y con grandes nombres como Óscar Córdoba, Faustino Asprilla, Freddy Rincón, Carlos 'Pibe' Valderrama, Adolfo Valencia y Leonel Álvarez, Colombia debutó ante Rumania en un encuentro que terminó 3-1 en contra. Entre esos grandes nombres que ya se inscribían en la historia del deporte colombiano estaba el del defensa Andrés Escobar Saldarriaga con el dorsal número 2.
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“Salida impecable, orden para frenar al rival y consistencia en zona central”, así recuerda Atlético Nacional al joven Escobar Saldarriaga, que con apenas 19 se convirtió en futbolista profesional en el club paisa, el 31 de agosto de 1986, destacándose por su control, su carácter siempre aplomado y su distintiva elegancia, lo que le valió el sobrenombre de ‘el caballero del fútbol’.
El 31 de mayo de 1989 se consagró campeón de la Copa Libertadores en un partido en el que acompañó y defendió el arco que estaba en manos de René Higuita y se encargó de patear el primer penalti en la tanda que le dio el título en El Campín de Bogotá frente a Olimpia de Paraguay. Consiguió además dos títulos de la liga nacional en 1991 y 1994.
La historia del joven futbolista, nacido en Medellín, el 13 de marzo de 1967, también fue un éxito. Debutó el 30 de marzo de 1988 ante Canadá; contribuyó a la clasificación de la selección nacional al mundial de Italia 90, tras su paso de seis meses por el Young Boys de Suiza, y fue titular en los cuatro partidos que disputó la tricolor. Pese a que una lesión lo alejó de las próximas eliminatorias, su recuperación y buen rendimiento en partidos anteriores lo hicieron merecedor de la convocatoria para el que sería su último mundial, en el que además se había dado a conocer su paso al equipo italiano AC Milán al que nunca llegó.
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A treinta años de su muerte, Atlético Nacional, así como ex compañeros y aficionados, lo homenajearon con sentidos mensajes.
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