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Roma expone su teatro clásico: del veto a hablar de política a arma de poder imperial

A diferencia del teatro en la Grecia clásica, en el de la antigua Roma estuvo vetado hablar de política. Ahí, las obras eran actos oficialistas y los imponentes teatros alzados en época imperial se convirtieron en una expresión del propio poder romano, según una exposición inaugurada este lunes en la capital de Italia.

Teatro clásico romano
Fragmento de una obra teatral en la antigua Roma.
Video de EFE.

"En el mundo griego la experiencia teatral era un ritual colectivo impregnado de vida cotidiana, incluida la política", algo distinto a Roma, dijo Lucia Spagnuolo, una de las comisarias de la muestra "Teatro. Autores, actores y pública en la Antigua Roma", inaugurada el lunes en el museo Ara Pacis de la ciudad y que expone más de 240 piezas que ilustran la vida teatral de la época.

La exposición "tiene como motivo recurrente" las máscaras, de las cuales se recuperan modelos de piedra de la época, ya que "el teatro antiguo fue un teatro de máscaras", tanto en Grecia como Roma, añade a EFE la otra comisaria, Orietta Rossini.

Roma también se basó en el modelo griego para crear un teatro repleto de mitología y simbología helénica al que incorporó sus propios elementos, pero mientras los griegos tenían dramaturgos como Aristófanes que "cuestionaban a los políticos en sus comedias y los avergonzaban ante el pueblo, esto en Roma no se hacía", explicó Spagnuolo tras inaugurar la muestra, que estará abierta 6 meses.

Igual que en Grecia, el teatro en Roma gozó de gran popularidad, aunque "los espectáculos eran celebraciones oficiales" que se financiaban desde las propias instituciones de poder, "por lo que había un tipo de control preventivo respecto a los textos", añadió la comisaria, entre máscaras de piedras, estatuas, cuadros y otros objetos antiguos que fueron exponente del teatro de tiempo clásico.

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Hubo cargos que fueron aficionados con carrera teatral como el emperador Nerón, y otros como los generales Julio César o Augusto -fundador del Imperio romano el 27 a.C.- que "vieron las grandes construcciones teatrales como gran instrumento de propaganda política" y de correa de transmisión del poder.

A fines del período republicano, en el I a.C., y en la nueva etapa de expansión del Imperio romano los teatros pasan a ser grandes y se extienden por las principales ciudades.

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Esto hizo del teatro "un edificio característico de la cultura de la Roma Imperial" y "pasó a formar parte del concepto de ciudad de fundación romana", dice Spagnuolo.

"Una urbe romana, durante el imperio, tenía que tener un teatro", agrega, y señala que prueba de ello es que hasta hoy se conoce de la existencia de más de 1.000 inmuebles teatrales de la época, algunos de ellos aún en pie, según un mapa expuesto en la muestra.

En este contexto, todo ello tenía "una meta concreta y el teatro y sus edificios se convierten en lugares para generar consenso" donde el Estado ejercía más bien "un papel de manipulación" en el que no entraba la cuestión de la libertad de expresión.

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Spagnuolo resalta también la permanencia del teatro clásico hasta la actualidad, lo que hace que en viejos recintos teatrales como el de Siracusa (Sicilia) todavía se representen obras antiguas desde hace 110 años.

Por otro lado, según señala Rossini, fue en época imperial donde hubo un relevante cambio de concepción sobre el propio teatro romano que también marcó un antes y un después a nivel arquitectónico.

En la República, aunque ya se hacía y eran populares las representaciones teatrales, no eran permitidos los teatros estables. "Roma tuvo sus propios teatros muy tarde, ya que había un veto a la construcción de teatros permanentes", explica.

Según agrega, "hasta mediados del siglo I a.C. en Roma sólo hubo teatros provisionales que se construían y luego eran demolidos", hasta que el general Pompeyo logró alzar el primer teatro de mampostería en la ciudad "como demostración de su poder".

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Esto marcó un cambio de mentalidad que ilustra los nuevos aires que fueron llegando con el Imperio: "Se decía que el romano no debía sentarse ni holgazanear en el teatro, ya que debía ser un guerrero, una tradición que se mantuvo durante toda la Roma republicana", pero que después cayó a favor de una vida más hedonista, indica Rossini.

Con todo, el teatro romano estuvo muy vigente en los siglos del imperio, aunque declinó con el auge del cristianismo -que lo veía como una expresión del paganismo previo- y acabó por desaparecer con el derrumbe imperial el año 476.

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