La caza de trofeos es una práctica polémica muy extendida en Sudáfrica, donde aficionados ricos llegan a pagar miles de dólares por matar leones o elefantes y llevarse consigo la cabeza, la piel, las garras o los cuernos del animal.
Pero en marzo los diputados británicos adoptaron un texto que prohíbe meter esos trofeos en el país , aunque la ley aún debe ser aprobada por la Cámara de los Lores para entrar en vigor.
Para algunos, como los ecologistas, la medida supone una victoria, un paso adelante para acabar con la crueldad contra los animales.
Pero para otros, se trata de una decisión de doble rasero, por las pérdidas de ingresos que este deporte de lujo genera y que financian, en parte, la protección de las especies salvajes.
Publicidad
Pieter Swart, de 58 años, teme que su negocio de curtido de pieles animales acabe siendo una víctima colateral de la ley británica , apoyada por celebridades como la exmodelo Kate Moss y el exfutbolista Gary Lineker.
Su temor es que otros países sigan su ejemplo. "La ley podría crear un efecto dominó", declaró a la AFP, con una calavera de cebra sobre su escritorio.
En Italia, Bélgica y España se están discutiendo ya proyectos similares , según la organización de protección de animales Humane Society International (HSI).
La ley británica, que incluye a miles de especies como leones, rinocerontes y elefantes, refleja "el inicio de un cambio de actitud de países" europeos, en un contexto de declive mundial de especies salvajes, señaló Matthew Schurch, especialista en fauna salvaje de HSI.
Pieles, cráneos, cuernos, huesos -
"Cazar un animal para colgarlo en la pared es algo muy cuestionable", consideró Keshvi Nair, portavoz del consejo sudafricano de prevención de la crueldad contra los animales. "Hay medios mucho más éticos y humanos" de generar ingresos.
Sin embargo, la caza de trofeos aporta 340 millones de dólares anuales a la economía sudafricana y representa 17.000 empleos, según en estudio sudafricano de 2018.
Publicidad
El botín que se llevan los cazadores, en su mayoría extranjeros, es procesado por taxidermistas que perpetúan un arte centenario.
La industria emplea a 6.000 personas en Sudáfrica , uno de los principales destinos para la caza de trofeos, según Swart, director de la Asociación Nacional de Taxidermia y Curtido.
En sus talleres se procesan miles de cadáveres cada año. Montones de pieles, cráneos, cuernos y huesos se convierten en alfombras o artículos decorativos.
Gran parte del material procede de sacrificios organizados en las reservas, sobre todo para evitar la superpoblación. El resto es de la caza.
Publicidad
"La caza y el sacrificio son parte de los procesos de gestión de los animales. Desperdiciar una piel como esta (...) y dejar que se pudra sería una vergüenza", ya que el animal ha sido sacrificado, indicó Swart, señalando un busto de cebra clavado en la pared.
Un rinoceronte entero disecado cuesta el equivalente a 6.800 dólares. Un guepardo se vende por unos 1.400 dólares.
"Vamos a ver cómo una gran parte de nuestro mercado se paraliza" , alertó Douglas Cockcroft, jefe de Splitting Image Taxidermy, una empresa con unos 100 trabajadores.
"Si prohíben este oficio, yo no podré alimentar a mi familia", comentó Elias Pedzisai , de 45 años, un "mago" del blanqueo de cráneos de animales en el taller de Pieter Swart.
Publicidad
Algunos taxidermistas sudafricanos ya comienzan a sondear nuevos mercados.
"Se han hecho grandes avances" con cazadores chinos y rusos, que ahora vienen a Sudáfrica con más frecuencia, afirmó Swart. Le invitamos a conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.