En el país del K-pop, el matrimonio igualitario está prohibido, la presión social hace que muchos no salgan del armario y la celebración anual del Orgullo atrae a violentos opositores cristianos. Pero el cambio está en marcha.
Hurricane Kimchi recuerda para la AFP cómo el primer Orgullo de Seúl al que acudió hace una década solo congregó unos cientos de personas. Este año, los organizadores anticipan una participación de 150.000 personas el sábado a pesar de los obstáculos de las autoridades.
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La marcha, una de las más grandes en Asia, no consiguió permiso para usar la plaza central de la capital para el gran evento del sábado, al estar reservada para un grupo cristiano. Las autoridades de Seúl lo atribuyeron oficialmente a un problema de agenda, pero el alcalde conservador Oh Se-hoon dijo en junio que él no puede estar "de acuerdo con la homosexualidad".
Un evento similar en la ciudad meridional de Daegu en junio derivó en choques con la policía después de que las autoridades intentaran bloquear las celebraciones del Orgullo.
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Casi un cuarto de la población surcoreana es cristiana y alrededor de un 40% de sus diputados son protestantes. Muchos evangelistas se oponen a los derechos LGBTQ y pocos políticos se atreven a desafiar al "lobby" religioso.
Hurricane Kimchi, activista y artista que también usa el nombre de Heezy Yang, afirma que Corea del Sur debe acostumbrarse a la idea de que el colectivo LGBTQ es parte de la sociedad. "Estamos en todos lados, con lo que debería haber actos LGBTQ en todos lados y deberíamos ser visibles en todos lados", afirma a la AFP. Corea del Sur "debe acostumbrarse a tenernos y vernos en todas partes", insiste.
Ficción contra realidad
La escena K-pop ha impulsado internacionalmente una serie de estrellas masculinas cuidadosamente arregladas, maquilladas y enjoyadas, empezando por el septeto BTS.
La floreciente industria televisiva del país también ha retratado personajes homosexuales y estrenó el año pasado un programa de telerrealidad de citas entre personas LGBTQ. Pero esto no se vierte necesariamente en la vida diaria, dice Yang, quien apunta a la prohibición del matrimonio igualitario o la discriminación todavía existente basada en la orientación sexual.
"Veo que la gente LGBTQ, incluidas las 'drags', están cada vez más incluidas en la televisión, los videoclips de K-pop y algunos programas, pero son una parte minúscula de la producción", afirma. "Cuando los medios y la gente en Corea del Sur hablan en general sobre las 'drag queens' (...) tienden a describirlo como una forma artística, como una actuación, (ignorando) su historia y significado".
Tiago Canario, académico brasileño de cultura visual en la Universidad de Corea, coincide en que la cultura "drag queen" se consume únicamente de forma selectiva. La estética "drag" ha demostrado "ser lucrativa, con lo que más gente se une a ella", explica a la AFP. Pero "esto no significa que las personas marginalizadas que la crearon sean bienvenidas".
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"Drag queens" como Serena, integrante del colectivo Neon Milk que tiene 100.000 seguidores en su canal de YouTube, recurrió a las redes sociales para conectar con la joven comunidad LGBTQ surcoreana. "La presencia digital es importante, especialmente en la sociedad conservadora de Corea" para demostrar a la gente, especialmente en zonas rurales, que "existe gente como yo, una mujer trans haciendo de 'drag'" , dice Serena, de 37 años.
"Están luchando"
Las fiestas queer suelen ser blanco de acoso de grupos religiosos, que lanzan botellas de agua e insultan a los manifestantes o intentan bloquearles el camino.
Yang Sun-woo, líder del comité organizador del Festival de Cultura Queer de Seúl, dijo que impedir celebrar el Orgullo en la plaza central de la capital este año fue una decisión impactante y discriminatoria. "Nunca las fiestas queer se vieron expuestas a tal nivel de opresión en una democracia", afirma.
De todos modos, Heezy Yang intenta sacar conclusiones positivas y recuerda que en el primer Orgullo en Seúl en el año 2000 hubo solo 50 asistentes. "Es realmente bueno ver que Corea ha pasado de no tener una comunidad o escena 'drag' a tener algo que es pequeño, pero significativo, fuerte y bien conectado" , dice.
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"Cuando esta gente se hace más visible, cuando sube al escenario o va a una protesta, están lanzando un mensaje: que están luchando" , asegura.
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