El cementerio, lejos de las rutas turísticas de la capital checa y de su centro histórico -Patrimonio de la Humanidad por la Unesco- cuenta con unas 4.200 sepulturas.
Este lugar, fundado hace más de un siglo en las afueras de la ciudad para acoger a los pacientes fallecidos del hospital psiquiátrico de Bohnice, atrae a cazadores de fantasmas, amantes de escándalos y de ritos satánicos que buscan su energía mágica y las leyendas y misterios que lo rodean.
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"Es un cementerio distinto" de los demás, explica Jiri Vitek, guardián voluntario del lugar, exbombero y ahora vicealcalde de un barrio de Praga.
"Estaba destinado a pacientes psiquiátricos clásicos (esquizofrénicos, alcohólicos), pero también a personas con las que no quieren cruzarse (pirómanos, pedófilos, asesinos", cuenta a la AFP.
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El entierro de Mozart
El cementerio se abrió y consagró en septiembre de 1909. "Dos días más tarde, un niño de once años muerto de tuberculosis se convirtió en el primer paciente enterrado aquí", declaró Alzbeta Remrova, portavoz del hospital de Bohnice.
En esa época, el hospital parecía un pueblo con una iglesia, una lavandería y una panadería, siendo el más grande de este tipo en el imperio austrohúngaro.
"Los pacientes trabajaban en los campos, cultivaban verduras y trabajaban en talleres", explicó Remrova. El personal del centro también podía ser enterrado en el cementerio gratuitamente.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial también se enterró a soldados austríacos ingresados por enfermedades mentales y pacientes psiquiátricos de Italia, evacuados a Praga.
La mayoría murieron durante una epidemia de fiebre tifoidea entre 1916 y 1918, afirma Vitek. El cementerio cerró en 1951, tras lo cual fue saqueado y desatendido durante seis décadas.
Este extraordinario lugar fue escogido por el director estadounidense Milos Forman, de origen checo, para filmar el entierro de Wolfgang Amadeus Mozart para su película Amadeus (1984), parcialmente rodada en Praga y ganadora de ocho premios Óscar.
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Piloto de Thatcher
Vitek cuenta que la primer ministra británica Margaret Thatcher visitó el cementerio en 1990 para trasladar los restos de un piloto británico muerto a finales de la Segunda Guerra Mundial.
Nadie sabía cual era la tumba, salvo un vagabundo local que la identificó a cambio de una caja de ron, añade Vitek.
Sin embargo, la mayor parte del tiempo el cementerio sirvió como prueba de valentía para los jóvenes de la región, especialmente la parte suroeste reservada a los criminales.
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Algunos evocan una energía negativa en ese lugar, afirmando que hacía más frío que en el resto del cementerio. "A los no creyentes no se les enterraba en ataúdes, sino en sacos, y eran saneados con cal. La cal endurecida es la que genera el frío", asegura.
En los años 1980, la policía descubrió un ritual satánico en el cementerio. Algunos checos más pragmáticos utilizaban el lugar como vertedero. Fue en este estado como lo descubrió Jiri Vitek en 2011, cuando paseaba a su perro.
"Estaba lleno de refrigeradores viejos, lavadoras, sofás y escombros. Así que empecé a limpiarlo", cuenta. Poco a poco organizó visitas guiadas al cementerio, trabaja en la redacción de un libro y tiene previsto renovar la capilla, cubierta de hiedra, y el memorial.
"Como bombero salvé a personas vivas durante quince años. Desde hace 12 años, salvo a los muertos", afirma.
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