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Bailes y música del recuerdo en salones de Nicaragua, un viaje en el tiempo

Eduardo Hislop baila cada semana para recordar buenas épocas entre los apuros de una Nicaragua que soportó terremotos, huracanes, una larga dictadura, una revolución y un conflicto bélico alentado por Estados Unidos.

Nicaragua, baile.
Una pareja de ancianos baila en el centro de turismo cultural El Ateneo de Nicaragua, en Managua, el 18 de junio de 2023. Fundado en 1996, el club El Ateneo es el lugar favorito de la gente, en su mayoría jubilados, para reunirse los fines de semana y bailar al ritmo de música antigua.
STRINGER/AFP

De 70 años y una figura delgada que corona un sombrero "trilby", lleva chaleco y pantalón negro, camisa blanca y zapatos negros, que le permiten moverse al ritmo de su compañera Isolda, con quien comparte 30 años de pasión por la música del recuerdo.

Hislop asegura que busca explicar a la juventud "cómo se vestían en el tiempo de antes, bien elegante, bien perfumado, con buenos zapatos, con buena camisa".

Centenares de jubilados y adultos mayores bailan para recordar las fiestas que se realizaban en numerosos salones en Managua hasta diciembre de 1972, cuando un potente terremoto destruyó la mayor parte de la ciudad, dejando miles de víctimas y damnificados, pero también para rememorar la música que les hizo danzar entre convulsiones políticas.

"Eso yo lo conocí, lo vi, lo aprendí antes del terremoto, yo viví esos momentos y esa gente que andaban y bailaban bien, y eso me encantó y hoy los imito", dice Hislop en el salón de baile de la Central Sandinista de Trabajadores, en el que suena música variada de las décadas de 1950 a 1980.

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El edificio fue construido hacia 1940 bajo el dictador Anastasio Somoza García, que en 1937 inició una dinastía que se mantuvo hasta que una insurrección popular dirigida por el izquierdista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en 1979 derrocó a su hijo Anastasio Somoza Debayle.

Bajo el primer gobierno del FSLN, que en la década de 1980 enfrentó a los rebeldes derechistas "contras" patrocinados por Estados Unidos, la Casa del Obrero adoptó el nombre de Central Sandinista de Trabajadores.

Sin pleitos ni política

Al otro extremo del salón, María Haydée Arias, de 73 años, comenta que "a esta edad de nosotros, la tercera edad, nosotros venimos a divertirnos sanamente y eso es lo que me gusta porque aquí no hay pleitos, aquí no hay discusiones, todo es hermandad".

Resuenan ecos musicales que abarcan sones y rumbas hasta boleros, cumbias, rock clásico y disco en dos amplias salas de baile que parecen detenerse tras sobrevivir al terremoto de 1972 en el Reparto El Carmen, en el noroeste capitalino: la Casa del Obrero y el Centro El Ateneo.

Además de disfrutar del baile, reunirse con amigos y combatir el estrés laboral, algunos conocen a sus futuras parejas, comenta Orlando Narváez, un relojero de 67 años asiduo a El Ateneo.

"Es una de las mejores experiencias porque los dos disfrutamos lo mismo: el baile, sin licor, sin fumar (...), hoy tenemos cinco años de vivir, de convivir, juntos", señala Narváez, uno de los bailarines destacados que incluso es invitado a programas de televisión.

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"Aquí no hay distinción alguna, de ninguna especie, aquí todos somos iguales, todos bailamos, todos conversamos, nos conocemos, nada más (...). No hay política, no hay nada, ni la policía viene aquí siquiera porque sabe que aquí no hay pleito", sostiene Narváez.

Verónica Mendoza, de 33 años y pareja de Narváez, asegura que ha pasado su vida en "los bailongos", desde que su madre la llevaba a las fiestas con solo 40 días de edad. "Hasta que Dios me mande a traer, yo sigo viniendo a bailar", dice.

Ecos matanceros

En Nicaragua es profunda la huella de la cubana Sonora Matancera, que en 1954 se presentó con su vocalista Celia Cruz, al punto que existen varios clubes y asociaciones de "matanceros" que mantienen la afición por la música de esa época.

Incluso el gobierno del presidente Daniel Ortega, en el poder desde 2007 y reelegido tres veces en comicios cuestionados por los opositores, promueve cada año festivales y concursos matanceros para deleite de los jubilados. El primer club matancero surgió en la década de 1990.

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"Formamos un club de 500 personas y ellos son los que vienen a bailar. Aquí se han conocido, aquí se han enamorado, aquí celebramos los cumpleaños de ellos", señala Osman Balmaceda, de 54 años y presidente de la Asociación de Artistas de Nicaragua.

Marta Gutiérrez, de 58 años y presidenta del Club Matancero de El Ateneo, dice que el baile ayuda contra el estrés.

"Si yo quiero salir de la rutina de mi casa, de mis nietos, de mis hijos, yo vengo 4 o 5 horas y yo llego sana y llego dispuesta a pasar una semana de mucho trabajo a mi casa de nuevo", explica. Hislop, por su parte, afirma que el baile es fundamental para una vida sana.

"Claro hombre, ¡si son 70 años los que yo tengo!. Te imaginas venir a bailar viernes, sábado y domingo, ir a correr, hacer ejercicio (...), mi pasión es por salud, venir a refrescarme: me desestreso y duermo feliz", añade Hislop. Recuerde conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.

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